—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

jueves, 24 de mayo de 2012

113.-Antepasados del rey de España: Teobaldo I «el Trovador»


Luis  Bustamante Robin; José Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio  Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matías Heredia Sánchez; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán ; Alamiro Fernández Acevedo;  Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas; María Verónica Rossi Valenzuela; Aldo Ahumada Chu Han; 


 Teobaldo I «el Trovador» 


Sello personal de Teobaldo el Trovador en una carta fechada en 1234
 con las armas de Navarra y su escudo personal como
 Conde de Champaña.
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

(Troyes, 1201-Pamplona, 8 de julio de 1253) fue rey de Navarra (1234-1253) y conde de Champaña y Brie como Teobaldo IV (1201-1253).

Aldo  Ahumada Chu Han 
Cuarto conde de Champaña de este nombre, era hijo póstumo del conde Teobaldo II y de Blanca de Navarra, hija del rey Sancho VI el Sabio. Sucedió a su tío Sancho VII el Fuerte sobre el trono de Navarra, inaugurando así en este reino la dinastía de Champaña (1234). Hombre afable, valeroso y de gran sensibilidad, es más conocido en la historia como poeta que como político y guerrero, y no en vano fue el más fecundo de los trovadores franceses en lengua de oil. Casó primero (1220) con Gertrudis Dasbourg, hija del conde de Metz, de la que se separó por sentencia de nulidad. Su segunda esposa fue Inés (1222), hija del señor de Beaujeu, que le dio una hija, Blanca, luego condesa de Bretaña. Contrajo terceras nupcias (1233) con Margarita de Borbón, con quien tuvo siete hijos: Teobaldo, Pedro, Leonor, Margarita, Beatriz, Enrique y Guillermo. Sus primeras actuaciones en Navarra fueron encaminadas a consolidar su corona frente a Aragón y Castilla. Para ello procuró apaciguar a Jaime I el Conquistador, que podía esgrimir los presuntos derechos sucesorios derivados de su pacto de prohijamiento mutuo con el difunto Sancho el Fuerte. Con Fernando II el Santo suscribió un pacto de alianza matrimonial que no llegó a consumarse. Pero mantuvo con ambos soberanos cordiales relaciones a lo largo de todo el reinado.

Fueron más prolongadas sus estancias en los señoríos champañeses y durante sus ausencias gobernaron Navarra el campañés Ponz de Duyme (1235-1236) y luego el navarro Sancho Fernández de Monteagudo (1243-1253). En el orden interno debió adaptar su talante autoritario a las tradiciones del reino. Nombró tribunales para dictaminar sobre las “fuerzas” o abusos cometidos por Sancho el Fuerte y, ante la presión nobiliaria ejercida especialmente a través de las Juntas de Infanzones, afrontó una normalización de las instituciones del reino, plasmada en la garantía del estatuto de infanzonía y la recopilación del “Fuero Antiguo”, núcleo originario de la ulterior compilación del Fuero General. Sus relaciones con los centros burgueses o “buenas villas” fueron cordiales; solamente en Tudela se produjeron al principio ciertas fricciones (1235). Sostuvo en cambio una enconada pugna con el obispo Pedro Jiménez de Gazólaz, por causa de la jurisdicción temporal sobre Pamplona y de los castillos del Oro y Monjardín, usurpados por la corona (1242-1253). 
El largo pleito se hallaba en su punto álgido al fallecer el soberano. Fuera de Navarra sus intereses se centraban lógicamente en Francia, en cuya vida política intervino activamente como uno de los más relevantes vasallos del rey. Participó como caudillo principal en una cruzada a Palestina (1239-1240). Poco después apoyó las rebeliones en Gascuña contra el rey de Inglaterra; tras largas hostilidades (1242-1244) logró una ventajosa afirmación de la presencia navarra en Ultrapuertos. En los aspectos políticos internos hay que destacar la reorganización de los mecanismos gubernativos y fiscales siguiendo modelos champañeses.

 Creó las nuevas circunscripciones administrativas del reino, las merindades, que coexistieron con el régimen tradicional de honores; organizó la cancillería; racionalizó la administración del patrimonio regio e introdujo un sistema contable basado en registros anuales de ingresos y gastos. Fue, pues, agente de fecundas innovaciones, decisivas en la remodelación de la monarquía navarra.

Trovador.

“Valía más conde que rey, según oigo contar”, decía un trovador posterior, Sordel de Mantua, y sin mengua de mérito como monarca, parece cierto que la fama de Teobaldo como trovero supera la labrada como rey. Teobaldo, cuyas obras firman los códices “il Rois de Navarre”, descendiente de Guillermo IX de Aquitania a través de Leonor de Aquitania y de María de Champaña, fue hombre de cultura humanística amplia y trovero de calidad indiscutida, al punto de ser considerado el mejor de su época. Existen un total de 80 títulos, de los que casi 60 (53, según la opinión más extendida) pueden pasar por auténticos. El número exacto varía según los autores y transcriptores. Anglés, por ejemplo, publicó 62, entre los que figuran 57 de las 61 que dio a la luz Wallensköld. 
Entre ellos la mayoría son canciones corteses, y pocos los títulos de otros géneros, aunque sean notables, como “pastourelles”, canciones de cruzada, “lais”, “jeux-partis” (en 9 de los cuales aparece como personaje, “debats” y en otros es reclamado como juez). Teobaldo practicó un estilo original, claro, a veces conceptista o preciosista, que demuestra una refinada maestría en la distribución métrica y temática en el desarrollo de las estrofas, en la adecuación de los perfiles melódicos a esa métrica y en la elegancia de las ideas musicales. De su calidad habla repetidamente Dante Alighieri, al escogerlo entre los grandes nombres (“De vulgari eloquentia”, I, ix, 33; II, v, 4; II, vi) y calificarlo de “buon re tebaldo” (“La divina Commedia”, “Inferno”, XXII, 52). Su preminencia se refleja en la anacronía de que en el siglo XVIII francés, despectivo de cuanto se refiriera a la Edad Media, tachado de “gótica”, el nombre del rey Teobaldo aparezca en cancioneros como autor de piezas del más evidente estilo Trianon.

Pese a que los manuscritos presentan sus obras como de “li rois de Navarre”, es imposible datarlas, o lo que es lo mismo afirmar si corresponden o no a los años de su reinado. La opinión dominante es la contraria. Pero, en cualquier caso, hay algunas escritas cuando ya era rey de Navarra. Así, las canciones de cruzada, o alguna “chanxon” y “jeux-partis” (números XLII, XLIII, XLIV de la edición de Mallensköld), por las alusiones históricas que contienen.

Bibliografía

A. Wallensköld, Las chansons de Thibaut de Champagne, roi de Navarre, (París, 1925). H. Anglés, Las canciones el rey Teobaldo, (Pamplona, 1973). F. Gennrich, Thibaut IV de Champagne. Chansons, (1965), Thibaut IV “Die Musik in Geschichte und Gegenwart”, Kassel (1949-1968).



Biografía de Real Academia de Historia.

Teobaldo I. Conde de Champaña y de Brie (IV) (1222-1253). Champaña (Francia), 1201 – Pamplona (Navarra), 8.VII.1253. Rey de Navarra (1234-1253).

Cuarto conde de Champaña de este nombre, era hijo póstumo de Teobaldo III de Champaña y de Blanca de Navarra, hija de Sancho VI el Sabio. Su mayoría de edad coincidió con el debate de la sucesión de su tío Sancho VII el Fuerte, que no tenía hijos legítimos.

En 1225 el conde vino a Navarra y quiso que le reconocieran como heredero, pero los nobles rechazaron sus pretensiones, seguramente porque preferían a Guillermo, bastardo del rey. La muerte de éste y de su hermano Ramiro, obispo de Pamplona, que era su principal valedor, volvió a plantear la cuestión sucesoria.

Sancho desconfiaba de su sobrino, al que acusaba de querer destronarlo, y en 1231 firmó un tratado de prohijamiento mutuo con Jaime I de Aragón. Este monarca fue jurado como heredero de Navarra y lo mismo hicieron los aragoneses con Sancho. El objeto inmediato de tal acuerdo era la ayuda militar que Navarra necesitaba contra Castilla. Jaime cobró por ella una elevada suma, pero no cumplió su compromiso.

Cuando Sancho VII murió el 7 de abril de 1234, los estamentos del reino, que no querían unirse a Aragón, comisionaron al obispo de Pamplona, Pedro Ramírez de Piédrola, para ofrecer la Corona al conde de Champaña. Teobaldo volvió a Navarra, juró los Fueros y el 8 de mayo de 1234 fue alzado rey. El carácter pactista de la Monarquía, que reconocía como soberano a quien se comprometiera a guardar las leyes consuetudinarias del reino, juega un papel decisivo en el cambio de rumbo político de Navarra. Desde 1234 sus destinos quedan ligados a dinastías francesas hasta el final de la Edad Media.

Las primeras gestiones del nuevo monarca fueron encaminadas a consolidar su posición dentro y fuera de Navarra. El juramento que había prestado en su alzamiento, elaborado quizá por jurisconsultos tudelanos, incluía el compromiso de deshacer los contrafueros de sus antecesores. Por ello se formó un tribunal para fallar las quejas de los nobles y eclesiásticos y otro para los pleitos de las buenas villas. La resistencia del rey a aceptar las reclamaciones presentadas explica la larga querella con el concejo de Tudela, que no se resolvió hasta 1237, y el hecho de que muchas otras fuerzas quedaran sin atender. En cambio, las negociaciones para el alzamiento y las previsiones para que un gobernante de “extraña nación” no pudiera introducir un número excesivo de funcionarios extranjeros dieron lugar, al parecer, al Fuero Antiguo, núcleo del Fuero General. En cuanto a la nobleza, su papel político se veía restringido por el gobierno personal del soberano y de su senescal champañés y el descontento se manifestó especialmente entre los infanzones de la Junta de Obanos, corporación nacida en el reinado anterior que usurpaba funciones propias del monarca, como la ejecución de la justicia. Teobaldo atacó esta liga con censuras papales y más tarde mediante el soborno de los junteros y la intervención del obispo de Pamplona. A pesar de estas medidas, la Junta siguió funcionando en la clandestinidad.

En 1238 el rey nombró una comisión de ricoshombres, caballeros y eclesiásticos para poner por escrito su estatuto jurídico, recogido más tarde en el Fuero General. Desde 1243 las relaciones con sus súbditos muestran que Teobaldo se ha adaptado a las tradiciones del reino. Así nombra senescal o gobernador a un navarro y refuerza las concesiones a la nobleza en forma de caverías o rentas de la Corona, a cambio de un homenaje feudovasallático, como en los casos de Pedro Jordán, Pedro Sánchez de Barillas, Ramiro Pérez de Arróniz y Martín Jiménez de Aibar. Por las mismas fechas, las disposiciones a favor de las villas de francos denotan el acercamiento a la burguesía, el estamento que mejor secundó sus reformas. La venta de los derechos del mercado a los estelleses (1236 y 1237) o la confirmación de los fueros de San Cernin de Pamplona (1237 y 1238) eran quizá medidas coyunturales, destinadas a neutralizar el mal efecto de la controversia con Tudela. En las dos décadas siguientes el rey muestra una mayor sensibilidad por los fenómenos económicos que generaban las villas de francos. En 1249 concedió a Estella ventajas en el pago de aduanas.
 En 1251 tomaba bajo su protección a los burgueses de San Nicolás de Pamplona frente a la prepotencia de los vecinos de San Cernin y concedió ferias a Estella y Tudela. En las villas de realengo, continuó el proceso de racionalización administrativa y legislativa de los reinados anteriores: las pechas o tributos se unifican en cantidades fijas anuales, que pagan los concejos. Estas sumas incluyen a menudo otros conceptos, como el disfrute de las propiedades reales que pasan a ser explotadas comunalmente. El rey renuncia con facilidad a prestaciones personales, como la cena y las labores, a cambio de un pago, incluido en la pecha. También se conceden a las villas garantías de que la Corona no las enajenaría y las defendería de los abusos de tenentes o administradores que las ocuparan en su nombre. El conflicto que desde la época de Sancho el Fuerte enfrentaba al rey con el obispo de Pamplona, no pudo resolverse por la intransigencia del prelado don Pedro Jiménez de Gazólaz que, entre otros derechos, reclamaba la jurisdicción de la ciudad. Teobaldo, condenado por el Papa en este pleito (1247), se negó a ejecutar la sentencia y fue excomulgado y el reino puesto en entredicho.

Esta sentencia estaba a punto de ser renovada cuando murió el rey. Roncesvalles fue el establecimiento preferido por el monarca, que le otorgó diversos privilegios y donaciones. Otros hitos en la vida religiosa de Navarra fueron el traspaso del monasterio de Leire de la Orden de San Benito a la del Císter y la fundación de los primeros conventos de mendicantes del reino, los dominicos de Pamplona y los franciscanos de Pamplona, Sangüesa y Olite.

Una vez alzado rey, Teobaldo tuvo que disipar toda amenaza de intervención en Navarra por parte de Aragón y Castilla. Jaime I, considerando quebrantado el pacto de prohijamiento de 1231, ocupó los castillos que Sancho el Fuerte le había cedido en 1232, Gallur, Escó, Zalatamor y Trasmoz. En septiembre de 1234 el papa intervino para evitar una posible guerra y se acordó una tregua hasta enero, prorrogable por cuatro años. Por las mismas fechas el rey buscó la alianza con Fernando III de Castilla y negoció la boda de su entonces única hija y heredera, Blanca, con el príncipe Alfonso. Ambos serían reyes de Navarra, aún cuando Teobaldo tuviera después otros hijos varones.

Sólo si la princesa moría sin sucesión el reino pasaría a sus hermanos. El monarca castellano se comprometía a devolver Guipúzcoa, San Sebastián, Fuenterrabía y el castillo de Monteagudo y daría al navarro una renta anual de 2.000 maravedís. El enlace no prosperó porque, desaparecida la amenaza aragonesa, Blanca se casó en 1235 con el hijo del conde de Bretaña, aliado de Teobaldo frente al rey de Francia. La paz con los reinos hispanos fue una constante a lo largo de todo el reinado. El soberano intervino en dos episodios bélicos.

Como conde de Champaña, participó, con otros nobles franceses, en una cruzada a Palestina entre 1239 y 1240, cuya jefatura ostentó al ser el único rey.

Tras la derrota de los cristianos cerca de Gaza, sus hábiles gestiones con los musulmanes sirios y egipcios, rivales entre sí, paliaron el fracaso con la obtención para los franceses de tres plazas fuertes: Beaufort, Safed y Ascalón. Parece que en esta campaña, apenas tratada por los estudiosos navarros, sólo participaron champañeses. Mayor importancia revistió el enfrentamiento con Enrique III de Inglaterra en Gascuña, por el apoyo que Teobaldo dio a los nobles gascones rebeldes al monarca inglés, el vizconde de Soule y los señores de Saut y Agramont que le habían prestado vasallaje en 1234, 1237 y 1238 respectivamente. Tras una guerra incierta (1243-1244), en la que los partidarios del navarro tomaron el castillo de Garro y el señor de Urt se colocó bajo la protección del rey, se firmó la paz en 1249 y ambas partes presentaron sus reclamaciones. Sin embargo, no se llegó a un acuerdo definitivo y Navarra siguió afirmando ventajosamente su presencia en las tierras de Ultrapuertos.

En Champaña la minoría de edad de Teobaldo había estado marcada por las reivindicaciones del condado por parte de su prima Felipa. Blanca de Navarra, con el apoyo del Papa y de Luis VIII, rey de Francia, defendió sus derechos con energía. El joven conde se educó en la Corte francesa, fue armado caballero al mismo tiempo que el hijo del rey, y tomó parte en las campañas de su soberano contra los ingleses (1224) y los albigenses (1226). Su defección del Ejército francés y la alianza con los enemigos de san Luis dieron lugar a rumores que le acusaban de haberse enamorado de la reina Blanca de Castilla y envenenar a Luis VIII. En 1227 prestó homenaje por Champaña y recibió de nuevo el apoyo regio cuando en 1232 su prima Alicia de Chipre reclamó la herencia del condado.

Para indemnizarla Luis IX le ofreció una renta, pero Teobaldo no quiso aprobar la transacción. En 1235 y 1236 se unió al monarca inglés y al conde de Bretaña, los enemigos del rey de Francia. Después de su regreso de la cruzada, se comportó como leal vasallo de san Luis y prestó ayuda a éste en las batallas de Taillebourg y Saintes, contra los ingleses y el conde de La Marche (1242). Su última gestión como conde de Champaña fue el compromiso de su hija Margarita con Federico, heredero del ducado de Lorena.

Al entronizarse una dinastía extranjera tuvieron que desarrollarse en Navarra instituciones que limitaran el poder autocrático del soberano. Así nació la cort general, documentada por primera vez en 1245, a la que asisten magnates, caballeros, infanzones, portavoces de las buenas villas y el obispo de Pamplona representando al clero. Al parecer el rey la convocó para pedir un impuesto extraordinario. Además de esta asamblea y del Consejo real, compuesto por ricoshombres, se crean por iniciativa regia otros mecanismos gubernativos y fiscales de claro influjo champañés. En primer lugar, el senescal o gobernador que rige el reino en ausencia del monarca. Ocuparon este puesto un champañés, Ponz de Duyme (1235-1236), y un ricohombre navarro, Sancho Fernández de Monteagudo (1243-1253). 
También se introduce el cargo de chambelán o tesorero, en la persona del champañés León de Sezanne, para centralizar y comprobar las cuentas que presentan a la Hacienda los funcionarios de la administración territorial. Dentro del palacio se organiza por primera vez la Cancillería, con un canciller, maestre Guido, un guardasellos, Roberto Delfín, y varios notarios. Hasta Teobaldo I los ricoshombres administraban en nombre del rey los distritos, llamados tenencias u honores, donde desempeñaban funciones fiscales, judiciales, ejecutivas y militares por las que percibían parte de las rentas de la Corona. A lo largo de este reinado estas circunscripciones, un tanto irregulares y muy numerosas, evolucionan hacia un sistema más moderno y eficaz al estilo francés y champañés. Así surgen las merindades, con un funcionario de nombre castellano, el merino, que asume las tareas del antiguo tenente, salvo la administración de justicia, y es remunerado directamente por el Tesoro.

En los núcleos urbanos se mantiene la figura del baile, administrador de las propiedades reales, y la del preboste o ejecutor judicial. En la administración financiera estaba en marcha un programa de racionalización iniciado por Sancho VI y Sancho VII, que pretendía aumentar los ingresos y lograr mayor liquidez monetaria, reorganizando las rentas y aumentando los peajes. Teobaldo I prosigue esta política, pero al mismo tiempo revoluciona la fiscalidad estatal con la introducción de la contabilidad escrita, también de cuño francés. Una vez al año los merinos, bailes, prebostes y claveros ponen por escrito sus ingresos y gastos y los presentan al Tesoro, donde el chambelán-tesorero con sus ayudantes los revisa, comprueba los saldos y añade sus propias cuentas, con los gastos e ingresos que ha realizado directamente en la Corte.

No se ha conservado ningún registro de este reinado, pero hay referencias a cuentas de 1252. Esta importante innovación, progresivamente perfeccionada, seguirá vigente toda la Edad Media.

Entre 1234 y 1253, Teobaldo hizo compatibles sus funciones de rey de Navarra y conde de Champaña. La regularidad de sus visitas le permitió seguir la marcha del reino. En conjunto las seis estancias del rey en Navarra suponen una tercera parte de su mandato, seis años y medio. Las residencias preferidas son Estella, Tudela, Olite y Pamplona. Contrariamente a lo que afirma la tradición, Tiebas no aparece documentada como sede regia en este momento. Los viajes del monarca a Navarra crearon también en Champaña la figura del gobernador o guarda del condado. El cargo recae en personas de su confianza, el padre (1234-1237) y un tío (1237-1241) de su esposa.

Teobaldo I se casó tres veces. La primera en 1220 con Gertrudis de Dagsbourg, de la que se separó por anulación eclesiástica para contraer matrimonio con Inés de Beaujeu, que murió en 1231. De este segundo enlace nació Blanca que en 1235 se casó con Juan, heredero del condado de Bretaña. Su tercera esposa fue Margarita de Borbón (1233), que le dio siete hijos: Teobaldo II (1239), que le sucedió como rey de Navarra, Pedro (1241), casado con Amicia de Courtenay, muerto en 1261; Leonor (1242), que murió niña; Margarita (1244), esposa de Federico III de Lorena; Beatriz (1246), casada con Hugo IV de Borgoña en 1258; Enrique (1239), rey de Navarra entre 1271 y 1274, y Guillermo (1240), tesorero de la catedral de Sens y canónigo de Tudela. Tuvo además cuatro hijas bastardas: Alicia, prometida a Alvar Pérez, señor de Albarracín en 1238, Inés, casada con este noble en 1243, Marquesa, esposa de Pedro de Híjar, bastardo de Jaime I, y Berenguela, monja en las agustinas de San Pedro de Ribas de Pamplona. En 1238 dispuso que, si moría su hija Blanca, le sucediera en Navarra su hijo Nicolás, bastardo del que no hay más noticias.

Teobaldo I fue enterrado en la catedral de Pamplona y su sepulcro, que realizó en 1267 Juan de Châtelus, esmaltador de Limoges, fue destruido durante el saqueo de la Navarrería en 1276. Los historiadores lo presentan como hombre justo, amable, diligente en el gobierno, valeroso y gran poeta. Para los franceses es más conocido como trovador (le Chansonnier) que como rey de Navarra. En efecto, de él se conservan 62 canciones en 541 textos y 410 melodías, de formas variadas: canciones de amor, de cruzada, piadosas, pastorelas, jeux partis y sirventés. Esta variada producción le dio fama de ser uno de los mejores trouvères d´oil, elogiado como tal por el propio Dante.


Bibl.: H. d’Arbois de Jubainville, Histoire des ducs et des comtes de Champagne, IV 1, 2 y V, Paris, Thorin, 1863-1865; J. M.ª Lacarra y A. J. Martín Duque, Fueros de Navarra, I. Fueros derivados de Jaca.1. Estella-San Sebastián, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1969; J. M. Lacarra, El juramento de los reyes de Navarra (1234-1329), Madrid, Real Academia de la Historia, 1972; S. Runciman, Historia de las cruzadas, III, Madrid, Alianza, 1973, págs. 201-206; C. Orcástegui Gros, “La iglesia colegial de Sta. María la Mayor de Tudela durante los reinados de Sancho el Fuerte y Teobaldo I”, en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, IX, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) - Escuela de Estudios Medievales, 1973, págs. 449-492; H. Anglés, Las canciones del rey Teobaldo, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1973; J. M.ª Lacarra y A. J. Martín Duque, Fueros de Navarra, I. Fueros derivados de Jaca. 2. Pamplona, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1975; C. Orcástegui Gros, “Tudela durante los reinados de Sancho el Fuerte y Teobaldo I (1194-1253)”, en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, X, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Escuela de Estudios Medievales, 1975, págs. 63-142; A. J. Martín Duque, Cuentas del Burgo de San Cernin de Pamplona, Año 1244, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1976; M. R. García Arancón, “La Junta de Infanzones de Obanos hasta 1281”, en Príncipe de Viana, XLV (1984), págs. 527-559; VV. AA., Gran Atlas de Navarra, II. Historia, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1986, págs. 81-84, 86, 92 y 102-104; M. Martín González, Colección Diplomática de los reyes de Navarra de la dinastía de Champaña. 1. Teobaldo I (1234-1253), San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1987; L. J. Fortún Pérez de Ciriza, Sancho VII el Fuerte (1194-1234), Pamplona, Mintzoa, 1987, págs. 315- 341; A. J. Martín Duque y E. Ramírez Vaquero, “El reino de Navarra, 1271-1350”, en J. M.ª Jover (dir.) Historia de España Menéndez Pidal, XIII, 2, Madrid, Espasa Calpe, 1990, págs. 25-38; M. R. García Arancón, Archivo General de Navarra (1234-1253). II. Comptos y Cartularios Reales, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1998; “Bayona y el reino de Navarra bajo la dinastía de Champaña (1234-1274)”, en Passé, present et avenir du port de Bayonne, Bayona, Societé des Sciences, Lettres et Arts, 2000, págs. 21-40; “La moneda bajo la Casa de Champaña (1234-1274)”, en Catálogo de la Exposición La Moneda en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra-Caja de Ahorros de Navarra, 2001, págs. 111-125.



CÓNYUGES



Margarita de Borbón

Margarita de Borbón. ?, p. s. XIII – Provins, Champaña (Francia), 12-13.IV.1258. Reina de Navarra, tercera esposa de Teobaldo I.

Biografía

Hija de Arcimbaldo IX de Borbón y de Beatriz de Montluçon, se casó con el conde Teobaldo IV de Champaña entre septiembre de 1232 y marzo de 1233. Su padre, condestable de Champaña, le dio 36.000 libras parisinas de dote. En marzo de 1233 los obispos de Troyes y Langres dieron a conocer las capitulaciones matrimoniales, con las arras de Teobaldo a su esposa: las castellanías de Sezanne, Chantemerle, Pont-sur-Seine, Nogent-sur-Seine, Mery-sur-Seine, Lachy, Semoine, Payns, Barbonne y Montaimé. El obispo de Sens confirmó en noviembre estos conciertos.
El matrimonio del champañés con Margarita incrementó el descontento de los barones franceses que veían al conde abandonar el partido de los enemigos de Luis IX, entre los cuales destacaba el conde de Bretaña, con cuya hija Yolanda había estado dispuesto a casarse Teobaldo en 1231.
De su matrimonio nacieron, además del futuro Teobaldo II (1239): Pedro (1241), muerto en 1261; Leonor (1242), muerta niña; Margarita (1244), casada en 1258 con Federico III de Lorena; Beatriz (1246), casada en 1258 con Hugo IV de Borgoña; Enrique (1249), rey de Navarra entre 1271 y 1274; y Guillermo (1250).
No intervino en la política de Navarra hasta que al morir su marido en 1253 se convirtió en regente del pequeño Teobaldo II, que entonces tenía trece años. Como los castellanos amenazaban con invadir el reino, firmó una alianza con Jaime I de Aragón y con su hijo, el infante Alfonso, para ayudarse mutuamente contra Alfonso X (1 de agosto de 1253).
Además se acordó el matrimonio de Teobaldo con Constanza, hija de Jaime o, si ésta moría, con su hermana Sancha. Para asegurar la salida al mar de Navarra, Margarita se puso bajo la protección del Concejo de Bayona (20 de agosto de 1253). En el interior negoció con la nobleza y las buenas villas e hizo posible el reconocimiento del joven Rey. Los estamentos del reino, empero, reemplazaron a la Reina como regente, nombrando tutor o amo del Monarca al ricohombre Sancho Fernández de Monteagudo, asistido por un Consejo de doce barones. Esta minoría se prologaría hasta que el Rey cumpliera veintiún años. Tan pronto como Teobaldo fue alzado Rey el 27 de noviembre de 1253, Margarita se retiró a sus tierras de Champaña, donde se encontraba ya en febrero de 1254. A fines de ese año su hijo se reunió con ella y juntos acudieron a la Corte de san Luis para arreglar sus diferencias con Blanca, la condesa de Bretaña, hermanastra del rey de Navarra. Después de esta avenencia se acordó la boda de Teobaldo con la hija mayor del rey francés, que supuso un cambio de rumbo decisivo para Navarra.
En 1256 Margarita llegó a un acuerdo con su hijo sobre los bienes que le correspondían como viuda de Teobaldo I. Conservaría su dote (salvo el castillo de Montaimé), más Epernay y Vertus, dos castellanías que no figuraban en las capitulaciones de 1233.
A cambio de los bienes gananciales recibiría de Teobaldo una renta de 1.000 libras, de las cuales podría disponer libremente de trescientas. La Reina retendría sus bienes muebles de Champaña y Brie, salvo los arsenales de los castillos, y renunciaba a todas las otras rentas condales, a excepción de las adquiridas después de la muerte de su marido. En 1257 figura como albacea principal en el testamento de su hijo.
La Reina no volvió a Navarra y fue enterrada en la abadía de Clairvaux. Teobaldo fundó aniversarios por sus padres en Saint Etienne de Troyes (1268) y Saint Quiriace de Provins (1270).

Bibliografía

F. Bourquelot, Histoire de Provins, I, Provins, Lebeau y Paris, Dumoulin, 1839 (reimpr. Marsella, Laffitte Reprints, 1976), pág. 218


H. d’Arbois de Jubainville, Histoire des ducs et des contes de Champagne, IV, Paris, Thorin, 1865, págs. 256 y 363

T. Boutiot, Histoire de la ville de Troyes et de la Champagne méridionale, I, Troyes, Rufey-Robert, y Paris, Aubry, 1870 (reimpr. Marsella, Laffitte Reprints, 1977), pág. 343

M. R. García Arancón, Teobaldo II, Pamplona, Mintzoa, 1986, págs. 48-52.

M. R. García Arancón, “Margarita de Borbón”, en J. Pavón (dir.), Reinas de Navarra, Madrid, Sílex, 2014, págs. 365-384



Gertrudis de Dabo, o Dagsburgo (fallecida el 30 de marzo de 1225), fue una aristócrata y compositora trovera francesa, hija y heredera de Alberto II de Dabo-Moha, conde de Metz y Dabo (Dagsburgo).

Biografía.

Gertrudis recibió su nombre de su madre, Gertrudis de Baden, la hija del margrave Herman III de Baden. La fecha de nacimiento de mayo de 1205 (o en fecha más tardía como mediados de 1206) a menudo se le asigna y se considera dudosa, pues su madre tenía entonces 52 años de edad.​ Una fecha más plausible está en torno a 1190.
Gertrudis sucedió a su padre como condesa a su muerte en 1212, en cuya época ya se había casado con Teobaldo, quien pronto sería duque de Lorena (1213), de acuerdo con la Vitæ Odiliæ. Su compromiso data de septiembre de 1205, posiblemente cuando ella era niña.​ Al casarse su esposo asumió la administración de su herencia, pero murió a principios de 1220 sin descendencia con ella. En mayo de 1220 se casó con Teobaldo IV de Champaña, quien era sólo un adolescente, contra los deseos del emperador Federico II. En 1222 Teobaldo la repudió bien por consanguinidad (siguiendo a Alberico de Trois-Fontaines) o esterilidad (según Richer de Senones).​ En 1224 se casó por tercera vez, con Simón III, conde de Leiningen, pero murió al año siguiente. Fue enterrada en la abadía de Sturzelbronn. Su esposo heredó su condado.
Gertrudis es probablemente la duquesa de Lorena que compuso dos poemas líricos en francés antiguo. Uno, Un petit devant le jour, se encuentra en diversas fuentes, algunas con notación musical acompañándolo. El otro sólo se encuentra en un manuscrito, CH-BEsu MS 389, junto con Un petit devant. Llevan la numeración R1640 y R1995.



Los trovadores.

(del idioma occitano trobador) fueron músicos y poetas medievales, que componían sus obras y las interpretaban, o las hacían interpretar por juglares o ministriles, en las cortes señoriales de ciertos lugares de Europa, especialmente del sur de Francia, entre los siglos xii y xiv. La poesía trovadoresca se compuso principalmente en idioma occitano.




Laudes y cítolas para ‘resucitar’ a Teobaldo I ‘el Trovador’




Teobaldo I de Navarra, conocido como «el Trovador», compuso aproximadamente 60 canciones o poemas (en el contexto medieval, las canciones se referían a composiciones líricas destinadas al canto). Muchas de estas obras se han conservado en cancioneros medievales. 

Algunos ejemplos de sus canciones son:

  • "Dex est ensi conme li pellicans" (Dios es como el pelícano).
  • "Seigneurs: sachiez qui or ne s'en ira" (Señores, sabed quién no se irá ahora).
  • "Ausi conme unicorne sui" (Como soy un unicornio), una de sus piezas más conocidas.
  • "Chançon ferai, que talent m'en est pris" (Haré una canción, pues me ha entrado el deseo).
  • "Quant voi la flor" (Cuando veo la flor). 
Sus composiciones, escritas en francés antiguo (idioma de la corte de Champaña, su lugar de origen), abordan temas típicos de la lírica trovadoresca, como el amor cortés, la religión y, en ocasiones, su experiencia en las Cruzadas. Varios musicólogos e historiadores han trabajado en la recuperación e interpretación de su música, y algunas de sus canciones han sido grabadas por ensembles de música antigua




¡Escuchad! De orden del mismísimo rey de Navarra, se hace saber que vuelven a ser interpretadas nueve de sus canciones en la actualidad. 'Cancionero del rey Teobaldo', obra elaborada por los historiadores y musicólogos Sergio Barcellona y Enrique Galdeano, así como el historiador Mikel Zuza, incluye un libro y un CD que recuperan sinfonías del antiguo Reino de Navarra.

El condado de Champaña y Brie, con una extensión algo superior al Reino de Navarra, estaba situado al este de París y formaba parte del reino de Francia. En él, en la ciudad de Troyes, nació Teobaldo I en 1201. Rey de Navarra, fue una figura relevante en la política y la vida social de la época. Pero también es considerado como uno de los más brillantes poetas navarros y franceses de la primera mitad del siglo XIII. Por ello, se le conocía por el mote del ‘el Trovador’.

Ahora, su vida y obra está recogida en el segundo volumen de la colección ‘La Música del Reino’, bajo el título Cancionero del rey Teobaldo. El libro, recién editado, se compone de 202 páginas que incluyen los textos originales de varias obras del rey Teobaldo, una biografía, un artículo sobre el recuerdo de las canciones de este rey en Navarra, los instrumentos musicales utilizados en ese periodo y algunas consideraciones sobre la interpretación de ese tipo de música medieval. La publicación escrita en cuatro idiomas, se divide en bloques, uno por cada idioma: castellano, euskera, inglés y francés.
«Seleccionamos una parte de los textos de las canciones para ajustar su medida a un formato más fácil de escuchar, considerando en todo momento que mantengan su coherencia»
La publicación fue elaborada por los historiadores y musicólogos Sergio Barcellona y Enrique Galdeano, así como el historiador Mikel Zuza, y publicada por el Departamento de Cultura y Deporte. Al igual que en el primer volumen publicado bajo el título ‘El evangelio de Roncesvalles’. Primer tesoro musical del viejo reino (siglos XII-XIII)’, esta nueva publicación se complementa con un CD que incluye nueve canciones originales de Teobaldo. La publicación se encuentra a la venta en el Fondo de Publicaciones del Gobierno de Navarra y en librerías al precio de 20 euros.
En total son nueve las melodías seleccionadas para este repertorio musical, obras que ya habían sido trabajadas antes por los musicólogos que participan en la publicación por ser las más adecuadas para una escucha profana. «Hemos seleccionado una parte de los textos de las canciones con el fin ajustar su medida a un formato más fácil de escuchar por el público en general, considerando en todo momento que mantengan su coherencia», explica Galdeano.

INTERPRETACIÓN NOVEDOSA DE LO ANTIGUO

Con este trabajo, las canciones de Teobaldo se interpretan de una forma novedosa, profundizando en cuanto a su esquema y ritmo. «Les hemos dado un formato y un ritmo, un aspecto que no viene definido en las partituras de Teobaldo, aportando una interpretación diferente a la que se ha escuchado hasta el momento», añade Galdeano.

Del repertorio seleccionado, siete de las canciones están interpretadas con voces en solitario y a coros, acompañadas por instrumentos, y las dos restantes son totalmente instrumentales. Destaca del trabajo realizado la selección de los instrumentos utilizados para su interpretación, siendo bastante fiel a los utilizados en la época. Las canciones en época medieval se recitaban por el propio trovador, quien se acompañaba de instrumentación sencilla como la viola.
Los instrumentos seleccionados para este trabajo son el laúd y la cítola (de cuerda prensada); la viola de arco (de cuerda frotada); el pandero y la darbuka (percusión); además de la flauta de pico y las campanillas. Las canciones han sido interpretadas por Sergio Barcellona, Íñigo Casalí, Enrique Galdeano, Juán López Tabar y Luis Taberna.


Carmenere: el vino chileno emblemático.


La carmenere (en francés carménère) es una variedad de uva plantada originalmente en la región de Médoc de Burdeos, Francia, donde es usada para producir vinos tintos oscuros y a menudo es usada para vinos de mezcla con petit verdot.
Es un miembro de la familia cabernet.El nombre carmenere proviene de la palabra francesa carmin, en referencia al color carmín, por el color del foliage antes de la caída de la hoja. La uva también es conocida como grande vidure, un sinónimo usado históricamente en Burdeos, aunque en la actualidad la legislación de la Unión Europea prohíbe importaciones desde Chile que tengan ese nombre.[3]​ La carmenere está considerada una de las seis uvas tintas originarias de Burdeos, junto con la cabernet sauvignon, la cabernet franc, la merlot, la malbec y la petit verdot.
Hoy no es habitual en Francia y las mayores plantaciones de esta variedad están en Chile, Sudamérica. En 2009 había 8800 hectáreas de esta variedad en la Zona Central chilena. Chile produce la mayoría de los vinos de carmenere disponibles hoy y la industria vinícola chilena está en crecimiento, por lo que se están llevando a cabo experimentos con el potencial que pudieran tener los vinos de mezcla con esta uva, sobre todo con la cabernet sauvignon.
La carmenere también crece en las regiones italianas del Véneto y Friuli-Venecia Julia. También crece en pequeñas cantidades en California y en Walla Walla (estado de Washington), en Estados Unidos.




En los últimos años se ha instaurado entre los enólogos un intenso debate respecto al Carmenere como un vino emblema de nuestra nación. Algunos dicen que lo es y otros que no, pero lo que no podemos negar es que la cepa Carmenere se ha instaurado en Chile como una de las más queridas. Y quién puede decir lo contrario cuando su historia de conservación se encuentra directamente ligada a la de este país.

El maridaje del Carmenere chileno con platos típicos como el charquicán y las humitas ha realzado nuestra identidad ante el mundo de la misma manera que este vino hace con el sabor de las comidas. Acompáñanos a recordar su historia, su vínculo con nosotros y a aprender un poco más sobre esta cepa originaria de Francia pero ya considerada como chilena.

Un poco de historia: De la uva pérdida de Burdeos al vino chileno emblemático.





uva cepa carmenere en vid

La cepa Carmenere es una de las más antiguas de las que se tiene registro, muy cercana a la Cabernet Sauvignon. Su nombre proviene de la palabra carmín (en francés carmin) y se debe al color que toman sus hojas, bayas y el color de su vino. El grano de su uva es esférica color negro azulado y se distribuye en racimos con frutos sueltos, a diferencia del Cabernet, cuyos racimos son más apretados.

Carmenere: el vino chileno originario de Francia.

Puede sonar contradictorio, pero efectivamente, pese a ser considerado el vino chileno emblemático, la cepa Carmenere proviene en realidad de la región de Médoc, en Burdeos, Francia. Su producción era muy abundante en esta zona hasta el siglo XIX, sin embargo, entre los años 1860 y 1870 toda Europa y varias partes del mundo fueron afectados por una plaga llamada filoxera, la cual atacaba las raíces de los viñedos acabando con la producción de muchas variantes, incluyendo la Carmenere.

Una vez erradicada la filoxera, los viticultores intentaron volver a plantar las cepas afectadas pero la Carmenere no tuvo éxito. La sensibilidad que incluso hoy caracteriza la planta, sumada a su escasez y el clima bordelés le impidió volver a desarrollarse. Finalmente, cesó su cultivo y salvo por ciertos especímenes apartados para investigación científica en la Universidad de Bordeaux esta cepa se dio por perdida y prácticamente extinta.
Pasaron aproximadamente 120 años antes de que se descubriera que la cepa Carmenere continuaba viva y no como una rareza, sino con una gran extensión plantada. Tuvo que ser precisamente en nuestro país donde se descubrió que, lo que llamaban “Merlot chileno”, era precisamente la cepa perdida de Burdeos.
Tanto el Carmenere como las otras cepas habían sobrevivido a la filoxera en nuestro país gracias a sus llamadas “barreras naturales”. En otras palabras, al igual que gran parte de las maravillas que nos identifican, el vino Carmenere chileno debe su supervivencia a la Cordillera de los Andes, el Océano Pacífico, el Desierto de Atacama y la Antártica.

La favorable casualidad tras el “vino chileno”

La cepa Carmenere llegó a Chile por una feliz casualidad, pero para comprenderla hay que ir un poco más atrás en la historia. Hasta antes de la independencia de nuestro país no fue posible exportar vino chileno debido a un decreto real que lo prohibía. El conocimiento respecto a la industria y las tecnologías usadas para su producción estaban estancados debido a esta situación.
Sin embargo, tras la consolidación del Estado de Chile comenzaron las libertades de comercio y los grandes viticultores quisieron estar a la altura de las exigencias internacionales. Fue así como desde el año 1850 hubo una verdadera revolución industrial en esta área al interior del país. Los inversionistas y vinícolas importaron una enorme cantidad de maquinaria, invirtieron trayendo enólogos europeos y, lo más importante,  nuevas cepas para la producción de vinos.
Aquí es donde entra en nuestra narración y en la historia nacional el Carmenere. La inexperiencia de la viticultura chilena llevó a confundir esta cepa con la Merlot, plantándolas indiscriminadamente ¡Durante más de cien años lo que hoy conocemos como Carmenere se vendió etiquetado como Merlot!


 De la preocupación al éxito del Carmenere.

La popularidad del vino chileno fue en aumento con los años, pero en 1991 el ampelógrafo francés Claude Vallat puso en un verdadero aprieto a la industria. Tras mirar las hojas de vid en Chile aseguró ante todos que el vino que se exportaba como Merlot en realidad no era tal. Sin embargo, no pudo definir cuál era la cepa identificada como diferente, llegando incluso a confundirla con Cabernet.
Los viticultores chilenos se vieron en un aprieto ya que no sabían cómo etiquetar el producto a partir de la observación del francés. Durante tres años se dedicaron a etiquetar y apartar las vides desconocidas. Finalmente, en 1994 un discípulo de Claude Vallat llamado Jean-Michel Boursiquot descubrió la verdad: la cepa Carmenere no estaba extinta. Hoy sabemos que esta cepa lleva más de ciento cincuenta años con nosotros, pero no hace más de  treinta que supimos su existencia.

La importancia del vino Carmenere en Chile.

Toda esta historia ha hecho que los chilenos consideremos el vino Carmenere como un emblema. Desde su identificación en el año 1994 y su oficialización en 1998 se han cambiado los procesos de vinificación con el fin de aprovechar al máximo sus características de maduración. Hoy Chile posee un 95% de las vides de esta cepa a nivel mundial, lo que además de volvernos líderes en su producción, también nos hace dueños de un importantísimo patrimonio vitivinícola. 
Esta cepa necesita un clima templado, con mucho sol para su óptima maduración. Por esta razón, en nuestro país es posible encontrar productores de Carmenere principalmente en los valles de Maipo, Cachapoal y Colchagua. Sin embargo, y aunque en menor medida, otros países como Francia, Italia, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos también la tienen entre sus viñas.

Vino Carmenere: el mejor para degustar las comidas típicas.


Una de las cosas que hace que el Carmenere sea un vino amado por todos los chilenos es el hecho de poder ser maridado con comidas típicas de nuestro país. Los expertos aseguran que su degustación puede acompañarse con platos tan comunes como el charquicán, las humitas y el pastel de choclo. Asimismo, también hay quienes dicen que esta cepa es una delicia acompañada del clásico choripán y el costillar de cerdo con puré picante o con merkén.
En cambio, si deseas hacer una degustación con otro tipo de alimentos, te sugerimos acompañarlo con comidas especiadas como la mexicana o coreana. También recomendamos maridar con carnes rojas magras, carnes blancas y pescados grasos. Si aún no decides cómo beberlo, recuerda siempre consultar la etiqueta del vino o la página de su productor en busca de recomendaciones más específicas según la cosecha.
Desde el 2014 todos los 24 de noviembre se celebra el Día Mundial del Carmenere. Ahora que conoces su historia puedes compartir un delicioso vino Carmenere chileno con familia y amigos. La anécdota que acabas de leer de seguro los sorprenderá y generará una grata conversación.
Si deseas degustar un buen ejemplar para este día, te recomendamos nuestro Laura Hartwig Single Vineyard Carménère que obtiene su complejidad de las barricas donde el vino es guardado hasta su madurez. Este es un vino elegante y de calidad excelente que podrás maridar de manera muy sencilla debido a la versatilidad de la cepa.
Anímate a probarla con la comida que más te guste, pero pon mucha atención a la temperatura ideal. Para que su sabor sea aprovechado al máximo, se sugiere beber el vino Carmenere entre 16° a 18° Celsius.

Teniendo esto en cuenta, el resto es solo disfrutar del vino chileno emblemático.


Características.

El vino de carmenere tiene un color rojo oscuro y aromas a frutas rojas, especias y cerezas. Los taninos son más suaves que en los vinos de cabernet sauvignon y tiene un cuerpo medio.
A pesar de ser usada sobre todo como uva de mezcla, hay bodegas que embotellan vinos varietales de carmenere que, cuando se hacen de uvas que han madurado de forma óptima, tiene un sabor afrutado «acerezado», con notas ahumadas, especiadas y terrosas y tienen un color oscuro similar al del carmín. Si también tiene reminiscencias a chocolate negro, tabaco y cuero. Este vino es mejor cuando es joven.


Champaña.


El condado de Champaña y de Bría fue una entidad feudal, dependiente del antiguo reino de Francia, cuyos titulares tenían la consideración de uno de los seis Pares de Francia primitivos, el más alto rango nobiliario del reino.
El condado formaba parte de las posesiones de los condes de Meaux y de Troyes hasta que a mediados del siglo XII resultó dividido entre los herederos del conde Teobaldo II. Enrique I de Champaña heredó la llamada luego provincia de Champaña mientras que sus hermanos menores, Teobaldo y Étienne de Sancerre se repartieron diferentes dependencias que quedaron adscritas al condado de Blois.
Los condes de Champaña alcanzaron y disfrutaban del poder económico e influencia resultantes de la estratégica situación geográfica del dominio donde las llamadas ferias de Champaña gozaban de relevancia en la región, destacando en particular la celebrada en la ciudad de Troyes.

Champán en copa tradicional de vino. Algunos especialistas aconsejan la copa tradicional de vino -tipo sirah- ya que su altura evita la desaparación rápida de aromas y su anchura facilita la aireación, oxigenación u oxidación que amplía los matices y abre el vino. Si la copa es muy alta se recomienda que sea con forma de tulipa para permitir la evolución de las burbujas de CO2 y la apertura de aromas. Se desaconseja la copa plana y ancha o pompadour, ya que su gran boca facilita la pérdida de burbujas y aromas y en ella el champán se calienta con rapidez.
Los viñedos de la región de Champagne junto con los de Burdeos y Borgoña, son sin duda uno de los pilares de vino francés y su reputación internacional. Hay mucho que agradecer al monje benedictino Dom Perignon, el descubridor de la forma para dar vida a los vinos espumosos que utilizamos en los momentos festivos la mayor parte del planeta, gracias a una doble fermentación.

El champán o champaña (en francés, champagne) es un tipo de vino espumoso elaborado conforme al método champenoise en la región de Champaña, en el noreste de Francia. Está protegido dentro de la Unión Europea como una denominación de origen protegida. El champán es un vino blanco o rosado espumoso elaborado con una mezcla (coupage o ensamblaje) entre las uvas chardonnay, pinot meunier, pinot noir, pinot gris, pinot blanc, arbanne y petit meslier.
Aunque la denominación de champán es exclusiva de la región de Champaña protegida por regímenes de calidad en la Unión Europea, popularmente se utiliza el término champán para denominar a los vinos espumosos elaborados en muchas regiones del mundo, entre ellos el cava.​
Se recomienda beber el champán a una temperatura entre 5 y 7 grados, en copa de vino o copa alta en forma de tulipa, se desaconseja la copa plana tipo pompadour.

Historia del champán

El nombre viene de la región de Champaña, en el noroeste de Francia, aunque ya era conocido por los romanos con el nombre de vinum titillum. En el siglo XV era conocido por este nombre en París, aunque no en su región de origen donde el término champagne designaba a las tierras baldías.
Durante el siglo XVII se populariza en las cortes inglesa y francesa gracias al impulso de algunas familias de esta región. Hacia 1660 se comienza a embotellar poco antes de terminar la primera fermentación, a fin de conservar mejor sus aromas, pero a consecuencia de ello aparecen las burbujas, sobre todo en los vinos pálidos, de baja graduación y embotellados en el equinoccio de primavera. Esta efervescencia fue, en un principio, una fuente de preocupaciones para los productores que lo denominaron vino del diablo y salta-tapones, ya que las botellas estallaban y los tapones saltaban. Gracias a la popularidad que tenía en Inglaterra no se abandonó su producción y se buscaron soluciones para controlar su fuerza en la botella.
En 1670 el monje dom Pérignon, de la abadía benedictina de Hautvillers, introdujo una serie de cambios, tales como la selección de la uva, el corcho cónico sujeto con una grapa metálica y las botellas de vidrio más grueso que evitaban estallidos y que los tapones saltaran. A pesar de los muchos esfuerzos del monje el origen de las burbujas continuó siendo un misterio hasta que Louis Pasteur estudiase la fermentación en el siglo XIX.
Hay evidencias de que la primera firma de champán la fundó Nicolas Ruinart en 1729 en Épernay: maison Ruinart. A lo largo del siglo XVIII, el champán comienza a adquirir renombre internacional, gracias a la promoción hecha por productores como Claude Moët o Florenz-Louis Heidsieck.
 En el siglo XIX se añadieron productores como la familia Bollinger o Pierre-Nicolas-Marie Perriet-Jouët. 
Algunas damas continuaron la labor de producción tras la muerte de sus maridos, entre otras la Sra. Pommery, la Sra. Terrier y la Sra. Clicquot -Veuve Clicquot, conocida como la "Grande Dame de Champagne"-, que también contribuyeron a la notoriedad del champán. Incluso Talleyrand (Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord) lo describió como el «vino de la civilización».


En el siglo XIX cuando la producción de Champagne paso de 300.000 botellas en el año 1800 a 20.000.000 50 años más tarde. Durante mucho tiempo Champaña (Champagne) y Borgoña compitieron por el dominio del vino en Francia hasta el punto de casi llegar a la guerra Civil, que se apaciguó porque los productores del vino de Champagne dejaron de producir el vino normal para centrarse en la producción del chispeante y efervescente champán. A medida que las burbujas se hicieron más populares, los médicos de toda Francia y Europa hablaron y escribieron sobre los beneficios para la salud por las burbujas, hasta el punto de decir que valía para curar la malaria.



En 1927 se establecieron los límites vinícolas de la región de Champagne dividiendolo en 5 zonas, el Aube, Côte des Blancs, Côte de Sézanne, Montagne de Reims y Vallée de la Marne. Son unas 35.000 hectáreas, que debido a la gran demanda mundial y que toda la zona ya está plantada, obligó en el 2008 a revisar la legislación para llegar a la decisión de aumentar la plantacion de la AOC en 40 aldeas más, cuyo producto se comercializará según las previsiones en 2021.
Geograficamente hablando el terreno de está región es de tiza belemnita lo que permite que el suelo absorba el calor del astro rey y lo libere por la noche contribuyendo a la finura y ligerreza propia del vino de Champaña (Champagne). En Aube como excepción los suelos son principalmente arcillosos. 
El clima fresco con temperaturas medias en juliono pasan de 18º, produce altos niveles de acidez, algo ideal para el vino espumoso.
Las variedades principales de uvas en la región son Chardonnay, Pinot noir y Pinot Meunier.



Teobaldo I, el poeta que quiso ser rey.


La biografía de Xabier Irujo del rey Teobaldo I de Navarra nos acerca a la vida de un hombre típicamente medieval, a una vida de fuertes contrastes. Hijo y heredo de un padre al que no conoció, fue educado en los valores de la corte de París, corroída por la corrupción, donde la lealtad era un principio tan deseado como extraordinario. 
Como conde de Champagne y de Brie, era uno de los doce pares de Francia, pero en tres ocasiones tomó las armas contra su rey, y tres veces fue perdonado. Marido de fortuna y amante fiel, fue soldado en guerras que despreció y, cruzado por accidente. Conoció el éxito de sus campañas a pesar de sus estrepitosos fracasos militares y regresó de la Cruzada con un racimo de uvas de Chardonnay y la rosa de Damasco. 
Al convertirse en rey tuvo que aprender acatar la ley. Pero la corona de Navarra le permitió dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, la música y la poesía. Murió excomulgado, pero fue enterrado en la catedral de Pamplona, donde ya no descansan sus restos.
Hijo de Blanca de Navarra y sobrino de Sancho el fuerte, el último de la saga de los Semenoitz, Teobaldo luchó por sus derechos y fue coronado en Pamplona, en mayo de 1234. Las Cortes y pueblo lo recibieron con los brazos abiertos:

 "Fue su entrada en Pamplona de grande y universal alegría... y lo que puede mucho con el pueblo, que se gana por los ojos, viéndole de semblante agraciado, gentil disposición, y en edad floreciente, sufridora de cualquier [tipo de] trabajos, que pudiesen ofrecerse por la república".

Las Cortes le exigieron jurar los fueros. Este conjunto de normas legales que limitaba extraordinariamente el poder del rey, fueron escritas en lengua romance para que Teobaldo, monarca "de extraña nación y de extraño lenguaje", tuviese conocimiento exacto de sus prerrogativas, derechos pero también de sus deberes como monarca del reino pirenaico.

Convertirse en rey de los navarros resolvió muchos de sus problemas: Ahora era demasiado poderoso como para que ningún otro de los pares de Francia discutiera sus derechos y eso le permitió dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, la música y la poesía. El estado navarro poseía una rica tesorería y, en el ámbito cultural, Navarra era un país que, tras la explosión artística del románico, abría sus puertas a un gótico que daría algunas de las maravillas arquitectónicas de la Europa de su época y la capilla de música de la catedral, creada en 1206. Según Alberic de Trois-Fontaines, Sancho el fuerte dejó una biblioteca de 1,7 millones de libros. Navarra era un buen trono para Teobaldo, prestigioso músico y poeta, conocido con el sobrenombre de "faiseur de chansons".

Teobaldo era un trovero o trouvère que escribió sus trabajos en langue'oïl frente a los trovadores provenzales que cantaban en la lengua de oc (langue d'oc). Su abuela Marie de Champagne fue en tres ocasiones regente de la corte de Aliénor d'Aquitaine en Poitiers. Es muy posible que Teobaldo conociera a Chrétien de Troyes, uno de los grandes poetas de la corte. Según el autor de las Crónicas de Saint-Denis Gace Brulé enseñó a Teobaldo el arte del verso y escribió que ambos "escribieron las canciones más bellas, deliciosas y melodiosas que se han oído".

Se conservan 62 composiciones de Teobaldo y existen otras pocas atribuibles y atribuidas al autor, lo que constituye uno de los corpus más numerosos de cuantos se han conservado de trovadores o troveros. Xabier Irujo, autor del libro sobre la vida y obra de Teobaldo, ha transcrito y traducido la obra original del autor conservada en catorce manuscritos medievales.

Se trata de un corpus de poemas cortesanos, pastoriles, religiosos y de cruzada, pero la gran mayoría de las composiciones del rey, un total de 37 (el 60% del corpus poético), son cantos de amor. Teobaldo se aferró a los patrones líricos, estéticos y métricos del amor cortés según los cuales el amante debía respeto, obediencia y sumisión al amor. Lo mismo que un conde se debía a su señor y un cruzado a su Dios, el amante se debía emplear siempre en su servicio al amor. Amar no era en este contexto una inclinación o una opción, sino un deber. El caballero debe servir a la amada y ser más obediente con ella que con cualquier otra persona, incluida su propia esposa.

Y es que la dama de los poemas de Teobaldo no goza del "amor bendecido por el sacramento del matrimonio". De hecho, algunos autores sostienen que Teobaldo compuso algunos de sus poemas a la reina de Francia, Blanca de Castilla, con quien ciertos caballeros contemporáneos le acusaron de mantener relaciones íntimas. En este sentido el "buen amor", "sincero y honrado", no es el amor conyugal sino "la atracción y el sentimiento de amor verdadero que une a ambos amantes"; el hecho de que sea extraconyugal es simplemente un accidente. El buen amor es fundamentalmente sentimiento sincero y, por tanto, es siempre leal.

Al margen de las composiciones amorosas, el género que más atrajo el interés del poeta fue el de los debates, que constituyen el 21% de su obra. Compuso un total de 9 jeux-partis y otros 5 débats sobre el amor y el honor caballerescos y es uno de los grandes exponentes de este particular género literario. La estructura de los jeux-partis era bastante rígida: El poeta planteaba un dilema a su contrincante dialéctico en la estrofa inicial (el "desafío") y este último elegía una posición (la "parte") en la segunda estrofa. Posteriormente, cada contrincante alternaba una estrofa. Un buen ejemplo es Sire, ne me celez mie, en el que Teobaldo platea a su contrincante lo siguiente: ¿Qué es más apetecible, que vuestra amada os conceda que os encontréis con ella y os acostéis desnudo a su lado de noche, pero sin poderla ver o, que os bese de día y ría con vos en un hermoso prado, y os abrace, pero sin concederos otros favores? En otra composición, Rois Thiebaut, sire, en chantant responnez, Teobaldo pregunta: Si una hermosa dama a la que amaseis más que a nada amase a otro hombre, ¿la llevaríais en vuestros brazos a la casa de aquél o invitaríais a aquél a yacer con ella en vuestra propia casa?...

Algunas de sus obras son composiciones de gran dramatismo, profundidad y lirismo, y de gran actualidad. Es el caso de Au tens plain de felonnie, probablemente una de las obras cumbre del autor. Escrito a la vuelta de la cruzada de 1239, se trata de una crítica a la guerra y al sufrimiento y atrocidades que les son consustanciales, y de las cuales Teobaldo fue testigo:
 "En un tiempo lleno de engaño, envidia y traición, agravios y ultrajes, sin bondad ni cortesía, y cuando nuestros barones hacen que el mundo entero empeore, cuando veo excomulgados a los que demuestran mayor juicio, deseo cantar una canción..."

Y concluye sin reservas:

 "El reino de Siria nos reclama a grandes voces que nos arrepintamos; por Dios, no vayamos allí, que solo hacemos un gran mal".

El corpus poético de Teobaldo constituye una de las obras cumbre de la literatura y de la música medievales. Según una crónica de la época, Teobaldo tenía sus canciones grabadas en las paredes del castillo en Provins, en Champagne, y es muy posible que Le chansonnier du roi, el cancionero que Xabier Irujo ha transcrito para Ekin, fuera copiado de los muros de piedra de Provins, bajo la supervisión del propio Teobaldo.



Reino de Navarra.



Al inicio de su reinado, Sancho VI el Sabio (1150-1194), debió enfrentarse a dificultades que lo impulsaron a realizar reformas jurídicas y administrativas destinadas a mejorar la hacienda real. Castilla estaba empeñada en la conquista del territorio de La Rioja desde el siglo X. En 1176 Sancho VI y Alfonso VIII de Castilla, tras firmar una tregua, admitieron al rey de Inglaterra Enrique II como árbitro, éste emitió el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra en marzo de 1177, por el cual Navarra perdía casi todo lo que actualmente es La Rioja, pasando a poder de Castilla. Sancho VI funda con fuero de villa la ciudad de San Sebastián en 1180.
La expansión territorial por el sur tenía como principal tenencia la fortaleza de Albarracín, encomendada a la familia de linaje navarro de los Azagra, que mantuvieron de facto la independencia de Castilla y de Aragón desde 1170, llegando a crear un obispado propio. Tras el fracaso de conquista por parte de Jaime I en 1220, Pedro III de Aragón la conquistó en 1285 tras sitiarla, pasando definitivamente a la Corona de Aragón en 1300. Con esta conquista Navarra pierde definitivamente cualquier posibilidad de expansión territorial hacia el Mediterráneo.
El hijo de Sancho VI, Sancho VII "el Fuerte", rey de Navarra entre 1194 y 1234, Navarra perdió por conquista del territorio occidental y la Navarra marítima: (Duranguesado, Álava y Guipúzcoa) a manos de la corona de Castilla, aliada con la corona de Aragón y que habían firmado numerosos tratados para repartirse el reino de Navarra. La ciudad de Vitoria tuvo que soportar un duro asedio de varios meses, liderada por Martín Ttipia, hasta su rendición. En 1212 Sancho VII participó en la Batalla de Las Navas de Tolosa junto a otros monarcas peninsulares con la intención de conseguir prestigio entre los reinos cristianos y poder negociar la devolución de sus territorios perdidos. En esta batalla se fraguó siglos después la leyenda del rey cortando las cadenas que protegían la tienda del rey Miramamolín y que se asocian a las cadenas del escudo de Navarra. Durante su reinado recibió el vasallaje de la nobleza de los valles de Baja Navarra incorporándose ese territorio a Navarra.

Dinastía de Champaña y Capeta

A la muerte sin descendencia de Sancho VII, subió al trono en Tudela el 7 de abril de 1234 su sobrino Teobaldo I el Trovador, iniciando la dinastía de Champaña. Selló pactos con Castilla, Aragón e Inglaterra, que le permitieron consolidarse en la corona.
Ante la imposibilidad de establecer su corte en Pamplona por ser ciudad episcopal, construye un castillo y establece su residencia en la población de Tiebas. Los abusos e incumplimientos de fueros y usos realizados por su antecesor crearon un ambiente hostil, de prevención, a su llegada. Los infanzones, ricohombres y nobles, organizados en las Juntas de Infanzones de Obanos lograron del monarca la firma de la ratificación de sus derechos, fueros, usos y costumbres en el Fuero General, vinculando la libertad de sus gentes a la propia libertad del reino en el famoso lema: Pro libertate patria, gens libera state. Estos hechos son similares al proceso que obligó al rey de Inglaterra Juan sin Tierra a firmar la Carta Magna.
Teobaldo II el Joven, heredó el trono en 1253 con tan sólo catorce años de edad. Continuó con la mejora de la administración de ingresos y gastos del reino ya iniciados por su antecesor, realizando el primer censo de población del reino, cuya cifra aproximada se situó en más de 30.000 fuegos, unos 150.000 habitantes. Las cuentas de 1266 permiten concluir que el 6,75% de las ingresos se dedicaban a burocracia civil, el 33,84% a la administración militar y el 59,6% al rey y su gestión. Participó en la octava Cruzada contra Túnez promovida por su suegro San Luis de Francia donde murió.
Su sucesor Enrique I el Gordo tuvo un corto reinado entre 1270 y 1274, y la corona pasó a su hija Juana I, que sería reina de Francia entre 1285 y 1305 por su boda con Felipe el Hermoso rey de Francia. Reina con apenas tres años de edad, actuó de regente su madre y esta situación supuso un aumento de las presiones de castellanos, aragoneses y franceses por casarse con la heredera, finalmente se concertó matrimonio con el heredero de Francia. Por disposición testamentaria de la reina Juana en 1304 se funda el Colegio de Navarra de París centro docente de la universidad parisina, de gran prestigio intelectual hasta su desaparición en la Revolución francesa.
Su primogénito, Luis I de Navarra, comenzó la dinastía Capeta en Navarra. Según otras versiones, fue su esposo quien siguió como rey de Navarra, no gobernando el hijo hasta la muerte de su padre en 1314, cuando se convirtió en Luis I de Navarra y X de Francia. Denominado Luis le Hutin (el obstinado) construyó un castillo para la defensa de Pamplona situado en un ángulo de la actual Plaza del Castillo.
Los tres hijos de Juana y Felipe:Luis, Felipe y Carlos fueron sucesivamente, y a un tiempo, reyes de Francia y Navarra, ya que todos murieron sin descendencia. Al morir Carlos, se planteó en Francia un problema sucesorio que llevaría al estallido de la Guerra de los Cien Años; sin embargo, en Navarra no tenía vigencia la ley sálica, es decir, que las mujeres no quedaban excluidas de la sucesión al trono, lo que permitió que una hija de Luis I, Juana II fuese Reina de Navarra entre 1328 y 1349.
Los Capetos no residieron en Navarra y su forma de gobierno fue mediante gobernadores con plenos poderes, no siempre respetuosos con los fueros, usos y costumbres del Reino. Fueron continuas las protestas de agravio de las Cortes e incluso consideraron a la dinastía aragonesa como alternativa para trono de Navarra. El capítulo más sangriento fue la Guerra de la Navarrería en 1276 narrada por Guilhem de Anelier donde este Burgo de Pamplona quedó completamente en ruinas por más de cincuenta años.

Dinastía Evreux

Juana había contraído matrimonio, a los seis años, con Felipe de Évreux, con doce años, de manera nacía una nueva dinastía: Casa de Evreux. En su reinado se "amejoró" el fuero y tuvo lugar la creación de algunos órganos de gobierno, como el Consejo Real que colaboró con el rey en tareas legislativas y judiciales como tribunal superior de justicia, así como la Cámara de Comptos, siguiendo el modelo de la Cámara de Comptos de París, y encargada de la recaudación de impuestos y de la hacienda regia.
Carlos II el Malo, rey de Navarra de 1349 a 1387, fue protagonista de una desmedida política internacional que desbordó los limitados recursos del reino. El ejército castellano cerca Pamplona viéndose Carlos obligado a firmar el Tratado de Briones en 1379 que permite a Castilla retener durante casi una década una quincena de plazas navarras que había conquistado en la guerra, lo que supuso el final de las ambiciones políticas del rey. Esta política oscilante e incoherente se explica por la necesidad de mantener un precario equilibrio con las potencias que rodeaban Navarra: Castilla, Aquitania inglesa (salidas al mar), Aragón y Francia, todas y cada una capaces por sí mismas de anexionarse el pequeño Reyno de Navarra.
Carlos III el Noble Su matrimonio con Leonor de Trastámara, hija del rey Enrique II de Castilla, en 1375 puso fin a los conflictos entre ambos reinos y creó una relación de amistad que continuó en tiempos de los reyes de Castilla Juan I y Enrique III. Procuró la distensión de relaciones con Castilla, Aragón, Francia e Inglaterra mediante una política de colaboración, apoyo al papado de Aviñón y relaciones matrimoniales. Instituyó el título de Príncipe de Viana en 1423 para los herederos al trono del reino navarro, siendo el primero su nieto Carlos.

Destacó como impulsor de las artes, pues concluyó la catedral gótica de Pamplona e hizo edificar los palacios reales de Tafalla y de Olite, donde murió en 1425. Fue el unificador de Pamplona bajo el llamado "Privilegio de la Unión" en 1423 que puso fin a las guerras de Los burgos de Pamplona.
Heredó el trono su hija Blanca I, en 1402 contrajo matrimonio con Martín el Joven, rey de Sicilia y heredero de la Corona de Aragón. Muerto éste en 1409 pasó a gobernar dicha isla, regresó a Navarra y contrajo matrimonio en segundas nupcias con Juan II de Aragón.
De la unión con Juan II de Aragón nació su hijo Carlos, príncipe de Viana, quien, según las capitulaciones matrimoniales de 1419, debía heredar el reino de Navarra a la muerte de su madre. Pero al morir doña Blanca, su esposo usurpó el trono navarro, alegando entre otras razones el testamento en el que la reina recomendaba a Carlos que no se hiciese coronar sin consentimiento de su padre.

Carlos de Viana, declaró la guerra a su padre, lo que supuso una guerra civil en Navarra, Carlos reclutó el apoyo de Luis de Beaumont (Beaumonteses) y del propio condestable castellano, Álvaro de Luna. Juan II era apoyado por los Agramonteses, ambas facciones disfrutaron del apoyo de las facciones guipuzcoanas de Gamboínos y Oñacinos respectivamente. Dicha guerra interna persistió a la muerte de Carlos en 1461 y también a la de Juan II en 1479.
Pero Juan II le derrotó una y otra vez, al tiempo que se casaba con la castellana Juana Enríquez en 1447 que le daría un hijo, el futuro Fernando el Católico.
Diego Ramírez de Ávalos de la Piscina, historiador del siglo XVI, atribuía al primer príncipe de Viana la divisa de Utrimque roditur («por todos lados me roen»)[26]​ que, aplicada a Navarra, refleja la débil situación del reino desde el fallecimiento de Carlos III (1425). Castilla llevaba décadas rondando las fronteras de Navarra y recién iniciado el reinado de Blanca I se inició una guerra donde «Navarra iba a ser víctima de pleitos que le eran totalmente ajenos.»[

En 1423 el rey navarro Carlos III el Noble había instaurado el principado de Viana que incluía territorialmente la totalidad de la Sonsierra de Navarra además de otras plazas. Poco más tarde, durante las guerras civiles de Navarra, una parte de dicho principado cae en manos castellanas para ya no retornar nuevamente al reino pirenáico.
En 1461, Enrique IV, primo y cuñado del príncipe de Viana, ayudó a este a recuperar el trono de Navarra; consiguió la rendición de Laguardia, San Vicente, Viana y Los Arcos, que ocupó Gonzalo Saavedra con el ejército castellano. Fallecido Carlos, su hermana Blanca se postula como heredera del reino aunque cuenta, al igual que su hermano, con el impedimento del padre, Juan II.
En la sentencia arbitral de Bayona, de Luis XI de Francia, en 1463, para dirimir las cuestiones surgidas entre Castilla y Aragón, la Sonsierra y el partido de Los Arcos, quedaron en prenda para ya no volver a la corona de Navarra.​ En 1462, el conde de Foix, esposo de doña Leonor en Navarra, aprovechando la crisis castellana, se apoderó de Calahorra e intentó penetrar en Alfaro, para exigir la devolución de Los Arcos y la Sonsierra; llegó a las puertas de Alfaro sin más éxito y al fin hubo de evacuar Calahorra. En 1466, Enrique IV ordenó a los habitantes de la Sonsierra que accedieran a la Hermandad de Álava para luchar contra las partidas de ladrones y malhechores que se refugiaban, saltando a esta parte desde Álava.
El 16 de enero de 1475, siendo ya rey consorte de Castilla Fernando, su padre le indica que «es el momento de devolver a Navarra las villas y lugares de la Sonsierra, que habían sido dadas en rehenes a Enrique IV, pero nada estaba más lejos de los puntos de vista de su hijo.»
Aunque los reyes de Navarra reclamaron repetidas veces las tierras de la Sonsierra a don Enrique y después a Isabel y Fernando, no sólo ellas, sino toda Navarra, sería ocupada por Fernando en 1512 y anexionada a la corona de Castilla.

Dinastía Foix

Leonor I de Navarra, condesa de Foix la casarse en 1441 con Gastón IV de Foix, pasa a ser instrumento del rey aragonés en contra del resto de sus hijos. Al impedir Juan II asumir la herencia de Blanca I a su hijo Carlos, Príncipe de Viana y caer en desgracia la otra hija, Blanca, hizo proclamar herederos del reino a Leonor y a Gastón, e instituyó gobernadora general del reino a Leonor, que se estableció en Sangüesa. Leonor en su testamento dispuso que fuera heredero Francisco I de Foix ("Febo"), su nieto, recomendándole que adoptara la protección del rey de Francia. Durante su breve reinado ejerció la regencia su madre Magdalena de Francia, hermana del rey Luis XI de Francia. Al principio de su regencia (1479) consiguió que Agramonteses y Beaumonteses firmasen la paz en Aoiz, la regente creyó haber conseguido la paz definitiva, sin embargo resultó efímera. Este es el origen del escudo de Aoiz, las dos banderías, simbolizadas por espadas que quedan debajo de la corona real.
La prematura muerte de Francisco (1483) convirtió a Catalina de Foix, su hermana, en reina de Navarra. Doña Magdalena continuó en la regencia los primeros años. Hubo fuertes presiones del rey católico para acordar la boda de Catalina con Juan príncipe de Asturias recién nacido. El matrimonio de Catalina se convirtió en cuestión de delicada diplomacia en una coyuntura de ambiciones territoriales sobre Navara, tanto de Francia, como de la unión Castellano-Aragonesa. Finalmente la opción fue Juan III de Albret (1484), que contaba con el beneplácito del rey de Francia.
Fernando el Católico aumentó el acoso sobre el reino y sus monarcas. La guerra civil de Navarra estaba en su fase más cruenta. Ya nadie recordaba cómo había empezado, ya no existía un enfrentamiento dinástico entre el Rey Juan y su hijo Carlos el Príncipe que la originó. Ahora los Beaumonteses, liderados por Luis de Beaumont, Conde de Lerin, Condestable de Navarra, eran utilizados por Castilla para sus fines y los Agramonteses que rodeaban a los reyes de Navarra, ocupando los más importantes cargos del reino como Juan de Jaso, Señor de Javier, presidente del Real Consejo o el Mariscal Pedro de Navarra, con claro apoyo del rey de Francia.
La guerra civil asolaba campos y villas, como Rada que resultó destruida y abandonada; se practicaba el sabotaje con talas de arboledas y viñas, quema de aldeas; los cargos públicos se concedían por bandería y reinaba la corrupción moral con traiciones, deslealtades, robos y crímenes.
La guerra quedó abierta entre el Rey Juan Albret y el Conde de Lerín, decretándose el embargo de todas las haciendas del Conde que salió exiliado a Castilla. Quedó bajo la protección de Fernando que le recompensó con el marquesado de Húescar y el feudo de la Puebla de Don Fadrique en Granada. Sin embargo el de Lerín continuó el acoso al Rey con conquistas y sitios de pueblos y ciudades. En el sitio de Viana murió César Borgia, duque de Valentinois, hijo del Papa Alejandro VI, que debiendo huir de Roma por la persecución del Papa actual, se había refugiado en Navarra bajo la protección de Juan de Albret su cuñado.
El difícil equilibrio internacional de Navarra se vio definitivamente roto al declarar la guerra a Francia la coalición de Castilla e Inglaterra que suponía para Navarra, tanto neutral como beligerante, una guerra que le iba a afectar.

La conquista de Navarra (1512)

Fernando el Católico, aprovechando el apoyo que le ofrecían los Beaumonteses, invadió el Reino el 21 de julio de 1512. Un ejército castellano con guías Beaumonteses entró en Navarra desde Álava, al mando de Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, segundo duque de Alba.
Para esta acción, se argumentó que los reyes de Navarra habían firmado el tratado de Blois con el rey de Francia, por el que se afirmaba «ser enemigos de mis enemigos», habiéndose convertido por tanto Navarra en un estado beligerante y no neutral en la guerra de Castilla e Inglaterra contra Francia. Fernando el Católico consiguió que el papa Julio II excomulgara a los reyes de Navarra, en las bulas Exigit Contumacium y Pastor Ille Caelestis, y por tanto quedaban desposeídos del reino, por las connivencias de la casa real navarra con el protestantismo que se estaba extendiendo por el sur de Francia y su alianza con el monarca francés, declarado cismático en el V Concilio de Letrán. A ello se sumaron a las negociaciones para casar a su primogénito Enrique, Príncipe de Viana, con una hija de Luis XII de Francia.
El hecho de que Pamplona, la capital, dominada por el bando beaumontés, se rindiera en tres días (cayó el 25 de julio), determinó el control total en el reino. En otros lugares, la resistencia fue mayor: Lumbier hasta el 10 de agosto, Estella hasta agosto, Roncal hasta el 9 de septiembre, al igual que Tudela, que fue el mayor bastión agramontés, donde para tomarlo tuvieron que venir fuerzas de Aragón. Los reyes navarros Juan y Catalina se refugiaron en sus dominios del Bearne.
En 1513, las Cortes de Navarra, convocadas en Pamplona por el virrey castellano y sólo con la asistencia de beamonteses, nombraron al rey de Aragón Fernando el Católico rey de Navarra. El 7 de julio de 1515 las Cortes de Castilla en Burgos, sin ningún navarro presente,[35]​ anexionan el Reino de Navarra al de Castilla. El nuevo rey se comprometió a respetar los fueros del reino.
La ocupación castellana fue total, tanto la Navarra Continental como la Peninsular, sin embargo, en Baja Navarra, el control militar siempre fue más precario y la conquista de la Alta Navarra no finalizó con la invasión, ya que Catalina de Foix y Juan III de Albret, y posteriormente Enrique II, apoyados por los monarcas franceses, hicieron hasta tres intentos militares de recobrar el reino.
El primero lo realizaron ese mismo año, en noviembre, cuando un ejército de navarros Agramonteses, franceses y mercenarios se adentraron en el reino con 15.000 hombres al mando de Juan de Albret y el general La Palice. Varias ciudades del interior se alzaron, como Estella, Villamayor de Monjardín y Tafalla, llegando a sitiar Pamplona del 3 al 30 de noviembre. Ante la llegada de refuerzos castellanos por el Perdón, se realizó un asalto precipitado el 27 de noviembre de Pamplona, que fracasó. Debido a la proximidad del invierno, las tropas navarras iniciaron la retirada hacia el Baztán. En el puerto de Velate, la retaguardia fue sorprendida por fuerzas castellanas, en las que predominaban guipuzcoanos oñacinos, al mando de López de Ayala. La batalla de Velate terminó con la derrota y pérdida de más de mil hombres y doce piezas de artillería de los navarros. Hasta fechas recientes han figurado en el escudo de Guipúzcoa las doce piezas de artillería en recuerdo de la gesta.
La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando la muerte de Fernando el Católico y la complicada sucesión castellana. El ejército, al mando del mariscal Pedro de Navarra, mal pertrechado y equipado, fue derrotado en el Roncal por el coronel Cristóbal Villalba. El mariscal fue hecho prisionero y moriría asesinado en el castillo de Simancas en 1522. Para evitar posteriores problemas, el cardenal Cisneros, regente de Castilla, ordena eliminar todos los lugares defensivos de Navarra, exceptuando los estratégicos y los pertenecientes a los aliados beaumonteses, debido a la imposibilidad de defender con el ejército castellano todos los castillos. Orden que fue cumplida salvo en el caso del castillo de Marcilla por la férrea oposición mostrada por Doña Ana de Velasco, marquesa de Falces.
Al no prosperar la vía militar, se intentó la diplomática. Así tuvieron lugar dos encuentros entre las partes, en Noyón (1516) y Montpellier (1519), que no arrojaron ningún éxito, por lo que los reyes navarros, apoyados por Francia, realizaron un último intento bélico.
En 1521, aprovechando la Guerra de las Comunidades que asolaba Castilla, y reinando Enrique II, que contaba con el apoyo incondicional de su cuñado Francisco I de Francia, tuvo lugar un alzamiento generalizado en toda Navarra, incluyendo las ciudades beaumontesas, al tiempo que un ejército franco-navarro que vino por el norte, consiguió reconquistar toda Navarra.
Sin embargo, el ataque se había demorado demasiado, no produciéndose hasta mayo, cuando en abril los comuneros habían sido aplastados por las tropas reales. Además, en vez de consolidar la victoria, el ejército navarro quiso entrar en Logroño, lo que permitió que el ejército castellano se reorganizara con tres cuerpos de ejército. Finalmente, el ejército navarro se constituyó en un ejército de ocupación de facto, impidiendo el retorno del rey Enrique a Pamplona, lo que causó el descontento popular.

Recuerdo a la resistencia

El enfrentamiento se produjo en la cruenta batalla de Noáin (30 de junio de 1521), a las afueras de Pamplona, donde no menos de 5.000 combatientes perdieron la vida. Tras esta derrota, los restos del ejército franco-navarro se dispersaron, aunque hacia octubre algunos combatientes se hicieron fuertes en el castillo de Maya (valle de Baztán), donde resistieron hasta el 19 de julio de 1522 y en Fuenterrabía, que resistió hasta marzo de 1524.
​ En diciembre de 1523, Carlos I decretó un perdón para los sublevados, excluyendo a unos setenta miembros de la nobleza navarra. Tras la caída de Fuenterrabía, el emperador decretó un nuevo perdón, incluyendo a los excluidos del anterior, a condición de que se le prestase juramento de fidelidad. Así terminaron los intentos tanto por recobrar la independencia de la Alta Navarra como de consolidar la influencia sobre ella de la Corona francesa.
En mayo de 1521, defendiendo Pamplona de la sublevación de los habitantes de la ciudad, cuando fuerzas navarro-gasconas entraron en la Alta Navarra para recuperar el reino, resultó gravemente herido Íñigo López de Loyola, encuadrado en el ejército de Castilla que ocupaba Navarra. En 1528, siendo ya Ignacio de Loyola, en la Universidad de París tuvo como alumno aventajado a Francisco de Jaso y Azpilicueta, Francisco Javier, que llegaría a ser copatrón de Navarra en 1622. La familia de Juan de Jaso permaneció leal a los legítimos reyes de Navarra y con ellos partieron al exilio, participando, los hermanos de Francisco, Miguel y Juan, en todos los intentos de recuperación del reino y hasta la última resistencia de Amaiur.






1 comentario:

  1. Un rey mítico, estableció la codificación de la la ley en navarra, pero conocido como poeta y músico excepcional.

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