—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

sábado, 27 de junio de 2015

343.-José Antonio Primo de Rivera y Juicio en Alicante I Biografía.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Hernandez Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán 

José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia 

(Madrid, 24 de abril de 1903-Alicante, 20 de noviembre de 1936) —conocido también como José Antonio— fue un abogado y político falangista español, primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera y fundador de Falange Española. Acusado de conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República, fue condenado a muerte y finalmente ejecutado durante los primeros meses de la Guerra Civil Española.
Su imagen fue honrada durante la contienda y el régimen franquista lo convirtió en icono y mártir al servicio de la propaganda del instaurado Movimiento Nacional. Su muerte fue silenciada en el bando sublevado durante dos años, recibiendo el apelativo de «el Ausente». Terminada la guerra, su nombre encabezó todas las listas de fallecidos de dicho bando y la inscripción «José Antonio ¡Presente!» se podía encontrar en muchas iglesias españolas. Ostentó en vida el título nobiliario de iii de marqués de Estella, con Grandeza de España.

Hijo primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera, decidió entrar en política para defender la memoria de su padre, generalmente denostada en los años del hundimiento de la dictadura y de la implantación de la Segunda República (1931).
José Antonio fracasó en su intento de obtener un escaño de diputado en las elecciones de 1931, a las que se presentó con la Unión Monárquica Nacional; pero consiguió su propósito en las de 1933, integrado en una coalición conservadora. Utilizó su escaño y las libertades democráticas del régimen republicano para lanzar un nuevo partido de inspiración netamente fascista, atraído por los modelos de Mussolini y Hitler.
Tras varios intentos fracasados, en 1933 creó la Falange Española; al año siguiente la fusionó con otro grupo de ideología similar, las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos, dando lugar a FE de las JONS. Combinando la agitación callejera (frecuentemente violenta) de sus jóvenes militantes con la propaganda política, la Falange fue adquiriendo notoriedad en la vida pública española.
Pero las elecciones de 1936, en las que no obtuvo ni un solo escaño, demostraron su escaso apoyo entre la opinión pública. Por entonces, la Falange estaba ya decididamente inclinada hacia el uso de la fuerza y el abandono de la lucha política legal, contra el ascenso del poder de la izquierda y de los nacionalismos regionales, que entendía como amenazas contra sus valores esenciales. La derrota electoral de 1936 confirmó esa tendencia y lanzó a los falangistas al pistolerismo y a la conspiración contra la República.
En aquel mismo año, el gobierno de izquierdas declaró ilegal a la Falange como responsable de desórdenes públicos, y encarceló a su jefe, José Antonio Primo de Rivera. Cinco meses más tarde tuvo lugar el golpe de Estado militar encabezado por Mola y Franco, con el que dio comienzo la Guerra Civil (1936-39). El gobierno republicano, consciente de la connivencia de la Falange con los golpistas, trasladó a José Antonio de Madrid a una cárcel más segura en Alicante, donde fue condenado a muerte por un tribunal popular y fusilado.
Los militares alzados en armas contra la República no hicieron nada por salvar la vida de José Antonio, cuya muerte en plena juventud les suministró un mito heroico ampliamente explotado en los años siguientes; al mismo tiempo, la desaparición de José Antonio eliminó del bando rebelde al único líder con carisma que podía hacer sombra a los militares, dejando el camino expedito para la conversión de la Falange en partido único del régimen (unificada con los tradicionalistas formando FET de las JONS), una Falange domesticada y desprovista de su mística revolucionaria inicial, con Franco como jefe nacional.


 Testamento que redacta y otorga José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, de treinta y tres años, soltero, abogado, natural y vecino de Madrid, hijo de Miguel y Casilda (que en paz descansen), en la Prisión Provincial de Alicante, a diez y ocho de noviembre de mil novecientos treinta y seis.

· · ·
Condenado ayer a muerte, pido a Dios que si todavía, no me exime de llegar a ese trance, me conserve hasta el fin la decorosa conformidad con que lo preveo y, al juzgar mi alma, no le aplique la medida de mis merecimientos, sino la de su infinita misericordia.

Me acomete el escrúpulo de si será vanidad y exceso de apego a las cosas de la tierra el querer dejar en esta coyuntura cuentas sobre algunos de mis actos; pero como, por otra parte, he arrastrado la fe de muchos camaradas míos en medida muy superior a mi propio valor (demasiado bien conocido de mí, hasta el punto de dictarme esta frase con la más sencilla y contrita sinceridad), y como incluso he movido a innumerables de ellos a arrostrar riesgos y responsabilidades enormes, me parecería desconsiderada ingratitud alejarme de todos sin ningún género de explicación.

No es menester que repita ahora lo que tantas veces he dicho y escrito acerca de lo que los fundadores de Falange Española intentábamos que fuese. Me asombra que, aún, después de tres años, la inmensa mayoría de nuestros compatriotas persistan en juzgarnos sin haber empezado ni por asomo a entendernos, y hasta sin haber procurado ni aceptado la más mínima información. Si la Falange se consolida en cosa duradera, espero que todos perciban el dolor de que se haya vertido tanta sangre por no habérsenos abierto una brecha de serena atención entre la saña de un lado y la antipatía del otro. Que esa sangre vertida me perdone la parte que he tenido en provocarla, y que los camaradas que me precedieron en el sacrificio me acojan como el último de ellos.

Ayer, por última vez expliqué ante el Tribunal que me juzgaba lo que es la Falange. Como en tantas ocasiones, repasé y aduje los viejos textos de nuestra doctrina familiar. Una vez más observé que muchísimas caras, al principio hostiles, se iluminaban primero con el asombro y luego con la simpatía. En sus rasgos me parecía leer esta frase: ¡Si hubiéramos sabido que era esto, no estaríamos aquí! Y ciertamente no hubiéramos estado allí: ni yo ante el Tribunal Popular ni otros matándose por los campos de España. No era ya, sin embargo, la hora de evitar esto, y yo me limité a retribuir la lealtad y la valentía de mis entrañables camaradas, ganando para ellos la atención respetuosa de sus enemigos.

A esto atendí, y no a granjearme con gallardía de oropel la póstuma reputación de héroe. No me hice “responsable de todo” ni me ajusté a ninguna otra variante del patrón romántico. Me defendí con los mejores recursos de mi oficio de abogado, tan profundamente querido y cultivado con tanta asiduidad. Quizá no falten comentadores póstumos que me afeen no haber preferido la fanfarronada. Allá cada cual. Para mí, aparte de no ser primer actor en cuanto ocurre, hubiera sido monstruoso y falso entregar sin defensa una vida que aún pudiera ser útil y que no me concedió Dios para que la quemara en holocausto a la vanidad como un castillo de fuegos artificiales. Además, que ni hubiera descendido a ningún ardid reprochable ni a nadie comprometía con mi defensa, y sí, en cambio, cooperaba a la de mis hermanos Margot y Miguel, procesados conmigo y amenazados de penas gravísimas. Pero como el deber de defensa me aconsejó no sólo ciertos silencios sino ciertas acusaciones fundadas en sospechas de habérseme aislado adrede en medio de una región que a tal fin se mantuvo sumisa, declaro que esa sospecha no está, ni mucho menos, comprobada por mí, y que si pudo alimentarla sinceramente en mi espíritu la avidez de explicaciones exasperada por la soledad, ahora, ante la muerte, no puede ni debe ser mantenida.

Otro extremo me queda por rectificar. El aislamiento absoluto de toda comunicación en que vivo desde poco después de iniciarse los sucesos sólo fue roto por un periodista norteamericano que, con permiso de las autoridades de aquí, me pidió unas declaraciones a primeros de octubre. Hasta que hace cinco o seis días conocí el sumario instruido contra mí no he tenido noticia de las declaraciones que se me achacaban, porque ni los periódicos que las trajeron ni ningún otro me eran asequibles. Al leerlas ahora declaro que entre los distintos párrafos que se dan como míos, desigualmente fieles en la interpretación de mi pensamiento, hay uno que rechazo del todo: el que afea a mis camaradas de la Falange el cooperar en el movimiento insurreccional con “mercenarios traídos de fuera”. Jamás he dicho nada semejante, y ayer lo declaré rotundamente ante el Tribunal aunque el declararlo no me favoreciese. Yo no puedo injuriar a unas fuerzas militares que han prestado a España en África heroicos servicios. Ni puedo desde aquí lanzar reproches a unos camaradas que ignoro si están ahora sabia o erróneamente dirigidos, pero que a buen seguro tratan de interpretar de la mejor fe, pese a la incomunicación que nos separa, mis consignas y doctrinas de siempre. Dios haga que su ardorosa ingenuidad no sea nunca aprovechada en otro servicio que el de la gran España que sueña la Falange.

Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la patria, el pan y la justicia.

Creo que nada más me importa decir respecto a mi vida pública. En cuanto a mi próxima muerte, la espero sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero sin protesta. Acéptela Dios Nuestro Señor en lo que tenga de sacrificio para compensar en parte lo que ha habido de egoísta y vano en mucho de mi vida. Perdono con toda el alma a cuantos me hayan podido dañar u ofender, sin ninguna excepción, y ruego que me perdonen todos aquellos a quienes deba la reparación de algún agravio grande o chico. Cumplido lo cual, paso a ordenar mi última voluntad en las siguientes

Cláusulas

Primera. Deseo ser enterrado conforme al rito de la Religión Católica, Apostólica, Romana que profeso en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz.

Segunda. Instituyo herederos míos por partes iguales a mis cuatro hermanos: Miguel, Carmen, Pilar y Fernando Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, con derecho de acrecer entre ellos si alguno me premuriese sin dejar descendencia. Si la hubiere dejado, pase a ella en partes iguales, por estirpes, la parte que hubiera correspondido a mi hermano premuerto. Esta disposición vale, aunque la muerte de mi hermano haya ocurrido antes de otorgar yo este testamento.

Tercera. No ordeno legado alguno ni impongo a mis herederos carga jurídicamente exigible, pero les ruego:

a) Que atiendan en todo con mis bienes a la comodidad y regalo de nuestra tía María Jesús Primo de Rivera y Orbaneja, cuya maternal abnegación y afectuosa entereza en los veintisiete años que lleva a nuestro cargo no podremos pagar con tesoros de agradecimiento.
b) Que, en recuerdo mío, den algunos de mis bienes y objetos usuales a mis compañeros de despacho, especialmente a Rafael Garcerán, Andrés de la Cuerda y Manuel Sarrión, tan leales durante años y años, tan eficaces y tan pacientes con mi nada cómoda compañía. A ellos y a todos los demás doy las gracias y les pido que me recuerden sin demasiado enojo.
c) Que repartan también otros objetos personales entre mis mejores amigos, que ellos conocen bien, y muy señaladamente entre aquellos que durante más tiempo y más de cerca han compartido conmigo las alegrías y adversidades de nuestra Falange Española. Ellos y los demás camaradas ocupan en estos momentos en mi corazón un puesto fraternal.
d) Que gratifiquen a los servidores más antiguos de nuestra casa, a los que agradezco su lealtad y pido perdón por las incomodidades que me deban.

Cuarta. Nombro albaceas, contadores y partidores de herencia, solidariamente, por término de tres años y con las máximas atribuciones habituales a mis entrañables amigos de toda la vida Raimundo Fernández Cuesta y Merelo y Ramón Serrano Suñer, a quienes ruego especialmente:

a) Que revisen mis papeles privados y destruyan todos los de carácter personalísimo, los que contengan trabajos meramente literarios y los que sean simples esbozos y proyectos en periodo atrasado de elaboración, así como cualesquiera libros prohibidos por la Iglesia o de perniciosa lectura que pudieran hallarse entre los míos.
b) Que coleccionen todos mis discursos, artículos, circulares, prólogos de libros, etc., no para publicarlos —salvo que lo juzguen indispensable— sino para que sirvan de pieza de justificación cuando se discuta este periodo de la política española en que mis camaradas y yo hemos intervenido.
c) Que provean a sustituirme urgentemente en la dirección de los asuntos profesionales que me están encomendados, con ayuda de Garcerán, Sarrión y Matilla, y a cobrar algunas minutas que se me deben.
d) Que con la mayor premura y eficacia posible hagan llegar a las personas y entidades agraviadas a que me refiero en la introducción de este testamento las solemnes rectificaciones que contiene.

Por todo lo cual les doy desde ahora las más cordiales gracias. Y en estos términos dejo ordenado mi testamento en Alicante el citado día diez y ocho de noviembre de mil novecientos treinta y seis, a las cinco de la tarde, en otras tres hojas además de ésta, todas foliadas, fechadas y firmadas al margen. 

Tachado: arras – ellos – ( ) – entregó • No vale = Entre líneas, todos – concedió • Vale = Enmendado: ahora = Vale =

José Antº Primo de Rivera


REAL ACADEMIA DE HISTORIA DE ESPAÑA.

Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, José Antonio. Marqués de Estella (III). Madrid, 24.IV.1903 – Alicante, 20.XI.1936. Político y abogado, fundador de Falange Española.

José Antonio Primo de Rivera —o José Antonio, a secas, como su nombre ha pasado a la historia— es una de las figuras más contradictorias y controvertidas de la España del siglo XX. Aristócrata por nacimiento, abogado por vocación, político —según él, por necesidad—, su actuación en la política española abarcó un breve período, entre 1933 y 1936, durante el que experimentó una rápida evolución desde el conservadurismo autoritario hacia el nacionalsindicalismo, una variante de fascismo radical que tuvo en el partido que dirigió, Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), su expresión fundamental antes de la Guerra Civil.

Miembro de una familia arraigada en Andalucía occidental y de larga tradición militar, su infancia estuvo marcada por dos circunstancias: la muerte de la madre, la donostiarra Casilda Sáenz de Heredia, cuando el niño contaba sólo siete años, con lo que él y sus cuatro hermanos pequeños quedaron al cuidado de unas tías; y la accidentada carrera militar del padre, Miguel Primo de Rivera, ausente casi siempre del hogar, pero por quien José Antonio experimentaba una admiración sin fisuras. La influencia paterna, y la de su tío-abuelo, el también general Fernando Primo de Rivera, primer marqués de Estella, son fundamentales para entender la evolución personal e ideológica de José Antonio, su preferencia por las virtudes éticas y por los modelos de comportamiento más valorados en el Ejército y su interpretación de la historia y de las relaciones políticas.
 El entorno social en el que se desenvolvieron su infancia y primera juventud fue el que correspondía al primogénito de una acaudalada familia de la alta burguesía terrateniente, ennoblecida por la Monarquía restaurada. Así, fue investido caballero de la Orden de Santiago y ejerció en la Corte de Alfonso XIII como “gentilhombre de Cámara con ejercicio y servidumbre”.

Su padre procuró, sin embargo, inculcarle el respeto por el estudio y el trabajo personal, lejos del modelo de “señorito” aristocrático que predominaba entre sus amistades juveniles. Durante su adolescencia estudió el bachillerato por libre, guiado por un profesor particular, y realizaba los exámenes oficiales en diversos institutos, según las diferentes estadías forzadas por el peregrinaje familiar: Madrid, Cádiz y Jerez. Quería ser militar, pero su padre le disuadió y terminó estudiando Derecho en la Universidad Central, estudios que compatibilizaba con un trabajo de administrativo en la empresa de importación de maquinaria de un tío materno. En la Facultad hizo fraternal amistad con Ramón Serrano Súñer y ambos fueron dirigentes de una asociación estudiantil de carácter liberal, enfrentada a la organización de los estudiantes católicos.

Tras licenciarse en Leyes, cumplía el servicio militar como voluntario en Barcelona cuando su progenitor, entonces capitán general de Cataluña, encabezó el golpe de Estado de septiembre de 1923 y se convirtió en dictador. Una vez finalizado su compromiso militar, José Antonio volvió a trabajar en la empresa de su tío, ahora como abogado, pero no tardó en abrir su propio bufete, especializado en pleitos civiles.

Durante la Dictadura, se mantuvo alejado de la política, entregado a su actividad profesional. Pero la caída del régimen, en enero de 1930, y los duros ataques de que fue objeto el general Primo de Rivera por sus adversarios tras su inmediata marcha al exilio, le animaron a actuar en defensa de la obra paterna, sobre todo a través del diario oficioso del Directorio, La Nación, del que era accionista y donde publicó, entre otros, el famoso artículo “La hora de los enanos”.

Tras la muerte del general en París, en el mes de abril de 1930, su primogénito heredó el título de marqués de Estella, con Grandeza de España. Su nueva condición de cabeza de familia acentuó su compromiso con la defensa de la Dictadura. Participó, con varios de los ministros del Directorio, en el lanzamiento de la Unión Monárquica Nacional (UMN), un partido “primorriverista” defensor de un conservadurismo autoritario y muy crítico con los planes del Gobierno del general Berenguer de retorno a la situación política anterior a 1923. José Antonio, vicesecretario general de la UMN y responsable de la organización del partido en las provincias, actuó a lo largo de un año como dirigente político, participó en numerosos mítines, y llegó a anunciar su candidatura a Cortes por la circunscripción de Jerez de la Frontera. Pero las elecciones, planificadas por el Gobierno como un paso fundamental para el retorno a la legalidad constitucional, no llegaron a celebrarse.

La proclamación de la Segunda República supuso la disolución de la Unión Monárquica y permitió a Primo de Rivera volver por un tiempo a la plena dedicación a su bufete. Pero los nuevos gobernantes estaban decididos a depurar las responsabilidades políticas de la Dictadura y abrieron procesos penales contra sus ministros, acusados de colaborar con un régimen ilegal. El marqués de Estella retornó, pues, al plano político, dispuesto a defender la memoria de su padre.

Durante la primavera de 1931 colaboró en la puesta en marcha de la plataforma electoral derechista de Acción Nacional, aunque no ocupó cargos en ella. Uno de sus proyectos era entonces conseguir un escaño de diputado para llevar al Parlamento su campaña a favor de la Dictadura. No entró en las listas electorales en los comicios a Cortes Constituyentes. Pero en septiembre, con el apoyo de Acción Nacional, presentó su candidatura a un escaño vacante por Madrid. Fue derrotado por su rival republicano, pero obtuvo un 31 por ciento de los votos y la intensa campaña que realizó le permitió darse a conocer al electorado.

En noviembre de 1931 figuró entre los abogados defensores de los ex-ministros del Directorio en el proceso de responsabilidades y convirtió la defensa de su representado, Galo Ponte, en un alegato a favor de la obra del dictador. Estas actividades, y su propia condición aristocrática, le señalaban como un adversario declarado del régimen republicano. Ello le costó dos detenciones: en noviembre de 1931, acusado de participar en la trama conspirativa monárquica que dirigía el general Orgaz, y en agosto de 1932, de resultas del fracasado golpe de Estado encabezado por el general Sanjurjo (la “sanjurjada”). La primera vez pasó varias horas en comisaría, y la segunda estuvo casi tres meses recluido en la Cárcel Modelo, junto con significados políticos e intelectuales de la derecha. Pero en ambos casos no se le pudo demostrar ninguna vinculación personal con las tramas golpistas.

El año 1932 marcó un punto de inflexión doctrinal en su trayectoria. Hasta entonces se había identificado básicamente como un conservador nacionalista, nostálgico de la pasada Dictadura. Pero ahora se interesaba por las doctrinas del fascismo, representado en España por una minúscula agrupación, las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, y por escritores como Ernesto Giménez Caballero y Rafael Sánchez Mazas. Tras visitar a su admirado Mussolini en Roma y, sobre todo, con la llegada de Hitler a la Cancillería alemana, en enero de 1933, Primo de Rivera se convenció de que el fascismo era la vía más útil para construir un Estado auténticamente nacional y contrarrevolucionario.

Pocas semanas después, participó con dos artículos en el lanzamiento de El Fascio, una revista doctrinal editada por Manuel Delgado Barreto, director de La Nación, y en la que colaboraban, entre otros, Ledesma, Sánchez Mazas, Giménez Caballero y Juan Aparicio. El Gobierno frustró la iniciativa secuestrando los ejemplares del primer y único número, pero el marqués de Estella pudo sacar un buen rendimiento a la iniciativa. A raíz de ella, se embarcó en una polémica epistolar pública con el liberal-conservador Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, lo que le permitía aparecer ante la opinión pública como portavoz del fascismo en España.
 Gracias a ello, pudo consolidar un núcleo de amistades políticas del que surgió, durante el verano de 1933, el Movimiento Español Sindicalista (MES), una minúscula organización en la que se integraron monárquicos radicalizados y estudiantes atraídos por el fascismo. Tras recibir la adhesión de los orteguianos del Frente Español, el MES pasó a estar presidido por un triunvirato, integrado por José Antonio, el aviador Julio Ruiz de Alda y el profesor Alfonso García Valdecasas.

Mientras tanto, Primo de Rivera seguía cultivando a sus amistades en la derecha conservadora y en noviembre, con el apoyo de monárquicos como Ramón de Carranza y José María Pemán, logró un acta de diputado por la provincia de Cádiz. Durante la campaña, los tres dirigentes del MES protagonizaron un acto electoral en el madrileño Teatro de la Comedia (29 de octubre), acto cuya repercusión pública sirvió para marcar objetivos más ambiciosos al Movimiento, que poco después cambió su nombre por el de Falange Española (FE).

La puesta en marcha de Falange Española (FE) se realizó con grandes dificultades en las últimas semanas de 1933. Los endémicos problemas económicos del partido, apenas aliviados por las aportaciones de sus dos diputados —los marqueses de Estella y de la Eliseda— obligaron a aceptar financiación de los monárquicos alfonsinos que, a cambio, exigieron que Falange suscribiera un compromiso de colaboración en la lucha contra la República (Pacto de El Escorial, negociado por Primo de Rivera con Antonio Goicoechea).

Por otra parte, la notoriedad alcanzada por el lanzamiento de la nueva opción fascista sembró la alarma entre los sectores de izquierdas, muy sensibilizados por las noticias que llegaban del establecimiento de la dictadura nazi en Alemania. El resultado fue una espiral de enfrentamientos que se saldó con un estremecedor balance de muertos y heridos entre los miembros de las juventudes socialistas, comunistas y anarquistas y los jóvenes falangistas, encuadrados bajo la instrucción de militares monárquicos, como Juan Antonio Ansaldo, en una milicia armada, la Primera Línea, cuyos comandos operativos serían conocidos como la Falange de la Sangre. José Antonio, que personalmente se oponía al ejercicio de una violencia indiscriminada, terminó cediendo a las presiones de su entorno y, tras el asesinato de uno de los cuadros juveniles del partido, Matías Montero, autorizó una dura política de represalias que alcanzó uno de sus puntos culminantes con la muerte a tiros, en plena calle, de la joven socialista Juana Rico.

Otra de las premisas para el crecimiento de Falange era su fusión con el otro partido de carácter fascista, las JONS. Los jonsistas, doctrinalmente más radicales que los falangistas, rechazaron durante algún tiempo la unión, pero, acuciados por problemas económicos, terminaron sumando sus fuerzas en una organización que pasó a denominarse FE de las JONS (febrero de 1934). Los jonsistas aportaron sus bases estudiantiles y una pequeña organización sindical, la Central Obrera Nacional Sindicalista (CONS).
 Pero la contribución fundamental fue la doctrinal, el llamado “nacionalsindicalismo”, un programa de fascismo radical, teorizado por Ramiro Ledesma y que pasó a ser la ideología oficial del falangismo. Este, más fuerte que el jonsismo en el momento de la fusión, controlaba de hecho la nueva organización, a cuyo frente estaba un triunvirato integrado por Ledesma, Ruiz de Alda y Primo de Rivera.

A lo largo de 1934, la cuestión de la jefatura de Falange se fue convirtiendo en prioritaria. José Antonio gozaba de indudables ventajas con respecto a los otros dos triunviros: a la popularidad de su apellido y a sus relaciones sociales unía ser el vínculo entre FE y sus financiadores monárquicos y disfrutar de la inmunidad parlamentaria que le brindaba su condición de diputado, que le permitía mayor libertad de acción política que a los otros dirigentes del partido.

Su evolución ideológica hacia el nacionalsindicalismo y su negativa a convertir a Falange en una milicia armada al servicio de los intereses de los alfonsinos de Renovación Española, era contemplada por un sector de estos como una amenaza para sus planes. Intentaron apartarle de la dirección de FE a través del jefe de milicias del partido, Ansaldo, quien organizó un auténtico golpe interno para conseguirlo. Pero Primo de Rivera reaccionó a tiempo y expulsó a Ansaldo y a otros militares monárquicos, mientras fortalecía su influencia entre la militancia y en las filas del Sindicato Español Universitario (SEU), la organización estudiantil falangista. Como contrapartida, en agosto de 1934 hubo de formalizar su compromiso con el presidente de Renovación Española, Goicoechea: a cambio de 10.000 pesetas mensuales, Falange se comprometió a dar prioridad a la labor sindical y a las tácticas de lucha violenta contra la izquierda.

José Antonio iba consolidando poco a poco su liderazgo en el seno del partido y aparecía ya ante la opinión pública como la primera figura del fascismo español. En mayo fue invitado por los órganos de propaganda nazis a visitar Alemania. Estudió allí los modelos organizativos del nacionalsocialismo y se entrevistó brevemente con Hitler, pero el führer no le causó una impresión favorable. Por otra parte, en el seno del triunvirato dirigente de FE se había desatado una sorda pugna por la jefatura entre Primo de Rivera empeñado en hacerse con el control absoluto del partido, y un Ledesma que le consideraba un “señorito” demasiado próximo a los monárquicos y ajeno, por tanto, a los propósitos revolucionarios del nacionalsindicalismo. 
A finales del verano se convocó el Primer Congreso Nacional de Falange. Inaugurado el 4 de octubre de 1934, coincidió con el inicio del estallido revolucionario protagonizado por las Alianzas Obreras. En un clima enrarecido por los acontecimientos exteriores, los asistentes eligieron jefe nacional a José Antonio, pese a la resistencia de los ledesmistas, partidarios de mantener la estructura triunviral, eligieron a una parte de la Junta Nacional del partido y aprobaron las ponencias que debían servir para la elaboración del programa falangista.

Confirmado así como líder único, José Antonio tuvo ahora las manos libres para configurar un partido estrictamente jerarquizado, en el que se acentuó el carácter de milicia política. En este esquema, Ramiro Ledesma y los veteranos jonsistas quedaban relegados a un plano secundario frente a los “joseantonianos” que, con el nuevo secretario general, Raimundo Fernández Cuesta, a la cabeza, reafirmaron su control sobre la organización. Descontentos, Ledesma y algunos otros ex-jonsistas pusieron en marcha una maniobra, en enero de 1935, para abandonar Falange y refundar las JONS. Enterado, Primo de Rivera se adelantó al expulsarlos y, tras asegurarse la fidelidad de los sindicalistas de la CONS y del importante núcleo vallisoletano del partido, dirigido por Onésimo Redondo, pudo dar por superada la crisis.

Para entonces se había producido, sin embargo, la ruptura del acuerdo de colaboración con los monárquicos.

El retorno del exilio de José Calvo Sotelo, ex ministro de la Dictadura, había sembrado las semillas del nuevo conflicto. José Antonio, que le reprochaba haber traicionado a su padre en la etapa final del régimen, le veía como un rival e impidió su afiliación a Falange. Calvo Sotelo se convirtió entonces en vicepresidente de Renovación Española y, en el otoño de 1934, creó el Bloque Nacional, dispuesto a convertirlo en una plataforma de convergencia de la derecha antirrepublicana. Pero el líder falangista se negó a integrar su partido en el Bloque, cuyo carácter reaccionario denunció. Ello le costó la pérdida de la ayuda de sus protectores alfonsinos, agravada por la salida de FE de su principal mecenas, el diputado marqués de la Eliseda, que acusó públicamente a José Antonio de defender una política “herética”, contraria a los intereses de la Iglesia católica.

Alejado Ledesma, Primo de Rivera asumió la condición de principal teórico del nacionalsindicalismo y estructuró un discurso político que, sin abandonar su antimarxismo básico, manifestaba un creciente rechazo del orden liberal y capitalista. Su síntesis fundamental, ampliada en artículos y discursos a lo largo del año 1935, fue el programa de los Veintisiete Puntos de la Falange, cuya redacción definitiva se debe a su pluma.

Preconizaba una “revolución nacional” basada en un Estado totalitario, con fuerte intervencionismo económico, incluida la nacionalización del sistema financiero y de los servicios públicos; representación política con sufragio orgánico, basado en las “unidades naturales”, la familia, el municipio y la corporación, esta común a obreros y patronos; y separación de la Iglesia y el Estado, aunque incorporando a la acción estatal “el sentido católico de la reconstrucción nacional”.

El último punto del programa falangista establecía:
 “Pactaremos muy poco. Sólo en el empuje final para la conquista del Estado gestionará el mando las colaboraciones necesarias, siempre que esté asegurado nuestro predominio”.

 En realidad, Falange se había quedado sin aliados y ello, unido a su falta de recursos económicos impedía que la organización alcanzara un peso real en la política española —se calculan unos diez mil afiliados a comienzos de 1936— al margen de la espiral de violencia que generaba su actuación, y que incrementaba continuamente la cifra de muertos propios y adversarios. En abril de 1935, José Antonio viajó a Roma y consiguió una financiación regular del Gobierno fascista, que llegaba vía la embajada italiana en París, pero en una cantidad insuficiente para permitir un crecimiento de la estructura organizativa o una prensa de partido digna de tal nombre.

Las elecciones de febrero de 1936 plantearon a Primo de Rivera la disyuntiva de que FE acudiera en una coalición de derechas o hacerlo en solitario, marcando distancias respecto a los conservadores.

La adopción de esta última línea llevó a un desastre electoral —en torno al 0,4 por ciento de los votos emitidos— y el líder falangista quedó fuera del Parlamento.

Sin embargo, en los meses siguientes Falange vio crecer sus filas con miles de derechistas que buscaban en ella una organización capaz de combatir activamente al Frente Popular. Ello condujo a un aumento espectacular de la violencia en que se desenvolvía la actuación del partido, cuyos militantes empezaron a ser detenidos en gran número por la policía.

El propio José Antonio, que fracasó en el intento de obtener un acta parlamentaria por Cuenca en unos comicios parciales, ingresó en la Cárcel Modelo de Madrid a mediados de marzo y fue sometido a varios procesos penales sucesivos, que le mantuvieron en prisión durante la primavera. Como las autoridades republicanas sospechaban que continuaba dirigiendo su partido desde el locutorio de la cárcel, le trasladaron a la de Alicante en junio.

Desde mediados de la primavera, Primo de Rivera mantenía contactos desde la cárcel con la conspiración militar contra el Gobierno frentepopulista que dirigía el general Mola. No obstante, se mostraba reticente a subordinar a la Falange a la dirección de un grupo de generales, tras de los que veía la mano de la derecha conservadora, y se negó a dar la orden de colaborar en el levantamiento hasta finales de junio. Cuando finalmente se inició la Guerra Civil, José Antonio quedó en territorio controlado por el Gobierno y fracasaron cuantos intentos hicieron sus partidarios de canjearle o liberarle por la fuerza. Sometido a juicio ante un Tribunal Popular, acusado de auxilio a la rebelión militar, fue condenado a muerte y fusilado el 20 de noviembre de 1936, en el patio de la prisión alicantina.

Para entonces, Falange Española estaba en vías de la radical transformación que, Decreto de Unificación mediante, la llevaría a fundirse en abril de 1937 con el resto de las fuerzas políticas de bando nacionalista en un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, bajo la jefatura política del general Franco. José Antonio, que había mantenido unas frías relaciones personales con el militar, se convirtió en uno de los referentes ideológicos del franquismo.

En torno a su figura se desarrolló un auténtico culto a la personalidad, que alcanzó valores de mito en la educación popular generada por el régimen. Su cadáver, trasladado a hombros de jerarcas falangistas, fue llevado desde Alicante al Monasterio de El Escorial, y luego, en 1959, a su tumba definitiva en el Valle de los Caídos. El hecho de que su dispersa obra consistiera sólo en artículos y discursos elaborados para ocasiones concretas, y careciera por tanto de un corpus doctrinal suficientemente elaborado, facilitaba una variedad de interpretaciones de su pensamiento que los teóricos del franquismo utilizaron para justificar los sucesivos giros estratégicos del régimen. 
Para el antifranquismo, José Antonio fue un fascista que encarnó durante décadas cuanto de negativo cabía considerar en la derecha española. En ambos casos, su figura, lejos de ser debatida, fue objeto de apasionadas distorsiones biográficas. Más tarde, desaparecido el franquismo, sería prácticamente relegada al olvido de la memoria histórica, en aras de la recuperación de una convivencia cívica cuya ruptura violenta, en 1936, se atribuía en buena medida a la acción del grupo político que encabezara Primo de Rivera.

Obras de ~: Obras completas [discursos y escritos (1922-1936)], recopilación y pról. de A. del Río Cisneros, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1976, 2 vols.; Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, en http://www.rumbos.net/ocja/.

Bibl.: Fr. Bravo Martínez, José Antonio. El hombre, el jefe, el camarada, Madrid, Ediciones Españolas, 1939; F. Ximénez de Sandoval, José Antonio. Biografía apasionada, Barcelona, Juventud, 1941; R. Serrano Súñer, Semblanza de José Antonio joven, Madrid, Aguilar, 1959; A. Muñoz Alonso, Un pensador para el pueblo, Madrid, Almena, 1974; C. Rojas, Prieto y José Antonio. Socialismo y Falange ante la tragedia civil, Barcelona, Dirosa, 1977; J. Jiménez Campo, El fascismo en la crisis de la II República, Madrid, CIS, 1979; I. Gibson, En busca de José Antonio, Barcelona, Planeta, 1980; C. de Arce, José Antonio, Barcelona, ATE, 1983; A Gibello, José Antonio, ese desconocido, Madrid, Dyrsa, 1985; C. Vidal, José Antonio. La biografía no autorizada, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1986; J. Gil Pecharromán, José Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario, Madrid, Temas de Hoy, 1996; J. M. García de Tuñón Aza, José Antonio y la República, Oviedo, Tarfe, 1996; M. Argaya Roca, Entre lo espontáneo y lo difícil. (Apuntes para una revisión de lo ético en el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera), Oviedo, Tarfe, 1996; M. Primo de Rivera, Papeles póstumos de José Antonio, Barcelona, Plaza y Janés, 1996; S. G. Payne, Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español, Barcelona, Planeta, 1997; E. de Aguinaga y E. González Navarro, Sobre José Antonio. Juicios y referencias personales, Madrid, Barbarroja, 1997; L. M. Sandoval, José Antonio visto a derechas, Madrid, Actas, 1998; J. L. Rodríguez Jiménez, Historia de Falange Española de las JONS, Madrid, Alianza Editorial, 2000; A. Imatz, José Antonio, la Phalange Espagnole et le nationalsyndicalisme, París, Editions Goderfroy de Bouillon, 2000; M. Simancas Tejedor, José Antonio. Génesis de su pensamiento, Madrid, Plataforma 2003, 2003; A. Gómez Molina, Las gafas de José Antonio, Madrid, Actas, 2003; E. de Aguinaga y S. G. Payne, José Antonio Primo de Rivera, Barcelona, Cara Cruz, 2003; R. Martín de la Guardia, “José Antonio Primo de Rivera o el estilo como idea de la existencia”, en F. Gallego y F. Morente (coord.), Fascismo en España, Barcelona, El Viejo Topo, 2005, pp. 163-178; Z. Box, “Pasión, muerte y glorificación de José Antonio Primo de Rivera”, Historia del Presente, nº 6, 2005, pp. 191-216; A. Imatz, José Antonio, entre el amor y el odio. Su historia como fue, Madrid, Altera, 2006; J. M. Zavala, La pasión de José Antonio, Barcelona, Plaza & Janés, 2011; J.M. Thomàs, José Antonio. Realidad y mito, Barcelona, Debate, 2017.




Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, Miguel. Marqués de Estella (IV). Madrid, 11.VII.1904 – 8.V.1964. Político, abogado y diplomático.

Fue el IV marqués de Estella y Grande de España, hermano menor de José Antonio Primo de Rivera, jefe de la Falange Española, e hijo del dictador Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, que gobernó entre 1923 y 1930. Licenciado en Derecho, hasta 1930 fue secretario del Consejo de Administración del diario La Nación. Ese año, acompañó al exilio a su padre.

El 11 de agosto de 1932, mientras volvía de Francia, fue detenido en Ondarreta junto a su hermano José Antonio bajo la acusación de haber tomado parte en el golpe del general Sanjurjo. Permaneció en prisión hasta octubre, sin que se le pudiera probar cargo alguno.

A finales de 1933, contribuyó a fundar la Falange en Jerez, de cuyo primer triunvirato local formó parte. A comienzos de 1934, era todavía jefe provincial de Milicias de Cádiz. El 3 de mayo de 1936 fue detenido en Madrid por las autoridades frentepopulistas.

Un mes más tarde, la noche del 5 al 6 de junio, fue trasladado junto a José Antonio a la prisión de Alicante. En noviembre de 1936, un tribunal popular de urgencia le juzgó y condenó a treinta años de reclusión, que no cumplió, pues pronto fue canjeado y trasladado a la zona que había quedado en manos del ejército sublevado. Una vez allí, fue nombrado por Franco consejero nacional de la nueva Falange Española Tradicionalista (FET), el partido único del régimen, y miembro de su Junta Política.

A mediados de septiembre de 1940, formó parte de la legación española que acompañó a Serrano Súñer a Alemania para estudiar la organización de la propaganda en el Reich. En diciembre de ese año, tomó posesión del Gobierno Civil y la Jefatura Provincial de la Falange Española Tradicionalista de Madrid, pero el 19 de mayo de 1941 abandonó ambas titularidades y pasó a encargarse de la cartera de Agricultura en el segundo Gobierno de la posguerra. Su cese como ministro se produjo el 20 de julio de 1945, fecha en que pasó a formar parte de las Cortes Españolas como procurador.
 Entre 1946 y 1958 fue embajador en Londres. Acabada su vida política, se dedicó a la empresa privada. A finales de 1959, participó en las reuniones que dieron lugar a la creación de los Círculos José Antonio, en Madrid.

Bibl.: A. Arconada, “Miguel Primo de Rivera”, en VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Suplemento 1963-1964, Madrid, Espasa Calpe, 1988; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998, págs. 742-745; M. Urbano (coord.), Diccionario de los españoles del siglo xx, Barcelona, Salvat, 1999; M. Argaya Roca, Historia de los falangistas en el franquismo. 19 Abril 1937-1 Abril 1977, Madrid, Plataforma 2003, 2003 (Biblioteca Centenario, n.º 10).




 Primo de Rivera.

Escudo del ducado de Primo de Rivera.

 

Origen: Formado por la combinación de ambos apellidos.

Escudo de Armas: Escudo partido: 1º de oro con un león rampante de gules; medio cortado de oro, un águila de sable. (Primo) 2º de plata con cuatro fajas ondeadas de azur.(De Rivera)

Sobre el todo, un escusón de sable, con tres luceros, en faja, de oro, surmontados de cinco flechas cruzadas por un yugo, de gules. 
(Otorgado a Jose Antonio Primo de Rivera )

Historia

Curiosamente, aunque los Primo de Rivera desde tiempos inmemoriales pertenecen a la nobleza andaluza, sus primeros miembros eran cántabros. El apellido, cuyo significado no es otro que el evidente –“los primos que vivían al lado del río”– es originario de Santander. Corrían los días en que las tropas de Carlos I reclutaban soldados para luchar en Flandes y todos los varones jóvenes de aquella familia, que tenían derecho a ser oficiales por “la pureza de la sangre demostrada y por no haber realizado trabajos viles”, se alistaron en la expedición. De esta manera, varias ramas de los Primo de Rivera se establecieron en las provincias unidas holandesas.

“Nosotros, los actuales Primo de Rivera, descendemos directamente de Enrique, hijo o nieto de uno de aquellos oficiales, cuya vida fue paralela al declinar histórico del poder español. Su fecha de nacimiento en Bruselas data de 1621”, escribe la autora María del Rocío Primo de Rivera y Oriol (Jerez de la Frontera, Cádiz, 7 de mayo de 1967) es una novelista, periodista e historiadora española.

Enrique Primo de Rivera.

 Dieciocho años después, Enrique Primo de Rivera es soldado en una compañía de Infantería valona capitaneada por Guillaume de Montbertault. Buen espadachín, en 1647 es nombrado sargento y el 27 de febrero de 1659, capitán. Meses después se firma la paz con Francia. Después de tres años alejado del fragor de la batalla, en 1662 parte a Cuba acompañando al recién nombrado gobernador de La Habana, Francisco Dávila Orejón. Sienta así el ya veterano soldado otra tradición en la familia, que también llegaría a ser una de las más destacadas entre la aristocracia colonial. 
“Fue gracias a hombres como Enrique Primo de Rivera como se construyó y cimentó Hispanoamérica”, apunta su descendiente en las páginas que le dedica.

Casado con una dama habanera, María Manuela Benedit-Horruytiner, el 4 de marzo de 1668 en tierras americanas, Enrique construyó fortines en La Florida, península de la que acabaría siendo sargento mayor, el más alto rango al que podía acceder un militar.

De los cinco hijos engendrados por el antiguo capitán de la Infantería valona en La Florida, el más débil y pequeño, Pedro, habría de ser un aguerrido capitán de dragones con 36 años de servicio en los que se sucedieron los combates contra los ingleses y contra los indígenas. 

De uno de sus hijos, Joaquín Primo de Rivera y Pérez de Acal, desciende la rama española de la familia. Nacido en Veracruz (México) el 23 de julio de 1734, fue cadete en dicha plaza antes de servir en el Segundo Batallón del Real Cuerpo de Artillería de Cádiz. Ascendido a teniente por su conducta en Ceuta durante una invasión marroquí, volvería a ser destinado a América, a la provincia de Panamá, para ser enviado otra vez a España en 1771. Dos años después, se casaba en la parroquia de La Merced de Algeciras con Antonia Eulalia Ortiz de Pinedo. Tres de los hijos nacidos de aquella unión habrían de combatir en el sitio de Zaragoza. Nombrado gobernador de Maracaibo en 1786, cuando Joaquín Primo de Rivera y Pérez de Acal falleció, en 1800, ya se habían asentado en Venezuela algunas ramas de su familia.

José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, cuyo retrato aún se conserva en la Torre del Oro de Sevilla, fue el primer laureado de la familia. Ganó la más alta distinción de la Armada española, la Cruz Laureada de la Marina, el 4 de marzo de 1812. Fue en Buenos Aires, combatiendo contra los independentistas argentinos. Habiendo destruido éstos las embarcaciones desde las que comandaba la flotilla española que les hostigaba, José consiguió subirse a un bote donde dirigió las operaciones para “desmontar la mayor de las baterías, que estaba compuesta por 24 cañones”.

Sin embargo, no faltarán lectores que prefieran una hazaña anterior del futuro almirante y ministro de Marina. Tuvo lugar ésta a orillas del Ebro. Corría junio de i808, Madrid estaba en manos de los franceses y el aún teniente de navío José Primo de Rivera huyó de la capital para ponerse a las órdenes del general Palafox en Zaragoza. Sitiada la ciudad aragonesa por el ejército de Napoleón, el marino demostró idéntico coraje combatiendo en tierra. Entre los rigores de aquellos combates se encontró con dos de sus hermanos: Joaquín, oficial de Infantería, y Antonio, oficial de Artilleros. Juntos celebraron la victoria de los españoles sobre la Grand Armée. Todos fueron ascendidos y condecorados por su heroísmo en aquella batalla.

Pero José, a diferencia de sus hermanos, prefería la nave al cuartel. De modo que su nuevo empleo –teniente coronel del Ejército– le fue permutado por el de capitán de fragata.
  “A bordo de bergantines y corbetas cruzó tantas veces el océano que la mirada se le volvió azul”, escribe orgullosa su descendiente. “Con su inseparable sextante, y sumergido en mapas, participó en las principales operaciones científicas que se llevaron a cabo para levantar las cartas y los planos de las costas comprendidas entre el Cabo de San Román, en el golfo de Maracaibo, y el escudo de Veragua, al oeste del istmo de Panamá”.

El futuro almirante frecuentó tanto Latinoamérica que en un servicio, que le llevó a Montevideo en septiembre de 1809, conoció a la que habría de ser su esposa. Como tantos hombres de su familia, quedó prendado de una mujer nacida en aquellos pagos. La alcurnia de Juanita de Sobremonte, la dama en cuestión, era tan alta como la de todas ellas. No obstante, a diferencia de las demás, por sus venas corría sangre india. De esta manera, siempre según sostiene Rocío Primo de Rivera, el mestizaje fue un hecho en su familia.

Hay un dato en la historia de doña Juana, según nos la refiere sor Carmen, la hermana monja del dictador en las memorias que escribió en su clausura, que, a buen seguro, desconcertará a quienes entiendan el ultranacionalismo español ajeno al mestizaje. Antes de que Enrique combatiera en Flandes, un aventurero español, Domingo Martínez de Irala, nacido al parecer en i487 en el seno de una familia acomodada, y desembarcado en el Río de la Plata en 1536, se unió a las hijas del cacique guaraní Moquirace. De aquella alianza nació Úrsula, “de quien descendemos los Primo de Rivera por parte de Juana de Sobremonte”, apunta la escritora.

En esa inmensa hoja de servicios, que es el relato de las glorias de esta familia, ocupa un lugar privilegiado el primer marqués de Estella. Ni que decir tiene que Fernando Primo de Rivera y Sobremonte ganó el marquesado en el campo de batalla. Finalizaba el siglo XIX y la guerras carlistas enfrentaron, como a tantas otras, a dos ramas de una misma familia.

 “Por un lado, los Primo de Rivera, liberales, y por otro, los Oriol, carlistas catalanes procedentes de Flix, Tarragona, que por matrimonio se asentaron en tierra vasca”.

El 18 de febrero de 1876, el general Fernando Primo de Rivera toma Estella en una batalla tan brillante que le vale el marquesado de la villa y la Cruz Laureada de San Fernando. Al día siguiente entra en Montejurra poniendo fin a la contienda. Nadie le vitorea con el entusiasmo con que lo hace su sobrino Miguel en la cocina de su casa de Jerez. Los criados le miran fascinados. .

Una de las primeras cosas que Miguel hizo cuando llegó a Madrid fue comprarse las miniaturas de uno de los regimientos de húsares españoles que combatieron contra los franceses, entre los que se encontraban dos fieles reproducciones de sus tíos. Apenas tuvo tiempo de jugar con ellos. Poco después de la adquisición, ingresaba en la Academia de Toledo. Recién salido de aquel alcázar, ganó su primera Cruz Laureada de San Fernando siendo un teniente de 23 años. El favorito de Rocío Primo de Rivera –en torno a él articula la memoria de toda su familia– no tardó en colaborar con su tío, el marqués de Estella, quien junto con sus antepasados y el general Prim eran su mayor ejemplo de servicio a España.

Aunque el marqués fue capitán general de Filipinas en dos ocasiones, su sobrino cumplió con todas sus obligaciones cuando partió a Cuba (1895) y a Filipinas (1897). Defendió las últimas colonias españolas tal y como cabía esperar del último descendiente de una familia de soldados.

Bien distinta fue su actuación tras el golpe de Estado que protagonizó el 13 de septiembre de 1923. Durante su dictadura, no sólo se suspendieron todas las libertades democráticas, sino que también se reprimió el movimiento obrero y cualquier tipo de manifestación disidente. Sostiene Rocío que el mismo José Antonio, su hijo mayor, le reprochaba el encono con el que perseguía a Unamuno. A lo que el general respondía:
 “Conocer la cultura helena no le da derecho a uno a estar enredando todo el día”. 
Su impopularidad le obligó a dimitir el 28 de enero de 1930. Camilo José Cela diría de él que fue el único dictador que abandonó el poder cortésmente.

José Antonio, que para la autora “no era ni mucho menos el más brillante de los Primo de Rivera”, entró en política para defender la memoria de su padre. Su vocación eran los libros y el Derecho. Siempre según la escritora, antes de que su pensamiento, muy verde e inconcluso habida cuenta de que le mataron antes de que pudiera madurarlo, fuera terminado por otros y convertido en uno de los pilares del antiguo régimen, el fundador de la Falange había dejado dicho que no se veía como un líder fascista. Aborrecía a los señoritos que le saludaban a la romana con el brazo derecho en tanto que con la mano izquierda sostenían el vaso de whisky.

Genealogía.

Enrique Primo de Rivera (1621-1707), padre de:
  • Pedro Patricio Primo de Rivera (1680-????), padre de:
    • Joaquín Primo de Rivera y Pérez de Acal (1734-1800), gobernador de Maracaibo, padre de:
      • Joaquín Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo (1786-1819), coronel español, combatió en la Guerra de Independencia de España y en la campaña contra el Ejército de los Andes en Chile.
      • José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo (1777-1853), militar y senador español, padre de:
        • Rafael Primo de Rivera y Sobremonte (1813 - 1902), militar, gobernador de Puerto Rico y senador.
        • Fernando Primo de Rivera y Sobremonte (1831 - 1921), militar y político.
        • Miguel Primo de Rivera y Sobremonte (1826-1898), padre de:
          • Fernando Primo de Rivera y Orbaneja (1879-1921), militar.
          • Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930), militar político y dictador español. Padre de:
            • José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1903-1936), político español durante la Segunda República, fundador de la Falange Española, partido político de corte nacionalsindicalista.
            • Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1907-1991), Jefa de la Sección Femenina de la Falange Española.
            • Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1904-1964), Ministro de Agricultura.
            • Fernando Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1908-1936), padre de:
              • Miguel Primo de Rivera y Urquijo (1934-2018), alcalde de Jerez de la Frontera (1965-1971), padre de:
                • Rocío Primo de Rivera Oriol (1967), periodista y escritora.




Ducado de Primo de Rivera.

El ducado de Primo de Rivera con grandeza de España originaria es un título nobiliario español que Francisco Franco concedió póstumamente, por decreto del 18 de julio de 1948, al fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia,​ iii marqués de Estella, asesinado durante la Guerra Civil Española el 20 de noviembre de 1936.

Denominación

La denominación de la dignidad nobiliaria refiere a los apellidos paternos, por los que fue universalmente conocida la persona a la que se le otorgó, a título póstumo, dicha merced nobiliaria.

Armas

Medio cortado y partido: 1.º, en campo de oro, un león, rampante, de gules; 2.º, en oro, un águila de sable; 3.º, en campo de plata, cuatro fajas, ondeadas de azur; sobre el todo, un escusón de sable, con tres luceros, en faja, de oro, surmontados de cinco flechas cruzadas por un yugo, de gules.

Historia de los duques de Primo de Rivera

José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1903-1936), i duque de Primo de Rivera (concedido a título póstumo), iii marqués de Estella, fundador de la Falange Española, asesinado durante la Guerra Civil Española el 20 de noviembre de 1936.
Soltero y sin descendientes. Le sucedió su hermano:

Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1904-1964), ii duque de Primo de Rivera, iv marqués de Estella.

Casó con Margarita Larios y Fernández de Villavicencio, sin descendientes. Le sucedió el hijo de su hermano, Fernando Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, que había casado con María del Rosario de Urquijo y Federico, por tanto su sobrino paterno:

Miguel Primo de Rivera y Urquijo (San Sebastián, 1934-Pozuelo de Alarcón, 3 de diciembre de 2018), iii duque de Primo de Rivera, v marqués de Estella. Era hijo de Fernando Primo de Rivera, hermano del fundador de la Falange.

Casó en primeras nupcias con María de Oriol y Díaz de Bustamante, padres de nueve hijos, entre ellos, Fernando Primo de Rivera y Oriol (1962-), vi marqués de Estella, que casó con María de la Gracia López Granados, y casó en segundas nupcias con María de los Reyes Martínez-Bordiú y Ochoa.

Fernando María Primo de Rivera y Oriol 2020-(actualidad), iv duque de Primo de Rivera.

Marquesado de Estella.

El marquesado de Estella es el título nobiliario español que el rey Alfonso XII de España concedió por decreto del 25 de mayo de 1877 al capitán general Fernando Primo de Rivera y Sobremonte, i conde de San Fernando de la Unión. El 11 de octubre de 1923 el rey Alfonso XIII de España le otorga la grandeza de España. Su nombre se refiere al municipio navarro de Estella, donde el general entabló batalla con las fuerzas carlistas.

Historia de los marqueses de Estella
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Fernando Primo de Rivera y Sobremonte (1831-1921), i marqués de Estella,​ i conde de San Fernando de la Unión.
Casó el 1 de junio de 1857 con María del Pilar Arias-Quiroga y Escalera.​ Sin descendientes. Le sucedió su sobrino,​ hijo de su hermano Miguel Primo de Rivera y Sobremonte que había casado con Inés de Orbaneja y Pérez de Grandallana, por tanto su sobrino paterno:

Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930), ii marqués de Estella.
Casó el 16 de julio de 1902 con Casilda Sáenz de Heredia y Suárez de Argudín.​ Le sucedió su hijo:

José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1903-1936), iii marqués de Estella, i duque de Primo de Rivera (concedido, en 1948, a título póstumo). Soltero. Sin descendientes. Le sucedió su hermano:

Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1904-1964), iv marqués de Estella,​ ii duque de Primo de Rivera.
Casó con Margarita Larios y Fernández de Villavicencio. Sin descendientes. Le sucedió el hijo de su hermano Fernando Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, que había casado con María del Rosario de Urquijo y Federico, por tanto su sobrino paterno:
Miguel Primo de Rivera y Urquijo (1934-2018), v marqués de Estella,​ iii duque de Primo de Rivera.
Casó con María de Oriol y Díaz de Bustamante.
Casó con María de los Reyes Martínez-Bordiú y Ochoa. Le sucedió, de su primer matrimonio, su hijo:
Fernando María Primo de Rivera y Oriol, (n. en 1962), vi marqués de Estella.
Casó con María de la Gracia López Granados.

NotaEstella (en euskera: Lizarra) es un municipio y una ciudad española, ubicada en la zona media occidental de la Comunidad Foral de Navarra, cabecera de su merindad, del partido judicial n.º 1 de Navarra y de la comarca de Tierra Estella.La ciudad se encuentra asentada en un gran meandro del río Ega, el cual se abre paso entre las montañas que la rodean por lo que es conocida como «La ciudad del Ega». Por ella pasa el Camino de Santiago en el tramo entre la capital de la comunidad Pamplona, de la que dista 44 km, y Logroño, capital de La Rioja. Su población en 2017 era de 13 707 (INE). 

Conde de SAN FERNANDO DE LA UNIÓN.

Concedido por Alfonso XII a Fernando Primo de Rivera y Sobremonte, Ortiz de Pinedo y Larrazábal, I Marqués de Estella, Capitán General de los Ejércitos. 

Nota: San Fernando es una ciudad de Filipinas que se encuentra situada en la Región I y cuenta con una población de 115.494 habitantes, según censo de 2007. Administrativamente la componen 59 barangays.
 



La Falange Española

En un mitin celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid, el 29 de octubre de 1933, José Antonio Primo de Rivera,  el aviador, Julio Ruiz de Alda, a quien Benito Mussolini galardonó con la Encomienda de San Gregorio el Magno, y Alfonso García Valdecasas, profesor de derecho y discípulo de Ortega y Gasset, dieron origen a este movimiento nacionalsocialista, que sus propios fundadores no consideraron como partido, ya que tendía la unificación. 
No era comunismo, ni capitalismo y contrario al individualismo liberal, propugnando la solidaridad y la hermandad hispanoamericanas para el bien de la patria, con un sentimiento católico, por ser la religión verdadera y la históricamente española.

No se necesitaban la existencia de partidos políticos, ya que los individuos actuarían en la esfera pública a través de la familia, el municipio y el sindicato El saludo era con la palma de la mano derecha abierta y el brazo en alto, gritando: “Arriba España”, expresando su deseo de la preeminencia del sentimiento nacional.
Reivindicaban el uso de la violencia, si ésta era necesaria y usada primero por sus adversarios, reclamando a sus miembros espíritu de sacrificio. Así lo hicieron con respecto a los movimientos de izquierda, que comenzaron los ataques contra los falangistas.

Valdecasas, en el acto fundacional pronunció un discurso donde si bien reconoció ciertas similitudes con el fascismo, afirmó que se trataba de un movimiento auténticamente español, sin adopción de fórmulas extranjeras. Si bien el grupo era parecido al fascismo, no tenían una idea imperialista. Ya había en España un partido fascista, creado en 1931, la Confederación Española de Derechas Autónomas, liderado por José María Gil Robles.

A su vez, en octubre de 1931, se había constituido otro movimiento político cuyas siglas, JONS, significaban Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, basado en el sindicalismo revolucionario, contra la burguesía, cuyo fin era el engrandecimiento de la patria, dando principal rol a los trabajadores. Sus líderes fueron Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo Ortega, que había sido miembro de Acción Católica.

Estas dos organizaciones antes descriptas, se fusionaron, el 15 de febrero de 1934, dando nacimiento a la Falange Española de las JONS (FE de las JONS).

Bajo el lema “Patria, pan y justicia”, los falangistas, mostraban su orgullo por la historia hispánica, sobre todo la de los Reyes Católicos, aunque no eran partidarios de la monarquía sino del sistema republicano. Respetaban el derecho a la propiedad privada de los bienes, aunque con reforma agraria y nacionalización de la banca, y sindicalización de los medios de producción.
 Los conflictos sindicales serían superados con la creación del “Sindicato Vertical”, donde confluirían patrones y obreros, por ramo de actividad. El estado debía ser laico, sin intervención de la iglesia en las cuestiones políticas, pero aceptando como religión, la católica apostólica romana.

Tenían los falangistas su propio himno compuesto, por varios miembros del partido, pero fundamentalmente por José Antonio Primo de Rivera. La música era de autoría de Juan Tellería (1935). La bandera estaba formada por tres franjas verticales, la central de color negra y las de ambos lados, rojas.

Los partidarios, que entre sí se denominaban camaradas, usaban una camisa azul, que representaba a los obreros. Tomaron como símbolo un escudo que mostraba el yugo y las flechas, cuyo origen se remontaba a Virgilio, que vivió en los últimos años de la era pre-cristiana.

 En su obra “La Eneida” las flechas eran símbolo de la guerra y en las “Geórgicas” el yugo era representativo de las tareas del campo. Isabel de Castilla usó el yugo como la imagen representativa de su reino al unirlo con el de Fernando de Aragón, que utilizó las flechas. El reinado de los Reyes católicos, ejemplo para los falangistas les aportó su simbolismo.

Al principio el mando de la Fe de las JONS, estuvo a cargo de un triunvirato integrado por José Antonio Primo de Rivera y Julio Ruíz de Alda, por la falange, y por Ramiro Ledesma, de la Jons. En octubre de 1934 el mando nacional fue unificado en Primo de Rivera, formándose un órgano asesor, la Junta Política, a cargo de Ramiro Ledesma. Sin embargo, Ramiro Ledesma, supuestamente por conflictos por el mando, fue expulsado de la Falange cuando intentó separar a las Jons de los falangistas.

En las elecciones de 1936, la victoria le correspondió al Frente Popular, alianza de partidos democráticos, de izquierda, y antifascistas, pero la Falange no se resignó tan fácilmente a su derrota, e inició una lucha armada contra sus adversarios políticos, que la convirtió en un partido ilegal y llevó a la cárcel a sus líderes, entre ellos, a Primo de Rivera, en marzo de 1936, aunque luego de distintas apelaciones en el mes de junio, fue declarada legal su actuación, aunque continuó preso.

El general Franco se alzó contra la Segunda República, el 17 de julio de 1936, pero no contó con el apoyo de Primo de Rivera que se hallaba preso, y desde la cárcel desalentó a sus camaradas a prestarle apoyo, pero los falangistas igual se unieron a Franco, y Primo de Rivera fue condenado como agitador, y fusilado el 20 de noviembre de ese mismo año.

El 19 de abril de 1937 el falangismo se unió con la derecha carlista, cuyo lema era Dios, Patria, Fueros, Rey, formándose la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S (FET y de las JONS ) por decreto de Franco, desvirtuándose los ideales originarios. 
En la dictadura de Franco recibieron el nombre de “Camisas Nuevas” en oposición a los que lo formaban antes de la guerra civil, que pasaron a llamarse “Camisas Viejas”. Se constituyeron en partido único entre 1939 y 1975.



continuación

viernes, 26 de junio de 2015

342.-José Antonio Primo de Rivera y Juicio en Alicante III El Proceso.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Hernandez Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;  Carla Vargas Berrios; Alamiro fernandez acevedo;

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La vista

La vista se desarrolla en dos jornadas, con cuatro sesiones. En la primera sesión (mañana del día 16) se procede a la lectura de las conclusiones del Ministerio Fiscal, fechadas a día 14; a la admisión de pruebas y al interrogatorio de los procesados (José Antonio, Miguel y Margarita) por parte del fiscal y de los jurados. El interrogatorio de José Antonio dura dos horas y media.
 La segunda sesión se inicia a las cuatro de la tarde para seguir con el interrogatorio de los procesados (Abundio Gil, Samuel Andani, Joaquín Samper, Manuel Molíns, Francisco Perea, funcionarios de Prisiones) y la prueba testifical (José Goicoechea y Adolfo Crespo).
 La tercera sesión se inicia a las nueve y media del día 17 con el interrogatorio de los restantes testigos (Antonio Vázquez, Enrique Alijo, Eduardo Busquier, José Pujalte, Manuel Palla y José González Prieto) y concluye con la renuncia a la prueba documental.
 En la cuarta y última sesión, iniciada a las cuatro de la tarde, con la lectura de las conclusiones definitivas del Ministerio Fiscal (en las que retira la acusación contra los procesados Gil, Andani, Samper, Molins y Perea) y con las conclusiones definitivas de la defensa, se dicta el auto de libertad de los funcionarios. Se llega así a la fase culminante de la vista: los informes del Fiscal y la Defensa. El informe de José Antonio (hora y media) termina a las ocho menos cuarto de la noche y los magistrados se retiran a redactar las preguntas que se someterán al jurado. Casi tres horas dura la deliberación, sin que nadie abandone la sala.

A las diez y media de la noche, el Presidente del Tribunal da lectura a las veintiséis preguntas redactadas e, inmediatamente, el Jurado se retira en una deliberación que dura cuatro horas, tras las cuales entrega a los magistrados su veredicto condenatorio. Tras su lectura, los magistrados se retiran para redactar la sentencia, operación en la que consumen media hora (en principio, con la oposición de Rafael Antón) .
La sentencia, fechada el 18 de noviembre, concluye con la condena de José Antonio a la pena de muerte, como autor de un delito de rebelión militar. Miguel es condenado a reclusión perpetua y Margarita, a seis años y un día de prisión mayor.
 Como último recurso para salvar su vida, invocando el Código de Justicia Militar, José Antonio solicita la revisión de la causa; pero el Jurado, por mayoría de bolas negras, rechaza la petición. Todo es inútil como inútil fue la posterior apelación telegráfica al presidente del Gobierno, Largo Caballero. Son las tres de la madrugada, tras cuarenta y ocho horas de angustia.

Fusilamiento.
lugar de muerte

En la madrugada  del 20 de noviembre de 1936,en la  prisión de Alicante, patio número 5 de la enfermería. Un pelotón de  ocho milicianos anarquistas  de la CNT y socialistas, fusila a José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange Española de las JONS. Antes que a él se fusila a dos falangistas y dos carlistas.
Apenas cuatro días después de la ejecución, José Antonio Primo de Riveral pasa a ser ‘El ausente’. Los restos de José Antonio son exhumados del cementerio de Alicante y escoltados hasta el monasterio de El Escorial. El 19 de noviembre de 1939, son trasladados al Valle de los Caídos.


Así fusilaron a José Antonio

José María Zavala, autor de «Las últimas horas de José Antonio». 

16 de febrero de 2015. 


El fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera en la cárcel de Alicante, la mañana del viernes 20 de noviembre de 1936, fue uno de los episodios más deleznables de la reciente historia de España; de no haberse producido, sin duda el rumbo de la misma hubiera sido otro. 

Reconstruir lo que allí sucedió, casi ochenta años después, ha requerido una labor titánica de investigación durante casi cuatro largos años. Gracias al hallazgo de los «expedientes perdidos» de los principales protagonistas de su muerte (los miembros del pelotón de ejecución, el director de la cárcel y el auditor del Ministerio de la Guerra que denegó el indulto al líder de Falange Española presionado por Largo Caballero) estamos en condiciones de recrear ahora con relatos de testigos presenciales la carnicería perpetrada en aquel maldito patio número 5, el de la Enfermería. Felipe Ximénez de Sandoval, biógrafo de José Antonio, aludió en su día con toda honestidad y rigor a este peliagudo asunto: «Ya no sabemos más. Ya todo son noticias vagas...».

Pero ahora, insistimos, parapetados en un arsenal de documentos inéditos recopilados durante las últimas horas de José Antonio, considerado por el hispanista Stanley G. Payne como «el estudio más completo sobre el proceso y la ejecución de José Antonio, que constituye una aportación fundamental e indispensable» para el conocimiento de su egregia figura, sabemos por fin lo que allí sucedió. Disponemos así, en primer lugar, de un documento desconocido de gran valor: la relación de funcionarios de prisiones que estuvieron de guardia aquel día en la cárcel provincial.
Hela aquí:
 «Don Fernando Abadía García: Oficial de Régimen, Diligencias y Dirección; Don Trinidad Muñoz Andrés: Oficial de Economato, Gabinete y Administración; Don Telesforo Llovel Morató: Oficial de Interior, Limpieza, Sótanos y Enfermería; Don Enrique Maciá Bermejo: Oficial auxiliar de Interior y Comunicaciones; Don Enrique Alijo Longay: Oficial de Rastrillos; Don Germán Quereda Torregrosa: Oficial del Patio de Lavandería y Cuarta Galería; Don Miguel García Jiménez: Oficial del Patio de Lavaderos y Primera Galería; Don Antonio Flores Guillén: Oficial de Provisional y Patio del mismo; Don Juan José Menor Calatayud: Oficial de Provisional de 08.30 a 12.30 y de 14.30 a 18.30 horas; Don Manuel Lledó Brotóns: Auxiliar General de 08.30 a 12.30 y de 14.30 a 18.30 horas».

«Confusión» con los disparos

¿Acaso no resulta llamativo que todos y cada uno de los guardias declarasen no haber visto nada aquel día?
 ¿Obedecía tal vez su ceguera a que alguien les puso a la fuerza una venda en los ojos? 
Sólo el testigo Trinidad Muñoz Andrés, de 38 años, casado y natural de Toledo, aportó un dato a mi juicio relevante:
 
«Ignoro –declaró al juez– quiénes fueron los que dispararon contra las cinco víctimas, aunque allí dentro había milicianos de la CNT y comunistas, y había llegado un piquete de asalto. Pero dada la confusión que existía es de sospechar que todos fuesen los que disparasen». 

«Confusión», pocas veces una sola palabra significó tanto. En su primera y extensa declaración efectuada en la Jefatura de Policía de Baza (Granada) tras su detención, el 13 de abril de 1939, el miliciano Guillermo Toscano que dio el tiro de gracia a José Antonio aludió también al desconcierto, seguido del revuelo armado en el patio de la prisión aquella madrugada.
 De su declaración, inédita y esclarecedora también, nos interesa ahora este pasaje:
«Al llegar al patio –manifestó Toscano–, me sorprendí al ver en el mismo y ya antes en el pelotón de fusilamientos a otros tres que no sabía quiénes eran, supongo que de otra cárcel. (...) En el patio, además de la fuerza que estaba en fila de ejecución, había como espectadores hasta un número aproximado de cuarenta personas. (...) Seguidamente se dirigió José Antonio al lugar donde estaban los otros tres y yo mismo, a la fila encargada de la ejecución. No hubo voz de mando para hacer las descargas, las cuales se efectuaron a capricho, en número de cinco o seis, y al pronunciar los gritos de “¡Viva España!” y “¡Arriba España!” por parte de José Antonio. Una vez en el suelo, yo, como llevaba pistola, fui el encargado de darle el tiro de gracia a todos ellos. Después de dicho acto, en todos los asistentes se manifestó la consiguiente algaraza [algarada] en los comentarios».

De ser cierto además lo declarado por Trinidad Muñoz, es indudable que reinaba la más absoluta confusión y anarquía en el patio de la cárcel.
 ¿Se imagina el lector la escabechina que aquella cadena de improvisaciones representó para los cuerpos indefensos de José Antonio y de los llamados «cuatro mártires de Novelda» fusilados junto a él (Ezequiel Mira Iñesta, Luis Segura Baus, Vicente Muñoz Navarro y Luis López López), considerando que el pelotón o los pelotones de fusilamiento, si es que al final fueron dos como aseguraba Miguel Primo de Rivera, se compusieron en total de catorce individuos entre milicianos anarquistas, soldados comunistas del Quinto Regimiento y guardias de Asalto?

En el expediente de Toscano se hace constar lo siguiente, el 6 de junio de 1939: 
«Formó parte [Toscano] del pelotón de asesinos de José Antonio, integrado por José Pantoja, Luis Serrat Martínez, José Pereda Pereda, Andrés Gallego Pozo y Francisco [Manuel] Beltrán. (...) La orden de formar el pelotón la dio Ramón Llopis, de la Comisión de Orden Público, y se integró por los citados, más un sargento y tres soldados del Quinto Regimiento de Milicias y cuatro Policías».

Catorce fusileros en total. Si se efectuaron hasta seis descargas, como recordaba Toscano, resultaría entonces que las cinco víctimas fueron acribilladas con más de ochenta disparos, recibiendo cada una alrededor de dieciséis impactos. Aterrador. Aunque el fuego de los mosquetones se concentró en José Antonio, como enseguida veremos.

En su primera declaración indagatoria ante la Policía, el 2 de noviembre de 1939, el sargento Juan José González Vázquez, encargado de mandar el pelotón de ejecución, dijo algo tan revelador como esto:
 «Los que formaron el pelotón colocaron a sus víctimas a una distancia de unos tres metros. Nadie dio la voz de fuego... A José Antonio le situaron en la esquina de la pared, quedando a su izquierda los otros tres [cuatro] jóvenes que murieron con él, disparando el pelotón sobre ellos unos cuarenta o sesenta disparos». 
Adviértase cómo el testigo subrayó que el pelotón efectuó «cuarenta o sesenta disparos» a tan sólo «tres metros» de distancia de las víctimas.

Hablan los forenses

Estremece sólo pensar en el tremendo impacto de las ráfagas de disparos a tan escasa separación de aquellos cuerpos, cuando el alcance eficaz del Mauser modelo Oviedo 1916 como el que emplearon aquel día los fusileros era de 2.000 metros nada menos. González Vázquez confirmaba, al igual que Toscano, que no hubo orden de abrir fuego, dando a entender también que se congregó un gran gentío en el patio de la cárcel entre espectadores y curiosos. Debió ser terrible. Tanto, que ni siquiera el director de la prisión, Adolfo Crespo Orrios, facilitó un solo detalle reseñable del fusilamiento al juez en su declaración del 17 de abril de 1939. Y qué decir de los dos médicos forenses destinados aquel día en la cárcel de Alicante: en lugar de presenciar el fusilamiento, como era su obligación, ninguno de los dos lo hizo. 
¿Qué motivos alegaba el primero de ellos, José Aznar Esteruelas, de 56 años, casado y natural de Zaragoza, el 3 de mayo de 1940 cuando declaró ante el juez?

Sus palabras no tienen desperdicio:
 «Me tocó por turno, como médico forense, asistir al fusilamiento de José Antonio y de los otros ‘‘cuatro mártires de Novelda’’, fusilamiento que no presencié pues esperé en uno de los pasillos de la cárcel provincial a que se llevase a cabo, para después certificar la muerte... Puedo manifestar que a uno de los otros cuatro fusilados le tuvieron que disparar dos tiros de gracia, pues parece ser que principalmente en el momento de la ejecución se cuidaron de apuntar a José Antonio y descuidaron a los demás».
Más reveladora aún, si cabe, era la versión del segundo forense, Manuel Hurtado Martínez, de 65 años, casado y natural de Murcia, quien, pese a no ser ya un novato en la materia, casi se murió de miedo: 
«Como médico de la Beneficencia Municipal, concurrí al fusilamiento de José Antonio y de los ‘‘mártires de Novelda’’, acto que no presencié, pues me escondí tras un recodo para no verlo».

Ahora también sabemos que ninguno de los dos médicos realizó el preceptivo informe de autopsia a los cinco cadáveres. La horrible muerte de José Antonio tampoco fue inscrita como exigía la Ley. El certificado de defunción tuvo que ser expedido en Alicante, el 5 de julio de 1940, por orden del Juzgado de Primera Instancia número 2, en presencia del juez municipal Federico Capdepón Icabalceta y del secretario del Distrito del Norte, Rafael Martínez Bernabéu.
El acta de la defunción se encuentra depositada en el Registro Civil, sección de Defunciones, al folio 313 del tomo 19.
¿Guardaban acaso alguna relación aquellas irregulares omisiones con la pavorosa escena que presenció el empresario uruguayo Joaquín Martínez Arboleya en el patio de la prisión, evidenciando que alguien pudo ocuparse de eliminar cualquier vestigio de la matanza? El testigo ocular rompió su silencio años después, proclamando:
 «Se quebró su cuerpo [el de José Antonio], cayendo doblado, empapadas en sangre sus rodillas. La chusma allí reunida gritó obscenidades».


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CONCLUSIONES DEFINITIVAS DE JOSÉ ANTONIO EN EL PROCESO DE ALICANTE, 17 DE NOVIEMBRE DE 1936

La defensa de los procesados JOSÉ ANTONIO, MIGUEL PRIMO DE RIVERA y MARGARITA LARIOS formula con el carácter de definitivas las siguientes conclusiones:

PRIMERA A) JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, en unión de otras personas que coincidían con su manera de pensar, fundó a fines de 1933 una Agrupación política llamada "FALANGE ESPAÑOLA".

Más adelante se fundió esta entidad con otra algo más pequeña y antigua llamada J.O.N.S. (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), nombre que Falange Española hubo de añadir como apéndice al suyo propio en homenaje a la necesidad de aunar voluntades y suavizar asperezas que hubieran acaso, dificultado la fusión.

"FALANGE ESPAÑOLA DE LAS J.O.N.S.'", ya unificada, presentó y registró sus Estatutos en la Dirección General de Seguridad, en Madrid el veintidós de octubre de mil novecientos treinta y cuatro. El artículo 1º. de tales Estatutos expresa terminantemente que la Asociación se propone "Desarrollar en todo el territorio de España, mediante el estudio, la propaganda, la sindicación y todo otro medio lícito, una actividad encaminada; 1º a devolver al pueblo español el sentido profundo de una indestructible unidad de destino y la fe resuelta en su capacidad de resurgimiento; 2º a implantar la justicia social sobre la base de una organización económica integradora superior a los intereses individuales, de grupo y de clase."

Estos dos extremos del artículo copiado, contienen los dos postulados del programa de Falange Española, el Nacional y el Sindicalista. Por el primero se aspira a potenciar el valor nacional de España, no con el criterio de idolatría de las entidades naturales que informan a los partidos nacionalistas sino con el criterio que aspira a perpetuar en España la representación histórica de un sentido universal de la vida (que es lo que se expresó más tarde con la palabra "Imperio", vocablo doctrinalmente alusivo a toda aspiración política de alcance y validez universal). Por el segundo postulado, o sea el sindicalista, se tiende a sustituir la ordenación económico capitalista que asigna la plusvalía a los empresarios y titulares de los signos de crédito, por una organización sindicalista que entregue la propia plusvalía a la agrupación orgánica de los productores, constituidos en sindicatos verticales. Como consecuencia se postula el reemplazo del sistema político democrático burgués vigente por otro de tipo sindicalista, conforme al derecho que a todo español reconoce la Constitución republicana para defender y profesar las ideas políticas que juzgue mejores y aún para propagar la reforma de la propia Constitución.

Hacia fines de 1934 fue redactado y divulgado el ideario NacionalSindicalista de Falange Española, en una enumeración de 27 puntos o artículos. La licitud de estos artículos y su perfecto ajuste a la finalidad de la Asociación, declarada en sus Estatutos, fue objeto de proceso seguido ante los Tribunales republicanos y fallado por el Supremo de la Nación, en sentido totalmente favorable.

FALANGE ESPAÑOLA ha desarrollado una incesante, lícita y pública actividad política, puesta de relieve en la copiosa prueba que se aportó a la causa a que se acaba de aludir y que obra unida en "cuerda floja"; editó periódicos, celebró mítines, luchó en las elecciones, organizó entidades filiales y adheridas (como el Sindicato Español Universitario), etc. etc.

Sin que ello pueda ¡reputarse ni por asomo al fruto o a la conducta del Jefe de Falange Española (que es el procesado JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA), ni de nadie de cuantos le auxilian o secundan, la organización se vio rodeada de un durísimo ambiente de lucha, en el que perdieron la vida, entre noviembre de 1933 y junio de 1936, no menos de sesenta y cinco afiliados. En este ambiente de lucha también cayeron, en harto menor numero y a partir de fecha mucho más reciente, víctimas (no menos deplorables), de otros partidos políticos hostiles a Falange. Jamás se ha podido comprobar ni ha existido organización especial alguna dentro del movimiento que tuviera a su cargo la ejecución de tales agresiones, ni los Jefes del mismo movimiento han participado, ni ordenado que se ejecutasen. La lucha, por cruel que haya sido, ha estado sostenida por el ardor de los militantes de todos los bandos y ha revestido los caracteres, no por lamentables, menos conocidos de este género de pugnas debidas casi siempre a la falta de conocimiento recíproco de los programas y aspiraciones.

El 14 de marzo último ingresó en la Prisión Celular de Madrid el procesado a que todo este relato se refiere, por la causa fundada en el supuesto delito de asociación ilegal a que se ha hecho repetida alusión. Después de preso fue objeto de otros varios procesamientos no interesantes ahora.

El 6 de junio fue trasladado a la Prisión Provincial de Alicante, en la que recibía a diario copiosa correspondencia y numerosísimas visitas, casi todas en grupos, desordenadamente, con duración brevísima y sin la menor garantía de reserva, por su carácter colectivo y por ser desconocidas para el procesado casi todas las personas que le visitaban. Más o menos intervenidas esas comunicaciones, no dieron lugar durante mes y medio, a que ni entre los funcionarios de la Prisión (los más inequivocadamente adictos al régimen) ni entre la predominante población izquierdista de la Ciudad, ni entre los vecinos de otras localidades de donde venían y a donde tornaban comisiones, se despertase la menor sospecha de que en las entrevistas de PRIMO DE RIVERA con sus visitantes se maquinara un alzamiento militar contra el Gobierno republicano. Tal actividad, en efecto, no existió ni por asomo, ni hubiera respondido al ideario constante de FALANGE ESPAÑOLA, bien diverso, aún hostil, al de los grupos políticos a quienes un alzamiento de tal índole hubiera dado probablemente el Poder.

El 18 de julio de este año, como es público, estalló en gran parte de España un movimiento militar, al que se dice prestan asistencia grupos de Falange Española. Tales grupos ni han recibido ni han podido recibir instrucción alguna de su jefe, que, de haberlas podido dar, hubieran sido con claras y decisivas garantías políticas y aún personales, que le hubieran puesto en condiciones de intervenir activamente en la dirección del Movimiento.

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA es, en resumen ajeno a la génesis y al ulterior desarrollo del movimiento subversivo iniciado en julio del presente año, en el que ni directa ni indirectamente, ni por sí mismo ni induciendo a otros, ha intervenido.

B) El también procesado MIGUEL PRIMO DE RIVERA no tiene historia política alguna, no sólo no ocupa puesto directivo de alcance nacional, sino que ni aún desempeña cargo alguno en la organización local de Jerez de la Frontera, donde habitualmente reside. Por la diferencia de vecindades, hábitos y gustos mantiene con su hermano JOSÉ ANTONIO una relación afectuosa pero espaciadísima, y jamás ha sido partícipe, ni aun confidente, en las actividades políticas de su hermano.

Detenido el 30 de abril de 1936 en Cuenca, durante una accidental temporada de permanencia con sus hermanos que habitan en Madrid, ingresó como preso gubernativo en la Cárcel Modelo de aquella capital. Al ser trasladado a la Prisión Provincial de Alicante JOSÉ ANTONIO, lo fue también Miguel el cual, apenas se ha ocupado en otra cosa que hablar con su mujer, Margarita Larios, en cuantas horas le permitía su amplio régimen de tolerancia, a solas y sin que siquiera asistiera JOSÉ ANTONIO, sino breves instantes a tales visitas. Miguel recibía poquísima correspondencia y cuando más, se limitaba a saludar a algunas de las abigarradas comisiones que acudían a ver a su hermano.

Miguel Primo de Rivera no sólo es totalmente ajeno al movimiento subversivo militar, sino que también lo es por completo, a toda actividad de su hermano JOSÉ ANTONIO, de cualquier índole que sea.

C) La procesada MARGARITA LARIOS, esposa del citado en el apartado anterior, se instaló en Alicante a los tres días de encarcelado aquí su marido. Se instaló en el Hotel Victoria y ha permanecido allí sin interrupción (salvo un viaje brevísimo a casa de sus hermanos en Madrid), apartada de todo otro quehacer que el de visitar a su citado marido y acompañarle en la Cárcel cuantas horas le permitían. Nadie le ha atribuido hecho alguno revelador del menor indicio de actividad sospechosa. No tiene sombra de relación con el movimiento subversivo que conmueve a España, ni con las actividades de ninguna índole de su cuñado JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.

Cualquiera afirmación de hecho que esté en pugna con las contenidas en los párrafos de la presente conclusión, es terminante negada por esta defensa.

SEGUNDA: Los hechos relatados en la conclusión anterior no constituyen delito alguno. Dado que el resultado de la prueba ha reducido las hipótesis acusatorias a la posibilidad de que acaso JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA hubiera mantenido correspondencia con los complicados en el movimiento subversivo durante el tiempo en que estos lo preparaban, tal insostenible conjetura, de ser cierta encajaría en el supuesto del artículo 141 del Código de justicia Militar, párrafo 1º. en relación con el 2º. del 238, y con el párrafo 1º. del artículo 4º. del Código Penal ordinario.

TERCERA: No habiendo delito no puede haber responsable. De ser admisible la inculpación prevista en hipótesis en el párrafo anterior, sería responsable en concepto de autor de tal delito de conspiración JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA. Los otros dos procesados ni aún así lo serían en ningún concepto.

CUARTA: Si hubiera delito, lo que nuevamente se niega, concurriría la circunstancia atenuante 8ª del artículo 9º del Código Penal ordinario.

QUINTA: Procede la libre absolución de los tres procesados. En último extremo, que sólo se recoge hipotéticamente podría imponerse a JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, la pena de prisión mayor en su grado mínimo.

Tales son las conclusiones definitivas de la defensa, que somete al Tribunal al que suplica dicte veredicto y sentencia conforme a sus términos. Alicante a 17 de noviembre de 1936. José Antonio Primo de Rivera.

Así literalmente, consta en su escrito, pero cuando la formula "in voce", sólo dio lectura a la primera y segunda por ser inoportunas las restantes en ese momento procesal del Juicio Oral.

Del libro "FRENTE A FRENTE. José Antonio frente al Tribunal Popular. Alicante-noviembre 1936", de José María Mancisidor. Editorial Almena, Madrid, 1975.

 

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DECLARACIONES DE JOSÉ ANTONIO EN EL SUMARIO INCOADO POR EL JUZGADO ESPECIAL DE ALICANTE EL 10 DE NOVIEMBRE DE 1936

"Folio 154 y siguientes.– Declaración de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia.–

 En Alicante, a 10 de noviembre de 1936..., de treinta y tres años de edad, estado soltero, profesión abogado, vecino de Madrid, calle de Serrano, 86..., manifiesta: Que no tomó parte ninguna en la política española con anterioridad al fallecimiento de su padre, don Miguel Primo de Rivera, para cuyo recuerdo y gestión tiene una adhesión completa, sin que esto envuelva adhesión incondicional a los juicios que puedan formularse sobre la interpretación histórica de aquel período, acerca del cual el declarante expuso su juicio en el discurso que pronunció en el Parlamento con ocasión del primer debate producido por el señor Calvo Sotelo al reintegrarse a España. 
Que el 29 de octubre de 1933 se celebró en el teatro de la Comedia un acto preliminar de la constitución de la Falange Española, al que dio forma legal pocos días después y cuyos estatutos, tanto los primitivos como los vigentes, están registrados en la Dirección General de Seguridad; en ellos consta la verdadera finalidad de Falange Española, y en cuanto a la actividad del partido, se ha ajustado constantemente a ella, según hubo ocasión de comprobarse en el sumario instruido por el supuesto delito de asociación ilegal y que dio lugar a una sentencia favorable por la Audiencia de Madrid y por el Tribunal Supremo.

 Preguntado por S. S. para que manifieste si, a pesar de lo expuesto, no es más cierto que además de las actividades que constan en la constitución del partido de Falange Española existían ciertamente otras de carácter delictivo y criminal, que se manifestaron en el descubrimiento de armas, bombas de mano en el domicilio social y además en frecuentes atentados realizados por individuos que pertenecían como miembros al citado partido, contesta: Que respecto al hallazgo, no de bombas de mano, sino de unos que se dijeron aparatos explosivos de relojería, fue una mixtificación policíaca, debida al entonces jefe superior de Policía señor Muñoz Castellanos, y que respecto a los atentados y demás actos de violencia, todo lo que puede decir es que, antes de iniciarse los actuales sucesos revolucionarios, Falange Española había visto caer asesinados a más de 60 de sus miembros, sin que en ningún caso se hubiese realizado colectivamente y por orden de los 6rganos de dirección hecho delictivo alguno, ni hubiera tomado parte en él ningún afiliado de Falange con el carácter de tal. Esto no quiere decir que (no) pueda afirmarse en términos absolutos el que jamás baya delinquido ningún miembro de ésta, como de cualquier otra Asociación
. Preguntado para que explique si basta el número de víctimas a que se refiere la Directiva de Falange Española no intervino en la represalia, puede y debe entenderse, naturalmente, que posteriormente al número indicado ya intervino de un modo directo, dice: Que al señalar como fecha la iniciación, no alude a la existencia de una nueva táctica en la Falange a partir de entonces, sino a la absoluta falta de información respecto a cuanto ocurre fuera de la cárcel en que el declarante se encuentra. 
Preguntado si a pesar de lo expuesto es también cierto que en sus discursos parlamentarios y en sus alocuciones por medio de la Prensa se hacían amenazas más o menos encubiertas respecto a la actuación delictiva de Falange Española, dice que se atiene a lo que conste en el "Diario de Sesiones" en los discursos pronunciados por él, y en el semanario Arriba, que dirigía.
 Preguntado de si como Jefe de Falange Española aprobaba los atentados cometidos por los miembros del partido a que pertenecía, contesta: Que no le consta que ningún afiliado a Falange Española haya cometido atentado alguno, y que si ahora se le dijese que algunos de aquellos afiliados aparecía convicto en un delito de esa naturaleza, el declarante no consideraría airoso desde su situación segura, respecto a ese hecho, culminar ninguna desautorización verbal.
Preguntado si, no obstante lo expuesto, le consta que existían individuos que, aunque no afiliados a Falange Española, eran retribuidos por los dirigentes de los asesinatos o hechos delictivos que se cometían en España, como ocurrió, por ejemplo, con el atentado en Madrid contra el señor don Eduardo Ortega y Gasset, realizado por un tal Rivagorda, manifiesta: Que Falange Española jamás ha retribuido a delincuente de ninguna especie y que la información, digo la afirmación, en este sentido, es una reiterada calumnia política, nunca confirmada por descubrimiento policíaco serio, cuando tan fácil es a la Policía localizar grupos permanentes de delincuentes remunerados. Rivagorda jamás fue afiliado a Falange Española y que sólo empezó a tener relación con los que lo eran a partir de su ingreso en la Cárcel de Madrid, donde había centenares de falangistas detenidos.

 A preguntas del señor fiscal, manifiesta: Que la actuación de Falange Española no se desvió en nada de su programa político, según declaró el Tribunal Supremo en la sentencia que ha aludido antes y que es de fecha de junio a julio de este año. Preguntado si antes de entrar en la Cárcel Modelo de Madrid, como durante su estancia en la misma y posteriormente cuando su traslado a esta Cárcel Provincial, el 6 de junio pasado, tenía conocimiento de una sublevación militar que iba a tener efecto para implantar la dictadura militar y falangista española, manifiesta: Que antes del ingreso en la Prisión de Madrid, no, pero ya en ella, y aun en la de Alicante, oyó el rumor muy impreciso de un alzamiento militar, no militar y falangista, como se dice en la pregunta, y aún añadirá que lo oyó con bastante preocupación, porque teme mucho por los resultados contingentes de un movimiento político en el que el pensamiento peculiar del declarante no tenga las garantías de prevalecer. 

Preguntado por S.S. si, a pesar de lo expuesto, el actual movimiento gozaba de las simpatías y anuencia del señor Primo de Rivera, manifiesta: Que carece de suficiente información sobre el contenido político y social del movimiento, sobre sus asistencias y sobre las personas que lo dirigen, para arriesgarse a expresar una adhesión completa a él, y en prenda de sinceridad a lo que acaba de decir, no tiene inconveniente en afirmar que, a su juicio, la situación en que España se encontraba antes de empezar el movimiento era intolerable; que las persecuciones, las arbitrariedades y aun los crímenes habían puesto a la nación en el último riesgo de contarse entre las civilizadas, y, por tanto, no estima reprobable, desde un alto punto de vista histórico y político, el alzamiento contra aquel estado de cosas, interesándole insistir en que habla del alzamiento en términos abstractos y no de este alzamiento concreto de ahora, acerca del cual –repite– le falta información suficiente. 

Preguntado por S.S. para que manifieste si en los crímenes, arbitrariedades y persecuciones a que se refiere incluía los atribuidos a falangistas pertenecientes a su partido político, contesta: Que la crítica de un estado político se refiere siempre a los que ejercen el Poder y tienen la responsabilidad de los sucesos políticos, y que sólo ésta y no la conducta comprobada o presunta de particulares entidades es la que el declarante se permitía enjuiciar; y que en cuanto a las persecuciones y arbitrariedades y aun crímenes que abominaban, puede citar los millares de encarcelamientos sin procesos de afiliados de Falange Española; las clausuras de centros, multas; las docenas de atentados no seguidos de investigación política, policíaca ni judicial, y algún hecho ajeno al ámbito de Falange Española, pero tan señalado como la muerte de don José Calvo Sotelo en las circunstancias que todos conocen. Preguntado si no obstante lo que tiene expuesto de su intervención en la preparación del movimiento insurreccionar de España, tuvo negociación con las naciones extranjeras, Alemania e Italia, o visitas de pura cortesía a los señores Mussolini e Hitler, contesta: Que en los años 1933 y 1934 fue recibido, en breves visitas, por los señores Mussolini e Hitler, y que al declarante no se le pasó por la imaginación incurrir en la falta de tacto de plantear a aquellas personalidades extranjeras propósitos de insurrección española a larguísimo plazo, no ocultando que ha estado en Italia varias veces, la última a principios de verano del año 1935, pero que no ha tenido entrevistas allí con ninguna personalidad política italiana. 
Preguntado si últimamente mantenía correspondencia política relacionada con el movimiento revolucionario, tanto con Italia como con Alemania, como parece deducirse de la carta fechada en Madrid el 11 de julio de 1936, firmada por su secretaria, Encarnación Moya, contesta: A la petición de señas en Roma de¡ señor Sánchez Mazas, cuyas señas pedía, es un conocidísimo escritor español refugiado últimamente en casa de sus afines italianos, después de sustraerse a un encarcelamiento que sufrió en Madrid con el declarante, y que la señorita Camps es persona española residente en Madrid, como en la misma pregunta se dice, con quien el declarante ha mantenido correspondencia sobre la que no es lícito dar ninguna explicación. 
Preguntado, además, por S. S. si la señorita Camps no servía al declarante como enlace con todos los dirigentes revolucionarios actuales, manifiesta. Que la señorita Camps no puede a los ojos de nadie, en manera alguna, tener manifiesta relación alguna con el que declara. Que fue la única entrevista a que antes ha hecho referencia, la que celebró con Hitler en Alemania; que no se celebró ningún acto ni mitin en Alemania en que tomase parte el declarante ni tampoco Mosley, pues no conoce a dicho señor.

 Preguntado si durante su estancia en Alemania solicitó de Hees le preparara una entrevista con Hitler y ésta tuvo lugar en una finca de la Alta Baviera, contesta: Que no ha sido jamás presentado al señor Hees ni ha hablado con él de ningún asunto. 

Preguntado por S. S. si, a pesar de lo manifestado, ha tenido correspondencia, bien directamente o indirectamente, con dicho señor, valiéndose de otras personas de su intimidad o bien falangistas, manifiesta que no. A otras preguntas del señor fiscal, insiste en que ni de palabra ni por escrito ha tenido la menor relación con ningún alemán sobre la preparación del movimiento subversivo en España. 
Preguntado respecto a una carta escrita por el general Sanjurjo en Estoril (Portugal), el 21 de marzo de 1936, en que le habla de su regreso de Alemania, si por la persona que trajo la carta o por otra alguna se le hicieron indicaciones respecto al problema o motivo de dicho viaje del citado general, contesta: que no, y que la única noticia que tiene del viaje del general a Alemania es la que él mismo da en la carta. 
Preguntado si la nota de su puño y letra que tiene escrita en el ángulo superior de la carta, de que contestó verbalmente a través de persona segura, significa que por la importancia de la contestación y gravedad de la misma tuvo que hacerla verbalmente a persona de su confianza, manifiesta: Que no, y que esa nota alude simplemente a la seguridad de evitar extravíos de correspondencia, cosa que el mismo general señala en la carta respecto de un telegrama no recibido.
 Preguntado para que explique el significado de la segunda carta, también dirigida a él por dicho general, fechada igualmente en Monte Estoril el 23 de abril del corriente año, en que volvía a hablar de su viaje por Centroeuropa, y de una carta certificada que le envió a la Cárcel, manifiesta: Que lo único que demuestra esta segunda carta es la poca importancia que uno y otro corresponsal habían dado a la primera, puesto, que ni el general estaba seguro de que hubiese llegado al declarante ni la contestación verbal y formularia del declarante hubiera llegado al general.
 Preguntado para que explique el significado de un tarjetón escrito y dirigido a él por el señor Martínez Anido, manifiesta: Que no le encuentra explicación posible, igual que a la ampulosa del doctor Albiñana, que también le ha sido puesto de manifiesto, a las que no se puede dar ningún sentido más que el bien transparente del que resulta de su texto.

 Preguntado por S. S. para que explique el contenido de la carta, fecha 8 de julio del corriente, dirigida a él por un afiliado a Falange Española llamado José Moreno, manifiesta: Que el Rafael a que se refiere en la carta es el señor Sánchez Mazas, de quien habló antes, que este señor estuvo refugiado en Pamplona y que como llegasen noticias al declarante de que una conspiración derechista interna quería perturbarle en la dirección del Movimiento Nacionalsindicalista (Falange Española), escribió una carta al señor Sánchez Mazas, cuya dirección en Pamplona desconocía, y se la remitió por medio del señor Moreno, que se la devuelve por haber salido ya Sánchez Mazas de Pamplona. A esto se debe que el declarante inquiriese las señas en Italia de Sánchez Mazas. En cuanto a la palabra "Movimiento", es bien sabido que Falange Española la ha usado siempre, desde sus primeros pasos, para esquivar el uso de la palabra "partido", tan poco grato a los oídos de los españoles.

 Preguntado igualmente sobre otra carta, fecha 7 de abril, en que se le dice por el citado dirigente que se ha enterado de que el señor Primo de Rivera ha dicho que no vaya a visitarle a la Cárcel quien no sea pariente o lleve alguna misión determinada, de donde puede ingerirse que los visitantes no parientes iban a recibir órdenes o que se les encomendara alguna gestión o misión a realizar en relación con el desenvolvimiento político de esa organización, contesta: Que, en efecto, para reducir en algo la abundancia de visitas que perturbaban el régimen de la Cárcel de Madrid, insinuó genéricamente que se abstuvieran de ir a verle los que no tuvieran alguna cosa precisa,. política o no, consejo al que se acogieron de muy buena gana los que, como el Eduardo autor de la carta, no tenían ganas de comprometerse yendo a la Cárcel a visitarle. Que con respecto a un retrato del rey que fue Alfonso de Borbón (1), dice: Que, evidentemente, ha sido una equivocación de la Policía al entregar la documentación obrante en el sumario, por cuanto que su recuerdo de aquella persona no es tan fervoroso como para tener un retrato suyo en la cárcel. Preguntado para que exponga las frecuentes visitas que le hacían en la prisión determinadas personas y el motivo de estas entrevistas, manifiesta: Que en Madrid tenían un objeto profesional, otras muchas de parentesco, amistad o afinidad política e innumerables de mera curiosidad, no poco fastidiosa en ocasiones, y que en Alicante han obedecido a los mismos motivos, salvo el profesional, del que apenas se había ocupado. Preguntado para que explique el motivo de la visita que celebró en esta Prisión el día 14 del pasado mes de julio, pocos días antes del movimiento revolucionario, por. don Antonio Goicoechea, jefe político del partido Renovación Española, dice: Que aquella entrevista dejó tan poca impresión en su espíritu que ni siquiera recuerda el que se haya celebrado, y en cuanto a los diputados señores Serrano Suíler, Daza y Finat, les une con el declarante una amistad fraternal de muchos años, que les movía a visitarle con bastante frecuencia.

 Preguntado que si las entrevistas de su cuñada Margot Larios con su hermano Miguel y con él tenían, además de un fin puramente familiar, el que pudiera servir de elemento de enlace con personas dirigentes del Movimiento revolucionario actual, contesta: Que no, en absoluto. Preguntado igualmente que explique cómo en varias ocasiones, en las entrevistas que tenía con ellos su cuñada, la tela metálica que los separaba apareció rota por distintos sitios, como si hubiera servido para introducir objetos. Dice que no, si bien no tiene interés en ocultar que alguna vez pasaban por encima de esa misma tela alguna botella de coñac. Preguntado para que explique por qué conducto y de qué forma qué persona le proporcionó la pistola marca "Danton" con el número borrado, reglamentaria de la Guardia Civil, con otro cargador de doce balas y una caja de municiones, así como otra arma exactamente igual, con otro cargador e igual número de municiones, que se encontraron también a su hermano Miguel, dice: Que jamás se les pasaron dichas armas, como tiene declarado en el sumario que al efecto se instruyó, al cual se remite. Preguntado para que reconozca si son de su propiedad el mapa y los croquis del mismo que le ponen de manifiesto, dice: Que, efectivamente, reconoce haber sido suyo el mapa y uno de los croquis, sin que pueda asegurar que el otro fuera hecho por su hermano, y que las noticias a que responde el dibujo las adquiría porque entonces leían periódicos (2) y no estaban incomunicados del todo. 

Preguntado por S. S. para que manifieste si les hacían los cacheos reglamentarios diariamente en sus celdas y personas, contesta: Que en su persona no recuerda se le hubiera hecho ninguno antes del supuesto hallazgo de pistolas, pero que en su celda, a las horas de patio, supone que sí, porque un día, al subir del patio, muy poco antes de las famosas pistolas, encontró con que estaban terminando dos oficiales el registro. Preguntado asimismo para que explique la causa de la libertad tan grande que gozaban dentro del régimen carcelario, en que se les permitía por los vigilantes el tener abiertas las puertas de su celda, y cuando, por cualquier causa, se extremaba el celo en la vigilancia o visitas, protestaba airadísimo contra los diversos directores, dice: Que no considera disfrutase de excesiva libertad, sino, por el contrario, de un régimen más restringido del habitual en los presos políticos, y que a esto, que juzgaba como exceso de restricción, se debían sus protestas cuando era agravado.

 Preguntado, por último y definitivamente, si tanto durante el tiempo que lleva en prisión, como anteriormente, ha dirigido e inducido a individuos que le visitaban, entregando cartas para los jefes facciosos, preparando de esta suerte la sublevación militar de carácter puramente fascista que se desarrolla actualmente en España: Que no, e insiste en todo lo que tiene declarado. Leída por sí propio esta declaración, cuyas contestaciones han sido redactadas por el propio declarante, se afirma y ratifica y firma con S. S. y el señor fiscal y doy fe. Enjuto.–

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA. VIDAL GIL. TOMÁS LÓPEZ ZAFRA.

Declaración transcrita por Francisco Bravo: "José Antonio ante la justicia roja." Madrid, 1941.

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(1) Un rasgo demostrativo de la altiva dignidad con que rechazara de su alrededor toda procacidad o toda cobardía soez: José Antonio, doctrinalmente, no aceptaba la Monarquía liberal ni parlamentaria, y, personalmente, se hallaba dolido por el proceder de don Alfonso con el dictador; pero cuando en los furibundos interrogatorios de su último juicio el juez le pregunt6 sobre "sus relaciones con el Borbón", José Antonio, agravando su ya peligrosísima circunstancia, se nego a contestar a menos que se sustituyera tal designación despectiva por la de don Alfonso XIII o la de ex rey de España. (Julián Pemartín: Noticia biográfica de José Antonio Primo de Rivera).

(2) Concretamente El Liberal, de Murcia y El Heraldo, de Madrid.

 

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INFORME DE LA DEFENSA DE JOSÉ ANTONIO, COMO ABOGADO DE SI MISMO; DE SU HERMANO MIGUEL, Y DE SU CUÑADA, MARGARITA LARIOS, EN LA SESIÓN CELEBRADA EN ALICANTE, EL 17 DE NOVIEMBRE DE 1936

Presidente: La defensa tiene la palabra.

José Antonio: Con la venia del Tribunal. Cuando hace cuatro o cinco noches se interrumpió el silencio de la incomunicación en que vivía desde que empezaron los sucesos que conmueven a España; cuando se interrumpió en forma de que, bajo la luz amarillenta de la Prisión, harto menos brillante de la que ahora nos ilumina, allá en nuestra celda, entraron el señor Fiscal y el señor Juez Instructor y nos leyeron de sopetón un Auto de procesamiento y nos anunciaron que íbamos a comparecer seguidamente, en el término de días, ante el Tribunal Popular, y que quizá no nos correspondiese por turno de Oficio tan excelente defensor como hubiéramos podido proporcionárnoslo nosotros mismos, y que quizá no me concediesen el medio de probar lo que yo necesitaba, cuando se me dijo esto de sopetón, os he de confesar que me corrió por la espalda un escalofrío.

Después ha empezado el Juicio y tengo que daros las gracias al Tribunal porque se me ha permitido instruirme de los Autos, se me ha puesto en condiciones de comportarme sin tener que adquirir nuevos usos ante lo nuevo y el carácter bélico extraordinario que corresponde a este Tribunal, sino como me he comportado en doce años de ejercicio, porque el señor Fiscal que al principio de su informe, como al final no, me señalaba como prototipo del señoritismo ocioso, no le dijo a tiempo al tribunal, que yo llevo doce años trabajando todos los días, según el Fiscal ha dicho, al reconocer que he informado más veces que él, aún llevando él más años de ejercicio y yo tener menos edad, y que en ese trabajo he adquirido alguna destreza en mi oficio que es mi mayor título de dignidad profesional, y esa destreza me ha permitido en dos horas y media instruirme de ese montón de papeles, preparar mi defensa y someterla a vuestra conciencia.

Este homenaje de mi artesanía habitual, honrada y tranquila, es la mejor manera, sin alharacas y sin adulaciones, de expresamos mi agradecimiento.

El señor Fiscal empezó diciendo: "Falange Española es una asociación de tipo dictatorial, que aspira a un régimen político de tipo dictatorial." Mis minutos son pocos, pero sobre esto la benevolencia del Tribunal, administrada con largueza por su Presidente, me permitió hablar ya ante vosotros cuando fui interrogado en calidad de reo. Fui interrogado por el señor Fiscal e inteligentemente por varios miembros del Tribunal, que saben lo que son los partidos y sus sentidos sociales. Dije perfectamente por qué somos sindicalistas y no encuadrados en los partidos que son solamente sindicalistas; por qué añadimos a lo de "sindicalistas", lo de "nacional"; y por qué en lo del sindicalismo que es una posición nueva y de lo nacional, que es lo que parte en dos a toda la juventud de España.

Toda la juventud de España, todas las clases enérgicas de España, las juventudes ardientes, están divididas en dos grupos encarnizados. A esto se debe que, de cuando en cuando, nos matemos como fieras. A que unos aspiran a otro orden social más justo y se olvidan de que forman con el resto de sus conciudadanos una unidad de destino y los otros, ventean y mueven el gallardete del patriotismo y se olvidan de que hay millones de españoles hambrientos y de que no basta pasear la Bandera de la Patria sin remediar a los que padecen hambre. No ahora que comparezco ante este Tribunal, ni por este hecho, sino desde mil novecientos treinta y tres he venido sosteniendo esto sin descanso. hasta enronquecer, y lo atestigua mi declaración que figura al folio 69 de la causa instruida en Madrid, de la que podría leer los padres que se refieren a economía, trabajo, lucha de clases, tierra. ¿Queréis un punto improvisado ahora? "Todos los españoles no impedidos tienen el deber de trabajar. El Estado Nacional–Sindicalista no tendrá la menor consideración al que no cumpla función alguna y aspire a vivir como convidado a costa del esfuerzo de los demás." Punto dieciséis. Estos son los típicos señoritos, este es el señorito. Pues ya ve claro y bien el señor Fiscal cuál es la opinión de la Falange Española sobre el señoritismo.

Yo he redactado casi todo el ideario de Falange Española, de la que soy Jefe. Que soy el Jefe es evidente, sería pueril negarlo. Que Falange Española se mueve dentro de la legalidad republicana lo he demostrado también ayer. Y no he sido yo solo. Lo ha dicho el Tribunal Supremo de la República hace muy pocos meses, mucho después de triunfar el Frente Popular, y lo ha dicho una de las Salas, que por los antecedentes de quienes la componen os debe ofrecer las mayores garantías. Estoy seguro que al hacer el programa me he movido dentro de la misma Constitución. Ahora, si esto es delito, yo ruego, y de manera especial al Tribunal de Derecho que ha de redactar las preguntas para el Veredicto que no involucro este hecho mío innegable: Toda la responsabilidad para mí por haber sido el fundador de esa entidad y por ser el autor de su programa, pero que no la envuelvan hacia otras cosas que han sucedido después y que no tienen nada que ver con mi condición de Fundador de Falange Española.

¡Actos delictivos! Este es otro pasaje de mi vida pasada. Resulta que Falange Española ha cometido varios actos, de esta índole.

También me persiguen los minutos. La mayoría de los que formáis el Jurado pertenecéis a partidos enérgicos. Habéis tenido bajas y habéis comprobado que camaradas vuestros han abierto bajas en otras filas. Solo hay una cosa indecoroso en este género de lucha. La lucha en sí es triste. Es terrible, es dolorosísimo que lo más brioso, lo más enérgico de la juventud de España, en nuestras filas y en las vuestras, se mate a tiros. Hay, repito, solamente una cosa indecoroso en estas luchas, y es que se emplee el pistolero profesional. En este trance para mí tan solemne, os digo, que la Falange Española no lo ha hecho nunca. Vosotros que estáis hechos a la lucha sabéis que el pistolero profesional no sirve para nada, no hay quien se juegue la vida por cinco duros. Se lo juega por nada el que siente dentro de sí un Ideal. Vuestros militantes y los nuestros han sentido el ardor cada uno de su Ideal y se han matado.

¿Cuántas veces habréis visto en estos hechos a la Prensa gruesa, a la prensa burguesa, achacar la comisión de los mismos a pistoleros profesionales para mancillar el nombre de una organización? 

Vosotros sabéis que generalmente las Organizaciones de lucha no tienen para pagar esos profesionales, ni los usan, porque quieren cobrar y no arriesgar la vida. La Policía localiza siempre los grupos de delincuentes habituales. La Policía no puede, ni mucho menos, cazar a todo el que entra en la lucha de partidos numerosos, pero cuando hay pequeños grupos de pistoleros asalariados, los caza siempre. Pues ¿cómo la Policía, que tantas veces nos echó en cara esta condición nuestra, cómo no ha cogido nunca el cogollo de estos grupos? ¿Por qué estaba a nuestro favor? La Policía nos ha encontrado bombas y las ha encontrado también en vuestros locales, sin que vosotros las hubieseis puesto. La Policía, Muñoz Castellanos, Jefe de Policía de este bienio que llamáis negro y que yo bauticé con el nombre de "bienio estúpido", nos armó este y diecisiete enredos más y nos clausuró los Centros que teníamos, y nos suspendió los periódicos que editábamos. Era mano derecha de Valdivia, hombre tan afecto a la República, tan defensor de la República, que cuando dejé de leer periódicos por mi incomunicación creo que fue uno de los últimos que encarcelasteis como sospechoso cuando comenzó el Movimiento.

Esta ha sido la vida de la Falange Española. Muertos de un lado y de otro. Pero no venimos aquí a cancelar las deudas de sangre en papel sellado. ¡Ojalá dejásemos de matar! Venimos a juzgar si yo he participado o no en el actual Movimiento, y no vais a aprovechar esta coyuntura para hacer una liquidación de cuentas más o menos falsas.

Enemigo destacado del régimen, según el señor Fiscal. Ayer os expliqué las circunstancias en que vino el régimen y las circunstancias de ánimo en que su venida me cogió a mí, dolorido en lo entrañable del recuerdo de mi familia. No quiero insistir en esto porque parecería hasta indecoroso que en un trance como este me dedicase a tocar la nota de lo sentimental. Ayer la toqué y la dejo encomendada a vuestro recuerdo.

Ahora bien, este carácter de enemigo del régimen, dice el señor Fiscal, se ha manifestado más cuando alcanzaba el Poder alguna situación izquierdista y proletaria, y señalaba una fecha. Este entusiasmo y ardor contra el régimen, nacía en todas las derechas españolas y singularmente en JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA cuando se triunfó en las elecciones del 33, que dieron el triunfo a las derechas. En ellas fui elegido Diputado. Debíamos haber participado en aquella alegría colectiva. Os ruego que en la colección de Arriba no dejéis de mirar un número, el número 23, de 12 de diciembre de 1935, en que se reproduce otro más antiguo, el artículo que escribí y publiqué en "Falange Española", "F.E." el 7 de diciembre de 1933, a raíz de las elecciones. Basta su título. Se acababa de ganar la victoria de las derechas. Escribí un artículo, cuyo texto leeréis vosotros y que se llama nada menos que así: "La victoria sin alas." Esta fue mi manifestación de contento en aquellas elecciones en que fui elegido.

Después mi participación en el entusiasmo de las derechas. Un recuerdo a un difunto: José Calvo Sotelo. Fue el colaborador de mi padre y esto me basta para que le cite siempre con respeto y afecto. Pero en lo político, con algún remordimiento tengo que contaros que a Calvo Sotelo le hice yo esto: El era fogoso, tenía una oratoria confusa, se le disparaban torrentes de palabras que algunas veces hasta llegaban a perder el sentido. Calvo Sotelo iba diciendo por ahí: "No hay más que dos fuerzas nacionales, Falange Española y los hombres del Bloque Nacional." Entonces yo le contesté con una coz, con una cosa durísima que se encuentra en uno de esos pasquines en letras grandes que veréis a la cabeza de todos los números de nuestro periódico. Si no doy con él y no lo encuentro, vosotros me haréis el favor de buscarlo y leerlo. Me parece que fue en la cabeza del número 22. Le contesté la siguiente amabilidad al pobre José Calvo Sotelo: "Algún orador se dedica a decir por ahí que las únicas fuerzas nacionales son las de la Falange y las suyas. ¿Por qué no deja en paz a la Falange? Su elogio nos hace la misma gracia que ese refrán de: "El hombre y el oso cuanto más feos más hermosos." Que nos llamen feos no nos importa, pero que nos empareje con el oso..."

Llegan las nuevas elecciones. Regocijo de las derechas. Blanco y Negro organiza aquella encuesta de que os hablé y me pide mi opinión. Se publicó el 25 de diciembre y está reproducida en la página última, página cuarta del número 33 de Arriba. Era la pregunta: ¿Quién cree que ganará? ¿Triunfarán las derechas? ¿Cuál será la composición del nuevo Parlamento? Hice conjeturas bastante aproximadas corno pude comprobar más tarde, una vez conocido el resultado de las elecciones. "¿Qué sucesos prevé para el año próximo?", y le contesté esto: "Las izquierdas burguesas volverán a gobernar sostenidas en equilibrio dificilísimo entre la tolerancia del Centro y el apremio de las masas subversivas. Si los gobernantes –Azaña por ejemplo–, tuvieran el inmenso acierto de encontrar una política nacional que les asegurara la sustitución de tan precarios apoyos por otros más fuertes y duraderos, acaso gozara España horas felices. Si como es más probable, no tiene ese acierto, la suerte de España se decidirá entre la revolución marxista y la revolución nacional."

Como se vé, mi actitud, la actitud nuestra ante la coyuntura probable de un gobierno Azaña, era bastante benévola. Estaba llena de interés, interés benévolo y discreto. Nuestra actitud no era de hostilidad cerrada ni nada semejante, quizá porque este panorama del retorno de Azaña estaba predicho por mí desde el 28 de marzo de 1935, cuando escribí en Arriba: "Antes de la primavera del año próximo tendremos a Azaña en el Poder", y lo hice como resultado de una política estúpida de las derechas. Yo auguré que vendría Azaña, y cuando triunfó el Frente Popular y entró Azaña escribí en este periódico: "Sucedió lo que debía suceder. Azaña ha tenido dos ocasiones. La de ahora es peligrosa. Si no se vuelve a las chinchorrerías del primer bienio, a coger a un Comandante y a echarlo porque su mujer vaya demasiado a misa; si no se vuelve a estas cosas con este ímpetu, puede hacer el Gobierno una gran obra y tiene la obligación de hacer una obra revolucionaria en lo social, mucho más amplia de la que hizo la otra vez." Esto lo encontraréis en un trabajo que titulé "Azaña" comentando el discurso pronunciado por Azaña en el Campo de Comillas.

Adhesión total, entusiasta a cuanto hicieron las derechas, no; a las izquierdas, tampoco.

Yo creo que el Gobierno de Casares Quiroga tuvo en mucho la culpa de que pudiera estallar este movimiento, porque sembró aquel dislocamiento de todas las fuerzas, metió en la cárcel a tal cantidad de personas –entre las que me cuento–, sembró pequeñas incomodidades que predispusieron a todos y creció el espíritu crítico. Sin eso podríais tener la seguridad de que no habría en la lucha tanto joven, ni de que se hubiera podido provocar una locura de estas a espaldas de personas responsables. De mí, por ejemplo, no os voy a decir hipócritamente que no me hubiera sumado a la rebelión. Creo que en ocasiones la rebelión es lícita y la única salida de un período angustioso.

Ahora, una rebelión que han preparado en España y fuera de España haciendo gestiones en Alemania e Italia, con lo difícil que son las negociaciones en estos países las dos naciones de diplomacia más intrincada y difícil, en donde hace falta meses para llegar a conocer el vocabulario, para que un día en la cárcel me encuentre con que ya está todo armado, sin saber a dónde va y que hay muchos míos, unos matando, otros muriendo, otros haciendo las ferocidades de que el señor Fiscal me da ahora la primera noticia; atrocidades que por otra parte me va a permitir que ponga en cuarentena, porque sé que mis camaradas no son capaces de cometerlas. Son trámites difíciles con finalidades turbias, inexplicables por lo menos, con pactos sobre si se entrega parte del territorio o no, y yo encerrado en la Cárcel de Alicante, sin comunicación con nadie y sometido al Tribunal Popular.

Eso no hubiera pasado si yo no hubiera estado encarcelado, y no hubiera pasado si los Jefes de mis organizaciones no hubieran estado perseguidos como alimañas, separados de sus familias, de sus camaradas.

Por haberse puesto a España en este avispero ha sido posible que estalle este movimiento que ahora tendremos todos que lamentar.

No os adulo. No encuentro toda la política de las izquierdas acertada, ni mucho menos.

También veréis que dije en este traba o: "Azaña ha tenido dos ocasiones en la historia", en la última plana, en cabecera así de ancha (señala con las manos), que decía: "Azaña vive su segunda ocasión. La primera se malogró, si se malogra la nueva ocasión de Azaña se habrá perdido ya sin remedio y probablemente no tendrá ninguna más."


Presidente: Ruego al Letrado que prescinda de esas consideraciones.


José Antonio: En realidad, señor Presidente, el proceso es puramente político. Pero como no adulo al Tribunal por la política que le pueda inspirar, corto aquí. Basta. Con las derechas mi disidencia ha sido constante. Mi agresión durísima, encarnizada. No insistiré más en esto. Aquí os entrego mis textos y os ruego que hagáis el favor de repasar esta modesta vida que no hubiera traído a cuento si no lo hubiera hecho el señor Fiscal.

¿Que yo he dado muestras de esta aversión al pueblo? No sé cómo aprovechar los minutos para hacer un índice.

Yo en las Cortes me levanté un día para pedir que se ampliara la amnistía concedida por las derechas, gracias a la cual salieron a la calle varios millares de afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo; y otro día, cuando se presentó el proyecto de anulación de la Reforma Agraria, pronuncié dos discursos para impedir que se anulara la primera Reforma Agraria y expuse de la tierra este concepto que está escrito en el número del 21 de noviembre de 1935 de Arriba, página 5, quinta columna, también dice: (leyendo). "¿En qué consiste desde un punto de vista social, la reforma de la agricultura? Consiste en esto: Hay que tomar al pueblo español hambriento de siglos y redimirle de las tierras estériles, donde perpetúa su miseria; hay que trasladarle a las nuevas tierras cultivables; hay que instalarle sin demora, sin esperar siglos, como quiere la ley de contrarreforrna agraria, sobre las tierras buenas. Me diréis– pero ¿pagando a los propietarios o no? Y yo os contesto: Esto no lo sabemos; dependerá de las condiciones financieras de cada instante. Pero lo que yo os digo es esto: Mientras se esclarezca si estamos o no en condiciones financieras de pagar la tierra, lo que no se puede exigir es que los hambrientos de siglos soporten la incertidumbre de si habrá o no habrá Reforma Agraria; a los hambrientos de siglos hay que instalarlos, como primera medida, luego se verá si se pagan las tierras, pero es más justo y más humano y salva a más número de seres que se haga la Reforma Agraria a riesgo de los capitalistas, que no a riesgo de los campesinos." Cuando el señor Fiscal hablaba, con razón, de la tragedia del campo español, quizá no formulaba frases tan enérgicas como estas.

Y cuando la revolución de Asturias, me levanté en las Cortes y dije, que en una revolución hay que atender siempre a dos cosas. Primero a dominarlas, y después a ver si tenían razón. Una revolución no estalla sin razón nunca.

Cuando decían frívolamente: "Los mineros de Asturias, ¿qué quieren si ganan diecisiete pesetas?" Yo les decía: "Pero, ¿es que creéis que lo hacen por ganar dos o tres pesetas más? Han empezado a votarse edificios, por los campesinos andaluces que ganan una peseta o seis reales. Esto es lo que hay en la revolución de Asturias si tenéis inteligencia para remediarlo. Y esto, ahora que habéis dominado la revolución no haréis más que enjuiciar y precipitar la segunda revolución de Asturias." He querido que vengan los discursos. Algunos están aquí, por ejemplo el que pronuncié cuando me opuse a la proposición acusatorio contra el señor Azaña. Como sabéis la fecha, no os costará encontrarlo.

Vamos al tercer capítulo de mi vida privada. Señor Fiscal, perdóneme.

El señor Fiscal sabe ya cuáles han sido mis viajes al extranjero. He estado en Berlín una sola vez, en mayo de 1934. No asistí al mitin que se decía organizado por Hess y con intervención de Mosley. No conozco ni a uno ni a otro. En cambio, nadie me preguntó si conocía a Hitler, lo que podía ser más comprometido, y sin embargo confieso que sí le he visto. Le vi unos minutos, cuatro o cinco, y ya comprenderéis en ese espacio de tiempo lo que pueden hablar un alemán y un español, un alemán que no sabe español y un español que no sabe alemán. ¿Que estaba preparando entonces esta revolución? Pero ¡Si ha tenido que ir Sanjurjo! El Fiscal no ha aportado ninguna prueba respecto a este aspecto. La única sombra de prueba es que Sarrión, que no sé si vive en estos momentos, el Abogado y compañero mío de despacho (está justificado que viniera mucho a verme porque, por fortuna, mi despacho era bastante próspero y de actividad), no ha rectificado una información tomada por El Liberal de Murcia, y en vista de que Sarrión, el pobre Sarrión, no ha rectificado al murciano y el murciano no ha rectificado al inglés, yo tuve que haber ido a Alemania. ¿Qué culpa tengo yo de todo esto? Mi vida se refleja en nuestro periódico semanalmente. Cada semana he estado en un sitio de España dando un mitin. A ver si es posible que estuviera en Alemania al mismo tiempo.

Tenemos las dos cartas de Sanjurjo. La del 21 de marzo y la del 23 de abril, que figuran a los folios 93, 94 y 95 del Sumario. En el folio 98 están estas cartas famosas del General Sanjurjo; me escribe una carta por mi santo, me dice cuatro generalidades. Como por lo visto se pierden las cartas de Sanjurjo y los telegramas, yo aprovecho una visita de no sé quién, que me dice que va a Portugal y le digo que le dé las gracias. Y escribo al margen: "Contestado de palabra por persona segara." Si sería segura aquella persona que en abril me escribe nueva carta y me dice: "No sé si habrás recibido la mía anterior." No sólo no había recibido la suya anterior. Me vuelve a decir en otra nueva carta nuevas generalidades, me da el pésame por mi primo Andrés, que acababa de morir y nada más. El General me habla de tú y yo a él de usted, me escribe dos cartas sin clave, donde no se menciona ningún asunto, donde me dice: "Vuelvo de Alemania." Y ello ¿qué demuestra? Esto, que es lo importante: que Sanjurjo y yo no tenemos correspondencia, puesto que para la segunda carta se sirve de alguien, lo que revela que no recibió la contestación a la primera, y que esta falta no le preocupó ni poco ni mucho. Esta carta es todo el indicio respecto a las comunicaciones con Alemania.

Y bien, yo digo: Toda esta recapitulación de mi vida anterior, la creación de Falange, mis visitas, todo esto, ¿a qué viene? A mí no se me acusa de nada de esto, sino por haber participado en el 'Movimiento revolucionario y no menos que en jerarquía de jefe, según se ha dicho por el señor Fiscal. Cuando hay que condenar a hombres y mujeres no se puede decir: "Porque pudiera ocurrir que en aquella fecha los presos........ Porque a lo mejor hicieron..." "Porque quizá aprovecharan..." Esto no. Si a mí no se me han visto las cartas, ¿pude haberlas empleado para promover un movimiento revolucionario? Lo mismo pude haberlas empleado desde aquí en dirigir una fábrica de moneda falsa. Esto es evidente. Cuando no consta lo que se ha hecho, es posible que se haya hecho todo lo humanamente realizable. Pero ni el señor Fiscal puede acusarme de esa manera, ni el señor Fiscal puede acusarme con esa base.

El Tribunal necesita algún principio de prueba positiva. ¿En qué consiste esta prueba? Que yo tenla comunicaciones, visitas... Todos los Oficiales, los procesados y los no procesados han dicho cómo eran. Muchedumbres que venían a verme, a las que yo ni siquiera conocía. Gruñía por su abundancia, hasta el extremo de que yo rogaba a mi hermano Miguel que las recibiera él, lo que le molestaba tanto como a mí. Y comunicaciones por el locutorio de Abogados, con Sarri¿)n por ejemplo y algún personaje amigo. Pues bien, esto es un indicio, y como no se nos intervenían, es posible que estuviésemos allí maquinando. Pues bien, en estas entrevistas" ha habido como testigos más o menos tolerantes, los Oficiales, y como coro, la población y la provincia. Cuando aquellas gentes volvían a sus pueblos después de recibir mis instrucciones, no serían todas ellas tan discretas que callasen en los pueblos los consejos y órdenes que yo les daba. De modo que diez o doce o quince mil personas, han tenido que saber que yo daba órdenes para una rebelión militar. Nadie ha quebrantado el secreto. Nadie ha puesto de relieve que yo estaba preparando un alzamiento contra la República.

Esta mañana vino un digno representante de la Comisión de Orden Público y montó en cólera porque yo, con el respeto que estoy manifestando ante el Tribunal, le dije: "¿Usted tiene la convicción moral de que el movimiento lo he hecho yo?" "Eso es siempre una segunda operación." "¿Recuerda quién le dio la primera sospecha?" "La conciencia pública, me respondió." Le dije: "Pero esa no es una voz, no es un dato, eso no es una persona" "No sé a qué he venido aquí, me respondió, a contestar a qué he venido", y se me fue todo furioso. Yo he insistido hasta ser machacón, pero ¿ha oído alguien que se dijese que aquí se estaba maquinando eso? Nadie ha oído, ni visto, ni sabe que yo estuviese barruntando maquinaciones contra el régimen, y algunos de los miembros del Tribunal que con más sagacidad han intervenido en los interrogatorios parecen barruntar una posibilidad de que no era en las visitas donde se había maquinado, sino en las cartas. Esto es evidente. En cartas puedo haber tenido esta comunicación. Pero tampoco hay el más mínimo rastro de prueba de que haya podido tener estas comunicaciones. ¡Si cuando empezó el levantamiento militar habían transcurrido treinta y cinco días de mi prisión aquí y no había recibido menos de cuatrocientas cartas! Cartas entusiastas, de camaradas, manifestaciones de afecto y hasta baladronadas, si queréis, propias de la juventud. Pero naturalmente esos son los que venían a verme y los que me escribían. Pero ¿quién iba a venir si no? indicios evidentes de que aquí se maquillase algo, ¡nada!

No hay más que estas tres o cuatro cosas. "¡Se rajó Aldave!" Uno de los que han manifestado más inteligente audacia en sus manifestaciones de ayer, ante la previsión ya, de un careo, dijo que él no había querido decir que se hubiese oído esta frase en un grupo en el que figurásemos mi hermano y yo, sino que se había oído en un grupo de falangistas presos. Si se dijo, pues, entre un grupo de falangistas que no éramos ninguno de los dos, nada tengo que decir.


Segundo. Una visita de mi cuñada el día de la muerte de Calvo Sotelo. ¡Sospechosa visita! Pues todo lo contrario. Calvo Sotelo murió una madrugada. Cualquier persona bien informada, los representantes de la prensa local pueden recordarlo, a las cinco o a las siete de la madrugada, podían ya saber que habían asesinado a Calvo Sotelo. Mi cuñada, que por lo visto tiene un hilo especial con sus amigos para comunicar, se enteró de este suceso cuando ya había oscurecido. La noticia era, en efecto, algo interesante porque supone algo de prolongación familiar. ¡Seis años de trabajar junto con mi padre! Mi cuñada, la que tenía hilo especial de información y espionaje, se enter6 de que ha muerto Calvo Sotelo cuando hace diez o doce horas que no hay quien lo ignore.

Las pistolas aparecen el dieciséis de agosto. Dos pistolas. Han podido venir de los siguientes modos: o lanzadas por encima de una tapia, cosa hacedera según creencia de algunos Oficiales de Prisiones, que conocen otros casos en que esto ha ocurrido; o han sido facilitadas por el locutorio de Abogados; o ese iracundo testigo que dice que le consta, que lo sabe, porque se lo ha dicho un moribundo o alguien que sabía que estaba a punto de morir' que han sido introducidas en una paella; o en una cuarta forma, que el Oficial de esta Prisión señor Muñoz dice que quizá de haber sido introducidas en paellas no hubiera sido en una sino en dos. De modo que han venido por el aire, por el locutorio de Abogados, por una paella o por dos. Esta abundancia de versiones me permite robustecer la versión que he tenido siempre sobre la ignorancia de la venida de las pistolas. Pero como esto no es el tema, vamos a suponer que sí, que por uno de esos cuatro medios o por otro cualquiera, nos hemos hecho introducir esas pistolas. No olvide el Tribunal una cosa. Esas pistolas están en nuestra celda el dieciséis de agosto. El día dos de agosto ha habido "motín" y han roto los cristales de nuestras celdas. Es justo que unos presos nos consideren, como el señor Fiscal, culpables de que España esté así.

Pregunto a todos los Oficiales si siguió hasta el dieciséis de agosto el régimen de tolerancia, y coinciden todos en que don Adolfo Crespo lo cambió de medio a medio. Pues si el dos de agosto hemos estado en riesgo inminente de perder la vida hubiera sido muy justo que nos hubiéramos procurado dos pistolas para defendernos de un segundo "motín". Pero si el señor Fiscal y el Tribunal han oído que nuestras comunicaciones con los camaradas de Falange no estaban intervenidas, sino que las teníamos a espaldas y nadie vigilaba nuestras visitas, ¿íbamos, siendo veintitantos, a formar como todo arsenal este depósito de dos pistolas? ¿Se creerá que para cooperar con la rebelión nos íbamos a quedar con aquellas dos pistolas, que hubieran servido como máximo para una defensa y agresión de dos minutos? Si hubiera sido posible, como dijo el señor Fiscal, con la actividad de mi cuñada introducir una ametralladora a piezas, tenga la seguridad el señor Fiscal que nosotros, comprometidos en el movimiento, hubiéramos hecho lo que se ha hecho en otras poblaciones. Quien ahora resulta nada menos que el autor de la rebelión y su dirigente, hubiera hecho algo más que meter estas pistolas en una paella, dos paellas o tres paellas.

Hay un único principio. Aquí sí que ruego al Tribunal atención. Hay una única cosa. El Fiscal dijo: "Se ve la relación de JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA en este movimiento no sólo por las actuaciones de este Sumario, sino por la existencia de ese almanaque." Perdonen si me he equivocado; de este almanaque que fue encontrado en un centro, que no tiene padre reconocido. Salvo esto, dice el señor Fiscal: "Se han instruido y fallado por el Tribunal Popular juicios sobre la rebelión militar en Alicante y en otras muchas provincias de España..." Pues bien, si aparece la inequívoca prueba de que JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, tenía algo que ver con eso, pudiera ocurrir que alguien nos hubiera acusado por que sí, el señor fiscal que lo sabe, traerá esos juicios. En efecto, el Fiscal trae dos o tres juicios de Alicante y en ellos, ni el señor Fiscal ni la sagacidad del Tribunal me van a dejar mentir; el nombre de PRIMO DE RIVERA aparece pronunciado por un individuo llamado Nicanor Manzano, que en el pliego once del juicio doce contra Miguel Salinas y otros más en los últimos momentos del juicio oral, cuando se ve en el riesgo de una condena que le abruma ice: que el día diecinueve a las cuatro de la mañana llamaron a su casa diciéndole que sacara un coche y que era Antonio Macía para venir a la mañana del día diecinueve a Alicante. Esta fecha fue para Nicanor Manzano, la decisiva de su existencia: fue la que le proporcionó la muerte. El intento de alzamiento en el Cuartel se hizo el diecinueve. No se equivocó de fecha. El diecinueve por la mañana vinieron a Alicante. Fueron al Reformatorio donde habló Macía con PRIMO DE RIVERA, sacaron una carta y se fueron al Cuartel de Benalúa. Luego le dijo Macía que no se preocupara expresándose en esta forma: "Somos los amos." Es la única vez que nos cita Nicanor Manzano. Y Nicanor Manzano se equivocó. Dice que estuvieron en el Reformatorio. Nicanor Manzano no tenía el espíritu para esos, distingos. Vinieron el diecinueve. La trágica fecha de autos que le costó la vida. Si se coge el registro de mis visitas, llevado esos últimos días con extraordinaria minuciosidad, el Director interino en eso sí que no transigía, se verá,, que el día diecinueve no tuve ninguna visita. Antonio Macía, no estuvo, pues, en ese día. Ni con su nombre, ni con nombre supuesto, ¿Está claro? Las últimas visitas las tengo el día dieciocho. El día diecinueve no se atreven a venir a verme. El veinte vienen tres personas: dos mujeres y un hombre. Yo no recibí a nadie más. El pobre Nicanor Manzano, que quiere sacudiese una responsabilidad diciendo que vinieron a verme, coloca esta escena un día diecinueve, en un inconfundible día diecinueve de julio, en que yo no tuve ninguna visita., ¿Que Antonio Macía estuvo alguna vez en la Cárcel? No sé cuantas veces. Yo no sé quién era éste pobre Antonio Macía. Yo he recibido mil cuatrocientas visitas de otros tantos y teniendo en cuenta las que se repetían, figuran setecientas u ochocientas personas en un registro de un sitio donde no había estado nunca. Agradezco estas visitas y les dedico un recuerdo póstumo. Ni se llevó carta al Cuartel ni pasó nada de esto, y éste es el único dato positivo acusatorio que hay en toda la actitud y en todo el informe del señor Fiscal.

Y no quisiera molestar más................................................

Varios Jurados. (Los señores Moreno Peláez y Domenech, de Izquierda Republicana y Partido Comunista respectivamente.) Puede la defensa seguir hablando el tiempo que quiera.


José Antonio: ¡Ah! ¿Si? Se lo agradezco mucho, ¡Cuánto se lo agradezco!

Si yo no quisiera más que referirme a las bases, a la falta de pruebas. ¿Cómo me vais a condenar sin indicios contra mí? No sólo no los hay, sino que hay indicios muy fuertes a mi favor. Sólo tengo que revelar con la misma sinceridad con que hasta aquí me he pronunciado, cual es el secreto de mi aislamiento.

La política de las derechas respecto de mi partido ha sido siempre la misma; querer aprovechar el brío combatiente de mis muchachos. Esta es la clave. Por eso de cuando en cuando a mis muchachos les buscaban la gracia. Eso sí, querían impedir a toda costa, pero que a toda costa, que a estos muchachos los dirigiera yo. ¿Por qué? Porque dicen que estas cosas que yo decía de la tierra y demás, eran señuelos que yo utilizaba para atraer a las clases obreras, porque las derechas tienen el error de creer que a las clases obreras se las atrae con señuelos.

Yo sé que la clase obrera me va a dar la terrible angustia de no creerme, pero aseguro que responde a una convicción personal honrada. Las derechas suponen que es señuelo; yo sé que no lo es. Las derechas suponen que es falso; yo sé que es verdadero. La Monarquía es una Institución que ha tenido su momento histórico. Las derechas tienen esa actitud respecto de mí, pero en cambio dicen: "Esos miles de chicos valerosos, arrojados, un poco locos si queréis, esos son utilísimos. Con estos tenemos que contar nosotros." Y entonces me maquinan disensiones dentro de mi Movimiento. Me organizan la de Ramiro Ledesma y Sotomayor, me someten a un cerco político, económico y persona¡ espantoso, me vienen a dejar sin cuartos. Estamos cuatro meses sin poder pagar la casa en Madrid, nos cortan el teléfono y nos quitan la casa y así estamos porque las derechas quieren a toda costa que no me interponga. Y surge mi encarcelamiento y la ocasión es "pintiparada": ahora sí que es fácil levantar el coraje de estos chicos magníficos, valerosos y un poco ingenuos, sin que se nos interponga el majadero ese que nos viene con la cosa de la reforma agraria y del Movimiento Nacional-Sindicalista. ¿Pruebas de esto? Van a ser tan cabales como las del Fiscal. Son pruebas fortísimas.

Sabe perfectamente el Tribunal que en esta comarca, en esta región de Levante, predomina entre el elemento militar, la Unión Militar Española. La U.M.E. tenía un Jefe con el que soñaba, que era el pobre Calvo Sotelo y tenía un órgano en la Prensa que es La Epoca, que es el pequeño foco intelectual militar ultrarreaccionario y Calvo Sotelo era el Profeta. La Epoca me tenía la simpatía que demuestra este tremendo artículo ofensivo publicado en primero de julio en contestación a mi artículo a que me refería antes. Aquí está la prueba y la pondrá a disposición del Tribunal el señor Secretario. Hágame el favor (dirigiéndose al Secretario del Tribunal). Estando yo en la Cárcel se me injuria. Este es el pago de la U.M.E. que no tiene fuerza en casi ninguna región de España pero en esta de Alicante sí. Estas son precisamente las guarniciones que no se sublevan. Luego ha habido algunos que han sostenido gallardamente su decisión. Pero estas guarniciones no se sublevan y forman un cerco alrededor de Alicante, del sitio dentro del cual yo estoy. Es el centro de un semicírculo geográfico perfecto. Estas son las guarniciones que no se sublevan, menos un a; la de Albacete. Allí sale un Teniente Coronel ardoroso. Dirige un mensaje telegráfico. Y en el mensaje telegráfico acaba: "Arriba España." ¿Qué le pasa a ese Teniente Coronel? Pasan días y días y nadie le socorre. Era en los primeros días, cuando no habíais hecho esfuerzo alguno de organización y teníais frente a vuestra falta de organización casi todo un ejército sublevado. Creo que este Teniente Coronel se comportó de una manera muy brava. Persiste un día y otro día y de cuando en cuando comete la nueva temeridad de decir "Arriba España". "Mandadme socorro." Y nadie le socorre. El Teniente Coronel CHAPULI, que había roto este semicírculo geográfico, fracasa. Es el fracaso más notable de la rebelión.

El punto tercero. He rogado insistentemente, acaso haya llegado ya, que la prensa local diese un número de un periódico en el que publicara la lista de los futuros Gobiernos encontrada a un Oficial sublevado de la guarnición de Barcelona.

Este era, naturalmente, de la U. M. E. que domina en toda esta costa de Levante. Se le encontraron dos listas de Gobiernos que han de sucederse en el Poder según los propósitos de los sublevados. La primera es una Junta compuesta por unos cuantos Generales. En seguida se da paso a un Gobierno civil más estable, de personajes políticos. En ese Gobierno (yo os ruego que mováis los resortes posibles para que llegue un ejemplar en donde vinieran esas listas encontradas a un Oficial), figuran personajes de primer orden, de segundo, tercero, cuarto y hasta quinto orden: El Doctor Albiñana, del que tengo una carta toda llena de ampulosidades, y a la que contesto: "Gracias", Rosa Urraca Pastor... Personas, que sin pecar de soberbia, considero que tienen una representación política o intelectual algo inferior. Todas estas personas son Ministros en la lista oficial de la U.M.E. El que no aparece ni para Subsecretario, ni para Gobernador Civil es JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, supuesto Jefe de esta rebelión militar.

Punto cuarto. Mis declaraciones al yanqui, al periodista americano Allen, ¿Creerá el Tribunal todavía que yo he podido pedir que viniese esa visita? Había salido ya de la tolerancia. Regía la Comisión de Orden Público que me trajo a aquel señor, a quien había visto ya otra vez en mi vida. Le hago unas declaraciones que reproduce con mediana regularidad. Inserta un párrafo que no le dije y que podía en estos momentos haberlo dicho o decir que le dijera; el párrafo es este: "Yo no hubiese tolerado que estuviese Falange Española combatiendo con los mercenarios y fuerzas traídas de fuera." Me convenía haber pronunciado esa frase. Pues bien, yo no la pronuncié. Son fuerzas que han luchado por España en Africa vertiendo su sangre y no puedo menospreciarlas.

Pero sobre todo, el indicio más fuerte de todos y el Tribunal estoy seguro que ha de valorarlo: Todos los que temían que la rebelión podía ser más o menos larga, más o menos favorable, ¿qué hicieron con sus familiares? Las mandaron al extranjero, ¿para qué voy a decir nombres? Este y el otro. Y los que no tenían fervor combatiente, Gil Robles por ejemplo, que no es seguramente por lo visto, un Cid, no queriendo tomar las armas se marchó a Portugal.

Yo me quedé aquí. Dice el señor Fiscal que estaba aquí por mi gusto. Pues entonces, Casares Quiroga, me dio ese gusto, estaba en combinación conmigo. Que no estaba en la Cárcel por mi gusto, es obvio. Mi hermano y otra hermana y una tía septuagenaria que están en el Reformatorio, ¿iban a estar aquí por gusto?, ¿iba a tener el gusto, esta voluptuosidad del peligro, de que les cogiesen, les encarcelasen, les metiesen en el Reformatorio? ¿es posible que yo hiciera esto? Que se quedasen aquí todos los elementos femeninos de mi familia.

Pero hay otra cosa. Yo escribí, lo ha declarado el Vigilante de Prisiones Francisco Sampere, al folio 16 del Sumario y creo que lo declaró otro de los procesados, una carta a Martínez Barrios. La escribí a primeros de agosto con el pensamiento puesto en la España de todos y con el pensamiento puesto en la tragedia actual, y dije esto: Estoy viendo que España se está haciendo pedazos, y estoy viendo que esto puede ser la vuelta a las pequeñas guerras entre españoles y por este camino se puede retroceder en el orden social, político y económico y llegar a estados de confusión y oscuridad. Yo no puedo hacer más que una cosa: que ustedes me proporcionen un aeroplano; yo voy a la otra zona dejando empeñada mi palabra de volver, que avala el temor entrañable personal de mi familia: tengo mis hermanos y una tía mía que ha hecho las veces de madre. Aquí dejo esta prenda. Voy a la otra zona y voy a hacer una intervención para que cese esto.

Se me dijo: creo que el Gobierno no podrá aceptar esta proposición.

Yo les dije: Si puedo prestar este servicio, no a la República sino a la Paz de España, no voy a fingir celo repentino, aquí estoy

No se aceptó el servicio. Lo que yo ofrecí quizá no fuese posible, pero lo ofrecí y no vinieron a darme contestación. Es un círculo de indicios bastante más lleno que los indicios acusatorios del señor Fiscal.

Toda esta rebelión se ha hecho aprovechando mi encarcelamiento, y como yo sabía que esto estaba ocurriendo, yo no descansaba en mi celda y por eso me pasaba los días y horas escribiendo, y rogando a Miguel que pasase a recibir aquellas visitas abigarradas, donde no se ventilaba nada, y él bajaba a ver aquellos montones de gente, cosa que él hacía molesto. Me pasaba el día escribiendo a mi gente, a Julio Ruiz de Alda, segundo del Movimiento, le decía: "No tengo noticias, no tengo casi información, ¿qué va a pasar?" Y me contestaba: "Tampoco tengo información pero tengo la convicción de qué las derechas, con la imbecilidad de siempre, están maquinando." Y escribo en No importa, periódico clandestino: "VISTA A LA DERECHA. Aviso a los 'madrugadores': la Falange no es una fuerza cipaya." "Desde la izquierda se nos mata y se nos acomete, pero ¡cuidado, Camaradas! no está en la izquierda todo el peligro. Desde las derechas ya se está especulando como siempre y se acercan un día sí y otro no, a nuestros jefes, visitas misteriosas, de los conspiradores de esas derechas con una pregunta así entre los labios: ¿Podrían ustedes darnos tantos hombres? Al que os haga esta pregunta, escupidle. ¿Pero, qué supone esa gentuza? ¿Que la Falange es una carnicería donde se adquieren al peso tantos o cuantos hombres? ¿Suponen que cada grupo local de la Falange es una tropa de alquiler a disposición de las empresas? La Falange es una e indivisible, milicia y partido. Su brío combatiente es inseparable de su fe política. Cada militante en la Falange está dispuesto a dar su vida por ella. por la España que ella entiende y quiere, pero no por ninguna otra cosa. El "madrugador" no tiene escrúpulos. A codazos se abrirá paso en sus propias filas. Traicionará y tratará de eclipsar a sus propios Jefes. Contraerá a cada instante la voz y el gesto con los que más pueda medrar. Y cultivará sin recato la adulación. Y será inútil el madrugón. Aunque el "madrugador" triunfara le serviría de poco su triunfo. La Falange con lo que tiene de ímpetu juvenil, de acervo intelectual, de brío militante, se le volvería de espaldas. Veríamos entonces, quién daba calor a estos "fascistas" rellenos de viento. Nosotros, para ver pasar sus cadáveres, no tendríamos más que sentarnos a la puerta de nuestra casa bajo las estrellas. La Falange a disposición de un político "madrugador", con un general de más o menos buena fe, pero sin formación política: ¡Eso no! "Y decía en esos artículos palabras de una virulencia que escapan a la posibilidad de responder a toda otra intención, como decía ayer a otro miembro del Tribunal. Porque lo que se hace a veces es ocultar la trama interna a los ojos de la masa con consignas totalmente opuestas a la consigna interna del Movimiento, ya que entonces la masa no puede obedecer y el Movimiento se frustra. No. Dije exactamente lo que respondía a la situación de mi espíritu, y lo dije con tal fijeza que entonces fue cuando La Epoca, el órgano de la U.M.E. de los "madrugadores", de los que aspiraban a valerse de mí, insistieron, escribiendo ese artículo que también dejo entregado a la consideración del Tribunal.

Y esos fueron mis trabajos desde aquí. Cartas y más cartas, circulares, consignas, para evitar que esto ocurriera. Quizá dentro de un año hubiera habido Revolución Nacional–Sindicalista y que la hubiera capitaneado yo, pero sin esta incomunicación de mi encierro, no hubiera habido lo de ahora.

De pronto, vino la muerte de Calvo Sotelo. El suceso fue verdaderamente tremendo. Se conturbó todo, salieron Regimientos a la calle, los muchachos de Falange, llenos de inexperiencia política, de valor y de voluntad se unieron en unos sitios y en otros no. Yo no sé nada. No sé de verdad y quisiera saberlo. Daría dos o tres años de mi libertad por unos cuantos periódicos de estos meses que he pasado encerrado en la Cárcel. Y me entero aquí, encerrado entre rejas, descorazonado de saber que está España matándose y sin poder tomar parte para evitarlo. Esta es mi historia.

Yo creo que el Tribunal, a falta de otras pruebas más fuertes, el Tribunal repito, note en mis palabras una cierta sinceridad. No he derrochado esa elocuencia de que me hacía elogio el señor Fiscal. Sólo he contado los hechos.

Y unas palabras de mis dos hermanos. Creo que con éstos, dado lo exento que yo estoy de todo, no es necesario que insista mucho en lo exentos que ellos están. De estos dos hermanos lo único probado en serio, es que pasaban horas y horas hablando por la reja. Se casaron hace un año. Nos traen aquí el seis de junio. El nueve viene mi cuñada detrás de su marido y se dedica a hablar con él por la reja cuantas horas le permiten. No interrumpe su comunicación más que unos días que va a Madrid, Serrano 86, modesta casa que está a disposición del Tribunal. Escribe desde allí una carta bastante improcedente, llena de bromas en inglés escritas con un humor extraordinario, escribe unas cuantas cosas hijas de la propia fantasía y fanfarronadas. Tiene la nota irónica para una muchacha que no sabe por qué se coloca una corona, como yo me podía poner una tiara pontificio, y pone una corona y una frase escrita en inglés, que no es caldeo ni nada indescifrable. Carta ' a mi hermano. Si mi cuñada y mi hermano estuvieran complicados no dirían esas cosas improcedentes, hijas de la poca edad, y no lo harían en inglés. Estando en Alicante tendría que ir a hacer esas gestiones, traer y llevar recados, cumplir las consignas que se le daban. Pero que le daba ¿quien? ¿Ella era mi enlace y yo el jefe del Movimiento? Resulta absolutamente probado que a mí casi no me veía. Yo, cuando ella venía, bajaba un momento y como conocía la índole conyugal de sus visitas, la saludaba y me marchaba a trabajar. Esta es la actuación de mi cuñada que además se queda en Alicante, incorpora en los días más peligrosos a su hermana política y a su tía, y que esto hace que las encierren a todas en el Reformatorio.

Creo que con esto ha terminado mi defensa.

Una sola palabra al Tribunal.

Creo que es usual en los políticos de algún relieve, que cuando se ven en un trance así, como este en que vosotros me ponéis, empiezan o acaban soltando una heroica baladronada para la posteridad, diciendo: "En fin, yo soy el responsable de todo. Haced de mí lo que queráis. Cumplo con mi deber. Disponed de mi vida."

Esta decisión ha sido interrumpida algunas veces por algunos Jefes revolucionarios de izquierdas. Yo prefiero imitar a éstos y, no a los otros. No os voy a decir nada de esto: "No me importa dar la vida por esto o por lo otro." El señor Fiscal ha dicho que soy valiente. No soy valiente. Quizá no sea cobarde... Sí me importa dar la vida. Hay que arrostrar los sucesos de la vida con decorosa conformidad. Os digo que prefiero con mucho no morir. Que creo que la vida no se nos ha dado para que la quememos como una bengala al final de una función de fuegos artificiales.

Si yo no he tenido parte en esto, si no he participado en esto, ¿para qué voy a venir aquí y hacer el papel de víctima?

Yo os ruego que estiméis mi causa en conciencia y la causa de estos dos y que en conciencia dictéis veredicto de inculpabilidad.

Vuestro rigor no va a ser puesto en duda por nadie. Habéis defendido a las instituciones que os han encargado de defender, con severidad. Vuestro entusiasmo por el Régimen, tampoco. Os ruego que no veáis en mí si soy fulano o mengano, sino que soy un acusado que viene aquí a comparecer ante la justicia con otros dos. Que peséis mi causa con todos los indicios y todas las pruebas; y porque creo que lo merecemos y no tenéis que acreditar vuestro rigor y os interesa seguir acreditando la absoluta justicia de este Tribunal Popular, os pido dictéis un veredicto de inculpabilidad para los tres-

Yo os aseguro que en nombre de todos y mío he de agradecéroslo muy de veras, que me alegraré muy de veras esta noche encontrarme con la vida en el cuerpo, con esta vida que modestamente he dedicado y seguiré dedicando, a que contribuya con mucho o poco a que el Pueblo Español tenga uno de los lemas de nuestro Movimiento: "LA PATRIA, EL PAN Y LA JUSTICIA".

Del libro "FRENTE A FRENTE. José Antonio frente al Tribunal Popular. Alicante–noviembre 1936", de José María Mancisidor. Editorial Alrnena. Madrid, 1975.