—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

domingo, 24 de septiembre de 2017

398.-Las guerras de bandos o guerras banderizas.-a

Luis  Bustamante Robin; José Guillermo González Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarce Reyes; Franco González Fortunatti; Patricio  Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson González Urra ; Ricardo Matías Heredia Sanchez; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán ; Alamiro Fernández Acevedo;  Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas; María Verónica Rossi Valenzuela; Aldo Ahumada Chu Han; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán


Euskal Herria.

Aldo Ahumada Chu Han


El País Vasco ocupa un territorio de más de 20.000 km². Situado en dos estados: Francia y España. Más de 3 millones de habitantes, de los que 309.000 se encuentran en territorio francés (2016).

Siete provincias históricas

Al norte Labourd,  Basse-Navarre y Soule forman parte del departamento francés de Pirineos Atlánticos y constituyen la Comunidad de Aglomeración País Vasco.
Al sur Vizcaya, Gipúcoa y Alava forman la Comunidad autónoma vasca. Navarra,  ella sóla, constituye otra región autónoma del Estado español. Cada una de esas dos Comunidades Autónomas tienen su propio gobierno.
En este país mosaico, tierra de contrastes, el relieve pirenaico se une con las olas del Atlántico, los llanos mediterráneos prolongan los verdes valles oceánicos y las colinas del interior rozan los vastos espacios forestales.

Desde el Adour al Ebro, un mismo país, un mismo pueblo, el más antiguo de los pueblos de Europa. Aquí, los hombres vivían ya, hace más  de 100 000 años
El País Vasco es ante todo el país de la lengua vasca :el euskera, una de las lenguas más antiguas de Europa, anterior a la implantación de las lenguas indo-europeas, y cuyo origen es, todavía hoy, desconocido.



Cantabria es una comunidad autónoma española de carácter uniprovincial, definida como comunidad histórica en su Estatuto de Autonomía.​ Limita al este con la provincia de Vizcaya (País Vasco), al sur con las provincias de Burgos, León y Palencia (Castilla y León), al oeste con el Principado de Asturias y al norte con el mar Cantábrico. La ciudad de Santander es su capital y municipio más poblado, seguido por el de Torrelavega. Tiene una fuerte vinculación histórica con el ducado de Cantabria, las Asturias de Santillana, la Hermandad de las Cuatro Villas y la provincia de los Nueve Valles.
Aldo Ahumada Chu Han


Cantabria está situada en la cornisa Cantábrica, nombre dado a la franja de tierra existente entre el mar Cantábrico y la cordillera Cantábrica, en el norte de la península ibérica. Posee un clima oceánico húmedo y de temperaturas moderadas, fuertemente influenciado por los vientos del océano Atlántico que chocan contra las montañas. La precipitación media es de 1200 mm, lo que permite el crecimiento de frondosa vegetación. Su mayor elevación se localiza en el pico de Torre Blanca (2619 metros). La comunidad está compuesta por una sola provincia, también llamada Cantabria, y por 102 municipios; uno de ellos, Valle de Villaverde, es un exclave en Vizcaya. Tradicionalmente, su territorio se divide también en diez comarcas.
Escudo de Cantabria:  En campo de azur, torre de oro almenada y mazonada, aclarada de azur, diestrada de una nave natural que con la proa ha roto una cadena que va desde la torre al flanco derecho del escudo. En punta, ondas de mar de plata y azur, todo surmontado en el jefe de dos cabezas de varón, cercenadas y aureoladas. En campo de gules, una estela discoidal de ornamentación geométrica, del tipo de las estelas cántabras de Barros y Lombera. Al timbre, corona real, cerrada

La moderna provincia de Cantabria se constituyó el 28 de julio de 1778 en la casa de juntas de Puente San Miguel; aunque la presente articulación territorial de la comunidad se corresponde con la de la extinta provincia de Santander, establecida en 1833. 




Aldo Ahumada Chu Han

Las guerras de bandos o guerras banderizas, también conocidas como luchas de bandos o luchas banderizas, son una serie de enfrentamientos que se dieron en el territorio de lo que hoy es País Vasco y Cantabria a fines de la Edad Media en el último cuarto del siglo XIV. 
La epidemia de peste de 1350 generó una crisis de la producción agrícola con hambrunas. Muchas zonas rurales quedaron deshabitadas y había que «poblarlas»: es decir, restaurar un orden feudal personificado por un pariente del linaje dominante en la zona que se establecía en el pueblo vacante, lo que provocó conflictos.
 Fue también una declinación local de la guerra civil castellana, una lucha fratricida en un clima de violencia, entre el rey Pedro el Cruel y su rival Enrique II. 
La repartición de las territorios del País Vasco, norte de Castilla y merindad de Trasmiera entre los señores feudales iniciada por Pedro el Cruel en el famoso Becerro de las Behetrías de Castilla en 1366, no pudo llevarse a cabo por su fratricidio y no quedaron claras las afectaciones de los territorios entre señores. Esta confusión se resolvió a través de una serie de episodios bélicos donde prevalecía la ley del más fuerte, la fecundidad de estos linajes y las alianzas políticas entre clanes. Estos enfrentamientos, que tuvieron como protagonistas a los diferentes linajes de la nobleza rural, cesaron solo con la imposición de la autoridad real de Fernando II de Aragón e Isabel de Castilla, los Reyes Católicos.

Los bandos enfrentados.

En estas luchas se engloban tres tipos de enfrentamientos: la nobleza contra el campesinado, la nobleza contra las villas y la nobleza contra sí misma. Este último es el más representativo de los enfrentamientos. En él, los diferentes linajes de la nobleza rural de los territorios de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava se aglutinaron en torno a dos familias, los Gamboa y los Oñaz, dando origen a los bandos de los gamboínos y oñacinos.

En Cantabria: en la zona de Trasmiera, la lucha se polarizó entre Giles (Linaje de Solórzano) y Negretes (Linaje de Agüero) entre 1390 y 1409, mientras que en la frontera con Vizcaya, se enfrentaron entre 1450 y 1457 los Giles (Linajes de Marroquín, Castillo y Velasco) con los Garcia de Salazar aliados a los Gamboínos.

Los linajes estaban conformados por una extensa comunidad unida entre sí por lazos de sangre frente a la cual se situaban los llamados parientes mayores, las familias con más posesiones y riqueza, y se sumaban a ellos otros miembros de la sociedad medieval, como los encomendados, que ofrecen prestaciones económicas y trabajo como contrapartida a su seguridad; atreguados, individuos que se comprometían a título personal con el pariente mayor a cambio de protección; encartados y acostados que solían constituir la tropa y lo hacían por comida y alojamiento.

En el País Vasco, las principales familias que componían los linajes de los diferentes bandos son:

Gamboínos: Familias de Gamboa, Guevara, Balda, Elgueta, Olaso, Abendaño, Ayala (en Vitoria), Leguizamón (en Bilbao) y Bañez (en Mondragón). Tenían como aliados a los agramonteses y al Reino de Navarra.

Oñacinos: Familias de Oñaz, Mendoza, Loyola, Lazcano, Mújica, Butrón, Salazar, Emparan, Unzueta, Calleja (en Vitoria), Zurbaran (en Bilbao), Salcedo (en Murguía y Astigarraga) y Guraya (en Mondragón). Tenían como aliados a los beamonteses y a la Corona de Castilla.

En Cantabria, las principales familias que componían los linajes de los dos bandos son:

Giles: Familias de Martínez de Solórzano, Sánchez de Venero, Castillo (después de 1400), Setien, Alvarado, Ceballos, Marroquín, Escalante, Villota, Cachupín y Velasco.
Negretes: Familias de Agüero y Castillo (antes de 1400), de la Obra



Guerra de las Bandas en País Vasco.

La principal fuente sobre las guerras banderizas es Las Bienandanzas e Fortunas de Lope García de Salazar, escrito hacia 1471.

Las guerras se intensificaron, en parte, por los efectos desestabilizadores de la guerra civil castellana y a la debilidad política posterior de la Casa de Trastámara. Que el Señorío de Vizcaya, atribuido históricamente a la Casa de Haro, quedara en poder del rey Enrique II en 1370 y se integrara en 1379 en el Reino de Castilla, no hizo más que exacerbar los efectos de la anarquía política en la región. El surgimiento de las villas y ciudades, especialmente Bilbao y Bermeo, dio lugar a la lucha por el poder municipal entre las familias urbanas ricas. Por su parte, la nobleza terrateniente se esforzó por proteger sus feudos, que poseían desde siglos atrás.

Anteriormente, ya había habido enfrentamientos de ambos linajes de la nobleza rural vasca. Prueba de ello fueron en Álava las disputas entre los bandos oñacino, representado por los Mendoza, y gamboíno, a cuyo frente en tierras alavesas estaban los Guevara; como sucedió en la batalla de Arrato en torno a 1200.

En 1362, en la etapa temprana de los conflictos, las familias Leguizamón y Zurbarán se enfrentaron en una batalla en las calles de Bilbao. Lucharon de nuevo en el mercado de Bermeo en 1413 y a partir de entonces, y hasta 1433, los combates entre los dos bandos continuaron sin tregua. Los Basurto, que habían sido enemigos de los Leguizamón, lucharon en el bando de los Zurbarán. La guerra urbana fue a menudo menos letal que las batallas libradas en campo abierto: cinco hombres murieron en un altercado en Bilbao en 1440 y diez en las calles de Bermeo en 1443. En ese tiempo, también las calles de Vitoria fueron escenario de las luchas entre los Calleja y los Ayala, en las que destaca el asalto la noche de Navidad de 1406 a la iglesia de San Vicente.

Pese a que en 1390 y 1393, la guerra en Vizcaya se había reducido por la intervención de las Hermandades. En 1415, el corregidor, autoridad de la Hermandad designado por el poder real, desvió el trigo vizcaíno a Asturias, provocando una rebelión. Los vizcaínos fueron derrotados en Erandio con la pérdida de sesenta hombres y las transferencias de trigo continuaron.

La guerra de bandos en Cantabria se desata a la muerte de de Pedro I en 1390 entre el mayor señor de Trasmiera: Pedro González de Agüero y su rival Ruy Martínez de Solorzano aliado de los Velasco. La proximidad del Rey con los Velasco y la inmensa red político familiar de la Casa de Velasco manejando el conflicto desde la Corte, a través de su alianza local con los Solorzano asentados en la Casa Pico Velasco en Carasa desde enero de 1390, hizo ineluctable la pacificación de la zona por los Giles. La victoria de los Velasco fue absoluta con la muerte de Pedro González de Agüero IV en 1409. Los hijos se dieron cuenta de que la lucha con los Velasco era desigual y que más valía casarse con ellos. Ya era tarde para levantar impuestos señoriales medievales, las cuatro villas estaban en plena expansión. El jugoso negocio de los Velasco, encargados por el Rey de recaudar los Diezmos del mar en Laredo y de la ruta de la meseta, podía seguir sin sufrir ninguna amenaza interior. La derrota del clan de Salazar contra los Castillo aliados de los Velasco en la zona de Castro Urdiales (con el encarcelamiento de Lope Garcia de Salazar) consolida definitivamente la frontera entre Cantabria y el País Vasco.

El conflicto de bandos no se reduce a las provincias vascongadas y en 1413 una guerra privada estalló entre Juan de Sant Pedro (o Saint-Pée) de la zona de Labort (entonces parte del Ducado de Gascuña, en manos de los ingleses) y las casas navarras de los Espeleta y los Alzate. Después de que el jefe de los Alzate y su hijo fueran asesinados, Fernando, de la familia Gamboa de Guipúzcoa casó a su hijo con la hija y heredera de los Alzate. En consecuencia dirigió un ataque contra Juan de Sant Pedro, para vengar a la familia de su nuera. No obstante, fue derrotado y muerto, quedando 150 hombres muertos en el campo e batalla. En Estella, las dos facciones enfrentadas fueron los Ponce y los Learza.

Alrededor de 1420, los gamboínos extendieron su feudo con un asalto nocturno a la familia Oñaz, también de Guipúzcoa. En Navidad, el feudo de los Oñaz empezó a arder y el jefe de la casa más otros nueve individuos murieron en el incendio. Las tierras de la familia Oñaz también fueron devastadas por los gamboínos y sus aliados, pero los aliados de los Oñaz salieron en su defensa. De estos últimos, los Lazcano atacaron a la familia Balda, aliada de los gamboínos, y mataron a su líder. Así, esta pequeña guerra se convirtió en una compleja red de venganzas familiares.

En 1442 las hermandades intervinieron con éxito en Bilbao y Mondragón, pero la paz establecida no duró mucho. Se sucedieron los enfrentamientos entre el linaje de Avendaño, señores de Villarreal, con los linajes de Butrón y Mújica presentes en Aramayona en torno a la torre de Barajuen. Los gamboínos y los Balda lucharon contra los Oñaz y los Lazcano en Urrechu en 1446. Los Oñaz salieron victoriosos y quemaron la fortaleza de los gamboínos en Azcoitia. Setenta hombres y doce de los líderes fueron asesinados. Las familias, con todas sus amplias redes de aliados, se enfrentan de nuevo en 1447 y tiene lugar el incendio de Mondragón en 1448.

En 1457, las guerras entre los gamboínos y los oñacinos en Guipúzcoa tuvieron un abrupto final cuando las hermandades se rebelaron contra ambos y tras ser retadas las villas en el desafío de Azcoitia, recurren a Enrique IV, quien ordena derribar sus casas-torre y expulsa del territorio a sus líderes entre uno y cuatro años a la frontera andaluza.

Con la vuelta del destierro de los principales señores, se reanudan episodios violentos como la batalla de Elorrio en 1468. El intento por parte del Conde de Haro de hacerse con el Señorío de Vizcaya, provocará una inusual y momentánea reconciliación entre ambos bandos para hacerle frente en la conocida como batalla de Munguía de 1471, gracias a la intervención del Conde de Treviño. Y en 1479, un grupo de peones y hombres a caballo, reunido por gamboínos de los Guevara, los Ayala, así como por la Hermandad de Álava, ataca la casa-torre de los Lazcano en sus propiedades de Contrasta resultando muerto el oñacino guipuzcoano Juan Lopez de Lazkano​.

El final de los enfrentamientos

Como se ha dicho, las rivalidades entre los bandos llegaron también a plasmarse en el interior de las villas. Al competir los diferentes parientes asentados en ellas por el control de las instituciones municipales, se llegó incluso a rivalizar entre familias del mismo bando por ello.

Las villas se defendieron de la nobleza rural mediante la creación de las Hermandades, embrión de lo que luego serían las Juntas Generales o Diputaciones, contribuyendo así a la conformación de la provincia. Aliada de las villas en la lucha contra la nobleza rural se encontraba la Corona de Castilla. La alianza en pro de la superación de la conflictividad social que las luchas de bandos creaban dio como resultado la derrota de los parientes mayores, que resultaron desterrados a la frontera de Granada y la disolución de sus tropas, así como el derribo de sus casas torres o el desmochado de las mismas reconvirtiéndolas en residencias rurales.​



Guerra de bandos en Cantabria.

En Cantabria, la guerra empieza a raíz de de la rivalidad entre los solares rivales de Agüero y de Solórzano en Trasmiera. Controlan cada uno entre 30 y 40 pueblos de Trasmiera y de la Merindades según el Becerro de las Behetrías de Castilla en 1350. Lope García de Salazar nos cuenta "las enemistades e malquerençias que ovo entre los solares de Agüero e de Solórzano e de las cosas entre ellos acaeçidas"​. 
Ambos son caballeros del primer círculo de Enrique II que le ayudan a ganar la guerra civil contra su medio hermano Pedro el Cruel y le acompañan en batallas de la reconquista. A la muerte de Enrique II en 1379, Juan I no parece confirmar las mercedes enriqueñas que su padre hizo a los caballeros Pedro González de Agüero y Ruy Martínez de Solorzano. 

Se entabla la contienda entre Giles y Negretes en cuanto fallece Juan I en 1390.

"Fállase por memoria que, como quier que los solares de Agüero e de Solórzano fuesen muy grandes en Trasmiera, que al comienço el de Agüero fuese el mayor de los Giles, el de Solórzano el mayor de los Negretes. Todo empieza en una escaramuza donde murió un escudero de Ruy Martínez de Solorzano durante una discusión sobre hacer un catastro par repartirse las tierras : Estos solares de Agüero e de Solórzano en voz, en asonadas, sobre fazer un cadahalso. E morió allí, en una escaramuça que ovieron, Diego de la Puente, que era buen escudero de Solórzano, de una saetada que le dieron".

"En el año del Señor de mil CCCXC años (1390) mataron los de Çavallos (o Ceballos, de los giles) a Gonzalo Gómez de Agüero (negretes), hijo bastardo de Pero González (de Agüero), que era tutor de Pero González IV, su sobrino, que era moço​. Este episodio fue fatal para el clan de Agüero. En 1392, Pedro González de Agüero IV con solo 16 años se venga matando en su casa a Juan Caveça de Eras, del clan de los Giles. Su venganza llegó a las orejas del rey, y su reacción fue acudir a Juan de Velasco, que lo avía criado e vivía con él, para que intercediera por él ante Enrique III, pero la reacción hostil del rey le obligó a huir a Francia. Lo que aprovechó Juan Fernández de Velasco y le arrebató sus vasallos y fueros de Trasmiera (Gonzalo de Setién en Retuerto, Gonzalo Gómez de Güemes, Juan González de Herrera, García Ferrández de Isla), consolidando su poderío en esta zona." 
"La contienda sigue por una pelea entre dos hermanos de dos barrios de Castillo, Pedro (barrio de San Pedro) y Garci Sánchez de Castillo (barrio de Venero). Apartaron parientes, haciendo dos bandos y entablaron una guerra particular. Pedro recurrió al solar de los Agüero (Negretes) a buscar ayuda y Garci al de los Solórzano (Giles). En ayuda de Pedro Sánchez de Castillo se levantaron todos los negretes trasmeranos, con Gonzalo Gómez de Agüero al mando contra Garci, ahora apellidado Sánchez de Venero, de los giles, comandados por Ruy Martínez de Solórzano II. Pelearon por la zona de Castillo y fueron desbaratados los giles, muriendo algunos de ellos. Se volvieron a sus comarcas, llevando muchos heridos." 
"En el año del Señor de 1401 pelearon escuderos d'este Pero González de Agüero e los Giles e d'Elvarado e Vega en Tranbasaguas, estando doña Juana de Múxica, su tía, con ellos, e fueron vençidos los Giles; e morió allí Alonso d'Elvarado, fijo de Juan Sánchez d'Elvarado, que venía merino por Juan de Velasco, e otros e fueron muchos feridos de los vençidos."

La lucha pasa a la generación siguiente en Noja donde vivían dos primos, Fernando de Castillo, hijo de Pedro Sánchez de Castillo y Juan Alonso de Venero, hijo de Garci, casados con dos hermanas, hijas de Juan Sánchez de Salazar. Murió Juan Alonso de las heridas que le causaron y, por esta muerte, hubo muchos ajustes de cuentas entre los de Castillo negretes y los de Venero giles. La torre llamada "de Velasco" situada en el barrio del Venero en Castilla Siete Villas, es un vestigio de la guerra de bandos: era más conocida antiguamente como la Torre de Negrete o la Torre de los Castillo.

En 1409, Pedro González de Agüero IV (negretes) es apresado volviendo de Andalucía siendo degollado en Valladolid. A su muerte dejó dos hijos, Pedro González de Agüero V y García de Agüero. El primero se casó con María de Velasco, reconociendo, así, la primacía de los Velasco en Trasmiera y gracias a lo cual pudo mantener buena parte del extenso patrimonio de este linaje en Trasmiera.

En Laredo, en el último tercio del siglo XIV el linaje de la Obra, representado por Sancho Gómez de Castillo, se enfrenta al linaje de los Villota que pretendía apoderarse de todos los oficios de la villa al morir el pariente mayor de los de la Obra, Juan Fernández de la Obra. En el enfrentamiento murió, Juan Pelegrín del linaje de Villota. El enfrentamiento entre los Linajes de Villota, Cachupín, Del Hoyo y de la Obra sigue a lo largo de todo el Siglo XV con episodios violentos en 1445, entre los linajes de Villota y Cachupín contra el linaje de la Obra. El 29 de enero de 1480 existe una orden legal para que el concejo de Laredo cumpla la sentencia arbitraria dada "para acabar los debates entre los linajes de La Obra y Cachupín, suscitados como secuencia de las guerras del reinado de Enrique IV"​.

 Así todo, las relaciones de alianza se rompen entre los linajes de Villota y Cachupín, cuando en 1487 los miembros del linaje Cachupín deciden vengarse de los Villota, por el asesinato de su pariente mayor, Ruy González Cachupín.

En Potes, hubo confrontación entre los linajes de Manrique-Castañeda y Mendoza para el señorío del pueblo.

La finalidad de las luchas.

La finalidad de estas luchas estaba en el mantenimiento de las rentas y estatus social que venían menguando con el nacimiento y pujanza de las villas. En palabras de Lope García de Salazar, cronista banderizo, estas luchas se hacían para saber quién valía más en la tierra o, como señala fray Juan de Victoria en el siglo XVI, cuál ser más y mandar más. Estas definiciones cuajan en dos grandes apartados, el mantener y aumentar las posesiones y en el honor y fama pública, adoptando una serie de valores como la valentía, el arrojo, el pundonor, la caballerosidad, etc. Existía un código de honor en el que se marcaban ciertas normas, como las de no hacer la guerra sin razón, no quebrantar las treguas, no matar a traición, guardar la palabra dada, etc.


PARIENTES MAYORES

La EUSKAL-ERRIA ha recibido diversas notas de distintas procedencias en que se hace esta pregunta:  ¿ Que se entiende por parientes mayores?

Y para su contestación no hemos hallado cosa más acabada que loque sobre el asunto dejó consignado el insigne historiador guipuzcoano Gorosabel.«Llamáronse en lo antiguo parientes mayores ciertos caballeros dela provincia, propietarios de extensas propiedades territoriales, ó, como si dijéramos, los ricos-hombres de la misma.

 No faltan, sin embargo, quienes digan que la expresada denominación les vino de la circunstancia de ser ellos los progenitores de las primeras familias pobladoras del país, y como tales, los fundadores y mayorales del mismo. 
Esta es sin duda la razón por la que ha quedado á ciertas familias de la provincia el concepto vulgar ó denominación de que son de sangre azul. Dos eran los linajes ó bandos á que pertenecían estas ilustres casas de Guipúzcoa: el uno titulado de Oñaz, el otro de Gamboa, ó sea eloñacino y gamboino

Según los antecedentes históricos que nos han quedado, correspondían al primero los solares de Lazcano, Amézqueta, Loyola, Ozaeta, Gaviria, Arriarán, Yarza, Berástegui, Unzueta, Lizaur, Murguía, Alcega, Aguirre, Ceráin y Ugarte. 
Eran del segundo los de Olaso, Balda, Zarauz, Iraeta, Zumaya, Jaolaza, Cegama, San Millán y Achega. Parece que en tiempos anteriores se reputaron también por de parientes mayores las casas de Emparan, Echazarreta, Azcue, Leaburu, y Acelain.
Ambos linajes ó bandos componían como se ve, veinte y cuatro casas, cuyas cabezas ó jefes respectivos estaban considerados: á saber ,del oñacino el señor de la de Lazcano, y del gamboino el que lo era dela de Olaso en Elgóibar. En opinión de los escritores que han tratado de las cosas de esta provincia, el origen de aquellas dos célebres parcialidades fué una simple disputa ocurrida en cierta procesión. Refieren que en la que hubo en la ermita ó iglesia de cerca de Ulibarri, los delanteros querían llevar un gran cirio sobre los hombros, expresándose goyen boa, al paso que los de atrás se empeñaron en tomarlo por debajo de los sobacos, diciendo Oñez, de cuya divergencia pasaran á las vías de hecho. 
Sin embargo, es preciso convenir que semejante explicación no parece muy conveniente ni segura, sino que todo esto sabe más bien áfábula ó cuento discurrido por la ignorancia en tiempos posteriores. En efecto, las palabras goyen y boa no significan en un vascuence regular ó correcto lo que pretenden los indicados autores, aun dado caso de que se hubiesen proferido. Por otra parte, el nombre verdadero del otro linaje ó bando tam-poco era de Oñez, sino de Oñaz, derivado seguramente del barrio y casa de la misma denominación existente en jurisdicción de la villa de Azpeitia. Consiguiente á esto, á falta de otros datos históricos, debe creerse que el motivo ú origen de los expresados dos bandos fué más bien su deseo de dominación exclusiva en el país, sus rivalidades, enemistades y venganzas. Estas mismas causas produjeron las divisiones que hubo en Castilla entre los Castros y los Laras; en Vizcaya entre los Urquizus-Abendaños y los Múxicas-Butrones; en Alava entre los Ayalas y los Callejas.


Según los antecedentes históricos que nos han quedado, correspondían al primero los solares de Lazcano, Amézqueta, Loyola, Ozaeta, Gaviria, Arriarán, Yarza, Berástegui, Unzueta, Lizaur, Murguía, Al-cega, Aguirre, Ceráin y Ugarte. Eran del segundo los de Olaso, Balda, Zarauz, Iraeta, Zumaya,Jaolaza, Cegama, San Millán y Achega.Parece que en tiempos anteriores se reputaron también por de pa-rientes mayores las casas de Emparan, Echazarreta, Azcue, Leaburu, y Acelain. Ambos linajes ó bandos componían como se ve, veinte y cuatro casas, cuyas cabezas ó jefes respectivos estaban considerados: á saber,del oñacino el señor de la de Lazcano, y del gamboino el que lo era dela de Olaso en Elgóibar. En opinión de los escritores que han tratado de las cosas de esta provincia, el origen de aquellas dos célebres parcialidades fué una sim-ple disputa ocurrida en cierta procesión.Refieren que en la que hubo en la ermita ó iglesia de cerca de Ulibarri, los delanteros querían llevar un gran cirio sobre los hombros, expresándose goyen boa, al paso que los de atrás se empeñaron en to-marlo por debajo de los sobacos, diciendo Oñez, de cuya divergenciapasaran á las vías de hecho.

Sin embargo, es preciso convenir que semejante explicación no pa-rece muy conveniente ni segura, sino que todo esto sabe más bien áfábula ó cuento discurrido por la ignorancia en tiempos posteriores. En efecto, las palabras goy en y boa no significan en un vascuence regular ó correcto lo que pretenden los indicados autores, aun dadocaso de que se hubiesen proferido. Por otra parte, el nombre verdadero del otro linaje ó bando tampoco era de Oñez, sino de Oñaz, derivado seguramente del barrio ycasa de la misma denominación existente en jurisdicción de la villa de Azpeitia. Consiguiente á esto, á falta de otros datos históricos, debe creerseque el motivo ú origen de los expresados dos bandos fué más bien su deseo de dominación exclusiva en el país, sus rivalidades, enemistades y venganzas. Estas mismas causas produjeron las divisiones que hubo en Castilla entre los Castros y los Laras; en Vizcaya entre los Urquizus-Abendaños y los Múxicas-Butrones; en Alava entre los Ayalas y los Callejas

En Navarra entre los Beamonteses y Agramonteses, etc. Los parientes mayores, á causa de los grandes bienes que poseían, conservaban en su devoción muchos adheridos, dependientes, y de sus treguas y encomiendas, con cuyo auxilio ejercían en la sociedad un poderío de mucha consideración.
Tenían sus casas, torres ó fortalezas con cárceles donde encerraban á cuantos creían que les hubiesen causado algún mal ó agravio, y los desterraban después del país, desempeñando de esta manera atribuciones judiciales arbitrarias, por si y ante sí, sin que nadie se atreviese á contradecirlas.
Como fundadores y sostenedores los más de ellos de las iglesias parroquiales de diferentes pueblos, eran también patronos diviseros de las mismas; nombraban y removían á su voluntad á los curas de ellas; percibían los frutos decimales y primiciales de sus distritos; tenían, en fin, varios honores.
Así bien ellos se propasaban á poner de su mano alcaldes y otros oficiales de gobierno en algunos pueblos, y en tiempos de guerra acaudillaban la gente armada que levantaban de su cuenta.
Para este efecto, los monarcas les hacían en particular el oportuno llamamiento, á fin de que con sus personas, parientes, amigos, adheridos y dependientes se aprestasen á servirlos en la respectiva ocasión.
Esto es lo que se ve de una carta que el rey católico don Fernando V les dirigió desde Burgos en 28 de Mayo de 1512, y el emperador don Carlos en 6 de Noviembre de 1523.

Consiguientemente por una costumbre recibida, aunque no en virtud de derecho adquirido, generalmente uno de ellos solía ser nombrado por la provincia por coronel general, ó sea, jefe principal de los tercios de la misma, en los casos de levantadas forales.
Aunque algunos autores antiguos aseguran que los parientes mayores de la provincia no contribuían en las derramas provinciales y municipales, como tampoco por razón de las alcabalas: lo contrario parece bastante justficado.
Lo que sí resulta es que aquellos caballeros gozaban del caso llamado de corte; y que, por consiguiente, no podían ser demandados civilmente, ni procesados criminalmente ante los jueces ordinarios de la provincia.
Otra de las prerogativas más notables que disfrutaban era la de que, después del pleito homenaje que hacía la provincia en corporación al advenimiento de los monarcas, prestasen ellos por separado en particular el juramento de fidelidad y obediencia por razón de su clase. Así
lo verificaron en 1475 á luego de haber sucedido en el trono de Castilla la católica doña Isabel I. Vése, en efecto, que en esta solemne ceremonia política figurararon Martin Ruíz de Olaso, García Alvarez de Isasaga en nombre de Juan López de Lazcano, Juan Garcia de Balda, Beltrán de Loyola, Juan Beltrán de Iraeta, Juan Ortíz de Zarauz, Fortuño de Zarauz, Lope García de Gaviria y Juan Pérez de Ozaeta.
En tiempos todavía más antiguos, los que dependían de estos caballeros no podían contraer matrimonio sin licencia suya, ni construir casas sin que precediese su consentimiento. De todo lo que se acaba de manifestar hasta aquí resulta que los parientes mayores constituían dentro de la sociedad guipuzcoana una clase privilegiada, poderosa y respetable bajo todos Conceptos.
Puede decirse, en una palabra, que en sus tierras y posesiones estaban considerados como sus señores naturales, y los vecinos y moradores de ellas por vasallos suyos.
Eran al mismo tiempo de condición altiva, de índole dominante, y tan enemistados entre sí ambos bandos, que los afiliados en el uno apenas pasaban por las calles por donde lo hacían los del otro.
Hasta los trajes que solían vestir eran diferentes en un todo, ó á lo menos procuraban diferenciarse, pues los oñacinos traían los penachos de los sombreros y monteras al lado izquierdo, al piso que los gamboinos los usaban al derecho.
Un estado de cosas tan encontrado y violento produjo en el país  muchos bullicios, escándalos y trastornos, cuya narración no pertenece á la naturaleza de la presente obra.
Fatigados de tantos y tan continuados excesos los pacíficos habitantes de esta provincia, se vieron obligados á confederarse para la mútua defensa.
Consiguientemente, protegidos en esta grande empresa por el poderío de los monarcas de Castilla, se fueron dictando sucesiva y constantemente diferentes disposiciones encaminadas á reprimir las demasías de estos turbulentos caballeros: la multitud de las que se encuentran esparcidas en las ordenanzas provinciales de la hermandad, así que en otras reales cédulas de aquella época, prueban claramente la gravedad de los males que se padecían. 

Así es que se prohibieron con severas penas sus asonadas, guerras, peleas, desafíos, llamamientos de gentes, repiques de campanas y toda clase de reuniones armadas.
Declaróse por ellas al mismo tiempo que los que se considerasen agraviados por algún hecho, usasen de sus acciones por juicio civil ó criminal ante los jueces competentes, con lo cual se equiparó su condición á la de los demás naturales de la provincia, cuando obrasen como demandantes ó querellantes.
También se ordenó que todos los guipuzcoanos, así que cuantos forasteros viniesen á vivir á esta provincia, jurasen que nunca entrarían en sus treguas y encomiendas.
Las justicias de la provincia fueron así bien autorizadas para expulsar de su territorio á los parientes mayores, sus mujeres é hijos, siempre que fuesen desobedientes y rebeldes á los mandamientos de la hermandad.
Sus delitos fueron declarados además por casos de corte, y se dispuso que la causa pública fuese para acusarlos criminalmente por los insultos, males, injurias y tiranías que cometiesen.
Como la hermandad de la provincia fué instituída principalmente para oponerse á los excesos de los parientes mayores, estuvieron éstos excluidos del ejercicio de todos los cargos honoríficos de la misma.
No podían, por lo tanto, ser elegidos procuradores de Juntas, diputados generales, comisionados en corte, ni alcaldes de hermandad.
Tampoco pudieron obtener los oficios municipales de alcaides, regidores y demás de ayuntamientos, ellos ni sus adheridos, según disponía el artículo 198 de las ordenanzas del año de 1463.
Su majestad recibió además bajo su real seguro todos los habitantes de la provincia contra las amenazas, insultos é injurias de estos caballeros; y se ordenó que la hermandad se reuniese para sosegar la tierra, cuando intentasen hacer asonadas ó bullicios perjudiciales al orden público.
Finalmente, por mandado del rey don Enrique IV se derribaron sus torres y casas fuertes, con prohibición de construir otras de nuevo sobre los mismos solares.

Si es cierto que más Adelante se les permitió por el propio monarca edificar para su habitación otras que fuesen llanas, fué condición de que lo hiciesen á distancia de veinte brazas de las anteriores. Los parientes mayores, lejos de consentir y sufrir tanta humillación  puesta á su altanería, demandaron á la hermandad su derogación; hecho que se descubre con toda claridad en el acta del reconocimiento y jura de la reina doña Isabel I, en el campo de Basarte.
Allí, después que la provincia pidió la confirmación de sus leyes y ordenanzas, y les fué otorgado por los comisarios regios, consta que de su parte no suplicaban á la reina la confirmación de ellas, puesto algunas les eran gravosas y perjudiciales, y tenían pleito pendiente con la provincia sobre su derogación.
Sin embargo, no aparece que los parientes mayores hubieren conseguido la derogación de sus supuestos agravios; y sólo, sí, que con la creación de la clase inedia más ilustrada, que ellos fueron perdiendo sucesivamente su antigua preponderancia social.

Quedaron, en una palabra, reducidos á la condición común de los demás guipuzcoanos, en la que se resignaron á mantener, como sucede aún en la actualidad. A pesar de las medidas adoptadas en las ordenanzas de la hermandad contra los parientes mayores, se ve que la dominación de ellos fué generalmente muy temida aún en tiempos posteriores á su establecimiento.
Consta, en efecto, que habiendo algunos caballeros de aquella categoría celebrado el año 1516 cierta reunión privada, la provincia se querelló de semejante hecho ante S. M., considerándolo como una liga ó confederación ilícita.
Hállase también que á su consecuencia se libró una real provisión dirigida al corregidor para recibir una información sobre qué reuniones eran las que hubiesen tenido, con qué objeto, en qué tiempos y lugares, con qué autorización, quiénes habían sido los concurrentes etc.
Formóso con tal motivo por aquel funcionario un expediente con tendencias acusadoras de una grave criminalidad; pero, como no resultó justificada ésta, no tuvo al parecer el asunto otra consecuencia, quedando por lo tanto sobreseído.
¡Qué tiempos aquellos en que las personas más arraigadas y principales de la provincia, sólo por serlo, no podían reunirse á hablar de sus asuntos sin exponerse á un procedimiento criminal!

No bien olvidado éste, nuevamente ocurrió otro caso de igual. naturaleza. Se halla, en efecto, que la provincia, usando de la jurisdicción criminal que por las ordenanzas de la hermandad le correspodía, empezó á instruir el año de 1624 otro proceso contra cinco caballeros de la provincia, considerados por parientes mayores. Tales fueron don Francisco de Berástegui, don Miguel de San Millán, don Martín de Zavala Idiaquez, don Luis de Lizanos y don Miguel de Eraso. Dio origen á la formación de esta causa el hecho de haberse reunido éstos con licencia del corregidor en la villa de Villabona, y al que se quiso dar una importancia que realmente no tenía.
Así es que, según resultó del expediente, el objeto de la reunión no era otro que el de ponerse de acuerdo sobre la conducta que debían observar, á consecuencia del aviso dado por la provincia á los pueblos de que estuviesen prontos con sus armas, para acudir en caso de necesidad á la defensa del país amenazado de la invasión francesa.
El público dio á esta conferencia el significado de un proyecto de eximirse del servicio debajo de la bandera del pueblo del respectivo domicilio, levantando los mismos caballeros alguna fuerza independiente que la acaudillasen.

No tuvo efecto éste con respecto á Berástegui y Eraso, por haber huido á Navarra oportunamente; pero sí en cuanto á los otros tres mencionados, que fueron conducidos ante las Juntas generales que se estaban celebrando en la villa de Elgóibar. Interrogados y acusados en éstas, el negocio siguió su curso regular criminal por medio de jueces comisarios nombrados al efecto por las mismas Juntas. Concluida así la causa, dictaron éstas al fin su sentencia definitiva con acuerdo de letrado asesor.
Por ella los dos reos ausentes fueron condenados en rebeldía á cuatro años de destierro de la provincia, y á la multa de mil ducados á cada uno; y lo que es más terrible, á que se talasen los manzanales, heredades y arbolados de sus propiedades, y se quemasen sus casas.
A San Millán, Zavala y Liraun se les puso en libertad, apercibidos de que en adelante no se propasasen á celebrar Junta alguna en público ni en secreto, so pena de incurrir en las señaladas por las ordenanzas provinciales.
Berástegui y Eraso apelaron de tan injusta sentencia para ante la real persona; la cual los indultó de las penas contenidas en ella, imponiéndoles solamente de servirle en la guerra con la Francia.

La denominación, concepto y prerrogativas de los parientes mayores fueron desapareciendo completamente; y sometidos ellos en un todo al derecho común, no ha quedado de estos caballeros más que la memoria histórica de su antigua existencia.
En el día la mayor parte de sus solares están poseídos por títulos de Castilla, que por lo regular residen en la corte, ó bien en otras ciudades de fuera de esta provincia. 


La casa de Loyola.




La casa de Loyola es uno de los más ilustres y antiguos linajes de la provincia española de Guipúzcoa, reputada de ser parientes mayores en época anterior a las veinticuatro casas calificadas por el monarca Carlos I de España.
Familia antiquísima de parientes mayores del bando de Oñaz que habitó en Loyola (Azpeitia), tenían su casa solar y Palacio en dicha villa. Era casa de Parientes Mayores y del bando oñacino, y casa solar muy conocida y de la primera estimación y antigüedad de la provincia de Guipúzcoa.

Por la línea genealógica es descendiente directo de la casa de Balda, la casa de Butrón, la casa de Haro, la casa de Borgoña y por esta línea familiar de los monarcas de los reinos de Asturias, Castilla, León, Aragón, Navarra, Portugal, la dinastía de los Capetos de Francia, la dinastía Hohenstaufen de Alemania, la casa de Plantagenet de Inglaterra, el Reino de Escocia, la casa de Normandía y la casa de Uppsala.



Casa de Balda.



La casa de Balda o de Valda es uno de los más ilustres y antiguos linajes de la provincia española de Guipúzcoa, reputada de parientes mayores en época anterior a las veinticuatro casas calificadas por el monarca Carlos I de España. Este noble linaje fue la primera raza que habitó en Azcoitia, tenían su casa solar y Palacio en dicha villa. Era casa de Parientes Mayores y del bando gamboíno, y casa solar muy conocida y de la primera estimación y antigüedad de la provincia de Guipúzcoa.
La Casa-Torre de Balda fue incendiada en 1318, y asaltada posteriormente en 1420 por el bando de los oñacinos; en 1456 fueron derribadas sus torres y almenas, pero se reedificó junto con la casa torre de la familia Loyola.
Las armas de la casa de Balda de la villa de Azcoitia, en un principio, traían en campo de oro, cinco bandas, de sable. Posteriormente, ese escudo primitivo fue organizado tal como luce hoy día en su fachada el solar de la Casa-Torre de Balda de Azcoitia: En campo de plata, un roble de sinople, de cuyas ramas pende sobre el tronco un escudete de oro, con las cinco bandas de sable, que son Balda, y, al pie del árbol, un jabalí andante, de sable, perseguido por cuatro perros blancos, dos a la derecha y otros dos a la izquierda, formando como una orla al escudete central, que son de la familia Berástegui.



La casa de Butrón



La casa de Butrón (en el castellano medieval Buitrón) fue un linaje de la nobleza feudal de la Corona de Castilla, descendiente directo de la casa de Haro, la casa de Borgoña y por esta línea familiar de los monarcas de los reinos de Asturias, Castilla, León, Aragón, Navarra, Portugal, la dinastía de los Capetos de Francia, la dinastía Hohenstaufen de Alemania, la casa de Plantagenet de Inglaterra, la casa de Normandía y la casa de Uppsala. El apellido vasco Butrón procede de la palabra buitrón o buitre. Sin embargo, se piensa que su verdadero significado deriva de "butrón", utensilio implementado para la pesca (un cono que deja pasar el agua atrapando los peces). Este era utilizado en el río Butrón que se encuentra delante del Castillo de Butrón, y este lugar era llamado así porque utilizaban "butrones" para la pesca. Los señores de Butrón se instalaron en el Siglo XV, en la cercana villa de Plencia donde residieron hasta finales del Siglo XVI.

El Castillo de Butrón se encuentra en la anteiglesia de Santa María de Gatica, de la merindad de Uribe, en el partido judicial de Durango, y de aquí sus ramas se establecieron en la Villa de Bilbao, Plencia y en la merindad de Uribe. En la fogueración de 1704 hallamos ocho casas citadas, una en Baquio, cuatro en Plencia y tres en Gatica. Otros pasaron a Fuenterrabia y Ormaiztegi (Guipúzcoa). El solar de Butrón es uno de los más antiguos e ilustres linajes de Vizcaya. El linaje del solar de Butrón comienza en Juan Pérez de Butrón, I señor de la casa de Butrón.


Escudo de armas de la familia Emparan de Azpeitia, que se componen de escudo cuartelado: 1.º y 4.º, en campo de oro, una torre de gules, y 2.º y 3.º, en campo de gules, un león rampante de oro, afrontado el del cuartel 2.º con el del 3.º.


La casa de Emparan (o Enparan) es uno de los más ilustres y antiguos linajes de la provincia española de Guipúzcoa, reputada de ser parientes mayores en época anterior a las veinticuatro casas calificadas por el monarca Carlos I de España. El apellido Emparan, de origen vasco en Azpeitia, pasó a Fuenterrabía, Irún y Lasarte, todos en Guipúzcoa; una rama oriunda de Azpeitia se apellidó Martínez de Emparan.
Tuvo este noble linaje su primitiva casa solar, de pariente mayor y gran autoridad, con una torre fuerte, en la parroquia de San Sebastián de Soreasu de la villa de Azpeitia, y sus caballeros disfrutaron del privilegio que los monarcas les comunicaran el nacimiento o la muerte de todos sus parientes. Durante las guerras de bandos en Guipúzcoa perteneció al bando de Oñaz y fue una de las veinticuatro familias que tenían voto en las Cortes.



Dominique Joseph  Garat (1749-1833)

Insigne político y hombre de letras labortano, hermano de Domingo, nacido en Baiona en 1749.

Tras seguir la misma carrera de leyes que su hermano y ejercerla en Burdeos, pasa a París, donde se relaciona con los círculos literarios e intelectuales, llegando a colaborar en Mercure de France y en la Enciclopedia atique, publicando sus primeros trabajos, favorablemente acogidos en la capital.

Entra posteriormente en la redacción del Journal de París, y a partir de 1786 comienza a impartir clases de filosofía y literatura. Elegido junto a su hermano Domingo para los inmortales Estados Generales de 1789 en los que defendieron las ancestrales instituciones labortanas, tuvo menor participación en éstos que aquél, pero realizó interesantísimas crónicas de las sesiones de Versalles.

Danton le nombra en 1792 ministro de Justicia, correspondiéndole la misión, que le dio celebridad anecdótica, de comunicar al "ciudadano Capeto" su condena a la guillotina. Disconforme con la sentencia, dimitió, retractándose después, ante la insistencia de amigos y colegas, pero ganándose ya enemistades entre las filas extremistas. Tras una desastrosa gestión, al parecer no imputable a Garat, al frente del Ministerio del Interior en 1793, dimitió en agosto de este año. Dos meses más tarde y más por razones políticas que por las supuestas estafas cometidas en su mandato, es encarcelado, siendo liberado poco después y no perjudicado en el terror gracias a su amistad con Robespierre y con Beltrán Barère de Vieuzac, célebre en la época del terror.

Al año siguiente se le encarga un curso de Filosofía en la Escuela Normal, en el que obtuvo un gran éxito, sobre todo debido a su disputa con el "místico" de Saint-Martin, al tiempo que era miembro de la Comisión ejecutiva de Instrucción Pública, cargo del que dimite, también por presiones políticas, en 1795. En 1798 es enviado como embajador a Nápoles, entrando poco después a formar parte del Consejo de los Ancianos, que le eligió su presidente. Su actuación en la comisión preparatoria 1803 entra en la Academia y recibe la Legión de Honor de manos del primer cónsul, Bonaparte, al que seguiría sirviendo en el trono imperial, si bien volvióse luego contra él, retirándose, apartado de la política, al castillo de Urdains, cerca de Uztaritze, donde murió el 9 de diciembre de 1833.

Entre sus numerosas obras, destacan D. J. Garat á M. de Condorcet, París, 1791; Considerations sur la Révolution française..., París, 1792; Mémoires sur la Révolution, París, 1795; Mémoire sur la Hollande (1805). 

Asimismo dejó gran número de elogios y semblanzas de personajes varios. Respecto a su faceta de filósofo, se le considera como el último representante del materialismo francés del siglo XVIII. Sus proyectos unificatorios del País Vasco -pendientes aún de estudio historiográfico- alcanzaron un importante eco en las cancillerías y ministerios durante el período napoleónico, en especial durante y tras la Constitución de Bayona de 1808; se trataba de canalizar el Ebro de forma que las cuatro provincias peninsulares vascas quedaran separadas de España y unidas a las tres provincias continentales constituyendo un estado nacional colocado bajo la hegemonía de Napoleón I. 
Esta reordenación quedó plasmada en su inédito Recherches sur le Peuple Primitif de l'Espagne, sur les révolutions de cette Peninsule, sur les Basques Espagnols et Français, escrito en 1811.

Armas napoleónicas.

GARAT (Dominique-Joseph), membre de l'Institut de France, sénateur, comte de l'Empire par lettres patentes de mai 1808. Règlement d'armoiries

Armes du comte Garat et de l'Empire

De gueules à une rivière courante posée en bande d'argent accompagnée en chef d'une montagne à trois sommets d'or, et en pointe de trois pieds de maïs du même tigé de sinople ; quartier des comtes sénateurs.

  • Livrées : rouge, bleu, jaune et blanc





— El Solar Vasco-Navarro, San Sebastián, Librería Internacional, 1967-1967 (6volúmenes)










EL SOLAR VASCO NAVARRO - 6 VOL. - GARCÍA CARRAFFA - S. Sebastián - 1966-1967 - Ejemplar Nº 979

NOBLEZA UNIVERSAL EN VASCONGADAS Y NAVARRA DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN.

Es el de la nobleza universal un terreno pantanoso, lleno de peligros que acechan al investigador.
Ciñéndonos a lo que nos interesa, hay que indicar en primer lugar que el fenómeno no afecta a todos los territorios señalados, que distan por otra parte de tener una estructura social parecida.
Pero el hecho es que en Vizcaya y Guipúzcoa o en determinados valles del norte de Navarra, todos los originarios de los mismos gozaban de la condición de nobles.
En algunos casos esa hidalguía colectiva estaba basada en un privilegio. En otros, por el contrario, tiene un origen inmemorial, aunque haya sido después reconocida por los monarcas. Hubo también municipios que intentaron—ya fuera mediante peticiones a la Corona o por falsificaciones— obtenerla de forma infructuosa.
No todos quienes vivían en cada uno de esos territorios eran nobles. Gozaban de esa condición tan solo los vecinos cuyo linaje era originario de los mismos o quienes la habían acreditado para residir allí; no así los simples habitantes.
Por ello, este fenómeno no supone exactamente una anticipación de las ideas democráticas. De hecho y visto desde esa perspectiva, la hidalguía universal constituye un arma de doble filo.
Por una parte suponía, ciertamente, un adelanto sobre la época, una igualdad ante la ley que, si bien limitada, no se daba en otras partes. Pero por otra parte provoca una clara segregación respecto a quienes no son hidalgos. Además, el hecho de que estos últimos sean personas que pueden tener un nivel económico parecido o un modo de vida similar, hará que los otros pongan un especial cuidado en marcar las diferencias.
Aunque no sea fácil precisarlo, me parece que el fenómeno de la nobleza universal influyó notablemente en la sicología colectiva de la época. Creo que fomentó por una parte la ambición, el afán de distinguirse, que se dejará notar en muchos ámbitos como, por ejemplo, la abundante presencia de gentes de estas tierras en la empresa americana. Pero además ello provoca el que se compruebe rigurosamente la llamada «limpieza de sangre» de quienes
quieran avecindarse aquí, a fin de evitar que los matrimonios mixtos con personas que no gozaran de la condición de hidalgos, pudieran poner en peligro
su situación de privilegio. Ese criterio de «pureza» facilitará también el surgimiento de una mentalidad cerrada y de cierta xenofobia que ha dejado una
estela negativa hasta hace bien poco tiempo.
Historiadores como Otazu han estudiado la justificación intelectual de la nobleza colectiva, cuyos primeros intentos están documentados, según señala, ya en el siglo XVI. Cita así en esa época las obras publicadas por Esteban de Garibay y Zamalloa (1533-1599) o Juan Martínez de Zaldibia (fallecido en
1575). A principios del siglo siguiente continuarán con esa elaboración Lope Martínez de Isasti, posteriormente Baltasar de Echave y ya en el siglo XVIII Manuel Larramendi (1690-1766). De alguna forma confeccionarán una teoría nobiliaria peculiar, especialmente ajustada para el caso de Vizcaya y Guipúzcoa. Cabe señalar que los cinco autores citados son naturales de ésta última provincia.
En líneas generales intentan fundamentar su situación excepcional en que se trataría de descendientes de los primeros pobladores del país, que habrían mantenido la pureza católica al no ser ocupados sus territorios por los musulmanes, ni haberse mezclado con pueblos extraños.
Pero como el fenómeno contrasta vivamente con la situación existente en otros territorios de la monarquía, se difundirán también aquí otros argumentos, como el de que la nobleza no se pierde por dedicarse a oficios manuales (que no serían viles de por sí), cosa que contradecía las teorías nobiliarias vigentes en Castilla.
Desde un punto de vista cuantitativo Otazu indica: 

Así por ejemplo tenemos que, en el censo de población del año 1787, había en Guipúzcoa 50.502 nobles sobre una población total de 119.128 habitantes; en Vizcaya, 54.250 sobre una población de 114.863; mientras que en Álava había 12.161 nobles para 70.710 habitantes y, en Navarra, 13.054 sobre una población total de 224.549 habitantes.
Esta mentalidad nobiliaria la mantiene el carlismo y será modificada más tarde por algunos autores nacionalistas, que la extienden también al conjunto de los vascos.
A los efectos que nos interesan, todo ello se tradujo, durante siglos, en un empleo de la heráldica mucho mayor que el registrado en otras regiones.


LA HERÁLDICA TRADICIONAL

Ahora bien, la peculiariaridad de determinados aspectos nobiliarios no supone, en principio, innovación alguna referida a la propia técnica del blasón.
En un sentido estricto, no hubo nunca una heráldica especificamente vasca, como tampoco se puede hablar con propiedad de la española. Durante siglos ha sido un fenómeno europeo, extendido posteriormente a todo el mundo. La disciplina es básicamente una en cuanto a sus rasgos principales.
Otra cosa es que en algunos países y regiones abunden más determinados elementos como una forma de escudo, figuras, ornamentos exteriores, etc., que
la hagan finalmente reconocible e identificable.
A esto hay que sumarle un factor más: el paso del tiempo. Las tendencias, las modas, hacen que en cada nación las manifestaciones de la heráldica (la utilización de unas u otros elementos, los usos), varíen de una época a otra.
Los sellos medievales dan testimonio de que era utilizada aquí por una amplia variedad de personas. Además de los nobles, la empleaban gentes de otros estratos sociales. Luego vendrían las restricciones a favor de los primeros. Garibay, que dedica a la heráldica el libro trigésimo tercero de su Compendio historial, publicado por vez primera el año 1571, se referirá aun a las armas que denomina bajas y plebeyas, como las tenazas del herrero, el hacha del carpintero etc.3 Pero no señala rasgo específico alguno para la heráldica vasca.
Tampoco lo hará otro tratadista del país, Pedro Joseph de Aldazaval y Murguía, quien publicó por primera vez su Compendio Heráldico el año 1773.
Únicamente podría indicarse que hay una mayor tendencia a atribuir a parte de las armerías un sustrato ideológico diferente al común en Castilla: se entiende que son utilizadas por derecho propio y no por concesión del monarca.
Pero como ya se ha dicho, aunque las reglas son comunes, sí que suele haber algunos rasgos que se repiten más. Al igual que ocurre en muchos otros lugares, también aquí puede apreciarse una mayor abundancia en el uso de determinandas figuras o piezas.
Por lo que hace referencia a las primeras, destaca la frecuencia del animal (sobre todo lobo o jabalí) brochante sobre un árbol o empinado en él. También la gran presencia de la panela, mueble que al parecer es originario de Álava.

Al respecto, Valero de Bernabé indica que el lobo es el animal más frecuente en la heráldica de Euskadi y Navarra, a diferencia de lo que sucede en las demás Comunidades Autónomas, donde predomina el león. Señala también que en estos dos territorios la figura vegetal más empleada es el roble, en tanto que en el resto de España ese primer lugar es ocupado por la flor de lis.

Asimismo Pastoureau pone de manifiesto que durante la Edad Media el reino de Navarra fue uno de los territorios europeos donde se observa una mayor proporción de animales en sus escudos.
En cuanto a las piezas, registraremos un elevado número de borduras, frecuentemente cargadas de sotueres.
Por lo que respecta a los soportes físicos de estos blasones y en comparación con las restantes regiones españolas, hay una mayor presencia de piedras armeras.
Pero si atendemos a la distribución geográfica, dentro de este ámbito hay notables diferencias. Limitándonos a los territorios con nobleza universal, en el norte de Navarra, por ejemplo, la variedad es muy reducida dentro de cada valle, ya que generalmente se limitan a utilizar el blasón común. En Vizcaya y Guipúzcoa en cambio, al tener una población mucho más elevada, esa variedad tenía también que ser mayor, a fin de que los titulares de las armas pudieran ser diferenciados. Aun así, hay muchas familias de estas dos provincias que llevan simplemente el escudo de las mismas, sin introducir modificación alguna.
El tener algunos rasgos comunes es normal en territorios fronterizos y que además comparten una cultura más cercana. Si comparáramos a su vez los de cada provincia vasca con los de las respectivas regiones de Francia, Castilla o Aragón con las que lindan, seguramente hallaríamos también relaciones específicas.
Una última observación. A la Corona le interesaba distinguir a los hidalgos de quienes no lo eran y eventualmente la heráldica podía ser un instrumento para esa tarea. Pero, salvo unos pocos casos (como el de la representación de las armas reales), no importaba lo que se pintara en el escudo. Por lo tanto, en éste ámbito tradicionalmente ha habido una gran libertad.

MENTALIDAD A FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX: JUAN CARLOS GUERRA.

Nacido en San Sebastián el año 1860 en el seno de una familia originaria de Arrasate (antes Mondragón), Juan Carlos Guerra residió en esta última localidad durante la mayor parte de su vida. Licenciado en Derecho, ejerció como abogado. En 1887 fue nombrado correspondiente de la Real Academia de la Historia. Falleció en Arrasate el año 1941.







Tenemos en él al autor que más se ocupó de la heráldica vasca a finales del siglo XIX y principios del XX y, también, a quien más influyó en ella. Enamorado del país, muy apegado a su pasado, sus ideas corresponden al último enfoque
tradicionalista previo al nacionalismo.
Pero no hay que olvidar al respecto que, tras la finalización de la segunda guerra carlista el año 1876, también aquél estaba influído por una fuerte tendencia a valorar el particularismo.
Por ello nos fijaremos en algunos de esos aspectos peculiares, que décadas después serán aprovechados y desarrollados por otros autores.

En el prólogo de su Diccionario Heráldico de la Nobleza Guipuzcoana (que comenzó a publicarse el año 1883), habla de restaurar las armerías de la tierra
[…] separando cuidadosamente lo que fue el blasón euskaro del ropaje exótico en que gentes extrañas o apegadas a extraños hábitos hubieron de sepultarle.

 Hay que indicar que durante la edad media había en Guipuzcoa, según señala, unos 16 parientes mayores o aide nagusiak. En La Heráldica entre los Euskaldunas (año 1905), tras referirse a la Real Pragmática dictada por Felipe II el 23 de setiembre de 1595, en que se regulan las atribuciones de los reyes de armas, indica:

Hasta esa fecha, si bien se hallan algunos despachos de blasones dados por los Reyes de Armas, la costumbre tradicional en nuestro país fue solicitar el permiso para su uso a los poseedores de las casas armeras o parientes mayores de los linajes […]. 
El permiso era pedido y concedido mediante acta notarial, haciendo solemne entrega de sus armas el «Aide-Nagusia» al pariente que las deseaba, cualquiera que fuese su grado de parentesco, siempre que tuviese la calidad de descendiente del solar.
En otro lugar, dice que la familia vasca mostraría algunas analogías con la antigua familia romana y afirma:

La autoridad respetable del «Pater familias» la desempeñaba aquí el «EchecoJauna», y la dirección de la «gens» el «Aide-Nagusia». Los Parientes Mayores eran los que asumían la representación de las familias de su linaje en las relaciones exteriores en paz y, sobre todo, en guerra. Por eso fueron ellos los únicos que tuvieron blasones en un principio (siglo XII).

Resulta también ilustrativo mostrar su visión sobre el devenir de la heráldica: El siglo XIX, que acaba de fenecer, fue de verdadera demolición nobiliaria; y tanto como se afanaron los anteriores en la formación de blasones, se esmeró éste en su destrucción o en su desautorización y desprestigio.
A mi entender hubo dos factores que determinaron el interés por la heráldica del movimiento renacentista. Por una parte el desarrollo del nacionalismo vasco, cuyo fundador prestó cierta atención a las armerías. Influyó también, por otra, la publicación de la vasta obra de los hermanos García-Carraffa.

SABINO ARANA Y EL NACIONALISMO

Sabino Arana Goiri, licenciado en Derecho y fundador del Partido Nacionalista Vasco, nació en Abando el año 1865, muriendo en Sukarrieta (Pedernales), en 1903.
Versión tradicional del Zazpiak Bat, diseñado por Jean Jaurgain en el siglo XIX en el “Congrès et Fêtes de la Tradition Basque” bajo el lema Zazpi Uskal herriak bat (o Zazpiak Bat) de Antoine Thomson d'Abbadie. Escudo del Zazpiak Bat (Las siete, una) que reclama la unión política de los siete territorios donde se manifiesta la cultura vasca, que se corresponden con el espacio geográfico y cultural denominado «Euskal Herria» (en castellano: país del euskera): Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, Baja Navarra, Labort y Sola.
Versión contemporánea del Zazpiak Bat,
con los cuarteles ordenados alfabéticamente


Sus escritos sobre la heráldica se reducen a varias referencias al escudo de Vizcaya, que tendrían sin embargo una gran influencia en el futuro. Propugnó que fuera despojado de los que, en su opinión, eran elementos contrarios a las esencias del país: habrían de suprimirse así los lobos brochantes del roble y los leones de la bordura. Continuando con esa lógica, sus seguidores defenderán más tarde la necesidad de eliminar el rey y los cañones de las armas de Guipúzcoa, los lemas en castellano del de Alava y, ya en el País Vasco-francés, la flor de lis de Lapurdi.
El diseño del escudo correspondiente al Gobierno de Euzkadi (aprobado por Decreto de 19 de octubre de 1936), seguirá estas pautas depuradoras

LOS HERMANOS GARCÍA-CARRAFFA

Alberto García-Carraffa nació en Madrid el año 1882. Tanto él como su hermano Arturo (Ciudad Rodrigo, 1885), cursaron la licenciatura en Derecho y escribieron sobre temas históricos.
El año 1920 se inicia la publicación de su magna obra Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispano Americana, que alcanzará los 86 volúmenes, quedando inconclusa: finaliza con el apellido Urriza. En una nota a la segunda edición la viuda de García-Carraffa (no se especifica de cual de los dos), informa respecto a ese último tomo, que «... a mi esposo lo sorprendió la muerte cuando solamente tenía la mitad del original comprobado». Se despide de los lectores «... lamentando que el Señor no le concediera vida para ver terminada su obra...».
Es evidente que una publicación tan extensa resultaría muy difícil de vender, dado su elevado precio. Por ello sus autores realizaron aquí una edición abreviada que llevó por título El Solar Vasco-Navarro, destinada específicamente a los apellidos de esta región. Indican los hermanos en el prólogo a la segunda edición y repiten en el de la tercera que «...fue escrita para convertir en realidad una feliz iniciativa que desde el país vasco, y por muy autorizado conducto, llegó a sus autores...». Parece probable, por lo que luego indicaremos, que la idea partiera de medios nacionalistas.
Esta obra es un extracto de la anterior, ya que además de limitarse a los apellidos de Euskal Herria, no incluye muchas de las genealogías, datos históricos ni referecias a las fuentes de información que proporcionaba aquella para gran número de apellidos. Así durante los años 1933-1935 se editaron en Salamanca los seis volúmenes que constituyen la primera edición de El Solar
Vasco Navarro.
Hay un dato importante y previo a tener en cuenta. El día 10 de diciembre de 1932 el diario nacionalista Euzkadi publica en primera página un artículo titulado «De solares y linajes vascos», firmado por Engracio de Arantzadi.
La personalidad de su autor es relevante. Nacido el año 1873, licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, escritor y asiduo colaborador de ese diario bajo el seudónimo Kizkitza, Aranzadi fue uno de los ideólogos del sector más retrógrado del nacionalismo vasco, defensor de las tesis de Arana. En ese mismo año de 1932 publicó su obra más conocida: La Casa solar vasca.
El artículo tiene, por otra parte, un tono muy clasista. Afirma, por ejemplo:
Se comprende que una muchedumbre de hijos sin madre conocida se burle de la limpieza de sangre. ¿Qué de extraño hay en que no quieran averiguaciones de linajes aquellos que temen toda investigación porque su término no habría de tener otro remate heráldico que el de una casa pública?
Seguidamente aborda la importancia de la heráldica y concretamente de la obra de los García Carraffa:
Nada sabemos nosotros de heráldica, pero su enlace con la casa vasca nos interesa como todo lo que viene a dar respuesta a la gran institución nacional , fundamento de la constitución social y política vasca. Desconocemos los secretos de la ciencia del blasón; mas ello no se opone a que hasta nosostros haya llegado el crédito alcanzado por los señores García Carraffa en su monumental obra «Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispano-Americana», que, según se dice entre los especialistas en la materia, se estima por su extensión y texto, como obra definitiva.
En ella se ha recogido inmenso material peninsular y americano, y de este material se va a preparar una edición especial que se denominará «El Solar VascoNavarro».
(…) Para decidirse a la publicación de esta obra solo se piden 300 suscriptores. Lo cual quiere decir que no es el interés económico lo que empuja a sus autores, como tampoco es el que a nosotros nos mueve a pedir a los vascos de posición que den sus nombres para una obra glorificadora de la casa vasca.
(…) Sabemos que es inmenso el archivo heráldico de los señores García Carraffa y sabemos, sobre todo, que cuanto se haga por despertar el amor y fervorosa adhesión de los vascos a sus casas solares ha de ser una gran obra, así bajo el aspecto moral como el patriótico. Si los signos heráldicos y la cifra del linaje han de servir de estimulante en el apostolado del hogar racial, nosotros habremos de mirarlos con todo el gozo con que descansamos en el guardián del amor de nuestros amores. 
Con un apoyo tan entusiasta de uno de los más conocidos escritores nacionalistas, no es de extrañar que rápidamente contaran con el número de suscriptores requeridos y, efectivamente, se decidieran a realizar la publicación.
De hecho, en el referido prólogo señalan15 que «Los 300 ejemplares numerados de la primera edición de esta obra, fueron suscritos antes de que los talleres terminaran de imprimirla».
Posteriormente, Euzkerea, en su número de mayo-junio de 1934 realizó un comentario muy elogioso de los tomos publicados.
En cuanto a los hermanos García-Carraffa, hay que plantearse una pregunta: ¿Con qué heraldistas vascos mantuvieron contactos para redactar su obra?
 Está claro que hubo una relación muy intensa con los pertenecientes al sector renacentista. En el apartado relativo a las fuentes de información objeto de consulta, se refieren tanto a las obras como a los archivos examinados.
Entre ellos, además de citar diversos libros muy conocidos, aluden a varias fuentes contemporáneas, de las que cabe citar:
• El archivo de Euzko Urengixale Bazkuna (Colegio Heráldico Vasco).
• El de la revista Euzkerea.
• Las obras manuscritas de cuatro autores contemporáneos. Pues bien, todos ellos, a los que nos referiremos más adelante, colaboraron con Euzkerea. Al señalar sus datos se indicará, en cada caso, lo dicho por los García-Carraffa.
• También hacen constar que consultaron La Casa Solar Vasca de Engracio de Aranzadi y el Tratado Etimológico de los Apellidos Euzkerikos
de Sabino Arana.

Como puede comprobarse, la relación con los medios nacionalistas fue particularmente intensa.

El Solar Vasco Navarro tuvo una segunda edición en Salamanca, los años 1947-1948 y una tercera, de mayor tirada que las anteriores, a partir de 1966, a cargo de la Librería Internacional de San Sebastián. Ambas fueron editadas en seis volúmenes. En la lista de los 1.500 suscriptores de esta última puede verse la amplia difusión que logró, tanto geográfica como entre los diversos sectores sociales.
Así, esta aportación salmantina alcanzó una importancia fundamental para la difusión de la heráldica vasca.
Por otra parte, el año 1968 la misma Librería Internacional de San Sebastián publicó el tomo I (fueron cuatro en total) de su obra El Solar Catalán, Valenciano y Balear. En la publicidad de la época (Colección Heráldica, bajo la dirección de D. Juan Repiso Conde) se hace referencia al proyecto de dedicar  obras similares a Galicia, Castilla y Aragón, cada una de ellas compuesta por dos volúmenes, los mismos que tendría El Solar Andaluz y Extremeño. A Canarias y Asturias se les asignaría respectivamente un solo volumen.



 Zumalacárregui.



Escudo de Armas: Trae escudo partido, 1º de oro, un pino de sinople, frutado con piñas al natural, y al pie del tronco, un jabalí pasante de sable; y 2º de gules, un castillo de oro con dos lebreles de plata manchados de sable, afrontados a la puerta. Bordura general de plata con una zarza de sinople frutada de zarzamoras de sable.


Linaje vasco, del concejo de Ichaso, en el partido judicial de Azpeitia (Guipúzcoa). Miembro mas famoso fue : Tomás de Zumalacárregui e Imaz (Ormáiztegui, Guipúzcoa, 29 de diciembre de 1788-Cegama, Guipúzcoa, 24 de junio de 1835), duque de la Victoria, conde de Zumalacárregui, conocido entre sus tropas como Tío Tomás, fue un militar español que llegó a ser general carlista durante la primera guerra carlista. En ocasiones fue apodado el «Lobo de Las Amezcoas» (Navarra).



Carta ejecutoria de hidalguía de Felipe II.






Real carta ejecutoria del pleito de hidalguía litigado por Juan de Herrán, vecino de Orduña (Vizcaya), expedida por la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid el 23 de noviembre de 1571.
Consta de 24 bifolios en pergamino con ilustraciones miniadas a toda plana. Una de ellas representa a la familia arrodillada ante la escena de la Anunciación y, la otra, los escudos heráldicos que flanquean la figura de San Juan Bautista en la parte central y la del apóstol Santiago en la inferior. La encuadernación es de piel con cenefas decoradas con motivos vegetales y heráldicos.
Conserva el cordón de seda y plata de seda trenzada y el sello pendiente de plomo, aunque desprendido de su ligazón.

Las reales ejecutorias son documentos que ponen fin al trámite judicial en los tribunales de justicia del Antiguo Régimen, con la finalidad de que se ejecute la sentencia que ha resuelto el litigio. Hacen un resumen bastante extenso del pleito al que ponen término y copian de manera íntegra la sentencia dictada en el mismo. En el caso de los pleitos de hidalguía es habitual que el beneficiario solicite, a su costa, que la carta se expida en pergamino con una o varias de sus páginas iniciales profusamente decoradas.
Este documento se guardaba con celo en los archivos familiares como garantía del reconocimiento oficial de pertenencia de la familia al estamento nobiliario, mientras que una copia de la sentencia, en papel horadado y a línea tirada, quedaba guardada en la Real Audiencia y Chancillería.
El interés de esta ejecutoria radica en que se ha conservado junto con su estuche original. Es de madera forrada en piel y sirvió tanto para guardar el documento como para transportarlo. No es común encontrar un conjunto tan completo como éste, por este motivo, se ha depositado en el Museo Nacional de Artes Decorativas para completar las colecciones del museo.



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