Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo González Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarce Reyes; Franco González Fortunatti;
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Patricio de Azcárate Observaciones sobre el orden de los Diálogos VI |
No es cuestión fácil de resolver la relativa al orden que debe seguirse en la colocación de los Diálogos de Platón.{1} No es esta una dificultad nueva, sino que data de la más remota antigüedad; así Diógenes Laercio cita cuatro sistemas de clasificación, que hacía ya mucho tiempo se disputaban la opinión de los sabios.{2} Unos dividían los Diálogos en dos grandes clases, según sus caracteres intrínsecos: los diálogos didácticos, que tienen por objeto la enseñanza de la verdad, y los diálogos zetéticos, que tienen por asunto el arte de descubrirla. Se dividían los primeros en teóricos y prácticos; los segundos en gimnásticos y agonísticos, y cada una de estas categorías comprendía nuevas subdivisiones. Otros considerando la forma de los diálogos más que el fondo, los clasificaban en tres series; diálogos dramáticos, diálogos narrativos, diálogos mixtos. Una tercera clasificación, atribuida por Trasilo a Platón mismo, agrupaba los diálogos en nueve [XXXIV] tetralogías.
Segunda tetralogía: Cratilo o de la exactitud de los nombres; Teetetes o de la ciencia; el Sofista o del ser; y el Político o del reinado. Tercera tetralogía: Parménides o de las ideas; Filebo o del placer; el Banquete o del bien; Fedro o del amor. Cuarta tetralogía: Alcibiades o de la naturaleza del hombre; el Segundo Alcibiades o de la oración; Hiparco o del amor a la ganancia; los Rivales o de la filosofía. Quinta tetralogía: Teages o de la filosofía; Carmides o de la templanza; Laques o del valor; Lisis o de la amistad. Sexta tetralogía: Eutidemo o de la disputa; Protágoras o de los sofistas; Gorgias o de la retórica; Menon o de la virtud. Séptima tetralogía: los Dos Hipias, el primero sobre lo honesto, y el segundo sobre la mentira; Ion o de la Iliada; Menexenes o el elogio fúnebre. Octava tetralogía: Clitofon o exhortaciones; la República o de lo justo; Timeo o de la naturaleza. Novena tetralogía: Minos o de la ley; Las Leyes o de la legislación; el Epinomis titulado también: conversaciones nocturnas o la filosofía; en fin, trece cartas. Otros sabios, y entre ellos Aristófanes, el gramático, [XXXV] dividían los diálogos, no en tetralogías, sino en trilogías. En la primera colocaban la República, el Timeo y el Critias; en la segunda, el Sofista, el Político y el Cratilo; en la tercera, las Leyes, Minos y el Epinomis; en la cuarta, Teetetes, Eutífron, y la Apología; en la quinta, Criton, Fedon y las cartas. En cuanto a los otros diálogos los dejaban aislados o no establecían entre ellos ningún orden.{3} Aquí tenemos ya bastantes sistemas de clasificación, y, sin embargo, a todos se pueden hacer fuertes objeciones. El primer sistema, por lo pronto, es completamente arbitrario, defecto común a los otros tres; pero además es de una complicación verdaderamente incomprensible. Diógenes Laercio, que le aprueba, nos hace ver, por los ejemplos mismos que cita, hasta qué punto está desprovisto de simplicidad. He aquí, nos dice, algunos ejemplos en apoyo de nuestra división:
¿Qué más complicado, más arbitrario, ni más pedantesco que todas estas categorías? ¿ni qué cosa más opuesta a la manera libre y fácil de Platón, enemigo mortal de la pedantería, a quien por otro lado eran desconocidas la mayor parte de estas divisiones regulares, introducidas después por Aristóteles y los Estoicos? La segunda clasificación no vale la pena de ser [XXVI] discutida; tan arbitraria y superficial es. Diógenes observa, que es una división teatral, y no una división filosófica. Llegamos a la tercera clasificación, la de Trasilo, la única que admite seria defensa. Si sucumbe, arrastrará en su ruina la cuarta clasificación, la de Aristófanes el gramático, que tiene los mismos inconvenientes sin tener las mismas ventajas. Por lo pronto es preciso descartar la autoridad de Platón falsamente invocada por Trasilo. Basta, entre otras mil pruebas, para hacer ver que Platón no tuvo la extravagante y pueril idea de dividir sus diálogos en tetralogías, la circunstancia de no ser de Platón muchos diálogos que figuran en dichas tetralogías. No hablamos ni del Primer Alcibiades, cuya autenticidad es solamente dudosa, ni del Segundo Hipias, ni de Menexenes, mirados sin embargo como apócrifos por los mejores críticos de nuestro tiempo; ¿pero quién se atrevería hoy día a defender el Minos, los Rivales y el Epinomis? No afirmaremos con Schleiermacher, Ast, Socher y Enrique Ritter, que el Epinomis sea de Filipo de Oponte; pero de seguro no es de Platón, lo mismo que los Rivales o el Minos, lo mismo que las Cartas, que todas, excepto quizá la séptima, descubren señales marcadas de falsificación. Por consiguiente, la división por tetralogías no tiene otra autoridad que la de Trasilo, y no puede prevalecer sino por sus méritos intrínsecos. ¿Cuáles son? Lo ignoramos, pero vemos claramente sus inconvenientes y sus defectos. ¿Hay nada menos natural y menos serio que encadenar el genio libre de un artista inspirado, tal como Platón, encerrándole en las divisiones artificiales de nueve tetralogías? Y además, ¿con qué derecho y con qué fundamento se distribuyen de cuatro en cuatro las obras del gran maestro? La primera tetralogía, que es quizá la menos forzada, reúne a Eutifron, la Apología, el Criton y Fedon; y convenimos en que todos estos diálogos se refieren [XXXVII] a la vida y muerte de Sócrates; pero por lo pronto la Apología es de una autenticidad dudosa. Además, ¡qué distancia entre el Eutifron y el Criton, diálogos de la juventud de Platón, en los que apenas se traspasa el horizonte socrático, y el Fedon, vasta y magnífica composición que sólo en su edad madura ha podido trazar, y en la que nos presenta la teoría de la reminiscencia y la teoría de las ideas con toda la profusión, precisión y grandeza de su completo desenvolvimiento! La tercer tetralogía comienza por el Parménides y concluye con el Fedro; pero ¿qué relación hay entre estas dos obras? El Fedro es un diálogo de lo que se puede llamar la primera manera de Platón. Diógenes Laercio nos dice, que esta encantadora obra pasaba por el primer arranque del discípulo de Sócrates. Es difícil creer que en su primer vuelo se haya remontado tan alto; pero considerando la riqueza, un tanto exuberante, de los ornamentos; la frescura toda juvenil del colorido; el atrevimiento de las conjeturas, y la abundancia de los datos mitológicos, se ve en claro, que el autor del Fedro se halla en aquella época de la vida, en que la imaginación impide el paso al razonamiento, y en la que las concepciones nacientes del genio no han pasado aún por la prueba de la reflexión, ni adquirido la precisión y rigor de la ciencia. Todo lo contrario sucede en el Parménides, en el que los procedimientos del razonamiento, en lo que tienen de más sutil y más severo, son llevados hasta el último extremo del análisis, hasta una abstracción que toca en las cimas más altas a que es dado llegar. El filósofo que ha escrito este diálogo no es un simple discípulo de Sócrates, ensayándose en la definición y en la inducción; es un lógico acabado, iniciado en los misterios más profundos de la dialéctica. Evidentemente, Platón había abandonado a Atenas; había visto a Megara y conversado con Euclides; había ido a la gran Grecia en busca de las tradiciones aún [XXXVIII] vivas de la escuela de Elea; en una palabra, había entrado en el segundo período de su carrera de artista y de filósofo, en el período de las indagaciones serias, de las discusiones críticas y de la larga serie de los razonamientos. Por lo tanto, es contraria a todas las reglas de la analogía y a todos los datos de la historia colocar a Fedro al final de la tercera tetralogía, al lado del Parménides, del Filebo y del Banquete. No es necesario llevar más adelante el examen detallado de las tetralogías, siendo suficiente lo dicho para probar que este orden ha sido todo obra de fantasía, sin valor filosófico ni literario, y sin la menor autoridad histórica. Sin embargo, tiene sencilla explicación lo que aconteció en el año de 1513, cuando Aldo Manucio, secundado por el griego Marco Musuro, publicó la primer edición impresa de las obras de Platón, siguiendo el orden de las tetralogías. Por lo pronto éste había sido indudablemente el orden de los manuscritos, y además este orden tenía en su apoyo la antigua autoridad de Trasilo, que parecía apoyarse a su vez en la autoridad de Platón. Los editores de Basilea, Operino y Grineo, en 1534, siguieron el ejemplo de Musuro, y desde aquella lejana época hasta nuestros días se encuentra, en las diversas ediciones y traducciones de Platón, el rastro más o menos fiel del orden primitivamente adoptado. Quede, pues, sentado, que este orden es arbitrario y defectuoso y que sería muy de desear encontrar otro mejor. Pero ¿cómo hacerlo? El problema es de los más espinosos. Pero ¿es completamente insoluble? Nosotros no lo creemos así. Es claro que hay un orden, que, si pudiera descubrirse, sería el más natural, el más sencillo, el más útil, es decir, el orden seguido por Platón mismo en la composición de sus obras, el orden histórico. [XXXIX] En efecto, ¿por qué es importante leer los Diálogos de Platón en un cierto orden más bien que a la aventura? Porque importa saber por dónde comenzó y por dónde concluyó, para seguir el desenvolvimiento natural de su genio de filósofo y de artista, confrontando la serie de sus obras con el curso de los sucesos de su vida, y coger el hilo de las influencias que sucesivamente han estimulado y modificado su espíritu; tales, por ejemplo, como la influencia de Sócrates, la de Heráclito, la de Euclides, la de los Eleatas y la de los Pitagóricos. Las conversaciones de Platón con sus contemporáneos, sus viajes, sus informaciones, las luchas que sostuvo contra sus adversarios; todo esto ha debido influir en el curso de sus pensamientos, y en sus grandes composiciones debe encontrarse el rastro de todas estas influencias. He aquí lo que haría instructivo e interesante el orden histórico si fuera posible descubrirle. Figuraos un museo, en el que estuvieran reunidos todos los cuadros de Rafael, todos sus diseños, en una palabra, su obra toda entera desde sus primeros ensayos en la escuela de Perugino hasta la Trasfiguración. ¿Qué cosa más curiosa que seguir una a una todas las trasformaciones de su maravilloso talento, verle desprenderse por grados de la manera de Perugino para crearse una manera más libre, más sencilla, más variada, más original, e inspirarse en las otras grandes escuelas de la Italia, de Leonardo, de Masaccio, de Miguel Ángel, hasta llegar al fin de sus días, a esa gran manera, momento crítico de trasformación para él, ya para degenerar, ya para engrandecerse? Por lo contrario, representaos la obra de algún otro gran genio, y pasando de la pintura a la poesía, escoged a Molière. Figuraos una edición de sus obras, que comenzase por las Mujeres sabias y concluyese por los Preciosos ridículos, en la que un editor extravagante tuviese el necio capricho de unir, formando una trilogía, el [XL] Anfitrión, el Avaro y el Siqueo, con el pretexto de ser los dos primeros imitaciones de Plauto y todos tres de autores antiguos; ¿qué diríais de tal colocación, y de la aplicación que pudiera hacerse en igual forma a las obras de Racine o a las de Shakespeare? Por consiguiente, si hay alguna cosa clara en el mundo es, que el único orden que presenta interés y verdad en el curso de las obras de un poeta, de un filósofo o de un artista, es el orden histórico. Resta averiguar, si es posible dar con este orden histórico en los Diálogos de Platón. A esta pregunta pueden darse dos respuestas. Si se habla rigurosamente, no; si no se entiende de este modo, sí. Expliquémonos. ¿Queréis clasificar los diálogos de Platón, como pueden clasificarse las tragedias de Racine o las comedias de Moliére? ¿Queréis saber, respecto de cada diálogo, en qué época precisa ha sido compuesto, si antes o después de tal otro, y todo esto de una manera cierta e irrefragable? Sentado el problema de esta manera es insoluble, porque excede las fuerzas de la crítica, y aun cuando se hicieran los mayores progresos en el conocimiento de la antigüedad, y aun cuando se descubrieran nuevos orígenes de informaciones, lo que no es probable, jamás podría llegarse a un resultado tan completo, tan preciso y tan cierto. Pero si sólo se quiere saber de una manera probable, y dejando a un lado los vacíos que puedan encontrarse, cuáles son los diálogos que se refieren a la juventud de Platón, cuáles datan de su edad madura, y cuáles son, en fin, los que corresponden a su ancianidad, nos atrevemos a decir entonces, que la crítica está en posición de dar a este problema una solución satisfactoria; solución que será siempre provisional e incompleta, pero que con el progreso de la crítica y de la erudición podrá aproximarse más y más a una gran probabilidad. Por lo pronto, sabemos con toda certeza por dónde [XLI] comenzó Platón. No diremos que fue por el Lisis y menos aún que fue por el Fedro, porque esta obra parece indicar un arte ya muy ejercitado, y por otra parte aparecen ya en él sensiblemente las influencias pitagóricas, mezcladas con el espíritu socrático; pero sí diremos resueltamente, que el Lisis y el Fedro son diálogos de la juventud de Platón, son dos tipos de su primera manera de escribir. Si se exigen pruebas, daremos como prueba extrínseca la tradición tan probable y tan interesante, transmitida en estos términos por Diógenes de Laercio: «Dícese, que habiendo oído Sócrates a Platón la lectura del Lisis, exclamó: –¡Oh Dios!, cuántos préstamos me ha hecho este joven!»{4} He aquí otra tradición que confirma la precedente y que es de forma más agradable o ingeniosa: «Vio Sócrates en sueños un cisne joven, acostado en sus rodillas, que, soltando sus alas, voló al momento, haciendo oír armoniosos cantos. Al día siguiente, Platón se presentó a Sócrates y dijo éste; he aquí el cisne que yo he visto.»{5} Diógenes de Laercio nos dice también, que se aseguraba haber sido el Fedro el primer diálogo compuesto por Platón, y a ser verdadera esta tradición de escuela, se explicaría perfectamente la exclamación de Sócrates y la narración simbólica de su visión. Pero sea de esto lo que quiera, es un hecho cierto, plenamente confirmado por el examen intrínseco de los Diálogos, que durante los años de su juventud, pasados bajo la disciplina de Sócrates, Platón compuso cierto número de diálogos, en los que, queriendo quizá limitarse a reproducir la doctrina de su maestro, su genio naciente se marchaba hacia [XLII] regiones superiores. El Lisis y el Fedro pertenecen a este grupo, y una vez adquirido este resultado, ¿cómo no ha de colocarse en la misma categoría toda la serie de diálogos en que el arte es menos delicado y mucho menos profundo, y cuya doctrina, sobre todo, está mucho más severamente contenida en los límites de la enseñanza socrática, tales como el Eutifron, el Criton, el Carmides, el Laques, el Protágoras, y el Primer Alcibiades y el gran Hipias, suponiendo que estos dos sean verdaderamente obra de Platón? He aquí por lo tanto un primer grupo de diálogos, a los que no se puede fijar seguramente con precisión su fecha respectiva, pero que tomados en masa, puede ponérseles perfectamente aparte bajo el nombre de diálogos socráticos, en concepto de ser obras de la juventud y de la primera manera de Platón. Acabamos de decir por dónde ha comenzado Platón; pues se sabe de una manera más cierta aún y más precisa por dónde ha concluido. Por lo pronto no puede dudarse que la República es una obra de su ancianidad. Existe una tradición auténtica, reproducida por Cicerón en un pasaje célebre de su tratado De senectute, por el que se ve que Platón, en el momento de morir, se ocupaba aún en rever y retocar el preámbulo de su República, uno de los últimos frutos de sus largas meditaciones. Por otra parte, el Timeo, al empezar, recuerda expresamente la República, y el Timeo mismo es materialmente inseparable del Critias, obra que Platón dejó por concluir. Si se añade a esto que hay muy excelentes razones, y razones de todas clases, para colocar las Leyes después de la República, sin poderlas separar por un largo intervalo, llegaréis a este resultado, cierto o casi cierto: que las últimas obras de Platón son la República, el Timeo, las Leyes, y, en fin, el Critias, que es probablemente su último escrito. [XLIII] Considerad ahora el carácter dominante de estas grandes composiciones de la lozana ancianidad de Platón. Son dogmáticas a diferencia de todas las demás, en las que Platón busca la verdad, pero sin llegar a descubrirla, disertando mucho, refutando sin cesar y no concluyendo nunca. ¿Y cuáles son estos raros diálogos que participan del carácter dogmático del Timeo, de la República y de las Leyes? Justamente son aquellos que por la grandeza y armonía de las proporciones, por la firmeza de la mano, por la sobriedad de los ornamentos, por la delicadeza de los matices, por la tranquila luz que ilumina y embellece las partes, muestran al autor, hecho dueño y poseedor de todos los secretos de su arte; son el Fedón, el Gorgias, el Banquete. En esta forma nos vemos conducidos naturalmente a formar una serie de diálogos, que pueden llamarse Diálogos dogmáticos, y que nos representan la última manera de Platón y los resultados definitivos de sus vastas especulaciones. Estos dos grupos, una vez aceptados, el tercero se forma por sí mismo, porque comprende todos los diálogos colocados entre la juventud y la ancianidad. Observad que las obras de este tercer grupo intermedio presentan caracteres sensiblemente análogos. Todos son polémicos y refutatorios; como el Teetetes en que aparecen discutidas y sucesivamente destruidas todas las definiciones de la ciencia; el Parménides, que nos patentiza las diferentes tesis que se pueden sentar sobre el ser y sobre la unidad, para mostrarlas sucesivamente como insuficientes y erróneas; el Sofista, cuyo objeto principal es batir en brecha las doctrinas de las escuelas de Elea y de Megara. En ninguno de estos diálogos veréis, que la discusión conduzca a ninguna conclusión dogmática. Por este carácter, esencialmente negativo, los diálogos, de que hablamos, se separan completamente de las grandes [XLIV] composiciones dogmáticas por donde Platón ha terminado su carrera filosófica. Y por otra parte, ¿qué línea profunda de demarcación no se nota entre los diálogos, tales como el Sofista, el Teetetes, el Parménides, el Filebo, en los que se desenvuelven los más grandes problemas de la metafísica en todas sus profundidades, y estas composiciones encantadoras, pero evidentemente más modestas, en que el joven discípulo de Sócrates se esfuerza ante todo, como en el Eutifron, el Protágoras, el Criton, en hacer revivir la persona, el método y la enseñanza de su maestro. El Fedro, que colocamos en la primera serie, ofrece, lo confieso, un cuadro singularmente vasto, y un vuelo especulativo lleno de brillantez y atrevimiento; pero predominan en él la poesía y la imaginación, y se nota que la edad de las meditaciones viriles aún no ha llegado. Esto acaba de convencernos de que esta clasificación de los diálogos en tres grandes series es la más natural y la que corresponde evidentemente a las tres épocas de la vida de Platón. Antes de los treinta años no salió de Atenas; encantado con Sócrates, abandonó la poesía por la filosofía; no conocía las grandes escuelas filosóficas de la Grecia sino por noticias vagas e indirectas. He aquí la época de su primer estilo, la época del Lisis, y de todos estos diálogos que llamamos socráticos. Después de la muerte de Sócrates, Platón abandona a Atenas por Megara; conversa con Euclides; visita a Cirene y al matemático Teodoro; emprende su marcha a Sicilia, quizá a Italia, quizá también a Egipto; serie de viajes llenos de indagaciones y de aventuras. A esta segunda época de una vida agitada deben corresponder los diálogos de su segunda forma de escribir; diálogos severos, en los que a los arranques de la imaginación y del entusiasmo se unen los más atrevidos esfuerzos de la reflexión y del razonamiento; diálogos todo históricos, todo refutatorios, en que Platón [XLV] reclama de todos los sistemas la verdad, sin que encuentre uno que le satisfaga, y donde se lanza a la crítica de las grandes especulaciones metafísicas de Heráclito, de Parménides, de Filolao, de Empedocles, amontonando ruinas sobre ruinas y buscando entre estos despojos los materiales del edificio que un día habrá de construir. Restituido a Atenas después de sus viajes, Platón se fija en la Academia, se reconoce en el fondo de su alma, y allí, en el silencio de una reflexión madurada por la experiencia y nutrida con toda la sustancia de las grandes filosofías de lo pasado, traza las grandes líneas de su propia filosofía, y escribe esos diálogos tan particularmente vastos, serenos y profundos, el Fedon, el Banquete, la República, el Timeo, donde dice su última palabra sobre la naturaleza, sobre la divinidad, sobre el arte de educar y gobernar a los hombres. Tal es la única clasificación que nos es permitido admitir, atendidas las informaciones de la historia y las reglas de la crítica.{6} ¿Queréis en el seno de cada una de estas tres categorías fijar un orden exacto y preciso, como Schleiermacher lo ha ensayado? Os arrojaréis a conjeturas arbitrarias, y os veréis en mil embarazos intrincados. Es preciso saber contenerse, y una vez que las grandes líneas de este monumento están tiradas, es conveniente dejar fluctuantes y a la aventura las líneas secundarias. En nuestra opinión, el orden que nos proponemos es el más probable, el más vecino al orden histórico y el más cómodo para la lectura seguida y para la inteligencia de los diálogos de Platón. |
{1} Ajustándonos, según queda dicho, en la colocación de los diálogos al método seguido por Chauvet y Saisset, nos ha parecido conveniente publicar las observaciones que estos escritores hacen para demostrar la procedencia de este orden. {2} Diógenes Laercio, libro III. {3} Diógenes Laercio, libro I. {4} Diógenes, lib. III. {5} Apuleyo De dogmate Platonis, lib. I, y el anónimo de Heeren. {6} Además de las tres series, hemos colocado en una complementaria diálogos muy dudosos, como el Teages, o ciertamente apócrifos, como el Axioco, y, por último, las cartas y ligeros fragmentos. {Obras completas de Platón, por Patricio de Azcárate, tomo primero, Madrid 1871, páginas XXXIII-XLV.} |
RUSIA. |
El Imperio ruso (en ruso: Росси́йская импе́рия, romanizado: Rossíyskaya Impériya) fue un Estado soberano que existió entre los años 1721 y 1917. Abarcó grandes zonas de tres continentes del planeta, el europeo, el asiático y el americano, siendo el sucesor directo del Zarato moscovita. La expresión «Rusia imperial» designa el periodo cronológico de la historia rusa que comprende desde la conquista de los territorios que se encuentran entre el mar Báltico y el océano Pacífico, iniciada por Pedro I, hasta la caída de Nicolás II y el posterior comienzo de la Revolución de 1917. La capital del imperio fue la ciudad de San Petersburgo (rebautizada en 1914 como Petrogrado a raíz del inicio de la Primera Guerra Mundial). A finales del siglo xix, el imperio comprendía 22,8 millones de km². De acuerdo al censo de 1897, su población alcanzaba las 125 640 000 personas, habitando la mayoría (102,8 millones) en Europa. Más de 100 grupos étnicos diferentes convivían en el imperio —la etnia rusa componía el 44 % de la población—. La religión oficial del imperio era el cristianismo ortodoxo, controlado por el monarca a través del Santísimo Sínodo Gobernante. Sus habitantes estaban divididos en estratos (clases) tales como dvoryanstvo («nobleza»), el clero, los comerciantes, los cosacos y los campesinos. Los nativos de Siberia y Asia Central fueron oficialmente registrados en el estrato inorodtsy («extranjeros»). Además del actual territorio de Rusia, en 1917, el Imperio ruso incluía territorios de los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Ucrania, Bielorrusia, la mitad oriental de Polonia (Zarato de Polonia), Moldavia (Besarabia), Rumania (Valaquia), el Cáucaso (las actuales naciones de Armenia, Georgia y Azerbaiyán), Finlandia, la mayoría del Asia Central (actuales repúblicas de Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán) y una parte de Turquía (las provincias de Ardahán, Artvin, Iğdır y Kars, siendo estos territorios partes de la Armenia turca). Entre 1741 y 1867, el Imperio ruso también incluía Alaska, al otro lado del estrecho de Bering. También controló por cierto periodo la región de Manchuria china, la región norte de Irán y la mitad norte de Hövsgöl (perteneciente a Mongolia) En 1914, entre los vasallos y protectorados del imperio se incluían el Emirato de Bujará, el Kanato de Jiva y, tras 1914, Tuvá. Su escudo de armas fue el gran escudo del Imperio ruso, y su himno, «Dios salve al zar» (Боже, Царя храни). Después del derrocamiento de la monarquía en 1917, Rusia fue convertida en una república bajo el Gobierno provisional ruso. |
Organización general del Imperio. En el año 1914 el Imperio ruso (con capital en San Petersburgo) estaba dividido en:
Gobernaciones generales.
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El virreinato del Cáucaso.
El virreinato del Cáucaso (Кавказское наместничество, Kavkázskoye naméstnichestvo) no fue un término usado en la administración del Imperio ruso, pero utilizado para nombrar a la autoridad efectiva en la región del Cáucaso, siendo los nombres reales:
Historia El puesto fue creado después de la anexión de Georgia en 1801. El general Karl Knorring fue el primero en hacerse cargo del mismo, siendo oficialmente nombrado como «Comandante en Jefe de Georgia y Gobernador General de Tiflis». El virreinato se expandió posteriormente con la incorporación de los territorios adquiridos en las sucesivas guerras con el Imperio otomano, Persia y los pueblos autóctonos del Caucaso. El cuartel general estaba en Tiflis, actualmente Georgia, actuando de hecho como embajador en los países vecinos, como comandante en jefe de las fuerzas armadas, y como autoridad civil suprema, respondiendo únicamente ante el Zar. Desde el 3 de febrero de 1845, hasta el 23 de enero de 1882, la autoridad del virrey estaba supervisada por el «Comité del Cáucaso», compuesto por los representantes del «Consejo de Estado» y los ministros de Finanzas, Dominio Territorial, Justicia e Interior, así como los miembros de los Comités Especiales.
1905 El 22 de septiembre de 1905, está formado por 5 Óblasts, 6 Gubernias, 2 Ókrugs y 1 Gobierno Urbano (градоначальство): Óblasts
Gubernias
Ókrugs
Gradonachalstvo
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El Gran Ducado de Finlandia, Gran Principado de Finlandia, o conocido como el período de la Finlandia rusa, es el nombre con que se designaba a Finlandia desde 1581, cuando el rey Juan III de Suecia adoptó el título de Gran Duque de Finlandia, hasta 1917, cuando se proclamó la independencia de Finlandia del Imperio ruso. La dignidad de Gran Duque de Finlandia fue, por lo tanto, un título honorífico atribuido a los reyes suecos hasta 1809, cuando, mediante la Dieta de Porvoo, Finlandia fue anexada a Rusia como Estado autónomo o Gran Ducado. A partir de entonces, perteneció a los zares rusos. En general, por el término Gran Ducado de Finlandia se entiende el período que cubre desde la conquista rusa, en la Guerra de Finlandia (1808-1809), hasta la independencia, declarada el 6 de diciembre de 1917. Durante dicho período de autonomía, o sea Finlandia como Gran Ducado autónomo dependiente del Imperio ruso, la evolución política, cultural y social del país no dependió tanto de la forma de gobierno, sino de la benevolencia de cada uno de los zares rusos. En el transcurso del siglo XIX, Finlandia experimentó tanto períodos de desarrollo favorable como otros de opresión o rusificación de Finlandia por parte de los dignatarios rusos. En orden cronológico fueron cinco los zares que tuvieron la dignidad de gran duque de Finlandia: Gobierno y política El emperador ruso gobernaba como Gran Duque de Finlandia y estaba representado en Finlandia por el Gobernador General . El Senado de Finlandia era el órgano de gobierno más alto del Gran Ducado y estaba compuesto por finlandeses nativos. En San Petersburgo, los asuntos finlandeses estaban representados por el Ministro-Secretario de Estado para Finlandia . El Senado tenía un papel principalmente consultivo hasta que obtuvo el derecho de representación en 1886. Además de tener su propia administración central, regional y local, Finlandia tenía sus propios sellos, moneda y ejército. Alejandro I no quería que el Gran Ducado fuera una monarquía constitucional , pero las instituciones gubernamentales nacidas durante el gobierno sueco le ofrecieron una forma de gobierno más eficiente que la monarquía absoluta en Rusia . Esto evolucionó hacia un alto nivel de autonomía a finales del siglo XIX.
El Parlamento de Finlandia fue precedido por la Dieta de Finlandia (en sueco: lantdagen ; en finés: maapäivät ; en finés moderno: valtiopäivät ), que había sucedido al Riksdag de los Estados en 1809. Cuando se estableció el Parlamento unicameral de Finlandia mediante la Ley del Parlamento en 1906, Finlandia era un gran ducado y principado autónomo bajo el zar imperial ruso , que gobernaba como gran duque , en lugar de como monarca absoluto . Se implementó el sufragio universal y la elegibilidad, convirtiendo a Finlandia en el segundo país del mundo en adoptar el sufragio universal. Las mujeres podían votar y postularse para cargos públicos en igualdad de condiciones, y esto se aplicaba también a las personas sin tierras, sin minorías excluidas. La primera elección al Parlamento se organizó en 1907. El primer Parlamento tenía 19 representantes femeninas, un número sin precedentes en ese momento, que aumentó a 21 en 1913. Los primeros años del nuevo Parlamento fueron difíciles. Entre 1908 y 1916, el poder del Parlamento finlandés fue neutralizado casi por completo por el zar ruso Nicolás II y el llamado "senado de sables" de Finlandia, un gobierno burocrático formado por oficiales del Ejército Imperial Ruso durante el segundo período de " rusificación ". El Parlamento fue disuelto y se celebraron nuevas elecciones casi todos los años. |
Las primeras mujeres en el parlamento 1907-1908.
En las primeras elecciones parlamentarias de 1907, 19 mujeres fueron elegidas diputadas. Nueve de ellos pertenecían a las listas del Partido Laborista y diez a los partidos de centro y derecha. Estas mujeres participaron activamente en sus propios partidos, trabajando para mejorar la condición de la mujer y promover la legislación social, pero también participaron en otros trabajos legislativos. Así crearon una tradición que perdura hasta el día de hoy: a las mujeres finlandesas no les entusiasma la idea de crear un partido femenino independiente. Estas mujeres estaban activas en muchas áreas de la vida y muchas de ellas eran el tipo de figuras públicas que los partidos estaban felices de incluir en sus listas de candidatos. Partido Laborista Socialdemócrata. Iida Aalle-Teljo (1885–1955) La empresaria Iida Aalle-Teljo fue una de las fundadoras del Partido Laborista finlandés y una destacada ideóloga. También fundó la Confederación de Mujeres Trabajadoras y fue su presidenta. Después de la guerra civil, huyó a la Rusia soviética. Después de regresar al año siguiente, fue a prisión, de la que salió en 1922. Después de eso, dirigió un negocio de alojamiento en Kotka y se desempeñó como concejal de la ciudad allí. Anni Huotari (1874–1943) Anni Huotari, que asistió a una escuela popular y a una escuela de artesanía, trabajó como profesora de artesanía en Parkano y como costurera en Viipur. Ocupó puestos de confianza en el Sindicato de Trabajadoras de Mujeres Socialdemócratas, así como secretaria del sindicato de trabajadores de la costura. En los años 1918-1922 estuvo en prisión como influenciador del bando perdedor de la guerra civil, es decir, como preso político. Mimmi Kanervo (1870–1922) Mimmi Kanervo, que trabajaba como sirvienta, fue secretaria del Sindicato de Trabajadores Económicos y de Restauración de Finlandia. Fue condenada a prisión en 1918 a causa de la guerra civil, tras lo cual trabajó como conferenciante para el sindicato de mujeres de su partido. Jenny Nuotio (fallecida Upari) (1882-1948) Weaver, esposa de un policía en Vyborg, condado de Vyborg y Sipoo. Jenny Nuotio, secretaria y tesorera de la Confederación de Mujeres Trabajadoras, fue la diputada más joven del primer parlamento. El matrimonio la alejó de la política, pero luego regresó viuda tras permanecer en la sección comercial de tejedores. Maria Paaso-Laine (1868–1945) Costurera y funcionaria del partido Maria Paaso-Laine era madre de tres hijos. Apoyó la atención pública a los pobres y la contratación de parteras, así como la educación obligatoria universal. Durante los períodos de represión estuvo varias veces en la clandestinidad y en el exilio. Maria Laine llamó la atención vistiendo a la moda y de clase alta, y claramente tenía una aspiración de ascender de la población trabajadora a la clase media. Por otro lado, tal vez con su ropa protestaba contra los restos de la sociedad estatal, donde incluso se censuraba a la gente con la ayuda de la ropa. Hilja Pärssinen (1876–1935) Hilja Pärssinen, hija de un maestro de escuela pública de una familia clérigo, trabajó para los desfavorecidos de manera muy radical. Fue miembro de la Delegación Popular en 1918 y huyó a Rusia en la primavera de 1918, regresó a Finlandia en 1919 y pasó varios años en prisión. Después fue profesor en una escuela de formación profesional y también miembro del parlamento durante un mandato. Maria Raunio (1872–1911) Costurera, organizadora y oradora del movimiento obrero, Partido Laborista Socialdemócrata María Raunio era madre de siete hijos y miembro activo del movimiento obrero. Fue especialmente un defensor de la población desfavorecida. En 1910, fue excluido de la lista de candidatos electorales debido a desacuerdos internos dentro del partido. Después de eso, emigró a los Estados Unidos, donde trabajó como agitador para el movimiento obrero antes de su muerte. Sandra Lehtinen (Aleksandra) (1873–1954) Criada, costurera y agitadora política Sandra Lehtinen era una apasionada partidaria del movimiento obrero y administradora del partido. Debido a su izquierdismo, estuvo en prisión entre 1929 y 1931 y luego más de diez años en Moscú, de donde regresó sólo en 1945.
Miina Sillanpää (1866–1952) Periodista y asesora financiera Miina Sillanpää fue una pionera en la organización profesional de mujeres y una firme defensora de la legislación social. Fue la primera mujer ministra en la década de 1920. Gracias a eso y a su excepcional capacidad de cooperación, se convirtió en un símbolo de la igualdad finlandesa entre toda la nación. Fundó Helsingin Ensi kod para brindar refugio a madres solteras. El partido finlandés. Eveliina Ala-Kulju (1867–1940) Eveliina Alakulju, ama de casa del sur de Pohjan, asistió a una escuela nacional y a un curso de maestra de escuela de circuito. Durante cinco años enseñó en Kuortanen y Karstula en escuelas del circuito y fue gerente de tienda. Después de contraer segundo matrimonio con el granjero Aleksanteri Ala-Kulju, actuó como dueña de esta casa. Hedvig Gebhard (1867–1961) Hedvig Gebhard fue periodista en Pellervo, de habla sueca, y en Pellervo, de habla finlandesa. Fue uno de los fundadores de Kotiliede y un pionero en la educación sobre economía doméstica. Recibió el rango de asesor económico en 1937. Aleksandra Gripenberg (1857–1913) La escritora Aleksandra Gripenberg fue una conocida abogada. Alcanzó su fama como presidenta durante mucho tiempo de la Asociación de Mujeres Finlandesas y fundadora y tesorera de la Liga Internacional de Mujeres incluso antes de que las organizaciones de mujeres finlandesas se unieran a la cooperación internacional. Su concepto de igualdad era del siglo XIX y le costaba aceptar el sufragio universal. Liisi Kivioja (1859–1925) Maestra de escuela pública, directora de banco Liisi Kivioja trabajó como maestra de escuela pública en Ostrobotnia. Después de su mandato como miembro del parlamento, fue director de la escuela para ciegos más antigua de Kuopio. En los años 1918-1925 dirigió la oficina de Kalajoki en Kansallis-Osake-Pankki, lo que era un puesto muy raro para una mujer en ese momento. Hilda Käkikoski 1864–1912 Hilda Käkikoski fue profesora de historia en la escuela mixta finlandesa de Helsinki y vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Finlandesas. En el parlamento, presionó por la elegibilidad de las mujeres para puestos gubernamentales y la igualdad salarial. Iida Vemmelpuu (1868–1924) Profesora de la Escuela de Folklore, directora de la Academia de Folklore Iida Vemmelpuu fue partidaria del referéndum fennómano. Su mayor área de influencia fue en Huittis, donde estuvo en el concejo municipal y p.e. en el movimiento de clubes juveniles y en la asociación de mujeres. Tenía una cosmovisión estrictamente moral cristiana. Partido joven finlandés. Lucina Hagman (1853–1946) La directora de la escuela Lucina Hagman era partidaria del ala más radical del movimiento de mujeres del siglo XIX y fundadora y presidenta de la organización Unioni Naisasialiitto Suomena. Creía que la educación mixta convierte a niños y niñas en hombres y mujeres que se respetan mutuamente. Hagman fue director de la escuela mixta finlandesa en Helsinki de 1886 a 1899, y luego, hasta 1938, director de la nueva escuela mixta que fundó en Helsinki. En 1928 se le concedió el título de profesora, siendo la primera mujer. Alli Nissinen (1866–1926) Director de escuela y escritor Alli Nissinen fue líder de la asociación Martta y de la organización Unioni, Naisasialiitto Suomiene. Dirigió su propia escuela preparatoria en Helsinki y escribió libros para niños y jóvenes, así como obras de teatro y poemas. Partido Popular Sueco Dagmar Neovius (1867–1939) Profesora y actuaria Dagmar Neovius fue la fundadora de la organización Martta y de la asociación Martha de habla sueca. Era miembro de Naiskagaal, que se oponía activamente a la represión. Fue uno de los diputados de los partidos burgueses que apoyaron la promoción de la legislación social. Maalaisliitto (Liga agraria) Hilma Räsänen (1877–1955) Hilma Räsänen, profesora de escuela popular, fue una conocida presentadora de Amigos de la Templanza y de la Asociación de Mujeres Finlandesas. Se opuso a la creación de una asociación de mujeres separada del partido, aunque también trabajó para las mujeres, por ejemplo. mantuvo una casa de reposo para mujeres en Askola. Tras un breve mandato como miembro del Parlamento, trabajó como profesor de escuela pública. Nota: El Partido del Centro (en finés: Suomen Keskusta; en sueco: Centern i Finland, literalmente: Centro Finlandés o Centro de Finlandia) es un partido político de centro,liberal y agrario de Finlandia. Es junto al Partido Socialdemócrata y al Partido de Coalición Nacional el partido político de mayor tiempo de existencia en ese país. |
Alcalde Mayor.
Gradonachalstvo era una demarcación administrativa especial del Imperio Ruso entre el siglo XIX y principios del siglo XX para algunas ciudades importantes. La responsabilidad municipal incluía la propia ciudad y sus tierras adyacentes, que se organizaban de manera independiente a diferencia de las gubernias o gobernaciones del Imperio, y de los territorios autónomos como el Gran Ducado de Finlandia o el kanato de Jiva. Estaba bajo administración de un funcionario, llamado gobernador (gradonachalnik), que se subordinaba directamente al Gobernador General. Gobernaciones Las gobernaciones (gradonachalstva) de ciudades a finales del Imperio:
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El zemstvo ( en plural, zemstva) fue una forma de gobierno local instituido durante las grandes reformas liberales realizadas en el Imperio ruso por el zar Alejandro II de Rusia. La idea de este sistema fue desarrollada por Nikolái Miliutin. Las primeras leyes sobre los zemstvos se promulgaron en 1864. El sistema de autogobierno del Imperio ruso en un nivel inmediatamente superior por las Gubérniyas y los distritos. Estos organismos, uno para cada distrito y otro para cada provincia o gobernación, fueron creados por Alejandro II en 1864. Consistían en un consejo representativo (zémskoye sobranye) y una junta ejecutiva (zémskaya uprava) nombrada por el consejo. La junta se hallaba conformada por cinco clases de miembros:
A los nobles se le concedió más peso en los votos para el zemstvo, evidenciado por el hecho de que el 74 % de los miembros del zemstvo eran nobles, mientras que sólo representaban al 1,3 % de la población. Incluso así, el zemstvo permitió a la mayor parte de la población manifestar la forma que ellos querían vivir una pequeña parte de sus vidas. Las reglas de las elecciones de gobierno al zemstvo se tomaron como modelo para la ley electoral de 1906 y son suficientemente indicados por la atención que se le presta a ésta posteriormente. El zemstvo dio originalmente muchos poderes en relación con la incidencia de los impuestos y cuestiones tales como la educación, atención médica, bienestar público, suministro de comida y mantenimiento de carreteras en sus localidades. Se encontraron con la oposición de los radicales, como el Partido Social-Revolucionario, la intelligentsia y los nihilistas que querían más reformas. Estos poderes fueron, sin embargo, severamente restringidos por el zar Alejandro III (ley del 12/25 de junio de 1890), en la que el zemstvo fue absolutamente subordinado a los gobernadores, cuyo consentimiento era necesario para la validación de todas sus decisiones y que recibieron poderes drásticos de disciplina sobre los miembros. No fue hasta 1905 cuando el zemstvo recuperó, al menos de facto, algunas de sus iniciativas independientes. |
1°.-Las gubernias; y Óblast.- |
Las unidades administrativas del Imperio Ruso se dividieron en 4 categorías del nivel más alto: provincias (amarillo), regiones (naranja), distritos (verde) y gobiernos municipales (azul). |
Una gobernación, gobierno o gubernia (en ruso: губерния;) (también referido en español como gubérniya) era la mayor subdivisión administrativa del Imperio ruso. Una gobernación estaba regida por un gobernador (en ruso: губернатор, gubernátor). Historia Esta subdivisión se creó a partir del ukaz (edicto) del zar Pedro I de Rusia del 18 de diciembre de 1708, que dividió a Rusia en ocho gubernias. En 1719, las gubernias fueron subdivididas en provincias (провинции). Después de ello, en 1719 el número de gobernaciones aumentó a 23. Por la reforma de 1775 hecha por Catalina la Grande, la subdivisión de las gobernaciones aumentó y éstas se dividieron en círculos (уезды: uyezd). Esta subdivisión se basaba en la cantidad de población, y el término "gubernia" fue reemplazado por su sinónimo de origen ruso naméstnichestvo (en ruso: наместничество), a veces traducido como "virreinato". Por el ukaz del Senado ruso del 13 de diciembre de 1796, el estatus oficial de Gobernación General fue restablecido, y Rusia se volvió a dividir en gubernias, que se subdividieron en uyezds que, a su vez, se dividían en vólosts (волость). En algunos casos fueron establecidas "gobernaciones" especiales para territorios anexados a Rusia pero urgidos de administración más compleja: el Gran Ducado de Finlandia, el Turquestán Occidental y el Reino de Polonia, aunque este último fue dividido en diversas gubernias designadas como "Tierras del Vístula" tras la Levantamiento polaco de 1863. También había gubernias exclusivamente de tipo militar como Kronstadt y Vladivostok. |
Las óblasts o provincias eran las unidades administrativas básicas del Imperio ruso y formaban partes de gobernaciones generales o krais. La mayoría de las óblast existentes en ese momento se localizaban en la periferia del país (por ejemplo las óblast de Kars o de Transcaspia) o cubrían las áreas donde habitaban los cosacos. |
2°.-El uyezd; y Ókrug. |
El uyezd (ruso: уе́зд) era una entidad subnacional dentro del Imperio ruso. Historia Originalmente designaba una subdivisión del Rus o más tarde del Principado de Moscú del siglo XIII. Un uyezd unía varios vólosts (волость) alrededor de las ciudades más importantes, y era controlado por un gobernador (наместник, naméstnik) nombrado por el monarca o gran duque (великий князь, veliki knyaz’), y después del siglo XVII, por el voivoda. Con la introducción de las gubernias en 1708 bajo el zar Pedro el Grande, la previamente apropiada división en uyezd fue abolida y relevada por los distritos. Con la reforma administrativa de Catalina I de Rusia, en 1727, los uyezd fueron reinstaurados. Con Catalina II, en 1775, se incluyeron como subdivisión de las gubernias, corroborándose este estatus con el ukaz del senado ruso de 13 de diciembre de 1796. El uyezd estaba dirigido por un isprávnik (entre 1775-1862 se lo llamaba kapitán-isprávnik), que controlaba tanto el ámbito administrativo como la fuerza policial. También encabezaba el zemsky sud, el juzgado del zemstvo, un cuerpo colegiado. A partir de 1862 el isprávnik dejó de ser un cargo electo para ser designado por las autoridades. Desde ese momento su autoridad era personal, no dirigía ni el juzgado ni el departamento de policía. Cada uyezd tenía su propio centro administrativo, la ciudad uyezd, donde residía el isprávnik y estaban situados los organismos de gobierno. Económicamente, la ciudad tenía su propio cuerpo colegiado de dirección, y el resto del territorio del uyezd era dirigido por el uyézdnoie zémskoie sobranie (уездное земское собрание), la asamblea (zemstvo) y su grupo administrativo. También contaba con un tesoro y finanzas propios, un magistrado para la ciudad, y una administración menor (rasprava), para los campesinos. Los gorodnichy eran responsables del orden en cada asentamiento uyezd y eran elegidos entre oficiales rusos. Toda la documentación se hacía asimismo en ruso. No había uyezd en toda Rusia, tanto las gubernias como los óblasts siberianos y de Asia central se dividieron en ókrugs (literalmente "círculos"). Después de 1775, los uyezd estaban gobernados por un isprávnik (исправник), elegido de entre la aristocracia local para gobernar por tres años. Después de la reforma de los zemstvo de 1864 se otorgó a la mayoría de los uyezd una autonomía local limitada, sobre todo en los de la región europea. |
Ókrug (búlgaro: окръг; serbio y ruso: о́круг; ucraniano: округа, translit.: okruha; polaco: okręg) es un término utilizado en algunos países eslavos de Europa del Este para designar un tipo de división administrativa. Etimológicamente, la palabra es similar a la palabra alemana Bezirk ("distrito"); ambos ókrug y Bezirk se refieren a algo "rodeado". Imperio Ruso Okrug (distrito) es una unidad administrativo-territorial creada en 1719 durante la reforma regional de Pedro I. Posteriormente, a medida que el imperio se fue expandiendo en las regiones y provincias de nueva creación (en su mayoría no europeas, así como en el mar Negro ), se empezó a utilizar la palabra rusa okrug u okruga para designar unidades administrativo-territoriales inferiores . La forma de la palabra masculina o femenina en relación con un territorio particular no era intercambiable; después de su establecimiento, la exactitud de los nombres se determinó utilizando materiales estadísticos y de referencia. Así, en los materiales del censo de 1897 están presentes simultáneamente tanto distritos como distritos. A principios del siglo XIX, se crearon distritos externos e internos en el territorio donde vivían los kazajos. |
3°.-Vólost. |
Vólost (del ruso: волость) era una subdivisión administrativa tradicional de Europa Oriental. En la historia antigua de los eslavos orientales, el vólost era el nombre del territorio gobernado por el kniaz, un principado; tanto como gobernante absoluto o con un grado relativo de autonomía respecto al Veliki Kniaz. Desde el siglo XIV, el vólost era una unidad administrativa del Gran Ducado de Lituania, Polonia, Moscovia y tierras de las actuales Letonia y Ucrania. Desde alrededor del siglo XVI formaban parte de los distritos provinciales, que eran llamados uyezd en Moscovia y en el posterior Imperio ruso. Cada uyezd tenía diferentes 'vólosts que estaban subordinados a la ciudad centro del uyezd. Tras la abolición de la servidumbre rusa en 1861, el vólost se convirtió en una unidad de autogobierno local de los campesinos. Varios mir se unían para formar un vólost, que tenía una asamblea de delegados elegidos de los mir. Estos elegían un starshiná y una corte de justicia (vólostni sud). El autogobierno de los mir y de los vólosts estaba controlado por la autoridad de los comisarios policiales (stanovói) y por el poder de supervisión general que se confería a los llamados "Comités de distrito para los asuntos de los campesinos". Administración Los vólost eran gobernados por la vólostnoye pravlenie (волостное правление), la administración del vólost, que consistía en el jefe de vólost electo (vólostnoi stárshina), los jefes de los pueblos (starosta) y otros funcionarios elegidos por la asamblea del vólost (волостной сход, vólostnoi sjod).
El tribunal de justicia del vólost, elegido por la asamblea del vólost, podía juzgar pequeños casos civiles y criminales. Podía sentenciar a castigo físico, multas o encarcelamientos breves. |
4°.-Mir (comunidad) |
En la Rusia prerrevolucionaria, un mir (en ruso: мир) u obschina (en ruso: община), era una comunidad campesina cuyas tierras se poseían y labraban en común. La tierra estaba dividida en parcelas que se asignaban a cada familia en función de su tamaño. Las familias cultivaban las parcelas y pagaban un alto alzado al mir, después de lo cual retenían el resto de beneficios. El mir era responsable ante el Gobierno por el pago de los impuestos de la comunidad, por lo general en forma de un impuesto de capitación sobre los varones adultos. Sus asuntos estaban controlados por el Selski Stárosta (alcalde pedáneo), elegido por los cabeza de familia. Se estima que los mir se formaron entre 1837 — 1841 bajo la guía del Graf (conde) Pavel Kiselyova, quien llevó a cabo una reforma de la gestión de los campesinos estatales. En 1818 Pavel Kiselyova había sido nombrado Ministro Imperial de Propiedades Estatales, un puesto clave que ocupó durante 18 años. Para 1839, Kiselyova se había convertido en conde y desde ahí reformó la administración de campesinos de propiedad estatal. La reforma inicialmente se extendió a solo campesinos estatales, quienes no pertenecían a ningún señor feudal y podían hacer más cosas, como comerciar, tener propiedades o irse a las ciudades. Sin embargo, luego de la abolición de la servidumbre en 1861 los mir también se formaron para antiguos siervos (quienes poseían menos libertad, ya que estaban atados a la tierra de su señor y dependían de él para todo); como regla general, tales sociedades rurales estaban compuestas por campesinos de un solo dueño. Los mir adquirieron una función redistributiva, con reasignaciones periódicas de tierras a fin de satisfacer las necesidades y las circunstancias de las familias sobre la base de un sistema igualitario pero económicamente ineficaz de cultivo en bancadas o hileras. Karl Marx se impresionó de los mir y los calificó como, "los viejos comunistas de Rusia". El sistema pasó a ser objeto de un debate intelectual (en torno a 1848), y los observadores occidentales consideraron erróneamente que era democrático. Tras la emancipación de los siervos en 1861 se mantuvo el mir por motivos fiscales y administrativos, pero las reformas agrícolas de Stolypin de 1906 a 1911 abolieron su carácter obligatorio. |
El conde Pavel Dmitrievich Kiselyov o Kiseleff ( 19 de enero [ 8 de enero] de 1788, Moscú - 26 de noviembre [ 14 de noviembre de OS ] 1872, París ) es generalmente considerado como el reformador ruso más brillante durante el reinado de Nicolás I. reinado conservador. Kiselyov fue presidente plenipotenciario ( gobernador de facto ) de los Divans ( estados del reino ) en Valaquia y Moldavia desde 1829 hasta 1834. |
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