—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

sábado, 3 de diciembre de 2011

44.-El procedimiento civil Ingles. a

juez ingles
Introducción.
La razón de todo proceso judicial es obtener un remedio para la injusticia de carácter civil de la cual uno ha sido victima, y a tal fin, el actor o demandante (Plaintiff) debe demostrar que la norma de derecho sustantivo impone una responsabilidad al demandado (Defendant) a favor del actor.
El actual procedimiento judicial ingles es una fusión del antiguo procedimiento de los tribunales de common law que era oral y contradictorio con el antiguo procedimiento de la Equidad, que era escrito e inquisitivo.
El procedimiento judicial ingles esta divida en dos partes: pre-trial y el trial. En la etapa pre-trial, el proceso se prepara cuidadosamente, de forma tal que los puntos de discordia entre las partes se presentan con claridad y pueden articularse en cuestiones susceptibles de responderse con un simple si o no en etapa trial por Juez o el Jurado.
Procedimiento Pre-Trial.
El Procedimiento pre-trial, comienza una vez presentada por el Plaintiff, el escrito de demanda ante un tribunal de justicia.

A).-. Writ.

Una vez presentado el escrito de demanda el tribunal expide un decreto judicial, llamado  “writ” o “summons”, que es una formula judicial standard para iniciar el procedimiento judiciales en los tribunales de justicia, que esta dirigida en contra del demandado de autos, a  fin de informarle de la naturaleza de la acción, y ordenándole la comparecencia ante tribunal. El writ individualiza al tribunal, el actor y demandado. En decreto hay una descripción muy somera de la demanda (endorsement) que puede ser general o especial; es general en caso de daño y perjuicio no determinados, ocasionados, por ej. El manejo de un coche; y es especial cuando se reclama una suma determinada de dinero.
 Se preparan varias copias del Writ para enviarlas a las partes y al archivo.
 También el tribunal le entrega el “command” o sea, el mandamiento dirigido al demandado ordenándole que comparezca dentro de ocho días a partir de recibir dicho writ.

B).-Comparecencia.

 judgment in default”. No es indispensable la comparecencia del acusado, salvo para prevenir un “judgment in default”, o sea, un fallo en ausencia, en rebeldía. Basta una nota enviada al “clerk”. Se presume la aceptación de la competencia del tribunal con la ausencia, porque en caso contrario, debía haberse presentado y planteado personalmente el problema. La comparecencia es, todos modos, un formalismo y significa, prácticamente, que  el writ  ha sido despachado y recibido.
Debe llenar el demandado dos formulas: “menorandum of appearancew” (Memorándum de comparecencia) y “duplicate appearance” (Duplicado de comparecencia);  se le agrega un titulo (nombre con que figura en el archivo) y su dirección. El memorándum sellado le es devuelto y él lo envía al actor como para notificarlo.
El actor espera 14 días para que el demandado prepare y presente su defensa; si no comparece, procede contra él, en ausencia, rebeldía.
 En tal caso, el actor pide un “summary judgment” o sea, una sentencia recaída en base al sumario, siempre que el “master of the courts” (maestro u oficial mayor del tribunal) no conceda al demandado ocho días más para presentar su defensa. Si el acusado no comparece dentro de los ocho días, el actor queda facultado para entrar en juicio en contra él, llenando dos copias del documento “en ausencia” y presentándola en la sala de comparecencia. Se controla la ausencia del demandado y se les pone el sello “no appearance” (no comparecido). Ambas copias se llevan a la sala de “judgment” (Proceso), donde son revisadas cuidadosamente, selladas devueltas al actor. Uno de ellas es para la secretaria. Al pronunciarse la sentencia, esta y la otra copia se guardan en el archivo.
L sentencia (judgment) puede ser un “final judgment”, o sea, una sentencia definitiva en caso de reclamar una suma liquida o de reclamar la recuperación de algún terreno, etc.; puede ser “interlocutory judgment”, o sea, una sentencia recaída en la causa  por la que se reclama alguna indemnización indefinida.
La sentencia pronunciada en la ausencia del demandado puede ser ejecutada, pero el demandado, mediante un “summons”, puede solicitar ante el master of the courts,  su revisión, alegando su enfermedad o alguna razón seria para sui no comparecencia.

C). -Pleading.

El propósito del Pleading es obligar a las partes a llegar a un acuerdo, antes de la audiencia y antes de presentarse ante el jury, respecto de la afirmación de un hecho por una parte y su negación por la otra.
Consiste en intercambiar los “claims”, “pleadings”, entre las partes. El  claims es una versión ampliada del hecho descrito ya en el writ. El acusado presenta su defensa por escrito (pleading) o contesta  al “chaim” del actor. La negación rotunda de los hechos presentados por el actor en su Chaim, se llama un “traverse”. En esta etapa no se usan aún argumentos legales, estos vienen después de “verdict” del “jury” (su hay jurado) o después de la producción de pruebas, en caso de un solo juez.
El demandado puede presentar un “counter-claim” que seria una cross-action, o sea, una acusación hecha al actor. La contestación del “counter-claim” se llama “repley” (Respuesta) y el actor esta facultado a presentarla también sin  “counter-claim” del demandado siempre que quiera agregar algún nuevo hecho a su “claim” original.
Luego sigue el interrogatorio de una parte y de la otra, que importa una serie de preguntas y respuestas acerca de los hechos denunciados por una parte y que deben ser contentadas por la otra.
Una de las dos copias que  se preparan queda para el archivo, mientras que la otra será usada por el juez durante el “Trial”, o sea, el proceso.

D).-Preparación del Trial.

- El solictor envía las actas a un Barrister (Counsel) que las examina y estudia para aconsejar al solicitor respecto a los problemas, los puntos dudosos, la producción de pruebas. Etc.
Las partes pueden llegar a un acuerdo en todo momento.
E).-La selección del “Jury”.-En los procesos que se efectúan con la asistencia del jury o jurado se procede a la selección de sus miembros. El demandado está facultado a rechazar o no mas de siete de los miembros del jurado, por motivos personales.


Procedimiento Trial.
A).-the day in court.

Audiencia de Juicio.
La vista pública de tribunal se basa en: una exposición breve y precisa de los puntos en litigio; Aceptación única de pruebas orales, inexistencia de una sentencia interlocutoria que establezca los puntos de prueba, y por ultimo se continuación de vista, sin interrupción, hasta la conclusión.
En el tribunal, con 48 horas de anticipación el proceso se pone en aviso en “warned list” (lista de avisos), pero las partes, de común acuerdo, pueden solicitar la postergación de la fecha.
El trial es público; los jueces y los “counsels” llevan “wigs and gowns” (peluca y toga). En caso de no comparecencia de ambas partes, el caso se retira de programación; en la asistencia de una de partes, se procede un “judgment by default
Presta el jurado luego juramento de emitir un “verdict” de acuerdo a las pruebas y las evidencias; el counsel del actor  ante el debate, descubriendo los antecedentes generales, los puntos de derecho y los efectos del “pleading”. Luego, hace la descripción del caso, como ha ocurrido en orden cronológico, con especial interés respecto a los hechos que, en su opinión, prueba la verdad sostenida por su patrocinado. Luego se interroga a los testigos y peritos. Esto se llama “direct examination”, o sea, examen directo. En él quien interroga, pero las respuestas van dirigidas al juez (o al jurado). Las preguntas y las respuestas deben ser cortas.
Luego le toca al counsel del demandado quien puede hacer también un “Cross-examining” (o cross-examination: interrogatorio). Puede ser interrogado nuevamente tantos como las partes como los testigos (“re-direct examination”, especialmente, si hubo algunas contradicciones en las declaraciones (re-cross examination.)
La decisión del jurado se llama “verdict” (Veredicto)  y es pronunciada, normalmente, por uno de los miembros del mismo después de que ellos hayan vuelto de sus deliberaciones a la sala de audiencia. El veredicto es para decidir la culpabilidad o la inocencia del demandado.
 Después del veredicto, la parte contra quien este ha sido pronunciado, puede presentar la moción por “judgment” no obstante el veredicto (“non obstante veredicto n. o. v.”), o sea, solicitar se proceda a una sentencia.
El juez también interroga.
Luego de producción de la prueba y la deposición de los testigos y peritos, sigue los argumentos legales o derecho. El juez toma notas y va preparando su sentencia (Indemnizaciones; hecho que constituyen un acto jurídico [Contrato, por ejemplo], etc.)

B).-Judgment.

-La expresión “entry of judgment” significa que ha sido cumplidos todos los requisitos judiciales para llegar al pronunciamiento de la sentencia que ofrece garantía para todo procedimiento posterior.
La sentencia es pronunciada por el juez. Este debe siempre decidir el caso que tiene entre sus manos, vale decir, tiene que decidirse en pro o en contra, sin que pueda invocar oscuridad e incertidumbre de derecho o alguna otra razón. En su sentencia-que es su conclusión- puede también decidir en contra de la parte que tenga mas pruebas a su favor.
La sentencia es siempre la terminación final “en potencia” del caso, pero se hace definitiva tan solo después de expirar termino establecido legalmente para la apelación. Dicho término corre a partir del pronunciamiento de la sentencia.
Después del judgment, los counsels piden la regulación de sus honorarios.
Luego, el solicitor de la parte vencedora retira los documentos del ayudante del tribunal y lo hace registrar en la Registro de sentencia del tribunal.
La prueba.
-La prueba oral es el único medio de prueba de carácter decisorio en derecho ingles.
-Las pruebas reales (real evidence) son las aportadas por medio de un objeto, por ejemplo una fotografía.
-Las pruebas escritas solo se admiten cuando:
            Reproducen el original, y
            Su autenticidad está probada con un testimonio o fijada mediante peritaje.
-Exclusión de las pruebas de oídas y de las opiniones; solo se admiten los testimonios directos.
Nota.
La preparación  de la audiencia de juicio, el pre-trial se hace ante los jueces menores, llamados Master en la corte superior o Registrars en las cortes inferiores. El juez del tribunal se encarga tramitar la etapa del Trial.
El solicitor representa al mandante en juicio, y participa en la tramitación en la etapa pre-trial, y el Barrister defiende a su patrocinado en la etapa Trial.


Derecho.

El derecho procesal francés concede una extraordinaria preferencia a los documentos autorizados por un notario publico. El  derecho procesal ingles acentúa el valor del testimonio oral en el proceso, circunstancia que tanto contribuye a complicar y encarecer el procedimiento. Ambos mantiene de ese modo formas residuales proveniente de una época en que el analfabetismo era la regla, en vez de ser, como ahora, la excepción.  

Ley de procedimiento civil de 1998


Por un largo período, el derecho procesal civil inglés fue muy diferente de los sistemas de procedimiento civil en el continente europeo. En Inglaterra, la distinción original entre Common Law Equidad era importante también en lo que concierne al proceso civil y la organización de tribunales.
El Common Law era administrado al nivel más alto por las tres Cortes Superiores del Common Law -King’s Bench, Common Pleas y Exchequer-. En las cortes del Common Law, las distintas órdenes judiciales determinaban el acceso a la justicia así como también el procedimiento legal que sería aplicable a un caso determinado. El cambio se caracterizó por su lentitud, pero principalmente por ser el resultado de ficciones legales. Hubo una severa distinción entre la etapa preparatoria y la audiencia única de juicio. 
Demandar era un arte y fue utilizado como un medio para generar una controversia para ir a juicio. El juicio por jurado era el modelo principal de juicio. En el Common Law no había un sistema de apelación entendido en un sentido moderno.
La equidad era administrada por la Court of Chancery y por la Sección de Equidad de la Court of Exchequer. El Procedimiento en Equidad era, hasta cierto punto, comparable con el procedimiento romano-canónico. Por ejemplo, el sistema de discovery utilizado en Chancery -y especialmente, los interrogatorios estaban relacionados con las positiones del proceso romano-canónico. Tal como se demostró en el capítulo de la historia del procedimiento civil inglés, lo mismo es aplicable en cuanto a la forma en la cual los testigos eran oídos.
El contacto entre los sistemas procesales en Inglaterra y Europa Continental no fue muy intenso, lo cual no quiere decir que dicho contacto estuviese completamente ausente. Se puede mencionar una serie de ejemplos en los cuales se llevó a cabo un intercambio de ideas, por ejemplo en el área de las reglas de la prueba y en lo relativo al procedimiento de las Cortes de Equidad, la cual se caracterizaba por su perspectiva Romano-canónica.47 No obstante, el resultado de estos contactos fue bastante menos pronunciado que el de contactos similares entre los distintos sistemas en el continente europeo. 

Esta situación se mantuvo inalterable durante el siglo XIX, a pesar de que los primeros signos de cambio a este respecto se presentaron tal vez en las Leyes de Administración de  Justicia (Judicature Acts) de 1873-1875.
En el primer informe de la Comisión de Administración de Justicia (Judicature Commission), a la cual correspondía la tarea de preparar la nueva legislación, se hace referencia al Código de Procedimiento para el estado de Nueva York. El redactor de este Código, David Dudley Field (1805- 1894) tomó algunas de sus ideas del Código de Procedimiento Civil de Louisiana, el cual se basaba en ideas de la tradición continental, principalmente francesas y españolas.  Un ejemplo de esta influencia es la uniformidad de los formatos de órdenes judiciales (uniform writ of summons) que se tratará a continuación y que fue introducido en Nueva York con más de veinticinco años de antelación a su introducción en Inglaterra. 
Otro ejemplo y que también se tratará a continuación, es el sistema de demanda (system of pleading) el cual cambió desde (issue-pleading) hacia (fact-pleading), también conocido como “code-pleading” en Nueva York. Los comisionados además se refirieron al procedimiento en la India Británica, en donde se promulgó un Código de Procedimiento en el año 1859, así como también a la práctica de los tribunales escoceses. A mi juicio, aunque este problema no ha sido investigado profundamente, pareciera evidente que el Código de la India también fue influenciado por el ejemplo del Código de Field, y es un hecho conocido que la práctica de las cortes escocesas era fuertemente influenciada por ideas romano-canónicas.

Aunque pudo haber existido contacto entre el Procedimiento Civil inglés y el Continental previamente y durante el siglo XIX, la opinión que los abogados de la tradición anglosajona versus los de la tradición continental tenían el uno del otro en lo relativo a sus sistemas procesales no era buena. Los abogados ingleses veían como un grave defecto la ausencia del jurado en el litigio civil de la tradición continental, también atacaban el carácter “inquisitorio” del Procedimiento Civil Continental y la falta de inmediación.  Asimismo, los abogados de la tradición continental tenían muchas quejas acerca del modelo procesal inglés. Por ejemplo, en 1828, casualmente uno de los redactores del Código de Proceso Civil holandés (citando a Robert Peel (1788-1850) anunció públicamente en la Cámara Baja del Parlamento Bicameral de los Países Bajos que Inglaterra no podía servir como un ejemplo para el nuevo Código holandés

 “El Imperio [es decir, Inglaterra] está prácticamente gobernado por una ley cuya existencia está sujeta a la memoria de los abogados, lo cual representa un caos a desentrañar” (pareciera reconfortante para los abogados ingleses pensar que el mismo redactor no previó que el modelo alemán calzara también como un ejemplo, porque “en gran medida este país [es decir, Alemania] sigue siendo regulado por cancillerías más militares que civiles).


En el continente las opiniones en cuanto al Procedimiento Civil inglés cambiaron alrededor de los siglos XIX y XX, lo cual probablemente se debe a las amplias reformas que fueron introducidas en el sistema inglés por las Leyes de Administración de Justicia de 1873-1875. Estas leyes disiparon una de las mayores diferencias entre el Proceso Civil inglés y el continental. Ejemplo de aquello es el hecho de que las normas de procedimiento inglesas, las cuales hasta ese momento no habían sido codificadas, fueron reunidas en un Anexo adjunto a las Leyes de Administración de Justicia. Según algunos, este Anexo podría ser derechamente descrito como un Código de Procedimiento Civil,  aunque se debe considerar inmediatamente que continuaron existiendo diferencias cruciales entre los Códigos de Procedimiento Civil continentales y el Anexo inglés. 
Aparte de que el Anexo no pretendía ser exhaustivo, otra gran diferencia con los Códigos Continentales fue que los cambios al anexo no serían realizados por el Parlamento, sino por un Comité Normativo conformado mayoritariamente por jueces. Fue por este Comité Normativo que las facultades del Parlamento, a este respecto, habían sido delegadas. En esta parte podemos realizar un paralelo interesante con Francia, en donde alrededor de 85 años más tarde, en 1958 se despoja al Parlamento de la facultad para reformar ciertas normas del procedimiento.

En Inglaterra otro desarrollo que convirtió al sistema procesal civil de esa jurisdicción más cercano a ejemplos Continentales fue la abolición de la distinción entre Common Law y Equidad en el campo del proceso -pero no en el área del derecho sustantivo-, distinción que era desconocida en el continente europeo.
Para un observador continental moderno, este avance puso fin a los procedimientos del Common Law, el cual, debe admitirse, ya había perdido mucha de su importancia debido a los estatutos previos a 1873. Desde ahora en adelante, las acciones debían interponerse de acuerdo al sistema de citaciones judiciales uniformes, que de cierta forma se asemejaba a las citaciones o convocatorias judiciales continentales. Además, el sistema de demanda se volvió menos técnico y de cierta manera se asemejó al sistema de demanda que había sido practicado en la Corte de Asuntos Marítimos (Court of Admiralty), la cual poseía un procedimiento con una perspectiva romano-canónica.  El nuevo sistema de pleading se hizo conocido como “fact-pleading”, el cual había sido introducido en los Estados Unidos como resultado del Código de Field de 1848. El nuevo procedimiento sería administrado por un Tribunal Superior, mientras que las apelaciones serían oídas por el Tribunal de Apelación.

Del mismo modo, la apelación en sí misma fue una innovación en el Sistema Inglés, especialmente en los casos conocidos por las Cortes de Common Law antes de 1875, en donde las apelaciones entendidas como una instancia de revisión del caso eran prácticamente inexistentes hasta la introducción de las Leyes de Administración de Justicia.
Al consultar literatura acerca de la reforma de ley se hace evidente el creciente interés de los abogados Continentales hacia el Procedimiento Civil inglés a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Por ejemplo, Franz Klein comenta el Procedimiento Civil inglés en su Pro Futuro y menciona algunas materias tales como el desacato de la corte, el Discovery a través de interrogatorios y la etapa preparatoria del procedimiento (pre-trial). Incluso la Comisión holandesa Gratama, cuya labor fue encargarse de la redacción de un borrador del nuevo Código Procesal holandés a principios del siglo XX, también confesó su interés en el Procedimiento Civil inglés para los propósitos de su borrador.  Aunque, juzgando por este borrador, la influencia inglesa fue mínima, algo que en parte pudo deberse al hecho de que la Comisión se vio impedida de visitar Inglaterra con el fin de observar de cerca el sistema procesal inglés en acción, ello debido a que la Guerra Mundial se encontraba en pleno desarrollo. 

El interés continental por el Sistema de Procedimiento Civil inglés se vio incrementado a fines del siglo XX y a principios del siglo XXI. A modo de ejemplo, en los Países Bajos el sistema de Procedimiento Civil inglés es estudiado cuidadosamente por una comisión conformada por tres académicos de derecho escogidos por el gobierno con el objeto de formular ideas que apunten a la innovación del Sistema de Justicia Civil holandés. Uno de los propósitos fue  cambiar la cultura procesal holandesa. Como Ton Jongbloed explica, al menos uno -o más bien tres- de los miembros de esta comisión admira las reglas del nuevo
Procedimiento Civil inglés (CPR). Este renovado interés se debe a las recientes reformas en el Sistema de Justicia Civil inglesa impulsadas por Lord Wolf (1933), las cuales sirvieron de base para la elaboración de las Reglas del Procedimiento Civil del año 1998. En mi opinión la popularidad de dichas Reglas en el continente se debe a que en parte gracias a ellas el Sistema de Procedimiento Civil inglés se ha acercado como nunca antes a los modelos continentales.  En consecuencia, esta situación podría ser una fuente interesante de inspiración para los reformistas continentales. 

No parece novedoso que las reformas inglesas fuesen necesarias a fin de reducir la extensa duración y los costos excesivos de la litigación civil. En el pasado también se habían introducido medidas tendientes a producir el efecto de obtener juicios rápidos y menos costosos, pero estas medidas no fueron exitosas. La audiencia preliminar (summons for directions) fue un ejemplo de fracaso de instrumentos para lograr rapidez, el cual fue introducido en 1883 y será tratado en el capítulo sobre la Historia del Sistema Inglés. 

Una de las razones de por qué las audiencias preliminares (summons for directions) resultaron ser un fracaso, se debió a que no se sancionaba efectivamente a las partes por no respetar la programación fijada como resultado de ellas. La sanción consistía en que los gastos adicionales generados por tal comportamiento procesal debían ser reembolsados. Sin embargo, estos gastos en comparación con los gastos totales de los procedimientos eran mínimos y no servían como un método de disuasión efectivo para una conducta procesal injustificada.
Otra razón para explicar el fracaso de los instrumentos del procedimiento tales como las audiencias preliminares (summons for directions) fue el hecho de que el juez mostrara una actitud relajada en cuanto a los plazos, puesto que a menudo no amonestaba a las partes por no cumplirlos. Según P. Michalik, esta actitud fue resultado de la disciplina procesal estricta que se respetaba hasta antes de la introducción de las Leyes de Administración de Justicia de 1873-1875. Él afirma
“Se instauró un nuevo espíritu de libertad, el cual se ha asentado firmemente en el corazón del Procedimiento Civil inglés desde aquel entonces. La única excepción a la regla en que la inobservancia de las normas procesales sería perdonada, es aquel caso en el cual la inobservancia de las mismas no podría ser compensada mediante  el pago de los gastos. Sin embargo, la convicción general era que la compensación de los gastos era posible casi en todas las situaciones”.

Lord Woolf propuso medidas drásticas para cambiar esta situación. En primer lugar, debía ser abordado el carácter adversarial del litigio civil inglés. Antes de la introducción del CPR, el juez inglés era mucho más pasivo que sus pares continentales debido a la estricta observancia de este principio. Esto era efectivo incluso al hacer una comparación con países como los Países Bajos, quienes se abstuvieron de introducir el activo juez civil austriaco. Como resultado de las propuestas del Lord Woolf esto cambió:

 
“La dirección del proceso se convirtió en la clave del Proceso Civil inglés. De hecho, esto no es tan nuevo como parece, ya que uno de los objetivos de las Leyes de Administración de Justicia del siglo XIX era contar con un juez más activo. No obstante, los medios para alcanzar esta meta son nuevos y efectivos, tal como sucede al momento de redactar esta introducción.
Actualmente son el juez y los auxiliares de justicia del Tribunal los encargados de asegurar la existencia de un balance entre la complejidad del caso, las técnicas procesales que son usadas y los costos involucrados. Esto se ha facilitado, entre otras cosas, por la creación de tres procedimientos distintos que serán aplicados atendiendo la complejidad de los casos y por el requisito de que la apelación sólo puede ser interpuesta con autorización del tribunal.

En lo relativo a la apelación, los avances ingleses concuerdan con los avances continentales. Una diferencia importante es que estas restricciones sólo se aplican a procesos de tercera instancia en las jurisdicciones occidentales -por ejemplo, Zulassungsrevision en Alemania y Austria-, en cambio en Inglaterra la autorización para apelar ya es requerida en la segunda instancia. No obstante, actualmente en el continente europeo pareciera existir una tendencia a reflexionar sobre las limitaciones en lo que dice relación con los litigios de segunda instancia.

El caso del perito compartido constituye otra medida que sirve para probar que el principio adversarial se ha suavizado en Inglaterra. Del mismo modo, al Tribunal se le entregan los medios para influenciar la actitud procesal de las partes,  ejemplo de aquello son los protocolos judiciales previos al inicio de la acción judicial, los cuales buscan guiar la actitud adoptada por las partes en los variados tipos de litigios, incluso antes de que el asunto sea sometido al conocimiento del tribunal. Como se colige de la contribución de Neil Andrews, estos son uno de los medios tendientes a lograr un acuerdo temprano sobre la acción y, si esto no fuese posible, para garantizar que las partes interpongan su demanda completamente informados tanto de las fortalezas como de las debilidades de su caso. Esto está en concordancia con el desarrollo alcanzado en el continente europeo, donde la clave de la reforma procesal es la cooperación entre las partes y entre el juez y las partes.

Aunque es posible cuestionarse si es que el hecho que el juez se involucre en el proceso pone en duda su imparcialidad, en vista de que podría llegar a involucrarse demasiado en el juicio, se ha afirmado que no existen riesgos al respecto. Durante una conferencia en Zurich en diciembre del año 2004, organizada con la finalidad de discutir las distintas contribuciones a este libro, la Doctora Soraya AmraniMekki adelantó la idea de que ‘neutralité active’ es la dirección que debiese tomar la actitud del juez. La participación activa del juez en asuntos procesales no interfiere con su imparcialidad, según la Dr. Amrani, porque al intervenir en asuntos procesales ex officio, el juez sólo lleva a cabo la tarea que le corresponde, apuntando a poner sobre la mesa la verdad genuina, y si esto no es beneficioso para una de las partes, no significa que el juez se ha vuelvo parcial en el sentido de ser prejuiciado.
Aldo  Ahumada Chu Han 


 (Court reporter) Los taquígrafos judiciales.

"A court reporter or court stenographer;  stenotype operator, shorthand reporter, or law reporter" es una persona cuya ocupación es transcribir el habla hablada o grabada en forma escrita, usando taquigrafía,  o equipo de escritura de voz para producir transcripciones oficiales de audiencias judiciales , Deposiciones y otros procedimientos oficiales. 
Este servicio sirven principalmente a firmas privadas de abogados, agencias gubernamentales locales, estatales, cortes, asociaciones comerciales, planificadores de reuniones y organizaciones sin fines de lucro.

La taquigrafía o estenografía 

La taquigrafía o estenografía es todo aquel sistema de escritura rápido y conciso que permite transcribir un discurso a la misma velocidad a la que se habla.
Los taquígrafos de tribunal trabajan en los tribunales realizando la transcripción literal de las audiencias. Anotan las declaraciones de los testigos, los alegatos, las conclusiones del juez, el veredicto y toda posterior imposición de pena.
Los taquígrafos de tribunal escuchan con atención los procedimientos judiciales y los anotan mediante taquigrafía a máquina (o estenotipia).

La taquigrafía a máquina es un sistema de transcripción en la que se emplea un teclado especial que permite registrar palabras y frases enteras con sólo una tecla.
El taquígrafo de tribunal presiona un número determinado de teclas en combinación con una sola pulsación, en lugar de efectuar una pulsación para cada letra. La taquigrafía a máquina o estenotipia es, por consiguiente, mucho más rápida que la mecanografía tradicional.

A veces, el taquígrafo tiene que registrar todo lo que se dice, por ejemplo, cuando hay una declaración de culpabilidad en un juzgado de lo penal. En otras situaciones, los taquígrafos sólo toman nota cuando se les pide, por ejemplo, cuando un juzgado de lo penal ve un recurso procedente de un juzgado de lo civil.

Es responsabilidad del taquígrafo de tribunal producir una transcripción clara y precisa. Es posible que tenga que modificar su texto para asegurarse de que es gramaticalmente correcto y fácil de entender. Los taquígrafos de tribunal también pueden tener que comprobar hechos como nombres y citas de informes jurídicos, libros de texto, estatutos y documentos.

Conectando una máquina a una pantalla de televisión, los taquígrafos de tribunal proporcionan un servicio de transcripción a "tiempo real".

En ese caso, el taquígrafo reproduce el proceso como de costumbre y las palabras son traducidas por el ordenador a texto inglés y van apareciendo en la pantalla a medida que el taquígrafo las va escribiendo.

Hay dos razones principales para informar de lo que sucede en los juzgados.

En primer lugar, en los casos prolongados, los abogados necesitan ver una transcripción de los procedimientos habidos durante el día que les informe sobre lo que ha ocurrido y los ayude a prepararse para la siguiente etapa del caso.

En segundo lugar, cuando un caso llega a un juzgado de apelación, los profesionales del derecho utilizan la transcripción de la causa original como ayuda para prepararse y ver cómo se ha llegado a las decisiones en el momento del juicio original.


Los taquígrafos judiciales desempeñan un papel fundamental en los procedimientos judiciales, que requieren un registro exacto de lo que se dijo. Ellos son responsables de producir una transcripción legal completa, precisa y segura de las actuaciones  judiciales, los testimonios de los testigos y las declaraciones.
Los taquígrafos judiciales en el marco legal también ayudan a los jueces y abogados a capturar, organizar y producir el registro oficial de  Juicios o procedimientos no contenciosos. El registro oficial permite a los usuarios buscar de manera eficiente información importante contenida en la transcripción. Los taquígrafos judiciales también indexan y catalogan las exposiciones utilizadas durante los procedimientos judiciales.


El poder Judicial.- The Judiciary
16 dic, 2015 
1. Los jueces de los tribunales superiores.
 The Judges of the Superior Courts
Nota sobre las fuentes.-Note on Sources.
Alrededor de 20 de los jueces de tribunales superiores de este período han escrito autobiografías o memorias o, más comúnmente, han sido objeto de biografías. 1 Como era de esperar, su valor para el historiador es enormemente variable y pocos son de fecha reciente; 2 en comparación con los políticos, incluso los jueces más renombrados (a menos que fueran Lord Chancellors) no atraen biógrafos. 3 Sin embargo, casi todos (Alexander CB es una excepción notable) tienen una entrada en el Oxford Dictionary of National Biography , y en algunos casos se han revisado considerablemente de la entrada original del Dictionary of National Biography ; compárese, por ejemplo, la entrada de CWJ Allen sobre Sir Fitzroy Kelly. 4Los más conocidos también figuran en el Diccionario biográfico del Common Law .
Las biografías judiciales colectivas no son nada nuevo. Entre los primeros, y más conocidos, se encuentran John, las secuencias de Lord Campbell de Lives of the Lord Chancellors 6 (los volúmenes de los que se dice que agregaron un nuevo terror a la muerte) y Lives of the Lord Chief Justices. 7 El primero, que terminó con Lyndhurst, se ha continuado en muy diferentes, e infinitamente más fiable, la moda por primera vez por JB Atlay 8 y luego por la RFV Heuston, 9 pero los posteriores presidentes de tribunal (después de Tenterden) están (p.960) cubierto sólo brevemente en A. Mockler's Lions under the Throne (1983). Las compilaciones de Campbell no son las únicas que requieren una gran precaución en su uso. De James GrantThe Bench and Bar , 2 vols (1837-188) es tentador por su amplia cobertura y estilo picante, pero no se puede confiar sin corroboración. 10 Desafortunadamente, para la primera mitad del siglo XIX es difícil conseguir corroboración, excepto en las páginas a menudo bastante breves y no siempre muy informativas de The Judges of England , de Edward Foss , 9 volúmenes (1848-1864), aunque ese reportero tan vilipendiado Espinasse trató de manera interesante algunos de sus contemporáneos de alto rendimiento 11 y algunos de los más famosos se encuentran en Lives of Twelve Eminent Judges , de WC Townsend , 2 vols (1846) o en Select Biographical Sketches (1867) de WH Bennet . Obituarios, particularmente en la revista Law, puede ser informativo y no acrítico, pero es solo después de c.1870 que los que aparecen en The Times alcanzaron regularmente la amplitud que las generaciones posteriores esperaban.
La posteridad está mejor servida para los jueces victorianos posteriores, no solo a través de las memorias y autobiografías mucho más numerosas de los miembros del colegio, sino también en dos colecciones muy utilizadas, escritas por WDI Foulkes 12 y Edward Manson, 13 respectivamente. También hay una interesante selección idiosincrásica de 'E' (Edward Bowen Rowlands) en la revista Strand de 1896. 14 Sin embargo, la más completa y académica es la encuesta de Van Veeden Vechter en los volúmenes de Select Essay in Anglo-American Legal History . 15 Después de dos colecciones posteriores a la Primera Guerra Mundial, Fourteen English Judges (1926) de Lord Birkenhead y Evelyn GrahamCincuenta años de jueces famosos (1930), la moda de tales publicaciones se desvaneció, aunque Sir William Holdsworth mantuvo su práctica de proporcionar valoraciones sucintas de los principales jueces de la época.
Algunas de estas fuentes proporcionan material valioso sobre el estilo y los modales judiciales de sus sujetos, pero lamentablemente pocas —el libro de Waddams sobre Lushington 17 y el de Bourguignon sobre Stowell 18 son excepciones notables— ofrecen un análisis valioso de los fundamentos intelectuales e ideológicos de sus juicios. En unos pocos casos, los escritos académicos modernos llenan el vacío; el número del American Journal of Legal History (p. 961) 'For a Bramwell Revival' es uno de esos, 19 al igual que el artículo de Burns sobre Cottenham, 20 pero son sorprendentemente pocos, y ahora han pasado 50 años desde las conferencias de Hamlyn de CHS Fifoot sobre Juez y Jurista en el Reinado de Victoria.
También hay decepcionantemente pocos estudios sobre el funcionamiento de tribunales particulares, especialmente los tribunales de derecho consuetudinario reunidos en banc. Una excepción notable es el examen minucioso de Robert Stevens de la jurisprudencia de la Cámara de los Lores después de la reconstrucción de 1876, aunque expresado en un marco intelectual bastante restrictivo. 22 Sabemos muy poco, por ejemplo, de la interacción de los jueces en Pollock's Exchequer, o en Queen's Bench bajo Cockburn; sin embargo, incluso un juez tan capaz como Bowen tenía pocas oportunidades de dejar su huella en el Tribunal de Apelación, donde se había desarrollado muy pronto la costumbre de limitar a los jueces subalternos a juicios breves.
En el escenario más grande, las brechas son aún más notables. Si bien el cambio de actitud hacia el precedente se ha explorado con cierto detalle, ha habido pocos o ningún intento de desarrollar el estimulante ensayo de Stephen Hedley de hace más de una década sobre cuestiones tan fundamentales como la duración de los juicios; el recurso a autoridades de jurisdicción civil y de derecho consuetudinario; el papel de los libros de texto y de las autoridades extrajudiciales, religiosas, económicas, sociológicas. 24 Aquí, sin duda, hay un campo de estudio fructífero.
Nombramiento: Elegibilidad
Appointment: Eligibility
Los jueces eran designados por miembros del colegio de abogados inglés, o para los tribunales civiles, por los defensores de Doctors 'Commons. Después de la Ley de la Judicatura de 1875, una persona nombrada para el Tribunal Superior debía tener 10 años de antigüedad, y los nombrados directamente para el Tribunal de Apelación y la Cámara de los Lores, el Maestro de Rollos y los jefes de división, de 15 años. Solo una vez estos requisitos amenazaron con inconvenientes, cuando a Sir Edward Carson se le ofreció ser presidente de la PDA en 1905 cuando no estaba calificado; afortunadamente se negó. 25 Curiosamente, no existe una calificación legal formal para Lord Chancellor, pero como Canning encontró cuando (p.962)deseaba nombrar a Plunket Master of the Rolls, el colegio de abogados inglés haría valer su monopolio: los ingleses podrían ir como jueces a Irlanda, pero no habría reciprocidad. 26 Escoceses e irlandeses eran elegibles para convertirse en miembros adicionales del Comité Judicial, como lo hizo Sir Joseph Napier en 1868, y como `` personas que han ocupado altos cargos judiciales '' durante dos años podrían, y lo hicieron, convertirse en señores de la apelación en el ordinario después de 1875. 
Dado que los jueces tenían que prestar juramento de lealtad, fue solo con la derogación de la Ley de prueba en 1828 que los católicos romanos y los disidentes más escrupulosos se volvieron elegibles. El primer católico romano, William Shee, fue nombrado en 1863 (seguido por Mathew y Day), el primer judío no cristianizado, Sir George Jessel, en 1873.
Mucho antes de 1914 se convirtió en un solecismo solicitar un puesto de juez en el Tribunal Superior, aunque alguien que hubiera rechazado una oferta podría hacer saber que estaba abierto a una renovación; 29 sin embargo, dado que los gobiernos prefirieron que las negativas no se hicieran de conocimiento público, es difícil saber qué tan comunes fueron. De los diez nombrados por Duman entre 1800 y 1875, nueve más tarde ocuparon altos cargos judiciales, y la mayoría de los que rechazaron una judicatura puisne aspiraron con éxito a puestos superiores. 30 Una vez que el Lord Canciller consiguió un secretario permanente que se mantuvo informado sobre la disposición de los posibles candidatos, probablemente hubo menos rechazos, y se sabe que muy pocos han mantenido su negativa; incluyen a Sir Edward Clarke y Lord James debido a ambiciones políticas, y Harry Poland.
Responsabilidad de la selección de jueces
Responsibility for the selection of judges
Constitucionalmente, la Corona fue informada sobre el nombramiento del Lord Canciller, los jueces principales y el Maestro de Rolls por el Primer Ministro y sobre el Barón Principal y todos los puisnes y barones de derecho consuetudinario por el Lord Canciller. El arzobispo de Canterbury asesoró al decano de Arches y al juez (p. 963) del Tribunal de Prerrogativas de Canterbury, y existía cierta incertidumbre sobre el juez del Almirantazgo. 32Los nuevos puestos de Vicecanciller de Inglaterra y más tarde los vice-cancilleres adicionales cayeron dentro de la esfera del Lord Chancellor, pero los lores jueces de Apelación en la Cancillería y el juez de Sucesiones en 1857 pasaron a depender del Primer Ministro. Las Leyes de la Judicatura conservan una división muy similar; el Primer Ministro eligió al Lord Presidente del Tribunal Supremo y al Presidente de la PDA, los jueces de apelación y los lord de apelación ordinarios, dejando al Lord Canciller los jueces puisne y el Master of the Rolls.
En la práctica, la posición era mucho menos clara. Los nombramientos judiciales eran parte del proceso político y, a principios del siglo XIX, el monarca aún podía ejercer influencia personal en tres áreas: (1) sobre la elección de un Lord Canciller; 33 (2) vetando a los enemigos personales, como hizo Jorge IV con Thomas Denman; y (3) haciendo avanzar a sus favoritos más allá de sus desiertos, como Vaughan (el 'juez por prescripción'), o más rápidamente de lo que merecían, como Leach. 34 La influencia real, sin embargo, prácticamente cesó después de 1830.
En la práctica, el nombramiento incluso de jueces puisne era un asunto del gobierno y, en la época de Salisbury, se llevaba ante el gabinete. 35 El primer ministro y el jefe látigo esperarían ser consultados y, a cada fin de siglo, Eldon y Halsbury aceptaron que las afirmaciones del partido podrían sugerir hombres que no habrían elegido. Eldon no ocultó su mala opinión de William Garrow y se sintió muy avergonzado por tener que pasar por encima de Richard Richards como vicecanciller de la elección de Liverpool, el fiscal general, Sir Thomas Plumer. 36 Halsbury tardó voluntariamente en llenar su primera vacante hasta que los resultados de las elecciones fueran claros y luego eligió a un abogado poco distinguido, pero prominente activista conservador, William Grantham. 37No todos los Lord Chancellors fueron tan sumisos, ni todos los Primeros Ministros tan exigentes. Brougham, como era de esperar, afirmó que el Canciller era el único responsable; Chelmsford se negó a nombrar a un conservador a instancias de Disraeli; Westbury dijo a Palmerston que quería despolitizar cargos de jueces o jueces, y Gladstone afirmado tener siempre dejar que sus cancilleres tienen la (p.964) última palabra. 38 Las personalidades y exigencias políticas incidieron evidentemente en el ejercicio del mecenazgo; de hecho, otros miembros del gobierno intervinieron en ocasiones, como lo hizo Lord John Russell en la década de 1830. 
Por el contrario, los Lord Chancellors tenían influencia sobre los nombramientos más altos. Fueron la mejor fuente de información para los primeros ministros que (excepto Asquith) no tenían conocimiento personal del colegio de abogados, y después de 1875 fueron responsables del buen funcionamiento de los tribunales.
Más bien menos claro es el papel de los jefes de los tribunales y, más tarde, los jefes de las divisiones de la Corte Suprema. Lord Coleridge, que podía basarse en el conocimiento de la familia que se remontaba a la época de Eldon, afirmó que era casi una convención que se consultara al jefe sobre una vacante en su corte, aunque solo afirmaba algo parecido al papel de un soberano bagehotiano. Él desaprobó la ruptura de Halsbury con la tradición 40 y hay evidencia de la práctica de décadas anteriores. Aunque es poco probable que cancilleres tan obstinados como Brougham y Campbell reconocieran la obligación de consultar, incluso Campbell aprobó el hábito de Eldon de consultar a Ellenborough. 41Hasta la creación de la Oficina del Lord Canciller en 1885, ningún funcionario permanente influyó sistemáticamente en el proceso, pero con la brecha cada vez mayor entre los practicantes del derecho consuetudinario y los profesionales de la equidad, el conocimiento personal de un Lord Canciller de la 'otra' rama podría ser bastante inadecuado y se rumoreaba que Muir McKenzie en la barra para participar en la distribución de los panes y los pescados. Dejó pocos rastros de su obra y solo en la época de Schuster se puede vislumbrar el papel de los funcionarios en los nombramientos judiciales. 
Edad al momento de la cita
Age at appointment
Duman notó un marcado aumento en la edad de los jueces en el momento del nombramiento, de 44 a mediados del siglo XVIII a 56 en el tercer cuarto del XIX. 43 De hecho, la edad media alcanzó su punto máximo en el último de sus cohortes y después de las Leyes de la Judicatura (p. 965)estabilizado en torno a 51, la parte inferior del rango (50 a 55) que preconizaban testigos ante una comisión real en 1913. Duman ofreció tres sugerencias (no excluyentes entre sí) para explicar el aumento. Primero, dado que los salarios judiciales después de 1825 se mantuvieron relativamente constantes, el aumento de los ingresos puede haber hecho que los principales abogados retrasen su disposición a renunciar a la barra, aunque dado que los altos vuelos eduardianos ganaban más dinero que nunca, eso puede haberse convertido en un factor menos importante. Por el contrario, una barra más concurrida puede haber significado que incluso los mejores hombres no pudieron ascender tan rápidamente, aunque el final de los abogados especiales y los delineantes de equidad que practicaban bajo la barra contribuyó a la tendencia en la que menos jueces tenían menos de 20 años detrás de ellos. Después de Alfred Thesiger (14) solo Barnes (16) y Evans (18,44 La tercera posibilidad es que el camino estuviera bloqueado porque los hombres permanecieron en el banco más tiempo, y hay algunas pruebas limitadas que apoyan esta opinión. 
Otro cambio notable es la rareza del juez muy joven. Se volvió casi inaudito llegar al tribunal antes de los 40 años, como lo había hecho Patteson en 1830. Alderson, de 43 años, se hizo al mismo tiempo, y aunque se trataba de jueces adicionales, las ventajas de los jueces más jóvenes se habían insistido en los debates sobre salarios en 1825 y esto puede haber influido en los nombramientos, ya que JT Coleridge (44) siguió poco después y los jueces de derecho común tendieron hacia la juventud (comparativa) durante algún tiempo; de los 12 puisnes hechos entre 1835 y 1854, solo Crowder, Wightman y Coltman tenían más de 55 años.
A partir de entonces, sin embargo, incluso este grado de precocidad fue inusual. En la siguiente cohorte de Duman, sólo Willes a los 41 años y JP Wilde a los 43 tenían menos de 45 (aunque los menores de 50 eran Cairns, Bramwell, Jessel, Blackburn y Hannen, un grupo casi tan distinguido como se pudo encontrar). Después de las Actas de la Judicatura, el nombramiento de Alfred Thesiger a los 39 años (y directo al Tribunal de Apelación) fue realmente notable, y del resto solo Bowen y Barnes (cada uno 44) y Atkin (45) tenían menos de 46 años. Para 1917, Schuster describía Hawke (48) cuando era muy joven; la definición de juventud había avanzado hasta la mediana edad. 
Los nuevos jueces realmente ancianos también se convirtieron en una rareza. De los cinco hombres mayores de 70 años que fueron nombrados jueces, Sugden y Campbell ya habían sido Lord Chancellors de Irlanda, Dodson era un intermediario pendiente de la abolición de su tribunal y Bacon (p. 966) ya era el juez de quiebras, hizo un vicerrector para ahorrar dinero público. Eso deja solo la muy extraña elección de Anthony Hart (70), para ser vicecanciller en 1827. Se siguieron eligiendo sexagenarios, aunque la mayoría eran abogados políticos como JF Pollock, Thomas Wilde, Page Wood y Frederick Thesiger. Fitzroy Kelly (69), fue una mala elección para el Barón Jefe a una edad tan avanzada y cuando Henry Manisty fue elegido a los 67 años en 1876, trascendió que el Lord Canciller (Cairns) y el Presidente del Tribunal Supremo (Cockburn) sintieron que el otro pensaría él es demasiado viejo. 48De hecho, demostró ser el último mayor de 65 años y, después de Fletcher Moulton (60) en 1906, los liberales dejaron de elegir sexagenarios. No hubo una explicación pública, pero dado que una persona de 60 años sería elegible para la pensión completa a los 75, ayudó a enfrentar las críticas de los jueces de edad avanzada sin imponer una edad de jubilación.
Trasfondo social

 Social background

Un examen de la situación social o laboral de los padres de los jueces requiere una precaución considerable. 50 Las ocupaciones paternas se omiten con frecuencia o pueden haber cambiado con el tiempo; así, el padre de Sir Charles Russell, un cervecero, arrendó el negocio y se estableció como rentista. 51 Algunas ocupaciones abarcan un amplio espectro de riqueza y estatus; Hay, por ejemplo, un abismo enorme entre John Campbell, un pobre hijo de la mansión, y George Mellish, hijo del Decano de Hereford. Y la ocupación de los padres puede inducir a error. John Rolt y Thomas Pemberton-Leigh, por ejemplo, hijos de un comerciante y un abogado respectivamente, experimentaron la pobreza en la infancia, mientras que Charles Darling, hijo de un agente de la tierra, se hizo rico por herencia colateral. 
Con estas salvedades, y usando las categorías de Duman por conveniencia (pero combinando comerciantes y hombres de negocios), al comienzo del período los jueces ya no provenían principalmente, ni siquiera en gran parte, de las principales familias terratenientes. Algunos eran hijos de baronets o provenían de familias del "condado", pero ninguno era hijo de compañeros (aparte de los compañeros judiciales).
Cada vez más, se contrataron de las profesiones y de la comunidad empresarial 53 y esto siguió siendo cierto hasta 1914, con la proporción proveniente de las profesiones solo aumentando de alrededor de la mitad a alrededor del 60 por ciento. (pág. 967)Entre las profesiones, la ley fue la principal proveedora, seguida por el clero. Si bien varios de los jueces más conocidos (Parke, Bramwell, Jessel, Isaacs, Hamilton) provenían de una formación empresarial, nunca formaron más de una cuarta parte del tribunal, que en general carecía de experiencia empresarial. Otra de las conclusiones de Duman derriba un querido mito de la barra: el banco estaba efectivamente abierto a la clase media empobrecida, pero la clase baja estaba excluida; Los hijos de los barberos, Abbott y Sugden, fueron excepciones más que ejemplos, y ningún juez del siglo XIX tenía antecedentes de clase trabajadora. 
Donde eran heterogéneos, sin embargo, era en su lugar de origen. Incluían una docena de escoceses y nueve irlandeses (ya sea por nacimiento o parentesco) y al menos siete de Gales. Los escoceses, sorprendentemente, proporcionaron cuatro Lord Cancilleres (Brougham, Campbell, Reid, Haldane) además de Blackburn; Irlanda contribuyó con tres de los mejores jueces de Cairns, Macnaghten y Willes (algunos también le darían a Russell un lugar destacado); Sir William James fue probablemente el galés más distinguido. Si Cairns hubiera adoptado la sugerencia de Coleridge, el banco también habría sido adornado por ese personaje exótico Judah Benjamin.
Educación
Education
La infancia de la mayoría de estos jueces precedió al surgimiento de la escuela pública moderna. La educación pre-victoriana, incluso en las escuelas más conocidas, era limitada y, a menudo, insatisfactoria; el "paquete de virtudes sin un solo vicio redentor" que se convirtió en Lord Hatherley fue expulsado de Winchester por disturbios 56 mientras que ese agudo intelecto JF Pollock abandonó St. Paul's con disgusto. 57 Algunos que se perdieron la educación clásica se arrepintieron 58 y la proporción de quienes la tenían estaba aumentando. En la última cohorte, alrededor del 60 por ciento tenían estudios en escuelas públicas, muchos en las "escuelas de Clarendon". 59Como proveedor de jueces, Eton se mantuvo sola, con 24, un 12 por ciento del total, y ninguna otra escuela se le acerca. Aun así, el poder judicial no estaba tan dominado por la escuela pública como otros bastiones del establecimiento; el tribunal, el gabinete y el Ministerio de Relaciones Exteriores
Aparte de los civiles, pocos jueces leen derecho en la universidad, pero casi las tres cuartas partes de ellos asistieron a la universidad y unos pocos, como Herschell y Day, también estudiaron (p . 968) en el extranjero. 60 Sin embargo, tal vez reflejando la ampliación de la composición social del poder judicial, la proporción en realidad se redujo a no mucho más de la mitad entre los nombrados en el tercer cuarto del siglo XIX, y considerablemente menos entre los puisnes del common law. Muchos futuros jueces se distinguieron en la universidad —Littledale, Maule y Bickersteth eran todos luchadores de alto nivel, por ejemplo— pero como Maule, JF Pollock y Bowen descubrieron, una gran reputación universitaria no era una bendición sin mezcla en el bar.
En la primera mitad del siglo XIX, Cambridge revirtió la superioridad de Oxford como proveedor de jueces y, durante un tiempo, el Trinity College adquirió un historial bastante notable, proporcionando 14 de los 33 jueces nombrados entre 1835 y 1854; la historia de la universidad sugiere que su inclinación matemática proporcionó un rigor analítico que resultó valioso para los hombres que tuvieron que lidiar con la doctrina legal.
Si las matemáticas eran valiosas, sin embargo, perdieron su boga y los clasicistas llegaron a dominar el banquillo. Después de 1895, todos menos un puñado de nuevos jueces tenían educación universitaria, y aunque una docena de jueces post-Judicature Act eran graduados en Londres, fue la experiencia de Oxbridge la que se estaba volviendo cada vez más característica del tribunal. Puso a los futuros jueces en contacto temprano con otros miembros de la élite gobernante, eliminó los acentos provincianos de hombres ambiciosos como FE Smith y, si seguía una práctica legal que no abrazó las realidades más rudas de la existencia económica y social, era propenso a irse. hombres como Ford North y Charles Bowen más bien en el mar con jurados comunes y la experiencia de la vida cotidiana.
Situación profesional
Professional standing
No había puestos de estacionamiento formales en la ruta hacia el banco. Convertirse en administrador de una posada, incluso cuando no era puramente por antigüedad, era en el mejor de los casos un indicador del estatus existente, y en el siglo XIX se convirtió casi en una ventaja de cualquier nuevo abogado de la Corona. 64 Los sargentos ya no proporcionaban ni siquiera jueces subalternos de forma regular y el rango ya no indicaba liderazgo en la profesión ni favor con el gobierno. 
 El rango de abogado de la Corona contaba más, pero un enfoque más liberal devaluó gradualmente la moneda, lo que ya no creó ninguna expectativa de un cargo de juez. Sin embargo, después del nombramiento de tres hombres de vestido como jueces en 1830, eso se convirtió en una rareza, 66de ahí la controversia cuando Campbell nombró a Colin Blackburn juez del Queen's Bench en 1859. Los críticos señalaron al menos una docena de controles de calidad elegibles, insistiendo implícitamente en que, salvo para los oficiales de la ley del gobierno, los jueces deberían ser seleccionados de los miembros más exitosos del colegio de abogados en ejercicio. . No hubo protestas similares cuando Willes fue nombrado unos años antes, pero Willes se ganó una consideración especial al redactar las leyes de procedimiento de derecho común. Blackburn no tenía una gran reputación profesional ni un servicio público que justificara que se saltara la cola. 67 Por supuesto, los críticos se desarmaron rápidamente por la notable calidad de Blackburn como juez. Aun así, seguía siendo excepcional que los vestidos de gala se convirtieran en jueces a menos que (como Hall, Wickens, JC Mathew y Parker) hubieran rechazado la seda.
El gobierno tenía una variedad de posiciones para otorgar a los abogados favorecidos, pero muy pocos demostraron ser un predictor confiable de ascensos y la inscripción elegida de Londres, que alguna vez lo había sido, ya no lo era. 69 Antes de su abolición en 1830, la Jefatura de Justicia de Chester, el 'queso galés' en la trampa para ratas ministerial, fue una estación de paso sucesivamente para Best, Copley y Leach, 70 y más tarde se dijo que la selección para ir como Comisionado de Assize fue una indicación bastante fuerte. Sin embargo, un examen de estos comisionados muestra que Bompas y Rose-Innes solo se convirtieron en jueces de los tribunales del condado, mientras que JP Murphy, Alderson Foote y John Forbes nunca llegaron al estrado; tampoco W. English Harrison, aunque realizó tres circuitos diferentes.
Cualquier abogado de la Corona que tuviera éxito tenía derecho a ser considerado para un puesto de juez; de hecho, se dice que las grandes ganancias y la fama pública de Henry Hawkins prácticamente obligaron a su selección, y la reacción de sus compañeros jueces confirma que la impopularidad en el tribunal no fue una descalificación. 72 La barra parlamentaria estaba tan especializada que debilitó sus reclamos, 73 y la barra de Old Bailey tenía tan mala reputación (p. 970) que ninguno de sus clientes habituales fue elegido hasta Harry Poland, quien se negó dos veces. El nombramiento de Horace Avory en 1910 se tomó como una señal de que se había vuelto respetable y que RD Muir también podría haber sido nombrado juez si hubiera estado dispuesto a dejar de ser un asesor del Tesoro subalterno y aceptar la seda. 74A medida que aumentaba la reputación de los bares provinciales, los hombres fueron retirados de sus filas, comenzando con W. Rann Kennedy en 1891, seguido pronto por Bigham y Pickford.
Sin embargo, hubo buenos hombres que nunca recibieron una oferta. La memoria colectiva del bar contenía una lista de los desafortunados, aunque Sir Henry Dickens fue inusual al reconocer abiertamente su aguda decepción cuando Haldane no cumplió las expectativas que Loreburn había mantenido. También fue bien conocido el desafortunado caso de Arthur Cohen. Persuadido de ayudar a su partido al rechazar la oferta de Selborne en 1881, fue repetidamente pasado por alto sin razón aparente. La profesión tampoco podía entender por qué FA Inderwick, el líder del Almirantazgo, fue ignorado, aunque algunos dijeron que era demasiado liberal para el gusto de Halsbury. En algunos casos hubo explicaciones que no eran para consumo público, como con MD Hill, quien había revelado información gubernamental confidencial. 
Siempre se reconoció que los defensores exitosos no necesariamente eran buenos jueces. Edward Marshall Hall, el más famoso de su época, nunca participó en serio, no solo por sus enfrentamientos con los jueces, sino porque toda su personalidad parecía "no judicial". 77 Las creencias religiosas fuertes y ostentosas no parecen haber sido una desventaja, aunque se dice que frenaron a Robert Lush. De hecho, aunque el Woolsack fue ocupado sucesivamente por tres hombres conocidos por su celo religioso (Cairns, Hatherley y Selborne), la piedad puede haber sido un elogio positivo. Se insinuó que los diques de oración de Cairns atraían a algunos aspirantes oportunistas, aunque probablemente en su mayoría para puestos juveniles, y se decía que Alfred Wills se ganó el favor de Selborne por su impecable moral. 
Una reputación personal dudosa ciertamente podía contar en contra de un hombre. Nadie expresó mucha sorpresa de que "personajes" inestables como William Ballantine y Charles Wilkins siguieran siendo meros sargentos, y había otros con excentricidades (p. 971) consideradas demasiado extremas para el tribunal. Sir Charles Wetherell es probablemente el más notable, aunque Peel estaba dispuesto a nombrarlo vicecanciller, 79 y el ejemplo más conocido en tiempos posteriores fue WO Danckwerts ('Danky'), cuya explosiva rudeza e insensibilidad más que compensó su inmensa habilidad. JG Witt es mencionado como otro demasiado astringente para el gusto oficial y el tono de sus memorias sugiere que JH Balfour Browne, a pesar de sus grandes ganancias, pudo haber sido un tercero.
Política
Politics
Los nombramientos judiciales se habían politizado y asimilado al sistema de la "vieja corrupción" que gobernaba la Gran Bretaña de Hannover. Aunque los logros puramente profesionales podrían llevar a la magistratura (si no se compensan con las ideas políticas pasadas de moda o las conexiones), rara vez abriría una de las grandes oficinas judiciales. Estos se habían convertido en el dominio exclusivo de los parlamentarios que habían servido al gobierno de manera competente (la mayoría de las veces como oficiales de la ley) y se podía confiar en ellos para proteger sus intereses en el tribunal. Si su desempeño en el Parlamento o en el gobierno los decepcionaba, todavía estarían en la línea de una magistratura puisne, compitiendo con diputados leales e influyentes, con los profesionales puros y con los favoritos personales del Lord Canciller o del Rey. Y las perspectivas podrían cambiar drásticamente con un realineamiento de partidos.
Los nombramientos judiciales pueden tener al menos tres fines políticos. Primero, un ministerio querría que al menos los puestos clave los ocuparan hombres que compartan sus puntos de vista y valores; aquellos que se habían hecho famosos como defensores en juicios estatales tenían que demostrar que su defensa podía ser igualmente apasionada por la acusación. 82 En segundo lugar, atrajeron a abogados en ascenso cuya lealtad podría estar determinada o al menos influenciada por las perspectivas de ascenso, y podrían separar a los partidarios de la oposición, hombres que 'delatarían' si sus perspectivas parecieran arruinarse de otra manera. 83 En tercer lugar, (p. 972) eran recompensas para los hombres que habían participado en elecciones costosas o que habían brindado un apoyo sólido y activo en la Cámara.
La primera de estas consideraciones se volvió mucho menos importante a partir de la década de 1820, con el fin de los juicios por traición y los enjuiciamientos más moderados por libelos políticos. Los ministerios de Victoria rara vez participaban en contiendas en las que era probable que las opiniones políticas de los jueces fueran importantes, hasta que surgió una serie de casos sindicales controvertidos con dimensiones políticas ineludibles. Varios jueces destacados sostuvieron notoriamente opiniones que no simpatizaban con el programa político liberal. WS Robson, el Fiscal General Liberal recién instalado como señor de la ley, señaló que el 'sesgo resuelto de muchos de los jueces, allí y en otros lugares ... probablemente operará más que nunca en los casos que tocan temas laborales, educativos, constitucionales y, para el futuro, quizás podría agregar, preguntas sobre ingresos ”.
La perspectiva de un cargo judicial atrajo a una o dos "ratas", 85 pero las viejas lealtades al partido se debilitaron después de la renuncia de Liverpool en 1827, lo que permitió a Scarlett unirse a la administración de Canning con el consentimiento de los líderes whigs. 86 A partir de entonces, no hubo un predominio de un solo partido que planteara un dilema agudo a los abogados ambiciosos y algunos probablemente eligieron al partido con más probabilidades de conseguir su ascenso; otros, como AL Smith, estaban decididamente a medias en su política. 
El tercer motivo se mantuvo en plena vigencia. Eldon nombró a algunos amigos personales (por ejemplo, Alexander) pero sólo una minoría de puisnes eran parlamentarios o partidarios activos del gobierno; los gustos de Littledale "cuya política era la de un defensor especial", 88 Burrough, Richardson y Hullock eran más típicos. 89 Después de la Ley de Reforma de 1832, había más abogados en ejercicio en los Comunes y los nuevos jueces incluían un buen número de diputados. 90 Los opositores políticos ya no estaban proscritos; de hecho, los periódicos conservadores criticaron a Lyndhurst por elegir al liberal William Erle, pero esa imparcialidad seguía siendo poco común. Los reformadores de la ley lamentaron la intrusión de un elemento político, pero parece haber sido aceptado como un hecho de la vida pública. 91Sin embargo, aunque nombramientos como el de (p.973) Hannen, un liberal radical elegido por un canciller conservador, y el de Holker, un ex oficial de la ley conservador hecho justicia por los liberales, todavía causaron sorpresa, la cooperación bipartidista de Cairns y Selborne durante un largo período dio la impresión de que las influencias políticas eran una fuerza decreciente.
Luego vino Lord Halsbury. El mito de que Halsbury practicó cínicamente el nepotismo y los nombramientos "políticos" a gran escala ha sido modificado por el cuidadoso estudio de Heuston, 93 pero el mito en sí es revelador al sugerir que después de la Tercera Ley de Reforma las expectativas del público estaban cambiando. En una cultura de selección por mérito, se consideró anómala la elección de los altos funcionarios públicos por motivos partidistas. Algunos sintieron que después de las Actas de la Judicatura solo los mejores hombres servirían para el tribunal; 94de hecho, dado que el colegio de abogados de alto nivel y los jueces eran propensos a lamentar que apenas hubiera suficientes hombres de primera clase para ocupar el puesto, no parecía justificable nombrar segundos evaluadores. Halsbury se equivocó no al dejarse influir por consideraciones partidistas, sino al elegir de fuera del rango de hombres que la profesión consideraba calificados.
Por supuesto, como señala Heuston, Salisbury, como primer ministro, insistió en que las afirmaciones de los partidos debían tener su peso, pero le escribió a Halsbury en 1897 que `` la ensalada judicial requiere tanto aceite legal como vinagre político '', y aunque el canciller se destacó por Al desarmar hábilmente las críticas sobre un mal trabajo siguiendo con uno impecable (y seleccionando a un oponente político en ocasiones), las peores opciones parecen haber sido las de Halsbury. 
Para la mayoría de la comunidad legal era aceptable preferir por motivos de partido a un hombre sobre otro igualmente calificado, como con Anthony Cleasby sobre WR Grove. 96 Sin embargo, Gainsford Bruce era una elección apenas aceptable en cualquier caso, pero dejar la vacante sin llenar durante un mes para tener su asiento seguro libre para cualquier ministro derrotado en las elecciones generales hizo que su selección fuera más desacreditada. 
Heuston reivindica con éxito a Halsbury en algunos de sus nombramientos criticados, como Sutton y Kekewich. Además, no era irrazonable ampliar el campo de elección eligiendo a Edward Ridley de entre los árbitros oficiales, aunque la antipatía arraigada de Halsbury hacia la expansión de la corte del condado lo llevó a ignorar esa fuente más prometedora (p. 974) , y Ridley resultó mucho peor. de lo que cualquiera hubiera esperado. 
Aun así, tres nombramientos fueron simplemente injustificables: JCLawrance, Charles Darling y William Grantham. Lawrance y Grantham eran QC, pero ninguno tenía una buena reputación como abogado. Se podría argumentar que todavía había un lugar en el QBD para hombres no aptos para tribunales superiores pero capaces de impartir justicia con sentido común, especialmente en Assize y en casos penales, y así lo hicieron Grantham y Lawrence. Pero muchos otros con una sólida reputación podrían tener eso también o mejor y preferir a los hombres que no se describen injustamente en el caso de Darling como "piratas de la fiesta"; era romper el entendimiento tácito sobre los límites de la influencia política. 
Fueron casi los últimos de su especie. A Loreburn no le gustaba nada que oliera a patrocinio, pero fue solo cuando Asquith y Haldane, con su estrecha relación política, estuvieron a cargo que se acordó que los puestos de menor rango se cubrirían sin hacer referencia a las necesidades o reclamos del partido. 
Los oficiales de la ley
The law officers
La historia de los jueces de mayor rango es algo diferente, porque aquí la libertad del gobierno llegó a verse limitada por las demandas de sus propios oficiales de la ley, que han sido analizadas minuciosamente por J. Llewellyn Edwards. 101 Estas afirmaciones se originaron con ese 'incansable buscador de cargos' Francis Bacon, quien mendazmente afirmó que 'los lugares de descanso después de los lugares extremadamente dolorosos en los que nosotros [los oficiales de la ley] servimos solían ser el lugar del Lord Canciller o de los Rolls, o los lugares de los jueces principales '. 102La afirmación más persuasiva y más frecuente fue la del Fiscal General sobre el "colchón" de los motivos comunes. John Scott insistió con éxito en él en 1799 y los políticos y la profesión reconocieron que habría recaído (bastante fortuitamente) en Frederick Thesiger en 1845 si Tindal CJ ​​hubiera muerto unos días antes; como estaba, Thomas Wilde se convirtió en el afortunado destinatario, aparentemente por derecho. 103 El reclamo fue admitido por Lord John Russell en 1850, y aunque su Fiscal General, (p.975) Sir John Jervis, negó cualquier derecho absoluto, estuvo de acuerdo en que siempre estaba permitido en la práctica. 
Otras reclamaciones del Fiscal General fueron débiles. El descarado reclamo de Campbell sobre los Rolls en 1834 fue rechazado enérgicamente por Brougham y Melbourne y la "venerable tradición" de un derecho al Woolsack promovida por Isaacs en 1912 tenía aún menos sustancia. 105 Edwards no discute la pretensión de ser el Barón en Jefe, sugerida para Garrow en 1817, 106 y su discusión sobre el Presidente del Tribunal Supremo del Banco del Rey es breve e inconclusa.
Sin embargo, al centrarse estrictamente en los derechos en lugar de en la práctica, el análisis de Edwards puede inducir a error. El hecho es que ante la Judicatura actúa en diferentes momentos y con diferentes consejos, los Primeros Ministros y los Lord Cancilleres dieron distintos grados de reconocimiento a tales pretensiones. Más importante es que, en la práctica, todas las administraciones se sintieron obligadas a hacer las provisiones adecuadas para sus agentes legales cuando hubieran tenido suficiente, y que si no fuera posible hacerlo de inmediato, su reclamación se resolvería cuando quedara vacante un puesto adecuado. 107La naturaleza de la prestación variaría naturalmente con lo que estuviera disponible, con la duración y calidad de los servicios prestados y con reclamaciones rivales. Como resultado, era muy raro que ocurriera una vacante entre los grandes cargos que no estuviera sujeta a tales reclamos y, en ocasiones, particularmente en las décadas de 1830 y 1890, crearon serias dificultades.
Los fiscales generales tuvieron mucho éxito en la obtención de los grandes cargos. Entre 1801 y 1880, solo Abbott rompe la secuencia de los jueces principales del Banco del Rey que fueron ex fiscales generales, y solo porque Sir Samuel Shepherd no era elegible por sordera. Otros se convirtieron en jefes del Common Pleas o Exchequer, o Master of the Rolls, y cuando no cubrían las vacantes siempre había una razón política o personal imperiosa. Algunos agentes de la ley fueron directamente al Woolsack. 108 De los fiscales generales restantes, Sir William Follett murió en el cargo y Sir John Karslake quedó ciego. Garrow fue nombrado barón de Hacienda, cargo que Atherton y Horne (este último imprudentemente) rechazaron; Cairns y Rolt se convirtieron en jueces de apelación en Chancery y Sir Robert (p.976)Collier, en circunstancias extraordinarias, juez del Privy Council. 109 Sólo Wetherell no recibió una oferta firme de ascenso judicial y al menos fue considerado. Entre los procuradores generales, Rolfe aceptó una baronía de Hacienda, pero ascendió a Woolsack y Dundas y Stuart-Wortley sufrieron problemas de salud y se retiraron de los extenuantes cargos públicos; 110 Sir WP Wood se convirtió en vicecanciller y, finalmente, en Lord Chancellor.
Gladstone sintió claramente que la continuación de esta situación incierta era indeseable y aprovechó la oportunidad que le brindaba la Ley de la Judicatura de 1873 para asegurar una resolución del gabinete que 'todas las reclamaciones de uno o ambos Oficiales de la ley a una sucesión como derecho a cualquier cargo judicial en particular (reclamaciones que nunca se establecieron adecuadamente) han disminuido naturalmente; de modo que su ascenso se basaría en lo sucesivo únicamente en la calificación y el servicio, no en la posesión del puesto de Oficial Jurídico ». 111 Esto fue presumiblemente aprobado por sus oficiales de la ley, Coleridge y Sir Henry James, aunque James negó persistentemente todas las ambiciones judiciales.
En la práctica, la resolución hizo poca diferencia. De hecho, en 1897, cuando Lord Salisbury se encontró en serias dificultades por un sucesor del Master of the Rolls, declaró que 'no hay estatuto más claro en esa ley no escrita [de nuestro sistema de partidos] que la regla de que las pretensiones de los partidos siempre deben sopesar muy fuertemente en la disposición de los más altos nombramientos legales ”. 112Su problema era un oficial de la ley, Sir Edward Clarke, a quien ni Salisbury ni Halsbury consideraron apto para los Rolls, y otro, el Fiscal General, Sir Richard Webster, que no lo quería. Si se convencía a Webster para que lo tomara, Clarke debía sucederlo como Fiscal General, dándole "un derecho a vacantes superiores que no podían pasarse por alto". Aunque Clarke, felizmente inconsciente de estos puntos de vista poco halagadores, afortunadamente decidió permanecer en la política, el episodio ilustró cómo una elección desafortunada de oficial de la ley podría tener serias consecuencias continuas. 
Posteriormente, el Rolls fue eliminado de la ecuación política, salvo en 1900, cuando un Webster reacio lo aceptó en la segunda vez que lo pidió. Sin embargo, todos los jueces principales vinieron directamente del fiscal general, salvo Russell, que había sido durante un tiempo un caudillo. Los otros fiscales generales (aparte de James) alcanzaron varios altos cargos: magistrados de apelación, magistrados y, en el caso de Finlay, canciller, habiendo rechazado las ofertas para ser presidente de la PDA y, probablemente, para ser un caudillo. . 114 La única excepción es Walton, quien murió en el cargo. Varios (p. 977)Los procuradores generales ocupaban un alto cargo judicial y Sir William Harcourt, cuya ambición era ser el presidente del Tribunal Supremo, se convirtió en ministro del Interior. Clarke rechazó el ascenso, Sir Edward Carson rechazó la presidencia de la PDA, el muy querido Frank Lockwood murió en el cargo y JE Gorst, de manera bastante misteriosa, parece haberse convertido en víctima de la división en las filas conservadoras. 115 Brett es un caso poco común de un oficial de la ley que asumió un cargo de juez puisne. Sus ambiciones fueron siempre judiciales más que políticas y, al ver que la ruta directa a los puestos superiores estaba bloqueada, apostó con éxito a ascender por la banca. El hecho de que fuera su propia elección no le impidió buscar un título nobiliario en reconocimiento a su "sacrificio". 
Por lo tanto, en el resultado, cualesquiera que sean sus expectativas, ambos oficiales de la ley, pero especialmente el Fiscal General, la mayoría de las veces salieron con uno de los grandes premios legales, si querían uno. Una consecuencia fue que la elección del gobierno fue a veces indeseablemente restringida e inadecuada y hombres de segunda categoría ocuparon puestos cruciales: Coleridge y Alverstone como Lord Chief Justice, Best y Bovill en Common Pleas, Scarlett y (debido a su edad) Kelly en Exchequer. y Plumer y Romilly en el Rolls. Este era el precio que pagaban los gobiernos para tener a los hombres que querían como agentes de la ley, y a veces era muy caro.
Durante el siglo XIX, el propio Fiscal General adquirió, de esa manera fortuita característica de la constitución no escrita, una pieza de patrocinio judicial, ya que su 'diablo' (el abogado menor del Tesoro), gradualmente ganó un derecho prescriptivo a una ley común. la judicatura. Para Collier en 1819 era solo una posibilidad y, en 1886, Foulkes todavía solo esperaba que se convirtiera en una costumbre; de ​​hecho, unos años antes, el Solicitors Journal había comentado que 'si la regla se vuelve inflexible ... es de esperar que se pondrá cierto cuidado en la elección del sucesor de este cargo ». 117 Se volvió inflexible. Halsbury se sintió obligado a nombrar juez a Henry Sutton en 1905 y pronto se confirmaron las dudas sobre su idoneidad. 118Para entonces, parece haberse extendido también a su contraparte en el lado de la equidad 119 y aseguró que hombres como Willes y Bowen, bastante eruditos por la rudeza y caída de la barra de práctica, pudieran alcanzar el (p. 978) banquillo sin violar las convenciones; pero al igual que el "derecho" de los agentes de la ley, una mala elección, como Webster's of Sutton, resultaría en un juez inadecuado.
En la oficina: Duración del servicio
In Office: Length of Service
Los jueces de los tribunales superiores ocuparon sus cargos durante la buena conducta, sin ninguna referencia en su patente a la incapacidad. 120 En efecto, por tanto, eran jueces de por vida, aunque en la práctica no podían permanecer si se volvían totalmente incapaces de cumplir con sus funciones. Ningún escándalo judicial puso en tela de juicio este mandato, 121 y si algunos jueces tenían una vida privada disipada, se mantenía en secreto; aunque las indulgencias adúlteras de Cockburn y Westbury eran bien conocidas, se mantuvieron fuera del tribunal de divorcios y evitaron el escándalo público. 122Ninguno quebró (aunque Kelly tuvo que permanecer en el banco demasiado tiempo en parte para recuperar las grandes pérdidas financieras) y aunque fue vergonzoso que Coleridge fuera demandado con éxito por miembros de su propia familia y que Fletcher Moulton perdiera una acción por abuso de confianza. , ninguno fue considerado motivo de renuncia.
En 1799 los jueces se habían convertido en pensionables después de 15 años de servicio o en el caso de incapacidad permanente, una gran mejora, ya que hasta entonces las pensiones se otorgaban a discreción del gobierno de turno y podían ser un medio de influir en un juez. 124 En 1825, como parte de la revisión de la remuneración judicial, las pensiones se elevaron a £ 3500, con el Presidente del Tribunal Supremo de Pleas Comunes, Barón Principal, Maestro de Rolls y Vicecanciller en £ 3750 y el Presidente del Tribunal Supremo del Rey Banco en £ 4000. Estos se derivaron considerablemente de las sugerencias originales como un estímulo a los jueces para que renunciaran antes de que sus facultades se deterioraran, 125y Duman sugiere que efectivamente tuvo este efecto, ya que las jubilaciones aumentaron del 35 por ciento en el siglo XVIII al 61 por ciento. Sin embargo, excluyendo a los Lord Chancellors (que solían salir con el ministerio), casi la mitad de los jueces nombrados entre 1815 y 1875 fallecieron en el cargo; sólo en el siglo XX esto se volvió poco común.
(p.979) Como era de esperar, algunos jueces fallecieron o se retiraron por problemas de salud en un período muy corto. Todos eran hombres de mediana edad o ancianos y algunos (por ejemplo, Rolt y Robson) ya estaban desgastados por la práctica o el servicio gubernamental. 127 Ocho de los nombrados entre 1850 y 1875 sirvieron menos de cinco años, al igual que seis de los posteriores, incluido Sir Henry Mather Jackson, el más evanescente de todos, que murió antes de que pudiera siquiera ocupar su asiento. Algunos se retiraron antes de su tiempo, Richardson después de solo cinco años y Robert Romer, dijeron haberse cansado de la tediosa prolijidad de Vaughan Williams en la Corte de Apelaciones. 
La mediana de la duración del servicio aumentó ligeramente, de 13 años antes de 1875 a 16 años después. En todo momento, y especialmente hacia el final del período, la mayoría de los jueces tenían mucha experiencia. Veintitrés jueces anteriores a 1875 y 18 jueces posteriores a 1875 pasaron 20 años en el tribunal e incluyeron a muchos de los más distinguidos o conocidos: Blackburn (28), Hannen (25), Brett (29), Lindley (30) , JF Pollock (22), Bramwell (24), Parke (27), Cockburn (24) y JD Coleridge (20) en el grupo anterior; Atkin (31), Macnaghten (26), Sumner (20) y Scrutton (24) en el último. 129La durabilidad y la renuencia a jubilarse de tantos jueces de mediados de la época victoriana pueden ser de alguna importancia en el desarrollo del derecho consuetudinario. Los Lord Chancellors entran en una categoría separada, ya que su mandato fue a menudo intermitente y su servicio judicial se prolongó al sentarse en la Cámara de los Lores. Después del eterno Eldon (25 años como canciller), Cranworth (26 años en varios puestos), Lyndhurst (19), Hatherley (19) y Halsbury (17 años como canciller, más de 30 entre su primer y último juicio), cada uno Tuvo una entrada larga.
La jubilación se convirtió en un tema delicado una vez que el poder judicial se desvinculó de otros servidores públicos. Aunque los políticos con frecuencia permanecían en el escenario público hasta una edad avanzada, incluso los primeros ministros se estaban volviendo más jóvenes y los funcionarios públicos, en general, tenían que jubilarse a los 65 años. 130 Los jueces se resistieron firmemente a los intentos de imponer una norma similar al personal de los tribunales, sin duda, en parte por el temor de que fuera su turno el próximo.
A pesar de las ocasionales sugerencias anteriores, en 1895 una demanda en la Saturday Review de que los jueces se jubilaran a los 65 años fue calificada como una "propuesta extraña" por el Solicitors Journal . 131 La Review fue característicamente franca al nombrar a Esher, Hawkins, Day y Pollock como candidatos inmediatos para la residencia de reposo y al mencionar, (p. 980) sin nombrar, a un juez más joven que se decía que era senil. La pregunta no desaparecía, y en 1913 una comisión real salió a retirarse a los 72 años con el poder del Lord Canciller para posponerla en casos individuales. 
La recomendación no se aplicó, pero sin duda tuvo un efecto sobre la edad a la que normalmente se elige a los jueces. 133 Los oponentes presentaron tres argumentos. Primero, que los jueces maduran en el estrado y están en su mejor momento entre los 65 y los 80 (o 75 en todo caso), por lo que una edad de jubilación uniforme privaría al país de algunos de sus mejores jueces; tuvieron la suerte de poder ejemplificar a Halsbury, un milagro de vigor físico e intelectual, aunque, por supuesto, ya no era un juez de primera instancia, donde se requería especialmente estar alerta. Tales afirmaciones son difíciles de probar. Sir Walter Phillimore argumentó que los jueces no necesitaban 'elan and go' como otros servidores públicos, pero omitió mencionar que otros servidores públicos más jóvenes no afirmaban necesitar pocas horas y largas vacaciones para recuperarse.
El segundo argumento era que los jueces potenciales podrían desanimarse si solo tuvieran un período limitado en el tribunal, especialmente con la caída del valor real de los salarios, pero ese era un argumento a favor de pensiones más generosas. El tercer argumento era que la edad de jubilación era en la práctica innecesaria porque cuando el interés público requería la salida de un juez, éste dimitía espontáneamente o (raras veces) era persuadido con tacto. Alverstone mencionó un caso en el que él (en lugar del Lord Canciller) había inducido la jubilación de un juez que, aunque mentalmente alerta, parecía 'decrépito' y, por lo tanto, presentaba una imagen inaceptable a un público que no podía distinguir 'entre decrepitud aparente e incapacidad. '. Sin embargo, sostuvo que solo había habido tres casos de su conocimiento en los que el público podría decir que un juez `` no estaba a la altura ''.134 Además, como señalaron los opositores a la jubilación obligatoria, un límite de edad no habría ayudado en el caso más notorio de incapacidad judicial, el de JF Stephen, que apenas tenía sesenta y tantos cuando el sensacional juicio de Florence Maybrick expuso sus fallas a la todo el resplandor de la publicidad. La dimisión de Stephen se consiguió mediante una intervención "maravillosamente discreta" de Halsbury, pero sólo después de preguntas parlamentarias y una campaña de prensa. 135 Sin embargo, en lugar de proporcionar un argumento en contra de la edad de jubilación obligatoria, el caso de Stephen expuso la falta de cualquier motivo de incapacidad explícito para el despido. Gladstone había instado a tal cláusula durante las discusiones sobre el Proyecto de Ley de Judicatura de Selborne, pero no se incluyó. 
(p.981) Sin embargo, hubo varios casos más mundanos en los que la presión de grupo no se aplicó o no funcionó muy bien. En 1825, el estado del barón Wood se había vuelto lamentable, "por fin había perdido un ojo y el uso de ambos oídos". 137 Más tarde, Cottenham, Kelly, Blackburn, Esher y Grantham permanecieron en el banco demasiado tiempo. 138 Algunos programaron la jubilación para adaptarse a sus propios socios políticos; Pollock CB se aferró hasta la llegada de los conservadores en 1866, por ejemplo. Otros buscaron mantener fuera a un sucesor no deseado (como Denman LCJ intentó en vano hacer con Campbell en 1850) o asegurar la promoción de un amigo, como Erle quería hacer con Roundell Palmer. 139Algunos se aferraron a una pensión completa, como hizo Coleridge en la década de 1890. Bayley simplemente disfrutaba ser juez, mientras que la esposa de Wightman no lo quería en casa. 140 No se sabe con qué frecuencia un canciller o el jefe de un tribunal presionaron a un colega que se quedaba atrás. Sucedió con Honyman, pero eso se debió a que Huddleston, que quería el lugar para él, planteó preguntas en la Cámara sobre su estado físico. Por otro lado, parece que a Rigby no se le pidió que fuera cuando Halsbury creía que debía hacerlo. 
Los hombres mayores eran propensos a la sordera, contrapartes de la vida real del Sr. Juez Stareleigh de Dickens. Bacon y Maule, Patteson y John Williams estaban todos afectados, 142 pero el más mencionado es Ventris Field, cuya sordera contribuyó a su notorio mal genio. Field no reconoció la necesidad de retirarse y fue extremadamente grosero con el barón Pollock, a quien se le encomendó la desagradable tarea de sugerir que lo hiciera. 143 La otra condición común era la somnolencia, que tal vez se volvió más difícil de resistir en las salas de audiencias más tranquilas del Strand que en el bullicio de Westminster Hall. Durante al menos una prueba importante, Coleridge LCJ tuvo que tener a su esposa a su lado para mantenerlo despierto, 144pero el delincuente más notorio fue Lewis cueva, cuya postprandial sopor se hizo tan evidente que él (p.982) fue cuidadosamente mantuvo fuera de los juicios con jurado. 145 El bar podía considerar tales debilidades humanas con diversión o, en el peor de los casos, con resignación, aunque pocos eran quizás tan cínicos como Lord Westbury quien, cuando Erle protestó por su incapacidad para desempeñar un cargo en el Comité Judicial porque era viejo, sordo y estúpido, replicó: '¿Por qué? , Chelmsford y yo somos viejos, Napier es muy sordo y Colville es estúpido, pero los cuatro somos un excelente tribunal ”. 146 Además de retrasar los juicios, estos hombres ayudaron a crear una imagen de los jueces como ancianos, sordos y adormecidos.
De modo que la perspectiva de una pensión, desvinculada de un requisito explícito de jubilación por enfermedad o edad, era una bendición mixta. Mantuvo a algunos magistrados admirables en el estrado durante más tiempo y evitó controversias sobre la definición de incapacidad judicial. Por otro lado, fomentó la tendencia de los jueces que estaban enfermos como Butt, o simplemente agotados, como Neville, a quedarse demasiado tiempo. 147Otro inconveniente fue que obstaculizó la planificación anticipada. No se podía predecir la aparición de vacantes y, por lo tanto, cuando un ministerio quería acomodar a sus oficiales de la ley u otros abogados prominentes, estaba tentado a ofrecer incentivos, tal vez junto con indicios de preguntas parlamentarias sobre idoneidad, para crear una vacante. El caso más flagrante de este tipo ocurrió en 1830, cuando la administración de Wellington necesitaba un lugar para el Procurador General, Sir Nicholas Tindal. Sondearon el barón principal (Alexander), el maestro de los rollos (Leach) y el juez presidente de Common Pleas (Best), y finalmente cerraron con Best, quien extrajo una nobleza y una pensión por discapacidad basada en un diagnóstico bastante exagerado. de la gravedad de su gota. 
Promociones
Promotions
Hacer que los grandes bufetes de abogados fueran lugares para políticos y oficiales de la ley redujo drásticamente la probabilidad de que un hombre que aceptara un cargo de juez puisne obtuviera un ascenso. Algunos políticos aprobaron esto porque disuadiría a los jueces de ganarse el favor del gobierno de turno y en los debates sobre los sueldos de los jueces en 1825 algunos afirmaron detectar una práctica regular de ascensos, que Brougham denunció histéricamente como 'un sistema tan sucio, que [se] burló de toda decencia pública ”. 149 De hecho, no había ninguna política, simplemente una serie de accidentes, y fue bastante curioso por parte de los abogados whig argumentar su preferencia por tomar a los jueces más altos directamente de los puestos ministeriales. Sin embargo, la promoción no parecía una ruta prometedora y una ley (p. 983)los oficiales y los KC ambiciosos rara vez estaban dispuestos a ocupar un puesto de puisne sin una expectativa clara como la que se había dado a Gibbs y Richards.
Fue diferente en la Cancillería porque la creación de un vicerrector en 1813 creó una jerarquía distinta. El primer titular, Sir Thomas Plumer, fue ascendido a Rolls en 1817 a pesar de su mala reputación, quizás para facilitar el nombramiento del protegido del Regente, John Leach. Leach, a su vez, se convirtió en Master of the Rolls, aunque no en la siguiente vacante, y su propio sucesor, Sir Anthony Hart, fue enviado a Irlanda como Lord Canciller. Sir Lancelot Shadwell, el próximo vicecanciller, no fue considerado seriamente para el Rolls en las circunstancias políticas altamente cargadas que rodearon la próxima vacante, en 1836, 150 pero la creación de dos vicecancilleres más en 1841 y luego los dos señores jueces de La apelación en la Cancillería en 1852 alargó la escalera.
Con los líderes de la Cancillería ejerciendo exclusivamente en la corte de un juez, era difícil pasar por alto las demandas de ascenso de los vicerrectores y, de hecho, seis de los 14 se convirtieron en jueces de apelación en la Cancillería, como seguramente lo habría hecho Sir James Parker si hubiera vivido. . De los otros magistrados, Cairns y Rolt eran agentes de la ley, pero también destacados abogados de equidad; Sir George Mellish fue un nombramiento deliberado de derecho consuetudinario y el de CJ Selwyn fue recibido con frialdad en el bar. 151 Sin embargo, incluso en una vacante en la cancillería, Gladstone opinaba que primero debían ver si alguien que había ocupado un gran bufete de abogados lo quería (lo llamó "el principio Lyndhurst") antes de considerar una promoción. 
Las Leyes de la Judicatura trajeron una jerarquía a las tres divisiones del Tribunal Superior. 153 Los señores de apelación en los jueces ordinarios y los señores de la apelación podían ser nombramientos directos o ascensos, y rápidamente se hizo evidente que los ascensos serían más comunes. Inicialmente, varios jueces fueron elevados a la Corte de Apelaciones, mientras que Blackburn solo fue directamente a los Lores desde el Banco de la Reina. A partir de entonces, sólo Macnaghten (1887), Russell (1894) y Robson (1910) acudieron a los Lores directamente desde el colegio de abogados inglés, y cinco más directamente al Tribunal de Apelación
Frente a estos nombramientos directos, hubo 31 ascensos del Tribunal Superior, por lo que las perspectivas de ascenso eran claramente buenas. De los 20 jueces de la Cancillería, 12 subieron (Pearson y Byrne murieron demasiado pronto para ser considerados) y las perspectivas de avance eran aún más favorables en la división de cenicienta, la PDA, donde tres de cada cuatro jueces junior terminaron como presidente.
(p. 984) Debido a que el Queen's Bench era más grande, las posibilidades eran menos buenas, pero aun así, 16 de 45 fueron promovidos y Bigham fue nombrado sorprendentemente presidente de la PDA. Sólo cinco magistrados llegaron a los Lores, junto con Parker, criado directamente de la División de la Cancillería y Hannen, el presidente de la PDA.
Ya no se sugirió que la perspectiva de ascenso tuviera implicaciones siniestras y podría haber facilitado el nombramiento para el Tribunal Superior de hombres talentosos que no eran adecuados por temperamento para el papel de jueces de primera instancia, pero no hay pruebas de ello. No había una vía rápida hacia el Tribunal de Apelación, pero tampoco era el turno de Buggins. 
Transferencias entre tribunales
Transfers between courts
En teoría, los tribunales de derecho consuetudinario tenían aproximadamente la misma posición y no se esperaba (y no se podía exigir) que un juez se moviera entre ellos. 155 Sin embargo, a fines de la década de 1820, la disparidad de reputación entre el sobrecargado King's Bench y los demás era tal que los Comisionados de Derecho Común recomendaron algunos nombramientos excelentes para este último para restaurar la confianza de los pretendientes. 156 Esto admitía implícitamente lo que afirmaba la revista Law Magazine , que se había tenido mucho cuidado en la selección de los jueces de King's Bench, pero mucho menos con Common Pleas, mientras que el Exchequer era `` no pocas veces un lugar de descanso para la edad y la enfermedad, o una recompensa servidumbre '. 157Eldon no consideró a Burrough ni a Garrow a la altura del nivel de King's Bench y el Exchequer tuvo que recibir a Vaughan, y al favorito de Copley, William Bolland.
En consecuencia, el gobierno pronto maniobró para fortalecer el Tesoro. Se le dio a Bayley en 1830, quien presumiblemente quería una vida más fácil en su vejez, y Alderson y Patteson fueron nombrados para Common Pleas y King's Bench respectivamente en su compromiso de remover si era necesario. En 1834, Alderson entró en el Tesoro, junto con el muy respetado James Parke de King's Bench, y Vaughan pasó a Common Pleas. 158 No todos los comentaristas aprobaron este juego de 'El gato en la esquina', sintiendo que las diferentes capacidades de los jueces no deberían ser señaladas abiertamente, pero ayudó. 159 Hay un puñado de transferencias posteriores, 160pero sólo en la elaboración de las Actas de la Judicatura se hizo otro intento significativo para reequilibrar los tribunales, y esta vez los jefes, en particular (p. 985) Coleridge, parecen haber sido los principales impulsores. Los jueces de la Corte Suprema, a diferencia de sus predecesores, podrían ser trasladados entre divisiones sin su consentimiento, pero de hecho después de la transferencia de Ford North a la División de Cancillería en 1883 tras su colocación fallida en el QBD por Selborne, no hubo más traducciones simples de esto. clasificar. 
Sueldos
Salaries
Hasta 1825 los ingresos de los jueces se componían de un salario, aumentado por los ingresos por honorarios de ciertos pretendientes y, en el caso de los grandes cargos, por la explotación del mecenazgo. En 1809, los sueldos eran los siguientes: jueces puisne, el maestro de los Rolls y el barón principal 4000 libras esterlinas (pero en 1813 llegaban a 5000 libras esterlinas); el Presidente del Tribunal Supremo de Common Pleas £ 3500; el Presidente del Tribunal Supremo del Banco del Rey £ 4000; el Lord Canciller £ 5000. 162El canciller y los jefes en particular tenían ingresos mucho mayores que esto, y cuando el ministerio de Liverpool finalmente abordó la espinosa cuestión de los honorarios y el patrocinio en 1825, los salarios propuestos tenían que reflejar eso. Puisnes ahora tendría £ 6000; el Maestro de los Rolls y el Barón Principal £ 7000; el presidente del Tribunal Supremo del Common Pleas £ 8000; y el Presidente del Tribunal Supremo del King's Bench £ 10,000. El salario del vicecanciller de 5000 libras esterlinas se elevaría a 6000 libras esterlinas. En el Parlamento, la discusión se centró en el salario del presidente del Tribunal Supremo del Banco del Rey, y la diferencia deseable entre su salario y los del presidente del Tribunal Supremo de Pleas comunes y sus propios puisnes, y en las objeciones de que los puisnes estaban siendo tratados con demasiada generosidad.
El gobierno acordó reducir los puisnes a £ 5500, lo que aún los coloca entre los individuos con los salarios más altos del país y muy por delante de todos, excepto los que ganan más en el bar. 164 Pocos otros funcionarios públicos, incluidos los ministros del gabinete, podían igualar estos ingresos, especialmente cuando estaban respaldados por pensiones generosas, 165 y pronto fueron atacados. A partir de noviembre de 1828, se requirió que los nuevos puisnes aceptaran aceptar solo £ 5000. 166 Poco después, cuando Denman se convirtió en presidente del Tribunal Supremo del Banco del Rey, puso en práctica su declaración anterior de que los jueces (p. 986) recibieron un pago excesivo al aceptar voluntariamente solo £ 8000. 167Finalmente, en 1832, se trató al Lord Canciller. Eldon había estado ganando alrededor de £ 15,000 y sus sucesores ahora recibieron £ 10,000 con una adición de £ 4000 como vicepresidente de la Cámara de los Lores. 168 Otros ataques a los salarios judiciales en la década de 1830 no tuvieron efecto, 169 pero los dos vicerrectores adicionales recibieron sólo 5000 libras esterlinas frente a las 6000 libras esterlinas del vicecanciller de Inglaterra, que también fue lo que recibieron los jueces de apelación en la cancillería 1852. 170Con la jubilación de Denman, su sucesor, Campbell, se vio más o menos obligado a aceptar la reducción "voluntaria", pero insistió en que se hiciera obligatoria. Jervis, al convertirse en presidente del Tribunal Supremo de Common Pleas en el mismo año, había aceptado el puesto con un salario reducido de £ 7000 y ambas reducciones se hicieron permanentes.
Después de un período de calma hubo otra batalla en el momento de las Actas de la Judicatura. Gladstone siempre había considerado a los jueces puisne sobrepagados en comparación con el servicio civil superior, pero no pudo persuadir a su gabinete de que apoyara una reducción a £ 4000, aunque logró reducir las pensiones. 
En el caso, los señores de la apelación en ordinario iban a tener £ 6000, con puisnes y los jueces del señor dejados en £ 5000 a pesar de la defensa urgente de Cairns en nombre de este último. 173 El Master of the Rolls estaba en £ 6000, el Lord Chief Justice (después de la abolición de los otros jefes) £ 8000 y el presidente de la PDA £ 5000. La falta de comentarios adversos en la prensa legal y la aparente ausencia de cabildeo por parte del Lord Canciller para un aumento sugiere que estos salarios se consideraron suficientes para atraer y retener candidatos adecuados para el cargo. Sin embargo, habían comenzado a parecer menos atractivos en 1914 cuando las ganancias de las barras para las estrellas más brillantes subieron a alturas inauditas y los impuestos comenzaron a pasar factura. 
El juez en la corte
The Judge in Court
Existe una gran cantidad de información anecdótica y biográfica sobre los jueces del siglo XIX, pero debe usarse con cuidado. Algunas fuentes son poco fiables de-Campbell (p.987) Vives y de Grant bar y banco son ejemplos familiares-y muchas biografías son poco crítica. Dado que la mayor parte de la redacción ha sido realizada por miembros de la barra, la perspectiva de la barra sobre un juez es lo que suele surgir, de modo que un juez que habitualmente era desagradable con el abogado rara vez obtiene una buena prensa. Y, por supuesto, las opiniones a veces son divergentes. Lord Alverstone es un buen ejemplo. Pocos considerarían sus juicios en alta estima, pero mientras Dickens y Abinger lo consideraban un buen juez de primera instancia, Cancellor dijo que parecía aburrido en los juicios penales; para Whiteley fue agradable, pero Morris lo llamó "un cerdo". 175Cuando el juez ha aparecido en solo una o dos memorias, por supuesto, pueden ser extravagantes o atípicos.
Los jueces eran personajes públicos prominentes, cuyas declaraciones aparecían con frecuencia en los periódicos. La exhibición descarada de los rasgos de personalidad individual en el banco se consideraba normal y la barra generalmente se acomodaba a las debilidades del banco, excepto cuando se presionaba hasta los extremos. Todos sabían cómo Cockburn tenía que resolver casos comerciales de la noche a la mañana para permitirle consultar la ley y cómo se aseguraba de que los casos más sensacionales se presentaran ante él; 177 cómo Willes buscó una oportunidad para mostrar su prodigioso aprendizaje legal de los anuarios hacia abajo y cómo Darling estaba desesperado por producir un ingenio no siempre espontáneo; cómo la anciana Kelly estaba obsesionada con las fechas y cómo a Westbury y Esher les encantaba lanzarse sobre los solecismos en los idiomas clásicos. 178Sabían que algunos jueces se inclinaban a afirmar (Lyndhurst) y otros a revertir (Cottenham); 179 que algunos eran jueces de demandantes, otros acusados. 180 Gradualmente, este individualismo descarado se hizo menos pronunciado, tal vez porque los jueces colectivamente se volvieron menos seguros de su papel. Los «personajes» seguían siendo designados para el tribunal —hombres como Scrutton, McCardie y Swift— pero ya no eran los típicos; incluso Avory, el más conocido de los jueces de la década de 1920, era modesto y distante. 
(p. 988) También es significativo que, si bien la tradición oral del colegio de abogados celebraba a los personajes más exuberantes, el juez que se mencionaba con más frecuencia como personificación del ideal judicial era el imperturbable Sir William Grant MR. 182 El equivalente posterior más cercano fue quizás sir James Hannen, aunque Hannen hizo la mayor parte de su reputación en el tribunal de divorcios, donde se esperaba una atmósfera especialmente decorosa.
Grant y Hannen son personalidades esquivas, casi desprovistas de excentricidades menores cuando están en el banco, y después de todo, no todas las debilidades eran inofensivas. Es posible que la intolerancia de Russell al vello facial en el abogado y la de Bacon a los bigotes no hayan afectado las posibilidades de sus poseedores de una audiencia justa, 184 pero otras manifestaciones de dominio sobre "mi tribunal" pusieron en peligro la justicia. 185 De este modo, los abogados y los testigos podrían verse congelados en los tribunales de Parke o Huddleston, o sofocados en los de Wills o Hawkins. Hawkins y Parke también eran conocidos por prolongar las sesiones más allá del punto en el que cualquiera, excepto ellos mismos, podía concentrarse. 
En el caso de Hawkins, ambos rasgos eran manifestaciones de una actitud generalmente dominante y, aunque la llevó a los extremos, algunos afirmaron que había habido un deterioro en los modales judiciales desde los días de los jueces cortesanos como Graham y Dallas, 187 y la impresión puede ser más significativo que la realidad. Aunque la desarmado urbanidad de Eldon marcó la pauta para Chancery, Leach fue tan desagradable que los líderes lo protestaron formalmente en nombre de la barra. 188 Por el contrario, mientras que incluso el combativo Jack Campbell encontró desalentadores 'los cuatro rufianes del Banco del Rey' encabezados por Ellenborough, y 'Vinegar' Gibbs merecía su apodo, 189 en las décadas de 1830 y 1840, Denman en el Banco de la Reina y Lyndhurst en la Cancillería eran modelos de pulida cortesía.
Sin embargo, puede ser que un grupo de jueces "fuertes" a mediados de siglo haya causado una impresión más allá de su número. Ciertamente, Alderson, James, Bramwell, Blackburn, Cottenham y Jessel entraron en esa categoría, y su estilo vigoroso y masculino fue perpetuado después de las Actas de la Judicatura por hombres como Brett y (p . 989) Stephen. 190 En el peor de los casos, sin embargo, degeneró en puro malestar a través de personas como Ridley, Hawkins, Kay y Field. 191 Algunos lo llevaron al nuevo siglo. Scrutton tuvo que ser barbudo por la barra como Leach antes que él, pero RA Wright fue descrito como el último de la raza y cuando AL Smith se hizo cargo de la división de Esher del Tribunal de Apelación, había una atmósfera marcadamente menos combativa allí. 192En general, los jueces parecen haberse vuelto más suaves y menos dictatoriales en el nuevo siglo; tal vez, como Page Wood antes, no deseaban infligir a los jóvenes el trato que ellos mismos habían recibido. 
Entre las virtudes que poseían Grant y Hannen estaba que no permitían que entraran en juego puntos de vista personales. Por supuesto, como Scrutton reconoció en la década de 1920, todos los jueces tienen esos puntos de vista, a veces con una dimensión política; 194 se dijo, por ejemplo, que los primeros automovilistas encontraron al poder judicial en general hostil. 195 Pero algunos jueces eran bien conocidos por prejuicios particulares; Se consideraba que Field estaba predispuesto contra las compañías ferroviarias, Gorell Barnes para favorecer a las esposas en los casos de divorcio, Robert Phillimore no podía reprimir sus simpatías eclesiásticas en los casos eclesiásticos, se pensaba que WG Phillimore, Wills y Day estaban bastante desequilibrados cuando se cometían delitos sexuales. intentó antes que ellos, y JC Lawrance siempre favoreció a los Ingresos. 196Fue notoriamente difícil persuadir a la Corte de Apelaciones de Esher para que cuestionara el veredicto de un jurado y Halsbury se mostró igualmente reacio, un obstáculo especialmente serio a nivel de apelación.
Por otra parte, hubo jueces de los que, a diferencia de Cairns, no se podía decir que "escucharan bien". 198 Pocas cosas trastornaron más el tribunal que un juez que los interrumpía con frecuencia en sus discursos, y Lord Coleridge sugirió que había contribuido a la decadencia de la verdadera elocuencia forense. 199 Es poco probable, como se alegó, que tales interrupciones fueran raras en la época de Grant, porque aunque puede haber sido inusual que intervinieran puisnes sentados en banc, Ellenborough y Gibbs ciertamente no tenían reparos en hacerlo. 200 Sin embargo, la impresión es que se volvió (p . 990) más común. Leach lo llevó a Chancery 201y varios jueces de derecho consuetudinario eran conocidos por ello, especialmente en Hacienda. No se limitó a jueces pobres como Bovill, porque entre los nombrados están Mellish y Blackburn, aunque Cairns frenó fría y decisivamente a este último cuando lo intentó en los Lords. 202 Puede haber sido en parte una respuesta a los discursos más prolongados de los abogados, ya que Langdale MR, que trató de emular la perfecta quietud de Grant, fue criticado por permitir que los casos se prolongaran y se quejaran de las interminables divagaciones de los abogados. 203Sin embargo, ese no fue ciertamente el motivo del ejemplo más extremo, Sir George Jessel. Jessel desarrolló un estilo que sustituyó un rápido diálogo con el abogado por sus discursos convencionales, y a menudo pesados, y fue tal la fuerza de su personalidad que fue capaz de imponerlo sin protestar, aunque solo podía funcionar bien en un tribunal como el Rolls. donde los mismos pocos líderes aparecieron en un caso tras otro y estaban familiarizados con él. Incluso entonces funcionó notablemente peor cuando Chitty lo intentó.
Una vez que se generalizó, el hábito de la interrupción resultó difícil de erradicar incluso para Halsbury en los Lores. 205 Al menos algunos de los que habitualmente obstaculizaron los intentos de presentar un argumento tampoco lograron emular a Grant en otro aspecto: tomaron una decisión desde el principio y era difícil influir en su primera opinión. Entre los presuntos culpables se encontraban Ellenborough, Erle, Robert Lush, Martin, Jelf y William James. 206 Otros enojaron al consejo con una ostentosa falta de atención. Eldon había sido discreto al escribir sus cartas en el banco, pero la descortesía más abierta de Brougham provocó una famosa pelea con Sugden. 207Es revelador el desprecio por las apariencias que tenían algunos jueces de que hombres como Day y Bailhache pudieran manifestar un abierto aburrimiento en el tipo de casos que no les gustaban.
Sin embargo, mucho peor eran los jueces que favorecían a un abogado en particular o al revés. Al menos dos veces esto provocó escenas de ira en la sala del tribunal; Adolfo, desde el rudo y violento de Old Bailey, dio voz a lo que de King (p.991) practicantes de banco todos creían, que Abbott era demasiado bajo la influencia de Scarlett, 209 mientras que 20 años más tarde, y tal vez con menos causa, Frederick Thesiger acusó al barón principal Pollock de estar predispuesto a favor de su yerno Samuel Martin. 210 Gibbs y Jervis También se dice que favorece especialmente el consejo, y no debe sorprender leer que Hawkins maltratados AJ Cock. 211Sin embargo, era más probable que ocurriera en la Cancillería y en los tribunales civiles, a veces debido no tanto al favoritismo como a la incapacidad para resistir un poder intelectual superior. Shadwell estaba notoriamente bajo el dominio de una sucesión de líderes dominantes, comenzando con Sugden y culminando con Bethell, quien apenas se molestó en ocultar un estado de cosas que, según Selborne, "sería inconcebible para aquellos que no lo presenciaron". 212 En el Rolls se dijo que Langdale adoptó más o menos los argumentos de Pemberton Leigh y que éste prácticamente escribió las sentencias, 213 pero aún más insatisfactorio fue el tribunal de Malins; no solo podía ser provocado fácilmente en una escena, sino que Glasse lo intimidaba abiertamente. 214Knight Bruce, que sufrió por luchar contra sus rivales favoritos en el Rolls, tuvo la desgracia de ser vicecanciller de incurrir en la animosidad primero del canciller Cottenham, que se deleitaba en revocar sus decretos, y luego de Westbury, que ni siquiera se sentaba. con él en apelaciones. 
Tales animosidades internas, en su mayor parte, se mantenían detrás de la cortina, pero era notorio que Eldon y Leach eran mutuamente hostiles; que tanto Westbury como Maule odiaban a Campbell; que a Jessel no le agradaba Selborne; ya Cockburn no le agradaba Willes. Brett y Jessel estaban abiertamente en desacuerdo; prácticamente todo el tribunal de derecho consuetudinario no podía soportar a Hawkins y el tribunal de apelaciones de Fletcher Moulton estaba perpetuamente dividido por animosidades. 216
2. Jueces de la corte del condado
2. County Court Judges
Nombramiento: números, calificaciones y selección
Appointment: Numbers, Qualifications, and Selection
La Ley de Tribunales del Condado de 1846 autorizó el nombramiento de "tantas personas aptas como sean necesarias", y el gobierno nombró de inmediato a 60 nuevos jueces. 217 Esta cosecha sin precedentes de patrocinio se redujo drásticamente por la decisión de Cottenham de emplear a tantos jueces de los tribunales locales liquidados como fuera posible, y apenas un tercio fue seleccionado fuera de este grupo. La experiencia sugirió a muchos que el número de jueces era excesivo y que su distribución no coincidía con la necesidad, pero a pesar de las fuertes recomendaciones de las sucesivas investigaciones en la década de 1870 para una importante reducción y redistribución, solo se hicieron cambios modestos y en 1914 todavía había 55 jueces. 
A pesar del vigoroso cabildeo de los abogados, las nuevas judicaturas se limitaron a abogados con siete años de antigüedad, una calificación menos estricta que los 10 años recomendados por los Comisionados del Common Law.
El poder de nombrar jueces recayó en el Lord Canciller, pero se insertaron en la ley excepciones tanto temporales como permanentes. Los temporales fueron, primero, que los jueces de cuatro tribunales locales, el secretario del condado de Middlesex y el administrador de la mansión de Sheffield fueron trasladados a los nuevos tribunales, y en segundo lugar, que se permitió a los señores de ocho mansiones ocupar el cargo siguiente vacante en la corte del condado que reemplazó a su corte señorial; el último de estos jueces, Thomas Ellison, sentado en Sheffield en la nominación del duque de Norfolk, murió en 1896. 220La excepción permanente otorgó al Canciller del Ducado el patrocinio de distritos exclusivamente dentro del Ducado de Lancaster. Una de sus primeras elecciones, William Ramshay en Liverpool, resultó desastrosa y hubo algunas críticas por nombramientos posteriores, pero aunque los hombres locales tendían a ser favorecidos, los nombramientos en general no parecen peores que los de Lord Chancellors. 
Mecenazgo y política
Patronage and politics
La tradición dice que Cottenham llenó el banco con buenos whigs, y ciertamente hay ejemplos obvios en David Leahy, un destacado periodista, y (p.993) WM Praed, hijo de un político whig. 222 Las lealtades al partido siguieron contando. Joseph Pollock, por ejemplo, fue descrito como un O'Connellita y liberal, pero también era un juez muy respetado de la corte de Salford cien y las críticas se centraban más en nombramientos como TF Falconer, un hombre sin práctica real que acababa de asesinar. un secretariado colonial al que renunció al conseguir la magistratura, sin duda a través de la misma agencia, su cuñado JA Roebuck.
Los únicos casos conocidos de nepotismo real pertenecen a Halsbury, quien eligió a su cuñado Robert Woodfall y a otro pariente de su esposa, Robert Melville. Woodfall estaba bien calificado, pero Melville era un trabajo flagrante; Halsbury también puso a su hermano JW Giffard en el Comité de Reglamentos de la Corte del Condado en la primera oportunidad.
Había demasiados cetreros, bayleys y caillards, 225 hombres «completamente desconocidos para el público, apenas conocidos incluso por su nombre en la profesión». 226 Con la excepción de los dos nombramientos de St. Leonards, todos los Lord Chancellors desde Cottenham hasta Halsbury eligieron a algunos hombres por motivos que la prensa legal no podía entender o, si lo entendía, condenaba. Algunos críticos defendían celosamente los intereses del colegio de abogados en ejercicio, pero otros lamentaron las opciones que socavarían el caso de ampliar la jurisdicción de los tribunales del condado y también lamentaron la retención de los ex jueces de los tribunales de solicitudes, aunque como grupo no parecen más propensos a hacerlo. error o mala conducta que otros. 227Los ataques se hicieron más frecuentes y francos desde aproximadamente 1870 en adelante, culminando con un líder exasperado en el Solicitors Journal :
Habiendo llegado a la conclusión de que últimamente la preponderancia de los nombramientos de jueces de los tribunales de condado está tan del lado de aquellos que, como el presente, es imposible aprobar, creemos que es mejor renunciar al intento de estimar los méritos de tales nombramientos, y reservar cualquier comentario hasta que se haga de acuerdo con alguna norma que la profesión pueda reconocer o al menos comprender. 
Uno de los nombramientos más controvertidos, que Hatherley pensó que provocaría protestas, fue el de Edmond Beales en 1870. Un diputado radical, los conservadores lo habían privado de una revisión de la abogacía por su participación en el mitin de Hyde Park (p.994) convertido en -riot en 1866 y la judicatura fue abiertamente pensada como una recompensa bastante generosa. No fueron solo los conservadores quienes consideraron esto como particularmente irresponsable, ya que ocurrió mientras los Comisionados de la Judicatura luchaban con el problema del alcance de la jurisdicción local. 229
Beales tampoco fue un caso aislado. Hatherley, quien notoriamente no buscó consejo sobre nombramientos judiciales, ya había incurrido en críticas al elegir a Gordon Whitbread, su propio secretario privado, y entre sus nombramientos 'peculiares' el de JF Collier causó asombro ya que solo tenía una práctica modesta en el circuito occidental. Homersham Cox y JT Abdy, aunque reconocidos por elevar el tono intelectual de la banca, fueron desaprobados por no ser "hombres prácticos".
Los sucesores de Hatherley continuaron en ocasiones para complacer a los primeros ministros (como hizo Halsbury con AG Marten) y colegas del gabinete (como Cairns hizo con Horatio Lloyd). 231 Recompensaban a los hombres por el servicio público (TJ Bradshaw y RA Fisher, sucesivos secretarios de la Comisión de la Judicatura) o por servirlos (WL Selfe, cuyo nombramiento provocó una cuestión parlamentaria), o por economizar en pensiones (Vernon Lushington, James Stephen). 232 No todos resultaron mal, ni tampoco todos los elogiados por la prensa fueron un éxito (Crompton Hutton es un ejemplo 233) pero perpetuaron la imagen del tribunal del condado como no depositario de la sagacidad y la capacidad probada según lo medido por la propia y limitada prueba de la profesión. Su reputación también se vio dañada por historias, verdaderas o no, como la selección de un juez por parte de Cairns cuando su secretaria malinterpretó el veredicto poco halagador de Sir John Karslake sobre el hombre. 
Al igual que con el Tribunal Superior, el nuevo siglo vio un cambio. Un crítico poco entusiasta admitió que las elecciones de Loreburn eran 'en general ... hombres de mediana edad con un buen circuito, práctica judicial local o comercial, y no meros trucos partidistas', 235 y aunque las consideraciones políticas partidistas no se eliminaron del proceso de selección, una sólida formación práctica se había convertido casi en un requisito previo. 236 Balfour Browne podía referirse con desdén al tribunal del condado como un "estante respetable", pero al menos el estante se había vuelto respetable. 
(p.995) Políticas de otro tipo se inmiscuyeron en los nombramientos para los distritos galeses. La influencia del lobby de la lengua galesa dentro del Partido Liberal les permitió extorsionar la promesa de que ciertos distritos se convertirían en dominio exclusivo de los jueces de habla galesa. Esto creó un negocio cerrado bastante pernicioso, ya que tan pocos hablantes de galés tenían prácticas siquiera medio respetables que algunos hombres muy por debajo del estándar general obtuvieron cargos judiciales; sin embargo, se afianzó demasiado para ser desafiado. 
Edad al momento de la cita
Age at appointment
En 1878, Henry Nicol testificó que sentía que, dado que sus deberes daban más importancia al vigor de la juventud (comparativa) que a la sabiduría acumulada de la edad, estos jueces deberían ser nombrados por lo general con menos de 45 años, y ciertamente con 50. Esta opinión, respaldada por Haldane en 1913, tenía mucho que elogiar, por sus extensos viajes en la mayoría de los distritos, el trabajo durante todo el año y todo lo que no fueran condiciones de trabajo tranquilas imponían tensiones más físicas que intelectuales. 
Da la casualidad de que el cuadro original de jueces era, en general, juvenil. JW Wing tenía solo 34 años y al menos otros siete tenían más de 30, mientras que probablemente solo cuatro tenían más de 60, incluidos dos de los más distinguidos de las elecciones 'libres' de Cottenham, James Manning y JH Koe. 240 A medida que el hacinamiento en el bar dificultaba el rápido progreso, los jueces jóvenes se volvieron más raros, pero no desconocidos; Joseph Pollock y D. Brynmor Jones tenían 33 años y Edward Parry, probablemente el más joven de todos, solo 31, aunque fue elegido por el Canciller del Ducado. 241 Aunque se expresaron dudas sobre la conveniencia de lanzar a McKenzie Chalmers, de 37 años, directamente a la concurrida corte de Birmingham, los jueces jóvenes fueron generalmente bienvenidos a menos que, como Caillard, hubiera otras objeciones.
Los hombres de 60 años eran más difíciles de justificar, aunque algunos eran excelentes en todos los demás aspectos, como CE Petersdorff, de 65 años, y William Willis (62).  Halsbury eligió a algunos hombres aún mayores, y lo que convirtió a William Paterson en una opción adecuada en 71 probablemente solo lo sabía Halsbury. Impermeable a las críticas de otro como James Mackonochie, nombró rápidamente a un ex colega de circuito, Aeneas McIntyre, bueno en su época, pero a los 68 años, dos años mayor que Mackonochie. 

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