—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

miércoles, 24 de octubre de 2012

157.-La historia del primer y único juez chileno asesinado en país.-a


Luis  Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio  Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán; Alamiro Fernandez Acevedo;  Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas; María Veronica Rossi Valenzuela; Aldo Ahumada Chu Han; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán




El  juez letrado don Ramón Araya Arenas fue asesinado en 1911 por haber ordenado la prisión de un criminal. Más de cien años después, su familia rescata su legado como magistrado y combatiente en la Guerra Civil de 1891.  
María José Soler Cristián Araya Escobar (51) muestra con orgullo su oficina de abogado en la calle Prat de Valparaíso. El escritorio donde confecciona sus documentos tiene más de un siglo de antigüedad. Desde esos cajones rescató cartas y escritos que databan de 1890.
Como un tesoro, en la biblioteca de ese mismo estudio, guarda una copia de la Novísima Recopilación de Leyes de Indias, un texto  legal español del siglo XIX. Este documento, además de un título de abogado de 1892 y la placa de bronce curvo donde se especifica su profesión, pertenecieron a su bisabuelo Ramón Araya Arenas, juez letrado de Quillota y mártir del Poder Judicial chileno.
Aunque la historia del crimen ocurrido en 1911 en esa ciudad de la Región de Valparaíso ha sido revivida varias veces en crónicas policiales, pocos saben que el juez Araya ha sido el único magistrado muerto en acto de servicio en los casi 200 años de vida del Poder Judicial.

Es por eso que el viernes 27 de diciembre la Corte Suprema hará un homenaje al juez Ramón Araya, inaugurando con su nombre el edificio del Tribunal Oral de Quillota. A la ceremonia asistirá, además del bisnieto del mártir, el presidente del máximo tribunal, Rubén Ballesteros, y el ministro Pedro Pierry, que además es amigo de la familia Araya y ha abogado por el reconocimiento del único mártir de la judicatura.

"Un crimen por encargo"

Además de ejercer en su oficina de abogados, Cristián Araya es auditor general de la Armada de Chile y ministro de la Corte Marcial de dicha institución. Este año su hija se tituló de abogada, transformándose en la quinta generación de la familia Araya en ejercer el derecho.
"Para la familia ha sido siempre un hecho histórico que hemos guardado con mucho celo, el asesinato de nuestro bisabuelo, porque su legado ha sido mantenido intacto por generaciones de abogados", relata el bisnieto.

En mayo de 1911, Ramón Araya fue asesinado de una estocada en el corazón afuera de su casa en Quillota. Días después, Alfredo Brito Brito, un reo que estaba preso en Valparaíso por provocar incendios y luego cobrar las indemnizaciones, confesó ser el inductor del crimen del juez. Le pagó $1.000 de la época a un intermediario y luego a un sicario. Días antes le envió una nota anónima al juez donde amenazaba con matarlo si no ordenaba su libertad. Araya se negó.
Cien años después, Cristián reflexiona que su bisabuelo prefirió "hacer justicia leal y honestamente antes de ceder a esa petición, con independencia de las terribles consecuencias personales que le traería".
El homicida del juez fue fusilado unos años después en los terrenos de la entonces cárcel de Quillota, donde -paradójicamente- la próxima semana se inaugurará el tribunal oral que llevará el nombre del magistrado Araya. Brito Brito fue condenado a cadena perpetua.

Guerra Civil

Décadas antes del crimen, Ramón Araya había sobrevivido a los combates de la Revolución de 1891, donde peleó por el Ejército Constitucional en el regimiento Atacama. Su bisnieto guarda una carta que el futuro juez envió a su padre en 1891, a los 21 años.
En ella describía las batallas de Concón y Placilla, y el trayecto que hizo en el buque Cachapoal de la Armada hasta Quintero
"Paradójicamente, 20 años después moriría a manos de un asesino", relata Cristián. Para él, el reconocimiento que el Poder Judicial le hará a su bisabuelo no sólo es relevante porque se trate de un mártir. También se reconoce que los valores que sustentaron esa conducta son los valores institucionales de la República, en este caso el Poder Judicial, uno de los pilares fundamentales de nuestra convivencia", dice.

TRIBUNAL ORAL DE QUILLOTA

El 27 de diciembre de 2012 será inaugurado el edificio nombre de juez Ramón Araya.

''Para la familia ha sido siempre un hecho histórico que hemos guardado con mucho celo el asesinato de nuestro bisabuelo, porque su legado ha sido mantenido intacto por generaciones de abogados".CRISTIÁN ARAYA BISNIETO DEL JUEZ ASESINADO.


Cristián Araya guarda los escritos y libros que fueron propiedad de su bisabuelo. Todo almacenado en su oficina de abogado, ubicada en la calle Prat, en Valparaíso. En sus paredes cuelga el retrato del juez Ramón Araya, asesinado por encargo en 1911.



31 diciembre de 2013

“Juez Ramón Araya Arenas”, es el nombre que desde el pasado viernes 27 de diciembre, identifica al edificio que alberga al Tribunal de Juicio Oral en lo Penal y al Juzgado Garantía de Quillota, en honor del magistrado asesinado -el 20 de mayo de 1911, en dicha ciudad- en represalia a una sentencia judicial que adoptó.
La ceremonia donde se descubrió la placa que da cuenta de este homenaje estuvo encabezada por el presidente de la Corte Suprema, Rubén Ballesteros, y contó con la presencia de los ministros del máximo tribunal del país Hugo Dolmetch, Pedro Pierry y Lamberto Cisternas;  el presidente de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Jaime Arancibia; el  ministro del Tribunal Constitucional, Raúl Bertelsen; y el alcalde de Quillota, Luis Mella, además de familiares del homenajeado.
La placa -ubicada en el hall principal del edificio- simboliza el reconocimiento del Poder Judicial y de la comunidad de Quillota a la labor de un juez intachable, lo que fue destacado por el presidente de la Corte Suprema, Rubén Ballesteros, y por Cristián Araya Escobar, bisnieto del magistrado Araya, quienes fueron los oradores de la jornada.

Un crimen por encargo.

El asesinato del magistrado Ramón Araya provocó gran conmoción en la comunidad de la época, que se vio impactada por la trama que precedió al crimen, los que fueron clarificados tras una acuciosa investigación encabezada por el ministro de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, don Carlos Silva Domínguez, quien pudo determinar que el asesino había actuado pagado y siguiendo instrucciones de personas que tenían incidencias judiciales y fallos adversos.
El 25 de mayo de 1911, uno de los sospechosos aprendidos confesó la autoría material del homicidio del juez Ramón Araya, señalando como instigadores a Eloy Pérez Olmos y Juan de Dios Calderón. El primero había sido condenado por el juez Ramón Araya por el delito de incendio, por lo que contactó a Calderón a fin que este consiguiera un sicario que diera muerte al magistrado, lo que finalmente Alfredo Brito hizo a cambio de la suma de cuatrocientos pesos.

El proceso judicial siguió su camino, y el 17 de octubre siguiente la Corte de Apelaciones de Valparaíso confirmó la condena a muerte impuesta al autor material, Alfredo Brito, y a presidio perpetuo a los instigadores, Pérez Olmos Calderón, pena que, el 3 de junio de 1912, fue ratificada por la Corte Suprema, que desechó el último recurso de casación interpuesto por la defensa. La ejecución de esta sentencia se realizó en la Cárcel de Quillota.




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