—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

lunes, 30 de diciembre de 2013

238.-Giordano Bruno, Mago, Poeta y Héroe.- a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; Franco Natalino; 

Giordano Bruno por Ettore Ferrari, Campo de' Fiori, Roma.

HISTORIAS

Giordano Bruno, el monje que enseñaba cosmología y fue condenado a la hoguera por el Vaticano
Su escultura se levanta en el Campo de’ Fiori, en Roma, donde funciona un importante mercado, allí mismo donde fue ejecutado un 17 de febrero de 1600 por su interés en la ciencia, la búsqueda de la verdad y por contradecir la fe católica

Gerardo Di Fazio
26 Nov, 2022

Cuando se visita Roma, uno de los lugares más pintorescos es “Campo de´ Fiori”, de día es un mercado, con sonidos, sabores, olores a puestos callejero. En él se encuentran desde flores, hasta legumbres, pastas, diversas especias y otros productos típicos. De noche “Campo de´ Fiori” se llena de saltimbanquis y cantantes callejeros, de mesitas para tomar un aperitivo, y así transcurre la vida en ese lugar de Roma. Hasta el siglo xv la plaza no existía como tal, y en su lugar había un prado florido con algunos huertos cultivados, del que proviene su nombre o según otra tradición, la plaza debería su nombre en su lugar a Flora, mujer amada por Pompeyo, quien había construido cerca su teatro. El Campo de’ Fiori es la única plaza histórica de Roma donde no hay una iglesia.
Pero en esa plaza, las hogueras eran lo más familiar en otras épocas. Pocos miramos los adoquines, pero uno de ellos, detrás del monumento que se yergue en medio de la plaza, se halla, de manera casi imperceptible, una pequeña placa de bronce, colocada allí en el 2011, que los recuerda que en ese lugar el 9 de septiembre de 1553, el papa Paulo IV, Gian Pietro Cafara, ordenó quemar todos los Talmud que hubiera en Roma, y para eso los soldados papales tuvieron que ingresar a las sinagogas y profanar los arón ha-kódesh, que es un armario o pequeña recámara decorada donde se guardan los rollos con los pergaminos de la Torá.
En esa misma Plaza, hay un monumento a un monje. No llama la atención que haya una estatua de un monje en Roma, pero este monje y este lugar amerita detenernos y leer sus placas y conocer su historia. Es el monumento a Giordano Bruno. La inscripción en la base dice: 
“A Bruno – il secolo da lui divinato –qui dove il rogo arse” que traducido al español significa A Bruno - Del siglo que predijo - Aquí donde ardió el fuego.

Giordano Bruno siempre ha sido un icono indiscutible de la libertad proclamada y promovida por la masonería quien junto con Dante Alighieri fueron creados como mitos fundacionales del nuevo estado italiano, laico y unitario, nacido del Risorgimento tras la reedición de sus obras promovidas por quien fuera el ministro de educación Francesco De Sanctis. Fue tan grande el éxito que tuvo entre los jóvenes universitarios que en 1876 idearon un monumento que llevara el nombre de Bruno. Esta iniciativa cayó muy bien a la masonería Italiana dado que el papa León XIII había publicado la encíclica Humanum genus contra la masonería.

El escultor elegido para crear la obra fue Ettore Ferrari, masón y futuro Gran Maestro de la logia de Roma. Sin embargo la construcción del monumento fue larga y complicada. Desde el principio el proyecto provocó una interminable diatriba política y a pesar de los compromisos que Ferrari se vio obligado a aceptar la luz verde para la instalación en Campo de´ Fiori por parte de la Municipalidad de Roma se retrasó. La inauguración tuvo lugar el 9 de junio de 1889. Una procesión de dos mil personas pasó de la estación de Termini al Campo de ‘Fiori. Todas las logias romanas estaban presentes con sus estandartes.
Ante la inauguración del monumento en octubre de 1890, el Papa León XIII emitió una nueva advertencia a Italia en su encíclica Ab Apostolici contra la masonería; comentó sobre el monumento en el siguiente pasaje:

“aquella obra eminentemente sectaria, la erección del monumento al renombrado apóstata de Nola, que, con la ayuda y favor del gobierno, fue promovida, determinada y realizada por medio de la masonería, cuyos portavoces más autorizados no se avergonzaron de reconocer su propósito y declarar su significado. Su propósito era insultar al Papado; su significado de que, en lugar de la fe católica, debe sustituirse ahora la más absoluta libertad de examen, de crítica, de pensamiento y de conciencia: y es bien sabido lo que se entiende por tal lenguaje en boca de las sectas…”


¿Quién era Giordano Bruno, que genera tanta controversia?

 Nació a comienzos de 1548 en Nola, a unos veinte kilómetros de Nápoles, entonces bajo el dominio español. Sus padres eran Giovanni Bruno, hombre de armas en el ejército español, y Fraulissa Savolino. Fue bautizado con el nombre de Filippo. Comienza estudiando en Nola. En 1562 se traslada a Nápoles, donde recibe lecciones de Giovanni Vincenzo de Colle en el Studium Generale y de Téofilo da Vairano en el monasterio agustino de la ciudad. En junio de 1565 ingresa en la Orden de los Dominicos, en el monasterio de Santo Domingo Mayor de Nápoles, donde se dedicó al estudio de la filosofía aristotélica y a la teología de Santo Tomás (tomismo). Ese mismo año cambió su nombre de pila por el de Giordano. En 1571 comparece ante el papa Pío V para exponer su sistema nemotécnico, dedicando al papa su obra “Sobre el Arca de Noé” En 1572 es ordenado sacerdote y en 1575 recibió el título de doctor en teología.
Pero Giordano no era un fraile simple y sumiso. Ya en el noviciado tuvo problemas por no fomentar las lecturas piadosas sobre los santos y la Virgen María e incitar a sus compañeros a leer libros de ciencia. También, comenzó a simpatizar con la herejía arriana, por lo que se acusa, y en 1576, huyó del convento de Nápoles y buscó refugio en Roma, en el convento de santa María Sopra minerva. Pero sus cuestionamientos no cesarán y la inquisición tendrá contra las teorías y escritos por el difundidos 130 acusaciones. Bruno, vuelve a huir y se convierte en un fraile-predicador ambulante. El mismo dirá “toda la tierra es patria para un filósofo”.
Viajó por el norte de Italia: Génova, Savona, Turín, Venecia, Padua, Bergamo, Milán enseñando gramática y cosmogonía. Luego pasará a Francia y en 1579 a Ginebra donde será recibido por el Marques de Vico, un calvinista que “buscar la verdad”. Se inscribe en la universidad de Ginebra, pero también será perseguido y retornará a Francia y es nombrado profesor de la Universidad de París en 1581. En esa etapa de su vida publicó sus obras: Las sombras de las ideas y El canto de Circe.

En 1583 viajó a Inglaterra, enseñó en la universidad de Oxford la nueva cosmología copernicana, atacando las ideas tradicionales. Después de varias discusiones deberá dejar la universidad de Oxford. Bruno enseñará donde puede pero siempre en países que habían aceptado la Reforma. Llego hasta la sede misma de la reforma Luterana, la Universidad de Wittenberg. En 1590, viaja a la Serenísima República de Venecia a dar clases convocado por un noble, quien lo denunciará y entregará a la Inquisición el 21 de mayo de 1592. El juicio tuvo lugar poco después. Bruno se sometió a siete interrogatorios, al final de los cuales pidió perdón al tribunal, apelando a su clemencia. Pero el Sant’Uffizio pidió al Senado veneciano que se hiciera cargo del caso en consideración a la gravedad de las acusaciones y así Bruno el 27 de febrero de 1593 fue trasladado a Roma.

La Inquisición veneciana lo encarcela el 23 de mayo de 1592 y es reclamado por Roma el 12 de septiembre. El 27 de enero de 1593 se ordenó el encierro de Giordano Bruno en el Palacio del Santo Oficio, en el Vaticano.
En abril de 1596 se instituyó incluso una comisión integrada por seis teólogos con la tarea específica de evaluar los textos del dominico y extrapolar tesis y posiciones que pudieran probar su culpabilidad. En 1597 el hacha de la censura cayó sobre los libros de Bruno. Es en esta etapa que el cardenal Roberto Bellarmino, quien luego será también el gran protagonista del caso Galileo Galilei, está llamado a buscar una posible salida al impasse en el que se encuentra el proceso.

Los cargos eran: tener opiniones en contra de la fe católica y hablar en contra de ella y sus ministros, contra la Trinidad, la divinidad de Cristo y la encarnación, contra el reconocimiento de Jesús como Cristo, contra la virginidad de María, la madre de Jesús, contra la transubstanciación y la misa, sostener que existen múltiples mundos, sostener la transmigración del espíritu en otros seres humanos después de la muerte y ser brujo.

Roberto Bellarmino quien luego será canonizado fue quien tuvo la idea de someter a Bruno algunas proposiciones ciertamente heréticas extraídas de las actas del juicio, pidiendo al acusado que las confirmara o abjurara. Alguna de ellas eran: la declaración de “dos principios reales y eternos de la existencia: el alma del mundo y la materia original de la que se derivan los seres”; la doctrina del universo infinito y los mundos infinitos en conflicto con la idea de la Creación; la idea de que toda realidad, incluyendo el cuerpo, reside en el alma eterna e infinita del mundo; la idea del movimiento terrestre, que —según Bruno— no se oponía a las Sagradas Escrituras, las cuales estaban popularizadas para los fieles y no se aplicaban a los científicos; la designación de las estrellas como “mensajeros e intérpretes de los caminos de Dios”, entre otras.

El informe de la congregación del oficio de la Santa Inquisición da fe de que el 21 de diciembre de 1599, Bruno, visitado en prisión, declaró: 
“…que no tiene o quiere arrepentirse y no tiene de qué arrepentirse o tiene materia de arrepentimiento, y no sabe de qué arrepentirse”. 
El 20 de enero de 1600, el Papa ordenó que se dictara la sentencia, que fue leída a Bruno el mismo día en que fue llevado a la hoguera.

Al leer la sentencia, Bruno miro fijo a los ojos del lector de la sentencia y en latín les dijo estas famosas palabras:
 “Maiori forsan cum timo­re sententiam in me fertis quam ego ac­cipiam” que en castellano significa: “Quizás tú tiemblas más al pronunciar esta frase que yo al escucharla”.

 No había abjurado y la sentencia, que le fue leída era irrevocable. Días después, el filósofo de Nola fue quemado vivo en el Campo de ‘Fiori de Roma, donde fue llevado con la boca apretada por el mordisco, para que no hablara.
Desde la prisión de Tor di Nona, donde estuvo encerrado, el 17 de febrero de 1600, Bruno caminó por vía dei Banchi Nuovi y luego por vía del Pellegrino hasta el lugar de la ejecución, donde lo esperaba el verdugo, en el lugar exacto donde se encuentra su monumento. En torno a una multitud de personas, que acudían a presenciar el atroz espectáculo de su muerte en una ciudad que celebraba el año jubilar.
El periódico de la Archicofradía de San Juan el Decapitado de Roma daba así noticia de la ejecución de la sentencia:
 “En las fechas del 16 y 17 de febrero de 1600, el compromiso de la Compañía de seguir la ejecución de Giordano, del q (= quondam, es decir que era) Giovanni Bruni fraile apóstata de Nola di Regno (es decir del Reino de Nápoles), hereje impenitente (...) Y perseveró tanto en su obstinación que como ministros de justicia fue tomado a Campo di fiori, y allí desnudo y atado a un madero lo quemaron vivo”.

Mientras que en los avisos públicos de Roma a la población fechados el 19 de febrero de 1600, leemos: 
“El jueves ese fraile de S. Domenico, de Nola, un hereje persistente, con su lengua en buenas manos, fue quemado vivo en Campo de’ Fiore, por las palabras muy feas que dijo, sin querer hacer caso a consoladores u otros”. La “lingua in giova” era un castigo infligido a los blasfemos y consistía en clavar un clavo curvo en la lengua. “El jueves por la mañana en Campo di Fiore fue quemado vivo ese fraile dominico elegido de Nola (…), un hereje muy obstinado, y habiendo formado a su antojo varios dogmas contra nuestra fe, y en particular contra las SS. Virgen y los Santos, quiso obstinadamente morir en aquellos que eligió; y dijo que murió mártir y voluntariamente, y que su alma subiría con aquel humo al cielo. Pero ahora lo entiende si decía la verdad”.
Fue ejecutado porque se atrevió a teorizar que Dios está en la naturaleza de todas las cosas y la tierra está dotada de un alma inmortal, así como el ser humano y las estrellas tienen una naturaleza angelical... que el valor del hombre no está en la posesión de la verdad ni en saber imponerla sino en la búsqueda constante de ella que es lo que hace libre a la humanidad.



FILOSOFÍA
27/02/2019




Casi cuatrocientos años después de su brutal asesinato se desempolvan, para su estudio, las obras de este filósofo y mago del Renacimiento.

En los albores de un milenio, nos planteamos tristemente el valor de aquello que han forjado nuestras ambiciones en los tres últimos siglos, semillas de esperanza que fructifican como pesadillas de plomo…

Giordano Bruno es el filósofo para aquellos que hallan una raíz mística en la ciencia, no para los que se envanecen de sus frágiles y quebradizos conocimientos, sino que visten y dan esplendor a sus conocimientos con sus actos.

Y es que Giordano, antes que Galileo presentase tímidamente las pruebas del sistema heliocéntrico, ya hablaba de infinidad de mundos, de soles y tierras, partículas vivas y conscientes en este inmenso Ser que es el Universo y que Bruno llamaba el TODO EN TODO. Un filósofo que, adelantándose a las actuales hipótesis Gaia, presenta a la tierra como un gigantesco organismo que respira, piensa y coordina con voluntad propia sus mecanismos automáticos. Tierra que se renueva continuamente, en el eterno devenir de sus giros.

Un gran conocedor de los misterios del alma, que trescientos años antes que Jung, nos habla de símbolos vivos que rigen el mundo de la psique, símbolos comunes para la Humanidad, y que en armonía con la naturaleza hacen resplandecer el alma y devuelven la salud perdida en el desequilibrio.

Un mago para el que todo se halla interrelacionado en la Naturaleza por invisibles hilos, como una inmensa caja musical en la que resuena incesantemente el PAN TO PAN (“todo está en todo”) de los clásicos. Un mago que como si fuese una cuerda vibrante de conciencia al ser pulsada por la Divinidad inmanente en todas las cosas, se convierte en una Fuerza Viva al servicio de la Naturaleza.

Un héroe que defendió con su vida sus principios y a quien la incomprensión y críticas de su tiempo no abatieron. A quien los fríos y lacerantes dedos de la tortura durante más de siete años no arrebataron su inquebrantable convicción de cuanto enseñó.

Sean estas breves líneas el canto de un recuerdo, no para solazarnos en la estéril añoranza, sino para que los que nos consideramos filósofos “a la manera clásica” escribamos la melodía de un futuro…

“Tantos son los significados de magia cuantos son los magos(…). Los filósofos llaman mago al sabio con capacidad de obrar”

Giordano Bruno – De Magia

“Las raíces amputadas que germinan son cosas antiguas que reaparecen, son verdades ocultas que se descubren, es una nueva luz, que después de una larga noche, despunta en el horizonte”

Giordano Bruno – Sobre el infinito Universo

La materia es el cuerpo del Universo: es la verdadera sustancia de las cosas, eterna, ingenerable, incorruptible. Carece de partes (no tiene sentido hablar de partes del infinito, sino en el infinito). Los átomos no son, pues, sino modos o perspectivas de lo infinito, como las olas del mar no son parte, sino modos del movimiento del mar.

EL UNIVERSO: MATERIA Y ESPÍRITU

El Universo es el símbolo más acabado y perfecto de Dios-Uno. Es la huella dinámica de la Unidad, pero nadie puede comprender esta Unidad que está “detrás” de todas las cosas si no es a través del número, de la aparente pluralidad de los seres.

El Universo es un inmenso ser vivo donde las formas nadan y se visten de materia. La finalidad del Universo consiste en que todo lo que puede existir (es decir, lo que existe en potencia), llega a tener existencia (en acto).

El espíritu es el principio que genera la forma desde el interior de la materia, pero sin entrar en la composición con ella. Mantiene la armonía de los elementos contrarios. Entreteje los hilos del Destino (hilos que son la misma esencia de la materia). Fabrica, contempla y conserva el edificio del Universo. Es también su destructor, por no poder anudar eternamente temperamentos contrarios.

El espíritu y la materia son ambos infinitos y eternos. Como no pueden coexistir a la vez dos infinitos juntos, espíritu y materia son esencialmente lo mismo (ahí está el gran enigma que nadie puede responder, el koan zen de “¿cuál es el batir de la palma de una sola mano?”).

EL COSMOS

La ciencia de su tiempo situaba a la tierra en el centro del Universo. Rodeada de esferas concéntricas y cristalinas, donde giran los siete planetas (incluidos el sol y la luna). Más allá estaba la octava esfera, en movimiento opuesto al de los planetas, donde están insertadas las estrellas fijas. Y tras esta esfera el Empíreo, donde todo es estable.

Giordano, recogiendo las enseñanzas de Copérnico, sitúa al sol en el centro de un sistema en torno al cual gira la Tierra, la Luna y los planetas. Pero va aún infinitamente más lejos: Copérnico puso al Sol en el centro de su Universo. Giordano explica que, como el Universo es infinito, carece de sentido hablar de partes o de centro, pues en lo infinito cualquier punto es el centro. Las estrellas no son las lamparillas puestas por Dios en la octava esfera, sino soles como el nuestro o incluso superiores, soles que están dispersos en la inmensidad sin límites del espacio infinito.

Toda la obra de Giordano está impregnada del milenario hermetismo. En ella resuenan sus principios: EL TODO ESTÁ EN TODO, todo, incluso la aparente materia muerta, está viva. El movimiento y la vibración es la esencia de la vida. Todos los cuerpos celestes participan de esta Vida-Una, y tienen una inteligencia o alma que los rige.

La tierra es un ser vivo (la moderna hipótesis GAIA es tan antigua como el hombre): -es preciso que se mueva “en torno a su propio centro para participar de la luz de las tinieblas, del día y de la noche, del calor y del frío, que se mueva alrededor del sol para participar de la primavera, verano, otoño e invierno; hacia los llamados polos o puntos hemisféricos para la renovación de los siglos y la mutación de su rostro”.

Los seres vivos, incluidos los humanos, no son para él más que accidentes en la capa exterior de los verdaderos vivientes que son los cuerpos siderales. Sin embargo, la mónada (el hombre interno) tiene la virtud de reflejar el cosmos entero.

Nos preguntamos ¿cómo pudo Giordano lanzar hipótesis cosmológicas que se adelantaban tres siglos a sus contemporáneos?

Él explica que la inteligencia puede penetrar en los senderos escalonados de las causas verticales. El filósofo puede, mirando en lo profundo de su alma, obtener todo saber mediante la luz del discernimiento (Budhi, en sánscrito). Como la mónada (hombre interno) es una chispa emanada de la divinidad, contiene en sí, como un espejo de diamante, la imagen de todo el Universo. Es preciso apartarse de los objetos de sensación y no confiar en ellos más verdad de la que poseen. Esto sería como tratar de desvelar los misterios del sol mirando sus reflejos en las aguas turbulentas:

“… saber calcular, medir, geometrizar y perspectivizar no es sino un pasatiempo para locos ingeniosos”

Giordano Bruno – Cena de las cenizas

GIORDANO, POETA

La poesía emana de los furores del héroe (Eros-amor) como lo hace el perfume de una flor. La poesía no nace de las reglas, sino que son las reglas las que derivan de la poesía. Así, hay tantos modos o géneros de poesía como poetas. A los poetas se les conoce, no por la estructura formal de sus rimas, sino por los hilos invisibles del alma que la naturaleza pulsa con sus versos.

El poeta es el eterno enamorado que halla en los reflejos de lo fugaz las huellas de lo divino. Este amor por el dios que lleva dentro (Venus Urania) “infunde un ardor heroico en el alma, haciendo que quiera emular las virtudes y grandeza por el deseo que tiene de agradar y de ser digno de la cosa amada”.

Pero el amor que da alas al amante es infinito, y por lo tanto inalcanzable, y la felicidad sin límites viene de la búsqueda de lo inalcanzable: “no es necesario que nuestro intelecto pueda comprenderlo, basta que en el estado en que se halla (el amante) le sea presente la divina belleza extendiéndose por todo el horizonte de su visión”.

La hermosura corporal no puede ser causa de un amor duradero y constante; ni siquiera la del alma, pues el alma no es hermosa por sí misma, ya que algunos sabios son hermosos y amables, en tanto que otros son estúpidos odiosos y feos. “Es necesario pues, elevarse a aquel intelecto que por sí mismo es bello, y que por sí mismo es bueno. Este es aquel capitán único y supremo, que, sólo, puesto ante los ojos de los pensamientos militantes, los ilustra, enardece, fortalece y les asegura la victoria por el desprecio de toda la hermosura y el rechazo de no importar qué otro bien. Esta es, pues, la presencia que hace superar toda dificultad y vencer toda violencia”.

La muerte que anhela el amante es la que procede del gozo supremo, la muerte del beso, la vida eterna fluyendo en las cárceles del tiempo. Esta muerte (que es vida para el héroe) es la retención de la Rueda de la Fortuna, cuando nada odia, nada teme, nada espera, “el cumplimiento de la perfección y acto que aguarda el rocío divino”.

GIORDANO, EL MAGO

Como ocurría con la poesía, para Giordano hay tantas definiciones de magia como magos. Extraemos los siguientes conceptos generales:

El mago, que es equivalente al sabio.
La magia, llamada comúnmente “natural”, que señala al mago hacedor de maravillas mediante la aplicación de “activos” y “pasivos”, tal como en la Alquimia y en la Medicina.
La magia fantasmagórica o de las apariciones o de las apariciones, en la que el mago promueve la aparición de obras de una naturaleza o inteligencia superiores a las conocidas.
La magia natural propiamente dicha, que trata de obras que no sólo abarcan transformaciones externas, sino el espíritu interior que existe en todas las cosas.
La magia matemática o filosófica oculta, que es el intermedio entre la natural antes citada y la extranatural; utiliza palabras, figuras, sellos, caracteres o letras.
La magia transnatural o metafísica, también llamada Teurgia, que a través del culto e invocaciones, hace del espíritu humano un receptáculo y sabedor de múltiples cosas propias de los dioses, los demonios (“daimón”, del griego, solo significa “espíritus”, y su significado fue posteriormente tergiversado) y los héroes. Pero destaca Bruno el peligro de la teurgia al mencionar la que llama “magia de los desesperados, los que conjuran y concretan daimones malignos“.
La nigromancia consiste en la invocación, a través de daimones, de las almas de los difuntos, para que ellos ayuden en la interpretación de sus cadáveres, buscando adivinar y conocer sobre las cosas ausentes y futuras.
Existen asimismo encantamientos provocados a través de indumentarias u objetos que hayan estado en comunicación por contacto con una persona. Dichos encantamientos suelen utilizarlos los magos maléficos o los emponzoñadores que aspiran a la muerte de sus víctimas; pero también son armas útiles para los médicos.

Y por último, los adivinos de cosas ausentes o futuras a través de variados medios: por los cuatro elementos (piromancia, geomancia, hidromancia…); o por la observación de las cosas físicas, matemáticas o divinas (augures, arúspices, geomantes que usan números, letras, figuras, astros, profetas).

También cabe la indigna denominación de mago para el necio o maléfico que, por comercio o pacto con daimones malignos, está facultado para favorecer o dañar.

De las exposiciones anteriores se desprende aquel que Giordano Bruno denomina el “Axioma de los magos”, y es saber que Dios influye en los dioses, los dioses en los astros, que son números corporales, los astros en los daimones que son habitantes y cultivadores de los astros, entre los que se cuenta la Tierra, los daimones en los elementos, los elementos en los mixtos, los mixtos en los sentidos, los sentidos en el alma, el alma en el animal entero; y este es el descenso de la escalera. El ascenso que es obra del mago verdadero, es el camino inverso.

En la magia tienen suma importancia los daimones, guardando para esta palabra el viejo significado que le daban los griegos, como espíritu de la naturaleza. Es inmensa la variedad de estos daimones, y variados también los vínculos que el hombre puede establecer con ellos. Por lo mismo que los daimones están constituidos por materia, aunque en diversos grados de sutileza, pueden ejercer influencia sobre este mundo, y lo hacen en relación inversa a la potencialidad del hombre-mago: a mayor desenvolvimiento del espíritu y de la voluntad humana, el influjo de los daimones es menor.

Lo más interesante del planteamiento de Bruno es el caso de los daimones que presiden ciertas etapas históricas, que velan por determinadas formas de Estado, de cultura, salvaguardando imperios. Ellos viven periodos distintos a los de la vida humana. Actúan como “ideas” que conforman una determinada época, o que dan consistencia espiritual a un pueblo. Este hecho destaca aún más la importancia de conformación del mago, del hombre evolucionado, ya sea para aprovechar el impulso de los daimones benéficos, como para soslayar las malas influencias, evitando no sólo el mal de una persona sino de pueblos enteros.

LA MEMORIA MÁGICA

Es quizás la aportación más original y profunda de Giordano. Para él, la memoria humana no es otra cosa que el modo temporal que refleja el entendimiento universal —acto puro e instantáneo—. La memoria pretende poder en acto aquello que se halla en potencia en las difuminadas cavernas del recuerdo.

La memoria mágica es la memoria de la imaginación que resuena en armonía con la naturaleza.

Desde la Grecia Clásica nos llegan noticias del uso de la imaginación como instrumento de la memoria. El gran orador Cicerón recomendaba, para recordar las partes de un discurso, proyectar con la voluntad imágenes en un recorrido real o ficticio. Al rememorar dicho recorrido, las imágenes aparecerían de forma natural y espontánea.

Si quiero recordar, por ejemplo, una lista de palabras: reloj, carpeta, escribir una carta, llaves, etc; en un orden determinado, basta con crear con intensidad imágenes asociadas y proyectarlas en un recorrido imaginario de nuestra casa. Cuanto más sorprenda nuestra sensibilidad y psique, cuanto más pasión (fuerza astral dirían los ocultistas) “inyectemos” en la imagen, con más profundidad se grabará en la tablilla de cera fundida que es nuestra memoria.

Por ejemplo, puedo imaginar que al llegar a la puerta de casa, en vez de mirilla hay un reloj con forma de ojo. Cuando abro la puerta, ya en el hall, una lluvia de carpetas se precipita sobre mí. Al llegar a la cocina, sobre la sartén hay una carta en la que está escrito “no me olvides” y que al ir a apagar el fuego para que no se queme la carta en la sartén, resulta que en vez de botón tiene una cerradura y sólo con unas llaves puedo apagar dicho fuego.

Este método se conoce con el nombre de “memoria de los lugares”.

La aportación de Giordano consiste en que las imágenes base de la memoria son un verdadero mundo aparte, en perfecta armonía con los tres planos de la naturaleza:

el físico,
el moral o matemático, y
el celeste o mágico.
Imaginemos que somos capaces de retener como base de la memoria y con perfecta claridad todo un museo de pintura de las dimensiones del Museo del Prado. En este supuesto “Museo de la Imaginación” hay tres plantas, cada una de ellas con decenas de salas. En cada sala cientos de cuadros. Pero no son cuadros normales, son cuadros en tres dimensiones donde se desarrollan escenas vivas. Las imágenes de estos cuadros son de colores más puros que los que existen en nuestro mundo “real”.

Imágenes en movimiento, animadas por pasiones o sentimientos profundos, construidos según las reglas de oro de la Óptica de la imaginación.

Estas son miles de imágenes de memoria de la Memoria Mágica de Giordano. Podemos utilizarlas como receptáculo de memoria, proyectando sobre ella las imágenes que queramos recordar; pero también podemos deleitarnos en la contemplación en sí de las mismas, pues cada una de ellas es un símbolo que vela un arcano de la Naturaleza (del mismo modo que lo hacen los 22 Arcanos Mayores del Tarot).

El contemplar estas imágenes talismánicas armoniza el alma, aumenta en grado inimaginable la inteligencia profunda que busca las esencias, desarrolla la concentración y la memoria hasta límites insospechados.

En la primera planta de este “Museo de Pintura” se hallan todas las imágenes en relación con la naturaleza: por ejemplo, en una de las numerosas salas encontramos cuadros con las imágenes de un río, un arado, una cadera, un árbol, un ánfora…. En la segunda planta todas las salas son triangulares, y aparecen imágenes abstractas en relación con la moral y con la ciencia: por ejemplo, la claridad, que es una matrona que lleva en su mano diestra agua, en la zurda un espejo; la salud, una niña que porta agua y un niño fuego, o el gozo, que nos sale del encuentro como una niña ataviada con verdes vestiduras, que esparce de un canastillo especies variadas de flores.

En la tercera planta aparecen las Doce Curias en relación con las doce divinidades, estelares: Júpiter, Saturno, Marte, Mercurio, Apolo, Esculapio, Sol, Luna, Venus, Cupido  […] y Tierra. Cada una de ellas rodeada de un séquito celeste, símbolos metafísicos, atribuidos del dios al que siguen.

Así la Magia de la Memoria de Giordano es mucho más que un sistema mnemotécnico. Quiere abrir ante nosotros una dimensión mágica, un reino de símbolos que aportan en su seno el misterio y armonizan la psique humana con la luz astral de la naturaleza. Es mediante estas imágenes como la inteligencia humana, rompiendo sus límites se hace espejo de la inteligencia divina.

El sistema de Giordano es el de la música visual del alma.



Jose Carlos Fernández

Madrid, 1991



Biografía 

(Felipe Bruno, más conocido por su nombre religioso, Giordano; Nola, 1548 - Roma, 1600) Filósofo italiano. Es uno de los personajes más trágicos de la historia de Italia, donde por espacio de dos siglos, o sea hasta el "Risorgimento", quedó relegado, aun cuando sólo en apariencia, al olvido.
A los catorce años fue enviado a Nápoles a estudiar, y en 1565 ingresó como novicio en el convento de Santo Domingo; ordenado sacerdote en 1572, se doctoró en teología en 1575. En los cenobios, donde permaneció hasta los veintiocho años, se interesó con pasión en problemas de exégesis bíblica, y sobre todo en la posibilidad de concordar la teología cristiana con el emanatismo neoplatónico. En este aspecto consideró a las tres "personas" de la Trinidad como otros tantos atributos (poder, sabiduría y amor) del único Dios. Dios, en calidad de Mente, se halla sobre la naturaleza; en cuanto intelecto, Dios es sembrador en la naturaleza; y, en cuanto Espíritu, Dios es la misma alma universal.
Huido de Nápoles a causa de un proceso de herejía incoado contra él, y de Roma por temor a verse acusado de un asesinato en el que ninguna culpabilidad tenía, llegó primeramente a Liguria; luego estuvo en Turín, después en Venecia (donde publicó su primer libro, actualmente perdido) y, sucesivamente, en Bérgamo, Saboya y Ginebra. Acogido en esta ciudad por un adepto napolitano del calvinismo e inscrito en la universidad y la iglesia de esta secta, se rebeló muy pronto contra sus maestros, y fue privado de la Santa Cena.
Al cabo de poco tiempo se dirigió a Francia; aquí desempeñó una cátedra en Toulouse durante dos años, y luego se trasladó a París, donde ofreció al rey Enrique III de Francia De las sombras de las ideas, uno de los textos de mnemotécnica que Giordano Bruno hizo imprimir en la capital francesa durante su primera estancia en la ciudad. Profesor extraordinario en París, la indocilidad de los estudiantes le indujo a trasladarse a la corte de Isabel I de Inglaterra, siguiendo al embajador de Francia.
Los dos años y medio pasados entre Oxford y Londres se cuentan entre los más importantes de su vida, por cuanto entonces compuso y publicó las dos trilogías de los Diálogos italianos. Lo mismo que había sido también El Candelero, obra aparecida anteriormente en París, La Cena del Miércoles de Ceniza resulta aún casi una comedia, y describe una cena celebrada en la casa de un gentilhombre londinense la noche del Miércoles de Ceniza. De la causa, principio y uno, hoy la obra más leída de Giordano Bruno, trata de fundar la nueva "filosofía nolana" proponiendo el concepto de una materia viviente que se da ella misma infinitas formas abandonadas luego paulatinamente. Del infinito universo y mundos critica la física y la cosmología aristotélicas, que sustituye por una idea del universo infinito en su extensión y el número de mundos (los astros) que lo integran.
La segunda trilogía, la Expulsión de la bestia triunfante, es una comedia mitológica en la que los dioses resuelven hacer penitencia, ahuyentan del cielo a osas y escorpiones y los reemplazan por los signos de las virtudes. En La cábala del caballo Pegaseo y del asno Cilémico se da una sátira de la "santa asnalidad", o sea de la humildad y la sencillez recomendadas por el cristianismo. Los Heroicos furores exaltan, en verso y prosa, el amor de la inteligencia para el objeto divino, que es la verdad.
Al regresar a Francia, Giordano Bruno empezó a exponer y a criticar las obras de Aristóteles. Nuevos "tumultos" de estudiantes le llevaron a Alemania, donde publicó los tres poemas latinos compuestos mientras tanto y que integran el segundo grupo de sus textos más ilustres. Del mínimo propone el concepto del mínimo físico, el átomo, y de mínimo matemático, el punto, entendido cual la esfera más pequeña posible. De la mónada, que resulta hasta cierto punto similar a los escritos mágicos del autor, muestra la conversión de la unidad en dualidad y sus posteriores complicaciones que dan lugar a la tríada, la tétrada, etc., hasta llegar a la década. De lo inmenso y de los innumerables reanuda el tema que se halla en Del infinito con una nueva conciencia de los progresos contemporáneos de la astronomía, campo en el cual destacaba Tycho Brahe.
Invitado por Juan Mocenigo, quien quería aprender de él la mnemotécnica y quizá también la magia, Giordano Bruno marchó a Venecia; pero Mocenigo, no satisfecho de la enseñanza y molestado por los discursos heréticos de su huésped, le denunció al Santo Oficio. Conseguida por la Inquisición romana la extradición, Giordano Bruno fue encarcelado, interrogado por los inquisidores y, finalmente, condenado a una muerte cruel.
Se ha considerado a Giordano Bruno símbolo del pensamiento libre rebelado frente al dogma religioso: vuelve alegremente al naturalismo antiguo "renacido" en los nuevos tiempos, sostiene sus opiniones en todos los países de Europa y ante los poderosos y doctos y, finalmente, después de ocho años de cárcel, prefiere la muerte a la retractación. Bajo este aspecto, aparece como héroe sublime de una humanidad resuelta a reivindicar y defender a costa de la vida el derecho a pensar de acuerdo con una razón autónoma y meramente filosófica.
En honor a la verdad, sin embargo, debe tenerse en cuenta que Giordano Bruno se ordenó, según él mismo dijo a la Inquisición véneta, cuando ya su mente estaba invadida por muchas dudas acerca de los máximos dogmas (Trinidad y Encarnación) y se veía inclinado a una interpretación racionalista y naturalista de ellos; que nunca fue perseguido en los países católicos transalpinos por haber huido de un convento ni por sus ideas; y que al regresar a Italia proclamaba abiertamente no haber de temer nada de la Inquisición y estar resuelto a volver al "gremio de la Iglesia católica". Los debates acerca de esta figura se hallan muy lejos de tocar a su fin; de todas formas, nadie puede discutir el valor del entusiasmo mental con que Giordano Bruno cantó como divina la infinita fecundidad de formas de la naturaleza.

puerta al infierno

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