—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

lunes, 24 de diciembre de 2012

174.-Casa Real de Albret.-a

 

La familia de los señores d'Albret era originaria de Labrit, una ciudad de las Landas al sur de Burdeos . Los dos nombres parecen tener la misma etimología, "Albret" presumiblemente representa una evolución en francés del gascón "Labrit". Los restos de lo que se cree que fue el castillo de Albret, probablemente construido originalmente en [1100] y abandonado en el siglo XVI, fueron redescubiertos en Labrit por Jean-Bernard Marquette y clasificados como " monumento histórico " por orden del 27 de diciembre de 1990. 
Según Jaurgain, los señores d'Albret descendían de los vizcondes de Bezaume, pero su reconstrucción parece basarse únicamente en la onomástica y no en una fuente primaria específica. Además, la reconstrucción de las primeras generaciones de esta familia, como se muestra en la mayoría de las fuentes secundarias, incluido Jaurgain, no es un reflejo exacto de la redacción precisa de la documentación de la fuente primaria superviviente. 
Existe una alta probabilidad de que los individuos nombrados estén estrechamente relacionados por línea masculina, como lo demuestra la onomástica, pero la reconstrucción generalmente aceptada ha sido deconstruida en parte a los efectos de su presentación en el presente documento. 
Sólo a partir de Amanieu [VI] Seigneur d'Albret (que murió antes de septiembre de 1240) se puede rastrear una línea de descendencia ininterrumpida en la línea masculina hasta principios del siglo XVI. A pesar de la falta de un título nobiliario superior al de "sire", la familia contrajo matrimonios sensatos con las familias de los condes de Armagnac, los condes de la Marche y los duques de Borbón en los siglos XIII y XIV. 
A mediados del siglo XV, Carlos [II] Seigneur d'Albret fue investido conde de Dreux por el rey de Francia, y su descendiente Alain (que murió en 1522) fue nombrado conde de Castres, de Gavre et de Périgord. El nieto de Alain, Jean, completó el ascenso de la familia cuando se casó con la heredera del reino de Navarra y sucedió como rey de Navarra por derecho de su esposa.  


ALBRET, País de


Región de la Gascuña actualmente repartida entre los departamentos de Gironda, Landes, Gers, Lot y Garona. La capital del señorío y cuna de la familia de Albret fue el pueblo de Labrit (latín «Laporetum»), hoy Landes, arr. de Montde-Marsan (900 h.). Para Jaurgain y varios genealogistas, los señores de Albret descendían de Sancho IV Garcés, duque y conde de Gascuña.

Armas originales.

De poca importancia en el siglo XIII, en el que apenas comprendía Labrit y sus alrededores, el señorío se fue acrecentando poco a poco por medio de matrimonios, donaciones y herencias. Esta política expansionista se vio favorecida por la situación del señorío que se hallaba entre la Guyena inglesa y los territorios afectos, más o menos, a la corona francesa. 
A la muerte de Amanieu IV, sus sucesores se inclinan por Carlos V y VI prosiguiendo su expansión hasta el Garona y el océano. Al pasar Albret a la corona navarra, el señorío se había visto acrecentado anteriormente con parte del Bazadais, con Castelmoron y Casteljaloux donde fijan su residencia los señores hasta establecerse en Nérac. También le correspondía parte del Condomois, el Vizcondado de Dax, el de Tartas (1338) y el condado de Gaure, entre el Fezensac y la Lomagne. El apogeo de la casa antes de la incorporación a Navarra fue con Alain le Grand, padre del futuro rey de Navarra, que vivió desde el año 1471 al 1522 y adquirió el Limousin y el Périgord. 
En 1486, por el matrimonio de la reina Catalina de Navarra (1483-1512) con Juan III de Albret, los reyes de Navarra pasan a ser señores de Albret reuniendo las tierras del vizcondado de Tursan con Aire y Saint-Sever, del de Gabardan con Gabarret, del de Marsan con Mont-de-Marsan y Grenade-sur-Adour, el vizcondado del Bearn, los condados de Foix y Bigorre además de Navarra. 
Ya en el siglo  XVI Margarita de Valois, al casar con Enrique I de Albret, aportó el Armagnac a la tierra de Albret que, posesión de Navarra, pasó a Enrique IV de Navarra y Francia. La línea masculina de los señores de Albret se extinguió en 1676 con la muerte de César Febo, mariscal de Francia.

 


 Acuartelado : en el 1º y 4º, de azur trae tres
 flores de lis de oro ; al 2º y 3º, de gules liso

Armas de la rama de Orval desde el siglo xv: Acuartelado, en primero y cuarto trae de azur tres flores de lis de oro, en el segundo y tercero trae de gules con la bordura dentellada de argen.


La casa de Albret o Labrit es un histórico linaje nobiliario y casa real procedente de la Gascuña, en el suroeste de la actual Francia. Toma su nombre del señorío de Albret, en las Landas. Su asentamiento ancestral era el castillo de Labrit, hoy desaparecido.

Origen

La cuna de la familia de Albret se ubica en Labrit en el actual departamento de las Landas: Albret landesa. Los de Albret eran propietarios de un señorío constituido entorno al castillo de Labrit, en el corazón de las Landas de Gascuña. Para incrementar sus bienes, hacen escoltar los caravanas que atraviesan esta parte de Gascuña, ofreciéndoles medios para reunir un ejército de foragidos gracias a la cual extienden su propiedad hacia Océano Atlántico y Garona, que alcanzan en medio del siglo XIII

Historia.

Los Albret participaron en la guerra contra los Albigenses en el mediodía de Francia (1209-1229), y a la guerra de los Cien Años (1337-1453), donde Arnaud-Amanieu de Albret († 1401) se batió un tiempo para los ingleses.
Obteniendo dotes, captando herencias, comprando cuanto haga falta, jugando un juego subtil y a veces peligroso en el conflicto que opone desde el finales del siglo XIII al rey de Inglaterra, duque de Aquitania, con el rey de Francia, en unas décadas los Albret pasan a contar entre los más potentes señores del ducado.
Fieles a la causa inglesa mientras obtienen provecho, se acercan finalmente del rey de Francia Carlos VI, que concede a uno de ellos, Carlos I de Albret, la dignidad de condestable de Francia en 1402.
La casa de Albret prosigue su continua ascensión, combinando los favores de Carlos VI con los de Carlos VII. El apogeo de su ascensión se ubica en los siglos XV y XVI.  Logran entonces familiarizar con la corte de Francia a través de sus alianzas. En 1470, heredan el condado de Périgord y el vizcondado de Limoges. Su nueva pujanza les permite reivindicar en su momento la herencia del ducado de Bretaña.
Toman posesión del condado de Foix, acaban por alcanzar en 1484 el trono de Navarra gracias al matrimonio de Juan III de Albret con Catalina de Foix, reina de Navarra.
Este nuevo territorio y diversas posesiones (Bearne, Foix, Bigorra, Tartas, Castres, Dreux, etc.), les da un verdadero rol político en el siglo del Renacimiento. En 1556, el rey de Francia, Enrique II, erige el Albret como ducado par de Francia a favor del rey consorte de Navarra, Antonio de Borbón y de su esposa Juana de Albret, reina de Navarra. En 1589, que su descendiente más ilustre, Enrique de Navarra, cuya madre es Juana de Albret, accede al trono de Francia.
No obstante, los Albret no habrían sabido mantenerse mucho tiempo en la cumbre de la sociedad de órdenes. No llegan a conservar intacto su reino de Navarra que fue invadido. Solo mantienen la parte más pequeña situada en el lado francés del Pirineo (Baja-Navarra) y Juana de Albret es la última de su nombre a subir sobre el trono. La casa de Albret se extingue a finales del siglo XVII. La casa dejó de existir tras la muerte de César-Febus de Albret, conde de Miossens y mariscal de Francia, en 1676.


Señores de Albret.



1.-Amanieu I 1050-1060


2.-Amanieu II nacido 1060

3.-Bernard ezi I? -?

4.-Amanieu III 1100-1130

5.-Bernard ezi II nacido 1130

6.-Amanieu IV murió 1174

7.-Amanieu V 1174-1209

8.-Amanieu VI 1209-1255

9.-Amanieu VII 1255-1270

10.-Bernard EZI III 1270-1281

11.-Mathe de Albret , princesa 1281-1295

12.-Isabel de Albret , princesa 1295-1298

13.-Amanieu VIII 1298-1324

14.-Bernard Ezi IV 1324-1358



15.-Arnaud Amanieu I 1358-1401


Arnaud-Amanieu d'Albret, conde de Albret, conde de Dreux y vizconde de Maremne,
nacido hacia 1338 y fallecido en 1401, fue hijo de Bernard Ezi IV de Albret, y destacó por ser uno de los más famosos jefes militares de las grandes compañías que operaron durante la primera parte de la guerra de los Cien Años.
Como la mayor parte de los jefes mercenarios de la guerra de los Cien Años y de otras luchas de la época, fue pasando de uno a otro de los bandos en conflicto al albur de los contratos y soldadas que cada uno de ellos le propusiese. Así, en las primeras fases de su participación en dicha guerra mantuvo su fidelidad hacia el rey Carlos II el Malo de Navarra, a Eduardo III de Inglaterra y al Príncipe Negro, combatiendo contra otro mercenario, el bretón Bertrand du Guesclin en la batalla de Cocherel, en Francia, y en otras batallas en el reino de Castilla.
En 1351, tras ser enviado por Eduardo III de Inglaterra a llevar socorros a los habitantes de Saint-Jean-d'Angély, que se hallaban sitiados por las tropas del rey de Francia, logró la captura allí del mariscal Mello y de otros 60 caballeros.
Sin embargo, optó por cambiar de bando en 1358, movido a medias por el interés y a medias por el amor propio. Tras cambiar de bando, contrajo matrimonio en 1359 con Margarita de Borbón (nacida hacia 1344 y fallecida en 1416), hermana de la reina de Francia Juana de Borbón e hija de Pedro I de Borbón e Isabel de Valois, duquesa de Borbón. Fruto de este matrimonio sería Carlos I de Albret, el sucesor de Arnaud-Amanieu.
Apoyó la reconquista de Aquitania (que era propiedad de Inglaterra) por parte de su cuñado Carlos V de Francia, logrando aglutinar a los descontentos con la política que llevaba a cabo el Príncipe Negro, especialmente con las exigencias fiscales de éste respecto de los señoríos de la región. Multiplicó los llamamientos ante el Parlamento en contra del Príncipe Negro, dando por otro lado la señal de inicio de la guerra al prestar al rey de Francia el homenaje ligio.1​ Desde ese momento, tomó parte en todas las campañas militares entre 1369 y 1375.
Volvió a colaborar con el ejército del rey de Francia una vez más, en 1382, en la batalla de Roosebecke, librada contra los flamencos que se habían sublevado. Como recompensa a su apoyo, recibió el condado de Dreux. Falleció en 1401.

 


16.-Carlos I de Albret 1401-1415


Carlos I de Albret (diciembre de 1368 - 25 de octubre de 1415), condestable de Francia (1402-11 y 1413-15) y uno de los comandantes conjuntos que dirigieron al ejército de su país en la trágica batalla de Agincourt.
Aunque de familia noble (era hijo de Arnaud, Señor de Albret), Carlos cayó prácticamente al rango de un plebeyo cuando la facción borgoñona ganó el poder en la corte francesa.
Sus dotes militares eran de gran calidad. Había aprendido a combatir bajo la égida de Bertrand Du Guesclin y siempre se había destacado como táctico genial y por su valor bajo fuego.
D'Albret recibió el comando del ejército francés en la batalla de Agincourt conjuntamente con el mariscal Juan Le Maingre (por apelativo «Boucicault») y el Jefe de los Ballesteros de la Casa Real, David de Rambures. Sin embargo, se los sometió a la supervisión de un triunvirato de duques (Juan Sin Miedo de Borgoña; Carlos de Orleans y Juan de Alençon) los cuales, con menor capacidad militar y confundidos por grandes odios y diferencias entre sí, bloquearon, dificultaron y desautorizaron muchas decisiones tácticas de d'Albret y los suyos que pudieron haber significado la diferencia entre el éxito y el fracaso.
La más importante diferencia entre las órdenes de d'Albret y las de los tres duques consiste en que el primero quiso, correctamente, no enfrentarse a los ingleses sino acosarlos con pequeñas fuerzas profesionales y móviles, táctica que había aprendido de su maestro Guesclin. Sin embargo, los nobles lo obligaron a formar un gran ejército de poca movilidad, compuesto por soldados reclutados mediante leva, indisciplinado y pobremente motivado. Con esta fuerza fue derrotado en Agincourt.
Carlos d'Albret mandó personalmente la vanguardia principal del ejército francés, y avanzó con ella hasta trabar combate cuerpo a cuerpo con los ingleses (melée). En esta acción resultó muerto.



17.-Carlos II de Albret 1415-1471


Carlos II de Albret, señor de Albret
, fue un noble y militar francés, nacido el año 1415 y fallecido en 1471, que destacó por su participación en la guerra de los Cien Años.
Carlos II de Albret era hijo de Carlos I de Albret y de María de Sully. En 1417, contrajo matrimonio con Ana de Armagnac, naciendo de dicha unión sus hijos Juan I de Albret y Juana II de Albret.
Fue miembro del Consejo Real del rey Carlos VII de Francia. Carlos II de Albret prestó su apoyo a Arturo de Richmond durante el episodio de la "detención" de Pierre de Giac; este último murió ahogado por orden del condestable de Richmond el año 1427.
Carlos II de Albret combatió junto a Juana de Arco, siendo nombrado por Carlos VIII su lugarteniente en el Berry.

 


18.-Jean I de Albret (asociado, murió antes de 1471), también conocido como Jean I, vizconde de Tartas.



19.-Alain I de Albret -le-Grand , 1471-1522


Alano de Albret, llamado el Grande ( 1440- 1522), fue el XVI señor de Albret, vizconde de Tartas, II conde de Graves y conde de Castres, un noble francés con una destacada presencia en el panorama político y militar de dicho país durante el siglo XV.

Alano de Albret era hijo de Juan I de Albret y Catalina de Rohan. En tanto que nieto y heredero de Carlos II de Albret pasó a ser el jefe de la Casa de Albret en 1471.
Hábil pero versátil, ávido y poco escrupuloso, llevó durante medio siglo una política agitada más que eficaz, siguiendo así el ejemplo de su padre, aunque ello le convirtió en uno de los personajes de la escena política europea de su tiempo.
Empezó por sacar provecho de su fidelidad a Luis XI de Francia agrandando su principado. Contrajo matrimonio con Francisca de Châtillon, que aportó al matrimonio como dote la herencia del condado de Périgord y del vizcondado de Limoges.
Durante un tiempo tuvo en su poder el condado de Armañac, y casó a su hijo Juan con Catalina de Foix, heredera del Reino de Navarra y de los condados de Foix y Bigorra.
Posteriormente se presentó como candidato a la herencia del duque de Bretaña Francisco II y a la mano de Ana de Bretaña, hija de éste, y con dicho motivo entró en rebelión respecto del poder real. Es el conflicto bélico conocido como la Guerra loca. Sus intrigas no llegaron a buen puerto, y fue derrotado en 1487 sin poder llevar refuerzos al duque de Bretaña.
 Al año siguiente transportó sus refuerzos por mar, pero fue vencido junto a Francisco II en la batalla de Saint-Aubin-du-Cormier. Siguió reclamando la herencia de Francisco II, pero encontró provechoso entregar la ciudad de Nantes, cuya custodia le había sido confiada, al ejército del rey. Alano de Albret falleció en 1522.

 


20.-Jean II de Albret (asociado, murieron 1516)
Juan III, 
Rey consorte de Navarra.


retrato


Juan III de Albret (1469-17 de junio de 1516) fue el último rey de Navarra. Hijo de Alano de Albret, heredó de su padre los títulos de señor de Albret, conde de Périgord, vizconde de Limoges y de Tartas. Su madre fue Catalina de Rohan, bisnieta de Carlos II de Navarra.
uan de Albret fue rey de Navarra jure uxoris en virtud de su unión matrimonial con Catalina de Foix el 14 de junio de 1484, en Orthez, quien ya era reina desde el año anterior por la muerte de su hermano, Francisco Febo. Recibió el nombre de Juan III de Navarra.
En 1512, Juan de Albret fue derrotado por Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez (duque de Alba), que conquistó Navarra por orden de Fernando II de Aragón, cuya esposa Germana de Foix era prima de la reina Catalina. En 1513 las Cortes de Navarra, con la única presencia beaumontesa, proclamaron rey a Fernando el Católico.
Los reyes Juan y Catalina residían en sus posesiones patrimoniales del Bearne, y desde sus territorios intentaron reconquistar varias veces el Reino de Navarra (1512,1516) pero no fue posible.

Biografía

Juan III de Albret. Vizconde de Tartas y señor de Albret. Labrit (Francia), m. s. XV – Pau (Francia), 17.VI.1516. Último rey de Navarra.
Hijo primogénito del condestable de Francia e inseparable colaborador de Luis XI, Alain o Alano de Albret, y de Francisca de Blois, hija de Guillermo de Bretaña.
El señorío de Albret tiene su origen en la Gascuña medieval francesa que hoy se localiza en el actual departamento de Las Landas, con centro en la localidad de Labrit. Sus titulares eran los Albret, que llegaron a ocupar el trono de Navarra con Juan III. Los primeros señores aparecen documentados en la Edad Media como Bernardel Amaneu de Albret, Amaneo de Labrit (1215) y su nieto Amaneo VIII (1312-1315), quien en el año 1319 prestó vasallaje al rey de Navarra, que luego renovaron sus sucesores por los dominios señoriales de las “tierras de Ultrapuertos” (la tierra de Mixa y sus dependencias), que han de conformar la merindad de su nombre en Navarra.
Tartas, localidad del actual departamento francés de los Pirineos Atlánticos, es históricamente el centro del vizcondado de su nombre, vinculado siempre a la Monarquía francesa a través del ducado de Aquitania.
El primer vizconde de Tartas fue Arnaldo Amaneu, señor de Albret, hijo de Bernardel Amaneu de Albret y casado con Margarita de Borbón.
La fusión del señorío de Albret y del vizcondado de Tartas con el reino de Navarra se produjo en junio de 1484 con el matrimonio de Juan de Albret y Catalina de Foix, reina de Navarra, que tuvo lugar en la catedral de Lescar, en las proximidades de la ciudad de Pau, sede del vizcondado de Bearne, en el sur de Francia. La elección de Juan como esposo de Catalina y posterior rey de Navarra tuvo lugar en el contexto de una problemática situación en la que los monarcas españoles y franceses pugnaban por sus respectivos pretendientes para la consecución de sus intereses políticos.
Escudo de Juan III de Albret

Con este matrimonio se unieron los estados de Albret, Foix y Navarra, dando lugar a una compleja estructura política en la que el reino navarro, a pesar de su pequeña extensión —doce mil kilómetros cuadrados y cien mil habitantes—, y de encontrarse en una difícil situación económica y política, constituía un importante núcleo político en el gran conjunto de las herencias respectivas de los monarcas. Según observa Boissonnade, Juan de Albret, con motivo de su matrimonio con Catalina de Foix, heredó todos los territorios y señoríos de la casa de Albret: Las Landas, Gaure, el Bordelesado, Perigord, el Limousin y otros señoríos menores, tierras muy superiores a los estados de los Foix y que explica el interés de los reyes de Francia por intervenir en su dominio, al menos de manera feudal. Alano de Albret asignó, asimismo, a su hijo una renta de 5.000 libras sobre otros territorios suyos. Por su parte, los dominios de Catalina se extendían por los condados de Foix y Bigorre, y vizcondados de Bearn, Marsan, Gavardan y Nébouzan, Couserans y una parte de Comminges, Tursan, Andorra y vizcondado de Castelbon.
Los reyes Juan y Catalina se enfrentaron a esta nueva creación política sumida en una compleja situación que condicionaba el gobierno de los monarcas. Juan de Albret tan sólo tenía siete años y Catalina le doblaba en edad. Pero las principales dificultades no vinieron del reino navarro, donde se les instó con gusto y aprobación para su coronación, sino de sus propiedades ultrapirenaicas, donde la feudalidad debida al rey de Francia subyacía tras las decisiones políticas de los reyes. A ello se sumaban los pretendidos derechos sucesorios de Juan de Narbona, tío de Catalina, a los estados franceses e incluso a la Corona navarra. El comienzo del reinado se inició con la regencia de la princesa Magdalena, madre de la Reina, y el gobierno de la familia Albret en las principales instituciones navarras.
El padre de Juan, Alain de Albret, desempeñó funciones de virrey y su hermano Amaneo fue designado para la administración de la diócesis de Pamplona.
Juan y Catalina permanecieron mientras tanto en el Palacio Real de Pau sin ocupar el trono navarro por temor a la usurpación de su tío, apoyado por el rey de Francia, pero en ocasiones acudían al reino de Navarra como con motivo de las Cortes celebradas en San Juan de Pie del Puerto el 24 de septiembre de 1486, para corroborar el nombramiento de virrey de Alain de Albret. Éste, calificado por la historiografía como hombre estrafalario, vanidoso y codicioso, fue incapaz de llevar a buen término la empresa de dirigir los destinos de tan heterogéneos territorios y permaneció siempre vinculado a las alianzas de los señores feudales franceses, aventura en la que comprometió a la princesa Magdalena y que supuso que Navarra se convirtiera en un estado subordinado a los intereses franceses de una nueva dinastía extranjera, situación que contribuyó a debilitar y desacreditar a la vieja Monarquía.
Juan y Catalina llegaron a Navarra para ser coronados en el año 1494, diez años después de acceder al trono, y se encontraron con un reino fragmentado por las largas luchas civiles, y carente de recursos económicos y militares permanentes. Pero este empobrecido territorio les proporcionaba mayor rango que los numerosos títulos nobiliarios franceses que poseían.
La Corte oficial de los últimos reyes privativos de Navarra se encontraba en la ciudad de Pau, y desde su coronación en Pamplona la sede real solían instalarla en el palacio de la villa de Sangüesa. Allí vivieron la pérdida de su primogénito, Andrés Febo, que falleció el 17 de abril de 1503 con dos años de edad, y el nacimiento muy poco después, el día 25, en la casa de los Sebastián, de la Rúa Mayor, de Enrique, que sucederá a Juan de Albret y llevará el título de príncipe de Viana hasta la muerte de la reina Catalina en 1517.
En Sangüesa los Reyes tomaron bajo su protección y convirtieron en real basílica el santuario de San Babil construido por el regimiento de la villa como recordatorio de la muerte y nacimiento de sus hijos Andrés y Enrique y celebraron, además, dos reuniones de Cortes en 1503 y 1507.
Instalados en Navarra, el esfuerzo de los Monarcas se centró en el restablecimiento del ejercicio de la autoridad real en todo el reino, pero la debilidad económica y la crisis del poder real, frenado por el poder de las Cortes navarras, no permitieron terminar con la endémica guerra civil, que desembocó en el derrocamiento de la dinastía Foix-Albret y en el fin de la independencia del reino. En el año 1512 Juan de Albret luchó de forma incansable desde sus estados ultrapirenaicos por recuperar el reino de Navarra, empeño en el que fracasó de forma estrepitosa debido a sus alianzas francesas y agramontesas y al rechazo de los pamploneses. Tras la irreversible incorporación del reino de Navarra a la Corona de Castilla, los últimos reyes de Navarra, regresaron a su residencia de Pau, que desde entonces se convirtió en sede de los reyes de Navarra, ya que así continuaron titulándose en virtud de los territorios de la Baja Navarra. Desde esta sede bearnesa, Juan y Catalina vieron poco después cómo Fernando el Católico castellanizaba las tierras de Ultrapuertos, cuando en el año 1514 organizó la administración del estado de la Baja Navarra y los bajonavarros se sometieron a Fernando en las Cortes de Huarte del 31 de octubre, jurándole fidelidad como rey de Aragón y de Navarra.
Tras la muerte, el 23 de enero de 1516, de Fernando el Católico, Juan de Albret y Catalina solicitaron al Vaticano la anulación de la bula de excomunión que pesaba sobre ellos y que había servido a Fernando para anexionar Navarra a Castilla, pero este nuevo intento de restauración de la Monarquía navarra también fracasó.
El 17 de junio de 1516 falleció en Pau Juan de Albret, tras treinta y dos años de reinado junto a su esposa Catalina. A pesar de que en su testamento disponía que su cuerpo fuera enterrado en la catedral de Pamplona, principal panteón regio desde el siglo xii, la Familia Real tuvo que usar el panteón de sus antepasados los vizcondes de Bearne, edificado en la catedral románica de Lescar de la ciudad de Pau.
La historiografía dedicada a la dinastía Foix-Albret define el perfil humanístico y político de Juan de Albret.
Por una parte, se destaca en él su faceta cultural y literaria a través de la creación de sus bibliotecas en Olite y en Orthez; su carácter afable, cortés y benigno con todos sus súbditos; su espíritu caritativo y su religiosidad, a pesar de que él y su familia fueron acusados por Castilla de heterodoxos. Sin embargo, no se elogia en él su actuación como Rey, pues, siguiendo a Alesón, la afabilidad del Monarca le hacía menospreciado de muchos y amado de pocos, por más que procuraba ganarse el respeto de todos con la representación de su majestad. Boissonnade subraya la falta en el Rey de la energía de carácter, la firmeza de ideas, la actividad política y la penetración de espíritu que, por encima de cualquier otra condición se necesita en un jefe de estado. En el mismo sentido, José María Lacarra afirma que, aunque Catalina se manifestaba con más energía y más talento, ninguno de los dos dio especiales muestras de energía ni de talante organizado, inspirando más afecto que respeto. Además, mostraban más interés por los estados de Bearne, donde se sentían más en su ambiente, nombrando con frecuencia servidores de confianza extranjeros, con protesta de las Cortes navarras.

Bibl.: L. Cadier, Les états de Béarn depuis leur origines jusqu’au commencement du XVI siècle, Paris, Imprimerie Nationale, Picard, 1888; J. de Moret, Anales del Reino de Navarra, t. VII, Tolosa, Est. Tipográfico de E. López, 1891; A. Campión, “La excomunión de los últimos reyes legítimos de Navarra”, en Boletín de la Comisión de Monumentos de Navarra, XII (1921), págs. 116-120, 181-184 y 249-255; R. Anthony y H. Courteault, Les testaments des derniers rois de Navarra, Toulouse-Paris, Edouard Privat, 1940; M. Sáez Pomés, “Enrique de Labrit, último Príncipe de Viana”, en Revista Príncipe de Viana, 6, n.º 21 (1945), págs. 565-592; P. Boissonnade, La conquista de Nabarra en el panorama Europeo, t. I, Buenos Aires, Editorial Vasca Ekin, 1956; La conquista de Nabarra, t. II, Buenos Aires, 1957; J. Laprade, Le Chateau de Pau, Pau, Marrimpouey, 1967; J. M. Lacarra, Historia Política del Reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, vol. III, Pamplona, Aranzadi, 1973; C. Samoyault-Verlet, La chateau de Pau, Paris, 1979-1980; P. T ucoo-Chala, Histoire de Béarn, Pau, 1980; La principauté de Béarn, Pau, Société Nouvelle d’Éditions Régionales et de Diffusion, 1980; J. Perot, Musée National du Chateu de Pau, Paris, Réunion des Musées Nationaux, 1984; L. J. Fortún (dir.), Sedes Reales de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1991; J. del Burgo, Historia General de Navarra. Desde los orígenes hasta nuestros días, t. II, Madrid, Rialp, 1992; C. Juanto Jiménez, La Merindad de Sangüesa. Estudio histórico y jurídico, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1996; Á. Adot Lerga, Juan de Albret y Catalina de Foix o la defensa del Estado navarro (1483- 1517), Iruñea, Pamiela, 2005.

Catalina de Navarra. 

Aldo  Ahumada Chu Han 


?, 1468 – Mont-de-Marsan (Francia), 12.II.1517. Reina de Navarra y señora de Foix y Bearn.

Catalina y su esposo Juan de Labrit o Albret fueron los últimos reyes de Navarra y bajo su reinado (1483- 1512) se produce la incorporación del reino de Navarra a la Corona de Castilla.

Hija de Gastón de Foix y de Magdalena de Francia, príncipes de Viana, y nieta de Leonor, reina de Navarra, y de Gastón de Foix. Catalina pertenece a la dinastía de Foix, casa francesa extraña al reino de Navarra, cuyo origen se remonta al siglo xi y cuyos dominios se extendían por los condados de Bigorre y Foix, y vizcondados de Bearn, Marsan, Gavardan y Nébouzan, Couserans y una parte de Comminges, Tursan, Andorra y vizcondado de Castelbon. Por todos estos territorios, salvo por el de Bearn, los Foix estaban sometidos a la soberanía del rey de Francia quien ejercía una enorme influencia y presión sobre los reyes de Navarra como medio de mantener abierta esta puerta a España.
 A la muerte de Juan II, los reinos de Castilla y Aragón se unieron con el matrimonio de los Reyes Católicos y Navarra pasó a depender de la dinastía de Foix. El reino vino a recaer en Francisco Febo, hermano de Catalina, cuando contaba con tan sólo once años de edad. Francisco Febo fue coronado en la catedral de Pamplona el 9 de diciembre de 1481 y la regencia fue ejercida por su madre Magdalena de Francia, hermana de Luis XI, que entonces contaba treinta y seis años. Su principal consejero era su cuñado, Pedro de Foix, que había hecho la carrera eclesiástica al amparo de Luis XI, pero que estaba dispuesto a pasarse al servicio del rey Fernando si así convenía a sus intereses.
 Navarra se encontraba en este momento sumida en los enfrentamientos de las principales familias del reino, agramonteses y beaumonteses, manejados éstos por Fernando el Católico, y apoyando aquéllos al rey navarro. Pero la estancia y el reinado de Francisco Febo en Navarra fue muy breve, ya que regresó rápidamente a sus estados de Bearn a comienzos de 1482, donde prestó juramento cumplidos los quince años, y muy poco después, el 30 de enero de 1483 fallecía en el castillo de Pau. Aquí, en el señorío de los Foix es donde Catalina pasó sus primeros años de niña junto a su hermano el rey de Navarra, y la regente, su madre Magdalena. 
Sin embargo, la infancia de Catalina se truncó muy pronto, ya que sucedió a su hermano en el trono de Navarra y en los señoríos de Foix y Bearn con tan sólo trece años de edad. Coincidió el inició de la soberanía de la reina Catalina en Navarra con una nueva etapa de agitaciones que dio paso a que los reyes de Francia y de Castilla se entrometieran de nuevo en los estados de la Casa de Foix. La perspectiva de una larga minoría iba a poner en guardia a los dos monarcas vecinos, cada uno recelando del otro, y ambos prestos, al parecer, a una intervención armada si era preciso.

Su reinado en Navarra se desarrolló entre los años 1483 a 1512 atravesando distintas etapas: la primera de ellas la que abarca desde su acceso al trono en el año 1483 en la que se ocupa de la regencia su madre Magdalena y en la que se entablan las negociaciones para la elección de esposo; la segunda etapa en la que Catalina contrae matrimonio con Juan III de Albret —o de Labrit, como le llaman los documentos navarros— en el año 1486 y reinan desde sus señoríos franceses encargándose del gobierno del reino su suegro Alain de Albret, hasta la llegada a sus dominios navarros y su coronación en Pamplona en el año 1494; y una tercera, y última etapa de reinado efectivo de Catalina y su consorte Juan de Albret, en la que desde el año 1494 y hasta el año 1512, se producen los acontecimientos más importantes de este problemático reinado entre los que cabe destacar una profunda transformación de la Administración del reino, la expulsión de los judíos en el año 1498, y muy especialmente el suceso más relevante del reinado consistente en la incorporación del reino de Navarra al reino de Castilla en el año 1512 y el consiguiente traslado de los últimos reyes de Navarra a sus dominios franceses desde donde su sucesor e hijo Enrique de Albret pretendió recobrar el trono de sus padres.
El reinado de Catalina en Navarra y su dominio en el señorío de los Foix comenzó con la intervención de Magdalena, quien se apresuró a que su hija fuese reconocida en 1483 como heredera en estos territorios, primero por los estados de Bearn, que no se habían disuelto desde que prestaron juramento a Francisco Febo, y que lo renovaron en los mismos términos para su hermana; luego por los de Bigorra y Foix.

En Navarra fue proclamada por las Cortes de 10 de febrero de este mismo año reconociéndola como su reina legítima y aceptando los poderes del cardenal de Foix como lugarteniente del reino. Su acceso al trono no estuvo exento de conflictos, al igual que su posterior matrimonio con Juan de Albret.
Como señala José María Lacarra, nadie dudaba, ni en Castilla ni en Navarra, de los derechos que asistían a Catalina, pues había una larga tradición de gobierno por mujeres, y de la transmisión de derechos sucesorios por línea femenina. Sin embargo, aunque Fernando apoyó a Catalina, al igual que Luis XI de Francia, en la Corte castellana hubo gran alarma, pues se temía que el rey de Francia aprovechara la oportunidad para exigir a su hermana, la princesa de Viana, la entrega de alguna fortaleza, o tal vez de todo el reino.
El asunto de Navarra era de tal gravedad, que requería la utilización de todos los resortes: de una parte se iniciaron las gestiones matrimoniales con Catalina, que se había convertido en una de las novias más ricas de Europa; de otra se aproximaron tropas a la frontera en previsión de acontecimientos, y sin duda para llamar la atención de la Regente. En cuanto a las negociaciones matrimoniales, tanto los grupos sociales navarros de agramonteses y beaumonteses, como los monarcas de Francia y Castilla intentaron intervenir en la elección de esposo para la joven reina. Así, los Reyes Católicos propusieron la candidatura de su hijo primogénito Juan y lograron el apoyo de los gobernadores del reino de Navarra y de las Cortes agramontesas y beaumontesas que exigieron la presencia de la Reina en las tierras navarras.

El matrimonio de Catalina con el infante Juan era bien visto en Navarra, pues suponía la unión de ambos reinos y el final de la intervención castellana en las luchas civiles de los navarros que comenzaron negociaciones con Fernando el Católico. Pero si todos los navarros se mostraron unánimes en apoyar el matrimonio castellano, no era el mismo ambiente que dominaba en la Corte de Pau. Catalina y su madre temían enemistarse con Luis XI, quien autorizaba varios matrimonios para Catalina: Carlos, conde de Angulema (padre de Francisco I); el príncipe de Tarento, hijo de María de Foix, y primo de Catalina, como primogénita que era su madre de Gastón IV y Leonor; y Juan, vizconde de Tartas, e hijo de Alain, señor de Albret. La guerra por el candidato para casar a Catalina estaba en su apogeo y en estas circunstancias es cuando fallecía el 30 de agosto de 1483 Luis XI y la Regente y sus consejeros se apresuraron a acelerar el matrimonio de Catalina con Juan de Albret, cumpliendo sin duda indicaciones de Luis XI. 
El nuevo rey de Francia, Carlos VIII, propuso y ordenó a los estados de Bearne, Bigorra, Marsan, Gabardan y Foix como esposo de Catalina a Juan de Albret oponiéndose al candidato castellano y amenazando a Catalina de despojarle de sus tierras. Frente a esta presión, Magdalena tuvo que ceder y el 16 de febrero convocó en Pau a los tres estados de la Casa de Foix (Bearne, Bigorra, Foix, Gabardan, Marsan y Nébouzan), y el clero y la mayor parte de la nobleza se inclinó por Juan de Albret. Pero Magdalena no había dirigido consulta alguna a las Cortes de Navarra, que ya se habían adelantado a propugnar la candidatura castellana y se sintieron decepcionadas por la elección de un monarca francés para el gobierno de Navarra. Sin embargo, el matrimonio de Catalina y Juan estaba ya decidido y para Navarra se anunciaba una larga minoría.
Juan de Albret sólo tenía siete años, y Catalina le doblaba en edad. La unión de los Estados de Albret a los de Foix no sólo reforzaría el poder de sus reyes, sino que serviría para aumentar las diferencias ya existentes dentro de sus dominios, en cuyo conjunto la participación de Navarra quedaba reducida. Los contratos matrimoniales fueron formalizados el 14 de junio, y poco después el matrimonio era solemnizado en la catedral de Lescar. Carlos VIII comunicó a los estados de Navarra, Bigorra, Foix y Bearn su aprobación al matrimonio ya realizado. Fernando el Católico daba amplios poderes al conde de Cardona para negociar con el señor de Albret.
Así pues, Catalina contrajo matrimonio en 1484 con el candidato Juan III de Albret, hijo de Alain de Albret. Fueron sus hijos: Juan, Andrés Febo, Martín Febo, Bonaventura, que murieron niños, y Enrique, nacido en Sangüesa el 26 de abril de 1503 y que tomó el nombre de rey de Navarra y casó con Margarita, hermana de Francisco I de Francia. Otros hijos fueron: Carlos, muerto en el sitio de Nápoles en el año 1528; Ana, casada con el conde de Cándala; Isabel, casada con Renato, vizconde de Rouen; Catalina, casada con el duque de Brunswick; Quiteria y Magdalena que fueron monjas. Juan III tuvo un hijo natural, llamado Pedro de Labrit, que fue obispo de Comminges (Francia).

La unión del reino de Navarra con los estados de la Casa de Foix, y desde ahora con los de la Casa de Albret (Gascuña, Périgord y Limousin), más que de refuerzo sirvió para aumentar sus peligros. Se trataba de estados con instituciones muy diversas, celosos de sus usos y costumbres, que tendían a restringir la autoridad de sus príncipes. Los Reyes residían habitualmente en Bearn, donde se hallaban más en su ambiente, y se sentían soberanos frente al rey de Francia, pero la autoridad de los reyes de Navarra estaba mediatizada por la de sus poderosos vecinos, los reyes de Francia y Castilla a quienes quedaron sometidos tras un largo camino de intrigas y violencias que partían de ambas monarquías. Además, en Navarra las luchas internas comprometieron la paz general durante años y la encarnizada guerra de sucesión de las Casas de Foix y de Bretaña comprometió de tal manera a los intereses de los reyes de Navarra que éstos acabaron dominados por el rey de Francia.
En el año 1491 Juan de Albret alcanzó la mayoría de edad, prestó juramento ante los Estados de Bearn y se consumó su matrimonio con Catalina, pero los Soberanos —pese a las insistentes peticiones de las Cortes para que conocieran a sus naturales y juraran los fueros— continuaron residiendo fuera del reino, hasta que una tregua de los beaumonteses, conseguida por mediación de Fernando el Católico, les permitió entrar en Pamplona y ser coronados en Pamplona enel año 1494. En efecto, el 15 de octubre de 1491, el estado de Bearn, juntamente con los representantes de Foix, Bigorra y Nébouzan, juró fidelidad a Catalina y Juan de Albret.
Uno de los propósitos de su reinado fue la reforma y modernización de la administración para reforzar el poder monárquico, en sintonía con la actuación de los soberanos vecinos. Para ello comenzaron por elevar a los puestos de mayor responsabilidad a personas de su confianza tratando de poner fin al reparto entre los bandos y al monopolio que ejercían algunas familias.

Introdujeron cambios en el Consejo Real (1494 y 1503), configurado como tribunal supremo, y en la Cort y Cámara de Comptos. Intentaron la reforma del real patrimonio (1494 y 1501) y de las formas de contribuir en las ayudas graciosas (1479-1511), para dotar a la Monarquía de recursos más estables, así como la reforma y unificación de fueros (1511) y la modificación del carácter de Hermandad. Sin embargo, la administración del reino adolecía de serias dificultades, ya que precisamente cuando a finales del siglo xv todas las monarquías fortificaban su autoridad frenando la actuación de los cuerpos deliberantes y aumentando la de los cuerpos consultivos, cada vez más especializados, acreciendo sus recursos financieros y el volumen de sus ejércitos permanentes, los monarcas navarros veían limitada su autoridad por el poder que iban adquiriendo las Cortes, sus recursos económicos eran muy reducidos e inseguros, y el ejército permanente de un valor puramente simbólico. 
El reparto de oficios se hacía más teniendo en cuenta la parcialidad del agraciado, en la que se fiaba la lealtad, que en la competencia y eficacia en la función. Por ello los proyectos de reforma administrativa no llegaron a formalizarse, aunque si bien es cierto que ello se debió en buena medida, a la oposición de la nobleza y de algunas buenas villas, particularmente del bando beaumontés, manifestada en las Cortes.
La Liga de Cambray negociada en 1508 proporcionó a los navarros un año de relativa tranquilidad, rota por una nueva ofensiva del rey francés que, a través del Parlamento de Toulouse, decretó la confiscación de los bienes de la Casa de Foix. Por ello los Estados de Bearn —y las Cortes navarras en su apoyo— pusieron al país en pie de guerra, pero no se llegó al enfrentamiento armado, ya que los asuntos de Italia distrajeron la atención francesa hacia ese escenario. En los años siguientes y en este escenario internacional, los reyes de Navarra lograron salvar su independencia merced al antagonismo entre los reyes de Francia y de España. Pero esta independencia se truncó en el breve plazo de dos meses, de junio a julio de 1512.

Fernando el Católico, que había celebrado un tratado de alianza con Catalina, aprovechó la primera coyuntura que se presentó para romperlo, y durante las diferentes guerras de partido que asolaron el territorio navarro guardó una actitud reservada, pero en 1510 sus propósitos ya no fueron un secreto para nadie y menos para los reyes de Navarra, que por tal motivo estrecharon cada vez más su amistad con Francia, a la sazón enemistada con el papa Julio II.
En la Santa Liga que se había acordado el 4 de octubre de 1511 entre el Papa, el rey Católico, el dux de Venecia y Enrique VIII de Inglaterra, para arrojar a los franceses de Italia, los reyes navarros se esforzaron por mantenerse al margen, pero tampoco tomaron partido contra la Santa Liga a petición de Luis XII y el emperador Maximiliano, por lo que el rey francés arremetió con abierta hostilidad contra la Casa de Albret. En marzo de 1512 Fernando el Católico declaró la guerra a Francia y se apresuró a negociar con los reyes de Navarra, pero los reyes dilataron las negociaciones y Fernando volvió a sus habituales tácticas de intimidación. El 11 de abril murió en la batalla de Rávena Gastón de Foix y desde este momento Francia ya no tuvo ningún interés en defender los derechos de Gastón a la herencia de Foix que pasaron a su hermana Germana, esposa de Fernando el Católico.
Ante esta nueva situación los reyes de Navarra negociaron simultáneamente con los dos con la esperanza de firmar con ambos países tratados simplemente defensivos que asegurasen su neutralidad.

Fernando endureció su actitud contra Navarra insistiendo en el peligro de una alianza entre Francia y Navarra y presentándose como defensor de la Santa Sede. A este fin se había dirigido al Papa para que le enviara dos bulas: una de indulgencia plenaria para quienes tomaran parte en la guerra; otra para publicar en Bearn y en Navarra excomulgando a quienes ayudaran al rey de Francia. Fernando de momento no dio publicidad a las bulas pontificales, antes al contrario, procuró atraerse a los navarros y trató de convencerles de que su alianza les convenía más que la de los franceses, los que, por su parte, no descuidaban tampoco el cultivo de una amistad que tan útil les podía ser. 
El acercamiento entre Francia y Navarra parecía ahora la única salida posible para ambos reinos y quedó sellado por el tratado de Blois de 18 de julio de 1512, estipulándose, además, el matrimonio de su hijo Enrique, príncipe de Viana, con la hija menor de Luis XII de Francia. Enterado Fernando de semejante proyecto, reclamó la confirmación de la paz entre ambos estados y la entrega de algunas plazas fuertes navarras como garantía de que Juan de Albret y Catalina no permitirían el tránsito de tropas francesas contra el aragonés mientras durase el conflicto franco-castellano.
Los monarcas navarros confirmaron los tratados de paz, pero se negaron a entregar las plazas solicitadas; Fernando el Católico dio publicidad a la bula pontificia y poco después ordenó al duque de Alba que entrase en Navarra. Pocos días después capitularon las principales ciudades y villas del reino. El día 31 de julio Fernando dio un “Manifiesto” en el que explicaba la ocupación de Navarra como medida necesaria para la empresa de Guyena, cumpliendo los acuerdos de la Santísima Liga. A finales de agosto decidió tomar el título de rey de Navarra por derecho de conquista. Los reyes de Navarra, Juan y Catalina, impotentes para defenderse, abandonaron Pamplona y se refugiaron en Lumbier para pasar después a Francia, a sus señoríos de Bearn primero, Marsán más tarde. Sus repetidos esfuerzos para recuperar el trono perdido fueron inútiles. El primero en octubre de 1512, por el rey don Juan en persona, o con tropas integradas por navarros y franceses, pero entre las que iban también alemanes y albaneses tomados a sueldo.
En marzo de 1516 nueva tentativa de recuperación, acaudillada por el mariscal Pedro de Navarra, que fue vencido y hecho prisionero. Mientras tanto las fuerzas de Fernando el Católico se apoderaban de la capital del reino y de toda la Navarra española, que desde entonces pasó a aumentar sus dominios. El virrey castellano Diego Fernández de Córdova reunió las Cortes de Pamplona el 23 de marzo de 1513, donde juró los fueros en nombre de Fernando el Católico, que fue aclamado rey de Navarra. Poco más tarde, en julio de 1515, se hizo la incorporación del reino de Navarra a la Corona de Castilla en Cortes reunidas en Burgos El 17 de junio murió Juan de Albret y el 12 de febrero de 1517 Catalina, que fue enterrada en la catedral de Lescar; el sucesor, su hijo Enrique de Albret, pretendió recobrar en alguna ocasión el trono de sus padres.

Bibl.: m. sáez pomés, “Enrique de Labrit, último Príncipe de Viana”, en Revista Príncipe de Viana, 6, n.º 21 (1945), págs. 565-592; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, t. I, Madrid, Revista de Occidente, 1968, págs. 781- 782; J. M. Lacarra, Historia Política del Reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, vol. III, Pamplona, Aranzadi, 1973; J. Gallego Gallego, “Catalina”, en VV. AA., Gran Enciclopedia de Navarra, t. III, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1990, págs. 209-211; J. del Burgo, Historia General de Navarra. Desde los orígenes hasta nuestros días, t. II, Madrid, Rialp, 1992; Á. Adot Lerga, Juan de Albret y Catalina de Foix o La defensa del Estado navarro (1483-1517), Iruñea, Pamiela, 2005.

 


21.-Enrique I de Albret 1522-1555 Rey de Navarra como Enrique II



Aldo  Ahumada Chu Han 

Enrique II de Navarra (Sangüesa, en la casa de los Sebastianes, 25 de abril de 1503 - Hagetmau, 25 de mayo de 1555) fue rey de Navarra en la Baja Navarraa​ desde 1530 hasta su muerte, copríncipe de Andorra, conde de Foix, de Périgord, de Bigorra, señor de Albret y vizconde de Bearn, Tursan, Gabardan, Tartas y Limoges.

Enrique II de Albret. Enrique II de Navarra. Señor de Foix, Bearn y Albret. Sangüesa (Navarra), 25.IV.1503 – Hagetmau (Francia), 25.V.1555. Príncipe de Viana, heredero de los reyes de Navarra.

Fue el hijo y heredero de los últimos reyes de Navarra, Catalina de Foix y Juan de Albret, se tituló Enrique II de Navarra en base a la posesión de la Baja Navarra o Ultrapuertos, merindad histórica de Navarra y actual departamento administrativo del sur de Francia.

Enrique de Albret nació en el año 1503 en Sangüesa (Navarra), donde residían sus padres, Catalina de Foix y Juan de Albret, en la Rúa Mayor, en la casa de Juan Sebastián, un comerciante y prestamista de los reyes. El 28 de abril Enrique fue bautizado en la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa por el obispo carmelita y confesor real, Gracián, y fueron sus padrinos dos peregrinos alemanes que se encontraban en Sangüesa camino de Santiago de Compostela, llamados Enrich y Adán, por ello se le puso el nombre de este primer peregrino, Enrique. Esto debía de ser costumbre de la época o de la Casa Real de los Albret, pues su hermana Ana, nacida en Pau en el castillo de su madre, tuvo también dos padrinos peregrinos, y de origen alemán. Enrique tenía cinco hermanas y seis hermanos, que fallecieron de niños o de adolescentes casi todos, y viviendo en su tiempo: Ana (1492-1532), administradora del vizcondado de Bearne; Catalina (1495-1534), abadesa del convento de la Trinidad en Caën; Quiteria (1499-1532), abadesa del convento de Prouille; Carlos (1510-1528) e Isabel (nacida en 1513), condesa de Rohan. Sus hermanos mayores habían fallecido antes de su nacimiento, en el año 1496, Juan, y en el año 1503, Andrés Febo. Quedó así Enrique como primogénito y heredero universal de los reyes de Navarra según testamento redactado en Pamplona el 25 de junio de 1504, y en consecuencia, pasó a la historia como príncipe de Viana en cumplimiento de lo dispuesto por Carlos III el Noble al instituir el principado el 20 de enero de 1423: “que de allí en adelante los primogénitos de Navarra tuviesen estado conocido y propio, con título de Principado.” 

El título de príncipe de Viana lo habían ostentado antes de Enrique, el primer príncipe, Carlos (nieto de Carlos III el Noble), y Gastón de Foix (abuelo materno de Enrique) y Catalina de Foix, princesa de Viana (madre de Enrique). De esta manera se convierte Enrique en el tercer príncipe de Viana, pero también en el último propiamente navarro, ya que tras la incorporación del Reino de Navarra al Reino de Castilla, al heredero de la Corona española le correspondería, además del título de príncipe de Asturias, el de príncipe de Viana.

Los primeros años de Enrique de Albret transcurrieron en los castillos navarros de Pamplona, Olite, Tudela y Sangüesa en cuya villa creció junto a Francisco de Javier. Con motivo del inicio de la conquista de Navarra por Fernando el Católico en el año 1512, Enrique dejó la Corte navarra y fue trasladado por sus padres a los estados del Bearne y desde aquí a la corte de París junto a su primo Francisco I y su tía María Luisa de Saboya, la reina madre, con el fin de completar su educación y ganarse su amistad para ayudarle en la recuperación del reino de Navarra. Tras el fallecimiento de Juan de Albret en el año 1516 y de la reina Catalina en el año 1517, el joven príncipe de Viana tuvo que hacer frente como sucesor a los delicados problemas políticos que en esta época afectaban a sus dominios. Pero su madre había dejado dispuesta la tutela de Enrique en manos de su abuelo paterno Alain de Albret, quien según la documentación de la época educó a su nieto en el arte de gobernar el pueblo bearnés y bajo-navarro con energía, sentido político y nobleza. 

Las dificultades que se vertieron sobre el gobierno de Enrique de Albret comenzaron con el ejercicio de su tutela ya que Francisco I presionó sobre el derecho de Alain de Albret, pero los Estados de Bearn, reunidos en Lescar aceptaron a Alain como regente y administrador de los dominios de su nieto y juró el cargo como tutor de Enrique. Sin embargo, Francisco I mantuvo a su lado al príncipe como prenda y solicitó la entrega de sus hermanas, de tal manera que la Casa de Albret se convirtiera en súbdita del monarca francés. En el año 1522 falleció Alain de Albret y Enrique pudo sumar a la herencia, ya mermada, de sus padres las posesiones de la Casa de Albret o Labrit. En el año 1524, Enrique acompañó a Francisco I en la guerra contra Italia, cayendo prisioneros ambos en la batalla de Pavía del 24 de febrero de dicho año.

A pesar de las negociaciones del año 1504, de los reyes don Juan y doña Catalina, con Fernando el Católico, prometiendo a Enrique en matrimonio con Isabel, hija segunda de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso; y a pesar, también de las gestiones del año 1517 de doña Catalina con Carlos V para casar a Enrique con la archiduquesa Leonor de Austria, el príncipe navarro aceptó en matrimonio (4 de enero de 1527, Saint-Germain-en-Laye) a la hermana del rey de Francia, Margarita de Angulema (1492-1549), duquesa viuda de Carlos IV de Alençon. Con motivo de este matrimonio, Francisco I nombró a su cuñado Enrique su lugarteniente general en el gobierno de Guyena (29 de agosto de 1529), convirtiéndose en una especie de virrey de Aquitania, y posteriormente gran almirante de Francia (27 de febrero de 1544).

 A Margarita, once años más joven que Enrique, se la describe como mujer de carácter culto y refinado, dedicada por completo a la vida poética y literaria. Poetisa y escéptica como la calificó el conde de Rodezno, en el círculo literario de Lyon; la reina de la Navarra de Ultrapuertos, fue la protectora de las letras y de muchos escritores europeos. Margarita, dedicó también sus esfuerzos al reformismo religioso apoyando la reforma de la Iglesia dentro del movimiento católico europeo del siglo xvi del humanismo renacentista. Conoció bien a Erasmo, se relacionó con los reformadores más importantes alojando en su corte de Nerac a Lefèvre y a Roussel. De ella se dijo que nunca compartió los intereses de su esposo y prefirió siempre defender los de su hermano Francisco I.

Uno de los conflictos matrimoniales que más alteró la vida de Enrique y Margarita fue el problema religioso que influyó en el rumbo de los acontecimientos promovidos por Enrique en su intento de recuperar la Navarra española y que afectó a la imagen histórica de los Albret. Este problema, que, por otra parte, no es más que una manifestación del problema religioso que vivía Europa en el siglo xvi, consiste en la divergencia religiosa del matrimonio, el catolicismo de Enrique y la simpatía de Margarita hacia el protestantismo. Esto desencadenó una cruenta guerra de religión en el Bearne y en la Baja Navarra bajo el reinado de su hija, Juana de Albret (nacida el 16 de noviembre de 1528), educada siempre lejos de sus padres y única heredera al fallecer su hermano, el primogénito.

Otra de las discrepancias matrimoniales de Enrique y Margarita consistió en los proyectos matrimoniales para su hija Juana. Margarita obligó por la fuerza a la princesa Juana a casarse en 1545 con el duque de Cléves para servir los intereses de Francisco I, pero el papa Pablo III declara nulo el matrimonio. El proyecto matrimonial de Enrique para su hija Juana está pensado para Felipe II de Castilla con el fin de que su hija alcanzara el reinado de España y de Navarra reconciliando de esta manera los intereses castellanonavarros y reuniendo a la Navarra dividida. Pero después de una serie de complicados trámites, Juana se unió en matrimonio en el año 1548 a Antonio de Borbón, duque de Vendôme y jefe de la Casa de Borbón. De esta unión de Juana de Albret y Antonio de Borbón, nació en el castillo de Pau, el 14 de diciembre de 1533, el futuro Enrique III de Navarra (de la Baja Navarra) y IV de Francia, al que su abuelo Enrique II conocerá tan sólo dos años.

Los monarcas no residían en la misma corte. Margarita prefirió Nerac, y Enrique amaba el castillo de Pau, sede preferida también por su madre Catalina de Foix. Nerac (actualmente departamento de Lot y Garona) fue el lugar privilegiado de residencia de los Albret que construyeron el castillo sobre las ruinas de una antigua fortaleza carolingia. Aquí, en Nerac, Margarita creó un centro intelectual y religioso, donde habitualmente residían filósofos, poetas y artistas.

Por lo que respecta a la trayectoria política de Enrique de Albret y al gobierno de sus dominios, el príncipe apareció muy pronto actuando en el reino de Navarra, presidiendo las Cortes de Pamplona de diciembre de 1504 y con posteridad gobernando el reino navarro como lugarteniente general en el Consejo Real. Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico y al suceder a sus padres, Enrique dirigió la vida administrativa y política de la Baja Navarra o Ultrapuertos, el Bearne y Foix, titulándose Enrique II de Albret y II de Navarra. En estos momentos difíciles de incorporación de Navarra a Castilla, la principal actuación de Enrique consistió en la recuperación del reino de Navarra. 

Así, tras varios intentos en los que su villa natal, Sangüesa, siempre le demostró lealtad y fidelidad, la decisiva batalla de Noain de 30 de junio de 1521 terminó con las esperanzas de Enrique de recuperar la Navarra peninsular. En los meses siguientes se sucedieron episodios de enfrentamientos entre castellanos y agramonteses navarros y tras la rendición de Amayur, el 19 de julio de 1522, el emperador Carlos V llegó a Pamplona con la intención de instalar su residencia en la ciudad para mejor dirigir las operaciones contra Francia. Desde aquí se organizó una expedición para castigar Bearne y otras posesiones de Enrique de Albret: Sordes, Hastingues, Bidache, Mauleón, Navarrenx, Sauveterre, Olorón y la plaza fuerte de Fuenterrabía se rindieron a los castellanos. El Emperador, tras haber concedido, en diciembre de 1523, un perdón parcial a los navarros fieles a su dinastía, concedió un perdón general el 21 de abril del año 1524.

Desde este momento en que se hizo evidente la incorporación de Navarra a Castilla y los intentos de recuperación del reino navarro se hicieron imposibles, Enrique organizó la vida político-administrativa de la Navarra de Ultrapuertos, es decir, del territorio que históricamente había conformado en el reino navarro la sexta merindad al otro lado del Pirineo, y que tras la integración del reino navarro peninsular en la monarquía española, su suerte permanecía indecisa al quedar estas tierras olvidadas provisionalmente por el emperador Carlos V. Así, este pequeño apéndice navarro en Francia se mantuvo en manos de Enrique II de Albret hasta que en el año 1525 en que Carlos V recuperó el dominio del territorio. Pero la restauración del gobierno castellano en Ultrapuertos sólo se mantuvo hasta septiembre de 1527 cuando la nobleza bajonavarra tomó todo Ultrapuertos en nombre de Enrique II. 

A partir de este momento Carlos V se desentendió del gobierno de Ultrapuertos, pues aunque nada se sabe sobre la renuncia expresa del Emperador a este territorio, todo parece indicar que realmente lo que abandonó tácitamente fue el gobierno implantado de hecho por Enrique II, protegido de la Corte francesa con quien Carlos V deseaba la paz.

Desde las tierras de Ultrapuertos, Enrique de Albret intentó legitimar su trono navarro, y en base a ellas se hizo llamar Enrique II de Navarra. De esta manera, a partir del verano del año 1523, Enrique creó para sus súbditos, los navarros de Ultrapuertos, un gobierno político y una administración que imitaba la del histórico reino de Navarra, siguiendo los trabajos de Juan de Jaso, fiel y leal colaborador de los Albret e importante funcionario y político del reino de Navarra que pasó a la historia como padre de san Francisco de Javier. Así los Estados Generales se reunieron en Saint-Palais el 28 de agosto de 1523 como continuación de las Cortes de Navarra. Ante ellos Enrique juró salvaguardar los fueros, franquezas y libertades, privilegios y derechos del reino. Los procuradores de los Estados de Ultrapuertos o Baja Navarra, dirigieron la vida administrativa, financiera y política de los países, valles y villas que son del dominio de Enrique de Albret. Los diputados fueron elegidos en la Asamblea o Cour Genérale, entre los miembros de las casas más antiguas y que estén domiciliados en el lugar.

 Los Estados se reunieron dos veces al año desde 1523 a 1535, y desde esta fecha, anualmente. Distintos de los Estados Generales son las Juntas Generales (Jointes Générales) de los Estados, reuniones urgentes y rápidas, extraordinarias, de las mismas personas que integran los tres brazos de aquéllos en orden a tomar decisiones particulares y provisionales. Además, en otro orden de cosas, Enrique II de Albret creó en Saint-Palais, en 1524, la Chancillería de Navarra, alto tribunal de justicia, para juzgar en última instancia todos los asuntos civiles y criminales, y que sustituyó a la Corte Mayor del Reino de Navarra. Las merindades siguieron siendo la organización territorial del Reino de Navarra de Ultrapuertos. 

La ceca de Saint- Palais siguió acuñando moneda tras la instauración de este reino. Con esta organización de la denominada históricamente “Sexta Merindad” de Navarra, Enrique II de Albret demostraba su interés por recuperar el reino navarro, y con esta organización Navarra quedó divida en dos, la Alta, que pertenece a la Corona española, y la Baja o Ultrapuertos, dominio de Enrique en suelo francés.

Dirigiendo Enrique de Albret Ultrapuertos y gobernando sus tierras bearnesas, retomó sus pretensiones de recuperación del reino navarro peninsular, y en el año 1537 negocia con Carlos V el matrimonio de su hija, la princesa Juana de Albret con el príncipe español, Felipe, con la condición de la devolución de la Navarra española a Enrique de Albret. Pero al Consejo de Estado de Valladolid le parecen excesivas las exigencias de Enrique y se archiva el proyecto, aunque poco después el Emperador retomó el asunto y en el mes de enero del año 1548 se volvió de nuevo sobre la idea de casar a sus hijos, con la condición por parte del Emperador de no ceder nada de tierra española. Pero en febrero de este año llegó la orden de la Corte francesa de casar a Juana de Albret, retenida en dicha Corte desde niña, con Antonio de Borbón, celebrándose la boda el 20 de octubre, de prisa y sin pompa alguna. Carlos V convocó las Cortes en Pamplona que otorgan a su hijo Felipe el título de Felipe IV de Navarra. Con esta legitimación de Felipe II como rey de Navarra se zanjó definitivamente la cuestión de la pretensión de Enrique de Albret al trono navarro.

En consecuencia, Enrique vio desvanecerse su proyecto de recuperar Navarra y volver a Pamplona y se instaló en su castillo de Pau, dedicándose al gobierno de sus posesiones del Bearne. Este vizcondado de Bearne era un antiguo territorio de tradición foral regido políticamente por los Etats, que existían también en varios territorios cercanos. La sociedad bearnesa está regulada por los Fors o Fueros que Enrique ordenó imprimir en 1552 con el título de Nouveau Fors. Enrique instauró en su vizcondado la Cámara de Comptos, la Chancillería del reino y la Casa de la Moneda. El territorio lo dividió en circunscripciones militares y a tal efecto construyó la ciudadela de Navarrenx.

Desde el Bearne, y viudo —Margarita ha fallecido el 21 de diciembre de 1549 en el castillo de Odos (Bigorre)—, Enrique persistió en el deseo de recuperar Navarra y propuso en secreto al Emperador casarse con su sobrina la duquesa de Lorena, quien deberá aportar como dote la Navarra española; a cambio, el posible hijo de ambos heredará el trono, en lugar de Juana de Albret, y el rey de España contará con la ayuda de la Corte navarra para una eventual invasión de Francia. Pero una grave enfermedad de Enrique le apartó de estas nuevas pretensiones.

Enrique II de Albret falleció, a los cincuenta y dos años, el 25 de mayo de 1555 en su castillo de Hagetmau, en Las Landas, y sus restos descansaron junto con los de sus padres en la catedral de Lescar. Sus sucesores, su hija Juana de Albret y su esposo, Antonio de Borbón, continuaron con los proyectos de Enrique de reconquistar la Navarra española, suprema reivindicación de la Corte de Pau, pero en el Tratado de Paz de Cateau-Cambrésis de 3 de abril de 1559, en el que Francia devolvió a España varias plazas del norte, España no le entregó nada ya que no se cita la Navarra española.

 Por lo que respecta a la Navarra de Ultrapuertos, Antonio de Borbón negoció en el año 1557 y en el año 1558, con Felipe II y Carlos V su permuta por el Milanesado, pero el Emperador dio por finalizadas las negociaciones, ya que tras la victoria española de San Quintín de agosto de 1557, los Habsburgo ya no necesitaban para nada el dominio de los Albret de Ultrapuertos.

 A partir de entonces la historia de la Casa de Albret siguió el curso de la historia de Francia de la mano del nieto de Enrique II de Albret, hijo de Juana y de Antonio de Borbón, Enrique IV de Francia, titulado también Enrique III de Navarra, nacido en la Corte bearnesa de su abuelo, en el castillo de Pau, el 13 de diciembre de 1553.

 

Bibl.: L. Cadier, Les états de Béarn depuis leur origines jusqu’au commencement du xvi siècle, Paris, Imprimerie Nationale, 1881-1884, págs. 249-255; P. Jourda, Marguerite d’Angoulème, dúchese d’Alençon, reine de Navarre, Paris, Desclée de Brouwer, 1930; R. Anthony y H. Courteault, Les testaments des derniers rois de Navarra, Toulouse-Paris, Edouard Privat, 1940; Conde de Rodezno, Austrias y Albrets ante la incorporación de Navarra a Castilla (discurso de recepción), Madrid, Real Academia de la Historia, 1944; M. Sáez Pomés, “Enrique de Labrit, último Príncipe de Viana”, en Revista Príncipe de Viana, 6, n.º 21 (1945), págs. 565-592; “Margarita de Angulema y Enrique de Labrit en Poatú”, en Rervista Príncipe de Viana, n.º 22 (1946), págs. 55-80; “Margarita de Angulema y Enrique de Albret en Limoges”, en Revista Príncipe de Viana, n.º 23 (1946), págs. 298-305; “Margarita de Angulema y Enrique de Albret en Burdeos”, en Revista Príncipe de Viana, n.º 29 (1947), págs. 480-502; P. Boissonnade, La conquista de Navarra en el panorama Europeo, vols. II y III, Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1956 y 1957; J. Laprade, Le Chateau de Pau, Pau, André Barry, 1967; C. Samoyault-Verlet, La chateau de Pau, Paris, 1979-1980; P. Tucoo-Chala, Histoire de Béarn, Pau, 1980; La principauté de Béarn, Pau, 1980; J. Perot, Musée National du Chateu de Pau, Paris, RMN, 1985; J. L. Déjean, Marguerite de Navarre, Paris, Fayard, 1987; J. L. Orella Unzué, “Las Instituciones de la Baja Navarra (1530-1620)”, en VV. AA., Enciclopedia de Navarra, vol. V, Pamplona, Editorial Kriselu, 1989, págs. 7-39; A. Floristán Imízcoz, La monarquía española y el Gobierno del Reino de Navarra (1512- 1808), Pamplona, Gobierno de Navarra, 1991; J. del Burgo, Historia General de Navarra. Desde los orígenes hasta nuestros días, t. II, Madrid, Rialp, 1992; A. Arbeloa Muru, “La Corte protestante de Navarra (1527-1563)”, en Panorama, n.º 20 (1992), págs. 3-77; Grupo Cultural Enrique de Albret, “Celebración del V centenario del nacimiento de Enrique II de Albret ‘el Sangüesino’”, en Zangotzarra (Pamplona), n.º 8 (2004), págs. 183-189.

 


22.-Jeanne d'Albret 1555-1572 reina de Navarra como Juana III de Navarra.


Aldo  Ahumada Chu Han 

Jeanne d'Albret,
 llamada en lengua española Juana de Albret, que reinó con el nombre de Juana III de Navarra (Saint-Germain-en-Laye, 7 de enero de 1528- París, 9 de junio de 1572) fue pretendiente al Reino de Navarra y se autodenominó reina de Navarra en Baja Navarra​ con el nombre de Juana III de Navarra, condesa de Foix y Bigorra, vizcondesa de Bearne, Marsan, Tartás, y duquesa de Albret. Su hijo fue el famoso rey Enrique IV el Grande, el primer rey Borbón de Francia.
Juana III de Albret. Saint Germain-en-Laye (Francia), 16.XI.1528 – París (Francia), 9.VI.1572. Reina de Navarra.

Juana de Albret fue hija y heredera de Enrique II, rey de Navarra (1517-1555), y de Margarita de Valois.

Sus padres habían reunido extensos estados, principalmente en el sudoeste de Francia y en el Pirineo Centro-Occidental, fronterizos con España.

Entre ellos, destacaban dos, por los que se consideraban Soberanos: el reino de Navarra y el vizcondado de Béarn; sin embargo, como condes de Bigorra, Armagnac, Perigord, Rodez y Foix, vizcondes de Marsan, Nebuzan y Limoges, señores de Albret y de la tierra de Domezan, entre otros señoríos, prestaban homenaje al rey francés. El propio Francisco I había promovido en 1527 la boda de su hermana Margarita con un “roi de Navarre” que prácticamente había sido despojado de su reino en una larga guerra con los soberanos de España. En 1512, Fernando el Católico conquistó toda Navarra, que se extendía desigualmente por ambas vertientes del Pirineo: la porción meridional o “española” era casi diez veces más extensa, y mucho más rica y populosa, que la llamada “Tierra de ultrapuertos” o “Tierra de vascos” (apenas 1.200 kilómetros cuadrados). Pero Carlos I decidió de facto renunciar a la porción septentrional, abandonando la guarnición de San Juan de Pie de Puerto, lo que permitió a Enrique II de Albret-Foix titularse “roi de Navarre”.

La disputa por Navarra, en el contexto de las guerras hispano-francesas hasta 1559, y el despliegue de la Reforma en Francia condicionaron la vida de Juana desde sus primeros años. Nació en uno de los numerosos castillos-residencia de su tío, el rey Francisco I, y se crió como una princesa bajo la atenta tutela de la señora viuda de Silly y de su tía Isabel de Albret, duquesa de Rohan. Durante sus diez primeros años permaneció casi aislada en un pequeño castillo de Normandía (Lonray); y cuando empezó a negociarse su matrimonio, el Rey quiso tenerla cerca de la Corte, en Plesis-les-Tours, de la que no salió hasta los veinte años, ya casada. 
Sus padres, sin otros hijos que llegaran a edad de madurez, carecían de una capital donde residir más o menos establemente. Como era habitual entonces, Juana apenas convivió con ellos. Su madre desempeñó un papel político, religioso y cultural de primer orden en la Corte de su hermano, que la absorbió por completo. Y con su padre, el rey de Navarra, no tuvo buenas relaciones. Juana se crió bajo estrecha custodia y creció casi como un rehén, lo que forjó en ella un carácter duro. A su natural inteligencia y esmerada formación humanista, se sumaron una energía impropia de su frágil salud, y una habilidad y una constancia política que le otorgaron un papel sobresaliente en los conflictos internos de Francia, sobre todo desde su viudedad en 1562.
Los reyes de Francia decidieron sus matrimonios, que consideraron una prioritaria cuestión de estado. En definitiva, Francisco I y Enrique II de Francia procuraron asegurarse una vinculación estrecha con la casa de Navarra, casando a sus reyes con miembros inmediatos de su familia. A la postre, esta política dio sus frutos y un hijo de Juana de Albret, Enrique III de Borbón, “roi de Navarre” (1572-1610), ocupó el trono de Francia desde 1589. Por su parte, también Carlos I y Felipe II trataron de atraer a su órbita a la casa de Navarra por un doble motivo. Principalmente, porque querían así debilitar a su rival, pero también porque pretendían revalidar sus títulos sobre la porción de Navarra que gobernaban. 
 En sus tratos con Enrique II de Albret, a cambio de la boda de Juana con quien sería Felipe II o de otra alianza familiar, ofrecieron, bien la devolución de la Navarra meridional, bien una compensación equivalente. En todos estos tratos diplomáticos, la princesa Juana nada tuvo que decir, y su padre tropezó con la oposición del rey de Francia cada vez que negoció una boda “española”.
Hacia 1540 se rompieron las primeras negociaciones matrimoniales en torno a Juana de Albret. Carlos V proponía una doble boda hispano-francesa que zanjara las disputas territoriales: Felipe casaría con Juana de Albret (aportando Navarra y sus rentas desde la conquista), y María de Austria, su hermana, con el duque de Orleans, hijo de Francisco I (con la renuncia a Borgoña y a otros derechos en los Países Bajos).
El rey de Francia, sin embargo, prefirió forzar la boda de Juana con su aliado el duque de Clèves, con la condición de que no se consumara el matrimonio.
Las negociaciones se reanudaron en 1545, con un Felipe viudo de Manuela de Portugal, aunque ya con un hijo. Enrique II de Navarra obtuvo entonces el reconocimiento de la nulidad del anterior matrimonio de Juana y volvió a promover un matrimonio español que posibilitara la reunificación del reino de sus padres.
Carlos V no lo veía con malos ojos y, en las Instrucciones de Augsburgo del 18 de enero de 1548, recomendó a su heredero que eligiera una nueva esposa: bien una princesa de Francia a cambio de la restitución de Saboya, bien la princesa de Albret “con tanto que se tratase de manera que se quitase la diferencia y pretensión sobre el reino de Navarra y con medios convenientes”. El problema, como siempre, sería la oposición del rey de Francia: “Que se pudiese sacar la dicha princesa de Francia, porque aunque los franceses tuviesen de esto sentimiento, habiendo la cosa hecha, verosímilmente es de creer que lo disimularán por os ver más fuerte con lo que tiene el señor de Albret”. Todo se frustró, esta vez definitivamente, y Juana de Albret casó con Antonio de Borbón, duque de Vendôme (1548). Era el primogénito de una poderosa casa por cuyas venas corría sangre real, la más inmediata en el orden sucesorio a la Valois reinante.

A la muerte de Enrique II de Navarra (1555), Antonio y Juana III fueron jurados reyes de Navarra y se proclamaron soberanos de Béarn. El duque de Vendôme, como su suegro antes que él, trabajó por hacer efectiva la reunificación de Navarra, para lo que redobló los esfuerzos diplomáticos. Éstos fueron especialmente intensos durante los años 1558 a 1562, aprovechando las circunstancias favorables de la negociación de una paz general hispano-francesa y los problemas internos de la Monarquía de Francia, bajo las minorías regias y con las primeras tensiones religiosas.
En 1558, en la abadía de Cercamp, se reunieron las delegaciones de los reyes de Francia, Inglaterra y España para preparar una paz general. La devolución del reino de Navarra, ocupado ilegítimamente en 1512 por Fernando el Católico y “retenido” por Carlos I, fue vigorosamente reclamada por Jean Jacques de Mesmes, señor de Roissy, en nombre de los reyes Antonio de Borbón y Juana III de Albret. Aunque Enrique II de Francia la apoyaba, sus intereses prioritarios eran otros y los Reyes implicados tenían otras reclamaciones más urgentes. Al final, en la paz de Cateau- Cambrésis (1559) el de Francia devolvió Calais al de Inglaterra y Saboya al duque Manuel Filiberto (protegido por el de España), y retuvo los obispados de Metz, Toul y Verdun en Lorena que le reclamaba el emperador Fernando I. Nada se decidió sobre Navarra.

Antonio de Borbón y Juana III de Albret entendieron que se había postergado su justa reivindicación, que era idéntica a la del duque de Saboya, por animadversión de los propios delegados franceses, en concreto del condestable de Montmorency. La muerte de Enrique II abrió en Francia un período de inestabilidad en el trono, con ocasión de las minorías de Francisco II y de Carlos IX bajo la regencia de su madre, Catalina de Médicis. La división de la nobleza enfrentada por el poder propició la difusión de la reforma en su versión calvinista. En su rivalidad contra los Guisa católicos, Antonio de Borbón exploró la posibilidad de encabezar a los “hugonotes” protestantes para hacerse con el poder y, como príncipe de sangre real, incluso ocupar la regencia.
No parece que Juana III compartiera en tal medida las ambiciones políticas de su marido, del que se distanció notoriamente en estos años finales de su vida. La Reina se centró, más bien, en las cuestiones religiosas hasta convertirse en uno de los adalides de la Reforma en Francia, pero apoyó la exigencia de devolución de Navarra, o de una justa compensación equivalente con otro reino. Cuando Antonio de Borbón vio perdida la oportunidad de Cateau-Cambrésis, se dirigió directamente a Felipe II por mediación de Pedro de Albret, tío de su mujer. Pero al rey de España, que consultó con el Consejo de Estado la posibilidad de compensarle con el reino de Cerdeña u otro equivalente, no le urgía solucionar una cuestión tan delicada. Se avino inicialmente a tantear el asunto, aunque luego se negó a recibir una embajada formal, probablemente porque nunca pensó que pudiera, ni debiera, devolver Navarra.

Pero le convenía mantener una buena relación con Antonio de Borbón, que vacilaba entre el bando católico y el hugonote, y por eso los contactos se mantuvieron hasta su muerte en 1562.
Algo parecido puede decirse de Pío IV, que en 1560 aceptó el juramento de fidelidad de Antonio y Juana III con el título de “reyes de Navarra” en una ceremonia solemne en el salón de reyes en Roma.
Las protestas formales del embajador de Felipe II, que también se titulaba “rey de Navarra”, obligaron al Papa a precisar que debía entenderse sin perjuicio de los derechos del rey de España. Cuando murió Antonio de Borbón, su viuda no volvió a tratar este asunto, pero sí sus descendientes, que mantuvieron vivo un peculiar irredentismo navarrista.
Margarita de Valois (1492-1549) había confiado la educación de Juana a un destacado humanista, Nicolás de Bourbon. En la línea de Erasmo y de Lefèbre d’Etaples, quería una profunda reforma de la Iglesia bajo la dirección de Roma, pero fue perseguido y hubo de exiliarse unos años a la Corte de Ana Bolena. Juana creció en el ambiente de tensiones personales y políticas por motivos de religión que caracterizaron a Francia desde 1534. No conoció la apertura optimista y confiada que auspició su madre en la Corte de Nerac. Allí habían confluido humanistas del círculo de Meaux, como Briçonnet, Lefèvre d’Etaples, Marot y otros, con filósofos neoplatónicos y otros grupos difíciles de clasificar, como los “Libertinos espirituales”. Incluso el reformador francés Juan Calvino pasó momentáneamente antes de instalarse definitivamente en Ginebra.
Desde su adolescencia, Juana experimentó que en cuestiones de religión había que proceder con precaución, lo que casaba muy bien con su naturaleza suspicaz.
A la muerte de su madre, Juana era una princesa —según palabras del emperador Carlos V— “de buena disposición, virtudes, cuerda y bien criada”.
Casada con Antonio de Borbón, tuvo cinco hijos, de los que sólo sobrevivieron Enrique, el heredero (1553-1610), y Catalina. Todo indica que su descubrimiento de la “verdadera religión reformada” y su profunda hostilidad hacia las “supersticiones papistas” fraguaron y se manifestaron rápidamente durante los años 1550. En esta década, los obispos de Oloron, Gerardo Roussel y Claudio Regin, y los de Lescar, Santiago de Foix y Louis de Albret, introdujeron o toleraron las nuevas ideas. Los nuevos reyes de Navarra, desde 1555, protegieron la predicación del dominico Enrique de Barran en Pau, y del agustino Pedro David en Lescar, que pasan por ser los introductores de la Reforma. En 1557 y 1558 Antonio y Juana III participaron en alguna Santa Cena “al estilo de Ginebra”, lo que les valió la reconvención del rey Enrique II de Francia y del cardenal Jorge de Armagnac.

Por entonces se aprobó, en el primer Sínodo de París (1559), la Confesión de Fe y la Disciplina de la Iglesia de Francia. Probablemente la aproximación de Antonio de Borbón a la causa calvinista se debiera más a intereses políticos: despecho por su marginación del poder en la Corte y su fracaso en la recuperación de Navarra, y ambición de acceder a la regencia.
De hecho, murió en el cerco de Rouen después de haber vuelto al seno de la Iglesia Católica. Sin embargo, la actitud de Juana responde a una inquietud espiritual más sincera, aunque también condicionada por la prudencia política, de modo que no se manifiesta abiertamente hasta 1560.
El pastor protestante Nicolás Bordenave, historiador oficial de la casa de Navarra, precisó el momento de la conversión pública de Juana III:
“El año 1560, en la Cena de Navidad, la reina Juana abjuró en Pau de la religión romana e ingresó en la Reforma, después de haber hecho profesión pública de su fe y tomar el sacramento de la Santa Cena, según la forma de la dicha iglesia”. 
Pero sus relaciones y su correspondencia con Calvino habían sido intensas desde 1557, en que recibió al pastor Francçois Boisnormand enviado desde Ginebra. En 1560 acudió Teodoro de Beza, porque los reyes de Navarra parecían la punta de lanza que pudiera favorecer el triunfo de la Reforma en Francia.
La organización del Sínodo de 1563, la traducción del Nuevo Testamento al vascuence (Joanes de Lizarraga, 1571) y al bearnés (Armand de Salette), y la elaboración de unas Ordenanzas Eclesiásticas (1566) fueron promovidas personalmente por la reina Juana, ya viuda. En todo ello actuó en estrecho contacto con Ginebra:
“Os ruego que me comuniquéis cómo debo actuar a fin de abolir la idolatría de la religión”, escribió a Teodoro de Beza en 1566. 

Pero la imposición de la nueva disciplina suscitó, como en otros lugares, fuertes resistencias, principalmente entre los navarros de Ultrapuertos que veían con suspicacia el predominio de los bearneses. En 1567, estalló una gran sublevación, acaudillada por la nobleza navarra (Carlos de Luxa, los señores de Domezáin, de Armendáriz, de Echauz, etc.), que pidieron apoyo a Felipe II de España.

Se trataba de defender la religión, pero también ciertos privilegios, costumbres y libertades locales.
La revuelta enlazó con la primera guerra de religión en Francia, y Juana tuvo que aplastarla por la fuerza de las armas en 1569. Los católicos se refugiaron en la Navarra española, aunque no consiguieron implicar a Felipe II en su causa.
La reina de Navarra se convirtió, junto con Condé y Coligny, en uno de los líderes del bando hugonote.
El rey Carlos IX, para frenar su ascenso, confiscó los dominios de Juana III, lo que dio pie a la tercera guerra entre católicos y protestantes, finalizada en la Paz de Saint-Germain (1570). Para favorecer la reconciliación entre los diversos grupos aristocráticos de católicos y calvinistas, se estipuló el matrimonio de Enrique de Borbón y Margarita de Valois. El heredero de Navarra había sido educado por su madre en la religión reformada y, después de la muerte de su tío, el príncipe de Condé se convirtió en su líder natural.
Aunque Juana III no lo veía con buenos ojos, accedió al enlace y viajó hasta París. Pero se sintió repentinamente enferma y falleció el 9 de junio, sin llegar a asistir a la boda de su hijo y sin conocer la matanza de la Noche de San Bartolomé el 24 de agosto de 1572 con que la regente Catalina pensó eliminar a los hugonotes.

Bibl.: A. de Ruble, Le mariage de Jeanne d’Albret, Paris, Adolphe Labitte, 1877; Antoine de Bourbon et Jeanne d’Albret, Paris, Adolphe Labitte, 1881-1886, 4 vols.; Jeanne d’Albret et la guerre civile, Paris, E. Paul et Fils et Guillemin, 1897; V. Dubarat, Le Protestantisme en Béarn et au Pays Basque, Pau, 1900-1902, 2 vols.; T. Domínguez Arévalo, Austrias y Albrets ante la incorporación de Navarra a Castilla, Pamplona, Aramburu, 1944; N. L. Roelker, Queen of Navarre, Jeanne d’Albret, 1528-1572, Cambridge Mass., Harvard, 1968; R. J. Knecht, Francis I, Cambridge, Universidad, 1982; D. Crouzet, Les guerriers de Dieu. La violence au temps des troubles de religion (vers 1525-vers 1610), Paris, Seysell, 1990, 2 vols.; A. Floristán, La Monarquía española y el gobierno del Reino de Navarra (1512-1808), Pamplona, Gobierno de Navarra, 1991; J. M.ª O laizola, Historia del protestantismo en el País Vasco, Pamplona, Pamiela, 1993; A. Jouanna, La France du XVI siècle, 1483-1598, Paris, PUF, 1996.




23.-Henry IV de Francia 1572-1610 (hijo de Juana III) rey de navarra Enrique III


Enrique de Borbón (Pau, 13 de diciembre de 1553-París, 14 de mayo de 1610) fue rey de Navarra​ con el nombre de Enrique III entre 1572 y 1610, y rey de Francia como Enrique IV entre 1589 y 1610, primero de la casa de Borbón en este país, conocido como Enrique el Grande (Henri le Grand) o el Buen Rey (Le bon roi Henri) y copríncipe de Andorra (1572-1610).

 




                Títulos nobiliarios Franceses de la Casa de Albret.



Aldo  Ahumada Chu Han 

I.-Ducado de Albret


Vizcondado de ALBRET en Gascuña, uno de los cuatro vizcondados de los Landes, el mas al norte de todos, entre el Gabaret, el Marsan, etc. cabeza de partido de Albret, terreno arenoso, selvas llenas de liebres, de donde vienen los nombres de Leporetum Lebret, , y por corrupción Albret.

Ducado creado por rey Enrique II en 1558, á favor de Antonio de Borbon, incorporado á la corona por Enrique IV, y dado en 1651, por Luis XIV, al duque de Bouillon, en cambio de Sedan y de Raucourt. Comprendía el antiguo vizcondado de Albret, el de Tartas y algunas tierras del Condomoy y del Bazadois, su capital es Nerac; tiene además otras plazas; Casteljalou, Castelmoron, Albret y Tartas.


II.-Condado de Limoges


El vizconde de Limoges dependía del ducado de Aquitania. Se formó en el siglo X por los condes de Poitiers que desmembraron el condado de Limoges, y se extendió al sur de Haute-Vienne, al norte de Dordogne, Mareuil, Saint-Jean-de-Cole, Thiviers, Nontron en Auberoche, Hautefort, Condat-sur-Vézère y Payzac (incluido Excideuil, uno de sus castillos principales), y al oeste de Corrèze (Masseret, Salon, Pompadour, Ayen e Yssandon, incluido Ségur, su residencia principal de siglo XV).

III.-Condado de Foix




El condado de Foix comprendía el territorio alrededor de la villa homónima, surgida en el siglo IX. Entre sus anejos se encontraba el principado de Andorra, compartido con los obispos de Urgel. Por eso los presidentes de la república francesa, como herederos de los últimos condes de Foix, a través de los reyes de Francia, son co-príncipes de Andorra.


IV.-Condado de Armañac



El Condado de Armagnac fue una jurisdicción medieval gascona, cuyo nombre proviene de un jefe militar franco establecido en la región durante el Siglo V.
Obtuvo su reconocimiento como tal en el Siglo IX cuando tras la muerte en 926 de García II, duque de Gascuña, su hijo Guillermo I heredó el título de Conde de Fézensac y Armagnac y éste a su vez repartió al morir sus territorios, dejando Armagnac a su segundo hijoBernard le Louche (Bernardo I de Armagnac).
En 1140, el territorio del antiguo condado de Fézensac se reunifica en la figura del conde Géraud III d'Armagnac tras la muerte sin descendencia de Astanove II, último conde de Fézensac. A partir de ese momento las dos casas continuarán unidas con el único nombre de Condado de Armagnac.
El primer linaje de condes de Armagnac se extingue a la muerte de Géraud IV en 1215, pasando el título y las tierras a la familia Lomagne (descendientes de una hija de Géraud III).
La casa de Armagnac jugará un rol importante en la resistencia frente a las pretensiones del Príncipe Negro, buscando la revocación del Tratado de Brétigny y la reconquista de Aquitania por Carlos V de Francia. Juan I de Armagnac junto con Arnaud-Amanieu de Albret serán los abanderados en el Parlamento de la oposición de los señores gascones a las decisiones del Príncipe Negro.
Tiempo después los condes de Armagnac verían como su título era anexionado a la Corona y devuelto en varias ocasiones (en tiempos de Juan V y Carlos IV). Hasta que en 1607 lo hiciera de forma definitiva en la persona del rey Enrique IV de Francia, nieto de Enrique II de Navarra y Margarita de Angulema (casada en primeras nupcias con Carlos IV de Alençon, conde de Armagnac).


V.-Condado de Bigorra



 
Condado medieval, desde 1436 formó parte del Condado de Foix.


VI.-Condado de Périgord



El Périgord es el condado que se encuentra aproximadamente en el actual departamento francés de Dordoña

VII.-Vizcondado de Bearne



El Vizcondado de Bearne fue una entidad feudal con orígenes en la Alta Edad Media y capital en la ciudad francesa de Pau. Integrada en el Reino de Francia tras el Tratado de Verdún (843) a lo largo de la historia osciló entre la independencia y el vasallaje a distintos reinos (entre ellos Aragón, Navarra o Inglaterra), produciéndose la unión definitiva con el reino galo bajo el reinado de Luis XIII (Edicto de octubre de 1620).

VIII.-
Vizcondado de Tartás

Tartas (en occitano Tartàs​) es una población y comuna francesa, situada en la región de Aquitania, departamento de Landas, en el distrito de Dax y cantón de Tartas-Est y cantón de Tartas-Ouest.
Desde el final del siglo X, la ciudad es administrada por los vizcondes de Tartas que se suceden a principios del  siglo XIV. Por el matrimonio de la única hija del último vizconde de Tartas y de Dax, con Amanieu V, sire d'Albret, de la Casa de Albret , los títulos de los dos vizcondes pasaron a la Casa de Albret .

 

ANEXO


César Phoebus d'Albret, conde de Miossens (1614 - 3 de septiembre de 1676), fue un soldado francés, mariscal de Francia bajo Luis XIV (su primo lejano) y galán de la corte . También era primo de la marquesa de Montespan y Antonieta de Pons, marquesa de Guercheville, dama de honor de la reina María de Médici fue su abuela. Su fiel apego a Ana de Austria y al cardenal Mazarino durante la Fronda , más que cualquier talento militar, motivó su designación como mariscal de Francia (1 de junio de 1653).


 Comte de Miossens, sire de Pons, prince de Mortagne,
 souverain de Bedeilles, est un militaire français, maréchal de
France et chevalier des ordres du roi.

Biografía

Aunque en términos íntimos con el joven duque d'Enghien , sin embargo, se unió al partido de Mazarino. El 19 de enero de 1650 fue acusado de escoltar a los duques arrestados de Conti , Condé y Longueville al torreón del castillo de Vincennes . La promesa de Mazarino del rango de mariscal se obtuvo solo al precio de las presiones provocadas por las intrigas de la corte, en las que César Phoebus fue apoyado por su prima Madame de Montespan , quien pronto suplantaría a la joven Louise de La Vallière en el rey. afectos.  El título de duque siguió eludiéndolo.

Se desempeñó como mariscal de campo en el sitio exitoso de Mardyck y en Dunkerque en 1646. "Tenía entonces 39 años y había servido muy poco, nunca en ningún lugar como líder, y luego no volvió a ver la guerra", el duque de Saint -Escribió Simón en sus memorias. Se escuchó al abate d'Aumont, que había tomado un palco en la Comédie que el mariscal comandaba para él, comentar: 


"¡Un buen mariscal! ¡Nunca ha asaltado nada excepto mi palco!" 

César Phœbus d’Albret
(v. 1614 - Bordeaux, 3 septembre 1676)
Comte de Miossans, Souverain de Bedeilles, Seigneur de Pons, Prince de Mortagne
Gouverneur de Guyenne (1670)
Capitaine-Lieutenant des Gendarmes de la Garde (1651)
Maréchal de Camp (1645), puis Lieutenant-Général (1650)
Maréchal de France (1653)



Ecartelé : 1 et 4, d’azur, à trois fleurs de lys d’or ; 2 et 3, de gueules plain.

Matrimonio


Se casó el 6 de febrero de 1645 con Madeleine de Guénégaud, hija de Gabriel de Guénégaud, señor du Plessis-Belleville.

Sus hazañas en galantería son más considerables que las militares. La lista de sus conquistas es larga: Marion Delorme , Ninon de Lenclos , con quien engendró un hijo, Marguerite de Béthune-Sully , Madame d'Olone. Frecuentaba el salón de Françoise d'Aubigné , la futura Madame de Maintenon, quien decía "El mariscal d'Albret siempre ha sido mi amigo, no sé si alguna vez fue mi amante". Enviudada por Paul Scarron , se refugió en el hôtel d'Albret, donde conoció a Mme de Montespan , prima segunda del mariscal y de Bonne de Pons .(su sobrina de la familia Pons), gracias a la cual la señora de Montespan le encomendó la educación de los hijos que tuvo con Luis XIV , quien se encaprichó de la institutriz viuda.





 Límite municipal.


Castillo de Labrit , restos de un castillo de tierra y madera construido entre 1225 y 1230, constituyendo la cuna de los señores de Albret , una noble familia gascona que, desde allí, extendería su influencia a lo largo de los siglos, hasta la adhesión de Enrique IV a el trono de Francia. Este raro vestigio de la Edad Media está clasificado como monumento histórico desde 1990 


Labrit (también así en occitano) es una población y comuna francesa, situada en la región de Aquitania, departamento de Landas, en el distrito de Mont-de-Marsan y cantón de Labrit.




Señores y despues duques de Albret.



1 comentario:

  1. un dinastía reino muy poco, como reyes de navarra, al comienzo del renacimiento

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