—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

viernes, 25 de mayo de 2012

119.-Escudo de España.-a


Aldo  Ahumada Chu Han 


El escudo de España es cuartelado y entado en punta. En el primer cuartel, de gules, un castillo de oro, almenado, aclarado de azur y mazonado de sable. En el segundo, de plata, un león rampante, de púrpura, linguado, uñado, armado de gules y coronado de oro. En el tercero, de oro, cuatro palos, de gules. En el cuarto, de gules, una cadena de oro, puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color. Entado de plata, una granada al natural, rajada de gules, tallada y hojada de dos hojas de sinople. Un escusón de azur, tres lises de oro puestas dos y una, la bordura lisa de gules.

Acompañado de dos columnas de plata, con la base y capitel de oro, sobre ondas de azur y plata, superada la corona imperial la diestra, y de una corona real la siniestra, ambas de oro, y rodeando las columnas una cinta de gules o rojo, cargada de letras de oro, en la diestra "Plus" y en la siniestra "Ultra", (del latín Plus Ultra, Más Allá).
 Al timbre, Corona Real cerrada, que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas, compuesta de ocho florones de hojas de acanto, visible cinco, interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen sendas diademas sumadas de perlas, que convergen en el mundo de azur, con el semimeridiano y el ecuador en oro, sumado de cruz de oro. La corona forrada de gules.


Historia del escudo.



Fernando III de Castilla y de León (1230)



El uso de la partición del escudo en cuartelado para combinar dos armerías fue una invención de Fernando III de Castilla para los símbolos de León y Castilla en el año 1230, y resultó en una inmediata aceptación en la Península ibérica por las armerías de Aragón y Navarra, y además tuvo una amplia difusión en Europa.

escudo 

Juana I de Trastámara (Toledo, 6 de noviembre de 1479-Tordesillas, 12 de abril de 1555), fue reina de Castilla de 1504 a 1555, y de Aragón y Navarra desde 1516 hasta 1555.



Los Reyes Católicos (1469-1516)


El primero de los escudos de España es el que, con el águila de San Juan como soporte, eligieron Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla como armas comunes en 1475. En este escudo quedaban representadas las dos mayores entidades políticas existentes en la península ibérica a finales del siglo XV: la Corona de Castilla, que se extendía de norte a sur de la península, desde el Cantábrico al Mediterráneo, y que comprendía los territorios de las actuales comunidades autónomas de Galicia, Principado de Asturias, Cantabria, País Vasco, La Rioja, Castilla y León, Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha, Región de Murcia, Andalucía y Canarias; y la Corona de Aragón, que agrupaba a las actuales comunidades autónomas de Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares, además de otros territorios extrapeninsulares, repartidos por la cuenca mediterránea.


El escudo de los Reyes Católicos estaba formado por un cuartelado en el que se alternaban las armas de Castilla (de gules, y un castillo de oro, almenado de tres almenas, con tres homenajes, el de en medio mayor y cada homenaje también con tres almenas, mamposteado de sable y aclarado de azur) y León (de plata y un león de púrpura, coronado de oro, lenguado y armado de gules); con las de Aragón (de oro y cuatro palos de gules) y las Dos Sicilias (partido y flanqueado, jefe y puntas de oro y cuatro palos de gules, flancos de plata y un águila de sable, coronada de oro, picada y membrada de gules). Posteriormente, tras la conquista de Granada en 1492 se añadió el emblema de este reino (de plata y una granada al natural, rajada de gules, tallada y hojada de dos hojas de sinople). 
Acompañan frecuentemente al escudo dos divisas en gules: el yugo con el nudo gordiano cortado con el mote «Tanto monta» de Fernando y el haz de flechas de Isabel. Cada una de estas divisas homenajeaba con su inicial al consorte: «F» de Fernando en las flechas de Isabel e «Y» de la reina —Ysabel, como es usual en la grafía de la época— en el yugo fernandino.


Casa de Austria (1516-1700)

Grandes armas




Como resultado de la política de alianzas matrimoniales de los Reyes Católicos, a la muerte de Fernando en 1516, hereda las Coronas de Castilla y de Aragón su nieto Carlos de Habsburgo, hijo de Juana I “la Loca" y Felipe I “el Hermoso”, y nieto del emperador Maximiliano de Austria por línea paterna.

Las armas de Carlos I añaden a las de Castilla, León, Aragón, Dos Sicilias y Granada, presentes en el escudo anterior, las de Austria (de gules y una faja de plata), Borgoña antiguo (bandado de oro y de azur con bordura de gules), Borgoña moderno (de azur, sembrado de flores de lis de oro y bordura camponada, cantonada de plata y gules), Brabante (de sable y un león de oro, coronado de lo mismo, lenguado y armado de gules), Flandes (de oro y un león de sable, lenguado y armado de gules) y Tirol (partido de plata y un águila de gules, coronada, picada y membrada de oro, cargado el pecho de un creciente trebolado de lo mismo). 
Carlos I incorpora también las columnas de Hércules con la leyenda “Plus Ultra”, en representación del Imperio ultramarino, y rodea el escudo con el collar del Toisón de Oro, como soberano de dicha Orden.

Al ser coronado emperador en 1519, timbra el escudo con la corona imperial y acola el águila bicéfala del Sacro Imperio Romano-Germánico. A partir de 1520 añade al cuartel correspondiente a Aragón y Sicilia, otro en el que se incorporan las armas de Navarra y del Reino de Nápoles (formadas por los blasones de Jerusalén y Hungría).

Felipe II


Felipe II-III-IV

Los sucesores de Carlos I descargan el escudo de ornamentos externos, sustituyen la corona imperial por la real abierta (o de cuatro florones y cuatro diademas, tres de ellos vistos), manteniendo el Toisón, que a partir de entonces permanecerá en todos los escudos reales.


En 1580, Felipe II de España se proclama rey de Portugal (de plata y cinco escudetes en azur puestos en cruz con cinco bezantes o dineros en plata puestos en sotuer, bordura de gules con siete castillos de oro) e incorpora las armas del nuevo reino al escudo, que se mantienen hasta que reconoce la independencia portuguesa en 1668, reinando Carlos II, el Hechizado.



Casa de Borbón (1700-1808)

Gran escudo de armas utilizado desde Felipe V hasta Carlos III (1761).




La Dinastía Borbónica se instaura en España tras la Guerra de Sucesión que se desata al morir Carlos II sin heredero y que enfrenta a los partidarios del Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I de Habsburgo, con los de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV de España que sería finalmente coronado rey de España como Felipe V.
El escudo de Felipe V (1700-1759) mantiene todos los elementos del anterior, pero cambia el diseño y la distribución de los mismos: las armas de Flandes y Tirol aparecen ahora en cuarteles separados, en punta del escudo, en lugar de en el escusón en que figuraban anteriormente, y se añade un nuevo escusón central con los lises de la Casa de Borbón, con la bordura en gules, usada por los Duques de Anjou, y que permitió desde entonces distinguirse de los franceses. Sigue utilizando el Toisón de Oro (considerándose con derecho a ostentar la jefatura de la Orden y provocando la escisión en la misma) y añade a éste el de la Orden francesa del Orden del Espíritu Santo. 
Con frecuencia el escudo adopta forma ovalada o redondeada, siguiendo la moda francesa. El diseño de la corona se moderniza, adoptando la forma actual, de ocho florones (cinco vistos), y se reserva la de cuatro (tres vistos) para el príncipe de Asturias. Se desarrolla así mismo una versión ornamentada a imagen y semejanza a la usada por los borbones franceses, con manto real, cimera y ángeles como soportes entre otros elementos.
A Felipe V, con el breve reinado de Luis I en medio (9/2/1724-21/8/1724), le suceden Fernando VI, siguiendo el ordinal castellano (el anterior fue Fernando el Católico -II de Aragón- coronado como Fernando V de Castilla) y Carlos III.

Carlos III (1759-1788) realiza, en 1760, una importante reforma en el escudo: aparte de introducir en éste las armas de los Ducados de Parma-Farnesio (de oro y seis flores de lis de azur distribuidas de arriba abajo, una, dos, dos y una) y Toscana-Médicis (de oro y cinco roeles de gules distribuidos en el campo de arriba abajo, dos, dos y uno, un tortillo de azur en jefe cargado de tres flores de lis de oro), en representación de su herencia italiana; también sustituye el Collar de la Orden del Espíritu Santo por el de la Orden de Carlos III, creada por él mismo, manteniendo el Toisón de Oro. 
Frecuentemente el escudo aparece en el reverso de las monedas sin el collar de la Orden de Carlos III y dotado de una forma peculiar: hentado en punta, con una arista central en la parte superior y terminaciones en forma de medio cuadrado en los dos extremos superiores. Esta forma puede distinguirse más claramente en el posterior escudo de armas del rey José I Bonaparte (1808-1814). Se le seguirá dotando de esta forma hasta el reinado de Isabel II (1833-1868). También es habitual darle al blasón una forma circular, eliminando el collar de la Orden de Carlos III, sobre todo en el mandato de Isabel II.

Con estos añadidos, Carlos III deja establecidas lo que serían a partir de ese momento las Armas Reales de España.
A Carlos III le sucede Carlos IV, que no introduce ningún cambio en el escudo, salvo los puramente ornamentales.

La nueva dinastía concede mayor preeminencia a la Corona de Castilla en todos los aspectos, y esto se manifiesta también en la Heráldica: desde la reforma de Carlos III las armas de Castilla y León ocupan la posición central en el escudo, y, con frecuencia desde el reinado de Felipe V, se prescinde de todas las demás en un modelo simplificado (conocido como «escudo pequeño») que únicamente lleva las de Castilla, León y Granada, sumadas del escusón ribeteado de gules con los lises borbónicos y rodeados a veces del Toisón de Oro o las columnas de Hércules. Con frecuencia, al igual que al escudo de armas completo, se le da la forma característica que se observa en el escudo de José I Bonaparte, tal y como aparece en el reverso de ciertas monedas de Carlos IV.
 En las monedas del mismo tiempo aparece una variante muy simplificada, introducida por Carlos III que, sin corona real, únicamente consta de las armas de Castilla y León con el escusón borbónico, partidas por la denominada «Cruz del Infante Don Pelayo»; todo ello rodeado por una corona de laurel.8​ El escudo pequeño fue utilizado regularmente hasta el final del reinado de Isabel II (1868) y, de forma muy puntual, desde 1875 hasta 1931 durante la II Restauración borbónica.
Escudo pequeño del rey de España, versión ovalada con el Toisón de Oro y manto.  

Escudo pequeño del rey de España, versión con el Toisón de Oro.  

Escudo pequeño del rey de España con las Columnas de Hércules. Apareció durante el reinado de Felipe V y fue usado hasta 1868. Este formato de escudo fue el origen del actual.  


Escudo pequeño del rey de España, versión con ramas de laurel.  




Escudo pequeño del Rey de España con las Columnas de Hércules. Apareció durante el reinado de Felipe V y fue usado hasta 1868. Este formato de escudo fue el origen del actual.


Escudo de José Bonaparte
 (1808-1813).


Escudo de José Bonaparte (1808-1813).



José I (1808-1813) introduce cambios sustanciales en el escudo: divide el escudo en seis cuarteles: 1º Castilla, 2º León, 3º Aragón, 4º Navarra, 5º Granada y 6º las Indias, representadas por dos esferas terrestres flanqueadas por las columnas de Hércules (diseño basado en el que aparecía en el reverso de los reales de a 8 conocidos como «columnarios»), y añade sobre el todo un escusón de azur con el águila de los Bonaparte en oro.

Gobierno Provisional de España.


Provisional (1868-1870) y la I República (1873-1874)

Escudo cuartelado en cruz: primero, de gules y un castillo de oro, almenado de tres almenas, y donjonado de tres torres, la del medio mayor; cada una también con tres almenas, el todo de oro, mazonado de sable y adjurado de azur: segundo, de plata y un león de gules, coronado de oro, armado y lampasado de lo mismo: tercero, de oro y cuatro palos de gules: cuarto, de gules y una cadena de oro puesta en orla, en cruz y en sotuer: entado en punta, de plata y una granada al natural mostrando sus granos de gules, sostenida, tallada y hojada de dos hojas de sinople. Acostadas, una a cada lado, las dos columnas de Hércules, de plata, con la base y el capitel de oro, liadas con una lista de gules, cargada con el Plus ultra de oro.
A raíz de la revolución de 1868 que derrocó a la reina Isabel II, el Gobierno Provisional presidido por el general Serrano solicitó un informe a la Real Academia de la Historia para la elaboración de un nuevo escudo, de carácter nacional, ya que hasta aquel momento se había empleado como tal el escudo de armas de los monarcas españoles. En este escudo, el primero de carácter nacional, no figuraron los cuarteles ajenos a España que correspondían con títulos históricos de la Corona y otros territorios que había dominado en el pasado (los ducados de Parma y de Toscana). Además se reintegró el escudo de Navarra, que Fernando VII había retirado, al recuperar el escudo borbónico. Las divisiones del escudo que se eliminaron correspondían con Nápoles-Sicilia, Austria, Brabante, Flandes, Tirol, Parma, Toscana y las armas "antiguas" y modernas de Borgoña.

Los monarcas españoles las habían mantenido como símbolo de sus vínculos dinásticos y no como señal de reclamaciones territoriales. También desapareció el escusón central de la dinastía reinante en España con las tres flores de lis y la bordura de gules. La corona real fue sustituida por una corona mural (ya que no se quería prejuzgar la forma política del Estado), y las representaciones de los collares de las órdenes del Toisón de Oro y de Carlos III y la Cruz de Borgoña también fueron retiradas.


Junto al escudo se colocaron las columnas de Hércules, elementos que figuraron en la heráldica del rey-emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio.

La descripción heráldica del nuevo escudo, que figura en el informe emitido por la Real Academia de la Historia, es la siguiente:

Escudo cuartelado en cruz: primero, de gules y un castillo de oro, almenado de tres almenas, y donjonado de tres torres, la del medio mayor; cada una también con tres almenas, el todo de oro, mazonado de sable y adjurado de azur: segundo, de plata y un león de gules, coronado de oro, armado y lampasado de lo mismo: tercero, de oro y cuatro palos de gules: cuarto, de gules y una cadena de oro puesta en orla, en cruz y en sotuer: entado en punta, de plata y una granada al natural mostrando sus granos de gules, sostenida, tallada y hojada de dos hojas de sinople. Acostadas, una a cada lado, las dos columnas de Hércules, de plata, con la base y el capitel de oro, liadas con una lista de gules, cargada con el Plus ultra de oro.
Esta versión del escudo estuvo vigente durante el gobierno provisional que siguió a la monarquía (1868-1870), la I República (1873-1874) y el gobierno provisional que sucedió a ésta (del 3 de enero al 29 de diciembre de 1874).


Reinado de Amadeo de Saboya
 (1870-1873)


En 1870, con la proclamación de Amadeo de Saboya como rey de España se sustituyó nuevamente la corona mural por la real y se incorporó el blasón de la Casa de Saboya, una cruz plana de plata sobre campo de gules (rojo), en la parte central del escudo (rodeado en algunas versiones por la bordura personal del propio Amadeo como Duque de Aosta).


Restauración borbónica
 (1874-1931)

Cuartelado con las armas de Castilla, León, Aragón y Navarra, con el escusón de Borbón-Anjou al centro y en la punta las armas de Granada

Versión del Escudo de España (1874-1931) con las Columnas de Hércules.  

Restaurada la Dinastía Borbónica en 1874, se recuperó su escusón en la parte central del escudo español. También se recuperaron las antiguas armas reales desaparecidas en 1868, que coexistieron con las versiones simplificadas, generando gran confusión a la hora de definir el escudo nacional.

Durante este período los adornos exteriores del escudo fueron diversos (las columnas de Hércules, el collar de la Orden del Toisón de Oro, un manto real o ramas de laurel entre otros) dando lugar a numerosas versiones.

Versión del Escudo de España (1874-1931) con ramas de laurel. 

Versión del Escudo de España (1874-1931) con el Toisón de Oro. 

Versión del Escudo de España (1874-1931) con el Toisón de Oro y manto. 



Reforma de 1931

En 1931 las armas reales sufren varios cambios. Se sustituye el escusón cuartelado de Castilla y León por uno con las armas de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, con el escusón de los lises borbónicos ribeteado; es decir, el escudo nacional de España utilizado desde 1874. El resto de las cuarteles permanece intacto, a excepción de los de Aragón y Sicilia: el primero desaparece y es sustituido por el del Reino de Jerusalén, mientras que el segundo es movido al primer cuartel. La versión ornamentada deja de aparecer con el manto real y el lema «A solis ortu usque ad occasum» (en español: Desde el amanecer hasta la puesta del sol), debido a la pérdida de los últimos territorios en América y Asia en 1898.


Segunda República (1931-1939)


Con la proclamación de la II República (1931-1939), se restableció el escudo de 1869, pero con la diferencia de que desapareció la corona que ceñía el león del segundo cuartel.


Dictadura franquista y Transición democrática (1938-1981)


Escudo de España durante el franquismo, que incorpora la cartela con el lema «Una Grande Libre», junto con otros motivos heráldicos que añaden a los del escudo tradicional de España (armas de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, y las Columnas de Hércules con la cartela Plus Ultra) otros tomados del escudo de los Reyes Católicos: el águila de San Juan y el yugo y las flechas que también tomó la Falange (los reyes los habían adoptado por coincidir con las iniciales de Ysabel y Fernando).


Reproducción del modelo de escudo llamado «abreviado» de la España franquista. Se trataba de una versión simplificada del escudo de armas oficialmente aprobado en 1938 para facilitar las impresiones con fines burocráticos, convirtiéndose por su difusión en sellos, billetes de lotería, documentos de identidad y ornamentación arquitectónica, en una de las versiones más popularizadas del llamado «escudo del Águila».


Tras el golpe de Estado de julio de 1936, que dio lugar a la Guerra Civil Española, las diversas fuerzas militares y políticas sublevadas utilizaron inicialmente banderas y escudos diferentes.

El decreto nº 470 del 2 de febrero de 1938 firmado por el general Francisco Franco definió el nuevo escudo. Se empleó un blasón semejante al que utilizaron los Reyes Católicos, siendo un elemento destacado el águila de San Juan. De ese blasón, se sustituyó el cuartel de Dos Sicilias por el de Navarra, que ya aparecía en el escudo de España desde el Gobierno provisional. 
incorporaron las columnas de Hércules y la cinta con el lema «Plus Ultra» de versiones anteriores del escudo nacional, y la divisa de los Reyes Católicos, «Tanto Monta», fue sustituida por «Una, Grande y Libre». 

El ‘Mapa político de España’, un mapa de un autor ‘invisible’
El mapa de Francisco Torres Villegas se publicó en dos tomos en 1852 y se reeditó en 1857.

Uno de los mapas más conocidos de Francisco Jorge Torres Villegas es el Mapa Político de España en el que se presenta la división territorial con la clasificación política de todas las provincias de la Monarquía, según el régimen especial dominante en ellas. El mapa distingue varias Españas: España Uniforme Puramente constitucional, comprende estas treinta y cuatro Provincias de las coronas de Castilla y León iguales en todos los ramos económicos, judiciales militares y económicos, España Incorporada o Asimilada, comprende las once Provincias de la corona de Aragón todavía diferentes en el modo de contribuir y en algunos puntos del derecho privado, España Foral comprende estas cuatro provincias exentas o forales que conservan su régimen diferente del de las demás y España Colonial comprende las Posesiones de África, las de América y las de Oceanía regidas todas por leyes especiales bajo la autoridad omnímoda de los Jefes militares.
Este mapa se incluyó en su célebre obra Cartografía Hispano-Científica o sea los Mapas Españoles, en que se representa a España bajo todas sus diferentes fases. Se publicó en dos tomos en 1852 y se hizo una segunda edición en 1857. Debajo del título aparece una pequeña reseña del autor: 
“Su autor, El Licenciado D. Francisco Jorge Torres Villegas, Socio de la Económica Matritense de Amigos del País”.

En esta publicación, cuyos dos tomos superan las 800 páginas, se incluyen 25 mapas de diversas y variopintas temáticas, desde los antiguos y la invasión de los árabes y los bárbaros hasta mapamundis etnográficos donde incluye la lengua vascona Familia Ibérica o Vasconica. Los escualdunak más conocidos por el nombre de vascones o vascongados, tanto en España como en Francia, de Palestina y la Tierra Santa. También incluye mapas como el eclesiástico, judicial, de la historia de la medicina o de balnearios de España. A los mapas, debidamente coloreados a mano, le acompañan los correspondientes textos explicativos, expuestos por el autor.
Uno de los estudios más completos y extensos sobre esta obra la realiza Rafael Company i Mateo bajo el título de Un mapa célebre, un mapa inexistente en un artículo en catalán en la revista de Catalunya Nº 286 en 2014. Precisamente, en dicho artículo de Company hace una relación de los autores que han merecido la atención de dicho mapa entre los que se encuentran Joseba Agirreazkuenaga, que la incluyó en el primer volumen de su obra sobre la articulación político institucional de Vasconia en 1995. En los cursos de verano de UPV-EHU de 1997, Ernest Lluch lo conoció en la ponencia que presentó J. Agirreazkuenaga e, inmediatamente, publicó un artículo en La Vanguardia. También se reprodujo en el libro Foralismo, Derechos Históricos y Democracia (1998).

A partir de ese instante el mapa conoció una nueva vida y se difundió profusamente. Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón se hizo eco de él en el ensayo Derechos Históricos y Constitución, en 1998. Hasta Jordi Pujol le dedicó algunas líneas de reflexión política a esta realización cartográfica, en 2007, en un boletín de estudios que lleva su nombre, refiriéndose a la expresión “todavía diferentes” con la que Torres Villegas caracterizaba a los territorios de la Corona de Aragón en su obra. En esta refriega sobre el mapa de Torres Villegas, en un artículo en El País en 1998 titulado Cartografía e ingeniería jurídica, Javier Ugarte arremete contra Herrero de Miñón, incluso llega a dudar del propio autor: 
“Todo muy bien, salvo el pequeño detalle de que nadie sabe –incluido el propio Herrero de Miñón– quién es Torres Villegas (¿un cartógrafo, un político tradicionalista, liberal?; ¿se trata de un mapa de situación o de un proyecto político?...”.

En cualquier caso, y por terminar con el artículo de Rafael Company Un mapa célebre, un mapa inexistente, el autor, a pesar de estudiar y dar a conocer el mapa político de la obra de Villegas en Cataluña, le reprocha el no haber incluido en su obra temática el mapa etnolingüístico de España que reflejase las lenguas de la península a pesar de ser citadas en el texto. De ahí la denuncia y el título de su artículo.

El autor.

Otro estudio sobre la obra de Torres Villegas lo realiza el catedrático experto en cartografía Agustín Hernando en la Revista de Geografía en 1999 en un artículo titulado Los Atlas Temáticos del Siglo XIX. Saber científico y representación cartográfica. Lo clasifica como el primer atlas temático representado en España, aunque lo considera una obra modesta desde el punto de vista cartográfico. Aun así, resalta su éxito editorial por haber logrado editarse por segunda vez en 1857.

Si realizamos una búsqueda con el nombre de Francisco Torres de Villegas en internet nos aparece una gran cantidad de librerías anticuarias ofertando su obra. También de las principales bibliotecas públicas donde podemos conocer su obra cartográfica on line.

A pesar del interés de su obra y de los importantes y variados estudios sobre su obra principal, sorprendentemente, no vamos a encontrar ni una pequeña reseña sobre la biografía del autor. Más sorprendente resulta la dificultad para consultar algún estudio e incluso encontrar algún ejemplar de otras dos obras de las que fue autor: Guía de Alcaldes y Ayuntamientos, editado en 1847 en dos tomos y donde hace una minuciosa relación de todos los aspectos jurídicos y organizativos referidos a los ayuntamientos, y otra obra titulada Repertorio de Párrocos, editada en 1850 en siete tomos, donde hace una extensa exposición sobre temas de índole religioso. Además en 1844 editó un raro y excelente mural con abundantísima información titulado Cuadro sinóptico del derecho civil y criminal de España.
En el Archivo Histórico Nacional he encontrado y estudiado un documento con su expediente personal, en el que aparece con el cargo de fiscal, que nos proporciona algunos datos interesantes sobre su biografía.
Nace el 16 de abril de 1816 en Gador (Almería) y después de realizar sus estudios de bachiller se dedicó de lleno al estudio del Derecho. En 1839 un tribunal especial le acreditó los conocimientos necesarios y suficientes para el ejercicio de la abogacía. Al de poco, el gobierno provisional liberal le nombró promotor fiscal interino de Toledo. De ideología liberal, en todos los nombramientos muestra su adhesión a la reina Isabel II. En 1843 un hermano suyo, José Torres, muere en la guerra civil al servicio de Espartero por lo que Francisco Torres solicita el regreso cerca de su familia pidiendo la asignación de alguna plaza de la Audiencia de Granada. Al de unos años recaló en Madrid donde ejerció de fiscal y se convirtió en un gran erudito que escribió y editó sobre las diferentes disciplinas antes mencionadas. También se integró en la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.
Este mapa de un autor español de ideología liberal y que hizo su carrera intelectual en Madrid en un clima belicoso por la sucesión muestra bien a las claras y sin tapujos la diversidad de los regímenes de la península y, de una manera muy gráfica, el trasfondo de problemas endémicos y que recurrentemente aparecen a lo largo de la historia.
En definitiva, que estamos ante un autor muy conocido por una de sus obras, pero con una biografía sospechosamente invisibilizada. Esperemos que esta pequeña aportación contribuya a arrojar algo de luz sobre el autor y su obra.



Coronas.



La Cimera del Castillo y el León o Cimera Real de Castilla.


La Corona de Castilla (en latín: Corona Castellae), como entidad histórica, se suele considerar que comienza con la última y definitiva unión de los reinos de Castilla y de León, con sus respectivos territorios, en 1230, o bien con la unión de las Cortes, algunas décadas más tarde. 
«Cuartelado en cruz o contracuartelado. El primer y cuarto cuarteles: en campo de gules, un castillo de oro almenado de tres almenas, mamposteado de sable y aclarado de azur. El segundo y tercer cuarteles: en campo de plata, un león rampante de púrpura, linguado, uñado y armado de gules, coronado de oro»


En este año de 1230, Fernando III «el Santo», rey de Castilla desde 1217 (incluyendo el reino de Toledo) e hijo de Alfonso IX de León y su segunda mujer, Berenguela de Castilla, se convirtió en rey de León (cuyo reino incluía el de Galicia) tras la renuncia de Teresa de Portugal, la primera mujer de Alfonso IX, a los derechos de sus hijas, las infantas Sancha y Dulce, al trono de León en la Concordia de Benavente.

Cimera del Rey de Aragón, instituida por Pedro IV el Ceremonioso.


La Corona de Aragón (en aragonés, corona d'Aragón; en catalán/valenciano, corona d'Aragó), conocida también por otros nombres alternativos, englobaba al conjunto de territorios que estuvieron bajo la jurisdicción del rey de Aragón, de 1164 a 1707. ​El 13 de noviembre de 1137, Ramiro II el Monje, rey de Aragón, en la conocida como renuncia de Zaragoza, depositó en su yerno Ramón Berenguer la regencia militar del reino (aunque no la dignidad de rey), quien firmó en adelante como Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón. Petronila tomó el título de "Reina de Aragón" y Ramón Berenguer, el de príncipe y dominador de Aragón. Según algunos historiadores modernos, el matrimonio se hizo bajo la forma de Matrimonio en Casa (esto supone que, al no haber descendiente varón, el esposo cumple la función de gobierno, pero no la de cabeza de la casa, que solo se otorgará al heredero),​ aunque no existe consenso historiográfico al respecto. En 1164, Alfonso II de Aragón heredaría el patrimonio conjunto.
En campo de oro, cuatro palos de gules.


Más tarde, por conquistas de nuevos territorios y matrimonio, esta unión del Reino de Aragón y el Condado de Barcelona bajo una misma corona (la llamada «Corona de Aragón») ampliaría sus territorios hasta incluir otros dominios: fundamentalmente los reinos de Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles, así como los ducados de Atenas (de 1331 a 1388) y Neopatria (entre 1319 y 1390).




Cimera Real de Navarra.


El reino de Navarra (en latín, Regnum Navarrae) fue la continuación institucional del reino de Pamplona, uno de los reinos medievales de Europa situado en ambas vertientes de los Pirineos occidentales, pero con la mayor parte de su territorio localizado al sur de la cordillera, en el norte de la península ibérica, desde 1162. Fundado ese primer reino en torno a la civitas romana de Pompaelo, señorío episcopal, desde el año 824 se registran menciones documentales como una entidad propia con un caudillo regente, rey de facto, según afirman algunos historiadores. A partir del 905, con la nueva dinastía Jimena, ya se puede hablar propiamente de reino y reyes, con Sancho Garcés I como el primero de sus monarcas.​ La tradición habla de Íñigo Arista como el primer monarca, pero en rigor, salvo el título de conde, no hay constancia de titulación de mayor rango.


«En campo de gules unas cadenas de oro dispuestas en orla, cruz y sotuer con una esmeralda de su color en el centro.»
.
Tras unos primeros años de expansión y la posterior merma territorial a manos de las coronas de Castilla y Aragón, el reino navarro se estabilizó con dos territorios diferenciados: la Alta Navarra o peninsular, al sur de los Pirineos, donde se encontraba la capital y la mayor parte de la población y los recursos, y la Baja Navarra o continental, al norte de la cordillera pirenaica. Entre 1234 y 1512 estuvo vinculado con el reino de Francia, y dentro de su órbita durante varios siglos, a través de varias dinastías (Champaña, Capetos, Évreux y Foix). En algunas ocasiones, el reino fue directamente unido al trono francés, como con los Capetos entre 1284 y 1328.
El fin de la independencia del reino se produjo cuando Fernando el Católico y, posteriormente, su nieto borgoñón Carlos I de España, llevaron a cabo la conquista militar entre los años 1512 y 1528, no sin resistencia. 

Provincias.




La provincia es una división política y  administrativa española reconocida en la Constitución española y cuyo origen se remonta a la división territorial de España del año 1833. En la actualidad hay un total de 50 provincias​ que, junto con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y las plazas de soberanía en el norte de África, comprenden la totalidad del territorio español.
Las provincias españolas se dividen en tres clases :

-Las 35 provincias ordinarias de la corona de Castilla.
-Las 11 provincias asimiladas de la corona de Aragón 
-Las provincias con régimen foral son Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya.

Caricatura en La Madeja Política de Tomás Padró (1874). Alegoría de la República española talando el árbol de Guernica, al vincular los fueros con el carlismo.


Su origen está en los regímenes forales o regímenes especiales de autonomía administrativa que conservaron después de la primera guerra carlista como excepción al sistema centralista propio del Estado liberal establecido desde 1836 en España.

Mapa político de España en 1850, según Francisco Jorge Torres Villegas. Distingue entre la España uniforme o puramente constitucional (la antigua Corona de Castilla), la España incorporada o asimilada (la antigua Corona de Aragón), la España foral (Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, «cuatro provincias exentas o forales que conservan su régimen especial diferente de las demás») y la España colonial (Posesiones de África, Cuba, Puerto Rico y Filipinas).

Mapa de España en que se presenta la división territorial con la clasificación de todas las Provincias de la Monarquía según el régimen legal especial común en ellos (Jorge Torres Villegas, 1852)

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