—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

sábado, 18 de febrero de 2017

371.-El 1° Juzgado de Letras de Los Andes 190 años de historia. a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala; Marcelo Yañez Garin;  Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán

Ramón Freire

En una emotiva ceremonia, que congregó a representantes de los diversos estamentos de la comunidad, el Primer Juzgado de Letras de Los Andes conmemoró, el viernes recién pasado, los 190 años desde que fuera creado por decreto supremo que lleva la firma de, por aquel aquel entonces, Director Supremo Ramón Freire, y del ministro de Gobierno don  Francisco Antonio Pinto, siendo inaugurado el 12 de agosto de 1824.


Tribunal Oral de lo Penal de Los Andes y Juzgado de Garantía.  

En la ceremonia, el magistrado titular del Juzgado de Letras andino, Claudio Martínez, repasó el contexto histórico de la creación del tribunal y el rol  que ha jugado en el desarrollo de la comuna de Los Andes. Asimismo, recordó que "por sus dependencias han pasado ilustres jueces (incluyendo algunos actuales ministros de la Corte Suprema) y funcionarios, sin los cuales no podríamos llegar a estar cumpliendo este aniversario. Especial reconocimiento, hago en los integrantes actuales de este tribunal y las funciones que diariamente se cumplen en beneficio y servicios de la comunidad andina", dijo.
En este mismo sentido, se pronunció la gobernadora provincial, María Victoria Rodríguez, quien sostuvo que el Primer Juzgado de Letras ha contribuido, "desde el ámbito de la justicia, al desarrollo local, a la creación de espacios de diálogo, la mediación y la búsqueda de soluciones a distintos problemas de la comunidad. Estamos orgullosos y agradecidos por el trabajo de todos quienes han pasado por este tribunal", afirmó.
 Francisco Antonio Pinto

En tanto, el alcalde de Los Andes, Mauricio Navarro, aseguró que el aniversario "es un hito para nuestra ciudad, pues estamos frente a uno de los primeros tribunales que se crean en el país con posterioridad a los conformados en Santiago. Los Andes celebró este año 223 años de existencia, de los actuales 190 han sido compartidos con este tribunal que ha respondido a enormes desafíos en el curso de su historia", concluyó el edil.

La jurisdicción de Los Andes tiene dos juzgados de letras, un juzgado de Familia, y uno de Garantía. Un  Tribunal de juicio oral de lo penal de Los Andes. 

Primer juzgado de letras de Los Andes


LOS ANDES (12/08/2014).- Con una ceremonia que se llevó a efecto en el frontis del tribunal en avenida Carlos Díaz Nº 46, el Primer Juzgado de Letras de Los Andes celebró el 190º aniversario desde su creación, ocurrida el 9 de agosto de 1824.

Este tribunal es uno de los más antiguos del país, después de Santiago y Talca, y el más antiguo de la Región de Valparaíso, comenzando a funcionar cuando la Villa Santa Rosa de Los Andes tenía 33 años de fundación.
En sus inicios, a cargo del Primer Juzgado de Letras se encontraba una autoridad de la época que tenía la facultad de impartir justicia en la zona, al no haber abogados ni jueces. 
Por esos años los delitos más recurrentes eran el robo de animales y el contrabando de mercancías, por lo que a los autores se les condenaba a la horca.
La actividad de celebración fue encabezada por la gobernadora provincial María Victoria Rodríguez, el alcalde Mauricio Navarro y el juez titular Claudio Martínez Milet. Participaron también representantes de Carabineros, la Policía de Investigaciones y Gendarmería, jueces de los tribunales Oral en lo Penal, de Familia y de Policía Local, representantes de la Corporación de Asistencia Judicial, del Conservador de Bienes Raíces, abogados, notarios, funcionarios e invitados.

Nos hemos detenido a reflexionar sobre las cosas que han pasado en estos 190 años, de los cambios que hemos tenido en el país, Poder Judicial y especialmente en la administración de justicia, igualmente en los que van a venir. Por eso, siempre para hacer un buen camino en el futuro es importante mirar al pasado, para evitar cometer los mismos errores y aprender de las lecciones”, expresó el magistrado Martínez.

Durante el acto también hizo uso de la palabra oficial tercero del juzgado y presidenta de la Asociación de Empleados del Poder Judicial subregional Aconcagua, Regina Veas, haciendo referencia a la trayectoria del tribunal.

Por su parte, al referirse a este aniversario, la gobernadora María Victoria Rodríguez dijo que “el Primer Juzgado de Letras de Los Andes es parte de la historia de nuestra ciudad. Son 190 años de labor, pero también de apoyo, generación de diálogo y búsqueda de la justicia para los ciudadanos, por lo tanto valoro el trabajo de los jueces y funcionarios, y en donde con el paso de los años algunos de los magistrados han llegado a ser jueces de la Corte Suprema y ministros del Poder Judicial”.

Alumnos del Liceo Particular Mixto participaron con la banda instrumental y un grupo ofreció un esquinazo folclórico.

 


  Ciudad de Andes.



Los Andes es una ciudad y comuna chilena ubicada en la Región de Valparaíso, en la zona central de Chile. La comuna es capital de la provincia homónima y fue fundada como Santa Rosa de Los Andes el 31 de julio de 1791. Tiene una superficie de 1248,3 km² y una población de 66.708 habitantes según los datos entregados por el censo de 2017.




La Provincia de Los Andes es una provincia ubicada en la zona central de Chile. Está ubicada en el sector este de la Región de Valparaíso y cuenta con una superficie de 3054 km².​ Posee una población de 110.602 habitantes y su capital provincial es la ciudad de Los Andes.  
La provincia está constituida por 4 comunas:
Los Andes
San Esteban
Calle Larga
Rinconada.

Historia

Hacia el siglo XV, los incas se establecieron sobre la ribera del valle del Río Aconcagua, sometiendo a los nativos del lugar (picunches de la cultura Aconcagua), y comenzaron a establecer asentamientos en el sector, favorecido por el buen clima, la vegetación, la geografía y la cercanía con la cordillera. El principal de estos asentamientos fue denominado de distintas maneras hasta que finalmente recibió el nombre de Aconcagua.
El 3 de julio de 1535, el adelantado don Diego de Almagro salió del Cuzco en busca de riquezas, especialmente oro, que a decir de los incas era abundante en las regiones del sur del imperio (lo que hoy es el norte y zona central de Chile). Para ello emprendió un sacrificado viaje a través de la cordillera, con muchas dificultades y costo de vidas humanas. 
En su travesía, los conquistadores sometieron por la fuerza a los nativos, con violencia. Llegado a la zona de Aconcagua, Diego de Almagro se da cuenta de que no había tales riquezas que se hablaban en Perú, por lo que decide regresar, y en sus escritos da el nombre de Chile a esta zona, pues así lo habrían llamado los incas. Más tarde, en 1539, salió del Cuzco don Pedro de Valdivia, con la intención de dominar estas tierras para la corona española. Sin embargo, encontró una tenaz resistencia de los indígenas, comandados por el cacique Michimalonco, amo y señor de estas tierras, muy temido entre los mismos indígenas. 
No obstante, en una emboscada que este intentó tender a los españoles, resultó prisionero, por lo que para obtener su libertad, facilitó 1200 de sus hombres para proporcionarle a Valdivia la información acerca de los yacimientos de oro de Marga Marga. Cuando Pedro de Valdivia viajó a Santiago a controlar una sublevación, Michimalonco y sus hombres asaltaron un astillero en Concón, y con ello prepararon una sublevación que arrasó Santiago el 11 de septiembre de 1541.
En esta zona se desarrollaba una fértil agricultura, que servía a los expedicionarios que cruzaban la cordillera para abastecerse de animales y vegetales diversos, lo que facilitó la fundación de poblados como Mendoza.
Pedro de Valdivia otorgó la propiedad de estas tierras a Monseñor Rodrigo González Marmolejo, primer Obispo de Santiago, quien intentó controlar a Michimalonco y sus hombres con gran dificultad. Más tarde, en 1552, el Gobernador puso a los indios y a las tierras al cuidado de Francisco de Riberos, uno de sus mejores soldados.
El 2 de marzo de 1561, el valle y el pueblo de Aconcagua fueron asolados por un gran terremoto que provocó pánico en la población, dejando tras de sí una secuela de muertos, heridos y daños.

El desarrollo del territorio origina un nuevo ordenamiento territorial, surgiendo así entre 1596 y 1602 el Corregimiento de Aconcagua, al que se agregó el de Quillota, existente desde 1590. El primer corregidor de Aconcagua fue don Diego de Huerta, iniciativa que se atribuye al gobernador Alonso de Ribera. La población indígena logra mejor trato al disponerse normativas legales al respecto. El valle y la aldea continúan creciendo como un centro de producción y provisión agrícola y ganadero, formando parte de una importante ruta comercial a través de la Cordillera de Los Andes.
 Entrado el siglo XVIII, se construyen viviendas, se abren negocios para la actividad comercial y se mejoran los caminos para facilitar el tránsito entre Chile y Argentina. Un importante avance en la zona es la creación de Curimón en 1660, caserío que surge al amparo de un convento de franciscanos. Más tarde en 1740, el gobernador José Antonio Manso de Velasco crea la Villa de San Felipe el Real, como principal centro poblado de la zona, articulando así un sistema administrativo que permitiera poner orden en la zona y facilitar el transporte y el comercio.
Corría el año 1788 cuando en el mes de octubre, el Gobernador del Reino de Chile, don Ambrosio O'Higgins, realizó una expedición por el territorio para conocer directamente las necesidades de la población, fomentar el comercio y la industria, y examinar el ordenamiento administrativo establecido. 
En ello, se propone examinar puntos donde establecer fortificaciones y centros poblados. Uno de los primeros lugares que visitó fue Aconcagua. Se detuvo en visitado Curimón, situado actualmente en el camino que une San Felipe y Los Andes, donde se ubica desde 1660 el convento franciscano de Santa Rosa de Viterbo, y lo había elegido para fundar una villa, pero el Párroco y los vecinos de Curimón le hicieron ver la conveniencia de fundar la nueva Villa en el sitio ubicado a los pies del cerro Quicalcura o de las Piedras Paradas, más al oriente, ya que era un lugar más accesible para los viajeros.
El 31 de julio de 1791 el Gobernador del Reino de Chile, don Ambrosio O'Higgins firma en Santiago el decreto de fundación de la Villa Santa Rosa de Los Andes en el lugar conocido como "Las Piedras Paradas", pues era una zona fértil que cumplía con las condiciones para establecer un poblado que diera reabastecimiento y hospedaje a los viajeros que cruzaban la cordillera de los Andes. 
Le dio el nombre de Santa Rosa en honor a Santa Rosa de Lima, primera santa americana, y de Santa Rosa de Viterbo, patrona del convento franciscano de Curimón.

La Villa colonial

La ciudad de Los Andes es una fundación colonial, una creación de fines del siglo XVIII. Es un acto consciente, racional del Estado colonial al mando del Gobernador Ambrosio O’Higgins. Principalmente se necesitaba un núcleo urbano que articulara el tráfico cordillerano y, secundariamente, sirviera de espacio de provisiones para las actividades mineras de Río Colorado. La ciudad, en relación a estos roles, se iba a constituir en un lugar de concentración de la dispersa y densa sociedad rural de los alrededores. El crecimiento de la población y de la producción agrícola en un plano de valle reducido como el de Santa Rosa, posibilitó la proliferación de aldehuelas y caseríos dispersos entre los intrincados laberintos de caminos, calles y callejones del campo, la que fue gradualmente asentándose en la nueva Villa
La fundación de la ciudad en 1791, como acto de construcción de una realidad urbana inexistente, debe ser leída por lo tanto como un proyecto, como una apuesta de futuro.
Más tarde, el gobernador Gabriel de Avilés, realizó la repartición de los solares entre los vecinos y dispuso el trazado de la villa, obra para la cual contrató al arquitecto Joaquín Toesca, el mismo que realizó el proyecto del Palacio de la Moneda y la Catedral Metropolitana de Santiago. El primer alcalde fue don José Miguel de Villarroel y el primer párroco fue el Presbítero Bernardo Barahona.
Hacia 1798, el nuevo alcalde don José Ignacio Díaz Meneses elaboró el primer plano de la villa, formado por 64 manzanas. También presentó la solicitud para formar el Partido de Los Andes, separado del partido de Aconcagua, con capital San Felipe.      
El plano que adjuntamos de 1798 expresa esa idea de proyección, ya que no es referencia de la ciudad real, sino que es el diseño que va a organizar la estructura de la planta urbana para la distribución racional y numerada de solares. Se describe un clásico damero hispánico, implementado desde el siglo XVI en América, con la propuesta de 48 manzanas para vivienda, y una manzana central con un vacío para la explanada de la plaza central, que es el que efectivamente se llevará a la práctica.
 Pero también en ese plano se puede observar, en los costados sur y poniente, luego de las cañadas o alamedas (actuales Av. Argentina y Av. Santa Teresa) una serie de manzanas diseñadas como ejidos para la ciudad, es decir, espacios de usufructo comunitario de tipo agropecuario, los que no fueron implementados del todo.
El plano de 1798 nos describe a la ciudad proyectada, nos promueve una idea, antes de que los vecinos comenzaran a avecindarse concretamente en ella. Debemos recordar que la fundación de Los Andes se realiza en julio de 1791, y era el primer proyecto de organización del espacio para racionalizar y demarcar los solares a entregar en esta parte del Valle de Aconcagua.
Juzgado de Familia.


La fundación de la ciudad de Los Andes se inscribe así en las intenciones modernizantes del Estado borbónico español, un desarrollismo ilustrado de corte autoritario que tuvo en el Gobernador Ambrosio O’Higgins uno de los más altos representantes de su tiempo en América del Sur. La fundación de Los Andes fue moderna desde el inicio, como política estatal, en su diseño racional equilibrado y como esfuerzo humano por la construcción futura entendiendo la historia como progreso.
Ello a nivel de proyecto urbano de fines del siglo XVIII, porque su población, sus costumbres y cultura social seguían apegadas a la tradición, al credo temeroso del cristianismo institucional y a la reproducción de patrones sociales de tono rural.
Hacia 1799 la ciudad contaba con 897 habitantes que vivían en 63 casas de teja y 54 ranchos, lo que correspondía a 117 solares ocupados de los 192 diseñados. Una pequeña aldea aún, pero que comparada con los primeros años de la Villa de San Felipe el Real, era un auspicioso comienzo debido al flujo intercordillerano.
Caballos, mulas, viajeros, arrieros, necesitaban hospedajes, servicios y pertrechos que brindaba Los Andes. De hecho, a inicios del siglo XIX, más del 32% de los hombres adultos de la Villa eran arrieros, demostrando la importancia del tráfico internacional para Los Andes.
Antes de la fundación de la ciudad, el Camino de Cuyo a Santiago recorría el Valle Aconcagua por el sector del Portezuelo de Santa Rosa, detrás del actual cerro de la Virgen. En agosto de 1792 se terminó de habilitar la vía que conectaba en racional línea recta la Cuesta de Chacabuco con Los Andes, la Calle Larga de Santa Rosa, lo que potenció y consolidó su crecimiento al concentrar los flujos entre la nueva Villa y la capital.
La ciudad iba construyendo sus casas de adobe y teja en un piso con grandes patios interiores; la plaza era una explanada de tierra donde se realizaban corridas de toros y se pregonaban bandos, y en torno a ella se emplazaban la cárcel, el cabildo, la parroquia, las principales tiendas y los vecinos más importantes.

Período de la Independencia

La villa adquirió notoriedad en la época de la Independencia de Chile, pues después del Desastre de Rancagua pasaron por ella las tropas patriotas en dirección a Mendoza. Previamente, la villa había colaborado con hombres para formar parte, como soldados, del ejército patriota para enfrentar a los realistas.
En 1817, una sección del Ejército Libertador de los Andes que cruzó por el paso de Uspallata al mando del coronel Juan Gregorio de Las Heras, tomó posesión de la villa de Los Andes, liberándola de la autoridad realista (18 de enero de 1817), siguiendo horas más tarde camino hacia Curimón, donde se juntarían con la sección principal de las tropas, comandada por Bernardo O'Higgins y José de San Martín para seguir rumbo a Chacabuco donde el 12 de febrero de 1817 vencieron sobre los realistas y pudieron más tarde recuperar Santiago.
Los Andes en la colonia, aunque inició dependiendo de San Felipe, se independizó como Partido en 1804. Con la organización de la República, fue capital de Departamento al interior de la Provincia de Aconcagua, cuya capital era San Felipe. En el Departamento de Los Andes, junto a la actividad de tráfico comercial y minería, el entorno rural poseía una potente producción agrícola la que va tomando especial relevancia, sobre todo después de 1850, cuando desde mercados tan alejados como California, Australia e Inglaterra demandan grandes cantidades de trigo y harina que el Valle producía desde el siglo XVIII.

La población crecía gradualmente, pasando de los 802 habitantes en 1813 a cerca de 1.500 en 1824 y a alrededor de 3.000 personas en 1843. A mediados del siglo XIX, la ciudad seguía creciendo, pasando de 3.695 en 1854 a 6.369 habitantes en 1865.
Este último año marca un hito histórico en la ciudad. El aumento de su población motiva el otorgamiento del título de ciudad por parte del Estado, al tiempo que se prendían los primeros 26 faroles a gas en torno a las principales calles del centro; a la plaza le aparecían paseos pavimentados, árboles y jardines; y al año siguiente se fundaba el primer periódico, El Cóndor de Los Andes, conformando una incipiente opinión pública. La ciudad iba dejando tímidamente sus marcados rasgos coloniales, incorporando ciertos símbolos de modernización urbana y modernidad cultural debidas a la influencia europea, como acontecía en otras ciudades chilenas y del continente.
La planta de la ciudad seguía siendo la misma cuadrícula de siete manzanas por costado. Pero había comenzado un proceso de subdivisión de los solares, de construcción de nuevas residencias, de refinamiento de fachadas, de empedrado de las principales calles, dejando lentamente la imagen de aldea colonial campesina de inicios del siglo XIX.
Este crecimiento tomó nuevo impulso con la llegada del ramal del ferrocarril en 1874. Era un símbolo del imaginario moderno, al tiempo que empujaba una serie de modernizaciones materiales haciendo continuo y expedito el embarque de los productos agrícolas hacia Santiago y el Puerto de Valparaíso (de ahí a mercados nacionales e internacionales), en un esquema de expansión del sistema capitalista a nivel mundial. La positiva influencia económica y productiva del Ferrocarril hizo necesaria la construcción del puente David García, inaugurado en 1885, que intensificará las dinámicas de relación con los poblados rurales del sector conocido como Aconcagua Arriba, actual comuna de San Esteban.
Este influjo económico y social se vio potenciado por la incorporación al país de las regiones salitreras del norte después de del Pacífico (1879-1884). El Estado engrosó sus arcas vía tributo de las compañías extranjeras que explotaban el mineral, financiando una serie de adelantos y obras públicas que cambiaron el rostro de las ciudades chilenas. El edificio de la Gobernación de Los Andes y la Escuela Modelo (actual Centro Cultural), se inscriben en este esfuerzo público.
Por su parte, la oligarquía local construyó viviendas o remodeló fachadas en la nueva moda de la arquitectura historicista y neoclásica, escondiendo las tejas y el adobe que rememoraban el pasado colonial. 
Las principales arterias exteriores, se denominaron alamedas. La Alameda del poniente se llamó “del Progreso” puesto que era la vía que conectaba hacia el ferrocarril y donde se emplazaban algunas agroindustrias, y la del norte se denominó “del Recreo” porque se transformó en un paseo urbano que se iba forestando para dar cabida a expresiones de sociabilidad, recreación y contemplación de tipo romántico, espacio resguardado ya que en esos tiempos no conectaba con el camino internacional, vínculo bloqueado por casas quintas y luego el Ferrocarril Trasandino (como se observa en el plano). La comunicación con Argentina, desde el oriente, era por Calle Uspallata (actual General del Canto) y de ahí a del Comercio (actual Calle Esmeralda) eje que continuaba por los Villares a Rinconada y más allá.
Segundo Juzgado de Letras de Los Andes


Otro de los adelantos de este tiempo es la red de agua potable, cuyos estudios se iniciaron en 1888 para entrar en funciones en 1890, desde un estanque instalado en el Cerro de las Piedras Paradas, al costado sur de la calle Gral. Del Canto, recinto que aún se utiliza con la misma función. El agua llegó a la gran parte de damero urbano, pero no a las viviendas de las cañadas y los caseríos suburbanos.
La población aumenta desde 6.445 habitantes en 1875 a 7.533 en 1885 y 8.097 en 1907, crecimiento que se da en la misma planta urbana. La ciudad se densifica apareciendo conventillos y cités (insalubres, hacinados, foco central de la llamada “cuestión social”), presión por vivienda que decanta en la subdivisión de los propiedades urbanas para responder a las herencias, nuevas familias y espacios para locales comerciales.
A nivel nacional, el orden social oligárquico de corte liberal se estructuraba basada en la exportación de minerales, con una elite que dominaba el Estado. A escala comunal, la sociedad urbana estaba constituida por una pequeña oligarquía, dueña de haciendas y del gran comercio local, que comenzaba a ostentar cierto lujo en la plaza y en el templo; unos muy reducidos e incipientes grupos medios asociados a empleos públicos y privados y el comercio; y un gran masa popular laborando como peones, jornales, comerciantes informales, domésticas, lavanderas y costureras, un significativo grupo de artesanos (que fundan su sociedad en 1877). Grupos en proceso de proletarización conformaban la fuerza de trabajo de las agroindustrias del sur poniente de la ciudad (antigua fábrica OSO, hoy Supermercado, y antigua Molfino, fideos, molinos, etc.), y otras como la fábrica de cervezas, curtiembres y molinos.
Importancia tienen los inmigrantes españoles e italianos que llegan a hacia fines del s. XIX, arrancando de la crisis social en Europa, y que se destacarán en Los Andes en el comercio y la producción local, fundando el Círculo Italiano y el Centro Español.
En 1902, en el marco de la concreción de los Pactos de Mayo, que resolvieron pacíficamente las tensiones entre Chile y Argentina, se inauguró el monumento a Virgen del Carmen en la cima del Cerro, resignificando ese espacio para la ciudad y articulando un nuevo circuito social recreativo y contemplativo. Obra pionera, que será imitada por otras ciudades de Provincia como Talca.
El mismo año se creó Los Andes (SILA), fábrica de elaboración de cáñamo que marcó época en la ciudad, con una población para sus trabajadores, activando una red de productores (fundos y parcelas) que la abastecieron de la materia prima, complementando la de los propios terrenos de la industria.
La ciudad desde fines del siglo XIX, por el crecimiento de la población había densificado la ocupación del suelo urbano, extendiéndose con residencias por las principales avenidas de acceso a la ciudad, como Coquimbito y General del Canto, Calle Larga, Chacay, San Rafael, los Villares, el Callejón Angosto, el camino a Tres esquinas (actual Av. Rep. Argentina).
A esa altura, ya estaba en construcción una obra de ingeniería de importancia mundial que significará un umbral en el desarrollo histórico de la ciudad: el Ferrocarril Trasandino.
Luego de años de construcción, en abril de 1910 –año del Centenario de entró en operaciones el servicio que conectó el Océano Pacífico con el Atlántico atravesando de los Andes, lo que aumentó exponencialmente la carga de ese tráfico internacional y el flujo de personas e ideas. Los Andes cambió su fisonomía histórica con el Trasandino, viéndose estimulada la producción agrícola y la creación de un pequeño núcleo industrial, con una metalúrgica, nuevas conserveras y fábricas, la arquitectura de bodegajes que aún puede verse en Av. Argentina.

El aumento del comercio y la producción hicieron posible la construcción de viviendas en estilos art déco y Art Nouveau, y desde 1930 en el racionalismo. Gran importancia tiene Nicolás Falconi, arquitecto que se radicó por esos años en la ciudad, dejando importantes construcciones privadas. A nivel cultural, el contacto permanente y cotidiano con ideas y personas provenientes de otras latitudes desde los inicios de , se vio fortalecida con el Ferrocarril Trasandino al potenciar nuestra condición de puerto seco habituado a interactuar con ciudadanos de Sudamérica y el mundo, situación bien particular aún hoy para una ciudad provinciana como Los Andes. A nivel social, se engrosó el número de ferroviarios, como de otras funciones laborales asociadas, quienes le imprimían un carácter a la ciudad por su identidad y fuerza gremial.
Si bien es cierto que se densificaba y subdividía el centro urbano y proliferaban residencias a lo largo de sus principales accesos viales, la ciudad necesitaba una expansión formal que permitiera una mayor oferta de suelo para la construcción de viviendas para los nuevos sectores obreros e incipientes grupos medios.
En 1910 el fundo de Ramón Bravo, al costado sur de la ciudad, fue loteado para la venta de sitios de distintas dimensiones, y que por el año de su inicio se conoció como “El Centenario”, que cambió la fisonomía de la ciudad y la orientación de su expansión física, barrio del que hablamos más adelante.
El Ferrocarril Trasandino (por su influencia económica, social y cultural) y el inicio de la construcción progresiva del Barrio Centenario (por la extensión formal de la ciudad hacia el sur), marcan un hito en la historia urbana y social de Los Andes que se vincula a otro de carácter nacional: la conmemoración de los primeros cien años de de Chile.

Luego de la crisis mundial de 1929, que cambia el orden social y político de Chile, se pasa a la construcción progresiva de un Estado de compromiso y un proceso de industrialización que busca sustituir las importaciones, intenciones reforzadas por la presidencia del pocurano Pedro Aguirre Cerda. Todo ello influencia positivamente a la ciudad que ya tenía en funcionamiento el Trasandino. Se consolidaron y expandieron las agroindustrias conserveras, de fideos, molinos, cáñamos, y se desarrollaron algunas actividades mineras. El comercio se potenció al recibir productos vía ferrocarril, y la actividad hotelera y de servicios mostraba gran vigor.
Ello provocó la llegada a la ciudad de un importante número de migrantes de localidades rurales aledañas y del Norte chico, redundando en el aumento de la población urbana, la que aumentó de 9.007 habitantes en 1920 a 10.502 en 1930, y 14.008 en 1940. Esa mayor población hizo necesaria la intervención a nivel de diseño y planificación urbanas para el desarrollo de la ciudad, por lo que se contrató al connotado urbanista alemán Oscar Prager, avecindado en Chile desde 1926, para la realización de un ambicioso plan para Los Andes, el que aun cuando no se adoptó en sus proposiciones centrales, como el de las viviendas económicas con manzanas cuadriculares que prolongaban la trama del damero hacia el sur-oriente o las circunvalaciones, dejó su huella en la ideación de un Parque Urbano con un Estadio adosado; o como en la calle Perú oriente, dos calzadas con bandejón verde que se esperaba continuaran hacia el poniente hasta rematar a la entrada del Estadio.
La ciudad seguía creciendo y aumentaba el número de escuelas y liceos, la cantidad de tiendas y comercio al detalle, la actividad económica se dinamizó entregando nuevas plazas laborales. Se modernizaban las fachadas y construían nuevas viviendas en el centro urbano en estilos Art decó, racionalista, y la particular “arquitectura de barco”, casas de líneas curvas y ventanas circulares (inspiración del Hotel Plaza, 1937 o el Hotel Continental). Se remodela la plaza de armas, con la implementación de una pérgola al centro del costado sur y la construcción de un odeón en el norte (1937) para las retretas musicales, iniciando un proceso de democratización social del centro de la plaza, cuya espacialidad seguía socialmente delimitada: los sectores populares paseando en los costados y la alta sociedad en sus pasillos interiores.

En estas décadas, la demanda por vivienda experimentó una nueva alza, por el crecimiento de los sectores de empleados públicos y privados como de obreros ferroviarios y agroindustriales. De este modo, en 1940 se entrega , el primer conjunto de viviendas en serie que realizó el Estado en la ciudad hacia el norponiente del damero fundacional, pequeño grupo de casas en un piso. Le siguió Libertador en 1949, en Díaz a metros de Ferrocarriles, en gran parte para empleados de ese rubro, conjunto de viviendas de uno y dos pisos y departamentos de buena calidad y ubicación.
Algunas agroindustrias proveyeron de viviendas a sus empleados con grandes conjuntos como el caso de SILA o pequeños como El Molino (1947), ambas al norte de la ciudad.
Las cooperativas obreras y de empleados construyeron conjuntos residenciales en los paños agrarios al poniente del damero fundacional, desde los accesos de los Villares, las prolongaciones de Rodríguez y  Yerbas Buenas, lo que extendió la estructura urbana, albergando a , las casas de empleados particulares y Palmas, todas ellas de fines de los años 40 e inicios de la década de 1950, con sólidas casas y amplios sitios, con una hermosa y sombreada plaza central con escuela pública al costado. También para obreros y empleados fue (1957), una de las primeras obras de de (CORVI) en la ciudad.
La población urbana en estos años aumenta levemente, pasando de 19.050 habitantes en 1952 a 20.904 en 1960, saldo positivo que se presenta sólo en Los Andes, ya que ciudades y localidades aledañas muestran crecimientos negativos, dada la gran atracción poblacional que ejerce el desarrollo urbano y económico del gran Santiago, que estimuló la migración de provincias aledañas a la capital.

Sin embargo, los sectores populares que no tenían estabilidad laboral ni recursos para los ahorros y las mensualidades que solicitaba o las Cajas de Ahorro, siguieron llenando y hacinando los conventillos y cités de la ciudad, los que en malas condiciones estructurales y sanitarias mantenían una población cautiva. Pero aún esa oferta precaria de vivienda se vio superada por la constante demanda de estos sectores empobrecidos. Fue así como se fue constituyendo el gran campamento  o “Población Callampa” del Río, en torno a la piscina Quillagua, lugar que será conocida como Población Hermanos Clark. Gracias a la propiedad municipal de los terrenos, originalmente pensados para un parque y luego matadero, se fueron otorgando permisos a algunas familias para asentarse, luego otras y otras. Creció a tal nivel la población pobre del Río, que las familias tuvieron que buscar nuevos terrenos al poniente de Clark, formando la Población David García (hoy Campamento Bici cross).
 A inicios de la década de 1960 los campamentos del Río llegaron a representar en torno al 10% de la población urbana total de la ciudad, eran la cara no amable del desarrollo y la modernización de mediados del siglo XX. Ambas poblaciones del Río se caracterizaron por gran cantidad de problemas sanitarios (pileta colectiva para agua potable, ausencia de alcantarillado y duchas) y socioeconómicos (pobreza, hacinamiento, dieta reducida), pero también desenvolvieron relaciones de solidaridad, de identidad, de creatividad, y de gran organización en clubes deportivos, los comités de erradicación, fiestas de la primavera, procesiones religiosas, etc.

Como parte constitutiva de nuestra condición histórica, los terremotos marcan hitos en ese devenir. El de 1965, que afectó a la zona central, dejó en paupérrimas condiciones a gran cantidad de familias del Río. Así, en los planes de participación comunitaria y reformas estructurales que impulsa el Gobierno de Frei Montalva, se lleva a cabo la primera iniciativa de autoconstrucción de la ciudad: Población Ambrosio O’Higgins, erradicando a más de doscientas familias del Río afectadas por el terremoto.

Paralelo a ello, en 1964 se había inaugurado la población Arturo Prat, para ferroviarios y empleados, conocida en los primeros años como “Maracaná” por haberse construido en los terrenos de una popular cancha de fútbol, al sur del Barrio Centenario. Al lado de ella, se construía la pequeña Población de Obreros Municipales. En 1965, entregaba uno de sus mejores proyectos, ubicado inmediatamente al sur del damero fundacional: la Población J. J. Aguirre, para obreros y empleados de capas medias, del que hablaremos más adelante.

En el marco de ese crecimiento urbano, en 1966 se promulgó el primer Plan Regulador de la ciudad, el que planteaba un proceso de crecimiento desde el centro urbano por etapas, estructurando “supermanzanas” con sub-centros equipados, y la habilitación de anillos viales que circunvalaran la ciudad, como la apertura de una calle que conectara con el Camino Internacional por Coquimbito.

Muchas de sus propuestas no se implementaron, pero ese Plan establecía un programa de desarrollo con sentido urbano en el marco del pensamiento reformista de orientación democrático-social en boga en la época.
Hacia finales de la década del ’60, la ciudad se sigue expandiendo. En eso tuvo una alta incidencia las industrias locales, que aumentaban su participación en el mundo laboral, la industria automotriz, las conserveras, , las fábricas de fideos, que -entre otras- dinamizaban la producción local. De hecho, el Plano Regulador de 1966 indicaba la creación de un barrio industrial hacia el poniente, en torno a la ubicación actual de la automotriz Cormecánica. 
Por otro lado, a inicios de los ‘70s, se inicia la operación de lo que conoceremos como Codelco División Andina, pasando a ser parte del Estado con la nacionalización del cobre en el Gobierno de Salvador Allende. Este yacimiento, además, contemplaba la construcción de una aldea minera para albergar a los trabajadores: Saladillo, que contaba con excelentes equipamientos para una vida relativamente autónoma, llegando albergar cerca de 3.000 personas en la época de mayor ocupación, lo que influyó en el aumento de la población comunal y urbana de Los Andes.
Por su parte, las cooperativas de vivienda de Los Andes (SILA) dan como resultado el surgimiento de un gran conjunto residencial en los terrenos de la industria hacia el nor-poniente del centro urbano, denominados Asturias, Chacabuco y Sila, que hoy conocemos como Población Chile-España. Por su parte, el exitoso programa de autoconstrucciones del Gobierno de Frei sigue rindiendo frutos con los Comités de las Poblaciones Manuel Rodríguez y Gabriela Mistral.

La operación Sitio y la Ley de Tabaco (impuesto para comprar terrenos para vivienda en de Aconcagua) permiten que un segundo grupo de pobladores del Río fuera erradicado y se trasladaran hacia el sur, conformando la actual Población René Schneider, autoconstrucción en paneles de madera. Un tercer y último grupo, que no aceptó el proyecto anterior, presionó por viviendas sólidas, las que se concretaron en el Gobierno de Salvador Allende, dando paso la Población 11 de Julio (conmemorando el día de nacionalización del cobre), que cambió forzosamente su nombre por Yerbas Buenas en tiempos de , hoy conocida como Alonso de Ercilla. Otras erradicaciones de pobres urbanos, son las de y la 1° etapa de (de autoconstrucción), esta última formada por un campamento de emergencia ubicado en los terrenos del actual Cesfam Centenario, producto del terremoto de 1971.

La CORVI concreta otro ambicioso proyecto de departamentos hacia el sur del centro urbano: del Mar, conjuntos de monobloques de cuatro pisos con un centro comercial y buen acceso vial. Este mismo diseño se pensaba implementar en  la manzana frente al Liceo Max-Salas, Libertadores, pero solo se construyó un conjunto de los cuatro proyectados. En distinto diseño, en 1976, se termina el conjunto Cacique Vitacura, departamentos de dos pisos a un costado de , hoy Av. Santa Teresa sur.

Como se observa, en los años que van entre 1964 a 1976 la ciudad extiende su planta física, creciendo en viviendas y barrios. En estos años, el Estado, las cooperativas de obreros y empleados, en conjunto con el capital comunitario de las autoconstrucciones, cambian la cara de la ciudad al producir una gran cantidad de conjuntos residenciales, cuya gran mayoría buscaba constituir barrios, es decir, espacios colectivos con plazas, sedes vecinales, pequeños centros comerciales y escuelas que fomentaran la integración comunitaria, la participación social y la identidad barrial. Óptica que se enmarcaba en los proyectos globales de democratización de la ciudad y del acceso a la vivienda en el marco de concepciones políticas de inclusión y transformación social en las que el Estado se visualizaba como promotor y responsable de otorgar calidad de vida al conjunto de sus ciudadanos, lo que se vio interrumpido por el Golpe de Estado, gatillando la supresión de la CORVI y la creación del SERVIU (Servicio de Vivienda y Urbanismo) en 1976.

En estos años la ciudad consolida su crecimiento hacia el sur, vocación que había abierto el Barrio Centenario en 1910. Las poblaciones Pucará, René Schneider, Villa Sarmiento colocadas hacia el sur, más allá del radio urbano construido, se convirtieron en puntos que arrastran la ciudad hacia esa dirección, con lo que después se llenarán los paños agrarios entre estos focos y el centro urbano.
Así, hacia finales de los años ‘70s se siguen las etapas de la Población Pucará, rebautizada en los ‘80s como Barrio de la Concepción, de la 2° a la 9° etapa, finalizada en 1983. La 3° etapa de ese barrio corresponde a una serie de bloques de departamentos de tres pisos, que marcaba el límite urbano construido por Calle Los Morenos. Entre la Pucará y la Remodelación Viña del Mar, a inicio de la década de 1980 se construyen los conjuntos Degania y Geraldini.  En este mismo tiempo, se completan la 2° y 3° etapas de Villa Sarmiento.
Uno de los buenos proyectos de esos años (1979) en términos de calidad de viviendas y diseño urbano fue la Villa Minera Andina. Como su nombre lo indica, era un barrio de obreros y técnicos de la minera financiado por la cuprífera local, que contempló casas pareadas sólidas de dos pisos con una serie de bloques de departamentos, cuyo eje central (calle Santa María) contiene un extenso bandejón verde que amortigua la relación de las viviendas con dicha vía, donde se encuentra un pequeño terminal para los buses de trabajadores. Por su gran extensión y por la población que alberga, se dotó de equipamientos comunitarios como Colegio, Capilla, Campo deportivo, un área central con Multicancha, Plaza y centros comerciales, con viviendas y espacios públicos de dimensiones apropiadas para una buena calidad de vida.

Debido a la reestructuración económica de los años de la Dictadura, el área rural consolida la fruticultura de exportación. Parrones, algunos nogales y duraznos, se extienden por sobre antiguos paños de alfalfa, cáñamo y trigo. El área de servicios y comercio crece debido al incremento sostenido del tráfico internacional carretero (el Ferrocarril Trasandino dejó de funcionar en 1984). La misma ciudad genera un área de servicios privados y públicos para hacer frente a la demanda de la población local. Minera Andina sigue expandiendo su producción, aumentando el número de trabajadores directos e indirectos. Todo ello trajo una renovada atracción laboral, con lo que llegan nuevos habitantes a la ciudad.

Se visualiza un sector alto vinculado a las empresas agrícolas y al gran comercio local, sectores de clase media acomodada vinculados a profesionales de la gran minería, capas medias que laboran en los servicios públicos y privados y el comercio al detalle, y un heterogéneo mundo popular que oscila entre operadores y obreros de la minería, técnicos y trabajadores de agroindustrias y agricultura, trabajadores del sector servicios y comercio, trabajadores urbanos de servicios de la construcción (albañiles, gásfiter, electricistas) . Aun cuando los sectores populares no presentan grandes niveles salariales, la ciudad y la provincia de Los Andes, desde estos años se caracterizan por una situación de pleno empleo (alrededor 3% de cesantía) o cercana a él, sobre todo en los meses que van de septiembre a abril, por el influjo complementario de las actividades agrícolas. Los sectores menos educados y más empobrecidos, que nutren las filas de temporeros agrícolas o jornales urbanos, en relación a la natural oscilación cíclica del trabajo agrícola o las faenas de construcción, son los que más sufren la inactividad en el invierno.

Las favorables condiciones económicas de la ciudad, su buena ubicación respecto de centros urbanos mayores como Santiago y Valparaíso y la calidad de vida a escala humana que ofrece, contribuye al asentamiento de nuevas familias llegadas de varios puntos del país. La población urbana de la comuna de Los Andes aumentaba rápidamente, pasando de los 24.820 habitantes de 1970 a los 38.228 de 1982, mayor población que demanda viviendas, servicios, educación y salud.
En la extensión y diversificación de la estructura urbana de Los Andes, la ciudad comienza un proceso de segmentación y segregación geográfica de los conjuntos residenciales. Hacia mediados de los años ‘80s se llevan a cabo conjuntos habitacionales de clase media en Villa , hacia el extremo sur-oriente de la mancha urbana, así como vivienda de clase media alta aparecen hacia el poniente, por calle los Villares.
En 1984 se entregan 164 casas, pertenecientes a la Población Los Libertadores. Dos años más tarde, a un costado de la anterior se concluye la Población Cristo Redentor, con 146 viviendas lo que inicia un proceso de concentración de sectores populares y viviendas sociales en el extremo nor-oriente de la ciudad, alejados del centro urbano al cual deben acudir por servicios educacionales, de salud, administrativos y de comercio. Es una segregación residencial que tenderá a provocar distintos problemas sociales y de convivencia comunitaria cuando se vayan agregando nuevos y mayores conjuntos de vivienda social. Este gran barrio se amplía y refuerza con la construcción en los años 1991-92 de las dos etapas de la Población Bellavista.

A inicios de la década de 1990 la ciudad volvía a extenderse. La presión por vivienda de clase media y el empuje de nuevas empresas inmobiliarias perforan paños dedicados a parronales. En 1991 se entrega la Villa Bicentenario, en el marco de los doscientos años de Los Andes, que abre la ciudad hacia el poniente, al costado sur de Calle San Rafael. Le siguen al costado norte de la misma vía, Villa El Bosque y Villa Alborada, y luego la instalación del Liceo Mixto.
Hacia los mismos años, la Villa El Remanso se abre paso por los parronales que se encontraban a un costado del Callejón de Los Morenos, empujando el límite urbano hacia el sur. Esto traerá grandes consecuencias en la extensión física de la ciudad, puesto que desde la segunda mitad de la década de los ’90 comenzará la construcción de un gran conjunto de clase media, que irá creciendo en sucesivas etapas, y será conocido como Villa El Horizonte. Este hecho es relevante para la historia de la ciudad, ya que hizo que la mancha urbana se extendiera hacia el sur hasta tocar el límite comunal y del suelo urbano que establece el Plan Regulador vigente, que data del 2003.
A mediados de la década del ’90, la construcción de vivienda social tiene dos grandes hitos, por su ubicación como por su envergadura en cantidad de viviendas. Son los conjuntos de Los Copihues y Alto Aconcagua. El primero es un conjunto departamentos de bloques circulares cerrados sobre sí mismos, los que a su vez generan un círculo mayor con una circunvalación que los conecta y una plaza central, conjunto ubicado hacia el nor-poniente de la ciudad con más de 500 departamentos. Tres años después se entrega Aconcagua, más de 700 departamentos ubicados al nor-oriente del centro urbano, con lo que se afianza dicho barrio. Son viviendas sociales de dimensiones reducidas, que concentran gran cantidad de familias jóvenes que vivían de allegados en las viviendas de sus padres, en los barrios populares históricos de René Schneider, Alonso de Ercilla, Pucará, conectando la historia social de esos barrios (erradicaciones de campamentos, baja escolaridad), con el nuevo escenario urbano de vulnerabilidad social y segregación espacial en departamentos alejados del centro urbano.



La expansión de la explotación de Codelco División Andina, conllevó la llegada de una gran cantidad de inmigrantes provenientes del sur, entre otros un significativo grupo de lotinos, para la construcción y puesta en marcha de la ampliación del proceso productivo minero. La figura del trabajador contratista se expandió y hoy es parte de la geografía social de la ciudad. La población urbana de Los Andes vuelve a crecer pasando de 46.417 habitantes en 1992 a 55.388 en el año 2002, crecimiento que sigue estando sobre la media regional y nacional.
A inicios de la década del 2000, la ciudad se extiende hacia el norte-poniente. En este sector sólo existía el conjunto “Jardines Familiares”, antigua cooperativa que agrupa viviendas con extensos sitios pensados para huerto y habitación. La necesidad de terrenos a bajo costo determinó que se buscarán lotes hacia esa dirección, más allá de la línea del Ferrocarril, para la construcción de viviendas sociales. Así, el año 2000 se entregan los departamentos denominados Portal Nevado, que inicia un proceso de urbanización del sector. Se suman luego, Portal Arunco, Portal Juncal, terminando con Villa María Paula (2004-05), del programa Viviendas dinámicas sin deuda, mediante un solo pago y con la posibilidad de ampliarse, las que se inscriben programas sociales para los sectores más pobres. Los terrenos adyacentes ya están concebidos para nuevos conjuntos de vivienda social.
Hacia el nor-oriente, los departamentos de la Villa San Alberto (2004) y las casas de Villa Primavera (2008), mediante el mismo sistema de vivienda dinámica sin deuda o fondo solidario, amplían y densifican los conjuntos sociales del sector.
Paralelo a ello, el centro urbano entraba en el marco de protección patrimonial del casco histórico que impone la Zona Típica (con todas las complejidades de su gestión y respeto relativo de normas). La plaza se remodela, se recuperan fachadas y antiguas casas, parte del Hotel Plaza se convierte en centro comercial.
Barrios de clase media acomodada se observan en las villas Vista Cordillera y El Encuentro, entre otros conjuntos que amplían la ciudad hacia el poniente.
Las sucesivas etapas de los Jardines de Los Andes, Villa Los Morenos, y Villa El Patagual, densifican y engruesan la estructura urbana hacia el sur, complementando la penetración abierta por Horizonte.
La ciudad de Los Andes, en estos más de doscientos veinte años, ha transitado desde un damero de 49 manzanas, a una mancha urbana que crece fuertemente hacia el sur y hacia poniente, gracias a las facilidades naturales del plano de Valle. En el nor-oriente, conectado con la ciudad, pero separado del centro urbano se asienta un gran barrio de poblaciones de vivienda social. Se pasa de 897 habitantes en 1799 a 55.388 en el 2002, con un incremento sostenido desde 1960, debido al influjo de la economía de servicios, agrícola, agroindustrial y minera. Un recorrido histórico que ha cambiado a la ciudad desde una aldea tradicional de origen colonial a una ciudad modernizada, que la pone frente a nuevos desafíos futuros, a nivel mundial de la economía cuprífera y de nivel continental en los servicios de transporte para cruzar de los Andes.