—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

sábado, 28 de enero de 2012

63.-Los reyes de España.-Genealogía (Novena parte): Dinastías de Navarra (IX). a



Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán

Escudo de Navarra
aldo ahumada chu han

REYES DE PAMPLONA
Reyes de Pamplona de las dinastías íñiga y jimena. Sancho V
 (como Sancho I), Pedro I y Alfonso I fueron además reyes de Aragón.


                                           Dinastía Arista-Íñiga


Tradicionalmente considerada la primera dinastía reinante en el territorio vascón pamplonés. Sus orígenes se pierden en la leyenda en parte por la escasez de fuentes coetáneas. 

Íñigo Íñiguez (o, en latín, Enneco Enneconis; m. 851),​ fue el primer rey de Pamplona entre los años 810/820 y 851 y conde de Bigorra. Se le considera patriarca de la dinastía Arista-Íñiga, que sería la primera dinastía real pamplonesa.

Iñigo Arista. Navarra, p. s. IX, – ?, 851-852. Primer rey de Pamplona según la historiografía tradicional.

A partir de finales del siglo XII, las tardías recreaciones cronísticas hispano-cristianas de los oscuros orígenes de la monarquía navarra, tan lejanos ya entonces, trataron de desarrollar sin adecuado fundamento documental las escuetas noticias conocidas a través de una versión ya viciada de las llamadas Genealogías de Roda, recogidas a finales del siglo X en el Códice Rotense (conservado en su factura original por la Real Academia de la Historia, ms. 68). La cuestión ha seguido interesando en los tiempos modernos, pero buena parte de las renovadas hipótesis basadas obligadamente en meras conjeturas que, aun contrastadas y depuradas por el alumbramiento de valiosas informaciones árabes aisladas y de contenido más bien político-militar, no han llegado a esclarecer la mayoría de los problemas y lagunas subsistentes. Por esto continúa abierto el debate que desde hace medio siglo enfrentó a medievalistas de reconocido prestigio en polémicas relativas sobre todo a estériles divagaciones de carácter genealógico.
Se sabe, en todo caso con certeza, que Ínigo Arista fue el primer caudillo con nombre conocido de las poblaciones cristianas ubicadas en la región coincidente más o menos con el área de influencia de Pamplona desde tiempos anteriores, es decir, el territorio comprendido entre el eje de la cordillera pirenaica y los rebordes y somontanos meridionales de sus sierras exteriores, algo más de la mitad septentrional de la actual Navarra, extensión equivalente entonces a la media de una demarcación condal en las monarquías cristianas europeo-occidentales. Los textos analísticos árabes lo distinguen con los títulos de príncipe (amir), conde (qumis) o señor (sahib) de las tierras de Pamplona o, en ciertos casos, de los Bashkunish o Vascones, arcaísmo léxico con el que quizá se hacía referencia a la singular pervivencia del sedimento lingüístico primitivo entre la masa de población campesina.
En la epístola dirigida al obispo pamplonés Willesindo (851) para agradecerle las deferencias con que lo había acogido tres años antes en su viaje por aquella zona, san Eulogio de Córdoba no sólo ensalza la piadosa observancia regular y los fondos bibliográficos de los monasterios alto pirenaicos, como el de Leire y otros cercanos, sino que subraya también la fortuna de aquellas poblaciones regidas por el príncipe cristiano (princeps christicola) de aquella tierra (territorium Pampilonense). No especifica el nombre de este príncipe, pero se debe identificar con el Enneco o Íñigo al que las Genealogías de Roda añaden el sobrenombre de Arista (cognomento Aresta). Algún texto árabe fidedigno lo denomina “Wannaqo ben Wannaqo”, equivalente a Íñigo Íñiguez, pero en este caso el patronímico puede referirse al linaje y no precisamente al progenitor. También es dudoso el patronímico Jiménez que, tomado de algún documento monástico manipulado mucho después y poco o nada fiable, se ha relacionado hipotéticamente con el Jimeno el Fuerte que sometió el emir ‘Abd al-RaÊmªn I (781) cuando restableció su hegemonía en los parajes pamploneses a raíz de las defecciones producidas poco antes por el tránsito del Ejército de Carlomagno en su frustrada expedición a Zaragoza (778). Sin prueba suficiente se han atribuido a Íñigo diversos lugares de origen como el condado francés de Bigorra, apuntado en el siglo XIII por el cronista Rodrigo Jiménez de Rada, o bien las poblaciones navarras de Viguria (valle de Guesálaz) y Aristu (valle de Urraul Alto) propuestas por autores recientes. No hay sin embargo duda de que era oriundo de la tierra pamplonesa. Aportando algunas fechas concretas, los autores árabes acreditan, por ejemplo, que su madre se llamaba Ónneca y que ésta misma en otras nupcias anteriores o posteriores había engendrado igualmente a Muza ben Muza, magnate muladí radicado hacia las riberas navarras del Ebro. Desvelan también el nombre de un hermano suyo llamado Fortún, pero se sigue ignorando el nombre de su mujer o sus mujeres y constan en cambio los de sus hijos García, Galindo y Assona y se tiene noticia de otra hija anónima.

El único testimonio hispano-cristiano sustancialmente fehaciente, las citadas Genealogías, sólo precisa, sin ninguna fecha, el nombre del personaje y algunos datos político-familiares. Íñigo apodado Arista fue padre de García Íñiguez, su sucesor al frente de los pamploneses; y a su hija Assona la casó con Muza, señor de Borja y Terreros (el mencionado Muza ben Muza, de la estirpe de los Banñ Qasi, descendientes del conde hispano-godo Casio, convertido al Islam). Otra de sus hijas de nombre desconocido fue entregada como esposa a García el Malo, un hijo de Galindo Belascotenes que tras repudiar a Matrona, hija de Aznar Galindo, con ayuda de Íñigo y “de los moros” (Musa ben Musa sin duda) había expulsado al mismo Aznar Galindo de su condado de Aragón obligándole a acogerse al amparo del monarca franco que, como se sabe por otros conductos, le encomendó entonces el gobierno del condado pirenaico-oriental de Urgel-Cerdaña.
Cabe deducir que Íñigo representaba a la facción aristocrática de la región partidaria de la continuidad del régimen implantado en el precedente distrito o condado hispano-godo de Pamplona desde los primeros años de la dominación árabe en la cuenca del Ebro, hacia los años 714-717. El magnate titular de tal distrito habría capitulado, conforme a los términos habituales, en los confines menos asequibles y rentables del imperio del Islam que los convertía así en una especie de protectorado. A cambio de un tributo anual y el compromiso de lealtad política ante terceros, quedaba intacto el sedimento anterior de tradiciones socio-jurídicas, religiosas y culturales y una instancia propia de gobierno local. Por otra parte, cabe suponer siquiera con reservas que, así como Muza ben Muza descendía del conde hispano-godo Casio, Íñigo provendría directa o indirectamente del linaje del conde que había capitulado en tierras de Pamplona sin perjuicio de su fe cristiana.

Aparte de la fugaz ocupación de Pamplona con motivo de la frustrada expedición de Carlomagno (778), la monarquía franca sólo durante una década (806-816) logró dominar la vertiente navarra del Pirineo y organizar un condado semejante a los formados poco antes en el sector catalán de la misma cordillera. La inmediata reacción armada del emir cordobés restableció el sistema anterior de protectorado sobre Pamplona, de donde fue expulsado el efímero conde de obediencia franco-carolingia al que los textos árabes denominan Velasco al-Yalashqí. Éste sería sustituido por un miembro de la nobleza local proclive al régimen anterior de entendimiento con los musulmanes, quizá ya Íñigo Arista que, según los mismos textos y como se ha apuntado, era hermano uterino del citado Muza ben Muza y casado además con su hija Assona.
En realidad Íñigo Arista sólo entra expresamente en el horizonte histórico de los analistas árabes poco antes de mediar el siglo IX por sus relaciones de estrecha cooperación en las taimadas e interesadas maniobras de insubordinación u obediencia que, ante el régimen musulmán de Córdoba, iba a capitalizar Musa ben Musa en su ambiciosa y brillante carrera política. Se había producido sin duda un conato de insurrección cuando el emir ‘Abd al-RaÊmªn II se adentró personalmente a sangre y fuego por las tierras pamplonesas (842-843), alcanzando incluso la recóndita guarida de Peña de Qays (Sajrat Qays), situada cerca de la salida de la cuenca de Pamplona por el curso del río Araquil. Se vieron obligados entonces a pedir la paz (aman) tanto Muza ben Muza como Íñigo Arista, que conservó su señorío pamplonés a cambio de devolver a los cautivos que retenía y comprometerse a abonar la suma anual de setecientos dinares, importe probablemente del tributo debido desde tiempos anteriores. También figuraba entre los así sometidos un cabecilla altoaragonés, el hijo de García el Sirtaní, Ibn Garsiya al-Sirtan, muy probablemente hijo y sucesor del antedicho García el Malo, jerarca de las gentes que los mismos textos árabes denominan Sirtaniyun, localizables hacia el sector pirenaico que iba a configurar el Condado de Aragón.

La paz acordada resultó efímera, pues al cabo solamente de un año (843-844), el monarca cordobés tuvo que volver a atacar y batir ahora en campo abierto a las tropas reunidas de nuevo por Muza e Íñigo. El primero fue descabalgado pero pudo huir a pie, y el segundo logró escapar herido a uña de caballo junto con su hijo Galindo (Íñiguez), pero dejó tendidos sobre el campo de batalla a su hermano Fortún, “el mejor caballero de Pamplona”, y a más de un centenar de sus caballeros, mientras que Velasco Garcés, hijo sin duda del mencionado García el Malo, se pasó al emir con sesenta de sus hombres. Con esto se produjo quizás en la zona alto aragonesa un vacío de poder que pudo aprovechar el conde Galindo Aznar para instalarse en los antiguos dominios de su padre Aznar Galindo. Por lo demás, al año siguiente también se iba a pasar a los musulmanes el citado Galindo Íñiguez, hijo del propio Iñigo.
La rápida sucesión de revueltas y claudicaciones en las que luego estuvo implicado Íñigo Arista, incluidas hasta el año 850 al menos otras tres incursiones de las huestes cordobesas por los dominios pamploneses, benefició en definitiva a su hermano de madre Muza ben Muza, protagonista de una política oportunamente cambiante que le había valido ya ser confirmado como valí de Arnedo (La Rioja) en un breve intervalo de reconciliación con el gobierno cordobés y tras haberse desplazado hasta tierras sevillanas para colaborar en la expulsión de los piratas normandos (844). Justo cuando obtuvo luego el valiato de Tudela (850), su hermano uterino Íñigo que debía de haber quedado imposibilitado a causa de una apoplejía, falleció poco después (851-852). Los aludidos textos árabes al consignar, como las Genealogías de Roda, que le sucedió su hijo García Íñiguez, añaden que en él recayó el “emirato de Pamplona”, la formación política que para esta época podría considerarse a lo sumo como una especie de reino en estado latente.

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Códice Rotense, ms. 68 [f. s. X].

T. Ximénez de Embún, Ensayo histórico acerca de los orígenes de Aragón y Navarra, Zaragoza, Imprenta del Hospicio, 1878; L. Barrau-Dihigo, “Les origines du royaume de Navarre d’áprès une théorie recente”, en Revue Hispanique (RH), 9 (1900), págs. 141-222; “Les premiers rois de Navarre. Notes critiques”, en RH, 15 (1906), págs. 614-644; J. M. Lacarra, “Textos navarros del Códice de Roda”, en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, vol. I, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Estudios Medievales, 1945, págs. 263-264; E. Levi-Provençal, “España musulmana hasta la caída del califato de Córdoba (711.1031 d. C.)”, en R Menéndez Pidal (dir.), Historia de España, vol. IV, Madrid, Espasa Calpe, 1950, págs. 113-114 y 141-150; “Du nouveau sur le royaume de Pampelune”, en Bulletrin Hispanique, 55 (1953), págs. 5-22; E. Levi-Provençal y E. García Gómez, “Textos inéditos del Muqtabis de Ibn Hayyan sobre los orígenes del Reino de Pamplona” y J. Pérez de Urbel, “Lo viejo y lo nuevo sobre el origen del reino de Pamplona”, en Al-Andalus, 19 (1954), págs. 295-315 y págs. 1-24, respect.; R. D’Abadal i de Vinyals, Els comtats de Pallars i Ribagorça, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans,1955, págs. 101-109; C. Sánchez Albornoz, “Problemas de la historia navarra del siglo IX”, en Cuadernos de Historia de España, 25-26 (1957), págs. 5-82 (reimp. en Príncipe de Viana (PV), 20 (1959), págs. 5-62); A. Ubieto Arteta, “La dinastía Jimena”, en PV, 28 (1960), págs. 65-79; R. D’Abadal i de Vinyals, “La domination carolingienne en Catalogne”, en RH, 225/2 (1961), págs. 319-340; F. de la Granja, “La Marca Superior en la obra de al-‘Udrí”, en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, 8 (1967), págs. 447-545; J. M. Lacarra, “En torno a los orígenes del reino de Pamplona”, en Homenaje al Dr. Canellas, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1969, págs. 641-663; J. M. Lacarra, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, vol. I [Pamplona], Aranzadi, 1972 (Biblioteca Caja de Ahorros de Navarra, vol. III-1), págs. 55-64; C. Sánchez Albornoz, Orígenes del reino de Pamplona. Su vinculación con el valle del Ebro, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1981; A. J. Martín Duque, “Algunas observaciones sobre el carácter originario del reino de Pamplona”, en Homenaje a José María Lacarra, vol. II, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1986, págs. 525-530; A. Ubieto Arteta, Orígenes de Aragón, Zaragoza, Anúbar Ediciones, 1989, págs. 48-50 y 91-110; “El reino de Pamplona”, en J. M. Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, vol. VII, t. 2, Madrid, Espasa Calpe, 1999, págs. 89-101.

García I Íñiguez (c. 810-8811​/882),​ hijo de Íñigo Arista, desde aproximadamente 842 fue regente y llevó la dirección de las campañas militares durante los últimos años de la vida de su padre, que enfermó alrededor de 841-842 y quedó paralítico. Sucedió a su padre en el trono de Pamplona en 851-852.
Fortún Garcés (ca. 826-ca. 922) fue el último rey de Pamplona de la dinastía Arista-Íñiga. Conocido como el Tuerto y años después como el Monje, era hijo del rey García Íñiguez y de la reina Urraca.
Onneca Fortúnez o Iñiga Fortúnez​ (c. 848 – después de 890)​ fue una princesa vasca​ del Reino de Pamplona, posteriormente denominado Reino de Navarra. Era hija de Fortún Garcés de Pamplona y su esposa Oria.

Toda Aznárez (2 de enero de 876-15 de octubre de 958) fue reina de Pamplona por su matrimonio con Sancho Garcés I de Pamplona. Era hija del conde Aznar Sánchez de Larraún y Onneca Fortúnez, y nieta de Fortún Garcés, rey de Pamplona.

Toda Aznárez. La reina Toda. ?, c. 890 – c. 965. Reina de Pamplona.

A la legitimidad de ejercicio ganada en los campos de batalla por su marido el rey Sancho I Garcés añadió la legitimidad de sangre de su linaje, hasta el punto de que la nueva Monarquía se podía considerar en cierto modo homologada a escala europeo-occidental cristiana. Para estrechar más los lazos entre ambas familias su hermana Sancha había contraído matrimonio con Jimeno Garcés, hermano de aquel Soberano. Eran ambas hijas de Aznar Sánchez de Larráun y su esposa Ónneca, hija ésta a su vez de Fortún Garcés y nieta, por tanto de García Íñiguez. Descendían, pues, las dos por vía materna de Íñigo Arista, su tatarabuelo y primer “príncipe” pamplonés de nombre conocido.
En medio de las continuas gestas militares de su marido (905-925), cabe atribuir a Toda en buena parte el diseño del amplio y trascendental programa de enlaces conyugales conducentes a una estrecha y variada compenetración política de la naciente dinastía regia de Pamplona con los poderes condales circundantes y sobre todo con el Reino de León. Ella debió de inspirar, pues, los sucesivos matrimonios de sus hijas, hacia el año 924 y en vida todavía de su esposo, el de Sancha con el rey leonés Ordoño II, seguido pronto por los de Ónneca con Alfonso IV (925-931) y Urraca con Ramiro II (931-951). La menor seguramente de sus hijas, Belasquita, tuvo como esposos primero a Momo, conde de Vizcaya, luego a Galindo, hijo del conde Bernardo de Ribagorza, y finalmente al magnate pamplonés Fortún Galíndez. Viuda muy pronto de Ordoño II, la citada Sancha se volvió a casar, primero, con el conde Alvaro Herrameliz de Alava y, de nuevo viuda, hacia los años 931/932 con Fernán González, conde de Castilla. Por otra parte, el enlace conyugal de su hijo García I Sánchez con Andregoto Galíndez supondría el encuadramiento en los dominios pamploneses del condado de Aragón a pesar de la posterior disolución de estas nupcias, provocada presumiblemente por el deseo de reforzar la red de parentescos leoneses mediante unas segundas nupcias hacia el año 941 del joven Monarca con su prima Teresa, hija de los aludidos Ramiro II y Urraca. Más adelante su nieta Urraca Garcés, hija de García I Sánchez y Teresa, se uniría (963/964) con el mencionado conde Fernán González y, viuda de éste (970), con el conde Guillermo Sancho de Gascuña. Y, en vida todavía de la reina Toda, otra nieta suya, Urraca Fernández, fruto del referido primer matrimonio del mismo Fernán González con Sancha, se casaría sucesivamente con los reyes leoneses Ordoño III y Ordoño IV y, por último, hacia el año 962 con el futuro Sancho II Garcés, primogénito y sucesor de García I Sánchez.

En tan complejo anillo familiar se habían ido engastando, en suma, los linajes de todos los gobernantes cristianos de la periferia pamplonesa, una tupida red de parentescos urdida de una u otra forma por la reina Toda a lo largo de su ajetreada vida.
Paralelamente y muerto ya su esposo, debió de educar personalmente a su hijo García I Sánchez que con sólo cinco o seis años de edad heredó el Reino y, como ya era sin duda tradicional en la sociedad pamplonesa, fue tutelado y suplido en sus funciones hasta cumplir los catorce años por el pariente varón más próximo y capacitado en calidad de ayo o “eitán”, un cometido que en este caso correspondía a Jimeno Garcés, el citado hermano del difunto Monarca y cuñado de Toda por doble concepto a través de su marido y de su hermana. Se convirtió luego Toda en la principal mentora de su hijo en cuanto éste dio comienzo a su reinado efectivo y tuvo que empezar a afrontar ante todo el problema de las cambiantes relaciones con los musulmanes. Alegando arteramente los lazos familiares de su madre Ónneca, abuela de ‘Abd al-Rahmān III, consiguió mediante una entrevista celebrada en Calahorra (julio de 934) que el califa cordobés reconociera de manera expresa como señor de Pamplona a García I Sánchez, a cambio de una fidelidad política que, tácita pero significativamente, descartaba el vínculo de dependencia representado por el tributo anual debido teóricamente al Islam que había caracterizado el régimen de los anteriores “príncipes” pamploneses. Sin embargo, al considerar tres años después que los pamploneses habían roto aquel pacto al apoyar una rebelión del valí o gobernador tuyibí de Zaragoza, el soberano musulmán procedió a asolar en dos incursiones los márgenes fronterizos de los dominios de la “bárbara” Toda, como la denigra un texto árabe, y tras el asedio y rendición de Uncastillo, continuó las depredaciones por las tierras próximas, “hasta el corazón del país”, para salir por Tafalla no sin haber prendido fuego a la población. Arrasó moradas, quemó alquerías, abatió fortalezas, taló los árboles frutales “frecuentes en aquella zona”, pero halló todos los lugares abandonados y, conforme a la táctica tradicional de defensa del país, ninguna unidad armada pamplonesa se aventuró a hacerle frente en campo abierto (agosto de 937). En diciembre siguiente las fuerzas cordobesas cayeron ahora sobre el sector occidental de la frontera y en el llano dominado por la fortaleza de San Esteban (Monjardín) aventajaron e hicieron huir a las unidades pamplonesas de caballería ligera habituadas a refugiarse en los parajes más escabrosos.

Con cuantioso botín y muchos cautivos el destacamento sarraceno regresó por la fortaleza de al-Monastir o Almonasterio, cerca de San Adrián, “en el confín del país de Pamplona”, donde se entregaron y fueron decapitados el “conde” o alcaide, “uno de los más nobles vascones”, y sus sesenta compañeros.
Parece que Toda y su hijo se avinieron entonces a negociar el oportuno cese de hostilidades, pero al cabo solamente de dos años sumaban sus guerreros a los de Ramiro II de León en la espectacular victoria cristiana sobre ‘Abd Al-Raűmān III tanto en las cercanías de Simancas (6/8 de agosto de 939) como en la subsiguiente emboscada tendida a las fuerzas califales en retirada por el paraje de Al-Handaq, Alhándega.
La contribución pamplonesa debió de ser tan notable que los ecos de la batalla llegaron hasta el lejano Monasterio de Saint-Gall (Suiza), donde al cabo de menos de veinte años reseñaban en sus anales como protagonista de tan memorable suceso a “cierta reina llamada Toia”, es decir, la incansable Toda. Parece que en aquellos momentos para la Corte cordobesa era precisamente el Rey de Pamplona su peor enemigo, hasta el punto de que, para otorgar la paz, al conde barcelonés Suñer le exigió que renunciara al proyectado matrimonio de una hija suya con García I Sánchez (940), quien había quedado además excluido del tratado de paz acordado poco antes por el Califa con Ramiro II y sus condes, aunque no dejó por ello de contar enseguida con el socorro de tropas castellanas en una de sus refriegas fronterizas con el valí de Zaragoza.

El silencio de los textos invita a suponer que siguió una fase de calma siquiera relativa en el frente musulmán con el consiguiente alivio en especial para el campesinado de las altas riberas pamplonesas.
Muerto luego Ramiro II (enero de 951), no habían tardado en reproducirse las discordias por la sucesión en el Trono leonés. Alentado seguramente por su abuela Toda, Sancho I el Craso había intentado suplantar a su hermanastro Ordoño III, pero sólo la muerte de este último (septiembre de 956) le permitió convertir en realidad semejante pretensión con apoyo de su tío materno García I Sánchez. Comprobada, sin embargo, muy pronto por los magnates del Reino su evidente ineptitud para la guerra, a comienzos de 958 fue desplazado por su primo Ordoño IV, hijo de Alfonso IV y la pamplonesa Ónneca y, por otro lado, casado con su sobrina segunda Urraca Fernández, hija del conde castellano Fernán González y viuda de Ordoño III. Refugiado Sancho I en los dominios pamploneses, por iniciativa sin duda de su abuela Toda y el respaldo de García I Sánchez, se entablaron las negociaciones que en el verano del mismo año les permitieron a los tres entrevistarse con ‘Abd al-Raűmān III en su propio palacio cordobés para solicitar la oportuna ayuda militar. Curado, además, allí de su obesidad por el médico judío Abū Yūsuf asday ben Shapruţ, acabó recobrando el Trono leonés acompañado por las tropas musulmanas (959/960). Las disensiones entre los príncipes cristianos, que evidentemente favorecían al soberano cordobés, no concluyeron con esta reposición de Sancho I en el Reino de León, sino que por haber apoyado quizás al derrocado Ordoño IV, yerno suyo, el conde castellano Fernán González fue apresado por García I Sánchez que lo retuvo durante unos meses (961/962), pero no accedió a entregarlo al nuevo califa Al-Űakam II, como este reclamó en cuanto se hizo cargo del califato (16 de octubre de 961). Con el posterior enlace matrimonial del conde con Urraca Garcés, hija del monarca pamplonés, se reafirmaba una vez más la solidaridad familiar entre los príncipes cristianos. 
No tardaría, por ello, en producirse la enérgica e insistente reacción cordobesa y el general Galib dirigió, entre los años 963 y 967, sucesivas campañas contra la frontera castellana del Duero y alguna de ellas debió de afectar también a los dominios pamploneses. Se ha pensado así por algún autor que en la primera se tomó por asalto Calahorra, coincidiendo además con una incursión del valí zaragozano Yaűyà b. Muűammad. Más que los detalles, importa constatar aquí la reanudación del estado de guerra que culminaría con la reafirmación del dominio musulmán sobre todo el valle del Cidacos y la restauración del recinto amurallado de aquella ciudad (agosto de 968), con lo que la frontera najerense ganada por Sancho I Garcés retrocedió para largo tiempo hasta el valle del Leza y el Jubera. Entre tanto había fallecido el monarca leonés Sancho I (966), sucedido por su hijo de cinco años Ramiro III, y en el curso de estos últimos acontecimientos se desvaneció políticamente la figura de Toda, cuyas menciones documentales se interrumpen al comenzar aquella década. Quizá dedicó los últimos años de su vejez a rememorar las vicisitudes familiares hasta su tatarabuelo Íñigo Arista y facilitar una serie de informaciones orales que permitirían establecer la red pamplonesa de parentescos que, junto con las noticias de la también longeva reina Andregoto, facilitarían la preparación del excepcional corpus escrito conocido como “Genealogías de Roda”, copiadas hacia 992 en el llamado “Códice Rotense” (Biblioteca de la Real Academia de Historia, códice 78)
Bibl.: G. H. Pertz (ed.), “Annales Sangallenses”, en Monumenta Germaniae Historica. Scriptores, vol. I, Hannover, 1848, pág. 78; J. M. Lacarra, “Textos navarros del Códice de Roda”, en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, 1 (1945), págs. 230-250; E. Levi-Provençal, “España musulmana hasta la caída del califato de Córdoba (711-1031 d. C.)”, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, t. IV, Madrid, Espasa Calpe, 1950 (5.ª ed., 1985), págs. 291-378; R. d’Abadal i de Vinyals, Els comtats de Pallars i Ribagorça, t. I, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1954, págs. 116-127; A. Ubieto Arteta, “Los reyes pamploneses entre 905-970”, en Prnícipe de Viana, 24 (1963), págs. 77-82; “La elaboración de las Genealogías de Roda”, en Miscelánea José María Lacarra de Miguel, Zaragoza, Anubar Ediciones, 1968, págs. 457-464; J. M. Lacarra, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, vol. I, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1972, págs. 107-151; J. Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona, vol. I, Pamplona, EUNSA, 1979, págs. 92-104; M. Díaz y Díaz, Libros y librerías en La Rioja altomedieval, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1979; M.ª J. Viguera y F. Corriente (eds.), Ibn Hayyan, Crónica del califa Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (Al-Muqtabis V), Zaragoza, Anubar Ediciones-Instituto Hispano- Árabe de Cultura, 1981; A. Ubieto Arteta, Orígenes de Aragón, Zaragoza, Anubar Ediciones, 1989, págs. 68-381; A. Martín Duque, “El reino de Pamplona”, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, 7-2, Madrid, Espasa Calpe, 1999, págs. 66-74 y 106-121; G. Martínez Díez, El condado de Castilla (711-1038). La historia frente a la leyenda, 1-2, Valladolid, Junta de Castilla y León-Marcial Pons Historia, 2005, págs. 314-461.

                                            Dinastía Jimena



Familia noble de origen vascón que reinó en Navarra después de los Íñigo. Según las antiguas crónicas, en tiempos de Luis I el Piadoso (814-840) se produjo una revuelta de los vascones de la Gascuña contra el imperio carolingio, a causa de la decisión del emperador de apartar del gobierno de los vascones al conde Sigwinus o Sihiminus (Jimeno), primer miembro conocido de la dinastía Jimena. Sihiminus murió en combate en 817, y le sucedió García Jiménez, probablemente hijo suyo, que murió también en la sublevación.
Su familia, según los textos carolingios, pasó a España, donde promovió la rebelión y continuó la lucha contra el emperador, y ayudó a Íñigo Arista a conseguir la independencia definitiva del imperio y a convertirse en rey de Pamplona (820-851/852). La familia Jimena se asentó en territorio navarro y consiguió su ascenso político a través de numerosos enlaces matrimoniales con la familia Arista.
En 905 accedió al trono de Pamplona un miembro de la dinastía Jimena, Sancho I Garcés (905-925), con el apoyo de Alfonso III de León, Asturias y Galicia (866-910) y del conde de Pallars. Con el cambio de dinastía el reino de Pamplona inició un acercamiento al de Asturias, reforzado a través de alianzas matrimoniales, y la ruptura con los señores de Tarazona, Borja y Tudela. La alianza de Pamplona con la monarquía asturleonesa perseguía apoderarse de la antigua zona de dominio de los Banu Qasi en el siglo anterior.



Sancho Garcés I (n. Sangüesan. 1​-m. Resa, 10 de diciembre de 925) fue rey de Pamplona entre los años 905 y 925. Hijo de García Jiménez y de su segunda esposa, Dadildis de Pallars, fue el primer rey de la dinastía Jimena.

García Sánchez I (c. 919-22 de febrero de 970)​ fue el primer rey de Nájera y por herencia paterna rey de Pamplona que gobernó el reino desde 925 hasta su muerte. 
Sancho Garcés II, apodado Abarca, (938-994) fue hijo del rey García Sánchez I y Andregoto Galíndez, hija del conde de Aragón Galindo Aznárez II, y rey de Pamplona de 943 a su muerte. 
García Sánchez II (m. c. 1000), apodado el Temblón, fue hijo de Sancho Garcés II Abarca y de la reina Urraca Fernández y rey de Nájera-Pamplona desde 994 hasta su muerte.
Sancho Garcés III (c. 990/92-18 de octubre de 1035), apodado el Mayor o el Grande, fue rey de Pamplona desde el año 1004 hasta su muerte. Dominó por matrimonio en Castilla, Álava y Monzón (1028-1035), que aumentó con el condado de Cea (1030-1035). Añadió a sus dominios los territorios de Sobrarbe y Ribagorza desde 1015 y 1018, respectivamente. 

García Sánchez III (c.1012​ Nájera – Atapuerca, 1 de septiembre de 1054​) apodado el de Nájera, fue rey de Nájera-Pamplona desde 1035, Álava y gran parte del Condado de Castilla (La Bureba, Trasmiera, Montes de Oca, Las Encartaciones y Las Merindades). Hijo de Sancho III el Mayor y de Muniadona Sánchez de Castilla.


Sancho Garcés (c. 1038​- Rueda de Jalón, 6 de enero de 1083)​ fue un infante del reino de Pamplona, hijo ilegítimo del rey García Sánchez III y primo carnal del rey Alfonso VI de León. Señor de Uncastillo y de Sangüesa, fue el padre de Ramiro Sánchez cuyo hijo García Ramírez el Restaurador dio comienzo a una nueva dinastía de los reyes de Pamplona 
Ramiro Sánchez (Monzón, m.1129/30),​ señor de Monzón, fue hijo de Sancho Garcés —a su vez hijo bastardo del rey García Sánchez III de Pamplona— y de Constanza. 
García Ramírez, llamado, el Restaurador (fallecido en Lorca, Navarra, el 21 de noviembre de 1150), fue rey de Pamplona de 1134 a 1150. Hijo de
Ramiro Sánchez y Cristina Rodríguez, hija del CID. 



Escudo de Navarra
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REYES DE NAVARRA

Sancho VI de Navarra, el Sabio (c. 1133-27 de junio de 1194). Rey de Pamplona/Navarra (1150-1194). Primero en abandonar definitivamente el título de Rey de Pamplona para adoptar el de Rey de Navarra. Hijo de García Ramírez el Restaurador y de su primera esposa Margarita de l'Aigle.
Blanca de Navarra (1177 – 13 de marzo de 1229) fue infanta de Navarra y condesa consorte de Champaña (1199–1201). Era hija de Sancho VI de Navarra y de Sancha de Castilla (hija de Alfonso VII) y hermana de Sancho VII de Navarra.

Casa de Champaña

  

Reino navarra y champaña
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La Casa de Champaña fue una familia que reinó en el Reino de Navarra durante 71 años, desde 1234 con Teobaldo "el Trovador", sobrino del anterior rey Sancho VII "el Fuerte" hasta 1305, con la muerte de Juana I.


Teobaldo I «el Trovador» (Troyes, 1201-Pamplona, 8 de julio de 1253) fue rey de Navarra (1234-1253) y conde de Champaña y Brie como Teobaldo IV (1201-1253).

Teobaldo II de Navarra, el Joven (1238 – Trápani, 4 de diciembre de 1270) Rey de Navarra y Conde de Champaña y Brie como Teobaldo V de Champaña. Era hijo de Teobaldo I «el Trovador» y de su tercera mujer, Margarita de Borbón Dampierre.
Enrique I de Navarra "el Gordo" o bien en francés: Henri "le Gros" (n. ca. 1244 - Pamplona, 22 de julio de 1274) fue rey de Navarra desde 1270 hasta 1274 y conde de Champaña y Brie, como Enrique III.
Juana I de Navarra (n. Bar-sur-Seine, 17 de abril de 1271 - Vincennes, 4 de abril de 13051​) fue reina de Navarra y condesa de Champaña y de Brie entre 1274 y 1305. Fue, además, reina consorte de Francia entre 1285 y 1305, debido a su boda con el entonces futuro Felipe IV "el Hermoso" de Francia. Hija de Enrique I y de Blanca de Artois. Fue la última reina de la casa de Champaña.
 Casa de los Capetos

reino de Francia y Navarra
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Luis X de Francia (4 de octubre de 1289 – 5 de junio de 1316), llamado Luis el Obstinado (francés: Louis le Hutin), fue rey de Navarra y conde de Champaña y Brie (como Luis I de Navarra) desde 1305 y Rey de Francia desde 1314 hasta su muerte.
Juana II de Navarra (Conflans, Francia, 28 de enero de 1311 - Bréval, 6 de octubre de 1349) fue Reina de Navarra entre 1328 y 1349.

  Casa de  Évreux 


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La Casa de Évreux fue una familia noble francesa, una rama menor de la dinastía de los Capetos, que floreció desde principios del siglo XIV a mediados del siglo XV.

Carlos II de Navarra (Évreux, 10 de octubre de 1332 – Pamplona, 1 de enero de 1387)​ conocido también como Carlos II de Évreux o Carlos el Malo - le Mauvais - fue conde de Évreux - desde el 23 de septiembre de 1343 hasta 1378, momento en que el condado le es incautado por parte de Carlos V - y rey de Navarra - desde el 6 de octubre de 1349 hasta su muerte.
Carlos III de Navarra, llamado el Noble (Mantes-la-Jolie, 22 de julio de 1361 – Olite, 8 de septiembre de 1425), fue rey de Navarra (1387-1425), conde de Evreux (1387-1404) y duque de Nemours (1404-1425). Fue hijo y sucesor de Carlos II el Malo y de Juana de Valois
Blanca I de Navarra (Pamplona, 1385​ – Santa María la Real de Nieva, 3 de abril de 1441), perteneciente a la dinastía de Évreux, fue reina consorte de Sicilia entre 1401-1409, y reina propietaria de Navarra desde 1425 hasta su muerte.
Fue la segunda hija​ del rey Carlos III de Navarra, apodado el Noble y de su esposa Leonor de Trastámara, hija del rey Enrique II de Casto.  

   Casa de Trastámara


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Leonor I de Navarra (Olite, 2 de febrero de 1426 - Tudela, 12 de febrero de 1479), fue infanta de Aragón y de Navarra, condesa de Foix por matrimonio (1441-1472), gobernadora (1462–1479) y reina de Navarra (28 de enero-12 de febrero de 1479).



 Casa de Foix


Blasón de los condes de
 Foix y vizcondes de Bearne
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El condado de Foix comprendía el territorio alrededor de la villa homónima, surgida en el siglo IX.  El territorio del condado perteneció inicialmente al ducado de Aquitania, y después al condado de Tolosa del cual pasó al de Carcasona en el año 983 con el Conserans. Erigido en señorío por el Roger II de Cominges, conde de Carcasona, de Razés y de Couserans, en 1012, para su hijo Benardo Roger I, este en su condición de soberano feudal, lo legó a su hijo Roger I (II de Carcasona) con el título condal.
A principios del siglo XI. Roger II de Cominges, llamado el Viejo, conde de Cominges, de Couserans, de Carcasona, de Rasez y de Foix, dejó en herencia a su hijo menor, Pedro I de Foix, el Castillo de Foix, parte del condado de Razés y el condado de Couserans (Testamento fechado en el año 1012).
El condado fue unido en 1290 al vizcondado de Bearn.
Un descendiente directo de Pedro, Gastón III Febus, soberano de los estados de Foix y de Bearne, así como conde soberano de Bigorre (estados heredados por parte de su madre, Leonor de Cominges) fue padre de Bernardo el Bearnés, hijo bastardo que da inicio a la Casa de Medinaceli en España.
En 1398, Isabel de Castellbó, heredera del condado de Foix, lo aportó a la Casa de Grailly, por su matrimonio con Arquimbaldo I de Grailly.
En los siglos XIII y XIV los condes de Foix se cuentan entre los más poderosos nobles de Francia. En 1458 el rey Carlos VII de Francia erige al conde en Gastón IV de Foix en Par de Francia .




Gastón, Príncipe de Viana, también llamado Gastón de Foix (1444 - 23 de noviembre de 1470), era el hijo de Gastón IV de Foix y Leonor I de Navarra, y era el heredero de ambos. Era vizconde de Castelbon desde 1458 y lugarteniente del reino de Navarra desde 1469 hasta su muerte. Como heredero del trono navarro, llevó el título de Príncipe de Viana desde 1464
Catalina de Foix, también conocida como Catalina de Navarra (1468 - Mont-de-Marsan, 12 de febrero de 1517), fue reina de Navarra, duquesa de Gandía, condesa de Foix, Bigorra y de Ribagorza, duquesa de Montblanc, de Peñafiel, vizcondesa de Béarn.



  Casa de  Albret


 1y 4: Francia; 2 y 3 Albret
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Familia francesa de la región de Gascuña que desciende de Amanieu I, Señor, en 1050, de la fortaleza que da nombre a la familia. En 1401 Amanieu VIII se casó con Margarita de Borbón, cuñada de Carlos V, con lo que se estableció el parentesco con la Casa Real francesa. El hijo de este matrimonio, Carlos, fue afín a los Armañac y luchó junto a ellos en la batalla de Azincourt en la cual falleció.
Alano el Grande (1450-1522) fue uno de los miembros más destacados de esta casa. Se casó con Francisca de Chatillon por lo que pasó a ser conde de Perigord y Castres y Vizconde de Limoges. Apoyó la causa de Francisco II contra Luis XI. Aspiraba a la mano de la hija del primero, pero al verse rechazado, entregó Nantes a las tropas del rey en 1491. Su hijo y heredero, Juan II, se casó con Catalina de Foix en 1486, convirtiéndose, por matrimonio, en rey de Navarra. Trató de oponerse a las reclamaciones de Fernando el Católicosobre Navarra, para lo cual se alió con Francia, pero en 1512 el duque de Alba lo expulsó a sus dominios franceses.
Los Albert siguieron gobernando la Navarra francesa, hasta que en 1548 Juana III se casó con Antonio de Borbón y el hijo de ambos, Enrique IV, heredó los bienes patrimoniales de sus padres, anexionado las posesiones de los Albret a las de la monarquía. El último descendiente de la Casa Albret fue el militar César-Febo de Albret que murió en 1676

Enrique II de Navarra (Sangüesa, en la casa de los Sebastianes, 25 de abril de 1503 - Hagetmau, 25 de mayo de 1555) fue rey de Navarra en la Baja Navarra​ desde 1530 hasta su muerte, copríncipe de Andorra, conde de Foix, de Périgord, de Bigorra, señor de Albret y vizconde de Bearn, Tursan, Gabardan, Tartas y Limoges. 

Jeanne d'Albret, llamada en lengua española Juana de Albret, que reinó con el nombre de Juana III de Navarra (Saint-Germain-en-Laye, 7 de enero de 1528- París, 9 de junio de 1572) fue reina de Navarra en Baja Navarra con el nombre de Juana III de Navarra, condesa de Foix y Bigorra, vizcondesa de Bearne, Marsan, Tartás, y duquesa de Albret.


Aldo  Ahumada Chu Han 


Enrique de Borbón, (Pau, 13 de diciembre de 1553-París, 14 de mayo de 1610) fue rey de Navarra​ con el nombre de Enrique III entre 1572 y 1610, y rey de Francia como Enrique IV entre 1589 y 1610, primero de la casa de Borbón en este país, conocido como Enrique el Grande (Henri le Grand) o el Buen Rey  y co-príncipe de Andorra (1572-1610)        

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