—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

viernes, 25 de mayo de 2012

120.-Ducado de Montblanch; Condado de Cervera; y Señorio de Balaguer; a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco González Fortunatti; Carla Vargas Berrios; Alamiro Fernández Acevedo;


El ducado de Montblanch.

 

Coat_of_Arms_of_Montblanc_(Catalonia)


Las armas del ducado de Montblanch, compuestas por un monte de plata terminado 
en flor de lis sobre el señal aragonesa, timbradas de corona ducal.
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


De oro, cuatro palos de gules, sobre el todo un monte florliseado de argén. Al timbre, corona de duque.


El ducado de Montblanch​ es un título nobiliario, creado por el rey Juan I de Aragón. Es uno de los títulos «vinculados tradicionalmente al heredero de la Corona»,​ por haberlo sido de los reyes de Aragón.

Historia

El título de duque de Montblanch, fue instaurado por el rey de Aragón Juan I, el Cazador, al concedérselo a su hermano Martín, futuro rey Martín I el 16 de enero de 1387.
La intención de Juan I era de titular a su hermano con un título inferior al de rey pero superior a todos los demás nobles. Se trataba, por tanto, de un título vitalicio pero no hereditario. En cuanto muriera el infante Martín, el título debía volver a la corona de Aragón.
Sucedió que el rey Juan I de Aragón murió sin descendencia el 1396 y entonces fue coronado el hermano mayor del rey, el infante Martín, duque de Montblanch, quien dejó de utilizar el título.
Al poco tiempo, la dinastía de la Casa de Aragón quedó sin heredero al morir Martín el Joven. Tras el Compromiso de Caspe se eligió para reinar a Fernando I de Aragón, de la dinastía castellana de los Trastámara. Cuando fue designado rey, en 1412, decidió otorgar el título de duque de Montblanch a su segundo hijo el infante Juan, aunque anteriormente lo había ofrecido a Jaime II de Urgel en compensación por los gastos tenidos en la defensa de su aspiración al trono antes del Compromiso de Caspe, pero Jaime II se negó a aceptarlo y se levantó en armas contra el rey.
Unos años más tarde el rey Alfonso el Magnánimo murió sin hijos legítimos y su hermano Juan fue coronado como nuevo monarca de la Corona de Aragón. Éste cedió su título a su segundo hijo el infante Fernando.
El 1461 murió el heredero Carlos de Viana y fue designado nuevo príncipe de Gerona (título del heredero en la Corona de Aragón) el infante Fernando. Fernando decidió entonces que los títulos de príncipe de Gerona y duque de Montblanc irían unidos al heredero del reino.

Montblanch​ (oficialmente en catalán Montblanc) es un municipio y localidad española de la provincia de Tarragona, en la comunidad autónoma de Cataluña. Capital de la comarca de la Cuenca de Barberá, cuenta con una población de 7410 habitantes (INE 2022). Posee el título de villa ducal y su casco antiguo está declarado conjunto histórico-artístico.

Toponimia.

La villa debe su nombre al montículo situado en el casco antiguo, conocido como Pla de Santa Bárbara. En este monte (mont, en catalán) no había huertas ni campos agrícolas porque se consideraba muy poco fértil (blanch, en catalán medieval). La unión de los dos motes dio el nombre de Montblanch. El nombre actual del municipio (Montblanc) se escribe con la normativa catalana vigente, que suprimió las h finales sordas, al igual que en Vich.
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Martín I. El Humano. Perpiñán (Francia), 1356 – Barcelona, 31.V.1410. Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, conde de Barcelona (1396-1410) y Rey de Sicilia (1409-1410).

Segundo hijo de Pedro IV el Ceremonioso y Leonor de Sicilia. Recibió de su padre los títulos de conde de Besalú, senescal de Cataluña y conde de Xérica, y desde 1378 fue lugarteniente de su padre en el reino de Valencia. Su hermano, Juan I, nada más comenzó su reinado, en 1387, le creó el título de duque de Montblanc. Desde niño, su padre le preparó la boda con María de Luna, hija primogénita de su viejo y fiel servidor Lope de Luna. Antes, Pedro el Ceremonioso, que quería una noble y rica heredera para su hijo, había planeado su matrimonio en 1360 con Juana de Xérica, tercera hija de Pedro de Xérica y de Bonaventura de Arborea, pero, reconsiderada esta opción, en 1361 acordó sus esponsales con María de Luna.

Muerto Lope de Luna, fue la madre de María de Luna, Brianda d’Agout, la que aparece concertando el acuerdo matrimonial con el Rey y la Reina. Tanto interesaba al Rey esta unión familiar que, incluso, se estipuló que, si María moría, el infante se casaría con la hermana menor, Brianda. Se acordó que cuando la condesa María cumpliese los ocho años de edad, sería entregada a la reina Leonor de Sicilia, para que fuese educada en la Corte. El 13 de junio de 1372, se efectuó la boda en la catedral de Barcelona. Veinticuatro años separan la celebración del matrimonio de María y Martín de su subida al trono de la Corona de Aragón en 1396. En los primeros años de matrimonio tuvieron cuatro hijos: Martín, Jaime, Juan y Margarita. Menos el primogénito, los otros murieron prematuramente y fueron sepultados en la cartuja de Valldecrist. Las relaciones personales entre los dos esposos estuvieron marcadas por un trato cordial, respetuoso y confiado; por su educación, ambos fueron muy piadosos.
En 1375, murió la reina Leonor de Sicilia, tercera esposa de Pedro el Ceremonioso. En su testamento muestra el profundo afecto que sentía por su hijo Martín, del que fue tutora desde que él cumplió dos años de edad, nombrándole heredero universal de sus derechos y propiedades en la Corona de Aragón y en Sicilia. Esta herencia materna absorbió gran parte de su vida y condicionó su acción política como Rey.
El rey Federico III de Sicilia, de su matrimonio con la infanta Constanza, hija de Pedro el Ceremonioso, sólo tuvo una hija legítima, María. En su testamento la nombró heredera del reino de Sicilia y de los ducados de Atenas y Neopatria, mientras que a su hijo natural, Guillermo, le dejó las islas de Malta y Gozzo y el derecho a sucederle en el trono en el caso de que la heredera legítima muriese sin descendencia. En última instancia, el Trono siciliano correspondería a los hijos de su hermana Leonor de Sicilia, Juan y Martín.
Esta herencia siciliana influyó mucho en las decisiones políticas de los últimos años de Pedro el Ceremonioso y marcó la de los reinados de Juan I y de Martín el Humano.
Martín, como heredero de los derechos de su madre, dirigió las expediciones militares que entre 1378 y 1384 estuvieron destinadas a garantizar que María, fuera la sucesora en el trono siciliano. Pedro el Ceremonioso intentó incorporar Sicilia a la Corona de Aragón y por ello pretendió casar a su primogénito Juan, viudo de Matha de Armañac, con su nieta María de Sicilia. Fracasado este intento por la negativa del duque de Gerona, Pedro el Ceremonioso depositó todas sus esperanzas en el infante Martín, al cual cedió todos sus derechos sobre la isla en 1380. Finalmente, se acordó que sería Martín el Joven, el primogénito del infante Martín y María de Luna, el que contraería matrimonio con su prima María de Sicilia.
Después de largas negociaciones, la boda se celebró el 29 de noviembre de 1391. En febrero de 1392, el infante Martín el Humano fue a Sicilia acompañando a su hijo Martín el Joven, que tenía unos dieciséis años, y a su esposa María de Sicilia, al frente de una escuadra que había organizado como vicario general de dicho reino, y con el único objetivo de reinstaurar en aquel trono a su nuera y a su hijo. María de Luna, que, antes que Reina, fue madre de Rey, se quedó en la Península velando por el importantísimo patrimonio familiar, y no volvió a ver a su marido hasta 1397, cuando regresó ya como Rey, a la muerte de su hermano Juan I.
Martín el Humano se apoderó rápidamente de la isla, aunque la toma de Palermo y la ejecución del magnate siciliano Andrea Chiaramonte en junio de 1392, en vez de marcar el final de toda resistencia, fue el comienzo de una amplia rebelión nobiliaria, que, incluso, puso en peligro la vida de los reyes de Sicilia y del infante Martín asediados en Catania. En 1393, una escuadra enviada por Juan I, así como los refuerzos reunidos por María de Luna y por Bernardo de Cabrera mejoró la situación de Martín el Humano y sus hijos, aunque el estallido de una nueva rebelión hizo que la isla no estuviese pacificada del todo hasta 1398.

Tras la accidentada muerte de Juan I en mayo de 1396, Martín se convirtió en el nuevo Soberano.
Hasta que no regresó a la Península, María de Luna actuó de regente y afrontó con éxito una serie de hechos que ponían en peligro el trono de su marido.
Entre éstos, destacan las maniobras de la Reina viuda, Violante de Bar, que alegaba estar embarazada; la amenaza de invasión de compañías armadas que vagaban por el sur de Francia, en supuesta connivencia con consejeros y cortesanos del Rey difunto, contra los cuales promovió un proceso de corrupción y alta traición; y, por otro lado, las pretensiones del conde Mateo de Foix casado con Juana, hija de Juan I, que aspiraba a la sucesión de su suegro y que desembocaron en una invasión de tierras catalanas en 1396. Cuando regresó de Sicilia, el rey Martín el Humano suavizó alguna de las medidas tomadas por su mujer, especialmente en lo referente al proceso de corrupción de los consejeros de Juan I.
En 1401, murió su nuera María de Sicilia, y su hijo Martín el Joven se convirtió en heredero universal de su esposa. La gran preocupación de Martín I el Humano y María de Luna fue casar nuevamente de una manera útil y lo más beneficiosa posible a su único hijo vivo. En 1401, Martín el Humano viajó a Navarra para entrevistarse con Carlos III el Noble de Navarra y concertar el matrimonio entre sus respectivos hijos, el rey de Sicilia y la infanta Blanca de Navarra.
Dicho enlace se efectuó en 1402.
El 29 de diciembre de 1406 Martín I enviudó, iniciándose una dura etapa de su vida, ya que no sólo había perdido una esposa, sino también una consejera fiel y una muy hábil política. Martín el Humano expresó su tristeza en una serie de cartas que escribió al maestre de la Orden de Montesa, a su tía la reina Leonor de Chipre y a su cuñada Violante de Bar. La vida familiar del Rey se complicó al máximo cuando en 1409 murió inesperadamente su hijo Martín el Joven, rey de Sicilia, en Cagliari, sin herederos legítimos.

Este acontecimiento causó a Martín el Humano una terrible angustia, ya que dejaba sin sucesión legítima directa a la dinastía barcelonesa, y le convertía en rey de Sicilia, aunque Blanca de Navarra permaneció como Reina nominal hasta 1410.
El problema se planteaba no sólo en el aspecto personal, sino también por la necesidad de intentar tener un nuevo heredero al trono lo más rápidamente posible.
La presión de una serie de personajes importantes de los distintos reinos y condados, así como de las distintas Cortes e incluso del Consejo de Ciento de Barcelona (Consell de Cent) decidió al Rey a contraer nuevas nupcias. La elegida fue Margarita de Prades, joven y noble dama descendiente de Jaime II y Blanca de Anjou. A tres meses escasos de la muerte de Martín el Joven, en la residencia real de Bellesguard, a las afueras de Barcelona, Martín el Humano contraía, el 17 de septiembre de 1409, nuevo matrimonio. La belleza y juventud de Margarita de Prades no lograron que Martín, ya enfermo, tuviera un hijo a los cincuenta y tres años. El Rey murió el 31 de mayo de 1410, ocho meses y medio después de haberse casado por segunda vez, sin haber designado sucesor, aunque había nombrado lugarteniente y gobernador general de los reinos al conde de Urgell, cargo que ostentaban los herederos de la Corona. Pero, por otra parte, legitimó a su nieto Federico, hijo natural de Martín el Joven, con la finalidad de que sucediera a su padre en el condado de Luna, si bien no tuvo tiempo de hacerlo legitimar por el papa aviñonés Benedicto XIII, el papa Luna, lo que le hubiese convertido en el heredero indiscutido de la Corona. Su muerte, en estas circunstancias, abrió un interregno de dos años, que finalizó en 1412 con la sentencia arbitral de Caspe, el llamado Compromiso de Caspe, que proclamó Rey a su sobrino Fernando de Antequera. Martín I el Humano fue el último Soberano en línea directa de la casa de Barcelona, dinastía que se había iniciado con el conde Wifredo a finales del siglo IX.
Martín el Humano fue un hombre tranquilo, reposado y de talante negociador, poco inclinado a ejercer el poder de manera personal. Nada más comenzar a reinar, se encontró con la Hacienda arruinada, habiendo de gobernar siempre de acuerdo con las Cortes y con las grandes ciudades, especialmente las tres grandes ciudades marítimas: Barcelona, Valencia y ciudad de Mallorca. En 1398, Valencia y Mallorca organizaron una cruzada contra Berbería, como respuesta al saqueo el año anterior de Torreblanca por los piratas berberiscos. Las naves expedicionarias saquearon Tedelis (Tremecén) y, de regreso, intentaron ayudar al papa Benedicto XIII, sitiado por tropas francesas en su palacio de Aviñón. El éxito de la expedición contra el norte de África animó a organizar otra cruzada al año siguiente, esta vez contra Bona, pero sin resultados tan contundentes como la primera.
La rebelión de ciertos magnates sardos dirigidos por la familia Arborea continuaba y el control de la isla se limitaba prácticamente al área norte con la ciudad de Alghero (Alguer), que había sido repoblada en tiempos de Pedro el Ceremonioso por catalanes, y Cagliari al sur. Para intentar solucionar definitivamente dicho problema, en 1400, Martín el Humano convocó en Tortosa un Parlamento de ciudades marítimas a las que solicitó un donativo, que controlaron las ciudades donantes, para defender las posiciones catalanas en Cerdeña y, a la vez, acabar con los corsarios que atacaban desde dicha isla las naves de la Corona de Aragón perjudicando seriamente el comercio.
En contrapartida por la ayuda solicitada, las ciudades impusieron al Rey la expulsión de los mercaderes italianos, pero esta medida sólo estuvo en vigor un año, debido a la baja en los ingresos fiscales y a los intereses de los productores de materias primas, como lana, trigo, azafrán, y otras, muy perjudicados por la citada expulsión, debido a lo cual, en 1402, el Rey decretó la libertad de comercio, con ciertas condiciones, para los mercaderes italianos, a la vez que negociaba un nuevo tratado de paz con Génova para acabar con la endémica guerra de corso entre las naves de la Corona de Aragón y de la República de Génova. Pero esta negociación fue del todo infructuosa por la constante ayuda de los genoveses a los rebeldes sardos. En esta situación, y ante la pretensión por parte de vizconde Guillermo II de Narbona de recoger la herencia de los jueces de Arborea, y pasar con tropas a Cerdeña, se decidió organizar una expedición militar para dominar la rebelión en dicha isla. El rey Martín obtuvo la ayuda monetaria de las Cortes catalanas de 1406, encomendándose a Martín el Joven la campaña para socorrer las posiciones de la Corona en Cerdeña, lo que en 1408-1409 provocó la guerra, no declarada, con Génova. Poco después de la victoria de Sanluri, Martín el Joven murió en Cagliari, dejando a su padre el reino de Sicilia.
Mientras se atendía el frente sardo-genovés en 1406, se firmó un tratado con Carlos VI de Francia que regulaba las represalias mutuas. Con Castilla, una disputa por el impuesto de la quema sobre el comercio recíproco provocó un cierre de las fronteras desde 1403 hasta la firma de un tratado regulador en 1409, si bien en 1407 se abrieron temporalmente para facilitar la guerra de Castilla contra el sultanato de Granada.
Martín el Humano heredó del reinado de su hermano un clima bélico casi permanente con Granada, durante 1396 y 1400, reinando Muhammad VII en dicho reino, los incidentes fronterizos causados por las bandas de almogávares a un lado y otro de la frontera fueron continuos. En medio de un clima de hostilidad en 1404, se iniciaron de manera informal unas negociaciones para firmar un tratado de paz que solucionase la inseguridad jurídica existente, a través del mercader Pere de Banya, que estaba en Granada, y en contacto constante con el jurista valenciano Juan Mercader. Estas negociaciones sufrieron muchos altibajos debido a las presiones de Castilla y a las continuas modificaciones de cláusulas por parte del rey de Aragón y del sultán de Granada. A finales de 1405, el tratado estaba firmado, pero la guerra que estalló entre Castilla y Granada, hizo que la belicosidad granadina, a pesar del tratado, tuviera repercusiones en la frontera de Orihuela. Martín el Humano siguió con gran interés las campañas castellanas de 1407 y, a pesar de mantenerse formalmente neutral, procuró facilitar aprovisionamientos al Ejército castellano, y permitió que grupos de almogávares, como quienes quisieran, pudieran tomar parte a favor de los castellanos.

Todos estos hechos no impidieron que oficialmente las relaciones entre el monarca aragonés y el sultán nazarí continuasen siendo cordiales. La diplomacia llevada con el mundo musulmán comportó también la firma en 1403 de una paz con el monarca hafsī, Abū Faris ‘Abd-al ‘Azīz, de Túnez.
Martín el Humano fue uno de los más acérrimos defensores del papado de Aviñón, y especialmente de Benedicto XIII, pariente de su esposa, al que visitó en su palacio de Aviñón en 1397, en su viaje de regreso a la Península ya como Rey. Siempre que pudo, le proporcionó ayuda diplomática y militar, y en 1408 le acogió en sus reinos, instalándose finalmente en Peñíscola.
La gran preocupación permanente de Martín I el Humano fue sanear la economía y recuperar el patrimonio real, alienado en los reinados anteriores y cargado de deudas. Para ello, ya en 1399 decretó la inalienabilidad del patrimonio real ampliando la pragmática que obligaba a los Monarcas a mantener la unidad de los reinos y condados que formaban la Corona de Aragón. Recuperó la jurisdicción de muchos lugares que habían sido alienados, especialmente en el principado de Cataluña. Dicha reincorporación a la Corona, en Cataluña, había de ser pagada por los habitantes de los lugares afectados, lo que provocó una fuerte oposición de los señores jurisdiccionales y en muchos casos la oposición violenta de los campesinos remensas. El condado de Ampurias, que tantos problemas había ocasionado a su padre y a su hermano, quedó definitivamente incorporado a la Corona al haber ido a parar a la muerte de Pedro II de Ampurias al vizconde Jofre de Rocabertí. Martín el Humano declaró vigentes en dicho condado las Constituciones de Cataluña y los Usatges de Barcelona, y concedió a su mujer, María de Luna, el título de condesa de Ampurias. Esta recuperación del patrimonio real afectó de manera diferente a Valencia y a Aragón, ya que fueron sus respectivas Cortes las que contribuyeron con donativos para que se pudiera efectuar. En cambio, estos dos reinos sufrieron la violencia de las bandosidades o bandos nobiliarios: los Luna y los Urrea en Aragón y los Vilaragut y los Centelles en Valencia. Para pacificar el reino de Aragón, fue nombrado Jaime de Urgell lugarteniente general en 1408, pero fracasó en su misión pacificadora, ganándose la enemistad del bando de los Urrea, hecho que más tarde influyó de manera decisiva en el Compromiso de Caspe.

Martín I el Humano era sin duda alguna un humanista. No hay duda de que su estancia en Sicilia le proporcionó un sentido del clasicismo, muy alejado de las cacerías y de las frivolidades cortesanas de su hermano Juan I. Gran lector de libros de historia y de escritores cristianos, se interesó muchísimo por las cosas de la Iglesia, por lo que también llegó a ser conocido como el Eclesiástico, y a intervenir resueltamente a favor del que creyó legítimo Papa. Todo ello no le impidió valorar los razonamientos un tanto escépticos de Bernat Metge en su obra Lo somni. Ovidio, Suetonio, Homero, Valerio Máximo, Tito Livio, Virgilio, Salustio, Pablo Orosio, Lucano, son autores que acompañan a los Evangelios y al Eclesiastés. Por eso, sus discursos ante las Cortes estaban llenos de citas o párrafos de los citados autores y obras. Su discurso de inauguración de las Cortes reunidas en el palacio de los reyes de Mallorca en Perpiñán, el 26 de enero de 1406, es una de las piezas oratorias más famosas de la historia parlamentaria medieval. Un texto de los Psalmos “Gloriosa dicta sunt de te” inició el discurso, en donde repasó todos los hechos más importantes de la historia de la Corona de Aragón desde el siglo XIII, e hizo una gran alabanza de los catalanes. Los recuerdos de sus lecturas clásicas y las citas de Lucano, Julio César aparecen constantemente en sus palabras, para acabar afirmando su voluntad de corregir todos los abusos y errores cometidos tanto por su padre, como por su hermano y él mismo, a cambio solicitaba a los reunidos la “gran liberalidad” demostrada a favor de sus predecesores.
Sus preocupaciones intelectuales le llevaron a querer fundar un Estudio General en Barcelona. El Rey no podía ignorar que el Consejo de Ciento ya se había manifestado opuesto, en 1377, al propósito que alguien abrigó de trasladar a Barcelona el Estudio General de Lérida. Existía una rotunda negativa de las autoridades barcelonesas para que hubiese un Estudio General en la ciudad. A pesar de estos precedentes, Martín I, casi veinte años después, ofreció al Consejo de Ciento la aceptación de un privilegio que pensaba pedir al Pontífice para que Barcelona tuviera un “Estudi General de tota facultat”. Esta carta del Rey está fechada el 23 de enero de 1398, pocos meses después de haber sido coronado en Zaragoza. Todo ello formaba parte de su política de equilibrios, ya que Martín el Humano había tenido que negar algunas demandas que le fueron hechas por el Consejo de Ciento. Con estos documentos de principios de 1398 se inició la labor que el Rey realizó a favor de la enseñanza superior en Barcelona y que cristalizó finalmente en la fundación del Estudio General de Medicina y Artes. La fundación oficial del Estudio General de Medicina de Barcelona se hizo por voluntad regia, tal como consta en el privilegio del 10 de enero de 1401. En las cartas que dirigió a las autoridades barcelonesas, el Rey declaró que realizó dicha fundación tanto para preservar su delicada salud, como la de los habitantes de la ciudad Martín I fue un esposo fiel al que no se le conocieron ni atribuyeron hijos bastardos; por su carácter bondadoso y familiar, a veces un tanto débil, dejó que su mujer, María de Luna, de carácter más fuerte, actuase contra los culpables de traiciones, rebeliones y otros delitos.
Los últimos años de su vida estuvieron marcados por una profunda soledad y tristeza, especialmente después de la muerte de su mujer, en 1406, y de su hijo Martín el Joven un año antes de su propio fallecimiento.
Ciertos historiadores han valorado muy negativamente sus indecisiones al final de su vida y le han hecho responsable de la entronización de la dinastía de los Trastámara en la Corona de Aragón; pero ante estas circunstancias finales de un Monarca enfermo y deprimido, predestinado a morir sin descendencia legítima directa, hay que contraponer a un Soberano ilustrado, culto, elocuente y prudente y que intentó siempre ser lo más justo posible. El historiador alemán Johannes Vincke dice de Martín el Humano que fue un Monarca modesto pero tenaz, que persiguió una política universitaria notablemente personal, de altos vuelos y bien meditada. Sus restos descansan en el monasterio de Santa María de Poblet, mientras que los de su hijo bienamado, Martín el Joven, en la catedral de Cagliari, en un magnífico panteón mandado construir por Felipe V.

Las armas reales de Aragón con la Cimera de San Jorge y el Dragón, del Inventario del rey Martín I.


Bibl.: D. Girona Llagostera, Initenari de l’infant En Martí, Barcelona, 1916; R. Tasis, La vida del rei en Pere III, Barcelona, Dalmau, 1961; Pere el Cerimoniós i els seus fills, Barcelona, Dalmau, 1962; F. Soldevila, Història de Catalunya, Barcelona, Alpha, 1963; A. Closas, El nét del rei Martí, Barcelona, Rafael Dalmau, 1972; M.ª T. Ferrer Mallol, La frontera amb l’Islam en el segle XIV. Cristians i sarraïns al País Valencià, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1988; M.ª D. López Pérez, La Corona de Aragón y el Magreb en el siglo XIV (1331-1410), Barcelona, CSIC, 1995; R. Salicrú i Lluch, El sultanat de Granada i la Corona d’Aragó, Barcelona, Institució Milá i Fontanals, 1998; S. Claramunt y R. Conde, Privilegi de creació de l’Estudi General de Medicina de Barcelona. 1401, Barcelona, Universidad, 2001; S. Claramunt, “La política matrimonial de la Casa condal de Barcelona y real de Aragón desde 1213 hasta Fernando el Católico”, en Acta Historica et Archaeologica Mediaevalia, 23-24 (2003), págs. 196-235.









El Condado de Cervera.



Scherezada Jacqueline Alvear Godoy



Es un título nobiliario, que creado por primera vez por el rey Pedro IV de Aragón, actualmente es uno de los títulos vinculados tradicionalmente al heredero de la Corona de España.

Historia
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy
Título creado el 27 de enero de 1353​ por el rey de Aragón, Pedro el Ceremonioso, para su hijo y heredero, el infante Juan. Este título, propio de los herederos al trono de la Corona de Aragón irá siempre unido al de Príncipe de Gerona desde 1414, compartiendo las mismas vicisitudes.

 En 1996, en una visita oficial a Cervera, el Príncipe Felipe de Borbón asumió el título en una ceremonia de homenaje popular. Desde la supresión de la Corona de Aragón a principios del siglo XVIII es el primer heredero real que lo ostenta, si bien no ha hecho uso público de él salvo en las ocasionales visitas a Cataluña y en la ceremonia de su boda.
El 19 de junio de 2014 accede al trono tras la abdicación de su padre, Juan Carlos I, con el nombre de Felipe VI, por lo que su hija, Leonor de Borbón heredó todos los títulos vinculados al heredero de la Corona y que antes pertenecían a su padre.

Cervera es un municipio y ciudad del centro-oeste de Cataluña, capital de la comarca de la Segarra y cabeza del partido judicial de Cervera, en la provincia de Lérida, España. El municipio de Cervera, de 55,19 km², se encuentra dentro de la Depresión Central en el sector meridional de la comarca de la Segarra. La población censada es de 9440 habitantes.

Etimología

La etimología de la palabra no tiene nada que ver con el perro Cerbero, guardián de los Infiernos en la mitología griega. Dada la antigüedad del nombre, cabe suponerle un origen prelatino, y relacionarlo con la raíz pre-indoeuropea kar, ker (peña), seguida de la raíz ibero-vasca -erri (lugar). El nombre de Cervera designaría pues un lugar en la peña, que encaja perfectamente con la descripción del municipio. Lo más probable es que venga de "lugar de ciervos", lo que avala el escudo de la localidad, con dos ciervos.

Historia.

El año 1026, tres familias campesinas construyeron un primer establecimiento en la Segarra, en aquellos momentos deshabitada.​ Más tarde los condes de Barcelona les confirmaron la posesión de aquellas tierras que habían ocupado, muy probablemente para reafirmar su poder, ya que la Segarra era en aquellos momentos una zona fronteriza entre el dominio cristiano y el musulmán, creando una primera fortaleza (castrum Cervarie).​
Estabilizada la frontera occidental en Lérida en 1149, Cervera creció rápidamente en forma de villa cerrada (con las casas adosadas a la muralla, es decir la pared de las casas era a la vez el muro defensivo). Los habitantes se habían liberado de los abusos de los señores feudales, y a partir de privilegios reales el municipio organizó sucesivamente en forma de Cofradía (1182), de Consulado (1202), y desde el 1267 hasta la actualidad, de Paeria. No fue, sin embargo, hasta el siglo XVIII, concretamente en 1702, que no se le concediera el título de ciudad por parte del rey Felipe V.
Carlos II, último rey español de la casa de Austria, muere en 1700, y en su testamento deja como heredero de todos sus dominios a Felipe de Anjou. El nuevo rey, con el nombre de Felipe V, es aceptado tanto al reino de Castilla como la Corona de Aragón. El Reino de Inglaterra, a la cabeza de las naciones contrarias al predominio de los Borbones, proponía como sucesor del trono español a Carlos III de Aragón y en 1702 comienza una guerra civil española (la Guerra de Sucesión) y en 1705 la Corona de Aragón cambió de bando. En Cervera, como en el resto de Cataluña, había partidarios de ambas facciones.
Con el Decreto de Nueva Planta se cerraron todas las universidades concentrándose en la universidad de Cervera.
Finalizada la guerra, Cervera, que había quedado devastada, envió dos embajadores a la Corte con la misión de convencer a los ministros de Felipe V de su fidelidad absoluta, con el fin de obtener una recompensa y en una de las treinta peticiones pedían un estudio general -una universidad- como la de Lérida. Felipe V, pues, ordenó construir una gran universidad central en Cervera y abolir el resto (por el decreto de Nueva Planta). La creación de la Universidad de Cervera significó una mejora económica importante para la ciudad, en parte por los beneficios que ocasionó el alojamiento de cerca de 2000 estudiantes, lo que provocó que la población de Cervera se doblara.
En el año 1842 los estudios universitarios fueron trasladados a Barcelona, lo que representó una pérdida económica importante. La llegada del ferrocarril en la ciudad en 1860 y la mejora de algunos servicios públicos (como el abastecimiento de agua), junto con el establecimiento de diversas industrias y de un importante comercio de vino, ocasionaron una cierta reanimación económica.
Durante la Tercera guerra carlista, la madrugada del 16 de febrero de 1875, los carlistas intentaron conquistar Cervera, ocupada por las fuerzas liberales, pero fueron rechazados. En recuerdo de la batalla se lleva a cabo la Procesión del Puro.
La aparición de la filoxera provocó la ruina de muchos viñedos de la Segarra, lo que supuso una fuerte crisis en el comercio vinatero Cervera, el cual se recuperó un poco con la creación del Sindicato Agrícola (1919).




Juan I de Aragón. Duque de Gerona, conde de Cervera. El Cazador, el Músico, y el Amador de la gentileza. Perpiñán (Francia), 1350 – Foixá (Gerona), 1396. Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y conde de Barcelona (1387-1396).

Hijo de Pedro IV el Ceremonioso y Leonor de Sicilia, desde 1351 ostentó el título de duque de Gerona, especialmente creado para él, al que también se añadió el de conde de Cervera. Tuvo como preceptor a Bernardo de Cabrera. A los dos años, en 1352, fue jurado como primogénito de la Corona, y desde 1363 ejerció como lugarteniente general de los reinos. En 1370, fue prometido a Juana de Valois, hija de Felipe IV de Francia y tía del entonces Monarca reinante en el país vecino, Carlos V el Sabio. Los acuerdos matrimoniales estuvieron a punto de romperse por la acción diplomática de Navarra y Castilla, que no veían bien este posible matrimonio. A pesar de todos los obstáculos, la boda estuvo a punto de celebrarse en Perpiñán en 1371, pero la mala fortuna quiso que la princesa Juana de Valois enfermase gravemente cuando llegó a Beziers, camino de la capital del Rosellón, muriendo el 16 de septiembre junto a su prometido, que la había ido a buscar. Esta muerte le afectó mucho, por lo que vistió de riguroso luto los tres meses que pasó después en Perpiñán.
A principios de 1373, unos nuevos pactos matrimoniales estaban prácticamente concluidos: la elegida era Matha, hija del conde de Armañac. La boda se celebró en la catedral de Barcelona el 28 de abril de aquel mismo año, precisamente en medio de tres terremotos que afectaron a Barcelona el 2 de marzo y el 3 y 23 de mayo. De Matha de Armañac se sabe que fue una mujer discreta, sumisa a su marido y a sus suegros, y que no tuvo suerte con su descendencia. Los tres hijos varones que tuvo, Jaime, Juan y Alfonso, murieron antes de cumplir un mes. De las dos hijas, Juana y Leonor, la primera nació en 1375 y fue la única que sobrevivió a sus padres, casándose con Mateo, conde de Foix, la segunda vivió únicamente unas horas.
Pedro el Ceremonioso, viudo desde 1375 de Leonor de Sicilia, comunicó a los duques de Gerona en 1377 su deseo de contraer nuevo matrimonio, esta vez con su amante Sibila de Fortiá, con la que había tenido una hija. Juan no osó enfrentarse con la madrastra, seguramente moderado por el carácter pacífico de Matha, la cual murió en el palacio de la Aljafería de Zaragoza en 1378, como consecuencia del parto prematuro de su hija Leonor. Juan se instaló en Barcelona y, una vez pasado el tiempo de luto, pudo comprobar cómo cada día era mayor la influencia de Sibilia de Fortiá, que había dado un hijo al Rey, llamado Pedro. Todo ello le decidió a contraer nuevas nupcias a los veintiocho años. Su nuevo matrimonio se convirtió en una verdadera cuestión de estado y motivo de graves enfrentamientos entre el Rey y el duque de Gerona.
Pedro el Ceremonioso ya había destinado como nueva esposa de su heredero a la reina María de Sicilia, su nieta, a la que había que proteger contra las ambiciones de los barones sicilianos, al tiempo que este proyectado enlace suponía el inicio de un plan para incorporar directamente el reino de Sicilia a la rama madre familiar de la casa real de Aragón y condal de Barcelona. En este empeño seguramente coincidieron el Rey y los familiares de Sibila de Fortiá, que querían alejar de la Corte al incómodo heredero de la Corona. Pero junto a la propuesta del Rey, estaba el ofrecimiento del monarca francés, al que interesaba tener como aliado al futuro soberano de la Corona de Aragón. Dos eran las propuestas de la Corte francesa: la primera Violante de Bar, hija de Roberto, duque de Bar, y de María, hermana del rey de Francia, Carlos V el Sabio. Esta oferta matrimonial suponía que Juan se casaría nada menos que con una nieta de un hermano de Juana de Valois, la primera prometida del duque de Gerona, cuya boda no llegó a celebrarse por su muerte en Beziers. La segunda oferta era una sobrina del rey de Francia, hija del señor de Coucy. También llegaron otras propuestas matrimoniales como la que hizo el propio pontífice aviñonés Clemente VII, para casarlo con una sobrina suya, hija del conde de Ginebra. Las inclinaciones francófilas de Juan determinaron la elección de su segunda esposa, en contra de la voluntad paterna que hubiese preferido a María de Sicilia. El 30 de abril de 1379, Juan de Aragón se casó con Violante de Bar, en la catedral de Perpiñán, no asistiendo los Reyes, siendo los personajes de más alto rango que presenciaron la ceremonia el infante Martín y el conde de Ampurias, cuñado del novio. La nueva duquesa de Gerona, de sólo quince años de edad, era de un carácter muy diferente al de su predecesora Matha de Armañac. El papel que desempeñó en la política de la Corona de Aragón fue muy importante, tanto en vida de su marido, como a la muerte de éste. Ejerció siempre una notable influencia sobre su esposo. Violante de Bar era joven, guapa, alegre y estaba acostumbrada a una vida de lujo y refinamientos, en un ambiente festivo y desenfadado, que introdujo en la Corte. Preocupada por las joyas, los perfumes y los vestidos, fue el complemento decisivo para su esposo, amante de la caza, de la poesía, siendo denominado merecidamente “amador de la gentileza”. Pero no fue ajena a las divergencias que se produjeron entre su marido y su padre, el rey Pedro el Ceremonioso, que llegaron a culminar con el enfrentamiento directo con la nueva soberana, la joven ampurdanesa Sibila de Fortiá, que fue coronada reina en 1381 en Zaragoza, acto simbólico del que fueron privadas las tres primeras esposas del Rey, sin la presencia de los hijos del Rey, los infantes Juan y Martín. El enfrentamiento entre Juan y su padre, el Rey, se agravó aún más cuando se negó a prescindir de ciertos personajes que rodeaban a su esposa Violante de Bar, como Constanza de Prócida, esposa de Francisco de Perellós, y Bartolomé Llunes, así como que otros fueron censurados en las Cortes de Monzón de 1383, acusados de malversación, corrupción e incluso de traición. Esta tensa situación familiar se agravó aún más al estallar la rebelión del conde de Ampurias (1384-1388), yerno y primo del Rey y cuñado del duque de Gerona, que pasó de ser una simple protesta en defensa de sus derechos señoriales a una verdadera guerra civil. El primogénito no quiso enfrentarse por las armas con su cuñado, hecho que permitió al Rey dar el mando de las tropas a Bernardo de Fortiá, hermano de la nueva Reina, y así postergar a su hijo. Pero al agravarse la situación al aliarse el conde de Ampurias con el de Armañac y las tropas gasconas de éste se disponían a entrar en Cataluña, el infante don Juan acudió con tropas a la frontera y ahuyentó a los invasores en 1385. Este es el único hecho de armas en que se conoce que participó.
A pesar de esto, la ruptura definitiva con su padre llegó por conflictos con la madrastra Sibila de Fortiá. Pedro el Ceremonioso le llegó a destituir como lugarteniente general incoándole un proceso. Esta destitución fue declarada ilegal por Domingo Cerdán, Justicia de Aragón.
Las fiestas que se celebraron en Barcelona en 1386 para conmemorar el medio siglo de reinado de Pedro el Ceremonioso, no contaron con la presencia del primogénito Juan y del infante Martín. Poco tiempo después, el Rey enfermó y cuando estaba agonizando, la reina Sibila de Fortiá, por temor a las represalias de sus hijastros, abandonó la Corte y se refugió en el castillo de San Martín de Sarroca junto con algunos de sus fieles, en donde el infante Martín los hizo prisioneros. Por orden del nuevo rey, Juan I, dos de los fieles de Sibila de Fortiá, Berenguer de Abella y Bartolomé Llunes fueron ejecutados, mientras que la Reina viuda, no fue condenada gracias a la intervención pontificia, teniendo que renunciar a sus bienes a cambio de una asignación anual.
Uno de los primeros actos de Juan I como Rey fue preocuparse por la política internacional, adaptándola a su manera de ver, muy influenciada por su esposa.
Después de escuchar a una serie de juristas y teólogos reunidos en Barcelona en 1387, puso a sus reinos bajo la obediencia del papa aviñonés Clemente VII, poniendo fin, así, con la indiferencia demostrada por su padre respecto al Papa de Roma o de Aviñón. El mismo año pactó una alianza con Francia, que terminó con la política anglófila llevada a cabo por Pedro el Ceremonioso.
Esta nueva orientación supuso, gracias a la intervención de la Corte pontifica de Aviñón, la reconciliación con los Anjou, condes de Provenza y reyes de Nápoles, que se ratificó en 1392 con el compromiso matrimonial de su hija Violante con Luis II de Nápoles.
También firmó un tratado de paz con Génova en 1390, para asegurar su no intervención en los asuntos de Cerdeña, que se había vuelto a rebelar, y también para facilitar la proyectada expedición de su hermano, el infante Martín, a Sicilia, de la que sería Rey entre 1402 y 1409. A pesar de los pactos con Génova en 1393, hubo una gran tensión con dicha república.
Desde el primer año de su reinado, se preocupó también de las relaciones con los restantes reinos peninsulares.

Estableció una alianza con Juan I de Castilla, cuya época dorada finalizó en 1390 a la muerte del monarca castellano, a causa de los problemas que surgieron durante la minoridad de Enrique III, por el temor de Castilla a una intervención aragonesa por medio del marqués de Villena, el cual fue desde 1394 desposeído progresivamente de sus bienes. En 1388 firmó un tratado con Navarra con la finalidad de delimitar pacíficamente las fronteras entre ambos reinos.
Las relaciones con el reino de Granada fueron bastante tensas en 1390 y especialmente entre 1393 y 1394. A finales de 1392, mientras una embajada de Juan I procuraba la devolución de los cautivos catalanes y aragoneses, pendiente todavía desde la paz de 1382, se produjo un ataque de los granadinos contra Lorca, tras el que se rompieron todas las negociaciones, poniéndose la Corona de Aragón al lado del rey de Castilla. Juan I no dudó en conceder autorizaciones para hacer incursiones contra las tierras del sultanato de Granada, ni tampoco en otorgar licencias a navegantes para atacar a los granadinos. Mientras que guerrillas musulmanas afectaban a la frontera sur del reino de Valencia, en el área de Orihuela.
En política interior, su primera preocupación fue resolver la rebelión del conde Juan de Ampurias, que ya se arrastraba desde época de su padre. Dicho condado fue ocupado e incorporado a la Corona en 1386, aunque un año después le fue devuelto al conde a ruegos del Papa de Aviñón. Siendo ya rey Juan I, instruyó un nuevo proceso contra el conde de Ampurias, pero la sentencia fue favorable a éste. Desde entonces, colaboró con el Rey en rechazar la invasión de las tropas armañacs, así como en la preparación de la abortada expedición a Cerdeña de 1392. En 1395, el conde de Ampurias volvió a enemistarse con Juan I, al producirse la invasión del conde Mateo de Foix, siendo encerrado y muriendo en 1396 casi al mismo tiempo que su cuñado el Rey.
Juan I convocó Cortes en Monzón en 1388, que ya se habían iniciado por su padre en 1383, en donde exigió la reorganización de la Casa Real y la expulsión de ciertos consejeros sospechosos, junto con la dama Carroza de Vilaragut. Las Cortes no pudieron concluirse porque en 1389 el conde de Armañac invadió Cataluña, alegando derechos sobre el reino de Mallorca, cedidos por la infanta Isabel de Mallorca, hija de Jaime III de Mallorca. Las tropas invasoras recorrieron el Ampurdán, se apoderaron de Báscara y llegaron ante Gerona, pero, faltas de aprovisionamiento y cansadas, fueron empujadas hasta la frontera en 1390 por un ejército mandado por el infante Martín y por el propio rey Juan I.
En 1391 se preparaba la expedición del hermano del Rey, el infante Martín, cuando la concentración de tropas en Barcelona y especialmente en Valencia propició que el 9 de julio de dicho año se iniciaran en esta ciudad los disturbios antisemitas que se extendieron por toda la Corona de Aragón. Esta explosión antisemita coincidió con una grave crisis financiera y económica y supuso los momentos más críticos del reinado.

La persecución de los judíos se inició en Sevilla y extendió por toda la Península. Predicadores procedentes de Castilla enaltecieron los ánimos en Valencia, y de aquí los asaltos a las juderías o calls se extendieron primero el 2 de agosto a la ciudad de Palma de Mallorca, el día 5 a Barcelona y después a Gerona, Lérida y, finalmente, el 17 de agosto llegaron a Perpiñán. El más importante de los asaltos fue el de la judería de Barcelona, que fue completamente destruida. Juan I ordenó la ejecución de una veintena de responsables, pero las juderías de la Corona de Aragón nunca volvieron a recuperarse del todo. Al mismo tiempo, el dominio sobre la isla de Cerdeña estuvo a punto de perderse por la revuelta encabezada por la juez Leonor de Arborea y su marido Brancaleone Doria. En 1392, el Rey decidió organizar una expedición para sofocar la revuelta sarda, para la que contaba con la ayuda de su hermano Martín, que estaba a punto de alcanzar su proyecto siciliano. Pero las dificultades económicas impidieron su realización y finalmente fue abandonado en 1394. Las naves preparadas contra los sardos rebeldes fueron utilizadas para ayudar al infante Martín, que se había logrado apoderar del reino de Sicilia, pero tenía que hacer frente a una importante revuelta, a la vez que también sirvieron para mantener las posiciones catalano-aragonesas en Cerdeña. Fueron los años en que los ducados de Atenas y Neopatria, incorporados directamente a la Corona en 1380 durante el reinado de Pedro el Ceremonioso, se perdieron definitivamente al no poder ser defendidos frente a las tropas del florentino Nerio Acciaiuoli, que los ocuparon entre 1388 y 1390.

La delicada situación económica fue la causa de no poder realizar las expediciones militares mencionadas.
Las dificultades financieras de la Corona se agravaron al final del reinado y tanto la gestión económica como la política fueron duramente criticadas especialmente por las dos grandes ciudades: Barcelona y Valencia.
A principios de 1396 una epidemia de peste bubónica se declaró principalmente en tierras gerundenses, encontrándose el Rey y su esposa en el condado de Ampurias. El 19 de mayo el Rey salió de Torroella de Montgrí camino de Gerona, y como era su costumbre, hizo el camino cazando con sus cortesanos más íntimos. Un repentino ataque de corazón le hizo caer del caballo y murió al cabo de poco tiempo antes de llegar a Gerona. El escrupuloso historiador padre Mariana dice: “El rey don Juan de Aragón murió de un accidente que le sobrevino de repente. Salió a caza en el monte de Foxá, cerca del castillo de Montgriu y de Orriols en lo postrero de Cataluña. Levantó una loba de grandeza descomunal; quier fuese que se le antojó por tener lesa la imaginación, quier verdadero animal, aquella vista le causó tal espanto, que a deshora desmayó y se le arrancó el alma, que fue a los diez y nueve de mayo día miércoles”. Esta versión es sin duda fruto de la dramatización de un hecho que sirvió también de inspiración a los poetas románticos, que presentan al Rey como un gran amante de la caza.
El mismo día de su muerte los consejeros de Barcelona se presentaron ante su cuñada María de Luna y proclamaron Rey a su esposo Martín, que se encontraba en Sicilia, ya que el difunto Rey no había dejado hijos varones. Juan I fue enterrado primero en Barcelona y después en el monasterio de Poblet.

Nada más sepultado Juan I, el 2 de junio de 1396, la reina María de Luna, mujer y lugarteniente del rey Martín I el Humano, abrió un proceso por instigación de las ciudades y villas reales, especialmente Barcelona, contra los principales consejeros y funcionarios de la Corte de Juan I en el que se vio involucrada la reina Violante, la cual además alegó estar embarazada, pero puesta bajo la custodia de “buenas mujeres”, la Reina viuda tuvo que reconocer en julio de 1396, que no lo estaba. Los inculpados fueron treinta y ocho, entre los que destacan los consejeros, Berenguer Marc, Maestre de Montesa, Bernardo Margarit, Francisco Sagarriga, Aimerico de Centellas, Ramón de Perellós, Ramón Alemany de Cervelló, gobernador de Cataluña, Guillermo y Juan de Vallseca, Juan Mercader, Juan Desplá y Gabriel de Cardona, juristas de la Corte, Pedro Berga, consejero y regente de la Cancillería, Bartolomé Sirvent, protonotario, Bernat Metge, secretario, Mateo de Lloscos, comisario del Rey en Mallorca. Todos ellos fueron acusados de haber formado una liga de consejeros para gobernar según sus intereses y conveniencias, y, sobre todo, de haber aconsejado mal al Rey y llamado a tropas extranjeras.
También se les acusó de haberse enriquecido a costa del patrimonio real y de llevar una vida privada inmoral. Dos de ellos, Esperandeu Cardona y Juan Garrius lo fueron de haber envenenado a sus esposas. La mayoría de los acusados fueron absueltos por el rey Martín entre 1397 y 1398. Pero los que habían ejercido de prestamistas de la Corte fueron obligados a rebajar los intereses de sus créditos.
Del matrimonio de Juan I con Violante de Bar nació la infanta Violante, que casaría en 1400 con Luis II de Anjou, y sería reina titular de Nápoles, duquesa de Anjou y condesa de Provenza, después de renunciar a sus posibles derechos al trono de la Corona de Aragón; aunque a la muerte de Martín el Humano, tales derechos fueron reclamados por su hijo Luis, duque de Calabria.
Juan I fue un rey refinado y sibarita como lo demuestra la gran cantidad de músicos, juglares, poetas y hombres de letras que estaban en su Corte y que se desplazaban con él y la Reina en sus viajes y, sobre todo, les acompañaban en sus largas estancias en ciudades como Valencia y Barcelona. Uno de los más destacados fue el escritor barcelonés Bernat Metge que desde 1390 fue secretario real y se convirtió en uno de los hombres de confianza de Juan I y Violante de Bar, a los que siguió siempre en sus viajes por todos sus reinos y de los cuales recibió importantes cantidades en metálico, que le permitieron reunir una fortuna. En 1395, fue enviado por el Rey a la Corte pontificia de Aviñón en misión diplomática. Esta gestión, sin duda, influyó en su formación literaria y le permitió conocer personalmente a Juan Fernández de Heredia. En la Corte también destacan poetas como Luis de Averçó y Jaime March, los incomparables ministriles Colinet y Magnadance, que le había traspasado el duque de Lorena, Juan de los Órganos, un flamenco que había servido al duque de Borgoña, el arpista Hennequin, Juan de Beziers, Blassof y otros muchos artistas de toda índole. El Rey mandaba buscar en las principales Cortes y ciudades europeas los músicos más destacados, al igual que los instrumentos musicales más refinados e innovadores. 
El mismo Rey componía música para el goce de sus cortesanos y familiares. Estando en Valencia en 1393, Juan I redactó un largo y solemne escrito, escrito en latín por el secretario Bartolomé Sirvent, en donde se encargaba a Jaime March, caballero, y a Luis de Averçó, ciudadano de Barcelona, la organización de la fiesta de la Gaia Ciencia, tal como se celebraba en ciudades como París y Tolosa, la cual habrá de celebrarse en Barcelona el día de la Anunciación de la Virgen o el domingo siguiente. En 1396, el Rey escribió en Perpiñán una carta redactada en elegante catalán, y escrita por Bernat Metge, a los consejeros de Barcelona para que cada año mantuvieran dicho certamen poético a la vez que les intentaba convencer para que subvencionasen dicha fiesta. La poesía se consideraba en la Corte de Juan I como un estímulo de la gallardía y un remedio para no caer en la ociosidad, madre de todos los vicios.
 Dos meses después moría el Rey, que ha pasado a la historia como un lector impenitente y respetuoso de los privilegios de la inteligencia, además de poeta y músico, como lo demuestra su protección a Francesc Eiximenis, el gran polígrafo gerundense, obispo de Elna y embajador del Rey en la Corte papal de Aviñón. Violante de Bar costeó los estudios de Eiximenis en la Universidad de Tolosa, y tanto él como su esposo siguieron atentamente la producción literaria de dicho autor, especialmente el Regiment de prínceps. En cambio, Juan I no fue favorable a la obra de Ramón Llull, prohibiendo la enseñanza de sus doctrinas en sus reinos desde 1387, nada más subir al trono, por influencia del inquisidor Nicolás de Eimerich.
Bernat Metge, una vez liberado de las acusaciones que pesaron sobre él, situó el alma de Juan I en el purgatorio por breve tiempo, en donde pagaba con creces los placeres sensuales que había gozado en la vida.
Para el padre Mariana, Juan de Aragón era “príncipe a la verdad más señalado en flojedad y ociosidad que en alguna otra virtud”.
Lo cierto es que su reinado acabó en medio de un descontento general por la crisis económica y por la corrupción que benefició especialmente a los hombres que formaban el círculo más íntimo del Rey y la Reina.

Bibl.: F. Pedrell, “Joan I, compositor de música”, en Estudis Universitaris Catalans (Barcelona), 3 (1909); A. Rubió i Lluch, “Joan I, humanista, i el primer període de l’humanisme catalá”, en Estudis Universitaris Catalans (1919); J. M.ª Roca, Johan I d’Aragó, Barcelona, Institució Patxot, 1929; M. Mitjá, “Procés contra els consellers de Joan I”, en Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, XXVII (1958), págs. 345-417; R. Tasis, Joan I. Rei caçador i músic, Barcelona, Aedos, 1959; Pere el Ceremoniós i els seus fills, Barcelona, Vicens Vives, 1962; F. Soldevila, Història de Catalunya, Barcelona, Alpha, 1963; S. Claramunt Rodríguez, “La política matrimonial de la casa condal de Barcelona y real de Aragón desde 1213 hasta Fernando el Católico”, en Acta Historica et Archaeologica Mediaevalia, 23-24 (2003), págs. 195-235.


Cerverí de Gerona o Guillermo de Cervera (en catalán Guillem de Cervera) (1259-1285) fue un trovador vinculado en la casa real aragonesa (Jaime I de Aragón y Pedro III de Aragón). Aunque en la actualidad se cree que se trata del mismo trovador, todavía hay estudiosos, concretamente Joan Coromines, que piensa, que Guillermo de Cervera y Cerverí de Gerona son dos personajes diferentes y que el primero es unos 31 años anterior al segundo. Nos limitamos aquí a constatar esta divergencia de opiniones y optamos por no entrar en polémica y presentarlos como el mismo trovador.
Se conservan un total de 120 composiciones, la obra más extensa que se conserva de un trovador, de las que 114 son líricas, 5 narrativas y un largo poema moral. Cultivó tanto el trovar leve como el rico.

Podemos agrupar su obra de la siguiente manera:

  • Obras populares. Escribe diversas composiciones que tienen su origen en canciones populares como la viadeyra (canción que cantaba los caminantes para aligerar las fatigas del viaje; es similar a las cántigas de amigo galaicoportuguesas).
  • Obras amorosas. Desde una pastorela a canciones que se pueden dividir en diferentes ciclos según la dama o la temática (pérdida del cordón...).
  • Obras morales. Sobre la conducta de los caballeros, los contrastes entre la vida de diferentes estamentos sociales... Muy a menudo se crítican las costumbres de determinados caballeros, lo que hace que podamos considerar las composiciones morales como políticas.
  • Obras religiosas. Una alba religiosa, composiciones de alabanza a la Virgen, etc.
  • Obras narrativas. Cinco obras de temática diversa: Oración de todo día, Maldit bien-dedo, Testamento, La fábula del roncal, Sermón.
  • Los proverbios, que consta de 1197 cuartetos de verdaderos hexasílabos (esta larga composición, que también se suele nombrar Versos proverbiales, corresponde a Guillermo de Cervera). Es un poema dedicado a sus hijos para inculcarles buenos consejos, a menudo a partir de ejemplos de la realidad cotidiana o histórica. En el duodécimo cuarteto, después de algunas estrofas introductorias, concreta la finalidad de la obra:
"Fills, per vosaltres dic / aquestes paraules planament, / perquè voldria que fóssiu rics / de saber i de seny"

 

"Hijos, por vosotros digo / estas palabras llanamente, / porque querría que fueseis ricos / de saber y de tino".

Además de la magnitud de la obra, es interesante la preocupación por el estilo y por la investigación poética, en cuanto la originalidad formal, por ejemplo.

A continuación una viadeyra, que es una composición que se cantaba en los viajes para aligerar la monotonía y la dureza del camino. Se trata de una poesía de procedencia popular se puede ver fácilmente por la métrica y por el contenido. Ésta es la única viadeyra que se conserva.




El Señorío de Balaguer.

Senyor de Balaguer.



 
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy



Es un título nobiliario, que creado por primera vez por el rey Alfonso V de Aragón, actualmente es uno de los títulos vinculados tradicionalmente al heredero de la Corona.

Historia
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy
Título creado en 1418 por el rey de Aragón, Alfonso el Magnánimo, para su hermano Juan vinculado simbólicamente a la ciudad que había sido capital del suprimido condado de Urgel, el dominio del gran rival de los Trastámara por la posesión de la corona durante el interregno de Jaime de Urgel. Cuando Juan heredó el trono del reino en 1458 otorgó este título a su segundogénito, el infante Fernando, que lo ostentó cuando se presentó para acceder al trono en 1479. 
Desde entonces fue un título propio de los herederos de la Corona de Aragón, siempre unido al de Príncipe de Gerona.

En 1990, en una visita oficial a Balaguer, el príncipe Felipe de Borbón asumió el título en una ceremonia de homenaje popular. Desde la supresión de la Corona de Aragón a principios del siglo XVIII, es el primer heredero real que lo ostenta, si bien no ha hecho uso de él en público más allá de sus ocasionales visitas a Cataluña y en la ceremonia de su boda.
Tras el ascenso al trono, el 19 de junio de 2014, de Felipe de Borbón como Felipe VI, su hija Leonor asumió los títulos vinculados al heredero de la Corona de España, entre ellos el de Señora de Balaguer.

Balaguer es un municipio español de la provincia de Lérida (Cataluña). Es la capital de la comarca de La Noguera y del partido judicial de Balaguer. Tiene una población de 16 665 habitantes (INE 2013), siendo el segundo municipio de la provincia después de la capital, Lérida de la que dista unos 30 km. 


Armas de Urgel (ajedrezado de oro y sable), usadas por los condes desde la segunda dinastía a principios del siglo XIII.


El origen del condado de Urgel (en catalán: Comtat d'Urgell) se sitúa en un pagus de la corona franca en el siglo VIII. Es uno de los condados medievales históricos independientes, situados en el territorio de la actual Cataluña (España), y fronterizo con los de Pallars y Cerdaña. Mantuvo una dinastía propia desde comienzos del 815 hasta 1413, si bien desde comienzos del siglo XIV estuvo integrado políticamente en el dominio de la Corona de Aragón. Su máxima extensión abarcó los Pirineos y el reino taifa de Lérida, esto es, las comarcas de Alto Urgel, Noguera, Solsonés, Plana de Urgel, Urgel y Andorra, esta última independiente en la actualidad.
Escudo dimidiado de los palos de Aragón y el ajedrezado de Urgel, armas de los condes de la tercera dinastía, tras la asunción del condado por Teresa de Entenza y Alfonso IV de Aragón, y su hijo Jaime I de Urgel.


La capital histórica fue primero Seo de Urgel (La Seu d'Urgell) y más tarde Balaguer. Aunque la capital política, como sede de sus condes, fue Agramunt, donde se acuñó la moneda propia, la denominada «agramuntesa». En un panteón condal del Monasterio de Bellpuig de las Avellanas se enterraron algunos de sus antiguos condes.​ Andorra fue cedida al obispo de La Seo de Urgel por el conde Armengol IV de Urgel en el siglo XI. 
Ubicación de Condado de Urgel


Después de muchas vicisitudes y tres dinastías sucesivas, el condado se extinguió y pasó a la Corona de Aragón tras la frustrada revuelta del conde Jaime II de Urgel contra el rey Fernando I de Aragón (Fernando de Antequera, el primer rey de la dinastía Trastámara) en 1413.



Historias de Mujeres.



Estuvo 13 años en prisión.




Me llamo Arin. Viví en prisión durante 13 años y ahora tengo 58. Hollywood ha glorificado las prisiones, pero en realidad no estaban allí, así que no tienen ni idea de lo que ocurre. En mi experiencia, no son los “matones” a quienes hay que temer, sino a las guardias femenina






Isabel Amor (Curicó, 29 de marzo de 1984) es una activista chilena. Fue la primera mujer lesbiana directora ejecutiva de Fundación Iguales.

Biografía

Nació el 29 de marzo de 1984 en Curicó. Hija de Manuel Antonio Amor Lillo;​ médico cirujano, procesado por la Cortes de Apelaciones de Chile y, posteriormente condenado por la Corte Suprema de Chile debido a su participación en crímenes de lesa humanidad en la dictadura militar de Augusto Pinochet.
En su adolescencia se trasladó a Santiago donde se licenció en Letras por la Universidad del Desarrollo y posteriormente obtuvo el Magíster en Sociología por la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Master en Literatura por la Universidad de Chile.
En 2015 se incorporó a la Fundación Iguales como Directora de formación y activismo y, posteriormente, Directora de educación.​ En 2021 asumió como directora ejecutiva de la organización, convirtiéndose, después de la activista trans Alessia Injoque, en la segunda mujer en liderar la organización desde su creación.
Entre 2023 y 2024 fue directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos en la Región del Ñuble.


El caso Isabel Amor: anatomía de un escándalo.


Alfredo Joignant
19 AGO 2024 

Por estos días, el Gobierno chileno está viviendo un escándalo enteramente innecesario. Pero el escándalo está allí, y el tema que lo motiva es muy interesante, además de inquietante.
Hace un puñado de días, se dio a conocer el resultado de un concurso público para el cargo de directora regional del Servicio de la Mujer, el que recayó en Isabel Amor. Quien ganó este concurso es una reconocida activista de derechos humanos, quien fue directora de la Fundación Iguales (que brega por el reconocimiento de los derechos de las minorías sexuales), y enseguida encabezó una dirección regional del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). Ni más ni menos.
Pues bien, tras haber ganado el concurso un día viernes, Isabel Amor pierde la confianza en tan solo 48 horas: ¿Qué habrá podido ocurrir entre un viernes y un domingo para perder la confianza de la titular de un servicio? ¿Cómo explicar lo sucedido, lo que se ha transformado en un escándalo político de grandes proporciones?
Isabel Amor es hija de un médico que fue condenado por encubrimiento de torturas en contra de detenidos en el Estadio Nacional, a partir del día siguiente del golpe de Estado. En una entrevista de ‘doble interfaz’, una publicada y otra que circula privadamente en calidad de borrador, Isabel Amor opina sobre el caso de su padre, y en la versión ‘borrador’ (es decir, no publicada) dice creerle a su padre cuando este niega las acusaciones por las cuales fue condenado.
A partir de allí, se desata una tormenta de dimes y diretes: mientras la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, instruye la remoción de Isabel Amor por pérdida de confianza, innumerables voces (incluida la mía) defienden a Amor por haber sido objeto de una remoción arbitraria (aunque legal): la afectada alega que su remoción tras 48 horas de haber asumido el cargo se explica por haber sido hija de un torturador, o cómplice de quienes ante su vista degradaron cuerpos. El testimonio de Luis Corvalán Castillo, hijo de Luis Corvalán Leppe (quien fuese secretario general del Partido Comunista de Chile) es completamente cierto: hubo un médico presente en sus sesiones de tortura. No tengo dudas que ese médico fue el padre de Isabel Amor.
¿Es reprochable que una hija de torturador, o mejor dicho de un médico que encubrió torturas, sostenga que cree en la inocencia de su padre y al mismo tiempo bregue por la defensa de los derechos humanos? ¿Qué estatus debemos concederle a un ‘borrador’ de entrevista en la que se dice lo que aquí estoy relatando, en donde no se expresa que se está desconociendo la validez del fallo y aun menos relativizando el valor universal de los derechos humanos? Qué importa más: ¿la opinión publicada o lo que pudo ser expresado en un borrador de entrevista que nunca fue publicada? Si una opinión no fue publicada, pero sí se conoce su existencia en la forma de un borrador, lo que está contenido en ese borrador no puede aspirar a tener el mismo estatus que una opinión publicada: aquí está en juego la validez del registro de publicidad de las opiniones.

Una parte del periodismo chileno ha errado gravemente en su función: se ha aferrado, y apasionado por una expresión contenida en un borrador de entrevista, y nunca se ha hecho la pregunta de si, en verdad, la opinión en borrador tiene el mismo estatus que una opinión debida y deliberadamente expresada para fines públicos. Me parece que esta omisión profesional es grave: es inaceptable tratar, en un mismo nivel de veracidad, opiniones que pudieron ser profesadas sin ser publicadas, tomar estas opiniones como si hubiesen sido publicadas y además interpretarlas como si fuesen una expresión de negacionismo. Este término ha sido manoseado hasta el cansancio, amalgamando todo tipo de cosas, lo que en parte explica el grave retroceso en materia de reconocimiento de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura que se apreció en las conmemoraciones del 50 aniversario del golpe de Estado en 2023, acompañado por un sorprendente ímpetu revisionista.
Me parece que lo esencial se juega en el soporte de la opinión, y solo en segundo término en el contenido de la entrevista.
Supongamos que el borrador fue publicado (lo que ya no sería un borrador, sino una entrevista). No veo nada chocante en que una hija de violador de derechos humanos diga que le crea en su enunciación de inocencia. Suponiendo que esa opinión fue publicada, ¿es aceptable que una autoridad pública la emita? ¿Hay allí un desconocimiento de un fallo a firme? Agreguemos un elemento subjetivo: ¿participa de la remoción, por instrucción ministerial, el acercamiento parental entre Isabel Amor y su padre?
Todo esto huele mal y muy mal.

No veo razones, ni menos buenas razones, en una remoción que de pulcra no tiene nada.
Lo bueno, supongo, es que, enfrentados al escándalo, todo el mundo (incluyendo a la derecha) se muestra horrorizado ante un caso de derechos humanos y sus efectos colaterales.
En esto, la derecha chilena lo ha hecho muy mal: al horrorizarse por el escándalo, los representantes parlamentarios de todas las derechas han desfigurado el caso. Al intervenir y exigir cuantas cosas se le pasan por la cabeza, las derechas lo politizaron, apostando a la amnesia sobre su propia responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Chile.
Rompamos el mito: por muy terrible que suene el caso Amor, no todos resienten las violaciones a los derechos humanos como algo actual y, en la cumbre de la inmoralidad, tampoco como que hayan ocurrido.
La izquierda frenteamplista (enfrentada al silencio comunista) no ha reparado en todas las aristas de este caso, y no se ha preguntado si hay algo de injusticia en la decisión impulsada por la ministra Antonia Orellana.

Alfredo Joignant es sociólogo, cientista político chileno y columnista de EL PAÍS





La justicia mexicana ratificó está semana la pena de prisión para Erandy "Elizabeth" Lizeth Gutiérrez, quien fue encontrada culpable del asesinato de su amiga Anel Baéz. 
Erandy mató a su mejor amiga de 65 puñaladas por la espalda, por haber montado una foto de ella en Facebook. El hecho ocurrió en la ciudad de Sinaloa, en  México.
Erandy y Anel, dos mexicanas de 16 años, eran inseparables, asistían al mismo colegio y compartían todo. Y como muchos jóvenes de hoy en día, compartían su afecto a través de las redes sociales. “Te amo, no sabés qué feliz que me hace que vos seas mi amiga. Sos más que eso: sos mi hermana”, le escribió Anel a su amiga en Facebook. 
En diciembre del 2013, Anel subió una foto en Facebook sin el consentimiento de Erandy, quien no se lo tomó de buena manera. Ambas aparecían abrazadas, sonrientes y semidesnudas. Desde ese momento Erandy comenzó a publicar violentas amenazas en su cuenta de Twitter. 

Anel fue encontrada sin vida al interior de su recamara el 19 de marzo de 2014 y presento 65 heridas en su cuerpo, cuando se cumplan la mitad de la nueva condena, es decir los 2 años y medio, se realizara otra audiencia para analizar su conducta. 

La adolescente  fue detenida cuando tuvo la ocurrencia de acudir al funeral de su ex mejor amiga. Cientos de personas llegaron a la conocida funeraria de la ciudad de Guamúchil para despedirse de Anel.
Amigos, familiares, maestros y compañeros de escuela, nadie podía dar crédito que aquella joven tan bella y llena de sueños estuviera dormida dentro de un féretro.
Entre la multitud que se dio cita llegó una joven con apariencia extraña. Iba acompañada de su mamá. La joven llegó con la cabeza agachada, con su pelo largo y negro cubriéndole gran parte del rostro. Llevaba una blusa manga larga, la cual le cubría casi todas las manos. Al entrar a la capilla esta joven y su mamá se sentaron cerca del ataúd donde reposaban los restos mortales de Anel.
Esa misteriosa jovencita, llamada Erandy Elizabeth, de 16 años de edad, continuaba con la cabeza agachada, de la misma manera en la que entró. Muchos las miraban y decían: “era amiga de Anel”. Lo que la mayoría desconocía era que se trataba de la persona que le había quitado la vida a Anel.
Los testigos argumentaron que el tiempo que pasó en la capilla mantuvo un rostro perturbado, con la mirada perdida y siempre con la cabeza agachada. Aquellas mangas largas de su blusa cubrían evidencias del crimen contra quien fuera su amiga. En los brazos de Erandy había marcas de forcejeos y cortadas.
La mamá de Erandy se levantó por un momento, se dirigió a donde yacía el féretro. Observó por unos instantes el cuerpo de Anel. Erandy no se levantó para ver por última vez a la que fuera su ‘amiga’.
Momentos después las autoridades investigadoras detuvieron de la manera más sigilosa a Erandy Elizabeth mientras se desarrollaba la misa de cuerpo presente. Habían logrado localizar a la asesina.




La heroica hazaña de un grupo de mujeres españolas que se ganaron el derecho a no inclinarse ante ningún Rey.

Festividad de las Candelas en Palencia, donde las mujeres lucen la banda dorada.


Rodrigo Paz
04/07/2024

Finales del Siglo XIV, un grupo de mujeres castellanas logra el derecho a no tener que inclinarse ante ningún Rey gracias a una heroica hazaña que se produce en un momento en el que la Península Ibérica se ha convertido en un campo de batalla. En plena Reconquista, los Reinos cristianos de Castilla y Portugal se encuentran en guerra tras la muerte del monarca luso Fernando I. La razón no es otra que un conflicto sucesorio por el trono portugués entre el sobrino del fallecido Fernando I de Portugal, Juan de Avís, y el Rey Juan I de Castilla, quien reclamaba el Reino luso tal y como estaba dispuesto en las capitulaciones matrimoniales con la hija del monarca portugués Fernando I, Isabel de Portugal.
En medio de este convulso escenario, Juan de Avís solicitó ayuda a Inglaterra. De esta forma, el duque de Lancaster, Juan de Gante, desembarcó en Galicia en 1386 para hacer frente a Juan I de Castilla y, aprovechando el momento de debilidad de su enemigo, trató de hacerse con la Corona castellana. En su campaña, Juan de Gante logró tomar varias ciudades hasta que se topó con un grupo de valientes mujeres en la ciudad de Palencia.

Debido a la guerra que Castilla mantenía con Portugal, la mayoría de los soldados castellanos se encontraban combatiendo en el frente. Este hecho hizo que, cuando los ingleses llegaron a Palencia, prácticamente solo quedaban mujeres para defender la ciudad.  
Lejos de rendirse, las mujeres palentinas plantaron cara y lucharon valientemente contra el enemigo impidiéndole escalar las murallas de la ciudad ya fuese con flechas, espadas, piedras, aceite y agua hirviendo e, incluso, con todo tipo de excrementos.
Las mujeres de Palencia lucharon con arrojo en una cruenta batalla y lograron frenar a todo un ejército compuesto por miles de soldados ingleses que huyó en desbandada del lugar después de que un explorador avistase al ejército de Juan I de Castilla acercarse a marchas forzadas para socorrer a la ciudad.
Para premiar la heroica hazaña de las mujeres palentinas, el Rey Juan I de Castilla les concedió el privilegio perpetuo de ser caballeros de honor y poder portar una banda de oro. Además, les otorgó el derecho de no tener que inclinarse ante ningún monarca, derecho que conservan hasta nuestros días.

Nota: Palencia es un municipio y ciudad española, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Se encuentra situada en la llanura de la Tierra de Campos, a orillas del río Carrión.
Ubicada a 749 m sobre el nivel del mar, dista 48 km de Valladolid, siendo las dos capitales de provincia españolas más próximas entre sí. El municipio cuenta con una población de 76 331 habitantes (INE 2023) sobre una extensión de 94,95 km². Por su parte, el alfoz de la ciudad, conformado por diez municipios, cuenta con más de 20 000 habitantes, que unidos a los de la capital suman más de 100 000 personas. Es un importante centro industrial de Castilla y León.

La Orden de las Damas de la Banda fue una orden creada por Juan I de Castilla en 1387 con el fin de honrar la memoria de las mujeres de Palencia que a principios de aquel año defendieron la ciudad del ataque de Juan de Gante, duque de Lancaster, obligando a las tropas inglesas a abandonar el sitio.
Su divisa fue una banda dorada, bordada del mismo metal, colocada de izquierda a derecha.
(Fue agregada a la Orden de la Banda)

La Orden de la Banda fue una orden militar fundada en 1332 cuando Alfonso XI de Castilla, intentando cimentar su poder sobre la levantisca nobleza, ordenó que ciertos caballeros de su mesnada vistieran como él paños blancos con una banda de tafetán carmesí que él había diseñado. Los colores fueron cambiando a lo largo de la historia. Se concedía a estos caballeros el derecho a llevar adornos de oro y plata por ser caballero de la Banda de Oro.

Historia

La orden era de tipo laico y caballeresco, una de las primeras de este tipo tras la creación de la Orden de San Jorge en Hungría en 1326 (siendo esta la primera orden secular de caballería). Sus miembros debían tener un escrupuloso e intachable comportamiento cortesano, participar en justas, ser solidarios y sobre todo leales al rey. Los normas de esas justas y las expresiones de solidaridad se recogían en los estatutos de la orden, al igual que ciertas normas de conducta, y fueron descubiertos por el ilustrado Juan Sempere y Guarinos.
Se conservan tres relaciones de miembros de la Orden de la Banda. La primera es de alrededor de 1332; la segunda es unos años posterior, quizá de 1348. La tercera la ofrece fray Antonio de Guevara en sus Epístolas familiares, pero no es muy fiable, como todo lo que en general salió de las manos del obispo de Mondoñedo. Ninguna de ellas expone el elenco completo sino principalmente a los nobles de Castilla; pues a forma de apaciguar la guerra de bandos en las provincias vascas muchos nobles recibieron la Banda en Guipúzcoa y Vizcaya entre los años 1332 y 1333.
Los colores de la banda fueron cambiando, al igual que la importancia y el carácter de la orden. Los colores primitivos pueden verse en los escudos de la banda que aparecen en la techumbre de la iglesia de Santiago Apóstol de Ciudad Real, que es de la época del reinado de Alfonso XI. Sucesivos monarcas castellanos llegaron a ver a la Orden de la Banda como parte de la institución regia y fueron ampliando su base. Sin embargo, en el siglo XV la Banda llegó a ser concedida a mujeres como divisa y entró en decadencia, de forma que se la considera extinta hacia 1474. La causa fue acaso porque su prestigio se resintió del hecho de que militaran en la misma muchos caballeros pobres, tal como cuenta fray Antonio de Guevara en sus ya citadas Epístolas familiares.

Banda de Castilla


La banda real de Castilla fue un emblema o divisa real1​2​3​4​5​ utilizada por diferentes monarcas de la corona de Castilla. Fue creada en 1332 por Alfonso XI «el Justiciero», aunque su origen probablemente se remontaría a uno de los símbolos primitivos de los condes de Castilla, que había consistido en una banda dorada sobre gules. Era conocido también el uso de los lobos dragantes entre el manípulo o bastón de mando entre las legiones romanas que llegaron a Hispania con Escipión.
A lo largo de la historia fue utilizada como divisa personal por diferentes monarcas castellanos, y por todos los monarcas que tuvo Castilla hasta Carlos I como pendón de la Divisa del rey. Además, fue uno de los elementos heráldicos que se incluyeron en 1940 para la creación del estandarte, el guion y el escudo personal utilizados por Francisco Franco como Jefe del Estado hasta su muerte.
Fue plasmada en estandartes, guiones, monedas, escudos y todo tipo de objetos.



La ubicación de los antiguos Four Courts en Chancery Lane, al lado de Christchurch, como lo ilustró Rose Barton


La profesión jurídica, en 'El pintoresco Dublín antiguo y el nuevo', 1898
The Legal Profession, in ‘Picturesque Dublin Old and New,’ 1898

Una descripción de la profesión jurídica irlandesa y sus lugares de reunión hasta 1898 inclusive, extraída del libro ' Pintoresco Dublín antiguo y nuevo (Picturesque Dublin Old and New‘) ' de Frances Gerard, con ilustraciones de Rose Barton:

“Desde la Aduana fluyen las brillantes aguas del río Liffey, hacia el este en dirección al mar, y hacia el oeste en dirección a Island Bridge y Chapelizod. ¡Querido viejo Liffey! Por insalubres y malolientes que sean tus aguas sucias, hay a tu alrededor una cierta atmósfera de romance que tolera los olores desagradables que exhalas. En una tarde de verano, cuando el sol se pone sobre tus aguas turbias, toca la gran cúpula de Four Courts y se inclina sobre las casas oscuras de los muelles, transportando nuestros pensamientos a las glorias de Dublín, desvanecidas hace mucho tiempo.

 A lo largo de los Muelles, el objeto del mayor interés es el hermoso edificio de los Cuatro Tribunales, como se llama al Templo de Temis... Hasta ese momento, el Colegio de Abogados de Dublín había llevado una existencia algo itinerante, siendo enviado, como era de esperar, de un puesto a otro de una manera muy poco digna. En un período, la Catedral de San Patricio se utilizó como sala para los jueces; y más tarde encontramos que se ubicaba dentro del recinto de la Santísima Trinidad. Cerca de la Catedral de Christchurch, que estaba rodeada por todos lados por callejones estrechos, había antiguamente un pasaje al que se le daba el temible apelativo de "Infierno". Aquí había algunas tiendas miserables donde se alquilaban alojamientos, como nos enteramos por un viejo recorte de periódico, "Se alquilan alojamientos amueblados en el Infierno. NB: Son muy adecuados para los abogados". En un arco que conducía a Chancery Lane había una estatua de madera de su Majestad Satánica, con cuernos y cola completos. La fama de esta diabólica figura llegó hasta Escocia, pues en su balada 'Muerte y el Doctor Hornbrook' Burns hace alusión a ella en los siguientes versos:

"Pero esto es lo que tengo que decirte

Lo cual sucedió hace poco en una noche

Es tan cierto como que hay demonios en el infierno.

En la ciudad de Dublín

Su efigie estaba allí, en todo caso, porque un caballero que había fallecido hacía pocos años recordaba haberla visto. Cuando la sacaron, un ingenioso artesano la transformó en cajas de madera y otras reliquias. ¡Sic transit gloria Diaboli!

Se ha dicho que las dos grandes posesiones de la capital irlandesa son el Castillo y los Cuatro Tribunales. Cualquiera que sea la opinión sobre el primero, es bastante seguro que el elemento legal domina la sociedad en Dublín y es tenido en el más alto respeto. Los miembros principales, es decir, el Canciller y los Jueces, cumplen con su deber en nombre de la nobleza ausente, que hace mucho que dejó de residir en la pequeña capital y sólo aparece durante la temporada del Castillo. De ahí que los abogados y sus esposas hagan la "representación", vivan en las mejores casas, conduzcan los mejores carruajes y entretengan al Lord Teniente. 

A los irlandeses se les atribuye, y tal vez con razón, el mérito de ser un pueblo litigioso. «Todos los litigios de Irlanda», dice Carlyle, «lo que sea que el miserable pueblo irlandés haga, seguirá viniendo aquí para la anulación de sus disputas»… La burla de Carlyle no afecta a la reputación del Colegio de Abogados irlandés; en su lista figuran los nombres de algunos de los abogados más capaces que ha producido Gran Bretaña, hombres cuya capacidad jurídica se combinaba con una elocuencia insuperable, una coalición que no siempre se encuentra. Entre ellos estaban Curran, Burke, Plunket, Burrowes, O'Connell, Sheil, Fitzgibbon (Lord Clare), Wolfe (Lord Kilwarden), Scott (Lord Clonmel) y Yelverton (Lord Avonmore). Estos hombres fueron la admiración del siglo pasado; mientras que, acercándonos a nuestros días, podemos señalar a Lord O'Hagan, Canciller de Irlanda, y a Lord Killowen, Lord Presidente del Tribunal Supremo de Inglaterra. Aunque el Colegio de Abogados de Irlanda no puede jactarse de tener gigantes de la elocuencia como hasta ahora, hay muchos oradores brillantes que pueden alegrar la aburrida monotonía de la ley con destellos de ingenio, que demuestran que el Colegio de Abogados irlandés no ha perdido su reputación de humor genuino...

La entrada principal [a los Cuatro Patios] se realiza a través de un hermoso pórtico corintio, en cuyo vértice se encuentra una estatua de Moisés (¿por qué Moisés?) sostenida a ambos lados por figuras de la Justicia y la Misericordia, mientras que en cada esquina están sentadas la Sabiduría y la Autoridad. El pórtico conduce al gran Salón, en el que, dice la lengua del escándalo, se originan todos los chismes de Dublín; en él se congregan los abogados jóvenes y viejos, todos como tantos colegiales liberados de su aula."


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