—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

domingo, 30 de septiembre de 2012

144.- Ancestros de Felipe VI de España: Catalina Sforza.-a


 
Catalina Sforza


Aldo  Ahumada Chu Han 

Catalina Sforza (Caterina, en italiano) (Milán, 1463 – Florencia, 28 de mayo de 1509), hija ilegítima de Galeazzo María Sforza (duque de Milán) y de Lucrecia Landriani, fue condesa de Imola y Forlì. Contrajo primeras nupcias con Girolamo Riario de Forlì en 1473.

Llamada por su detractor el papa Alejandro VI como Vampiresa de la Romaña, Diablesa encarnada o Virago cruelísima («virago» es utilizado por los italianos para definir a una mujer que lucha como un hombre) por su resistencia ante los ataques del pontífice, lo cierto es que Catalina fue de las mujeres más relevantes de su tiempo.

Biografía

Nació en 1463, siendo hija natural del noble lombardo Galeazzo María Sforza, hermano del influyente Ludovico Sforza, el Moro, quien regía la ciudad de Milán. No obstante, a pesar de su condición bastarda, la pequeña Catalina fue educada como una más en el seno de la familia Sforza.
Siendo aún una niña, la casaron con Girolamo Riario, sobrino del papa Sixto IV, quien concedió a su pariente el gobierno en la ciudad de Imola. La relación entre la pareja fue complicada y siempre a expensas de las continuas infidelidades de Girolamo, lo que no impidió que éste engendrara con su mujer seis hijos.
En 1484, tras la muerte de Sixto IV, Catalina —embarazada de siete meses— ya dio muestras de su espíritu aguerrido cuando, para defender su patrimonio territorial, encabezó un pequeño contingente militar en la toma del Castillo Sant'Angelo para justificar su derecho sobre Imola ante el nepotismo del nuevo Papa. Con esta acción aseguró su dominio sobre Imola, y el nuevo pontífice, Inocencio VIII, le concedió la plaza de Forli.
En 1488 su esposo murió asesinado a cuchilladas por algunos desafectos y se dijo que ella misma estaba implicada en el complot. Fue hecha prisionera junto con sus hijos, pero consiguió escapar. Si bien, desde el primer momento, la Sforza se enfrentó a los conjurados demostrando una gallardía propia de los más valientes guerreros. Fuera esto una simple farsa o no, lo cierto es que la noble consiguió, gracias a su famosa sangre fría, que se reconociese a su varón primogénito Octavio Riario como nuevo señor de las heredades y los títulos dejados por su padre. Tuvo que acuartelarse en un castillo para enfrentar el ataque de los aliados de su marido, quienes capturaron a sus hijos y amenazaron con asesinarlos. Catalina, indica la leyenda, desde la muralla del castillo se levantó las faldas y señalando sus genitales les gritó: «Ho con me lo strumento per farne degli altri!» («Tengo el instrumento para hacer otros!»). Con este gesto, se dice, sorprendió a los asaltantes, que levantaron el asedio. Poco después tuvo que hacer frente a la invasión francesa de Carlos VIII, defendiendo sus ciudades.

Vida amorosa

En los años siguientes, la hermosa viuda disfrutó de fogosos amantes, como su favorito, Giacomo Feo, de 19 años, pero que murió asesinado por envidia, dejando consternada a Catalina hasta que al fin llegó la gran pasión de su vida: Giovanni de Médici, conocido como il Popolano, un atractivo noble florentino.
Se casó en secreto con Giovanni de Médici sin tener en cuenta los inconvenientes dinásticos. De esta unión nacería Giovanni de Médicis, futuro héroe nacional italiano que pasó a la historia con el sobrenombre de Juan de las Bandas Negras. Empero, la Sforza padeció un nuevo quebranto con la muerte de su amado en 1498. Una vez más quedaba sola y a merced del peligro encarnado en la familia Borgia, cuyo máximo representante, el papa Alejandro VI, había declarado la ilegitimidad de los señores que gobernaban la Romaña.

Ataque del papa Alejandro VI

Consciente de que la guerra sería el único camino a seguir, Catalina se preparó para defender sus dominios frente a las tropas pontificias, dirigidas por un auténtico genio militar, el hijo del papa Alejandro VI, César Borgia, y decidió utilizar —dados sus conocimientos alquímicos— la treta del envenenamiento contra el Santo Padre. Pero este atentado se desbarató en el último instante, por lo que la Sforza se convirtió en público y malvado enemigo de la Santa Sede, llevando desde entonces el sobrenombre allí de «La diablesa de Imola». El 17 de diciembre de 1499 los ejércitos pontificios sitiaban Forlí, tras haber tomado Imola sin oposición.
Sin embargo, aquí sí que planteó una feroz resistencia parapetada con 1.000 soldados tras los muros de la inexpugnable ciudadela interior. Entre estos soldados se encontraban franceses de su nuevo aliado el rey de Francia Luis XII. Los combates fueron terribles y culminaron en enero de 1500 con la masacre de la guarnición de Forlí, después de una gran resistencia, mientras que su generala era prendida por un caballero francés aliado de los hombres del Borgia, quien había ofrecido 20.000 ducados por la captura de su brava adversaria. No fue agresivo con su prisionera que, por entonces, todavía disfrutaba de una gran belleza, gracias a la utilización cotidiana de ungüentos cosméticos y baños de hierbas medicinales de las que Catalina era entusiasta y gran consumidora.
Una vez presa, César Borgia le dio un trato pésimo: la encerró en un sótano (utilizado como bodega en la mansión de Luffo Numai) y de vez en cuando iba con ella para satisfacer sus deseos sexuales, pero con más intención de humillarla que por deseo, a lo que ella respondía de una forma sensual e insinuante para devolverle la moneda y ser ella quien lo humillase a él, haciéndole ver que él no la podría humillar ni quebrantar. Tratándola de esta forma, César Borgia faltó a un trato hecho con los franceses Yves D’Allègre y el bailío de Dijon, en el cual Borgia daba su palabra de tratar a la contessa como merecía una dama de su clase.
Más tarde, la trasladaron del sótano de la mansión de Luffo Numai al palacio de César Borgia. Ahí el fiel ayudante de la dama, Jacopo, junto con media docena de hombres, intentó ayudarla a escapar. El plan fue descubierto y frustrado y se mandó a Catalina a la mazmorra del castillo Sant'Angelo. Al final dejó de ser prisionera gracias a la intervención de los franceses, especialmente la del francés D’Allègre, el cual habló en nombre de su soberano con el pontífice Alejandro VI, protestando por el trato que la contessa recibía y manifestando también el rechazo a un juicio falto de razones y garantías (porque cabe destacar que la iban a mandar a la hoguera con la complicidad del pontífice y César Borgia, proclamando injurias y calumnias sobre ella, dando acusaciones falsas y carentes de sentido).
La Sforza volvió a sus dominios pero vio como éstos estaban ocupados ahora por la familia Orsini. Entonces se retiró a un convento de Florencia, junto a su pequeño hijo Juan, sin llegar a ocasionar más alteraciones en aquella época, que la contempló como fémina indómita. Falleció en la luminosa ciudad toscana en 1509, en el Monasterio de Le Murate, aunque su cuerpo se perdió cuando en el siglo XIX el edificio fue convertido en prisión (actualmente alberga diversas cafeterías).​ Hoy en día los investigadores históricos la consideran una de las grandes mujeres de la Italia renacentista.

Personalidad y relaciones

José Calvo Poyato describió los principales rasgos de la duquesa:
 "Era muy renacentista, de voluntad indomable y con muchas aristas en su carácter".
Leonardo da Vinci es la figura histórica con la que la duquesa mantuvo una relación más estrecha:
 "Da Vinci trabajó como asesor para la familia Sforza. Tenían una relación militar en la que el inventor ayudaba a Catalina a diseñar estrategias".
La personalidad polifacética de la duquesa le llevó también por otros caminos:

 "Escribió un recetario con 450 fórmulas elaboradas con plantas sobre cómo teñir el pelo o cómo hacer que la piel pareciera más blanca de acuerdo a los cánones estéticos de la época. Este trabajo le llevó a ser acusada de brujería". 

Su perfil de mujer peligrosa se complementó con un intento fallido de envenenamiento al Papa, acción por la que adquirió el sobrenombre de "La diablesa de Imola".

Catalina en el arte

La belleza de la Sforza era otra de sus características. Se ha llegado a decir que Botticelli se inspiró en su rostro para retratar a una de las tres Gracias de su famoso cuadro La primavera, siendo ella la de la derecha, idea a la que el autor antes mencionado atribuye "muy poco fundamento": "Sólo hay un retrato conocido de la duquesa, era una persona con poco espíritu trascendente hasta el punto de que solicitó que en su lápida no pusiera nada, petición que se cumplió tras su muerte en Florencia en 1509".​


Descendientes

Juan de Médici o Giovanni de Médici (en italiano) o Giovanni de las Bandas Negras o Giovanni dalle Bande Nere (en italiano) (1498-1526) fue un célebre condotiero italiano del Renacimiento.Nació en Forli, hijo de Giovanni de Médici (il Popolano) y Catalina Sforza, una de las mujeres más famosas del Renacimiento.

Cosme I de Médici (Florencia, 12 de junio de 1519 – Villa di Castello, 21 de abril de 1574), II Duque de Florencia (1537-1569) y I Gran Duque de Toscana (1569-1574), durante los últimos años del Renacimiento.

Fernando I de Médici, (Florencia, 30 de julio de 1549 - id., 17 de febrero de 1609), Tercer Gran Duque de Toscana entre 1587 y 1609. Quinto hijo del Duque Cosme I de Médici y de Leonor Álvarez de Toledo, fue ordenado cardenal en 1562, con catorce años de edad.

Cosme (Cosimo) II de Médici (12 de mayo de 1590 – 28 de febrero de 1621) gobernó como IV gran duque de Toscana desde 1609 hasta 1621.

Margarita de Médici (Florencia, 31 de mayo de 1612 – Parma, 6 de febrero de 1679) fue una noble italiana, duquesa consorte de Parma y Piacenza y esposa de Odoardo I Farnesio. Fue regente de Piacenza en 1635 y regente de todo el ducado en 1646, a la muerte de su marido.

Ranuccio II Farnesio (en italiano: Ranuccio II Farnese) (Parma, 17 de septiembre de 1630 – Parma, 11 de diciembre de 1694), fue el sexto duque de Parma y Plasencia y séptimo duque de Castro.

Eduardo II Farnesio (en italiano:Odoardo Farnese) (Colorno, 12 de agosto de 1666 – 6 de septiembre de 1693), heredero del ducado de Parma y Plasencia.

Isabel Farnesio (Parma, 25 de octubre de 1692- Aranjuez, 10 de julio de 1766), fue una aristócrata italiana, reina consorte de España como segunda esposa del rey Felipe V y madre de Carlos III.

Carlos III de España (Madrid, 20 de enero de 1716-ibid., 14 de diciembre de 1788), llamado «el Político»a​ o «el Mejor Alcalde de Madrid», fue rey de España desde 1759 hasta su muerte en 1788, duque de Parma y Plasencia —como Carlos I— entre 1731 y 1735, rey de Nápoles —como Carlos VII— y rey de Sicilia —como Carlos V— entre 1734 y 1759.

Carlos IV de España, llamado «el Cazador» (Portici, 11 de noviembre de 1748-Nápoles, 19 de enero de 1819), hijo y sucesor de Carlos III y de María Amalia de Sajonia fue rey de España desde el 14 de diciembre de 1788 hasta el 19 de marzo de 1808.

Fernando VII de España, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»​ (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), ocupó personalmente el trono español entre marzo y mayo de 1808 y, tras la salida de España del «rey intruso» José I Bonaparte y su vuelta al país, nuevamente desde mayo de 1814 hasta su muerte, exceptuando un brevísimo intervalo de unos pocos días de 1823 en que sus funciones fueron asumida por un Consejo de Regencia de acuerdo con lo establecido en la Constitución de 1812.

Isabel II de España, llamada «la de los Tristes Destinos» o «la Reina Castiza»a​ (Madrid, 10 de octubre de 1830-París, 9 de abril de 1904),​ fue reina de España entre 1833 y 1868,3​ gracias a la derogación del Reglamento de sucesión de 1713 (comúnmente denominado «Ley Sálica» aunque, técnicamente, no lo fuera)​ por medio de la Pragmática Sanción de 1830.

Alfonso XII de España, apodado «el Pacificador» (Madrid, 28 de noviembre de 1857-El Pardo, 25 de noviembre de 1885), fue rey de España entre 1874 y 1885. Hijo oficialmente​ de la reina Isabel II y el rey consorte Francisco de Asís de Borbón, con el inicio de su reinado terminó la Primera República y comenzó el período conocido como Restauración.

Alfonso XIII de España, llamado «el Africano»​ (Madrid, 17 de mayo de 1886-Roma, 28 de febrero de 1941) fue rey de España desde su nacimiento hasta la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931. 

Juan de Borbón y Battenberg (Real Sitio de San Ildefonso, 20 de junio de 1913-Pamplona, 1 de abril de 1993) fue jefe de la casa real española entre 1941 y 1977 y, como tal, pretendiente legítimo a la Corona de España. 

Juan Carlos I de España (Roma, 5 de enero de 1938) ha sido rey de España desde el 22 de noviembre de 1975 hasta el 18 de junio de 2014, cuando abdicó la Corona en su hijo Felipe VI.

Felipe VI de España.

143.-Ancestros de Felipe VI de España: Cosme I de Medici.-a

Aldo  Ahumada Chu Han 


(Cosimo I de' Medici, llamado Cosme I de Medici o de Médicis; Florencia, 1519 - id., 1574) Duque de Florencia (1537-1574) y gran duque de Toscana (1569-1574), miembro de una rama colateral de los Médicis.
Los Médicis, que habían perdido el control de Florencia entre 1494 y 1512, lo volvieron a perder en 1527 al proclamarse la República, pero lo recuperaron en 1530 gracias al apoyo del emperador Carlos V. Sucesor de Alejandro de Médicis, que murió asesinado en 1537, Cosme I gobernó por medio del terror e impidió el retorno de los exiliados republicanos (familia Strozzi).
En el interior, Cosme I de Médicis fortaleció su poder a base de debilitar las instituciones parlamentarias tradicionales; en el exterior, dotó a Florencia de su máxima extensión territorial: en 1555 se anexionó Siena y desde 1569 dominó el conjunto de la Toscana. Ese mismo año el papa Pío V refrendó su poder coronándolo gran duque de Toscana. En 1574 cedió el poder a su hijo Francisco, que se proclamaría vasallo del rey de España.

La organización del estado

Aunque Cosme ejerció el poder en forma despótica, la administración que configuró en Toscana fue un estado que resistió el paso del tiempo. Despojó de sus facultades a la mayor parte de las más importantes familias florentinas, de cuyos componentes desconfiaba y en cambio reclutó funcionarios de origen humilde. Dividió jurídica y administrativamente el territorio en "Estado antiguo" (Florencia y su territorio) y "Estado nuevo" (Siena), manteniendo las dos zonas separadas. Renovó la administración de justicia, promulgando un nuevo código penal y propiciando la eficiencia de los magistrados y la policía. Sus cárceles eran las más temidas de Italia.
Trasladó su residencia del Palazzo Medici -hoy Palazzo Medici Riccardi- al Palazzo Vecchio, de modo que cada florentino tuviera bien claro que el poder estaba totalmente en sus manos. Años más tarde se mudó al Palazzo Pitti, edificio que fue comprado por su esposa Leonor Álvarez de Toledo, en 1549, a Buonaccorso Pitti, descendiente de Luca.
Introdujo y financió la fabricación de alfombras. Construyó calles, alcantarillados, puertos. Dotó a las ciudades toscanas de fortalezas. Reforzó el ejército; instituyó en 1561 la Orden Militar de San Esteban y modernizó la flota florentina, que participó en la Batalla de Lepanto. Promovió las actividades económicas, incluidas nuevas industrias y la recuperación de labores antiguas (como la extracción de mármol en Seravezza). El continuo aumento de los impuestos, a pesar del incremento del comercio, causó descontento popular que se incrementó con sus sucesores. Fue sin embargo, muy pródigo como mecenas.
Fomentó el estudio de la Alquimia y de ciencias esotéricas, pasión heredada de su abuela Caterina Sforza.

Gran duque de Toscana


Cosme no se resignó a ser un vasallo del emperador Carlos V y buscó mayor independencia política. Solicitó del papa Paulo IV el título de rey o archiduque, pero fue en vano. Finalmente, en 1569, después de muchos favores a cambio, Pío V emitió una Bula que creó el Gran Ducado de Toscana, que en lo sucesivo sería coronado por el papa en Roma. Por considerar que el derecho a establecer un Gran Ducado estaba reservado al emperador, España y Austria se negaron a reconocerlo, mientras Francia e Inglaterra aguardaron, para reconocerlo finalmente; con el paso del tiempo, todos los estados europeos acabaron por reconocerlo.

Mecenas y las artes

Cosme de Médici fue un gran mecenas. Entre las obras que promovió Cosme se recuerda especialmente los Uffizi, originariamente destinado a oficinas del estado y actualmente uno de los más importantes museos del mundo. Culminó la construcción del Palazzo Pitti, que se convirtió en la residencia oficial de los Medici; creó los maravillosos Jardines de Boboli, cerca de la residencia del Gran Duque. Comunicó su nueva residencia con el Palacio Vecchio a través del Corredor de Vasari. Financió a muchos artistas, como Giorgio Vasari, Agnolo Bronzino y Benvenuto Cellini. Coleccionó numerosos objetos etruscos, chiusini y de otras culturas antiguas.

Una gran estatua ecuestre de Cosme I, erigida en Giambologna, se encuentra ahora en la Plaza de la Señoría, en Florencia.

ESCUDO DE ARMAS.







Cuando uno visita la Toscana, usted no puede evitar fijarme en el escudo de armas de la familia Medici, famoso por su escudo de armas amarillo, con  6 bolas rojas, que se llaman bezantes  en un escudo de oro  en la heráldica.
Sin embargo algunas de estos escudos de armas a menudo tienen un número de bezantes diferentes. Al principio de la dinastía las "bolas" eran 11, hasta que Giovanni di Bicci bajo a 9.
Cosimo il Vecchio, su hijo, la reducida a 8, y el hijo de este último, Piero el gotoso, bajo a 7.
Escudo de Piero, eran de siete bolas  que el medio, era azul con color diseñado por los tres lirios dorados de real de Francia, como resultado del privilegio concedido por el rey Luis XI en 1465.La última disminución de "bezantes" vino con Lorenzo il Magnifico. 



En la opción de "bolas" hay varias leyendas y supuestos: Hay quien dice que la nave originalmente llevada a cabo por la familia, Doctor, Luego usaron las píldoras, en la edad media que eran en realidad rojo y redondo.
Otra leyenda dice que el fundador ha curado de una enfermedad grave no menos que el emperador Carlo Magno, aplicación de las tazas que inventó para salassarlo. El emperador, agradecido, daría estas tazas que tendrían las "bolas" que se observan en la capa de brazos.
Otra leyenda quiere que los médicos discendino directamente de la mitología de Dios semilla Perseus, y que las "bolas" de la capa de brazos representan las perillas, reunió en el jardín de las Hespérides.
Incluso la leyenda que podría rastrear el origen de la capa de brazos de Averardo de ' Medici, Caballero llevó a cabo en Italia por Carlo Magno, Eso lo mataría en un duelo de un gigante que lanzó el Mugello, Es muy sugerente.
Es más probable que el número de "bolas" representa el número de enemigos muertos en combate que tomó como su nombre.
Los médicos entonces podría ser iniciados por cualquier soldado que, en una gran batalla o campaña, como una cruzada, asesinado 11 enemigos, número de bolas que tenía razón al principio en el escudo de armas.
También hay quienes dicen que "bolas" podrían ser monedas, en recuerdo de los banqueros familiares.

142.-Ancestros de Felipe VI de España: Federico da Montefeltro.-a


  
Aldo  Ahumada Chu Han 

Federico da Montefeltro, también conocido como Federico III da Montefeltro (7 de junio de 1422 – † 10 de septiembre de 1482), fue uno de los más exitosos condottieri del Renacimiento italiano, y Duque de Urbino desde 1444 hasta su muerte. En Urbino encargó la construcción de una gran biblioteca, quizá la mayor de Italia después de la Biblioteca Apostólica Vaticana, con su propio equipo de escribientes, y organizó alrededor de él una corte humanística en una de las grandes joyas arquitectónicas del renacimiento temprano, el Palacio ducal de Urbino, diseñado por el teórico y arquitecto Francesco di Giorgio Martini.

Biografía


Federico nació en Gubbio, hijo ilegítimo de Guidantonio de Montefeltro, señor de Urbino, Gubbio y Casteldurante, y duque de Spoleto.
En su juventud vivió en Venecia y Mantua como huésped. Estuvo un tiempo bajo la educación de Vittorino Ramboldini. En 1437 fue nombrado caballero por el emperador Segismundo, y en el mismo año contrajo nupcias con Gentile Brancaleoni en su ciudad natal.
A los dieciséis años comenzó su carrera como condottiero bajo las órdenes de Niccolò Piccinino. El 22 de julio de 1444 su medio hermano, Oddantonio da Montefeltro, recién nombrado Duque de Urbino, fue asesinado en una conjura. Enseguida, Federico tomó el poder de la ciudad.
En la década de 1450 luchó para el rey de Nápoles y su aliado, el papa Pío III. Ayudó a Francesco Sforza, miembro de otra exitosa familia de condottieri, gobernantes de Milán. En pago recibió de los Sforza —Federico nunca luchaba gratis— el control de Pésaro y Fossombrone, haciéndose en consecuencia un gran enemigo, el señor de Rímini Segismundo Pandolfo Malatesta.
En 1459 luchó contra Malastesta en la Romaña para Pío III, derrotándolo totalmente en 1462 en el río Cesano cerca de Senigallia. El papa lo hizo vicario de los territorios conquistados, pero cuando Pío III trató de tomar control personal del cargo de Malatesta en Rímini, Federico cambió de bando y luchó contra el papado a la cabeza de una alianza de ciudades-estado.
En 1472, por orden de Lorenzo de Médici, saqueó Volterra.1​ Urbino fue elevada a ducado en 1474 por el papa Sixto IV, que casó a su sobrino predilecto, Giovanni Della Rovere, con la hija de Federico, Giovanna de Montefeltro. Entonces Federico luchó contra sus antiguos patrones florentinos, a la cabeza del ejército de Sixto, luego del fracaso de la conspiración de los Pazzi, en la que estuvo no solamente profundamente involucrado sino que orquestó el plan, convenció al papa Sixto IV y a Fernando I de Nápoles a intervenir, intentando asesinar a Lorenzo de Médicis, para encumbrar a la pequeña República de Urbino, en contra del poderío de la República de Florencia.
Federico de Montefeltro murió en Ferrara en 1482, mientras luchaba contra Venecia.
Un hijo de Federico, Guidobaldo, se casó con Elizabetta Gonzaga, la brillante y educada hija del señor de Mantua. Con la muerte de Guidobaldo en 1508 el ducado de Urbino pasó a través de Giovanna a la familia papal de Della Rovere, fundada por Sixto IV.

Corte.

Una de las cortes que adquirieron un reconocido prestigio como centro de cultura humanista y desarrollo de las nuevas artes fue la de Urbino, en la que Federico de Montefeltro logró agrupar a artistas de las más dispares procedencias. Baltasar de Castiglione en "El Cortesano", obra en la que se traza el ideal del perfecto cortesano, y que fue traducido por Juan Boscán al castellano en 1534, sitúa el relato en la corte de Guidobaldo en Urbino, el hijo de Federico de Montefeltro a quien se debe el desarrollo alcanzado por su corte durante el Quattrocento. Al referirse a Urbino Baltasar de Castiglione decía que "entre sus mayores bienaventuranzas, tengo yo por la más principal que de mucho tiempo acá siempre ha sido señoreada de muy buenos y valerosos señores". 
Entre ellos, Federico de Montefeltro fue el verdadero creador de la corte de Urbino como centro cultural. 
"Este señor -continúa Castiglione-, además de otras muchas cosas que hizo dignas de ser loadas, edificó en el áspero asiento de Urbino una casa (según opinión de muchos), la más hermosa que en toda Italia se hallase, y así la forneció de toda cosa oportuna, que no casa mas ciudad parecía, y no solamente de aquello que de ordinariamente se usa, como de vajillas de plata, de aderezos de Cámara, de tapicería muy rica, y de otras semejantes cosas la proveyó, mas por mayor ornamento la ennobleció de infinitos bultos de los antiguos de mármol y de bronce, de pinturas singularísimas y de todas maneras de instrumentos de música, y en todo ello no se pudiera hallar cosa común, sino escogida y muy excelente"
Las realizaciones llevadas a cabo por Federico de Montefeltro en Urbino constituyen un programa completo orientado a dotar al marco de su corte de toda una serie de obras de arte. En este sentido, Benevolo ha apuntado como una de las causas que hicieron posible la realización de este programa artístico la proporción que existió entre el programa, los medios y los tiempos de ejecución. Federico de Montefeltro permaneció en el poder durante un período de tiempo excepcionalmente largo, entre 1444 y 1482, lo que le permitió desarrollar en intervenciones sucesivas su programa y dar una categoría artística a su corte que resulta excepcional en la Italia de su tiempo. A este respecto, con la llegada al poder de Federico de Montefeltro debe relacionarse La Flagelación (Urbino, Galería Nacional), pintada por  en 1455.

 Según una interpretación verosímil la obra fue realizada como una referencia a la muerte (1444) del príncipe Oddantonio de Montefeltro, hermanastro de Federico de Montefeltro a causa de una conjura. Oddantonio aparece en el grupo de figuras situado a la derecha, entre sus malos consejeros, Manfredo de Pío y Tommasso dell'Agnello, a quien se debió su impopularidad y la conjura de los Serafini. 
El programa emprendido por Federico de Montefeltro surge movido por la idea de prestigio y representación militar del triunfo. Federico de Montefeltro, signore militare, supone la unión de dos principios que, desde tiempos de Petrarca, habían sido objeto de polémica: el problema de las armas yolas letras. El retrato de Federico de Montefeltro y su hijo Guidobaldo (Urbino, Galería Nacional), realizado por Pedro Berruguete, que muestra al prócer sentado y de perfil, vestido con armadura y con el yelmo a los pies, leyendo un libro y acompañado de su hijo Guidobaldo, es un ejemplo elocuente de su actitud. 
En otras obras, como la Madonna con el Niño, santos, ángeles y Federico de Montefeltro (Milán, Pinacoteca Brera) nos muestra igualmente al personaje de perfil y con armadura. Puede decirse que el retrato de Berruguete constituye el intento, por un hombre de armas culto y humanista, de establecer una concordatio entre ambas ocupaciones. El mencionado retrato del duque con su hijo o la composición que representa Federico de Montefeltro escuchando la lección de un humanista (Windsor Castle), pintado hacia 1480, al igual que el espléndido studiolo del duque, son un claro exponente de la importancia adquirida por la cultura y por la actividad humanista en la corte de Urbino. 
Lo cierto es que en la corte de Urbino se produce un clima artístico y cultural que se desarrolla al margen de las rigurosas opciones selectivas que tienen lugar en Florencia. En Urbino trabajaron los arquitectos Luciano Laurana y Francesco del Giorgio y estuvo como asesor L. B. Alberti, cuya influencia se deja sentir en la escenografía clasicista de la Madonna pintada por Piero della Francesca. Prueba de la inclinación por un equilibrado eclecticismo es la disparidad de tendencias que representan algunos de los artistas que trabajaron para el duque. 
Así, en Urbino junto a Melozzo da Forli y Piero della Francesca, uno de los más radicales exponentes del nuevo lenguaje figurativo, Justo de Gante, y nuestro Pedro Berruguete, a pesar de algunos intentos por desmentir su presencia en Urbino, fueron artistas de formación flamenca que trabajaron para el duque.

Vittorino Ramboldini más conocido como Vittorino da Feltre (Feltre, 1372 o 1378 - Mantua, 2 de febrero de 1446)1​ fue un humanista y educador italiano.

Biografía

Hijo de un escribano, se marchó hacia Padua para estudiar en la Universidad de Padua, donde fue alumno de Gasparino de Barzizza. En 1422 obtuvo las cátedras en Filosofía y Retórica en la Universidad de Padua. Posteriormente, se desempeñó como profesor de matemáticas y lenguas clásicas (latín y griego). Influyeron en sus concepciones acerca de la educación los mentores Pier Paolo Vergerio, autor del primer tratado de pedagogía del humanismo y Guarino Guarini de Verona, con quien perfeccionó el griego, en Venecia. También tuvo como profesores a Juan de Ravena y Gasparino Barzizza en las disciplinas literarias, y a Jacobo de Forli en las ciencias físicas y astronómicas.
Fue invitado a Mantua por Francisco I Gonzaga y allí se estableció en 1422. Pronto fundó (en 1423) allí una escuela bajo los ideales cristianos unidos a los del humanismo. La llamó Ca' Gioiosa, que significa La casa de la alegría. La estableció alejada de la agitada y mundanal vida cortesana, en un poblado que Gonzaga, su colaborador, dejó a su disposición. Él vivía con los mismos alumnos en la misma casa, por lo que se ha considerado que fundó la primera escuela pupila secular.
Fue un innovador en el área educativa, convencido de que la educación debía estar basada en el interés de los alumnos, quienes no debían considerarla un castigo.
Fue el primer humanista en desarrollar un currículo de educación física. Su programa incorporaba la arquería, las carreras, los bailes, la cacería, la pesca, la natación, el esgrima, la lucha y los saltos.4​ Según Vittorino, la educación física debería ser considerada como cualquier otra disciplina dentro del proceso educativo del individuo, ya que es indispensable para el aprendizaje en otros campos del saber. Además, era importante para disciplinar el cuerpo, la preparación de la guerra y para el descanso y la recreación. Se le atribuye a él la creación de ejercicios especiales para niños con incapacidades físicas.
Muchos hijos de grandes humanistas del siglo xv enviaron a sus hijos a su escuela, como Guarino de Verona, Poggio Bracciolini y Francesco Filelfo. También tuvo como alumno a Federico de Montefeltro.
Su sistema de enseñanza fue imitado en toda Europa, especialmente en Inglaterra. Su movimiento de renovación pedagógica culminó en el de Hyeronimus Mercurialis.



  
Federico da Montefeltro y su hijo
Guidobaldo, cuadro de Pedro Berruguete.

Descendencia 

Giovanna da Montefeltro ( Urbino , 1463 - Roma , 25 de noviembre de 1513 ) fue duquesa consorte de Sora y Arce , dama consorte de Senigallia. Ella fue la tercera hijo en nacer  de Federico da Montefeltro , duque de Urbino , y de su segunda esposa Battista Sforza , hija de Alessandro Sforza .

Francisco María I della Rovere (Senigallia, 25 de marzo de 1490 – Pésaro, 20 de octubre de 1538) fue un condottiero del Renacimiento italiano, duque de Urbino y Sora.

Giulia della Rovere (1531, Casteldurante - 4 de abril de 1563, Ferrara) fue una noble italiana. Un retrato de ella de Tiziano sobrevive en el Palazzo Pitti de Florencia.

Cesare d'Este (8 de octubre de 1562 - 11 de diciembre de 1628) fue duque de Módena y Reggio desde 1597 hasta su muerte.

Alfonso III d'Este (22 de octubre de 1591 - 26 de mayo de 1644) fue duque de Módena y Reggio de 1628 a 1629. Era el esposo de la princesa Isabel de Saboya , hija de Charles Emmanuel I, duque de Saboya y su esposa Infanta Catherine Michelle de españa .

Francisco I de Este (Módena, 6 de septiembre de 1610 - Santhià, 14 de octubre de 1658) fue el hijo mayor de Alfonso III de Este, duque de Módena y Reggio, e Isabel de Saboya. Sucedió a su padre en los derechos al ducado el 25 de julio de 1629 y fue duque de Módena y Reggio desde 1629 hasta su muerte.

Isabel de Este (Módena, 3 de octubre de 1635 – Colorno, 21 de agosto de 1666) fue duquesa de Parma, como la segunda esposa del duque Ranuccio II Farnesio. Fue la abuela paterna de Isabel Farnesio.

Eduardo II Farnesio (en italiano:Odoardo Farnese) (Colorno, 12 de agosto de 1666 – 6 de septiembre de 1693), heredero del ducado de Parma y Plasencia. Era hijo del duque Ranuccio II Farnesio y de Isabel de Este, su segunda esposa, quien murió a los 9 días de dar a luz al príncipe Eduardo.

Isabel Farnesio (Parma, 25 de octubre de 1692-Aranjuez, 10 de julio de 1766) fue una aristócrata italiana, reina consorte de España como segunda esposa del rey Felipe V y madre de Carlos III.

Carlos III de España (Madrid, 20 de enero de 1716-ibid., 14 de diciembre de 1788), llamado «el Político»a​ o «el Mejor Alcalde de Madrid», fue rey de España desde 1759 hasta su muerte en 1788, duque de Parma y Plasencia —como Carlos I— entre 1731 y 1735, rey de Nápoles —como Carlos VII— y rey de Sicilia —como Carlos V— entre 1734 y 1759.

Carlos IV de España, llamado «el Cazador» (Portici, 11 de noviembre de 1748-Nápoles, 19 de enero de 1819), hijo y sucesor de Carlos III y de María Amalia de Sajonia fue rey de España desde el 14 de diciembre de 1788 hasta el 19 de marzo de 1808.

Fernando VII de España, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»​ (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), ocupó personalmente el trono español entre marzo y mayo de 1808 y, tras la salida de España del «rey intruso» José I Bonaparte y su vuelta al país, nuevamente desde mayo de 1814 hasta su muerte, exceptuando un brevísimo intervalo de unos pocos días de 1823 en que sus funciones fueron asumida por un Consejo de Regencia de acuerdo con lo establecido en la Constitución de 1812.

Isabel II de España, llamada «la de los Tristes Destinos» o «la Reina Castiza»a​ (Madrid, 10 de octubre de 1830-París, 9 de abril de 1904),​ fue reina de España entre 1833 y 1868,3​ gracias a la derogación del Reglamento de sucesión de 1713 (comúnmente denominado «Ley Sálica» aunque, técnicamente, no lo fuera)​ por medio de la Pragmática Sanción de 1830.

Alfonso XII de España, apodado «el Pacificador» (Madrid, 28 de noviembre de 1857-El Pardo, 25 de noviembre de 1885), fue rey de España entre 1874 y 1885. Hijo oficialmente​ de la reina Isabel II y el rey consorte Francisco de Asís de Borbón, con el inicio de su reinado terminó la Primera República y comenzó el período conocido como Restauración.

Alfonso XIII de España, llamado «el Africano»​ (Madrid, 17 de mayo de 1886-Roma, 28 de febrero de 1941) fue rey de España desde su nacimiento hasta la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931. 

Juan de Borbón y Battenberg (Real Sitio de San Ildefonso, 20 de junio de 1913-Pamplona, 1 de abril de 1993) fue jefe de la casa real española entre 1941 y 1977 y, como tal, pretendiente legítimo a la Corona de España. 

Juan Carlos I de España (Roma, 5 de enero de 1938) ha sido rey de España desde el 22 de noviembre de 1975 hasta el 18 de junio de 2014, cuando abdicó la Corona en su hijo Felipe VI.

Felipe VI de España.




Línea dinástica de los condes y duques de Urbino.

El nombramiento papal convirtió al Condado de Urbino, constituido en 1213, en ducado, gobernado por la familia Montefeltro. El estado pasó posteriormente a los Della Rovere y finalmente en el año 1631 anexionado a los Estados Pontificios por el papa Urbano VIII (1623-1644), que instauró la Legación de Urbino.

Montefeltro, Condes de Urbino.

1234-1242: Bonconte I de Montefeltro
1242-1255: Montefeltrano II de Montefeltro
1255-1285: Guido de Montefeltro († 1298) protagonista en el canto XXII de la Divina Comedia;
1285-1304: control Papal
1296-1322: Federico I da Montefeltro
1322-1360: Guido II, Galasso y Nolfo de Montefeltro
1322-1324: control Papal
1360-1363: Federico II de Montefeltro († 1370 ca.)
1363-1404: Antonio II de Montefeltro
1369-1375: control Papal
1404-1443: Guidantonio de Montefeltro

Montefeltro, Duques de Urbino

1443-1444: Oddantonio II de Montefeltro, primer duque de Urbino
1444-1482: Federico III de Montefeltro conocido como Federico de Montefeltro;
1482-1508: Guidobaldo de Montefeltro
1502-1504: Dominio de César Borgia

Della Rovere, Duques de Urbino
1508-1516: Francisco María I della Rovere
1516-1519: Lorenzo II de Médici (durante parte de 1517 con Francisco María I della Rovere)
1508-1538: Francisco María I della Rovere
1539-1574: Guidobaldo II della Rovere
1574-1621: Francisco María II della Rovere († 1631)
1621-1623: Federico Ubaldo della Rovere
1623-1631: Francisco María II della Rovere (después de la muerte de su hijo volvió al poder)
desde 1625: devolución a los Estados Pontificios, oficialmente en 1631, después de la muerte del último Della Rovere. Las colecciones artísticas de los Della Rovere pasaron a la última descendiente, Victoria della Rovere, esposa de Fernando II de Médici, traspasados por ésta a Florencia.


  
Montefeltro.


Aldo  Ahumada Chu Han 

Montefeltro es el apellido de una histórica familia italiana que gobernó en Urbino y Rimini.

La familia era una rama de los Señores de Carpegna , al igual que sus antiguos oponentes, la Casa de Malatesta , los signori de Rimini . Hacia 1140, Antonio (¿m. 1184?), por reparto entre herederos con sus hermanos, recibió el castillo de Montecopiolo y más tarde adquirió el castillo de San Leo (situado sobre la roca mons feretrius que dio nombre a la comarca de Montefeltro ).
El gobierno de la familia empezó en 1226 cuando Buonconte I da Montefeltro y su hermano Taddeo fueron nombrados condes de Urbino por el emperador Federico II. Ellos y su descendencia fueron líderes gibelinos de las Marcas y la Romaña.
A Bonconte lo sucedió Montefeltrano (1214-1255), y Guido I (1255-1286 y 1293-1296), quien fue capitán de Forlì durante las guerras con los ejércitos francés y papales. El papa Bonifacio VIII lo libró de toda censura por sus acciones en aquellas guerras, y lo utilizó en contra de Palestrina y los Colonna.
El sucesor de Guido, Federico I (1296-1322), incrementó sus dominios arrebatando Fano, Osimo, Recanati, Gubbio, Spoleto y Asís a la Santa Sede. Fue asesinado después de imponer altos impuestos y Urbino cayó bajo el control del Papa. En 1323, sin embargo, el hijo de Federico, Nolfo (1323-1359) fue proclamado señor de Urbino. En 1355, como legado papal, el cardenal Albornoz viajó por toda Italia restaurando la autoridad papal y Urbino volvió otra vez a estar bajo el dominio de la Santa Sede. El hijo de Nolfo, Federico, quedó sin autoridad, pero su hijo, Antonio (1377-1403), se aprovechó de la rebeldía de las Marcas y Umbría contra la Santa Sede (1375) para restaurar el poder de su familia en Urbino.
Guidantonio (1403-1443) fue nombrado gobernante del ducado de Spoleto por el papa Martín V (1419) y llevó adelante una guerra contra Braccio da Montone con diversa fortuna. Su hijo, Oddo Antonio, fue asesinado después de sólo unos meses en el poder. Los urbineses entonces ofrecieron el señorío a Federico III (1444-1482), el hijo ilegítimo de Guidantonio, alumno de la escuela de Vittorino da Feltre y amante del arte. Bajo su dominio, Urbino se convirtió en centro cultural del Renacimiento. Se vio implicado en guerras contra Sigismondo Pandolfo Malatesta, Renato de Anjou, y Florencia. El papa Sixto IV le otorgó el título de duque de Urbino (1474).

Guidobaldo I (1492-1508) tuvo que huir de Urbino para escapar de los ejércitos de César Borgia. Adoptó a Francesco Maria della Rovere (1508-38), su sobrino (hijo de una hermana), uniendo así los señoríos de Sinigaglia y Urbino. Ayudó a Julio II a reconquistar la Romaña. El papa León X lo privó de sus territorios, que fueron entregados a Lorenzo II de Médici, y posteriormente a Francesco Maria della Rovere.

Nota historica.

Carpegna es un municipio italiano situado en la provincia de Pesaro y Urbino, en la región de Marcas. Tiene una población estimada, a fines de 2022, de 1642 habitantes.Está situado a los pies del monte homónimo.
Fue la capital de un pequeño condado imperial desde 1463 hasta su inclusión en 1807 por Napoleón en el Reino de Italia. Devuelto a sus antiguos propietarios en 1817, pasó a los Estados Pontificios en 1819.

Según la leyenda, Odoacro entregó Carpegna a su seguidor Armileone en 466. Un supuesto descendiente de este último, Ulderic de Carpegna, recibió el feudo de Carpegna y otras propiedades en las regiones de Montefeltro y Romaña de Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico . Los señores y condes (como tales mencionados por primera vez en 1238) de Carpegna adquirieron más de 30 castillos y villas en la región. Se dividieron en las ramas Carpegna-Gattara y Carpegna-Pietracuta , que en las luchas entre seguidores papales e imperiales ( güelfos y gibelinos) tomó lados opuestos. Otras dos ramas laterales de la Casa de Carpegna jugaron papeles más importantes en la historia italiana: la Casa de Malatesta (señores de Rimini ) y la Casa de Montefeltro (señores y duques de Urbino ).

La rama Carpegna-Gattara se extinguió en 1409, y en 1463 la familia se dividió nuevamente en los Condes de Carpegna (que gobernaban Carpegna, Castellaccia, Palazzo Corignano y Torre dei Fossati) y los Condes de Gattara-Scavolino (que gobernaban Gattara, Bascio, Miratoio y Scavolino). ). Ambos territorios tenían inmediatez imperial en el Reino de Italia . El condado de Gattara fue elevado al rango de principado en 1685. En 1749 la rama de Carpegna se extinguió en la línea masculina y fue heredada por los marqueses Gabrielli -Carpegna que vivían principalmente en Roma y, tras una interrupción de su condición de gobernantes en el Reino napoleónico de Italia, también heredó el principado de Gattara-Scavolino en 1817. 
Sin embargo, dos años más tarde, ambos territorios pasaron a formar parte de los Estados Pontificios. Los príncipes di Carpegna-Falconieri-Gabrielli todavía hoy poseen el palacio principesco de Carpegna.


 
Della Rovere.

Della Rovere fue una familia noble italiana, originaria de la ciudad de Savona, que se preciaba de descender de los condes de Vinovo. Su blasón es un campo azul con un roble heráldico desarraigado en oro, con cuatro ramas entrelazándose dos a dos en mandorla, colgando el par interior y elevándose el par exterior; cada rama trae tres hojas y tres bellotas. Esta es un arma parlante del apellido familiar, pues Rovere es el vocablo italiano para roble. Fueron acérrimos enemigos de la familia Colonna, contra los que lucharon durante la Guerra de Ferrara.

Savona (en ligur Sann-a) es una ciudad italiana de la región de Liguria, capital de la provincia homónima. Se encuentra en la llamada Riviera delle Palme.

Historia.

Los della Rovere provienen de una familia distinguida pero pobre de Savona, Liguria. El primer miembro de la familia conocido por su nombre es Leonardo (o Beltramo) della Rovere († alrededor de 1430 en Savona), casado con Luchina Monteleoni. De origen humilde, vivió mucho tiempo en Albisola, más tarde en Savona, donde perteneció al consejo de ancianos del municipio. 
La condición social y económica de la familia no está clara. Fue probablemente de extracción modesta, aunque algunos de sus panegiristas la definieron como "ilustre, egregia y antiquísima",mientras sus detractores la señalaron como "bajísima y vil".
Su hijo Francesco della Rovere (más tarde Papa Sixto IV) reclamó una relación con la familia de Turín della Rovere, Condes de Vinovo, que ya había proporcionado un gobernador de Turín con Ermondo alrededor de 700  y cuyo escudo de armas adoptó. (
Su pariente, el cardenal Domenico della Rovere , más tarde hizo construir un palacio en Vinovo, que todavía existe.) La palabra Rovere es italiano para roble albar. Sixto IV, al igual que su sobrino Julio II (y todos los miembros posteriores de la familia) usó el escudo de armas con el roble con 12 bellotas doradas sobre un fondo azul.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

141.-Ancestros de Felipe VI de España: Margarita de Austria.a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala; Marcelo Yañez Garin; ; Maria Francisca Palacio Hermosilla; 

 
Aldo  Ahumada Chu Han 

conocida como Margarita de Parma, (Oudenaarde, Flandes, 28 de diciembre de 1522 - Ortona, Nápoles, 18 de enero de 1586), fue hija natural de Carlos I de España y de Johanna Maria van der Gheynst.​ Fue duquesa consorte de Florencia y Parma y gobernadora de los Países Bajos.

Biografía

Su madre, Johanna, sirvienta de Charles de Lalaing, señor de Montigny, era flamenca. El rey Carlos I de España, en la única referencia personal en su testamento, declaró que «estando en estas partes de Flandes, antes que me casase y desposase, hube una hija natural que se llama Madama Margarita». Poco después de su nacimiento, Margarita fue confiada a la familia Douwrin durante algún tiempo.
Su destino habría sido crecer como una hija natural más, sin privilegios o poder y con un obscuro porvenir. Sin embargo, se vio encumbrada gracias a su tía-abuela, Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos desde 1507, la cual decidió encargarse de su educación. Después de la muerte de Margarita, en 1530, le sucedió como gobernadora su tía María de Austria, reina-viuda de Hungría, la cual también tomó la tutela de la pequeña Margarita, su sobrina carnal.

Duquesa de Florencia

Los convulsos asuntos de Italia y la lucha de poderes con el rey Francisco I de Francia estaban en plena efervescencia en la década de 1520. En 1527, viéndose cercado después del saqueo de la Ciudad Eterna, el Papa Clemente VII finalmente aceptó firmar la paz con el emperador Carlos V de Alemania, el cual como parte del trato debió reponer a los Medicis en el gobierno de Florencia en la persona de Alejandro de Médicis -aparentemente hijo natural del Papa con una sirvienta negra-. Como manera de conservar la lealtad del papa de manera definitiva, se acordó el compromiso de Alejandro con Margarita, de apenas cinco años de edad. El 9 de julio de 1529, Margarita fue legitimada por su padre a ruego de su tía-abuela, Margarita de Austria.
Alejandro de Médicis no entró formalmente en Florencia como su duque soberano hasta el 5 de julio de 1531; nueve meses más tarde, en abril de 1532, el emperador elevó a Florencia al rango de ducado hereditario.
El 29 de febrero de 1536 se celebró el enlace entre Alejandro de Médicis y Margarita de Austria en Nápoles.​La novia, para entonces de apenas 13 años, tuvo que soportar desde el comienzo de su matrimonio la indiferencia de su marido, el cual permanecía fielmente al lado de su único amor, Taddea Malaspina, la cual le había dado dos hijos.
Once meses más tarde, el 6 de enero de 1537,​ Alejandro fue asesinado por un primo lejano y Florencia pasó a manos de una nueva rama de los Médicis. Viuda con apenas 14 años, Margarita regresó a los Países Bajos al lado de su tía María, donde permaneció hasta que su padre decidió una nueva alianza italiana para ella.

Duquesa de Parma

En el año 1539, Margarita contrajo matrimonio con Octavio Farnesio, duque de Parma; desde ese entonces se la conoce como Margarita de Parma.​ De esta unión matrimonial nació Alejandro Farnesio.

Gobernadora de los Países Bajos.

En el año 1559, Margarita de Parma fue nombrada gobernadora de los Países Bajos,​ en medio de una difícil y convulsionada situación, ya que el protestantismo calvinista estaba extendiéndose con fuerza en aquellos dominios españoles.
En esos países existían constantes problemas internos, una alarmante situación económica, problemas sociales y continuos complots de la nobleza: a eso había que añadir que la política de su medio hermano, el rey Felipe II de España, causó grandes estragos en la gobernación de los Países Bajos.
En el mes de agosto del año 1567, estallaron una serie de disturbios y protestas. Margarita de Parma no recibió ningún apoyo por lo que tuvo que recurrir a la diplomacia para separar a la nobleza del levantamiento popular.
Una vez logrado esto, el levantamiento empezó a ser sofocado, aunque demasiado tarde según el criterio de Felipe II, quien nombró a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba de Tormes (descendiente del rey Alfonso XI de Castilla) para reemplazar a su media hermana Margarita en la gobernación de los Países Bajos.

Escudo de Margarita de Parma (hija natural del emperador Carlos V, Carlos I como rey de España) antes de su matrimonio. Margarita de Parma, hija [natural] de Carlos V, llevaba simplemente un partido de Austria y Borgoña antiguo. MENÉNDEZ-PIDAL

  
Parma, Margarita de. Duquesa de Parma (II). Oudenarde o Tournai (Bélgica), X-XII.1521 – Ortona (Italia), 18.I.1586. Gobernadora de los Países Bajos y del Condado de Borgoña.

Nacida entre octubre y diciembre de 1521 en Oudenarde o Tournai. Hija del emperador Carlos V y de Juana van der Gheynst, dama de confianza de la señora baronesa de Montigny en el período en el que Carlos V se alojó en el castillo del conde Carlos de Lalain, barón de Montigny y Escornay durante el sitio de Tourney. Su primera infancia transcurrió confiada a una familia de Bruselas (los Douvin). A los siete años, tras ser legitimada, la responsabilidad de su educación y crianza pasó a la entonces regente de los Países Bajos, duquesa de Saboya y tía de Carlos V, Margarita de Austria (1480-1530). Ésta a su vez, al cesar en la regencia, la confió a la nueva gobernadora María de Hungría (1505-1558), hermana del Emperador.
Doña María la hizo educar con esmero. Aprendió francés, italiano, flamenco, castellano, latín, pintura y música. Tocaba el arpa, entre otros instrumentos, y fue una buena amazona.
Desde el convenio suscrito entre Carlos V y el papa Clemente VII (Julio de Médicis) en 1529, quedó acordado que Margarita contrajera matrimonio con un pariente del Pontífice, el I duque de Florencia, Alejandro.
El 28 de febrero de 1536, tras cumplir catorce años, se verificaron las bodas en Nápoles entroncando así la casa de Julio de Médicis con la del Emperador. El talante personal corrupto y violento de Alejandro de Médicis fue insufrible para Margarita que, a poco de casada, se retiró a la residencia de Elena de Toledo, la hija del virrey de Nápoles, el duque de Alba, en cuya casa había permanecido casi tres años (1533-1535) al llegar a Italia desde Flandes. Poco después su esposo murió víctima de una conjura urdida dentro de la propia familia Médicis. Tras enviudar, Margarita permaneció en Toscana; primero en Florencia y más tarde en Prato, protegida por el cardenal Cibo. Recibió oferta de matrimonio del nuevo duque, Cosme de Médicis, pero en su nómina de pretendientes figuraban también Carlos de Angulema, tercer hijo de Francisco I de Francia, y Alfonso d’Este. Sin embargo, en el esquema de las relaciones diseñadas por el Emperador con los estados italianos, su hija estaba destinada a ser el medio para estrechar lazos con el Pontificado, razón por la que fue prometida en 1538 al príncipe Octavio Farnesio, de trece años, prefecto de Roma y nieto del nuevo papa Pablo III (1534-1549). Este nuevo matrimonio, desigual respecto a la madurez mental de los contrayentes, generó, al principio, rechazo en Margarita.
Dos años después del enlace, el duque Octavio partió con Carlos V a la empresa de la conquista de Argel ausentándose de Roma durante dos años. A su vuelta, Pablo III concedió al padre de Octavio, Pedro Luis Farnesio, el ducado de Parma y Piacenza, confirmando, además, a Octavio en el ducado de Castro. El 27 de agosto de 1545 la princesa Margarita dio a luz a dos mellizos, Alejandro (1545-1592) y Carlos que murió siendo niño.
Los beneficios concedidos por Pablo III a Pedro Luis Farnesio rompieron el difícil equilibrio existente entre los distintos estados italianos. Esta situación densa desembocó finalmente en un violento episodio protagonizado por Ferrante Gonzaga en diciembre de 1547, en el que el suegro de Margarita fue asesinado.

Su marido, Octavio Farnesio, reclamó entonces su derecho a heredar el ducado de Parma, pero Pablo III no quiso confirmarlo y, de hecho, ordenó a los Orsini que ocuparan el fuerte parmesano. Octavio viajó entonces a Milán y planteó a Ferrante Gonzaga —ejecutor de su padre— que actuara de mediador para concluir una alianza con Carlos V, rompiendo los lazos políticos que le unían con el papado. Ante esta situación de fuerza, Pablo III no tuvo más remedio que reconocerle los derechos sobre Parma y Piacenza, pero el nuevo pontífice Julio III (1550- 1555) fraguó poco después una alianza con el Emperador para expulsar a Octavio del ducado. Según este acuerdo, la Casa de Austria tendría infeudadas de la Santa Sede las villas de Parma y Piacenza. Carlos V ocupaba esta última plaza desde 1547 y exigió a Octavio Farnesio la cesión de Parma. El duque propició una alianza con Francia y el 27 de mayo de 1551, Enrique II lo tomó bajo su protección y le prometió soldados además de un subsidio anual de 12.000 escudos de oro. Como respuesta el Emperador confiscó las rentas que Margarita de Parma disfrutaba en el Reino de Nápoles. Julio III, por su parte, declaró en rebeldía a Octavio, lo despojó de todos sus títulos y le declaró la guerra. Las tropas imperiales coaligadas con las pontificias asediaron Parma aunque Carlos V dio orden al jefe del cerco para que su hija pudiera salir libremente de la ciudad. Margarita no aceptó la oferta, permaneciendo al lado de su marido. Finalmente, en mayo de 1552, la lucha entablada en solitario por Octavio contra los intereses papales e imperiales en conjunción se saldó con el reconocimiento definitivo del derecho de los Farnesio a Parma. Varias razones contribuyeron a este desenlace, entre ellas, que la ciudad se encontrara en la ruta obligada hacia Trento. El cerco a la ciudad parmesana interceptaba el camino hacia la sede del concilio y tanto Carlos V como Julio III tenían gran interés en que éste se celebrara por fin. Piacenza, sin embargo, permaneció en poder de los imperiales. A pesar de la crisis política que enfrentó a los Farnesio con el Emperador, las relaciones entre padre e hija no quedaron rotas, como prueba la numerosa correspondencia existente entre ambos, en la que Margarita, en medio de aquella tensión política, daba a su padre noticias concretas y personales de la familia, tanto de su nieto Alejandro como del propio Octavio.

Tras el acceso a la silla pontificia de Pablo IV (1555), antes cardenal Juan Pedro Caraffa y decidido partidario de los Farnesio, la cuestión de Piacenza seguía estando pendiente. Margarita partió junto con su hijo, en diciembre de 1556, a Bruselas para entrevistarse con el Emperador y el príncipe Felipe. Presenció la ceremonia de abdicación de los derechos de Carlos V sobre Felipe II y en la primavera de 1557 embarcó con su hermanastro para asistir en Londres a la boda de éste con María Tudor. Margarita se atrajo el aprecio de la reina de Inglaterra, con la que mantuvo contacto epistolar tras su partida. En el viaje de regreso acompañó de nuevo a Felipe II y obtuvo de él un arreglo en el contencioso que su esposo mantenía respecto a Piacenza. Felipe II ofreció su protección a los Farnesio y encomendó al duque de Alba la negociación concreta para alcanzar un acuerdo. En las conversaciones que Fernando Álvarez de Toledo y Octavio Farnesio celebraron, se acordó que el joven Alejandro marchara a España, donde se educaría junto con su tío Juan de Austria. También se decidió establecer con carácter permanente una guarnición española en la fortaleza de Piacenza que quedaría a partir de entonces en manos de los Farnesio. De este modo la familia se insertó en el sistema augsbúrgico y por algunos decenios permaneció como un contrapeso de cierta eficacia con la Florencia de los Médicis en Italia. Meses después Felipe II, hallándose todavía en Bruselas, propuso a Margarita ocuparse de la regencia de los Países Bajos, vacante por la dimisión del duque de Saboya. Esta elección resultaba idónea por ser Margarita natural de aquellos estados y haber sido educada al lado de María de Hungría.

El 7 de agosto de 1558, los Estados Generales de los Países Bajos recibieron por gobernadora a la duquesa de Parma. Entre su séquito, ejerciendo de secretario, se hallaba el hijo del autor de El Príncipe, Tomás de Maquiavelo. Una vez establecida en Bruselas, Margarita gobernó asesorada por un Consejo de Estado encargado de los asuntos de política interna y de los exteriores, de un Consejo de Finanzas y de un Consejo de Cámara que tenía responsabilidad en temas judiciales; tres organismos creados en 1551. El de Estado estaba compuesto, entre otros, por el marqués de Berghes, un letrado de origen frisio llamado Viglius, Guillermo el Taciturno, príncipe de Orange, el conde de Egmont, Montmorency, el conde de Horn, el noble valón Berlaymont, que ejercía además de presidente del Consejo de Finanzas, y Antoine Perrenot, obispo de Arrás desde 1540, arzobispo de Malinas a partir de 1560 y cardenal en 1561, conocido desde entonces como el cardenal Granvela, hijo del principal consejero de Carlos V y primer ministro de la Regente. A pesar de la existencia de este entramado de gobierno, el poder ejecutivo estaba en manos de Felipe II, ya que el Rey encargó a su hermana, en unas instrucciones secretas, que le escribiera para informarle de todos los asuntos importantes, ordenándole que, dentro de lo posible, no tomase decisión alguna sin consultarle primero. El Rey otorgó además una posición especial a Granvela, quien mantenía correspondencia directa con Felipe II y daba a sus colegas cumplidas noticias de las opiniones del Rey. También se asignó a Margarita un secretario privado, Tomás de Armenteros, primo de Gonzalo Pérez y estrechamente vinculado, por tanto, al secretario de Estado de Felipe II.

Berlaymont, Viglius y Granvela formaron un consejo dentro del Consejo conocido como “la consulta”, en el que se discutían las decisiones importantes en contradicción muchas veces con la opinión del resto de los nobles pertenecientes al Consejo de Estado. La princesa intentó situarse en ocasiones por encima de las discordias internas del órgano asesor e incluso los propios orangistas reconocieron su prudencia, tacto político y habilidad diplomática. Una prueba de este talante la dio en 1561 cuando tuvo que enviar apresuradamente a Roma a su secretario Tomás de Maquiavelo, ya que el Papa pretendía excomulgar al príncipe de Orange por noticias particulares recibidas desde Flandes —remitidas probablemente por Granvela— que le señalaban como colaborador de los calvinistas.
Este talante conciliador ha sido interpretado por algunos historiadores como una falta de energía en las acciones de gobierno.

Con un trasfondo de crisis financiera y religiosa, los nobles y magnates de aquellos territorios desencadenaron durante su mandato (1558-1567) una crisis de graves consecuencias políticas. Las dificultades en el ejercicio de su nueva responsabilidad comenzaron muy pronto. La duquesa debió gestionar, entre otros problemas, una gran deuda derivada de las guerras con Francia que engullía no sólo los recursos procedentes de Castilla, sino las rentas ordinarias y extraordinarias de los Países Bajos; 800.000 florines anuales se pagarían durante nueve años según la concesión que habían hecho los Estados Generales. Era un dinero necesario que, sin embargo, se retenía cada vez que las asambleas provinciales consideraban que se había infligido un ataque contra sus privilegios, sirviendo además las negativas de caja de resonancia contra la política de Felipe II. El primero de estos episodios se produjo cuando el propio Rey salió de tierras neerlandesas y decidió establecer tropas españolas en la frontera sur para prevenir un posible ataque francés. Las autoridades locales interpretaron que aquella presencia era un agravio para sus libertades.
Las asambleas de cada una de las provincias se negaron a pagar servicios hasta que las tropas españolas no abandonasen sus territorios. Sin la aportación de los fondos locales, algunos destacamentos comenzaron a estar mal abastecidos y se amotinaron, mientras que las poblaciones afectadas dieron muestras públicas de descontento. Finalmente, el 10 de enero de 1561 la crisis quedó resuelta temporalmente al conseguir la gobernadora que Felipe II accediera a retirar las guarniciones españolas establecidas en Flandes y el Artois.

Muy pronto, otro acontecimiento desató una nueva situación de malestar. En ese mismo año de 1561 se publicó una bula papal que imponía una reorganización eclesiástica en los Países Bajos. Las teorías de Erasmo y sus próximos sobre una reforma de la Iglesia desde dentro a partir de la exaltación del espíritu de piedad, ilustración y concordia, habían calado hondo en esos territorios. La influencia erasmista sobre las clases cultas fue grande y persistía a pesar de la aparición desde 1520 de reformadores más radicales. Contra ellos (luteranos, anabaptistas, mennonitas), Carlos V emitió sus edictos (placards). Pero a excepción de los luteranos, las nuevas sectas no lograron conectar con la aristocracia bátava que, sin embargo, no veía con buenos ojos la persecución física por causas religiosas. En 1525, y también entre 1551 y 1552, se habían hecho propuestas para incrementar el número de obispados en los Países Bajos con el objetivo de frenar el avance protestante, pero cuando Carlos V transfirió el poder a Felipe II nada se había hecho en este sentido, pues seguían existiendo sólo cuatro diócesis dependientes de las provincias eclesiásticas de Reims y Bolonia (ambas fuera de los territorios de la Monarquía hispánica) con una población estimada de unos tres millones de habitantes. Fue en mayo de 1559 cuando se llegó a un acuerdo entre el Papa y Felipe II para crear catorce nuevas diócesis que se añadirían a las existentes. Casi al mismo tiempo, y por primera vez, los predicadores calvinistas, apoyados desde Ginebra, Alemania e Inglaterra, comenzaron a aparecer en número considerable y consiguieron hacer un gran número de conversos entre la nobleza.
La presencia de hugonotes en la frontera sur francesa supuso también un apoyo para sus correligionarios de los Países Bajos. Desde un punto de vista social, a partir de entonces el calvinismo asumió un carácter de respetabilidad que las sectas anabaptistas nunca tuvieron. Margarita de Parma describía esta situación cuando afirmaba que “la herejía crece aquí en proporción a la situación en nuestros países vecinos”.
Los acuerdos de 1559 se materializaron en una bula emitida en 1561 que pretendía dar una mejor organización a una Iglesia católica notoriamente débil y materialmente mal dotada. Por ella los Países Bajos estarían divididos a partir de entonces en tres provincias eclesiásticas independientes —Cambrai, Utrecht y Malinas—, constituidas en arzobispados que a su vez incluirían en Cambrai: Arras, Namour, Saint-Ormer y Tournay; en Utrecht: Dewenter, Gröningen, Haarlem, Lemwade y Nudelburg, y en Malinas: Ambres, Bois-le-Duc, Brujas, Gante, Ruremonde e Iprés.

Las nuevas sedes se mantendrían con las rentas de varias abadías ricas y los obispos y principales canónigos serían escogidos por el Rey entre los teólogos destacados y los legistas canónicos. Los abades protestaron contra su pérdida de independencia y de rentas. Los nobles vieron como sus segundones eran desplazados de las lucrativas sinecuras eclesiásticas por letrados y clérigos de extracción social inferior. Un ejemplo evidente se vivió en los estados de Brabante, donde se reemplazó a sus tres abades por obispos realistas, entre ellos Granvela, que, además, en calidad de arzobispo de Malinas y cardenal, pasó a preceder en las reuniones del Consejo de Estado a los hasta entonces cabezas del organismo asesor, Egmont y Orange. En la misma calidad de prelado se convirtió también en la primera voz de la Asamblea de los Estados de Brabante.
Egmont y Orange se sintieron insultados y redactaron una carta de protesta que hicieron llegar al Rey. Los aristocráticos magnates sospechaban que si el Rey controlaba al completo la Iglesia de los Países Bajos, no sólo haría más efectiva la persecución religiosa, sino que en un corto espacio de tiempo podría prescindir de la colaboración de la alta nobleza en el gobierno de aquellos territorios.
Bajo la dirección de Orange, los magnates conformaron una alianza contra Granvela, al que culpaban de todas estas decisiones, y enviaron a Montigny a Madrid en el otoño de 1562 para pedir al Rey su sustitución.

Al mismo tiempo, desde los círculos calvinistas se insistía en que todas estas novedades incluían implícitamente el establecimiento del Santo Oficio, pues la bula establecía que dos canónigos pertenecientes a cada una de las diócesis prestarían servicio como inquisidores en los lugares de su jurisdicción.

Ante la resistencia de Felipe II a prescindir de su ministro, en marzo de 1563 varios de los nobles integrantes del Consejo de Estado, entre ellos Guillermo de Orange, el conde de Egmont, el de Horn, el marqués de Vergel, el conde de Mansfeld, el de Meschgen y el de Scornay, barón de Montigny, comunicaron a Margarita su decisión de dimitir, argumentando que no podían prestar su asistencia a un ministro como el cardenal Granvela que “conspiraba contra los privilegios del reino para que en estos territorios se implantara la Inquisición”. Por sugerencia de Horn, los opositores formaron una liga cuyos miembros, identificados por una librea monocolor, celebraban reuniones y banquetes en los que el cardenal era objeto de descalificaciones, insultos y mofas. Finalmente, en una carta fechada el 29 de junio comunicaron al Rey su decisión de abandonar el Consejo. A partir de entonces se mantuvieron alejados de la Corte. Al mismo tiempo, los estados de Brabante decidieron retener todos los tributos que debían pagar hasta que no se produjera la marcha del cardenal. Este hecho supuso la crisis de autoridad más grave que se había vivido hasta esos momentos. Margarita de Parma dio instrucciones a su secretario Tomás de Armenteros, el 12 de agosto de 1563 para que, en su nombre, ofreciera razones suficientes al Rey que le inclinaran a decidir la destitución de Granvela. Al día siguiente, y en contra de las instrucciones de Felipe II, dio curso favorable a una súplica de las abadías brabanzonas y aceptó entablar negociaciones entre los representantes de éstas y el Gobierno. Abriendo estas conversaciones, la Regente tomaba una medida política importante por propia iniciativa. Se ha argumentado que quizá también tuvo motivos personales contra Perrenot, ya que éste, en sus informes secretos, incluía en ocasiones comentarios críticos a su gestión. Margarita creía, además, que el cardenal no maniobró con la suficiente intensidad como para conseguir que su hijo Alejandro se casara con una Hagsburgo de la rama austríaca.

Mientras tanto en Madrid, Eraso y Ruy Gómez de Silva, que contaban con informes particulares proporcionados por residentes en los Países Bajos, maniobraron simultáneamente para que la caída de Granvela se produjera. Aunque desde Madrid Perrenot contaba con el apoyo del duque de Alba, Felipe II le invitó a retirarse a sus tierras borgoñonas en marzo de 1564.

La victoria de los magnates en los Países Bajos parecía completa. Los miembros dimitidos volvieron al Consejo de Estado colaborando con la Regente y las propuestas sobre la asimilación de las rentas de las abadías a los obispados quedaron en suspenso.
A cambio, los Estados de Brabante incrementaron el importe de su servicio. Pero en realidad poco había cambiado en el ambiente político. La facción de Granvela, aunque descabezada, seguía existiendo en Bruselas y sobre todo en Madrid y los Estados Provinciales se resistían a votar nuevos impuestos, aunque ahora los demandantes fueran Orange y sus partidarios y no el cardenal. La petición de incrementos fiscales coincidió además con una coyuntura económica general muy desfavorable. Miles de trabajadores textiles flamencos se vieron abocados al desempleo, por la prohibición decretada por Isabel I de exportar lana cruda para la elaboración de paños. Era la respuesta a un bloqueo decretado a su vez por Margarita de Parma sobre determinados productos ingleses. 
Desde los Estados Provinciales se insistía en que se convocaran los Estados Generales para tratar globalmente todos los problemas del país, incluido el de poner en práctica una política religiosa más tolerante. En este contexto, en agosto de 1564, llegaron órdenes de Felipe II para que se promulgaran los edictos de Trento. Margarita retrasó deliberadamente su publicación, mientras Egmont volvía a Madrid con el encargo del Consejo de Estado de solicitar moderación en la política religiosa. Tras el regreso del consejero, dos cartas de Felipe II dirigidas a Margarita, que llegaron a Bruselas en octubre de 1565, exigían que los edictos religiosos se cumplieran y que la Inquisición castigara rigurosamente a los herejes, insistiendo en que la Regente no podría convocar los Estados Generales hasta que la legalidad religiosa no se estableciera.

Margarita tardó una semana en publicar las órdenes del Rey para no arruinar los festejos por la boda de su hijo y en previsión de posibles desórdenes.

Tras la publicación de los edictos, los predicadores calvinistas intensificaron su actividad. También numerosos miembros de la nobleza inferior celebraron reuniones y finalmente redactaron un documento denominado el “Compromiso” que, firmado por unos cuatrocientos nobles tanto católicos como protestantes, casi todos de mediana o baja extracción, pero entre los que se encontraban también el hermano de Guillermo de Orange, Luis de Nasau, Carlos de Mansfeldt y el barón de Brederode, solicitaba la supresión de las actividades de la Inquisición y un cambio en la política religiosa. Este documento, respaldado por unos trescientos confederados armados que empezaron a llamarse a sí mismos “les Gueux” (mendigos), se presentó el 5 de abril de 1566 ante Margarita y, aunque el tono del escrito era leal, el hecho resultaba revolucionario, pues un grupo armado se había personado ante la hermana y representante suprema del Rey sin que nadie hubiera sido capaz de detenerlo. La combinación del descontento popular y de la organizada protesta aristocrática colocó a la Regente en una posición muy comprometida. Al día siguiente, Margarita impartió instrucciones a todos los magistrados y jueces para que —hasta nueva orden— mostraran mayor indulgencia con los acusados de herejía. Esta petición se reiteró en una circular del 9 de abril, aunque la publicación oficial debía retrasarse hasta que el Rey otorgara su aprobación formal.

En medio de esta crisis, los grupos sociales más desfavorecidos se rebelaron. Las condiciones económicas de los Países Bajos entre 1563 y 1566 habían empeorado.
La Guerra de los Siete Años (1563-1570) entre Dinamarca y Suecia supuso el cierre del Sound al tráfico comercial, lo que generó desempleo entre los asalariados. El invierno de 1565-1566 resultó muy riguroso y las cosechas fueron escasas, mientras el trigo polaco no llegaba. Los predicadores calvinistas excitaban a la población con vehementes denuncias de las riquezas de los clérigos y de las idolatrías practicadas en las iglesias. Las reuniones al aire libre con gentes armadas para escuchar los Evangelios y cantar los salmos se sucedían y, a través de ellas, se organizaron las iglesias reformadas. Ni los Grandes ni los confederados fueron capaces de controlar estos movimientos.
Margarita, temiendo la desestabilización, envió urgentes mensajes a las ciudades para organizar sus defensas y colocar guardas en las iglesias, pero los gobiernos municipales apenas respondieron. El 10 de agosto, coincidiendo con una nueva subida en el precio del cereal, la cólera de los más desfavorecidos se desató. La insurrección no pudo frenarse. En Steenvoorde (oeste de Flandes) penetraron en las iglesias, destrozaron las imágenes y se apoderaron de los ornamentos de oro y plata. La reacción iconoclasta se expandió y alcanzó a Amberes el 20 de agosto y a Gante y Ámsterdam el 22. La gobernadora no pudo reaccionar inmediatamente. Carecía de tropas y no sabía en quién podía confiar. Sin embargo, los católicos y los moderados firmantes del “Compromiso” quedaron impresionados por los efectos de la revuelta y manifestaron su lealtad hacia la Regente. Margarita consiguió convencerlos el 23 de agosto para que disolvieran su asociación, a cambio de la promesa de trabajar para abolir la Inquisición de los Países Bajos y moderar los edictos contra la herejía. En esta coyuntura, un miembro de la vieja generación de nobles borgoñones, el católico conde de Mansfeld, se convirtió en su consejero de confianza.
Felipe II envió dinero y Margarita reclutó tropas y comenzó una campaña armada para restituir la autoridad en los lugares sublevados, comenzando por Saint-Ormer a fines de agosto de 1566. Durante el otoño y el invierno siguientes, las bandas armadas de Brederode fueron dispersadas y los nobles católicos derrotaron a los movimientos populares calvinistas en el Flandes valón. Durante la primavera y el verano de 1567, muchos rebeldes buscaron refugio en Endem, Colonia, Francia e Inglaterra. Su salida era símbolo evidente de la derrota sufrida.

Una vez dominada la insurrección Margarita prometió que los que juraran de nuevo fidelidad al Rey estarían exentos de culpa. Lo hicieron los condes de Egmont y Horn, pero Orange, que había mantenido una actitud equívoca que le había hecho aparecer como traidor tanto a los ojos del Gobierno como a los de los calvinistas, se marchó a tierras alemanas para no verse en la obligación de hacerlo. La gobernadora escribió a Felipe II inclinándole a la clemencia y al espíritu de conciliación. Aseguraba que en el caso de tomar medidas extremas, se enquistarían para siempre el odio y la incomprensión en aquellas tierras. Sin embargo, en el verano de 1566 Felipe II decidió que para reafirmar su autoridad, a pesar de la derrota del movimiento, era necesario enviar a su mejor general, el duque de Alba, y a un copioso contingente de tropas experimentadas.
Margarita, convencida de que había acabado con la oposición, suplicó a su hermano que desistiera de tal proyecto. En agosto de 1567, un ejército de diez mil veteranos españoles bajo el mando del duque de Alba llegaba a las inmediaciones de Bruselas. Margarita, tras recibir al duque, optó por retirarse, abandonando su cargo de gobernadora de los Países Bajos.
Tras su regreso a Italia, permaneció apartada de la política, aunque en varias ocasiones se barajó la posibilidad de que volviera a ocupar el cargo de regente en aquellas tierras. En 1572 fue nombrada gobernadora de los Abruzos y, tras la muerte de Juan de Austria (1 de octubre de 1578), Felipe II volvió a proponerle el gobierno civil de los Países Bajos, reservando el militar a su hijo Alejandro, que ya se encontraba allí. A sus cincuenta años, Margarita de Parma inició viaje hacia Bruselas en el mes de marzo de 1580 y llegó a la capital belga a últimos de julio. Alejandro Farnesio, sin embargo, no deseaba compartir el poder con su madre y amenazó con abandonar su puesto si se imponía la fórmula del gobierno compartido. Finalmente, un Decreto Real de 31 de diciembre de 1581 le confería plenos poderes civiles y militares en los Países Bajos. A pesar de las repetidas solicitudes de Margarita para volver a Italia tras este episodio, no obtuvo el permiso de Felipe II hasta julio de 1583.
Pasó sus últimos años entre Aquila y Città-Ducale en viajes casi continuos. No regresó a Parma. Murió en la ciudad de Ortona, donde erigió su palacio a principios de 1586. Uno de los lemas funerales de su tumba, situada en la iglesia de San Sixto en Piacenza, venía a definir su talante en la acción de gobierno en los Países Bajos: “Aquella que gobernando Bélgica en nombre de Felipe, Rey de las Españas, consiguió la Paz” (Quae Philippi Hispaniarum regis fratis// nomine Belgio Mansuetudine prefuit).

 

Bibl.: M. Kervyn de Volkaersbeke (introd. y notas), Collection de Mémoires relatifs a l’histoire de Belgique, Bruxelles, Éditions Muquaratt, 1858-1874, 42 vols.; M. L. P. Gachard, Marguerite d’Autriche duchesse de Parma, Bruxelles, 1867; A. Reumont, “Margherita d’Austria duchessa di Parma”, en Archivio Storico Italiano, VI (1880), págs. 15-74; F. Rachfahl, Margaretha von Parma, Statthalterin der Niederlande, München, 1898; G. I. d’Onofrio, Il carteggio intimo di Margherita d’Austria Duchessa di Parma e Piacenza. Studio critico di documenti farnesiani, Napoli, Nicola Jovene, 1919; M. R. C. Bakhuizen van den Brink y J. S. Theissen, Correspondance française de Marguerite d’Autriche, duchesse de Parme, avec Philippe II, Utrecht, Kemink et fils, 1925; C. Pérez Bustamante, La correspondencia diplomática entre los Duques de Parma y sus agentes o embajadores en la Corte de Madrid, Madrid, Real Academia de la Historia, 1934; M. A. Romani y A. Quondam, Le corti farnesiane di Parma e Piacenza (1545-1622), Roma, Bulzoni, 1978; B. W. Meijer, Parma e Bruxelles. Commitenza e collezionismo farnesiani alle due corti, Parma, Silvana, 1988; G. Parker, España y la Rebelión de Flandes, Madrid, Nerea, 1989; P. del Negro y C. Mozarelli (eds.), I farnese. Corti, guerra e nobiltà in antico regime, Roma, Bulzoni, 1997.


Johanna Maria van der Gheynst (también llamada Jeanne Marie van der Gheynst, Johanna María van der Gheenst: c. 1500 - 15 de diciembre de 1541) fue desde 1521 a 1522, por un corto tiempo, la amante del emperador Carlos V y le dio una hija, Margarita de Parma, que fue gobernadora de los Países Bajos desde 1559 hasta 1567 y desde 1580 hasta 1583.

Biografía

Nació hacia el año 1500, posiblemente en Nukerke, población cercana a Audenarde (Oudenaarde, provincia de Flandes Oriental, Bélgica). Era hija de Gilles Johann van der Gheynst, un aristócrata fabricante de alfombras del lugar, con fama de honrado, y de Johanna van der Caye van Cocambi.
Los padres murieron cuando ella tenía 5 años, parece ser que en la epidemia de peste de 1505-1506. A esa edad, y para hacerse cargo de la huérfana, entró al servicio de Carlos de Lalaing, (barón y, más tarde, primer Conde de Lalaing), que era el gobernador de Audenarde (Oudenaarde) y señor de Montigny (más tarde conde de Montigny).
En otoño (otras fuente se refieren a primavera) de 1521, en una visita que realizó el también joven emperador Carlos V al castillo del gobernador, situado en Audenarde, con motivo de la reunión de la Orden del Toisón de Oro, la conoció. Dada su belleza, llamó la atención del emperador. La historia de pasión que siguió entre ratos de ocio y paseos por el Rihn, aun de corta duración (1521-1522), supuso el nacimiento de una hija, personaje de relevancia histórica que pasará a conocerse como Margarita de Parma, en recuerdo de la tía paterna de Carlos (Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos).

Parece ser que Juana era una joven de voz hermosa, y que era una de las debilidades "físicas" del emperador. Algunos afirman que ésta fue la primera relación extramatrimonial que mantuvo el emperador; otros, la segunda tras su más que posible romance con Germana de Foix (viuda de su abuelo, Fernando el Católico y con la cual habría tenido una hija, Isabel) pero, sea como fuere, no la última, pues se le conocen hasta 5 hijos naturales, todos ellos con diferentes mujeres. Ninguna de estas relaciones se produjo durante su matrimonio con Isabel de Portugal. Margarita nació el 28 de diciembre de 1522, en las afueras de Audenarde (Oudenaarde), en la casa del tío materno de Johanna. No obstante, otras fuentes indican que nació en el castillo del gobernador de Audenarde.
El emperador nunca ocultó esta relación. Así, el 9 de julio de 1529, mediante escrito fechado en Barcelona, reconoció como hija a Margarita, lo que supuso que ésta llegase años después a ocupar altos cargos en los territorios de la monarquía y del imperio, entre ellos la de gobernadora de los Países Bajos durante el reinado de su hermanastro Felipe II de España.
El emperador concedió a Johanna una modesta pensión. El 13 de octubre de 1525, Johanna se casó con un jurista de nombre Jean van den Dyke (1500-1572), también van den Dijck, señor de Zandvliet y Berendrecht, caballero de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, miembro y consejero de la oficina de auditorías de Brabante. La pareja tuvo nueve hijos. Johanna murió en Bruselas, el 15 de diciembre de 1541.