—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

sábado, 28 de diciembre de 2013

230.-Patricio de Azcárate Introducción III a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; 


Patricio de Azcárate  Introducción.


aldo ahumada chu han

Al aparecer por tercera vez nuestro nombre al frente de una obra de Filosofía, debemos recordar lo que en trabajos anteriores dijimos acerca del patriótico fin, a cuya realización nos proponíamos contribuir, consagrando nuestra actividad a esta clase de trabajos.

Decíamos en el Examen histórico-crítico de los sistemas filosóficos modernos, que nuestro pueblo había sido, a raíz del Renacimiento, eminentemente filosófico, y lo fue en la dirección única posible, dadas las circunstancias en que España entonces se encontraba. El sostenimiento de una guerra de siete siglos contra el Islamismo hizo que patria y religión fuesen una misma cosa, no pudiéndose concebir la una sin la otra, y esta circunstancia dio lugar a que se produjera en nuestro país un espiritualismo radical, que ha formado constantemente la base del carácter nacional de España. Y se engañan grandemente los que creen que esta identificación de patria y religión, que aparece siempre en las grandes crisis de nuestra historia, como ha sucedido recientemente en la guerra de la Independencia y aún en medio de nuestras disensiones políticas, sea obra exclusiva de un fanatismo religioso exagerado. [VI]

En Francia, Alemania e Inglaterra combatían los partidarios de distintas creencias cristianas unos contra otros; pero era para todos base común el espiritualismo. En nuestro país combatió el cristianismo, eminentemente espiritualista, con la religión o secta materialista de Mahoma, y como el triunfo de la religión era el triunfo de la patria, de ahí que echara tan profundas raíces el espiritualismo, unido de esta suerte a la causa de nuestra independencia.

Pero con la conquista de Granada, este gran suceso que dio existencia a la nacionalidad española, coincide el Renacimiento, que despertaba las inteligencias, descubriendo nuevos horizontes, desconocidos en la Edad Media, y que comenzaba por la aparición de los antiguos sistemas: el platonismo, el aristotelismo en sus fuentes originales, el estoicismo, el epicureismo y todas las demás doctrinas filosóficas, que ponían de manifiesto las antiguas glorias de la Grecia, y mostraban los grandiosos resultados que puede alcanzar el espíritu humano, mediante el cultivo de su razón. Nuestro país, que en aquel momento ocupaba una posición elevada entre las naciones, tanto por su poderío como por su ciencia, y que abrigaba en su seno ese instinto que le llevaba a identificar el sentimiento nacional con el sentimiento católico, se inclinó naturalmente al platonismo, prefiriendo dentro de esta doctrina la tendencia determinada por los alejandrinos, que fue la que apareció en el Renacimiento.

No contribuyó poco a esto el terrible poder que por aquel tiempo ejercía ya nuestro tribunal de la fe, que, fuera de ésta, tenía cerrada toda salida al pensamiento. [VII] De aquí esa pléyade de místicos nacionales del siglo XVI, que, aún en tan estrecho recinto, no pudieron moverse sin graves peligros, como lo muestra sobradamente nuestra historia. Sin embargo, a pesar de tales obstáculos, el sentimiento religioso y el filosófico con sus formas místicas marcharon a la par en aquel siglo. Mas esto no fue ni podía ser duradero; en el siglo siguiente campeó sólo el sentimiento religioso, que privado del auxilio que en el anterior le prestaban las ciencias filosóficas, degeneró, quedando reducido a un brutal fanatismo, sostenido por las hogueras de la Inquisición. El pensamiento filosófico se extinguió y dejamos de pertenecer a la Europa culta.

Es cierto que en el siglo último se han hecho esfuerzos para recobrar el terreno perdido, siendo muy dignos de estimación los trabajos de muchos sabios que consagraron sus vigilias a propagar entre nosotros ciertos conocimientos útiles; y bastante hicieron consiguiendo mejorar nuestra educación en la esfera de las artes, de la literatura, de la administración y del orden económico. Pero si esto hizo el siglo XVIII en aquellas ramas de la ciencia, toca al XIX arraigar entre nosotros la Filosofía, que ocupa la cumbre del saber humano, ya que van desapareciendo los obstáculos que lo impedían. Por esto es un deber para todos los que amen de corazón a su patria, trabajar para que se acelere este movimiento, que ha de colocarnos al nivel de las naciones que marchan delante de nosotros, y para darle la dirección más conveniente y la más análoga con nuestro carácter. Esta fue la idea que nos movió a publicar las Veladas y el Examen histórico-crítico de los sistemas filosóficos modernos, y que nos mueve hoy [VIII] a publicar la traducción de las obras de los grandes filósofos con que se honra la humanidad.

Tratándose de esto, necesariamente habíamos de fijarnos en primer término en el divino Platón, para enlazar nuestras tradiciones del siglo XVI con las aspiraciones del siglo XIX; no presentando la doctrina de este filósofo con el colorido místico con que apareció en aquel siglo, debido a la filosofía alejandrina, sino en toda su pureza, tal como resulta de sus obras originales, grabadas con el sello de ese puro espiritualismo que ha constituido constantemente el fondo de nuestro carácter nacional, y cuya permanencia será siempre una de las glorias de España, y acción patriótica cuanto se haga para conservarlo.

Además, la humanidad se ha inspirado constantemente en las obras del filósofo, a quien por espacio de veinticuatro siglos ha dado el nombre de divino, y en mucho tiempo no puede dejar de acudir a esta fuente de pura doctrina. Después de su muerte, la aparición de los escritos de su discípulo Aristóteles, que combatía la teoría de las ideas, base y fundamento de la filosofía platoniana, y la de nuevos sistemas, como el epicureismo, el estoicismo y otros, y la falta, siempre irreparable, del genio fundador, único que con su voz e inteligencia puede sostener el prestigio de sus propias concepciones, hicieron que casi desapareciera el platonismo como escuela, pero no desapareció la indeleble y profunda impresión causada por los escritos de este hombre grande en la marcha y progreso de los conocimientos humanos. Renació posteriormente con el nombre de Nueva Academia, bajo los auspicios de Arcesilao y Carneades, pero su dogma, que consistía en [IX] admitir como único criterio de verdad la probabilidad, con lo cual creían poder combatir el dogmatismo y el escepticismo, es tan pobre y está tan en pugna con el sólido e indestructible dogmatismo de Platón, que bien puede decirse que la nueva Academia fue platoniana sólo en el nombre.

Bajo mejores auspicios apareció en Alejandría con el nombre de neo-platonismo. Ammonio, Sacas, Plotino, Jamblico, Proclo, Porfirio y otros, quisieron, en aquel centro de la civilización entonces conocida, reducir a un cuerpo de doctrina la mitología oriental y la filosofía griega, proclamando que el sabio se iniciaba en todos los misterios, en todas las escuelas, en todos los métodos, valiéndose, para descubrir la verdad, de la iniciación, de la historia, de la poesía y de la lógica. Así que los alejandrinos, a la vez griegos y bárbaros, filósofos y sacerdotes, aunque tomaron por fundamento de su doctrina la de Platón, la exageraron hasta el punto de convertir la unidad platoniana en una unidad vacía de sentido, a la que se llegaba por el arrobamiento y el éxtasis, concluyendo en un iluminismo desesperado, y en proclamar la impotencia de la razón para descubrir la verdad.

En los siglos medios es indudable que Aristóteles ejerció una visible preponderancia sobre Platón, debido a la diferencia radical de sus doctrinas, y no poco a la distinta forma en que fueron presentadas. El sistema de Aristóteles es racionalista, pero encerrado en la naturaleza exterior tiene un sello indudable de empirismo; mientras que el sistema de Platón, también racionalista, tiene el sello del idealismo, que eleva el alma del que le [X] estudia y contempla a las regiones del infinito; y esta misma circunstancia le hizo menos aceptable a la generalidad de las inteligencias. Aristóteles clasificó las ciencias, tratando cada una por separado, con un orden rigorosamente didáctico, cosa desconocida hasta entonces; con una explicación directa, seca y tan severa como la requiere la ciencia. Platón, poeta más que filósofo en la forma, optó por el método de los oradores y no por el de los geómetras; y en vez de clasificaciones científicas y de un lenguaje sencillo de explicación, usa del diálogo, introduce interlocutores, pinta con la imaginación y aparecen resueltos los más vastos problemas con las bellezas del estilo y los encantos que sólo se encuentran en los poetas inspirados. Estas diferencias fueron causa de la preferencia que alcanzó Aristóteles, que fue mirado como el fundador de la metafísica, de la psicología, de la moral, de la política, de la lógica, de la retórica, de la poética, de la economía política, de la física, de la historia natural y de todos los ramos tratados en obras separadas e independientes. Mas con la invasión de los bárbaros y otras concausas de tal manera se desnaturalizaron y corrompieron las doctrinas del Estagirita, que hasta llegaron a desconocerse las obras originales, sustituyéndose la verdadera ciencia peripatética con la ciencia grotesca y bárbara de los escolásticos. Sin embargo, en aquellos mismos siglos, Platón fue altamente considerado y mereció siempre la atención de los sabios, como había merecido en alto grado la de los padres de la Iglesia, debido indudablemente a la afinidad que se advierte entre la filosofía platoniana y los principios del cristianismo. [XI]

No pueden leerse a San Justino, San Clemente de Alejandría, ni a ninguno de los padres griegos, sin advertir cuán instruidos estaban en las obras de Platón. San Agustín mismo{1} dice: 
«puesto que Dios, como Platón lo repite sin cesar (esto supone una lectura muy asidua), tenía en su inteligencia eterna, con el modelo del universo, los ejemplares de todos los animales, ¿cómo podría dejar de formar todas las cosas?» 
Quidquid à Platone dicitur vivit in Agustino, se decía.

Si de aquí pasamos a la época del Renacimiento, una nueva gloria se prepara para Platón. Sus obras, desconocidas en el Occidente, aparecieron traducidas por Marsilio Ficino{2} y Juan Serres{3}, y desde entonces su lectura se hizo general entre los hombres de letras; y aunque posteriormente se lamentaba el abate Fleury{4}, el autor de la Historia eclesiástica, de que no eran tan estudiadas las obras de Platón como lo reclamaba el amor a la ciencia, es lo cierto que eran generalmente conocidas en toda Europa, y que Leibnitz, que advertía las tendencias espiritualistas que iban determinando entre los sabios, decía: «si alguno llegase a reducir a sistema la doctrina de Platón, haría un gran servicio al género humano»{5}. No fue extraña España a este movimiento, y si [XII] bien se dio la preferencia a las obras de Aristóteles como sucedía en el resto de Europa, llegando a veintidós lógicas las que se publicaron en los siglos XVI y XVII en nuestro país sobre la base del Organum de Aristóteles, también aparecieron una traducción latina concordante de Platón y de Aristóteles en el Timeo, en el Fedon y en los libros de la República, debida a la pluma de Sebastián Foxio, y una traducción en lengua castellana del Cratilo y de Gorgias por Pedro Simón Abril; indicaciones harto evidentes del espíritu místico o neo-platónico que se infiltró en nuestros sabios en los siglos que siguieron al Renacimiento.

El siglo XVIII fue funesto para el platonismo, como lo fue para todos los sistemas racionalistas. El yugo de hierro que impuso a las inteligencias en la vecina Francia la filosofía empírica, sostenida por Locke y Condillac, hizo que se miraran con horror el platonismo, el malebranchismo, el cartesianismo, los cuales, decía Garat, imponen al hombre agentes o ídolos que han obtenido del espíritu humano un culto supersticioso, culto que convirtió las escuelas en templos; pero cuyas estatuas y altares despedazó primero el gran Bacon{6}.

Pero la reacción comenzada en Alemania a fines del siglo último, y realizada en el presente en toda Europa, es inmensa, ya por el descrédito en que ha caído el empirismo, ya por la altura a que se han elevado todas las cuestiones filosóficas en el campo del idealismo, y ya por [XIII] el conocimiento más profundo que se tiene de la dignidad y grandeza de nuestro ser, que tiende sus miradas a las regiones del infinito a que le llaman sus altos destinos. Para honra del género humano, Platón se ha levantado del descrédito injurioso del siglo XVIII y el conocimiento de sus obras se va haciendo general; y día llegará en que no habrá hombre de ciencia que no vea honrada su librería, por modesta que sea, con los diálogos del divino Platón. Este gran filósofo está ya hablando en todas las lenguas cultas; en Inglaterra, Tailor{7}; en Alemania, Mendelssohn y Schleiermacher{8}; en Italia, Ruggiero Bonghi{9}; en Francia, de una manera parcial, Le Clerc{10}; y de una manera general Cousin{11} y posteriormente Chauvet y Amadeo Saisset{12}, han llevado a cabo esta tarea en sus respectivas lenguas, animados por el deseo de propagar las ideas platonianas, que tanto contribuyen a ensanchar la esfera del saber en el inmenso campo de la ciencia.

Esta misma idea y el amor a mi patria son las razones que me impulsaron a publicar mis anteriores libros, y me mueven hoy a ofrecer al público, en lengua castellana, las obras de Platón. La experiencia me ha hecho conocer lo arduo de la empresa; pero mi fe inquebrantable, y el [XIV] creer que hago un verdadero servicio a mi país, contribuyendo, con lo poco que puedo, a que arraiguen en él los buenos principios, me han llevado a un trabajo muy superior a mis débiles fuerzas. Pasar a una lengua viva lo que hace veinticuatro siglos se ha escrito, no en el lenguaje sencillo de la ciencia, que presenta siempre cierta homogeneidad en todas las lenguas, como se advierte en las obras de Aristóteles, sino en forma de diálogos, con todas las galas del buen decir y con todas las especialidades y modismos que lleva consigo un lenguaje que se supone hablado y no escrito, es una dificultad inmensa y en ocasiones insuperable.

He tomado como base para mi trabajo la traducción en latín de Marsilio Ficin, que con el original griego publicó lo Sociedad Bipontina en la ciudad de Dos-puentes, en Alemania, en el año de 1781, en doce tomos; el último de los cuales es un juicio crítico del historiador de la filosofía Diet. Tiedemann; he consultado en los casos dudosos la magnífica traducción de Cousin, y la de Chauvet y Saisset, tomando de esta última las noticias biográficas, la clasificación de los diálogos, como menos defectuosa, los resúmenes y algunas notas.

Réstanos sólo decir, por qué nos hemos abstenido de entrar en la crítica de la doctrina de Platón, limitando esta introducción a explicar el móvil que nos impulsa a publicar la Biblioteca Filosófica y la razón que hemos tenido para comenzar por las obras de aquel filósofo. Deseando asociar a la patriótica empresa que emprendemos las personas que en nuestro país han consagrado, más o menos, su actividad al cultivo de los estudios filosóficos, [XV] hemos rogado a algunas de aquellas que tomaran a su cargo el escribir un Juicio crítico de cada uno de los filósofos, cuyas obras formaran parte de la Biblioteca, a fin de que de este modo nos ayudaran eficazmente en este trabajo superior a nuestras escasas fuerzas. Pues bien, tenemos la indecible satisfacción de decir, que este ruego ha sido atendido del modo que era de esperar de quienes tantas muestras tienen dadas de su amor a la ciencia y a su país. Reciban todos el sincero testimonio de nuestra profunda gratitud. En su virtud, el conocido profesor de Metafísica de la Universidad de Madrid, D. Nicolás Salmerón y Alonso, se ha encargado de escribir el Juicio crítico de Platón, con el cual se cerrará la publicación de las obras de este filósofo. De la crítica de los demás se ocuparán a su tiempo los señores D. Manuel A. Berzosa, D. Ramón de Campoamor, D. Francisco de Paula Canalejas, D. Federico de Castro, D. Francisco Giner de los Ríos, D. Gumersindo Laverde Ruiz, D. Nicomedes Martín Mateos, D. José Moreno Nieto, D. Juan Valera y Don Luis Vidart. Por este motivo, la sección correspondiente a cada filósofo comenzará con la biografía, que siempre facilita la inteligencia de los escritos de un autor, y concluirá con el Juicio crítico de su doctrina.

Al citar los nombres de estos ilustrados críticos; al pensar que no son solos, sino que antes bien a la par de ellos cultivan las ciencias filosóficas otros profesores, jurisconsultos y literatos; al ver cómo de día en día crece en la juventud el amor al estudio de la filosofía; no podemos menos de celebrar con alborozo este notable progreso en la cultura de nuestro país, en el que hace pocos [XVI] años eran, sólo por excepción, cultivados los estudios filosóficos.

¡Quiera el cielo que este movimiento civilizador se acelere y sea dirigido del modo más conveniente para el engrandecimiento de nuestra querida patria!

Patricio de Azcárate






{1} De la Ciudad de Dios, XII, XXVI, c.f. VIII, IV.

{2} Nacido en Florencia en 1433, y muerto en 1499.

{3} Nacido en Villanueva de Berg en 1540, y muerto en 1598.

{4} Discurso sobre Platón, dirigido a Monseñor de Samoignon de Basville.

{5} Leibnitz, edic. Erdonann, p. 725 y 701. Cartas a Montmort.

{6} Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos, tomo IV, p. 39.

{7} 1804; 5 vol. en 4º.

{8} Berlín, 1817-1828; 6 vol., 2ª edición.

{9} Milán, 1857.

{10} Pensamientos de Platón. París 1824, 2ª edición.

{11} Obras completas de Platón. París 1824-1840; 13 vol.

{12} Obras completas de Platón, de MM. Chauvet y Amadeo Saisset, compuestas de 10 vol., 1861.


{Obras completas de Platón, por Patricio de Azcárate,
tomo primero, Madrid 1871, páginas V-XVI.}



puerta al infierno



 Roy M. Cohn.





Vida.

La estruendosa muerte de Roy M. Cohn.

Elevado por Joe McCarthy, derribado por el SIDA, se fue sin remordimientos







Marzo de 1988
Por Nicholas von Hoffman.

En el momento de su muerte, el 2 de agosto de 1986, Roy Cohn tenía 59 años y una generación había llegado a la edad adulta sin conocer a ningún senador llamado Joe McCarthy. Pero las personas nacidas en la década de 1940 o antes recuerdan a Cohn y a su maestro actuando en televisión. Recuerdan que al llegar a casa una madre o una tía que estaba viendo las audiencias les hacían callar; recuerdan la opinión de un padre, expresada en la mesa familiar cuando las familias todavía comían juntas. Roy fue el asesor principal del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senador McCarthy. Pero, ¿cuál era exactamente la amenaza subversiva que Cohn investigó?

Hoy, Estados Unidos, entre las principales democracias, es el único país en el que no hay comunistas, socialistas, anarquistas ni grupos políticos de izquierdas, salvo en cantidades microscópicas. Pocos estadounidenses menores de 50 años han visto u oído a un comunista que no hable con acento extranjero.
La purga de la sociedad estadounidense en la que Roy Cohn participó de forma tan conspicua a principios de los años cincuenta puede parecer una locura malévola y gratuita.
 En realidad, el comunismo doméstico planteaba un problema similar al que planteó la Iglesia católica a la Inglaterra protestante en tiempos de Isabel I. Ambos eran organizaciones a veces públicas, a veces clandestinas, vinculadas ideológicamente a una potencia extranjera. Algunos de los miembros del PCUSA estaban vinculados a la Unión Soviética de Joseph Stalin.
El hecho de que estos hombres y mujeres inteligentes y duros no se identificaran a menudo como comunistas provocó en los no comunistas un estado de nerviosismo permanente. Los ciudadanos fueron llevados ante comisiones, subcomités, grandes jurados, tribunales y otros instrumentos de investigación. Roy Cohn y otros les formularon esa terrible pregunta:
 "¿Es usted ahora o ha sido alguna vez miembro del Partido Comunista?
Sin embargo, para los más jóvenes, Roy Cohn era simplemente otro nombre para un abogado muy inteligente, para Disco Dan, para el hombre internacional que viaja en avión privado. Organizaba fiestas en Washington; era un abogado con amigos famosos y clientes muy ricos. Era una figura muy dura y al tanto de todo, un defensor de los desvalidos, aunque definitivamente se aliaba con la manada de los desvalidos. Se alojó en los programas de radio nocturnos con llamadas a los asistentes; extendió sus alas sobre Koppel en Nightline . Parecía capaz de evitar todos los impuestos y todas las sanciones, tal vez porque estaba conectado, o estaba en la lista A, o era conocido por los jefes de camareros y las azafatas de Nueva York.

Pero, al igual que sus enemigos comunistas ocultaban sus creencias secretas, Roy Cohn ocultaba su vida privada como homosexual. Cuando el sida lo mató en el apogeo de los años de Reagan, el discurso público había virado hacia los valores familiares y el americanismo. El triunfo del kitsch patriótico debió complacer a Cohn, porque él mismo se deleitaba con pequeñas exhibiciones de banderas. En sus fiestas, hacía que la gente se pusiera de pie para cantar "God Bless America", evidentemente su canción favorita, y aunque había sido un aficionado a la ópera toda su vida, la idea de Roy de un buen momento era cantar cancioncillas patrióticas en un piano bar en Provincetown, en Cape Cod. Un amigo recordaba que una noche de verano se fue a casa temprano y, al preguntarle a la mañana siguiente cómo había sido el resto de la noche, le dijeron: 
"Todos nos quedamos de pie alrededor del piano. Roy cantó tres coros de 'God Bless America', se puso cachondo y se fue a casa a dormir".
La visión que tenía de él en mi juventud era como la de todo el mundo. Yo vivía en Texas, leía sobre la era McCarthy y me horrorizaba, ya que era un niño muy liberal, criado en una tradición liberal, y pensaba que él era simplemente la encarnación del diablo. Pero después de llegar a Nueva York y ser un poco más cínico, me divertí mucho viéndolo operar aquí. Esto (Nueva York) era realmente su dominio. Y, ya sabes, hasta el final de su vida siguió siendo este extraño hijo judío que todavía intentaba complacer el retrato de su madre y su padre por encima de su piano.

— Liz Smith, columnista de chismes.
Día del Trabajo, 1984. Provincetown se preparaba para otra noche de baile y fiesta, pues era el último día festivo de la temporada. Russell Eldridge, tumbado en una tumbona en la terraza de la cabaña de Roy, estaba enfermo. Era veinte años más joven que Roy, pero la desgracia había llegado antes a Russell. En un momento u otro, Russell había hecho todo por Roy, excepto acostarse con él. Había preparado las bebidas, cortado el pelo de Roy, había traído el dinero de los diversos negocios de Roy. Hacía recados extraños, como reunir a los chicos de la noche en el bar Boat Slip de Provincetown. 
Tanto los homosexuales como los heterosexuales se sentían atraídos por Russell. Tenía una manera de ser parte de las locuras de Roy y, sin embargo, mantenerse al margen de ellas, observando con buen humor sardónico. Años atrás se suponía que había sido malvado, el tipo de estafador mezquino. Había superado su lado malo, pero ahora Russell pesaba 50 libras menos, era un espantapájaros tembloroso, envuelto en toallas y acostado en la terraza de Roy.

Habían pasado buenos momentos en Provincetown, pero esta vez Russell no había querido ir. Ni siquiera podía caminar solo. 
"Sabía que tendría que fingir que se sentía mejor de lo que se sentía por Roy", recuerda Sue Greenig, amiga de Russell. "Eso fue lo que hizo hasta que no pudo fingir más". 
Roy actuó como si no hubiera nada malo con Russell, aunque sabía que el virus estaba en los cuerpos de ambos. Roy no lo admitía, y Russell tampoco debería hacerlo.

Roy miraba a Russell y decía:
"Vamos a cenar", y todos metían a Russell en el coche y se iban, pero Russell no podía comer.
 Roy no estaba siendo cruel. 
"Era muy bueno con él", dice Sue, "pero se negaba a hacerle saber que sabía que Russell estaba realmente enfermo. Roy no quería que nadie lo tratara como un bebé".
Al mismo tiempo, se podía oír a Roy enfadarse con Roger, el criado, porque no le traía a Russell zumo de naranja o agua con la suficiente rapidez.

La cabaña estaba abarrotada de gente de vacaciones. Era un lugar pequeño: en el piso superior, Peter Fraser y Roy compartían el dormitorio grande, Sue y Russell estaban en el pequeño y en el piso inferior, más amigos ocasionales iban y venían.
"Así le gustaba", dice Sue."La gente se amontonaba". 
Roy no permitía que nadie muriera en ese lugar. 
"Russell no tiene sida", decía. "Está bien; todo irá bien".
Un año después del diagnóstico de Russell, Roy recibió el suyo, y todo sucedió de la misma manera, empezando con una visita al médico por una nimiedad. Roy aparentemente se cortó al afeitarse y no dejaba de sangrar. 
"Fue al médico", recuerda uno de los amigos de Cohn, "y le quitaron dos tumores y algo que tenía en la pierna". 
El propio relato de Roy, que puede no ser cien por cien fiable, fue que estaba en su avión volando hacia Washington cuando recibió la llamada por radioteléfono diciéndole que un tumor en su oreja era maligno. Su historia hasta el final fue que tenía cáncer, no sida.

Roy pensó que le quedaban seis meses de vida, aunque en realidad le quedaban dos años. A su amante Peter Fraser, de 28 años, le pareció que Roy afrontó la noticia de forma muy práctica. "Cuando se enteró, no lloró, sólo un par de lágrimas", dice Peter. 
"Pensaba en su tía Libby y en sus amigos, que se verían afectados por su muerte. Trató de asegurarse de que me cuidaran".
Sin embargo, Cohn no moriría sin valentía; se aferraría a los marcos de las puertas y, cuando la muerte lo arrastrara al otro lado, se iría sin gracia y sin los consuelos de la filosofía, agitando los brazos y dando patadas. Pero por ahora, en el verano de 1984, se preparó. Sacó sus cuadernos amarillos y trabajó en sus memorias. 
"Empezó a hacerlo en el barco o al sol en algún lugar", dice Peter. "Escribía a mano, página tras página tras página".
El único hijo de Dora y Albert Cohn nació el 20 de febrero de 1927 en el Hospital de Mujeres de Manhattan. El padre de Roy era un juez que se había casado con una mujer de la adinerada familia Marcus. 
"Cuando Roy nació, era un bebé muy mono, un niño de aspecto adorable, pero tenía un pequeño espolón en la nariz y eso volvía loca a Dora", dice un miembro de la familia. "Lo llevó a un cirujano que se equivocó al intentar quitarle el espolón. Roy tuvo esa cicatriz en la nariz toda su vida".
Roy vivió en casa hasta que Dora murió en 1969. Era un hombre de mediana edad cuando se separó de esta mujer emprendedora, cariñosa, tímida y combativa. Los jóvenes abogados que trabajaron en el bufete de Cohn en los años 50 y 60, después de que él regresara de Washington, se divertían con Dora. La querían de una manera burlona. Howard Krantz, uno de los asociados, recuerda que tenía un ligero impedimento en el habla que la hacía llamar a su hijo Woy. Dora también lo llamaba "mi hijo" con tanta frecuencia que llegaron a referirse a Roy como "el niño".
Que la madre de uno deambule por el despacho de abogados no es la forma habitual de llevar un bufete, pero Roy siempre decía que mezclaba su vida personal y profesional de tal manera que eran una amalgama. Se pensaba que lo decía sólo porque en su declaración de la renta deducía sus gastos personales como gastos de la empresa. Pero Roy decía la verdad. La madre iba y venía del despacho y las reuniones de negocios se celebraban a menudo en el apartamento de Dora en Park Avenue.
Roy dejaba una nota por la noche:
"Despiértame a las diez"
Era el año 1959. Una mañana, Nixon llamó. Dora cogió el teléfono a las diez y cuarto. Él dijo:
"Hola, ¿está Roy?" 
Ella dijo: 
"¿Quién llama, por favor?
Él dijo:
"Soy el vicepresidente Nixon"
Y ella dijo:  
"¿Podrías llamarlo en quince minutos?
Él dijo:
"Bueno, estoy en el aeropuerto y voy a coger un avión a Washington". 
Ella dijo:
"Te sugiero que lo llames cuando llegues a Washington".
— Neil Walsh, un amigo de la infancia de Cohn.
Roy nunca mimó a nadie como su madre lo había hecho con él. Pero aquel verano en Cape, había una ternura en la forma en que ayudó a Russell Eldridge a bajar a la playa. Sus vecinos de al lado se quedaron atónitos por su solicitud, marcadamente diferente de los gestos formales y estilizados con los que estaban familiarizados. Por ejemplo, Roy les pidió que organizaran una cena para la celebridad de la televisión Barbara Walters, su amiga desde hacía 30 años. En los años 50, los dos habían salido (Roy llegó a decir que habían estado comprometidos). Ahora, de visita en Cape, Barbara estaba aburrida y sin recursos internos, según Roy. Así que hizo este gran y ostentoso gesto de entretenimiento y después envió flores a los anfitriones. Pero lo que hizo por Russell fue privado, hecho solo para Russell.
Russell murió en enero de 1985. Roy, Peter y Ed Gillis, otro amigo, estaban en Florida en ese momento. Volaron de regreso al día siguiente y, durante la cena de esa noche, Gillis dijo: 
"Roy no lloró y no estaba dispuesto a llorar. Estaba enojado, pero muy reservado en su ira, y tal vez simplemente maldijo la enfermedad y habló de cómo había estado tratando de conseguir que alguien en la Oficina de Administración y Presupuesto aumentara la financiación para la investigación".
Los políticos de la comunidad gay se enfadaron con Roy cuando se enfermó por no haberse puesto las lentes de contacto, no haberle dicho al mundo que tenía la enfermedad y no haber hecho campaña para conseguir dinero para la investigación. Al parecer, Cohn no utilizó su poder ni sus contactos para ayudar cuando estaba en una posición privilegiada para hacerlo. Pero Peter Fraser está seguro de que Roy trabajaba entre bastidores. 
"Mientras esto [su enfermedad] sucedía", dice Fraser, "Roy hizo una llamada y consiguió una gran cantidad de dinero, muchos millones de dólares. Por supuesto, nunca le dijo a nadie que lo había hecho".
Roy decretó que se celebrara un servicio conmemorativo para Russell en la casa de la calle 68 Este, el viejo y destartalado edificio de Manhattan donde Cohn vivía y tenía su despacho de abogados. Hubo una controversia sobre si el ataúd debía estar abierto o cerrado. Antes de que se resolviera, Roy tuvo un ataque de ira contra el empresario de pompas fúnebres y juró que le retiraría la licencia.
La gran sala de estar del segundo piso, donde Roy celebraba sus fiestas de caviar y champán, estaba tan llena que algunas personas tuvieron que permanecer de pie en el pasillo. Roy, con esa maravillosa memoria aún funcionando, recitó un poema de Omar Khayyam que, según él, había sido el favorito de su padre. Russell Eldridge había muerto y ahora Roy se enfrentaba al último año completo de su propia vida.
Durante las audiencias del Ejército-McCarthy de 1954, Cohn estaba testificando en el estrado y aprovechó el momento para rendir homenaje al artillero de cola Joe [McCarthy]. Después estábamos de pie fuera de la sala de reuniones del Senado cuando se nos acercó una ancianita. Y realmente era eso. Una mujercita diminuta de pelo blanco, con zapatillas de tenis y lágrimas brotando de sus ojos. "Oh, señor Cohn", dijo, "no podía creer su maravilloso homenaje al senador. Significó mucho para mí". Cohn se volvió hacia mí, aunque ella estaba allí de pie, con esa mirada fría que tenía. "Casi me lo creí yo mismo", dijo. Parecía como si la hubieran golpeado con un látigo, y le dije:
 "Sucio hijo de puta".

— el historiador William Manchester.
La gente le preguntaba a Roy, pero los únicos que sabían con certeza que Cohn tenía sida eran Peter Fraser y su socio Tom Bolan. Robert Blecker recuerda haber ido a ver a Cohn a su pequeña casa de piedra en Greenwich, Connecticut, un lugar encantador en un valle al lado de un arroyo de aguas rápidas. Blecker, profesor de la Facultad de Derecho de Nueva York, había escrito uno de los libros de Roy. "Hablamos mucho sobre la vida y su significado, y sobre su enfermedad", dice Blecker.

"Le pregunté a Roy: '¿No tienes sida, verdad?' Y él dijo: '¡Oh, Dios, no! Si tuviera sida, me habría tirado por la ventana del hospital. Tengo cáncer de hígado. No habría ninguna razón para quedarme y vivir si tuviera sida'. Se lo estaba negando a alguien que sabía que era gay, con quien había hablado abiertamente de su homosexualidad, y que sabía que estaba muy enfermo".

Mientras pudo, con todas sus fuerzas, Roy se obligó a seguir con su vida normal. Almorzaba, salía de fiesta, practicaba esquí acuático, viajaba. Mantenía el teléfono en la oreja; seguía moviéndose en los negocios, la política, haciendo negocios e incluso en el sexo. Y siguió practicando lo que un colega llamó su "otra perversión": la publicidad.
El abogado neoyorquino Roy Cohn está acompañado por el director de la Agencia de Información de Estados Unidos, Charles Wick, y el senador Chic Hecht (republicano por Nevada) después de que Cohn recibiera el Premio al Americanismo en una recepción en Washington durante el fin de semana. El presidente Reagan felicitó a Cohn por video.

— The New York Post, marzo de 1985

Peter Fraser había estado encantado de conocer al presidente cuando Roy lo llevó a cenar a la Casa Blanca unos años antes. Peter viajaba como "director de oficina" de Cohn. "Entramos en una pequeña habitación", recuerda Fraser.

"Había varias personas apiñadas allí. Roy me dijo: '¿Por qué no vienes a conocer a un amigo mío?' Mientras caminaba, me raspé el zapato y se me desprendió la suela. Arrastraba el pie para no caerme, y Roy me dijo: 'Quiero que conozcas al presidente y a la señora Reagan'. El presidente fue muy amable. Probablemente fue tan amable conmigo porque pensó que yo era discapacitado. Este pobre muchacho arrastraba el pie".

Peter y Roy eran una pareja complementaria: Roy venía del gran mundo y Peter de un mundo rural lejano. Él había crecido en una granja de Nueva Zelanda. El nombre Roy Cohn no evocaba en Peter lo que evocaba en los estadounidenses. "La gente me preguntaba cómo podía relacionarme con alguien que hizo todas esas cosas horribles en los años 50", dice. "No sé nada de eso".

"Una vez, en un almuerzo ofrecido por [el miembro de la alta sociedad neoyorquina] CZ Guest, me presentó como Sir Peter Fraser. Pensé: ¡Dios mío! ¿Qué estás haciendo? Al día siguiente, apareció en la columna de Eugenia Sheppard. Escribió sobre quién había venido a almorzar a CZ's: Peter Fraser, el primer ministro de Nueva Zelanda".

A Roy le gustaba jugar con sus amigos en las columnas de chismes, y no siempre eran juegos agradables. Un abogado que estuvo muy relacionado con Roy en los años 60 recuerda:
 "Una vez dejó que ocurriera algo en una columna, algo como: 'Están circulando rumores de que Roy Cohn podría estar casándose con Fulana de Tal'. La señorita Fulana de Tal llamaba a la oficina para hablar con él porque no sabía nada al respecto. Él la esquivaba. Su secretaria decía: 'Fulana de Tal está llamando. Ha llamado cuatro veces esta mañana. Quiere saber sobre la columna de Jack O'Brian'. Él decía: 'Dile que hablaré con ella mañana. Tengo que irme'. ¡Y fue él quien puso la información!"
A principios de los años cincuenta, mi mujer y yo vivíamos en un pequeño apartamento de una habitación en la calle 70 Oeste, e invitamos a cenar a Roy. Conocía a Roy desde que íbamos juntos al instituto. Recuerdo que Roy entró y me dijo: "¿Puedo usar el teléfono?". Marcó el número de la operadora y dijo, para que pudiéramos oírlo, "Póngame con Walter Winchell en el Hotel Boca Raton en Boca Raton, Florida". Puso a Winchell al teléfono y procedió a planear con él cómo hacerle algo desagradable a Jimmy Wechsler. James Wechsler había sido un joven comunista, pero para entonces era columnista del New York Post, o tal vez incluso el director, y hacía tiempo que había dejado de hacerlo. Y ahí estaba Roy Cohn diciendo: "Ahora, Walter, podríamos hacer esto y podríamos hacer aquello", y al escucharlo, debería haberle dicho, si hubiera tenido agallas, "Roy, eso es indignante", por favor, vete. "Pero no lo hice".

— Anthony Lewis, columnista del New York Times.

Roy quería hacerlo todo y volver a ir a todas partes una vez más. Había pasado la mitad de su vida viajando. Nunca podía quedarse quieto, no tenía la capacidad de concentración necesaria, así que en el verano de 1985 se fue a Montecarlo. Cuando regresó, se fue en pleno calor de agosto a Israel con Peter y dos senadores republicanos, Jesse Helms, de Carolina del Norte, y Chic Hecht, un diputado de Nevada que era devoto de Roy. El ejército israelí se llevaba a sus invitados importantes en viajes en automóvil y avión; se mantenían en movimiento hasta las ocho de la noche.

Durante todo ese tiempo, Roy se inyectaba interferón, lo que, según Peter, no sólo le estaba minando el cuerpo, sino que, peor aún, también le estaba afectando la mente.
"No era tanto una demencia, sino más bien una desorientación y confusión. A veces, de repente, se daba cuenta de que había dicho algo totalmente disparatado"
Esto le causaba pánico y luego lo deprimía, porque lo único de lo que siempre se había enorgullecido era de su intelecto, de su rapidez mental. 
"Cómo se las arregló para atravesar ese viaje...", se maravilla Tom Bolan. "Cuando regresó, estaba harto".

Con sus viejos amigos, Roy ya no tenía el autocontrol necesario para ocultar su problema. Barbara Walters recuerda un emotivo almuerzo que tuvieron en un restaurante cuando regresó de Israel. Mientras las lágrimas corrían por su rostro, ella trató de distraerlo con noticias y chismes. Después les dijo a sus amigos que si su cáncer era un juicio de Dios, entonces Roy Cohn ya había sido castigado lo suficiente.
En un momento estuvo comprometido con Barbara Walters y su madre rompió la relación. Dora solía llamarme y decirme: "¿Lo has visto salir con 'esa chica'?". "No voy a mencionar el nombre", contestaba. "Entonces no me preguntes", le decía. Barbara tardó bastante en hacerlo y supongo que Roy se dio cuenta de que no funcionaría.

— Sra. George Sokolsky, viuda del columnista del periódico Hearst de la década de 1950

En el otoño de 1985, Roy tenía problemas para respirar y sufría pérdida de memoria a corto plazo. La casa de cambio de Roy Cohn, especializada en tratos, favores y reciprocidades de todo tipo, estaba en suspenso. Cuando el hijo de Si Newhouse, Sam, quiso lo imposible (un amarre para su yate en el puerto deportivo de East 23rd Street), la tarea recayó en uno de los socios legales de Roy, Stanley Friedman (más tarde, Friedman sería condenado por cargos de corrupción no relacionados). Durante 40 años, Roy había estado cuidando de los Newhouse, multimillonarios propietarios de periódicos y revistas, y durante 40 años los Newhouse habían estado cuidando de Roy. Ya no.
A principios de noviembre, Cohn fue a Bethesda, Maryland, en las afueras de Washington, para recibir tratamiento en el Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud. Utilizó su influencia para llegar a la cabeza de la fila para recibir AZT, que entonces era un fármaco experimental. Pero, cuando comenzó su larga agonía, Cohn perdió el control sobre la imagen que siempre había proyectado de sí mismo. Periodistas ambiciosos, gente codiciosa, viejos enemigos comenzaron a acercarse a sus secretos.
"Se informa que Roy Cohn está al borde de la muerte", vociferaba el New York Daily News, el periódico de mayor circulación de la ciudad. 
El pequeño Chelsea Clinton News titulaba: "¿Cohn tiene sida?" y luego respondía a su propia pregunta: 

"Roy Cohn, del que se informó en el Daily News y en The New York Times que tenía cáncer de hígado, está siendo tratado por el Dr. Bijan Safai, cuyo campo de especialización es el sarcoma de Kaposi, una forma de sida".
La vigilia de la muerte había comenzado. Michelle Golden, una joven agente inmobiliaria e hija de un poderoso político de Brooklyn, calculó las oportunidades comerciales. Comenzó a llamar al bufete de abogados de Roy con la esperanza de conseguir la venta de la casa adosada de la calle 68. Se vendería por millones, por lo que Golden insistió, llamó siete veces y se reunió dos veces con Stanley Friedman para hablar sobre futuras disposiciones de la propiedad. Roy habría apreciado su ayuda.

Cohn respondió al AZT, pero los archivos apuntan a un paciente que no cooperó del todo:
 "... Reforzar la necesidad de un estado de celibato... Precaución contra la propagación de la enfermedad... Pat [el paciente] se mostró algo reacio a convertirse en célibe... Por otro lado, "el paciente pidió información sobre prácticas sexuales. Yo [un médico anónimo] dije que el sexo más seguro era ninguno, pero que si quería tener relaciones sexuales, tendría que usar condones y, especialmente, informar a su pareja de que tenía SIDA".

Roy no estuvo confinado en el hospital. Una vez fue al centro de Washington a almorzar y se aseguró de que el evento apareciera en las columnas de chismes. Hubo una cita combativa, propia del personaje:
 "Me estoy recuperando más rápido y mejor de lo que nadie esperaba. Aquellas personas que me han tenido al borde de la muerte pueden sorprenderse al ver a Roy Cohn salir de su lecho de muerte para almorzar en el elegante Madison Hotel en Washington".

Peter Fraser, sin embargo, recuerda los episodios de demencia. "Decía cosas como:
 "Voy a hablar con los seis senadores que estuvieron aquí esta tarde y todos lo lamentarán. No fue Roy, fue la enfermedad".

Peter continúa: 
"Una vez me desperté, lo escuché y le pregunté: 'Roy, ¿qué te pasa?'. Esa fue la única vez que reaccionó negativamente conmigo. Me dijo: '¡Tú! Tú trataste de matarme. ¡Vete!'. No fue hasta alrededor de las siete de la mañana (estuvimos despiertos toda la noche con los médicos, hablando con él) que finalmente se convenció de que no había tratado de matarlo y de que era su amigo".
Celebrarían el Día de Acción de Gracias seis veces porque Roy no recordaba haber comido el pavo.

Después de tres semanas de tratamiento, Cohn recibió el alta el 23 de noviembre. Llegaron telegramas. 
"Acabo de enterarme de que te van a enviar a casa desde el hospital", decía uno. "Nancy y yo te tenemos presente en nuestros pensamientos y oraciones. Que nuestro Señor te bendiga con valor y fortaleza. Cuídate y ten en cuenta que te preocupamos. Ronald Reagan"
Durante los últimos meses, hubo una sucesión de mensajes de este tipo. Cada uno de ellos fue enmarcado y colgado en el estudio de la casa de Greenwich.

En Palm Beach, antes de Navidad, Roy le dijo a Lois Romano, del Washington Post, que su cáncer de hígado estaba remitiendo, pero confesó que le daba vueltas a su funeral. 
"Me he imaginado quién sería lo bastante fuerte para pronunciar el panegírico", dijo. "Incluso me he imaginado reuniones en la Casa Blanca, en las que se intentaría decidir si asistiría el presidente o la señora Reagan. [Me he imaginado] lo que diría este senador, lo que diría aquel senador. Fue realmente como si yo hubiera fallecido y estuviera de nuevo en escena desde algún lugar arriba o abajo".

En marzo de 1986, Roy, con un aspecto horrible, fue entrevistado en el programa "60 Minutes". Mike Wallace le preguntó:
 "¿Eres o has sido homosexual en el pasado? Lo mismo con el SIDA".
 Roy se defendió lo mejor que pudo: 
"Te lo diré categóricamente, no tengo SIDA". 
Bueno, ¿cómo empezó todo este revuelo sobre ti? 
"Oh, es pan comido, Mike. Toma estos datos: soltero, soltero, de mediana edad... bueno, joven de mediana edad. Las historias se remontan a la época [de McCarthy]".

En casa habló de suicidio. Le dijo a Peter que usaría su reserva de Valium y pastillas para dormir.
"Una noche me desperté", dice Fraser, "y oí el ruido de las pastillas y los frascos. Roy estaba fuera de la cama revisando su bolsa de medicinas, tratando de abrir frascos que nunca podría abrir, porque todos son a prueba de niños".

- ¿Qué estás haciendo? - quiso saber Peter.

"Estoy tratando de conseguir suficientes pastillas para terminarlo", le dijo Roy.

"DE ACUERDO"

"No puedo abrir la maldita botella
"Ábrelo."
—No —dijo Peter—, ábrela tú y si no puedes, vuelve a la cama. Roy tiró las botellas y volvió a la cama.

A pesar de lo apegado que estaba a Peter, Roy seguía en contacto con otros novios. Peter dice:
 "Por supuesto, yo solía ponerme muy celoso. Él traía a Mark en avión cada dos meses desde San Francisco. Siempre intentaba mantenerlo en secreto, y yo siempre lo descubría. Roy solía pensar que yo tenía un espía. Veía cómo llegaban los billetes a la oficina, o veía la factura de la agencia de viajes, y le hacía la vida imposible a Roy".
"¿Por qué viene?", preguntaba Peter.

"¡Me estoy muriendo, maldita sea!", gritaba Roy. "Puede que sea la última vez que lo vea".
"¡Dijiste eso las últimas cuatro veces!"
El Colegio de Abogados de Nueva York había iniciado un proceso de inhabilitación contra Cohn. Se le acusaba de conducta poco ética en cuatro casos antiguos que había llevado. Uno de los miembros del equipo de defensa de Roy recuerda que, en lugar de entrar discretamente en la sala de audiencias a puerta cerrada aquella primavera, Roy recorrió la Quinta Avenida en un Cadillac rojo, con la capota bajada, y entró pavoneándose en las oficinas del Colegio de Abogados de Nueva York. En los juicios federales de 1964, 1969 y 1971, Roy había sido absuelto de una variedad de cargos más graves. Pero esta vez sus enemigos prevalecieron. Peter Fraser estaba con Roy en Greenwich cuando recibió la noticia en junio de que ya no era abogado.

"Había estado atendiendo y haciendo todas sus llamadas por él", dice Peter. "Pero él estaba al lado del teléfono cuando sonó. Lo cogió y era [el reportero de televisión] Gabe Pressman, que le preguntaba si Roy tenía algún comentario sobre su inhabilitación.

Por supuesto, Roy dijo:
 "No me importa nada". Luego subió a su habitación. Habló con Tom Bolan y lloró, y desde ese día tuve que obligarlo a comer. Simplemente no quería comer".

En julio, en lugar de irse a Provincetown como siempre lo había hecho, Roy fue nuevamente al hospital en Maryland, su último viaje. Poco antes de partir, un amigo que se iba de vacaciones pasó por allí y Roy le dijo: 
"No creo que esté aquí cuando regreses, así que adiós".
En Nueva York era de conocimiento público que Roy había sido hospitalizado nuevamente. Entre los gays que habían formado parte de la escena disco en los últimos años salvajes antes de la peste, se decía que si alguien podía contraer la infección, ese sería Roy M. Cohn, tal era su comportamiento. Un hombre, dominado por un odio de proporciones operísticas, se paseó por Greenwich Village alardeando de haber organizado el encuentro de Roy con una amante infectada. La historia era una tontería, pero mostraba la profundidad de los crímenes de Roy, que aún no habían sido perdonados.
Durante las últimas semanas de vida de Cohn, una columna de Jack Anderson y Dale Van Atta publicó información privilegiada sobre sus tratamientos con AZT y su terrible sufrimiento. Los dos periodistas fueron atacados por violar el secreto médico y el NIH hizo saber que no se descartaba un proceso penal, lo que certificó la historia.

Si hubiera podido sumar su voz a la disputa sobre esta última dosis de publicidad, sin duda Roy se habría puesto en contra de Anderson, con quien había roto hacía mucho tiempo. Sin embargo, antes de enfermarse, Roy le había dicho a un amigo que, al comienzo de la campaña Nixon-McGovern de 1972, fue él quien hizo que se hiciera público el historial médico del senador Thomas Eagleton. La noticia de que el candidato demócrata a vicepresidente había sido tratado una vez con terapia de electroshock para la depresión obligó a Eagleton a abandonar la candidatura. Por supuesto, Roy no hizo todo lo que dijo que hizo. Le gustaba atribuirse el mérito de las villanías de otros hombres cuando podía.
A eso de las seis de la mañana, antes de que el calor de agosto pudiera llegar, la muerte finalmente lo detuvo. Roy, en su cama de hospital, exhaló su último suspiro y Peter estaba allí sosteniéndole la mano. Unas 400 personas o más acudieron al servicio conmemorativo en octubre, incluido el senador Hecht, pero no el presidente y la primera dama. Debe haber sido un problema espinoso para los Reagan, que practicaban la política de la propiedad con la misma rigidez inquebrantable que Roy. 
Tal vez debido a su pasado en el mundo del espectáculo, los Reagan tienen un historial de tolerancia personal hacia los homosexuales. Varios trabajaron en su equipo de gobernador en California hasta que un escándalo los obligó a dimitir. Sin embargo, durante todos estos años, Ronald Reagan, como el propio Roy, nunca ha apoyado la legislación sobre los derechos de los homosexuales. En su ataúd, Roy llevaba una corbata con el nombre del presidente.

No sólo hace donaciones a grandes organizaciones benéficas, sino también a pequeñas. Puedo darles docenas de ejemplos. Un hombre que ama a la gente, ama a los animales. Una vez se tiró a un río para salvar a un perro. Es un hombre al que le gusta ayudar a los desvalidos. Siempre ha sido un tonto al recibir una carta de una persona en prisión, para su gran decepción posterior, pero ha ayudado a personas sin abogado. Ha ayudado a personas importantes, jueces, abogados, sin cobrar honorarios, porque sentía que los cargos contra ellos eran injustos. Hace el trabajo de cinco abogados cualesquiera.

— Tom Bolan, testificando en la audiencia de inhabilitación de Roy Cohn.
FIN

Tumba

Tumba

Marcus Family Mausoleum

Sepultura: Union Field Cemetery.

Ridgewood, Queens County, estado de  New York, Estados Unidos.

Resumen.

En los años 1970 y 1980, se convirtió en un destacado mediador político en la ciudad de Nueva York. También representó y fue mentor del promotor inmobiliario de la ciudad de Nueva York y más tarde presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante el comienzo de su carrera empresarial, en la  Ciudad y Estado de Nueva York, Estados Unidos.




 
La vida real y aburrida de Roy M. Cohn.

Por (Douglas B. Smith)

El comunismo ya no es lo que era; Roy M. Cohn tampoco es lo que era. Han pasado más de quince años desde las audiencias de McCarthy, en las que se destacaran las investigaciones especiales de Cohn sobre la subversión en embajadas extranjeras y bases militares, y hoy Roy Cohn está en problemas: se le acusa de chantaje, manipulación de acciones, soborno y fraude. Todo el mundo lo sabe, desde los lectores de Life hasta Bob Morgenthau, fiscal de distrito del sur de Nueva York (el hombre que ha presentado la demanda contra Cohn).
Pero las cosas no están tan mal, al menos no en privado. El New York Times nos cuenta que Roy está enojado con el trato que le está dando el tribunal y tiene problemas para decidir qué abogados lo van a representar:
 "Probablemente soy el menos calificado para actuar como abogado... un hombre que actúa como su propio abogado tiene un tonto por cliente". 
Ese es el Roy público.

Hace unas semanas fui con él a navegar en su yate de alta mar, rapeé con él y simplemente observé el asombroso entorno de Cohn. Se niega a permitir que la amenaza de 36 años de cárcel y 41.000 dólares en multas interfiera en la vida personal del verdadero Roy.
Es necesaria una explicación. Hace un mes, Gary, un amigo mío de la escuela secundaria, salió de un hospital psiquiátrico y fui a visitarlo. Me sugirió que fuéramos a navegar con su primo, que se llama Roy. Así que fuimos a la residencia y a la oficina de Cohn.

La casa es inequívocamente de Roy, aunque también es un epítome estereotipado del esplendor sibarita del East Side de Manhattan. Subiendo la escalera de caracol se encuentra lo que sólo puede describirse como una sala de trofeos. Las paredes están cubiertas de placas de nogal, generalmente en forma de escudo, aunque algunas son rectangulares, con placas de oro, la laca dorada que ahora se está descascarando para mostrar el latón que hay debajo, con elogios de la Legión Americana, los Veteranos de Guerras Extranjeras e incluso el instituto de varones de Rumsey, Nueva Jersey:
 " A Roy M. Cohn, patriota estadounidense excepcional, joven abogado brillante, cruzado intrépido y defensor de la fe contra el comunismo ateo " .
La cámara del ego es más que placas, pergaminos y citas. Hay fotografías de todos los amigos de Roy con autógrafos: Ronald Reagan con su sombrero de copa le envía saludos; los mejores deseos de Everett Dirksen, J. Edgar Hoover, el cardenal Spellman y el cardenal Cooke, y finalmente una fotografía de Nixon y Roy en un banquete, Dick susurrando consejos paternales a Roy. (Nixon está tratando actualmente de destituir a Morgenthau como fiscal de distrito, por sorprendente que parezca).
El FBI había puesto micrófonos ocultos para obtener pruebas contra Cohn y observé algunos cables que recorrían el alféizar de la ventana. Con la esperanza de haber conseguido por fin que J. Edgar Hoover me escuchara, pronuncié un discurso subversivo y anárquico en la sala vacía mientras esperábamos a que Roy bajara de la oficina.

Más tarde me enteré de que los cables en el alféizar eran cables electrificados colocados allí para evitar que las palomas de Nueva York se posen allí:
 Mantengan esa mierda fuera de la fachada.
Lo sorprendente de este hombre que parece un astuto manipulador del dinero y el poder es que le gusta mucho pasarlo bien. No se obsesiona en absoluto con su papel profesional. No es mezquino en lo personal, a pesar de lo que pueda hacer en público. Es un hedonista con un travieso sentido del humor y la diversión: su dormitorio está lleno de juguetes y chucherías y un enorme espejo cuelga bajo el dosel de su cama.
Finalmente bajó del trabajo, vestido con bermudas y una camiseta de golf. Me sorprendió descubrir que se parecía mucho a Roy Cohn, incluso al Roy Cohn de hace quince años. Nos presentaron y él me miró de reojo, como si dijera:

 "¿Esto es real?" (volvió la vista hacia el largo de mi pelo). Gary y yo nos dimos cuenta y Cohn intentó disimular su sorpresa y vergüenza con trivialidades educadas.
Nos fuimos en barco. Cohn llevaba una cazadora de golf azul pálido, pantalones anchos de pana escarlata y una especie de zapatos de peregrino con hebillas elegantes. Nos acompañaban Dan y Jerry, dos asistentes legales, y la omnipresente pareja de spaniels miniatura de Dan, con nombres a juego y muy bonitos. Dan es bajo y fornido, con un peinado suelto de Brillcream. Jerry es delgado; llevaba una camisa de botones con cuello redondo y rayas rojas y blancas, y evocaba imágenes del Kingston Trio. Nos despedimos de los otros dos asistentes legales, que se marcharon con sus uniformes de moda del East Side de seis botones y sus enormes gafas de sol redondas de color azul pastel.

 Defiance


El barco de Cohn se llama Defiance. Jerry me contó que tiene 140 pies de largo: el doble de largo que el Mayflower, de hecho. Lo compró en una de las revistas Forbes (una plaza, etc.) y Roy contó una anécdota sobre las inusuales aberraciones sexuales del antiguo propietario.
Se nos unió Brian, otro asistente de Roy. La gente empezó a beber diversas mezclas de Sprite, vodka y bloody mary. Gary y yo fuimos a buscar cerveza como una "alternativa viable", como dicen, pero no encontramos ninguna. Brian sugirió que tomáramos champán en su lugar (porque era del mismo color y gaseoso), así que lo hicimos.
El capitán y el primer oficial eran desconcertantemente ligeros de pies y muy exagerados: le pusieron a Roy un disco con selecciones de programas de radio y comerciales de los años 40: The Green Hornet, The Lone Ranger, Camay Soap y Phillip Morris.
Nos sentamos en la habitación contigua mientras los demás recordaban. Me di cuenta de que Brian había desaparecido en la parte superior. Salí a caminar por la cubierta y percibí el inconfundible olor a marihuana en la brisa marina.
Ella Fitzgerald reemplazó al Avispón Verde mientras nos sentábamos en la cabaña antes de cenar. En los estantes había ejemplares de El presidente, con Gregory Peck en la portada, una antología de Oscar Wilde, una antología de Thoreau y La era del rock. Jerry habló de Peter Fonda, Edward Albee y la huelga de la Ópera Metropolitana.

Durante la cena, en el comedor con espejos, Roy me preguntó con genuina curiosidad científica cuándo me había cortado el pelo por última vez. Esto me llevó a otra pregunta sobre a qué escuela iba.
Él sonrió con sorna al enterarse y me preguntó si había tomado algún curso con "profesores famosos"
Murmuré algo sobre Wald y Beer.
"¿Wald? Es un ABM, ¿no? Odio a esos malditos cruzados".
Afortunadamente, la conversación se desplazó hacia el entretenimiento. Roy sostuvo que "Mame" era el mejor musical jamás producido. También le gustó "Goodbye Columbus", especialmente la chica (hermosa), pero no tanto el "chico judío feo". Gary le dijo a Roy que, aunque podía saber mucho sobre leyes (Dan me dijo que Roy era una "enciclopedia jurídica ambulante"), simplemente no sabía nada sobre estética. Todos nos reímos y Roy le retorció el brazo a Gary juguetonamente.

Hubo una sutil corriente subyacente durante toda la comida. Brian estaba drogado y de mal humor, pero Le Roy Soleil gobernaba el resto de la corte.
 Desestimó enfáticamente el vino como abominable. Todos vaciamos nuestras copas en un balde que el primer oficial pasó de mano en mano.
Jerry tenía el don de darse cuenta instantáneamente, casi psíquicamente, de lo que Roy necesitaba en la mesa. Roy dejó caer su servilleta y, sin decir palabra, Jerry le entregó la suya a Roy. Cuando Roy consumió la porción de su plato, la bandeja de fiambres en rodajas estuvo automáticamente frente a él.

Mientras tomábamos café, Gary mencionó que un amigo nuestro se había suicidado recientemente. Roy pensó que "debió haber sido duro para sus padres".
Regresamos al Muelle 81 y atracamos. Al salir del muelle, nos cruzamos con un taxista fuera de servicio en un estacionamiento que estaba lavando su parabrisas. Cohn pensó que era "amable" y dedujo que el hombre debía ser el dueño personal del auto si se tomaba la molestia de cuidarlo.
Roy se había dormido después de cenar y estaba repleto de energías: se adelantó en la marcha para buscar un taxi. Mientras avanzaba con paso firme y autoritario, me di cuenta de que seguía siendo un chico duro del Bronx que, como tantos otros, sentía la insuperable necesidad de estar siempre a la cabeza.

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The Harvard Crimson
The University Daily Est. 1873

 Defiance



CIUDAD DE NUEVA  YORK   DE ROY M. COHN.



Distritos municipalidades.  

 

Localización de Nueva York: 1. Río Hudson, 2. Río Este, 3. Long Island Sound, 4. Bahía de Newark, 5. Upper New York Bay, 6. Lower New York Bay, 7. Jamaica Bay, 8. Océano Atlántico.

La historia de Nueva York se desarrolló durante varios siglos y comenzó con la ocupación del territorio por las poblaciones amerindias, mucho antes de la llegada de los primeros colonos a lo que es actualmente Manhattan. Las negociaciones que llevaron a la configuración actual de Nueva York con una división en cinco distritos municipales (boroughs, en inglés): Manhattan, Queens, Brooklyn, Bronx y Staten Island se remontan recién al siglo xix y a la primera mitad del siglo xx. Antes de esta «consolidación», ( Término inglés que designa la incorporación de un distrito a la ciudad.)​ la ciudad era el teatro de operaciones de diversos conflictos, con una alta tasa de criminalidad. A pesar de ello, logró ganar progresivamente mayor importancia, al punto de constituir hoy en día la ciudad más grande de Estados Unidos y una de las metrópolis más importantes y dinámicas del mundo, no solo en términos demográficos,​ sino también como centro de toma de decisiones de primer plano y la capital mundial de las finanzas y del mercado de valores.

Período Gran Depresión y el Nuevo Trato.

La Gran Manzana no escapó de la Gran Depresión; fue además en la bolsa de Wall Street donde se manifestó el crack del 29 que antecedió a la crisis mundial. El desempleo y la pobreza aumentaron rápidamente y se desarrollaron chabolas entre la calle 72 y la 110.​ En marzo de 1930, el Partido Comunista estadounidense organizó una manifestación que reunió a unas 35.000 personas en las calles de Nueva York. En marzo de 1936, uno de cada cinco neoyorquino recibía ayuda pública. Los diferentes programas de la Works Progress Administration, la principal agencia instituida en el marco del New Deal de Roosevelt, daba trabajo a centenares de miles de personas. Fiorello LaGuardia, alcalde de Nueva York de 1934 a 1945, marcó la historia de la ciudad debido a su popularidad que le valió el sobrenombre de «Pequeña flor» y buenos resultados electorales.​ En 1935, se construyó el primer complejo de viviendas sociales de Estados Unidos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Nueva York sufrió ciertas mutaciones debido a la amenaza alemana; los navíos temían ser atacados por los U-Boots y se establecieron barricadas en varios edificios, en especial, a nivel de las ventanas, por miedo a los bombardeos alemanes que no tuvieron lugar finalmente. 
Desde el punto de vista de la producción de artefactos militares, el New York Navy Yard, como principal astillero naval, fue ubicado en el centro de la estrategia defensiva de Estados Unidos, lo que se manifestó con un crecimiento sustancial de la producción de navíos de guerra. Globalmente, Nueva York no sufrió mucho por el conflicto, sino que, por el contrario, su rol en las relaciones internacionales aumentó una vez que la guerra terminó, en especial, con la instalación en 1951 de la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Turtle Bay, Manhattan.
El sur de Manhattan en 1931.

Vista área de Manhattan en 1971.


Nueva York de 1945 a la década de 1970: la aparición de un reto multifacético.

Mientras muchas grandes ciudades estaban en ruinas después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Nueva York adquirió una nueva prominencia global. Se convirtió en la sede de las Naciones Unidas , construida entre 1947 y 1952; heredó el papel de París como centro del mundo del arte con el expresionismo abstracto ; y se convirtió en rival de Londres en los mercados financieros y artísticos internacionales. Sin embargo, la población disminuyó después de 1950, con una creciente suburbanización en el área metropolitana de Nueva York , como fue el caso pionero de Levittown, Nueva York .

Midtown Manhattan (Medio Manhattan) , impulsado por la prosperidad de la posguerra, estaba experimentando un auge de la construcción sin precedentes que cambió su propia apariencia. Las torres de oficinas de vidrio y acero en el nuevo estilo internacional comenzaron a reemplazar las torres de estilo zigurat (construidas en estilo pastel de bodas ) de la era anterior a la guerra. También cambió rápidamente el borde oriental del East Village cerca de FDR Drive. Muchos bloques de apartamentos tradicionales fueron derrumbado y reemplazados por proyectos de vivienda pública a gran escala. En el Bajo Manhattan , la renovación urbana comenzó a tomar forma alrededor de 1960, liderada por la construcción del edificio One Chase Manhattan Plaza por David Rockefeller.

En una ciudad construida, la construcción implica destrucción de edificios. Después de que se derribara la antigua estación de Pensilvania , la creciente preocupación por la conservación condujo a la Ley de la Comisión de Preservación de Monumentos Históricos de 1965. La otra gran estación de tren de la ciudad, Grand Central , también estuvo amenazada de demolición, pero finalmente se salvó. Mientras tanto, la red de autopistas de la ciudad de Nueva York se extendió, destruyendo barrios donde vivían afroamericanos bajo la guía del famoso planificador urbano con prejuicios excesivos contra ciertas etnias Robert Moses, lo que aumentó la congestión del tráfico, la contaminación del tráfico y arruinó los medios de vida de las personas que alguna vez vivieron en vecindarios vibrantes. Sin embargo, la derrota en 1962 de la autopista Lower Manhattan planificada por Moses por activistas comunitarios liderados por Jane Jacobs fue una indicación de que Moses ya no tendría mano libre para la destrucción de los medios de vida que había disfrutado en el pasado.
Un síntoma de la disminución de la competitividad de la ciudad fue la pérdida de sus dos equipos de béisbol de la Liga Nacional , que habían estado allí durante décadas, a manos de la floreciente California; los Dodgers y los Giants se mudaron después de la temporada de 1957. Un vacío deportivo se llenó parcialmente con la formación de los Mets en 1962.

La evolución cultural.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Nueva York experimentó un relativo declive, perdió habitantes y su maquinaria industrial comenzó a envejecer. Varias fábricas se trasladaron en la primera mitad del siglo xx hacia el cinturón urbano próximo (en Nueva Jersey, por ejemplo). La crisis de los años 1960-1970 engendró los terrenos industriales abandonados en el Bronx y Queens. Así, el astillero de Navy Yard cerró sus puertas en 1966. Entre 1953 y 1992, Nueva York perdió unos 70.000 empleos industriales.​ El puerto de Nueva York perdió importancia.
Nueva York reforzó su posición mundial durante las décadas de 1950 y 1960. Así, en 1951, acogió a las instituciones permanentes de la ONU. La Exposición Universal de la Feria mundial de Nueva York de 1964 en el parque de Flusing Meadows atrajo a millones de visitantes. Nueva York se afirmó como capital del expresionismo abstracto, rivalizando con Londres en el mercado del arte. El barrio de Greenwich Village sigue siendo uno de los centros culturales de la ciudad que se convirtió en un distrito histórico de SoHo en 1973.
La contracultura en las letras y artes floreció en Nueva York. El Off-off Broadway ofrecía una alternativa al teatro comercial. El Pop Art denunció a la sociedad de consumo. Andy Warhol (1928-1987) estableció su estudio en la calle 47. Frank Stella (nacido en 1936) experimento con el minimalismo, mientras que Christo (nacido en 1935) propuso a los neoyorkinos obras efímeras. Los frescos murales proliferaron sobre las paredes de la ciudad. La cultura de la calle (grafiti, hip-hop) tuvo su auge en la década de 1980.
En el campo de la cultura, Nueva York veía cada vez más competencia de otros centros en el país, en particular los de Sun Belt: a partir de los años 1950, Hollywood se convirtió en la capital de la producción cinematográfica. La prensa neoyorquina debió hacer frente a nuevos rivales, tales como Los Angeles Times o The Washington Post.

El movimiento de los derechos civiles.

Con el cambio de política migratoria, Nueva York se volvió nuevamente cosmopolita. Desde los años 1970, se formaron nuevos barrios étnicos. Pero los años 1960 estuvieron también marcados por las tensiones raciales y Nueva York se impuso rápidamente como un lugar clave del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Este movimiento se manifestó en particular en el barrio de mayoría afroamericana de Harlem, sea pacíficamente a través de la NAACP o la UNIA o bien de manera violenta como la organización de Malcolm X, Nación del Islam. 
Harlem fue así autoproclamado «corazón espiritual de la protesta y del movimiento negro» (The spiritual home of the Negro protest movement) desde la llegada de las primeras poblaciones afroamericanas.
Entre los eventos más destacables del movimiento, se pueden citar las revueltas de julio de 1964 y las diversas manifestaciones sociales (huelga de transporte en 1966, manifestaciones contra la guerra de Vietnam). La municipalidad encargó a Robert Moses la tarea de destruir los tugurios, renovar ciertas manzanas y construir algunos bloques de viviendas sociales. En 1968, Harlem presenció nuevos disturbios tras el asesinato de Martin Luther King.
Entre 1940 y 1990, Manhattan perdió 500 000 habitantes; Brooklyn, 400 000; y el Bronx, 300 000.​ No obstante, los suburbios residenciales siguieron extendiéndose gracias a la red de autopistas y a la construcción de nuevos puentes, como el puente de Verrazano Narrows en 1964. La ciudad se transformó igualmente para hacer frente al incremento del tráfico automóvil: los estacionamientos se multiplicaron y la Quinta Avenida pasó a tener un solo sentido.

Las décadas de 1970 y 1980: Nueva York en agitación.

La década de 1970 se considera a menudo el punto bajo de la historia de Nueva York, debido a las elevadas tasas de criminalidad con diversos trastornos sociales que se iniciaron en la década anterior, en particular con los disturbios de Stonewall en 1969. En un contexto de estanflación en Estados Unidos y, paralelamente, de mantenimiento de un gasto social elevado en Nueva York, los gastos de la municipalidad explosionaron, conduciendo al Estado federal a romper compromisos.​ Luego, la desindustrialización y la caída demográfica empujaron a la ciudad al borde de la quiebra.
 Muchas infraestructuras urbanas fueron abandonadas por falta de subvenciones. Al mismo tiempo, en 1973, fue inaugurado el inmenso World Trade Center con una ceremonia grandiosa. Pero la proliferación de préstamos a corto plazo entre 1965 y 1975 provocó un endeudamiento considerable. La crisis del petróleo de 1973 empeoró la situación. Varias zonas se hundieron, entonces, en la criminalidad y el narcotráfico, como Harlem o South Bronx, a pesar de los esfuerzos del gobierno federal.
El fenómeno estuvo acompañado incluso de una caída brutal de la población que llegó al 27% en East Harlem.​ A pesar de todo ello, la ciudad evitó la bancarrota gracias a un préstamo federal. En 1977, se produjo un apagón en toda la ciudad del 13 al 14 de julio, lo que provocó saqueos y múltiples desórdenes sociales.
El rebote de Wall Street, en los años 1980, aun con el crack de 1987, permitió a Nueva York retomar su rol de liderazgo en la esfera económica y financiera mundial y el equilibrio presupuestario de la ciudad fue restablecido en 1981.​ La reactivación de la inmigración estimuló igualmente el crecimiento económico. Pero, a pesar de un descenso en las cifras de desempleo, Nueva York padeció todavía de una reputación de ciudad peligrosa. 
Además, los años 1980 estuvieron también marcados por las tensiones raciales que condujeron, en particular, a agresiones, una de las cuales resultó en la muerte de tres afroamericanos en los «barrios blancos».

La crisis financiera de la ciudad, los altos índices de criminalidad y los daños causados ​​por los apagones llevaron a una creencia generalizada de que la ciudad de Nueva York estaba en un declive irreversible y sin posibilidad de recuperación. A finales de los años 70, casi un millón de personas se habían ido, una pérdida de población que no se recuperaría hasta veinte años después. 
Para Jonathan Mahler, el cronista de The Bronx is Burning , "el término clínico para ello, crisis fiscal, no se acercaba a la cruda realidad. Se trataba más bien de una crisis espiritual ".
Décadas del 80.

En comparación con los años 70, los 80 fueron una época de optimismo moderado en Nueva York. El auge de Wall Street estaba impulsando el mercado inmobiliario especulativo y las cifras de desempleo cayeron notablemente. Koch logró equilibrar con éxito el presupuesto de la ciudad antes de lo previsto, lo que le permitió volver a ingresar al mercado de bonos y recaudar efectivo, poniendo fin de manera efectiva a la crisis financiera de la ciudad en 1981. Sin embargo, la reputación de la ciudad por el crimen y el desorden todavía era una parte muy importante de la vida diaria de los neoyorquinos. 
El alcalde Ed Koch advirtió repetidamente que la suciedad, el crimen y las tensiones raciales estaban debilitando la ciudad. Dio alta prioridad a la reconstrucción de los barrios y la infraestructura. Un resultado fue que la gentrificación trajo nuevos negocios a los barrios decrépitos y convirtió las viviendas de alquiler de gama baja en cooperativas y condominios que atrajeron a jóvenes profesionales y empresarios de alto nivel.
 Los enérgicos esfuerzos de Koch atrajeron una enorme atención de los medios, pero los críticos condenaron sus ataques a sus oponentes como "locos", "chiflados" y "radicales" y afirmaron que era racialmente divisivo.



Durante años se siguió con enorme atención el proceso penal que se produjo cuando una mujer conocida como la corredora de Central Park fue brutalmente golpeada y violada. El tráfico ilegal de drogas floreció, lo que provocó que la tasa de asesinatos se disparara y dividió la ciudad en zonas gobernadas por diferentes capos de la droga. Se la conoció como la epidemia del crack.  El metro de la ciudad de Nueva York fue víctima de una epidemia de delincuencia que hizo que se cometieran más delitos en el metro cada año que en cualquier otro sistema de metro del mundo. 
La falta de vivienda se convirtió en un problema grave durante la década de 1980,  específicamente en los dos últimos de los tres mandatos de Edward Koch como alcalde (1978-1990). La ciudad prohibió la discriminación contra los homosexuales y las lesbianas en cuestiones como el empleo y la vivienda en 1986.


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