Dinastía Piastas. |
La Dinastía de los Piastas es una dinastía polaca que rigió en Polonia desde sus comienzos como Estado independiente hasta 1370. Ramificaciones de los Piastas continuaron rigiendo ducados aliados en Mazovia hasta 1526 y en Silesia hasta 1675. Piast fue el fundador de la dinastía Piasta. Su nombre fue mencionado por primera vez en Cronicae et gesta ducum sive principum Polonorum de Gallus Anonymus, escrito aprox. en 1113. Aunque los primeros duques y reyes se consideraban descendientes de Piast, el término "Dinastía Piast" fue creado en el siglo xvii por los historiadores, trabajando para una serie de gobernantes de ducados en Silesia. El último Piast Jorge IV Guillermo de Legnica, duque de Brzeg y Legnica, murió en 1675, aunque numerosas familias asocian su genealogía con Piast. |
Ancestros. |
POLONIA. |
Polonia, oficialmente la República de Polonia (en polaco: Rzeczpospolita Polska), es un país de Europa Central, uno de los veintisiete Estados soberanos que forman la Unión Europea, constituido en Estado democrático de derecho y cuya forma de gobierno es la república parlamentaria. Es un Estado unitario con 16 subdivisiones o regiones administrativas denominadas voivodatos. Su territorio tiene una extensión de 312.696 km² y una población de 38.2 millones de personas, por lo que es el quinto país más poblado de la UE. Comprende en su porción más grande al norte parte de la gran llanura europea y abarca al sur territorio montañoso de los Sudetes, los Cárpatos y la sierra de Santa Cruz. Aunque la capital y ciudad más poblada es Varsovia, el centro académico-cultural es la segunda ciudad más grande, Cracovia. Limita al norte con el mar Báltico y al noreste con el óblast de Kaliningrado (que pertenece a Rusia como un exclave), y Lituania, al este con Bielorrusia, al sureste con Ucrania, al sur con la República Checa y Eslovaquia, y al oeste con Alemania. La creación de la nación es con frecuencia identificada con la adopción del catolicismo por su monarca Miecislao I en el año 966, cuando su territorio era similar al de la Polonia moderna. El Reino de Polonia fue formado en 1025, y en 1569 cimentó una larga asociación con el Gran Ducado de Lituania al firmar la Unión de Lublin, mediante la cual se erigió la Mancomunidad Polaco-Lituana. La Mancomunidad colapsó en 1795, y el territorio polaco fue repartido entre Rusia, Prusia y Austria. Polonia recobró su independencia tras la Primera Guerra Mundial como la Segunda República Polaca, pero fue ocupada por la Alemania nazi y la Unión Soviética al estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939. En 1944, se formó un gobierno provisional polaco, el cual, después de un período de conflictos, referéndums y elecciones, dieron como consecuencia que se convirtiera en un Estado satélite de la Unión Soviética, dando paso a que la República de Polonia (Rzeczpospolita Polska), fuese renombrada como República Popular de Polonia (Polska Rzeczpospolita Ludowa) en 1952. Durante las revoluciones de 1989, el gobierno marxista-leninista de Polonia fue derrocado, y el país adoptó una nueva constitución que se establece como una democracia bajo el nombre Rzeczpospolita Polska, a menudo referida como III Rzeczpospolita. Polonia es la quinta economía (PIB PPA) más grande y una de las más dinámicas de la Unión Europea, alcanza en simultáneo un nivel muy alto en el Índice de Desarrollo Humano. Además, la Bolsa de Varsovia es la mayor y más importante de Europa Central y Oriental. Ocupa un lugar alto en educación, seguridad y libertad económica. Cuenta con un buen sistema educativo en Europa, situado entre los países más educados. El país ofrece educación universitaria gratuita, seguridad social financiada por el Estado y un sistema universal de atención de la salud para todos los ciudadanos. Ubicado entre las culturas de Europa Oriental y Occidental y acuñado por una historia cambiante, suma numerosos monumentos históricos y 17 Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es visitado por 19.6 millones de turistas cada año (2018), por lo que es el decimosexto país más visitado del planeta. Etimología El topónimo más corriente deriva del nombre de la tribu de los polanos occidentales, que habitaba la cuenca del Varta hacia el siglo VI. Su nombre, polanie, deriva a su vez de la palabra protoeslava polo que significa ‘campo’. En algunos idiomas, como el húngaro, lituano, persa, ruso y turco, el nombre del país deriva del de la tribu de los lendianos (lędzianie o lachy), una tribu lechita que habitaba en el extremo sureste de la actual Pequeña Polonia. Este nombre también proviene de la antigua palabra polaca lęda, que significa llanura. En polaco, el nombre ceremonial de su propio país es el único que utiliza el término Rzeczpospolita con el significado de «república», para las repúblicas extranjeras utilizan Republika. La historia de Polonia abarca tanto la historia del actual Estado de Polonia, como las pasadas entidades políticas y sociales de la región, hasta las antiguas poblaciones prehistóricas. Los pueblos eslavos pueblan este territorio desde hace 1500 años y la historia de Polonia como Estado abarca casi un milenio. El territorio de Polonia ha variado enormemente durante su historia. En el siglo XVI durante la Mancomunidad polaco-lituana formaba al estado más grande de Europa, antes de la expansión del Imperio ruso. Posteriormente no existió un estado polaco independiente. Polonia recuperó su independencia en 1918, después de más de un siglo de ser gobernada por sus Estados vecinos, pero sus fronteras fueron alteradas nuevamente después de la Segunda Guerra Mundial.
Prehistoria La prehistoria y protohistoria de Polonia abarca desde la aparición de los humanos en el terreno que ocupa la actual Polonia hasta el establecimiento del Estado polaco en el año 966. Aunque cubre al menos miles de años, tenemos solo una limitada cantidad de información sobre este período a nuestro alcance. El uso del idioma escrito en Polonia empezó con la llegada de la cristiandad después del 966. Las investigaciones científicas sobre esta etapa están basadas principalmente en métodos arqueológicos y en numerosos escritos medievales. 966-1385 Durante la Edad Media, se encontraba dividida en varios grupos rivales de los cuales destacaban los vislanos y polanos, que vieron como su poder aumentó con el dominio de las rutas mercantiles. A finales del siglo X, los polanos dirigidos por la dinastía Piast, unificaron el territorio. Durante el gobierno de Miecislao I (960-992) se mantiene dicha unificación que abarcaba desde el Óder al Vístula y además se aproxima al resto de Europa con su conversión al cristianismo con lo cual se constituye como provincia eclesiástica autónoma en el año 1000. Poco después del año 1000 Polonia era un reino poderoso que se extendía desde Sajonia a las tierras de Kiev. En el siglo XIII la fragmentación interna provoca la erosión del estado inicial, pero a lo largo del siglo se consolida la base de un nuevo estado dominante que estaba por llegar. 1385-1795 La dinastía Jogalia de 1385-1569 formó la Mancomunidad polaco-lituana comenzando con el gran duque lituano Jogalia. La amistad probó ser beneficiosa para los polacos y lituanos, que jugaron el papel dominante en uno de los imperios más importantes de Europa por los siguientes tres siglos. La asociación produjo pronto beneficios en 1410 cuando las fuerzas de Polonia-Lituania derrotaron a los Caballeros Teutónicos en la batalla de Grunwald durante la guerra polaco-teutónica, venciendo por fin en el largo forcejeo con los cruzados renegados. La nueva dinastía polaco-lituana, llamada "Jagiellon" por su fundador, continuó aumentando sus dominios durante las décadas siguientes. A finales del siglo XV, representantes de los Jagiellon reinaron en Bohemia y Hungría así como Polonia-Lituania, estableciendo el gobierno de su familia sobre virtualmente toda Europa Oriental y Europa Central. El Nihil novi, acta adoptada por el Sejm en 1505, transfirió más poder legislativo al Sejm que al monarca. Este evento marcó el principio del período llamado la "Mancomunidad de los nobles" cuando el estado era gobernado por "libres e iguales" la szlachta. La Unión de Lublin de 1569 estableció a la Mancomunidad polaco-lituana como un participante muy influyente de la política europea y cultural como entidad. La creación de la mancomunidad por la Unión de Lublin en 1569 fue una de las proezas de Segismundo II Augusto, último rey de la dinastía Jagellón. Su muerte en 1572 fue seguida por tres años de interregno, durante el cual se hicieron ajustes al sistema constitucional, que incrementó el poder de la nobleza (szlachta) y estableció una monarquía electiva. La mancomunidad alcanzó su apogeo en la primera mitad del siglo XVII. Su poderoso Parlamento (Sejm) estaba dominado por los nobles, que los llevó a la Primera Guerra del Norte, arrasando el país por el largo conflicto religioso, devastando la mayor parte de la Europa contemporánea. La mancomunidad pudo detener al Zarato ruso, Suecia y vasallos del Imperio otomano, y al mismo tiempo lanzar una ofensiva expansionista contra sus vecinos. Durante las varias invasiones a Rusia (1605-1618), debilitada por el Tiempo de problemas, las tropas de la Mancomunidad tomaron Moscú del 27 de septiembre de 1610 al 4 de noviembre de 1612, hasta que fueron expulsados por el alzamiento patriótico de Rusia. El poder de la mancomunidad decayó después del doble ataque de 1648. El primer ataque supuso la mayor rebelión cosaca, ayudada por el Kanato de Crimea, en los territorios orientales de “Kresy” que resultó en pedir la protección del zar. En 1651, debido a la creciente amenaza de sus aliados tártaros, el atamán cosaco Jmelnytsky pide al zar Alejo I de Rusia que incorpore Ucrania como un ducado autónomo bajo la protección del Zarato ruso. (1654) Así, agregando influencia en Ucrania, gradualmente suplantan a Polonia. El otro ataque a la mancomunidad fue la invasión sueca en 1656 ayudada por Transilvania y Brandeburgo, conocida como la Avalancha. En la segunda mitad del siglo XVII, la debilitada mancomunidad bajo el reinado del rey Juan III Sobieski en alianza con el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, Leopoldo I de Habsburgo, vence al Imperio otomano en la batalla de Viena, que marca el final de 250 años de conflictos entre la Europa cristiana y el islam otomano. Por su resistencia a los avances musulmanes, se ganó el nombre de "Antemurale Christianitatis. En el siglo XVIII, la democracia de los nobles gradualmente declinó en la anarquía, haciendo a esa una vez poderosa mancomunidad vulnerable a las influencias extranjeras. Finalmente todos quisieron una parte de Polonia, y la obtuvieron, borrando a Polonia del mapa en 1795 (particiones de Polonia). La idea de independencia polaca fue guardada hasta el siglo XIX. La localización de Polonia en el centro de Europa se volvió significativa en un periodo en que Prusia y el Imperio ruso estaban intensamente involucrados en las rivalidades y alianzas europeas y los estados modernos se establecían por completo en el continente. 1795-1918 En el desarrollo de la I Guerra Mundial, desde el verano de 1915, Alemania y Austria-Hungría habían ocupado todos los territorios históricamente polacos, gracias a la eficacia de la ofensiva de Gorlice-Tarnów. Los alemanes propusieron la creación de un reino polaco el 5 de noviembre de 1916. La elección de un rey fue pospuesta, siempre considerándose como candidatos a miembros de la nobleza de la Casa de Habsburgo. La independencia de este estado polaco ocupado militarmente era dudosa, y el gobernador general alemán, coronel general Hans Hartwig von Beseler, ejercía el poder de facto. 1918-1939 Con la firma del Armisticio de Compiègne, el gobernador Von Beseler cedió el poder al general polaco Józef Piłsudski el 11 de noviembre de 1918. Esta migración de poder significó el establecimiento del primer estado polaco independiente en más de doce décadas. Luego de una sublevación polaca en territorios de Alemania, Polonia ganó más terreno. En el Tratado de Versalles, se reconoció internacionalmente la independencia polaca, y su frontera occidental fue definida, siendo la creación de un corredor polaco una de las innovaciones más polémicas. Si bien Polonia estuvo en paz con Alemania, su integridad territorial estaba lejos de ser segura. En efecto, algunas regiones pobladas por ucranianos dentro de Austria-Hungría declararon sus intenciones de independizarse bajo el nombre de la República Nacional de Ucrania Occidental, en octubre de 1918. Dichas regiones incluían a Galitzia, la Rutenia Transcarpática y la Bukovina. La República Popular Ucraniana había negociado secretamente dichos territorios con los austro-húngaros desde febrero del mismo año, siendo decepcionada finalmente. La mayoría polaca en Leópolis, capital del nuevo estado, no deseaba formar parte de una Ucrania occidental, e iniciaron un levantamiento antiucraniano. Dicho levantamiento recibió rápido apoyo polaco, lo que motivó a que las dos repúblicas ucranianas se unieran en enero de 1919 (véase guerra polaco-ucraniana). Esta unión fue simbólica, ya que no significó ninguna mejoría para la situación militar de los ucranianos de la Galitzia. Para julio de 1919, los ejércitos ucranianos fueron derrotados y los territorios de la Ucrania occidental fueron asimilados por Polonia. Dicha anexión no sería reconocida por la Sociedad de Naciones hasta marzo de 1923. La República Popular Ucraniana reconoció las ganancias polacas en el oeste, a cambio de recibir apoyo en la ofensiva de Kiev, cuyo objetivo era asegurar la creación de un estado ucraniano con fronteras sólidas antes los bolcheviques. El inicio de la guerra polaco-soviética no entregó los resultados esperados: una contraofensiva soviética devolvió a los polacos a sus fronteras y aún más allá. Para inicios de agosto de 1920, unidades del Ejército Rojo, comandadas por el comandante Mijaíl Tujachevsky, se acercaron a Varsovia, en lo que se consideraba el último paso de la subyugación de Polonia. El resultado de la batalla de Varsovia dio un vuelco sorprendente el 16 de agosto, cuando tropas de reserva al mando del general Józef Piłsudski contraatacaron, expulsando a los soviéticos de Polonia. Una segunda derrota importante en la batalla del río Niemen, motivó a los bolcheviques a proponer un tratado de paz. Polonia, exhausta, aceptó definir una nueva frontera luego de una serie de cortas negociaciones. La nueva frontera fue plasmada en la Paz de Riga. Durante la guerra, los territorios destinados para el Estado ucraniano, fueron absorbidos por Polonia y la recién establecida Ucrania soviética. Polonia también libró dos guerras cortas contra Checoslovaquia y Lituania en 1919 y 1920 respectivamente (véase conflicto fronterizo polaco-checoslovaco y guerra polaco-lituana); ganó la última y logró un arreglo fronterizo en la primera. Aunque la política polaca durante el período de entreguerras estipulaba que la alianza militar con Francia obtenida en los Tratados de Locarno era la mejor garantía contra Alemania y la Unión Soviética, esto no impidió que Polonia firmara pactos de no-agresión con los soviéticos en 1932. Aunque los bolcheviques amenazaron con romper el pacto si Polonia ocupaba territorios checoslovacos durante la crisis de los Sudetes, estas amenazas no se cumplieron, y Polonia anexó Zaolzie y otras regiones con minorías polacas. Este pacto fue reafirmado en 1938. Polonia también firmó un pacto de no-agresión con la Alemania nazi en 1934. Luego de que los polacos se negaran a permitir que la Ciudad libre de Dánzig fuera devuelta a Alemania, Hitler anuló el pacto en abril de 1939. 1939-1945 El 1 de septiembre de 1939, la Alemania nazi invadió Polonia. Dos días después, el Reino Unido y Francia le declararon la guerra al país agresor, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial en Europa. La llanura polaca ofrecía una ventaja para el desplazamiento de los blindados alemanes, aunque los bosques y las carreteras mal construidas eran problemas que hacían más arduo el avance. El 8 de septiembre, los alemanes alcanzaban Varsovia, habiendo penetrado a través de las defensas polacas. Ellos comenzaron el asedio de Varsovia (8-28 septiembre). El 17 de septiembre, la Unión Soviética, siguiendo el protocolo adicional secreto del Pacto Ribbentrop-Mólotov firmado con la Alemania nazi, invadió Polonia desde el este, convirtiendo las defensas polacas en un caos mediante la apertura de un segundo frente. La defensa polaca no aguantaría la lucha en dos frentes a la vez. Un día más tarde, tanto el presidente polaco como el comandante en jefe huyeron a Rumanía. El 1 de octubre, después de un mes de asedio de Varsovia, las fuerzas hostiles entraron en la ciudad. Las últimas unidades polacas se rindieron el 6 de octubre. Polonia, sin embargo, nunca se rindió oficialmente a los alemanes. Algunas tropas polacas se fueron a países vecinos. Los ejércitos germanos y soviéticos no se atacaron entre sí, y se dividieron Polonia, como habían acordado en el Protocolo adicional secreto del Pacto Ribbentrop-Mólotov. En la Polonia ocupada por Alemania, rápidamente la calidad de vida de los polacos, especialmente de los judíos de Polonia, se empezó a deteriorar, ya que la ideología nazi los calificaba como infrahumanos. En la lado soviético, la población también fue humillada, en este caso no por su raza, sino por su afiliación política. En la llamada masacre de Katyn, miles de oficiales polacos fueron ejecutados en masa. Como consecuencia de la Campaña de Septiembre, la Polonia ocupada consiguió crear un poderoso movimiento de resistencia y contribuyó con fuerzas militares significativas al esfuerzo aliado durante el resto de la Segunda Guerra Mundial. En agosto de 1944, comenzó el alzamiento en Varsovia. El alzamiento de Varsovia tuvo lugar durante la ocupación nazi de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Fue planificado por el Armia Krajowa o Ejército Territorial, que representaba al gobierno constitucional en el exilio. Formaba parte de la llamada Operación Tempestad, cuyo objetivo era liberar Polonia antes de que lo hiciera la Unión Soviética. Las tropas polacas sostuvieron durante 63 días el asedio alemán, pero ante la falta de apoyo aliado, finalmente fueron superadas por las mucho mejor equipadas tropas alemanas. El final de la contienda se saldó con 250.000 civiles de Varsovia muertos, la mayoría ejecutados, y más del 85 % de los edificios de la ciudad destruidos. Alemania administró el núcleo de los territorios polacos bajo su control bajo la forma del Gobierno General, siendo anexados a Alemania las regiones más occidentales. Las fuerzas de la Alemania nazi fueron forzadas a retirarse por el Ejército Rojo y voluntarios polacos, creándose en la posguerra la República Popular de Polonia, Estado socialista estrechamente aliado con la Unión Soviética. Sus fronteras, establecidas en la Conferencia de Potsdam, sufrieron un cambio drástico, ya que la "Línea Curzon A", establecida en el este, despojó a Polonia de territorios que recuperó en el oeste bajo la "Línea Oder-Neisse", a expensas de Alemania. |
La línea Curzon. |
La línea Curzon fue una propuesta de frontera entre Polonia y la Unión Soviética. Debe su nombre al secretario de Estado de Asuntos Exteriores del Reino Unido, lord Curzon, quien la planteó como una probable frontera de tregua durante la guerra ruso-polaca de 1919-1920 (8 de diciembre de 1919). Debía servir de base para las negociaciones entre las dos naciones enfrentadas. Tras la derrota soviética frente a Varsovia a mediados de agosto de 1920, su proyecto no fue aceptado, y el último tratado de paz de 1921 (18 de marzo de 1921) le concedió a la Segunda República Polaca casi 135.000 km² de territorio hacia el este de dicho confín. La línea partía de Grodno en el norte, hasta Brest para seguir luego el curso del Bug y terminar en los Cárpatos. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la URSS reavivó la propuesta línea divisoria, exigiendo de vuelta todo el territorio cedido. El 16 de agosto de 1945, un tratado soviético-polaco, el Acuerdo fronterizo polaco-soviético de agosto de 1945, fijó como frontera entre ambas naciones un límite equivalente al de la línea Curzon. George Nathaniel Curzon, I Marqués Curzon de Kedleston, (11 de enero de 1859-20 de marzo de 1925) fue un político conservador británico, que sirvió como virrey de la India y secretario de Estado de Asuntos Exteriores. En 1923 fue considerado como fuerte candidato para suceder al primer ministro Andrew Bonar Law. La línea Óder-Neisse La línea Óder-Neisse marca en la actualidad la frontera entre Polonia y Alemania. Fue definida el 2 de agosto de 1945, cuando la Unión Soviética transfirió el extremo oriental de los antiguos territorios alemanes a la República Popular de Polonia, fundada en julio de 1944. Ello se hizo en uso de la soberanía soviética sobre Alemania Oriental en aquel momento, que siguió a la derrota de Alemania en la II Guerra Mundial. Significó la pérdida de grandes territorios históricamente alemanes, y se hizo para compensar a Polonia por la ocupación soviética del este del país en 1939, que se consagró como definitiva por la comunidad internacional por un acuerdo firmado el 16 de agosto de 1945. La frontera sigue los ríos Óder y Neisse, pero se desvía hacia el noroeste al acercarse al mar Báltico, para englobar también en Polonia las ciudades de Świnoujście y Szczecin. Alemania Occidental no renunció oficialmente a la guerra para recuperar los antiguos territorios perdidos hasta mediados de la década de 1970. Finalmente, la Alemania reunificada reconoció oficialmente la línea de control con Polonia como frontera internacional de pleno derecho el 15 de marzo de 1991, mediante un tratado hexapartito firmado también por Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia, el Reino Unido y Polonia. Mediante este mismo tratado, a cambio, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Unión Soviética renunciaron permanentemente a todos los derechos que retenían sobre la ciudad de Berlín en favor de Alemania. |
República de las Dos Naciones. |
La República de las Dos Naciones, oficialmente conocida como Reino de Polonia y Gran Ducado de Lituania y también conocida como Polonia-Lituania o Primera República Polaca, fue una unión real federativa entre el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania, que existió desde 1569 hasta 1795. Este estado estuvo formado por la unión entre los dos países más grandes y más poblados de la Europa de los siglos XVI al XVII. En su apogeo a principios del siglo XVII, la Mancomunidad abarcaba casi 1 000 000 kilómetros cuadrados (386 100 mi²) y conformaba una población multiétnica de aproximadamente 12 millones en 1618.Los idiomas oficiales de la Mancomunidad eran el polaco y el latín, siendo el catolicismo la religión estatal. La Mancomunidad fue establecida como una entidad única por la Unión de Lublin el 1 de julio de 1569. Las dos naciones habían estado previamente en una unión personal desde el Acuerdo de Krewo de 1385 y el posterior matrimonio de la reina Eduviges de Polonia con el gran duque Vladislao de Lituania. quien fue coronado iure uxoris rey de Polonia. Su descendiente, Segismundo II Augusto, impuso la fusión para fortalecer las fronteras de su dominio y mantener la unidad mientras no tenía hijos. Su muerte en 1572 marcó el fin de la Dinastía Jagellón e introdujo una monarquía electiva, tras la cual los miembros de familias nobles nacionales o dinastías externas fueron elegidos para el trono de por vida. El sistema político de la mancomunidad, llamado Libertad Dorada, se caracterizaba por la limitación del poder del monarca por las leyes y la cámara legislativa (Sejm) controlada por la nobleza de Polonia y Lituania (Szlachta). Este sistema fue el precursor de los conceptos modernos de democracia, monarquía constitucional, y federación. El ducado de Varsovia, establecido en 1807, rastreó sus orígenes en la Mancomunidad. Otros momentos aparecieron durante el Levantamiento de Enero (1863-1864) y ya en la década de 1920, en la cual Józef Piłsudski intenta crear una federación llamada Międzymorze (entre los mares), con Lituania y la Ucrania de Simon Petliura. Hasta ahora, Polonia se considera a sí misma como la sucesora de la Mancomunidad mencionada, mientras que la República de Lituania anterior a la Segunda Guerra Mundial se distancia de la asociación, de la cual considera que no había sido de un beneficio histórico su existencia. |
Política Internacional. |
La geopolítica de Polonia está marcada por su posición estratégica entre Alemania y Rusia, lo que históricamente la ha convertido en una zona de paso y conflicto. Actualmente, es un actor clave en el flanco oriental de la OTAN, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania en año 2022, y se rearma con un gasto militar elevado para hacer frente a la amenaza rusa. Polonia también es una potencia regional emergente con un papel creciente en la Unión Europea, aunque enfrenta desafíos demográficos y la necesidad de adaptar su modelo económico y estrategia geopolítica.
Corredor estratégico: Ubicada en la gran llanura septentrional europea, Polonia sirve como un corredor natural entre Europa Occidental y Rusia. Histórico Estado tapón: Su posición entre potencias, históricamente entre alemanes y rusos, ha sido una fuente de vulnerabilidad y un factor determinante en su política. Fronteras clave: Comparte fronteras con el enclave ruso de Kaliningrado y Bielorrusia, un aliado clave de Rusia, lo que la pone en la primera línea de la tensión geopolítica. «Desde hace cuatro siglos, dos naciones han desempeñado, por encima de todas las demás, un papel abnegado en la civilización europea; estas dos naciones son Francia y Polonia (…) Francia disipaba las tinieblas, Polonia repelía la barbarie; Francia difundía las ideas, Polonia cubría la frontera. El pueblo francés fue el misionero de la civilización en Europa; el pueblo polaco fue su caballero». En estos términos celebró Victor Hugo a estas «dos hermanas que lucharon juntas por la civilización europea» 1 en un memorable discurso ante la Cámara de los Pares en 1846. En aquella época, Polonia estaba dividida entre Rusia, Prusia y Austria. En 1683, Polonia debió su salvación a la intervención de un rey polaco, Juan III Sobieski, que derrotó a los ejércitos otomanos que asediaban Viena. Victor Hugo lo consideró el salvador de la civilización europea: «Frente a una formidable invasión de la barbarie, Polonia tuvo a Sobieski como Grecia tuvo a Leónidas». 1.-Discurso pronunciado ante la Cámara de los Pares el 19 de marzo de 1846, tras la represión por Austria de un levantamiento en Cracovia y Galitzia. Polonia se erige como nueva potencia militar de Europa ante la amenaza rusa. El país ya está en vías de convertirse en la principal potencia militar de Europa del este; los recientes sobrevuelos de drones rusos estarían relacionados con este desarrollo. 4 de octubre de 2025 LA NACIÓN Luisa Corradini PARÍS.– Si bien Ucrania es hoy el principal objetivo bélico de Vladimir Putin, por haberse negado a someterse a la autoridad de Moscú, lanzando la revolución de Maidan y derrocando a Viktor Yanukóvich, presidente títere subordinado a Moscú, Rusia ha alimentado durante mucho tiempo un resentimiento particular hacia Polonia. Pero la actual situación, a pesar de su dramatismo, podría ser la ocasión para Varsovia de acelerar su voluntad de poderío económico y militar.
Algunos historiadores afirman que Josef Stalin odiaba a Polonia. La principal razón residía probablemente en el orgullo y el deseo de libertad de los polacos. En ese sentido, el mes de agosto de 1920 marcó un punto de inflexión histórico, conocido como el “milagro del río Vístula”. Durante la batalla de Varsovia, las fuerzas polacas de Josef Pilsudski aplastaron inesperadamente a la horda rusa de Mijail Tujachevski, deteniendo el avance del Ejército Rojo hacia el oeste y asegurando así la independencia de Polonia. Ese fue, para los rusos, un “error imperdonable” de los polacos. Años después, Stalin y Hitler se repartieron Europa en esferas de influencia y Polonia fue invadida por ambos lados. En agosto de 1944, cuando estalló un levantamiento en la Varsovia ocupada por los nazis, los soviéticos, estacionados en la orilla opuesta del Vístula, se negaron a brindar ayuda, dejando que la rebelión fuera reprimida en forma sangrienta. La razón: el levantamiento había sido organizado por el Armia Krajowa (“Ejército del interior”, el movimiento de resistencia más importante de Polonia bajo la ocupación alemana), que no obedecía a Moscú. En 1943 los alemanes descubrieron la masacre de Katyn. En 1940, la policía secreta soviética (NKVD), asesinó a cerca de 22.000 oficiales polacos y más de 6000 civiles. Hasta la perestroika de Mijail Gorbachov, los soviéticos intentaron hacer recaer la responsabilidad en los alemanes. A menudo se afirma retrospectivamente que el movimiento sindical independiente polaco “Solidaridad”, dirigido por Lech Walesa, originó el colapso de todo el sistema socialista en Europa y la caída de la Unión Soviética. Para Vladimir Putin, eso basta para despreciar a los polacos. Después de todo, a su juicio, el colapso de la Unión Soviética fue la “mayor catástrofe geopolítica” del siglo XX. Pero los tiempos han cambiado. Hoy, la guerra arde en Ucrania, y Polonia es el principal país de tránsito por el que la ayuda militar occidental llega a Kiev. Para muchos expertos, los sobrevuelos de drones sobre territorio polaco son una forma de evaluar la posibilidad de alcanzar Rzeszów, el principal centro neurálgico de esas entregas. En todo caso, Rusia sabe muy bien que Polonia está en vías de convertirse en la principal potencia militar de Europa del este. A partir de 2022, en reacción a la invasión de Ucrania, Varsovia se ha embarcado en un ambicioso programa para aumentar en forma exponencial sus capacidades militares. Consagrando más del 4 % de su presupuesto a la defensa y con el objetivo de construir el primer ejército de tierra de Europa, ese país se impone como una excepción en el panorama de seguridad europeo y como uno de los actores principales de la zona euroatlántica. Este aumento de poder se inscribe y culmina una transformación casi continua del instrumento militar desde la transición democrática tras la caída del muro de Berlín. A principios de los años 1990, Polonia realizó una reorientación completa de todas sus políticas. La caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS le permitieron contemplar su “retorno hacia Occidente”, simbolizado por la adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999 y a la Unión Europea (UE) en 2004. Desde entonces, la política de defensa de Polonia se ha caracterizado por algunas constantes importantes, especialmente la importancia de la relación transatlántica a través de la OTAN y la relación bilateral con Washington, que no ha conocido verdaderos conflictos o distanciamientos desde principios de los años 1990. “Otra constante es la inversión en defensa, ya que Varsovia considera que su seguridad también debe basarse en un instrumento militar creíble. Es en este sentido que debe entenderse la dinámica de rearme iniciada desde la adopción de la Ley de Defensa de la Nación en febrero de 2022”, estima el general Michel Yakovleff, exvicejefe de estado mayor del Shape (OTAN). Frente a una amenaza rusa considerada como mayor desde la anexión de Crimea en 2014, Polonia adopta una estrategia de aumento de poder militar caracterizada por la masa y la urgencia de las adquisiciones, así como un aumento de sus efectivos para alcanzar los 300.000 militares —profesionales, reservistas y voluntarios— para 2035. Este rearme privilegia las componentes aeroterrestres en detrimento de la marina, que sigue siendo una asignatura pendiente, ya que Varsovia no busca desarrollar un modelo de ejército completo. “El objetivo es construir una disuasión convencional creíble para compensar la ausencia de disuasión nuclear independiente frente a una Rusia más agresiva que nunca. Este objetivo es tanto más ambicioso cuanto que se distingue de una tendencia europea más orientada hacia la consolidación y el fortalecimiento que hacia la masificación de las fuerzas armadas”, dice Yakovleff. Para alcanzarlo, Polonia se beneficia de un consenso político transpartidista, así como de una fuerte vitalidad económica e industrial. Sin embargo, sufre de una demografía en declive que podría poner en peligro sus ambiciones. A pesar de todo, aunque estas solo se cumplieran a medias, Polonia ya dispondría del primer instrumento militar de Europa en el ámbito aeroterrestre, reforzado y modernizado en profundidad. Esta evolución de capacidades debería permitir a Varsovia inclinar el centro de gravedad militar europeo a su favor, convirtiéndose en un actor imprescindible en el teatro del este de Europa y dentro de la OTAN. Si bien muchos especialistas afirman que Polonia tendrá ciertas dificultades para lograr plenamente sus objetivos —sobre todo debido a las dificultades de reclutamiento provocada por una sombría situación demográfica, con una tasa de fertilidad particularmente baja—, la economía polaca sigue siendo una de las más dinámicas de Europa, con perspectivas favorables que deberían permitirle sostener total o parcialmente las ambiciones militares del país. “En cuanto a los problemas de reclutamiento, los polacos están ampliamente convencidos de que es necesario fortalecer su defensa nacional frente a la amenaza rusa: los reclutamientos alcanzaron un nivel récord en 2022. Aunque hay que relativizar el entusiasmo de la sociedad polaca por los ejércitos, los problemas de reclutamiento podrían ser menores que en otras partes de Europa. Pero es probable, en todo caso, que Varsovia no cumpla a largo plazo todos sus objetivos de reclutamiento, como reconoció el nuevo ministro de Defensa a finales de 2023”, analiza Aurélien Duchêne, encargado de estudios en EuroCréative. Pero, aunque se diera el escenario de una revisión a la baja de sus pedidos de armamento, Polonia está asegurada de acceder a un nuevo liderazgo en Europa y en la OTAN. “Incluso si Varsovia tuviera que dotarse de dos o incluso tres veces menos tanques nuevos o piezas de artillería, sus adquisiciones en esta materia seguirían siendo muy superiores a las que hoy prevén Francia, Alemania o el Reino Unido”, señala Yakovleff. De hecho, si todos los pedidos de armamento previstos por Varsovia se materializaran, Polonia alinearía hacia 2030 —último año de la ley de programación militar francesa 2024-2030— siete veces más tanques modernos que Francia, entre siete y diez veces más piezas de artillería comparables, al menos 20 a 25 veces más sistemas de ataques en profundidad —hasta 37 veces si Polonia adquiere unos 200 HIMARS y cerca de 60 veces más si Varsovia ordena todos los sistemas que ambiciona—, y potencialmente más helicópteros de ataque, sin contar un número mucho mayor de sistemas de defensa aérea terrestre. Si Polonia redujera a la mitad la magnitud de sus programas de armamento, aún estaría en camino de disponer al final de la década de cerca de cuatro veces más tanques, cinco veces más cañones y de 12 a 30 veces más lanzacohetes múltiples. Al disponer a través de sus fuerzas terrestres de una masa y un volumen sin igual en Europa —todo esto con equipamientos modernos—, Polonia se distinguirá por su preparación para un conflicto mayor.
A su juicio, mientras que la prioridad de la defensa europea es hoy la preparación para un posible conflicto mayor, que los miembros europeos de la OTAN buscan disuadir con la esperanza de no tener que resignarse a él, “Polonia está en camino de adquirir un liderazgo europeo en esta materia, cuando Francia aún no dispondrá, al término de la actual ley de programación militar, de un formato de ejército dimensionado para este tipo de conflicto”. Por Luisa Corradini Un voivodato.
Un voivodato (en polaco: województwo; en plural: województwa) es la subdivisión administrativa de más alto nivel de Polonia. El término se ha utilizado desde el siglo XIV y se traduce comúnmente como provincia o estado. La autoridad administrativa a nivel de voivodato se comparte entre un gobernador designado por el gobierno llamado voivoda (wojewoda), una asamblea electa llamada sejmik y una junta ejecutiva (zarząd województwa) elegida por esa asamblea, encabezada por un mariscal del voivoda (marszałek województwa). Los voivodatos se dividen además en powiats (condados) y gminas (comunas o municipios). |
Entrevista. Tim Marshall: "Será Polonia, y no España, quien liderará la nueva Europa junto a Francia y Alemania" El autor del superventas 'Prisioneros de la geografía' publica diez años después una nueva edición revisada y actualizada: "Todo lo que está sucediendo ahora, incluida la inteligencia artificial, sigue estando preso del marco de mis diez mapas", afirma Daniel Arjona Martes, 18 noviembre 2025 Como si los ejecutivos de Pepsi aparecieran de repente en una reunión del consejo de administración de Coca-Cola después de haber estado escuchando media hora debajo de la mesa. Así describe Tim Marshall la escena de octubre de 2006 en la que un submarino de ataque chino emergió, silencioso y sin previo aviso, en medio de un grupo de combate del portaaviones estadounidense Kitty Hawk. Estaban al alcance de sus torpedos. El mensaje de Pekín fue inequívoco:
Esta es solo una de las reveladoras historias que el veterano periodista Tim Marshall despliega en Prisioneros de la geografía (Península), el clásico superventas que cambió la forma en que millones de lectores entendían la política mundial a través de diez mapas. Diez años después de su prestigiosa publicación original de 2015, Marshall actualiza esta influyente obra para demostrar por qué, pese al auge de la IA, las crisis climáticas o las guerras espaciales, la geografía -los ríos, las montañas, los desiertos y los mares- sigue siendo la prisión que "encarcela a sus líderes" y dicta nuestro destino. 'Prisioneros de la geografía' salió en 2015, en plena resaca de la crisis financiera, antes de Trump, del Brexit, de la invasión de Ucrania de 2022 y del boom masivo de la IA... y sin embargo, ha seguido vendiendo como si no hubiera mañana. ¿Cuál diría que es la razón de su éxito? Cuando escribes de una manera accesible, sin usar el lenguaje académico, e intentas explicar el contexto de los asuntos de actualidad dentro de un marco que se sustenta en la geografía y muchos otros factores políticos, ideas, demografía, tecnología... entonces un mundo complejo se vuelve más fácil de entender. En aquella época, todavía estábamos en el período posterior a la Guerra Fría, tratando de acostumbrarnos a nuestro nuevo mundo. Así que creo que proporcionó un marco de comprensión en un momento, y ahí es donde tuve suerte, en que la gente buscaba formas de entender la nueva era. Diez años después, vuelve sobre esos diez mapas. ¿Qué partes han envejecido mejor y en qué diagnósticos reconoce que la realidad le ha corregido el tiro? Bueno, los mapas son los mismos porque la geografía no ha cambiado, claro. No diría que me equivocara, pero no querría parecer infalible. Sobreestimé la voluntad china de crear un segundo canal de Panamá. Me quedé corto en lo rápido que se expandiría la IA. Y probablemente tampoco escribí lo suficiente sobre el cambio climático. Pero, dicho esto, yo diría que las tendencias que señalaba en 2015 se han cumplido. Dije que "una unión cada vez más estrecha" de la Unión Europea estaba muerta: lo mantengo. Dije que Estados Unidos seguiría siendo la mayor potencia: lo es. Dije que Rusia no había terminado con Ucrania y que volvería. Dije que avanzaríamos muy lentamente hacia una nueva forma de bipolaridad y Guerra Fría. Y creo absolutamente que todo eso ha sucedido. Hay algunas cosas nuevas ahora, nuevas tendencias y marcos que se han hecho evidentes, pero forman parte de la continuidad. Y volviendo a lo básico, todo lo que está sucediendo ahora, incluida la inteligencia artificial, sigue preso del marco de la geografía. Menciona en el libro su experiencia en los Balcanes en los 90 como su gran epifanía geopolítica. ¿Ver el barro y la sangre fue lo que le hizo desconfiar permanentemente de las grandes teorías sobre el "fin de la historia"? Sí. Lamentablemente, preferiría no estar en el bando realista, aunque me gusta pensar en mí mismo como un realista romántico. Pero lo que los Balcanes y todos los demás conflictos me enseñaron fue que la historia no termina de ninguna manera. Que, me temo, las emociones humanas del miedo, los celos, el orgullo nacional, el orgullo racial o el fanatismo religioso pueden ser cartas más fuertes para jugar en manos de gente malintencionada que las cartas del liberalismo, la democracia o los valores universales. Lamentablemente, se necesita un poder duro para defenderlos. Si quieres aferrarte a tus visiones blandas del mundo, debes atemperarlas con realismo. "Si miras un mapa de Polonia y lees la historia de lo que ha sucedido allí, sabes que ellos deben ser un país poderoso porque no tienen otra elección" Abre la introducción original con Vladímir Putin lamentando la falta de montañas en Ucrania. Diez años después, esa anécdota se ha convertido en la tragedia central de Europa. ¿El mapa ruso es una tragedia determinista de la que Putin, como prisionero de su geografía, no podía escapar? La única forma de escapar sería proceder como hicieron los europeos después del shock y la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, cuando las democracias se unieron. Pero nunca ha habido democracia en Rusia y no hay ninguna posibilidad en el futuro cercano, o incluso a medio plazo, de que se convierta en una democracia liberal. Cuando tienes líderes tan despóticos, no hay forma de escapar, incluso si de alguna manera, si Dios quiere, podemos poner fin a esta guerra con suficientes garantías para que Ucrania se sienta segura. Pero si terminamos esta guerra sin garantías de seguridad para Ucrania, no disfrutaremos de más de cinco años de tranquilidad. Los europeos occidentales, olvidando la historia y la geografía del continente, parecen pensar que los últimos 30 años de prosperidad y paz eran la norma, el modelo para el futuro. Es una mala lectura de 2.000 años de historia tomar solo estos 30. Es un trabajo en curso superar lo peor de la naturaleza humana, pero pensar que ya lo hemos logrado es muy ingenuo. Su capítulo sobre el Ártico era casi ciencia ficción en 2015, pero ahora se ha convertido en una realidad candente. El deshielo está creando nuevas rutas marítimas y un nuevo "Gran Juego". Usted describe la abrumadora ventaja de Rusia allí. ¿Ha ganado Putin esta guerra antes de que empezara? No creo que Putin haya ganado esta competición, y no guerra, antes de que haya empezado. Pero se halla en la mejor posición por la geografía, porque tiene 35 rompehielos y porque si el casquete polar se derrite, abre la ruta comercial del Mar del Norte. Esto se veía venir en 2015, y se ha acelerado. Las naciones de la OTAN han leído este futuro un poco tarde, diría yo, y ha hecho falta el shock de Ucrania para hacerlas concentrarse. Lo que llamamos el "Alto Norte" es ahora central en su pensamiento. Todo el centro de gravedad de la OTAN se ha desplazado hacia el norte y el este. Las páginas sobre Oriente Medio despliegan un catálogo de fronteras artificiales y desastres inevitables, con el acuerdo Sykes-Picot como el villano principal. Culpar a un par de diplomáticos europeos con un lápiz, ¿no es demasiado fácil? ¿No son las divisiones teológicas y tribales, mucho más antiguas que esos mapas, las verdaderas prisiones de la región? Estoy de acuerdo con la mayoría de lo que dice, pero no con la idea de que yo considere Sykes-Picot como un chivo expiatorio. Porque Sykes-Picot es un atajo para referirme a todoel colonialismo, que es uno de los principales factores de la inestabilidad. Hasta que llegamos nosotros, los británicos, nadie en la historia había considerado a Irak como un país. Siempre se había gobernado como tres regiones claramente diferentes. Y entonces les dijimos a esa gente: "Sois un país", y luego huimos y dijimos: "Arregláoslas". Pero es cierto que ya se mataban entre sí antes de que llegáramos. En Oriente Medio, durante siglos, ha habido conflictos basados en el tribalismo, el faccionalismo y las divisiones religiosas. Yo he intentado exponer ambas cosas.
Cita la 'trampa de Tucídides': el miedo de Esparta al auge de Atenas como analogía del miedo de EEUU al ascenso chino. ¿Cree que en Washington y Pekín han leído a Tucídides... o van directos a repetirlo? Incluso si no han leído a Tucídides, especialmente en el griego original, no significa que no sean conscientes del concepto. Es una lección de la historia para no cometer los mismos errores. A menos, claro, que seas tan belicoso que realmente estés de acuerdo con la idea: "Ataca ahora antes de que tu enemigo sea más fuerte". Dicho esto, vivimos tiempos diferentes. Hoy la economía mundial es muy diferente a la de Atenas y Esparta. Y hay muchas buenas razones para no luchar. La economía es un factor de contención, más para los chinos que para los estadounidenses. Si hay una guerra importante en el Mar de China Meridional, habrá una recesión mundial. No compraremos sus productos y tendrán graves problemas internos. Pero no es menos cierto que la gente decía en 1912 que Gran Bretaña y Alemania nunca lucharían entre sí debido a la economía... ¿Es esta nueva 'Guerra Fría Bipolar', como la llama, un simple refrito de la anterior, o la geografía del Mar de la China Meridional y Taiwán la hace fundamentalmente más peligrosa y explosiva que la vieja llanura alemana? Ese es precisamente el argumento central de esta edición de aniversario que ha sido reescrita de forma bastante sustancial. Ya no estamos en la era posterior a la Guerra Fría. Todos entendimos la Guerra Fría y nos acostumbramos a la era posterior, pero ya hemos salido de ella. Fue un proceso gradual, pero si queremos ponerle una fecha, creo que el 20 de enero, el día de la investidura de Donald Trump en 2017, sería el día. La era post-posterior a la Guerra Fría aún no tiene nombre: "El retorno de la política de las grandes potencias", "Realismo 2.0"... Llámalo como quieras. En esta nueva era, los estadounidenses han decidido claramente que el Indo-Pacífico es el centro del mundo. Si los rusos han demostrado que de momento no pueden ni llegar a Kiev, y mucho menos al Atlántico, ¿a quién le importa Europa? Eso explica la visita a Europa del vicepresidente J.D. Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero. Agarró a cada país europeo por el cuello, les dio unas bofetadas, los arrojó de vuelta a la silla y dijo: "O pagáis para defenderos, o nos vamos". Y nos quedamos impactados. No deberíamos. Todos los presidentes desde Eisenhower nos han dicho que paguemos más. Obama nos llamó "gorrones". Pero ellos eran educados, creían en la contención estratégica, y entendían el argumento de que era útil para ellos ser "el primero entre iguales". Una frase tonta, porque no éramos iguales. A los nuevos estadounidenses del MAGA ya no les importa ser educados. ¿Ya no es útil hablar de "Occidente"? "Guerra Fría" y "mundo bipolar" son frases útiles porque las entendemos, pero siempre y cuando mencionemos las novedades. En la Guerra Fría anterior, ¿a quién le importaba lo que fabricaban los rusos? No queríamos sus tractores. Pero en esta Guerra Fría, oh, nos importa mucho lo que fabrica China. Del otro lado, ¿qué vemos? Occidente es un concepto anticuado porque el centro se ha movido. El nuevo orden liderado por Estados Unidos son las democracias industrializadas avanzadas. Y entonces incluyes a Corea del Sur, Taiwán y Japón. Por cierto, esos lugares son mucho menos hostiles a los estadounidenses del MAGA y a Trump de lo que lo somos nosotros. Decimos que Estados Unidos se está aislando. No, realmente no lo está haciendo. Mire los derechos de establecimiento de bases que Filipinas ha firmado con ellos. Todo esto es muy incómodo para nosotros. Debemos acostumbrarnos y tomar nuestras decisiones. Somos perfectamente capaces de crear un ejército europeo de primera clase mundial, pero no lo vamos a hacer. Así que será mejor que mantengamos cerca a nuestros amigos estadounidenses. "La primera investidura de Trump marcó el final de la era posterior a la Guerra Fría. En esta nueva era sin nombre EEUU ha decidido que el Indo-Pacífico es el nuevo centro del mundo" Describe a España como un país "en apuros", geográficamente "marginado" del núcleo europeo por los Pirineos y sus ríos cortos. Desde esa perspectiva cruda, ¿está España condenada a ser perpetuamente la periferia de Europa, un lugar fantástico para turistas pero irrelevante para el eje de poder? Vuestra geografía siempre os frenará, pero eso no quiere decir que no seáis una gran potencia europea. Por supuesto que lo sois. Y vuestro éxito desde finales de la década de 1970 ha sido fantástico. Pero esas rutas comerciales que tenéis todavía os frenan. Si tengo algunas mercancías en Bruselas y quiero venderlas, es mucho más fácil llevarlas a Múnich que a Madrid. Especialmente por agua, que es más barato. Otro problema con el agua es que, si quieres ser una potencia en IA, necesitas no solo generar una gran cantidad de electricidad, sino también una gran cantidad de agua para enfriar la tecnología que genera electricidad, para tener la cantidad de poder de IA para ser un estado potencia en IA. Y vosotros conocéis mejor que yo vuestros problemas con el agua. Así que esto también os limitará en esta nueva era. Nosotros, los británicos, solíamos ser parte del E-3 de la UE: Francia, Alemania, Gran Bretaña. El nuevo E-3 de la UE no será Francia, Alemania, España: será Francia, Alemania y Polonia. ¿Polonia? Polonia es la potencia emergente. Polonia, y no España, liderará la nueva Europa junto a Francia y Alemania. Polonia tiene probablemente ya el segundo mejor ejército de la UE. Y su economía sigue creciendo. ¿Y sabe por qué? En parte es por la geografía. Miras un mapa, y luego miras la historia que ha sucedido en ese mapa, y sabes por qué ellos deben ser un país poderoso. No tienen elección. Portugal puede permitirse no tener un gran y poderoso ejército. Polonia no puede. Espero no haber parecido hostil hacia España. Es un lugar fantástico. Me encanta. Estuve allí este año durante dos semanas encantadoras. Pero... no veo cómo puede... Es difícil que se convierta en una de las tres potencias líderes en Europa debido a dónde está. En otro libro que escribí llamado El poder de la geografía, hay un capítulo entero sobre España. Y mucha gente me preguntó: "Escribes sobre 10 países o áreas importantes en este nuevo libro. ¿Por qué España?". Todo el mundo me lo preguntó y dije: "Porque España es la gran potencia de Europa sobre la que creo que menos sabemos". La conocemos por el turismo, las corridas de toros y el Real Madrid y el Barça, pero no conocemos su poderosa armada, su importancia geopolítica. No la entendemos en esos términos, y por eso escribí un capítulo entero sobre España. Intentaré no deprimirme. Añado que preferiría vivir en España que en Gran Bretaña, si pudiera elegir. Después de leer esta actualización, me queda una duda. Su tesis es que la geografía es el factor determinante. Pero, ¿no es esto una visión profundamente fatalista? Al priorizar el terreno, ¿no está usted minimizando el poder de las ideas y, sobre todo, la agencia humana? ¿Somos solamente monos sofisticados peleando por ríos y montañas? La respuesta a su última pregunta, si somos monos sofisticados, es sí. Y creo que es importante recordarlo. Pero mencionaste que "la geografía es un factor determinante" y lo que digo con frecuencia en el libro y en otros lugares es que se trata de uno de muchos. El concepto de Prisioneros de la geografía no es que no te permita hacer cosas. Es que lo que puedes y lo que no puedes hacer se hallan dentro de esta prisión. Ya hemos tenido muchos ejemplos. Si la ruta para entrar en Rusia es a través del terreno llano de Polonia... ya sabe, las ideas y la tecnología todavía no han superado eso. Si quieres ser una potencia en IA, que tiene que ver con ideas y brillantez, necesitas agua. Ejemplo tras ejemplo tras ejemplo. Y así, todo lo que estoy argumentando es que, dado que la geografía es uno de los principales factores determinantes, debemos prestarle más atención. Presta atención a la geografía, porque, si no lo haces, no creo que entiendas los otros factores tan bien. |
Larga paz europea. |
La "larga paz europea" se refiere a un período de paz relativa que comenzó en Europa tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, marcado por la creación de la Unión Europea y sus predecesoras. A menudo se le compara con la Pax Romana o la Pax Britannica, pero se diferencia de otros periodos históricos como la Paz Armada, que fue un tiempo de paz aparente entre 1871 y 1914 caracterizado por una intensa carrera armamentística. Características de la Paz Europea post-1945 Énfasis en la cooperación: Los políticos europeos iniciaron un proceso de cooperación para evitar conflictos futuros, sentando las bases de lo que hoy es la Unión Europea. Estabilidad y prevención de conflictos: Se creó un marco de cooperación y se establecieron instituciones como el Consejo de Europa y la Comunidad Europea del Carbón y del Acero para promover la democracia, los derechos humanos y una mayor interdependencia económica. Alianzas de seguridad: La creación de la OTAN en 1949 estableció una alianza de seguridad entre Europa Occidental y Norteamérica, ayudando a mantener la estabilidad en el continente, aunque también dividió Europa en bloques. Pax Europaea. Pax Europaea (por el término histórico Pax Romana, en inglés: 'the European peace' y en español, Paz Europea) es el período de relativa paz experimentado por Europa en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, a menudo asociado sobre todo con la creación de la Unión Europea (UE) y sus predecesores. En la era posterior a la Guerra Fría, esta paz fue aún más evidente debido a la caída de las tensiones políticas. A pesar de que se produjeron varios conflictos armados en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, ninguno de ellos ha sido entre miembros de la UE. La mayoría de estos conflictos se han producido en la ex Yugoslavia y la Unión Soviética, fueron conflictos separatistas y étnicos. La UE fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz de 2012, en reconocimiento a sus esfuerzos por mantener y fomentar activamente la paz dentro de sus fronteras, así como a nivel internacional a través de medios diplomáticos. La Unión Europea está formada actualmente por 27 países (trece de Europa Central y Oriental se adhirieron en el siglo XXI). Además, la mayoría de los países de Europa Occidental que permanecen fuera de la UE están vinculados a ella mediante acuerdos y tratados económicos, como el Espacio Económico Europeo . No ha habido ningún conflicto dentro de la zona de integración desde 1945, lo que lo convierte en el período de paz más largo en el continente europeo occidental desde la Pax Romana . |
POLONIA: CLAVE DE LA NUEVA ARQUITECTURA MILITAR EUROPEA. Publicado por Juan Antonio Sacaluga | May 28, 2025 Polonia celebra este domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El resultado se aventura incierto. El candidato liberal, Rafal Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia, apoyado el gobierno, obtuvo el 31,2% de los votos, frente al 29,7% del nacionalista ultraconservador Karol Nawrocki. Una ventaja de sólo punto y medio, muy por debajo de las expectativas. El nerviosismo cunde en las filas de la coalición liberal-conservadora. Trzaskowski, para ganar, necesita los votos del electorado de izquierda, la moderada y la crítica, que apoyó a dos candidatos distintos en primera vuelta, y aún así es dudoso que le alcanza para convertirse en el candidato más votado. Nawrocki podría contar con el respaldo del universo ultraderechista, dividida en varios partidos, pero unida en torno al propósito de impedir un dominio liberal en el gobierno y en la Presidencia (1). Polonia ha sido, en cierto modo, un espejo deformado del sistema político francés. Aunque es menos presidencialista, ya que el Jefe del Estado en Varsovia tiene menos poderes que en París, su figura no es puramente representativa o conciliadora, como en Italia. El Presidente polaco puede bloquear decisiones del gobierno, que necesita el apoyo de las 3/5 del Sejm (Parlamento) para superar ese veto. Como en Francia, el paisaje político centrista está muy fragmentado, con numerosos partidos pequeños alineados en torno a una fuerza principal necesitada de acuerdos constantes para afirmar su liderazgo. La ultraderecha, aunque dividida también, tiene un representante muy por encima de los demás, el Partido Ley y Justicia. Pero mientras en Francia aún está lejos del Gobierno, en Polonia ya ha disfrutado del Poder y lo ha ejercido con férreo control de las instituciones del Estado y las instancias de representación social. POLONIA CONTRA LA UE En las tres décadas largas transcurridas desde la caída del régimen comunista, la derecha nacionalista y los liberal-conservadores se han alternado en el gobierno. La izquierda sólo tuvo cierto protagonismo a finales de los noventa, con la fallida transformación de los comunistas más aperturistas a la socialdemocracia. Pero desde el cambio de siglo, Polonia ha sido uno de los países más conservadores de Europa. El populismo de signo izquierdista que se ha dejado ver en otros lugares de Centroeuropa es prácticamente inexistente. La derecha ultranacionalista ha dominado el relato político, sólo amenazada por los liberal-conservadores, a los que se contempla, con su aquiescencia, como los representantes del orden europeo. Con la guerra de Ucrania, Polonia se convirtió en un país clave de la estrategia de contención europea. Los conservadores nacionalistas del PiS se contaban entre las fuerzas políticas europeas más antirrusas, en contraste con sus homólogos franceses. De hecho, el partido de Marine Le Pen y el PiS nunca han sido capaces de constituir un grupo unificado en el Parlamento Europeo. Los polacos tuvieron como socios mayores primero a los conservadores británicos y ahora a los neofascistas de Giorgia Meloni. Pero, a pesar de esta hostilidad hacia Moscú, anclada en los agravios históricos del nacionalismo polaco, nunca hubo sintonía entre los nacionalistas del PiS y el consenso centrista europeo. Las medidas de compensación al agro ucraniano tras el bloqueo marítimo ruso provocaron el rechazo del entonces gobierno de Varsovia, alineado con los campesinos polacos en su protesta por las medidas europeas a favor de Kiev. El triunfo liberal-conservador en las elecciones legislativas de octubre de 2023 se presentaron desde Bruselas como un ansiado cambio de signo. El gobierno del liberal Donald Tusk, un expresidente de la Comisión Europea, situó a Polonia en la vanguardia de la respuesta de los 27 a la “agresividad rusa”. No obstante, los nacional-conservadores polacos han obstruido numerosas iniciativas reformistas de la nueva mayoría al mantener la jefatura del Estado en la persona de Andrej Duda, un político gris, a la sombra del poderoso líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski. Tusk aspira ahora a contar con la Presidencia de la República para devolver a Polonia a una senda liberal europeísta en la que nunca ha estado firmemente anclada. EL FRENTE ULTRA Polonia ha experimentado notables cambios en su estructura socio-económica en las últimas tres décadas, a pesar de la fuerte presencia del sector primario. Como le ocurrió a España en los años noventa, Polonia se ha beneficiado enormemente de los fondos estructurales y de cohesión europeos, lo que, sin duda ha ayudado al discurso liberal-conservador. Pero no lo suficiente para superar el dominio político-cultural del nacionalismo, hegemonizado por la Iglesia católica y sus diferentes (y muchas veces enfrentados) agentes y portavoces políticos. En la actualidad, el nacional-conservadurismo contempla la Jefatura del Estado como un reducto desde el que resistir lo que considera como una ofensiva Europa para acabar con las tradiciones polacas. El candidato del PiS, Narowcki, es aún más extremista que Duda, y durante las sucesivas fases de la campaña ha endurecido su mensaje para atraerse el voto de formaciones aún mas a la derecha, como Konfederacja (libertarios ultraconservadores) o los tradicionalistas monárquicos. Los dos candidatos ultras obtuvieron más del 20% en la primera vuelta, lo que convierte a sus seguidores en un botín estratégico para el PiS. Se percibe un creciente nerviosismo en Varsovia estos días, ante la eventualidad de un alineamiento ultra en torno a Narowcki, porque el programa de Tusk podría verse gripado y la estrategia europea de contención de Rusia, obstaculizada (2). La mayor parte de los ucranianos huidos de su país han encontrado acomodo en localidades polacas. Lo que un principio se vivió como un gesto solidario se ha convertido en creciente incomodidad. Polonia arrastra el mismo problema de debilidad demográfica que otros países centroeuropeos. Si la guerra se prolonga y la reconstrucción de Ucrania se complica, es muy posible que la presencia estable de ucranianos en el país termine reforzando las pasiones xenófobas ya existentes. Estos riesgos han provocado también la movilización de los medios liberales en Occidente. Como muestra de ello, el semanario británico THE ECONOMIST le ha dedicado la portada de su último número, con un mensaje claro y rotundo: Polonia debe “conservar su puesto en el corazón de Europa” para evitar que se “pierda una fuente de dinamismo en el proyecto europeo”, “un ejemplo de seguridad y una potente voz de apoyo a Ucrania y de disuasión ante Rusia” (3). EL CUARTO MOSQUETERO Para los alentadores del rearme europeo frente a Rusia, Polonia se ha convertido en la pieza clave: por su posición de primera línea del frente, por su compromiso con el esfuerzo militar y por el consenso nacional antirruso. Polonia es el país europeo de la OTAN que gasta más en defensa: más de un 4% del PIB, una cifra muy superior a la del resto de sus socios continentales. Varsovia forma parte del grupo Weimar, junto con París y Berlín, una especie de directorio que marca la estrategia de los aliados europeos contra Moscú. Cuando el eje franco-alemán ha decidido tomar las riendas de confrontación diplomática con el Kremlin, no sólo ha contado en primera línea con Londres, sino también con Varsovia. Esta posición ha convertido a Polonia en lo que alguien ha definido como “el cuarto mosquetero” contra Putin. Las fuerzas armadas polacas son ya las cuartas más numerosas del continente. La previsión es que cuenten en 2035 con 300.000 militares (profesionales, reservistas y voluntarios), lo que les colocaría como el Ejército más poderoso de los socios europeos de la OTAN. El programa de rearme polaco es uno de los más ambiciosos del continente. Los planes privilegian el arma de tierra, “con el objetivo de construir una disuasión convencional creíble para paliar la ausencia de disuasión nuclear independiente”, afirma el Instituto francés de Relaciones Internacionales (IFRI), en un informe de hace unos meses (4). Los representantes del Orden liberal en Europa se movilizan en Polonia, pero las fuerzas nacionalistas ultraconservadoras que se aprovecharon de las tensiones y contradicciones acaecidas tras fin del régimen comunista y la hegemonía social y cultural de la Iglesia católica no han dicho su última palabra. NOTAS
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