Federico da Montefeltro, también conocido como Federico III da Montefeltro (7 de junio de 1422 – † 10 de septiembre de 1482), fue uno de los más exitosos condottieri del Renacimiento italiano, y Duque de Urbino desde 1444 hasta su muerte. En Urbino encargó la construcción de una gran biblioteca, quizá la mayor de Italia después de la Biblioteca Apostólica Vaticana en aquellos momentos. Fue diseñada en colaboración con el librero florentino Vespasiano da Bisticci, quien era, a su vez, su principal proveedor. La biblioteca contaba con su propio equipo de escribientes, entre los que se encontraba Federico Veterani, y organizó alrededor de él una corte humanística en una de las grandes joyas arquitectónicas del renacimiento temprano, el Palacio ducal de Urbino, diseñado por el teórico y arquitecto Francesco di Giorgio Martini. En 1657, la totalidad de los contenidos de la biblioteca (que junto con los volúmenes recopilados por los sucesores de Federico alcanzaron una consistencia de más de 1760 códices manuscritos) fueron comprados por 10.000 escudos por el Papa Alejandro VII, quien la salvó efectivamente de la dispersión. Desde entonces ha sido el núcleo más importante de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Biografía. Federico nació en Gubbio, hijo ilegítimo de Guidantonio de Montefeltro, señor de Urbino, Gubbio y Casteldurante, y duque de Spoleto. En su juventud vivió en Venecia y Mantua como huésped. Estuvo un tiempo bajo la educación de Vittorino Ramboldini. En 1437 fue nombrado caballero por el emperador Segismundo, y en el mismo año contrajo nupcias con Gentile Brancaleoni en su ciudad natal. A los dieciséis años comenzó su carrera como condottiero bajo las órdenes de Niccolò Piccinino. El 22 de julio de 1444 su medio hermano, Oddantonio da Montefeltro, recién nombrado Duque de Urbino, fue asesinado en una conjura. Enseguida, Federico tomó el poder de la ciudad. En la década de 1450 luchó para el rey de Nápoles y su aliado, el papa Pío III. Ayudó a Francesco Sforza, miembro de otra exitosa familia de condottieri, gobernantes de Milán. En pago recibió de los Sforza —Federico nunca luchaba gratis— el control de Pésaro y Fossombrone, haciéndose en consecuencia un gran enemigo, el señor de Rímini Segismundo Pandolfo Malatesta. En 1459 luchó contra Malatesta en la Romaña para Pío III, derrotándolo totalmente en 1462 en el río Cesano cerca de Senigallia. El papa lo hizo vicario de los territorios conquistados, pero cuando Pío III trató de tomar control personal del cargo de Malatesta en Rímini, Federico cambió de bando y luchó contra el papado a la cabeza de una alianza de ciudades-estado. En 1472, por orden de Lorenzo de Médici, saqueó Volterra. Urbino fue elevada a ducado en 1474 por el papa Sixto IV, que casó a su sobrino predilecto, Giovanni Della Rovere, con la hija de Federico, Giovanna de Montefeltro. Entonces Federico luchó contra sus antiguos patrones florentinos, a la cabeza del ejército de Sixto, tras el fracaso de la conspiración de los Pazzi, en la que estuvo no solamente profundamente involucrado sino que orquestó el plan, convenció al papa Sixto IV y a Fernando I de Nápoles a intervenir, intentando asesinar a Lorenzo de Médicis, para encumbrar a la pequeña República de Urbino, en contra del poderío de la República de Florencia. Federico de Montefeltro murió en Ferrara el 10 de septiembre de 1482, probablemente de malaria, mientras luchaba durante la guerra de Ferrara como comandante del ejército del duque de Ferrara, enfrentado al Papado y a Venecia. Fue enterrado en la iglesia de San Bernardino en Urbino. Un hijo de Federico, Guidobaldo, se casó con Isabel Gonzaga, la brillante y educada hija del señor de Mantua. Con la muerte de Guidobaldo en 1508 el ducado de Urbino pasó a través de Giovanna a la familia papal de Della Rovere, fundada por Sixto IV. Compirador ¿Aliado o enemigo?
Simonetta evoca entre otras cosas las palabras de Maquiavelo sobre su antepasado:
Seguramente la sangre no es agua, porque con una distancia de varios siglos ambos Simonetta se interesaron en la criptografía: Cicco era un auténtico especialista en crear códigos y escribir cartas cifradas, un arte fundamental para la diplomacia de aquellos tiempos y los frágiles equilibrios de una Italia fragmentada en numerosas ciudades-Estado, con poderosos papas y hábiles mercenarios para completar el panorama.
Marcello Simonetta, que acaba de publicar otro libro sobre la no menos intrigante Catalina de Medici (próximamente será un film o serie de televisión), cuenta que siempre tuvo "curiosidad por la enigmística en general. La criptografía es un hobby perfecto para quien se complace en los misterios sin resolver y quiere comprender qué ocurrió realmente en los entretelones de la historia oficial".
Lo cierto es que su antepasado finalmente le dio la clave, saltándose cinco siglos de historia: para descifrar especialmente una de las cartas, firmada por Federico y dirigida al papa Sixto IV, pero protegida por "una muralla de símbolos embrollados", Marcello Simonetta recurrió a las Regule ad extrahendum litteras zifratas sine exemplo de Cicco Simonetta (un tratado que se vale de un modelo matemático para decodificar mensajes en clave calculando la frecuencia estadística de las letras en latín y en italiano).
"Tras algunas semanas de arduo trabajo", finalmente pudo descubrir el código que sacaría la verdad a la luz. Encriptada, la carta hablaba abiertamente de "cuántos soldados de infantería y cuántos a caballo" podía enviar Montefeltro para la Conspiración de los Pazzi y sugería "hacer todo lo posible en favor de nuestros amigos (los Pazzi)" para "triunfar a toda costa" en la Florencia de los Medici. Por las dudas, al final Federico se quejaba de la impuntualidad del pontífice para pagarle el sueldo, un retraso que "podría tener impacto -amenazaba- en su eficiencia y resolución militar".
En 2003, Marcello Simonetta dio a conocer el fruto de su investigación en la revista Archivio Storico Italiano; más tarde lo relató en forma novelesca en El enigma Montefeltro: había sacado a la luz el verdadero perfil de Federico, duque de Urbino.
|
Vespasiano da Bisticci |
Vespasiano da Bisticci (Bisticci, 1421 - Antella, 1498) fue un escritor, humanista y librero italiano. Se sabe muy poco de sus primeros años fuera del lugar de su nacimiento, localidad que se encuentra cerca de Rignano sull'Arno. Poseía un negocio de venta de libros en Bargello. Bien pronto se dio a conocer en la Florencia de los Medici por su actividad de librero y transcriptor de textos que él mismo confeccionaba de manera delicada y proporcionaba a petición de los señores del tiempo entre los cuales estaba Cosme de Médici.
Cuando Cosme decidió crear la Biblioteca Laurenciana, Vespasiano lo aconsejó y le expidió, a través de Tommaso Parentucelli (luego Papa Nicolás V), un catálogo sistemático que llegó a ser la base de la nueva colección. En veintidós meses, Vespasiano preparó doscientos volúmenes para Cosme. La mayor parte de ellos eran libros de teología y cantos litúrgicos. Había impulsado notablemente la difusión de los autores clásicos cuando Nicolás V, el fundador de la Biblioteca Vaticana, llegó a ser Papa. Luego estuvo formando la biblioteca de Federico da Montefeltro, duque de Urbino durante catorce años, organizándola de manera moderna. Contenía catálogos del Vaticano, de la biblioteca de los Visconti de Pavía y de Oxford.
En 1448 se había inventado la impresión con caracteres móviles (Gutenberg) y, al difundirse, la actividad de Vespasiano se hizo cada vez menos importante. Tras cerrar su taller, se retiró a la villa de su propiedad en Antella, donde pasó el último período de su vida escribiendo biografías de los hombres que había conocido. Las biografías, en total 103, recogidas con el título de Le Vite, fueron publicadas en 1839. La obra, aun cuando fue escrita con una prosa pobre y de tono popular, es digna de interés por su valor documental.
Vespasiano tenía un conocimiento limitado del latín y era uno de los pocos escritores del tiempo que lo reconocía y admitía. Ciertamente es inferior a historiadores como Machiavello y Guicciardini, pero representa bien la atmósfera del período. Sus descripciones llevan al lector directamente a Florencia. Su tono general es el de un moralista que muestra los peligros del Renacimiento, especialmente para las mujeres, pone en guardia ante los novelistas y critica a los florentinos por su costumbre de obtener ganancias ilícitas o por la usura.
De Vespasiano se conserva un epistolario y una obra llamada Libro delle lodi e commemorazioni delle donne illustri («Libro de las alabanzas y de las conmemoraciones de las mujeres ilustres»).
Battista Sforza (Pésaro, 1446-Palacio ducal de Gubbio; 6 o 7 de julio de 1472) fue duquesa de Urbino por su matrimonio con Federico da Montefeltro, el cual se casaba en segundas nupcias.
Biografía
Battista fue la primera hija legítima de Alessandro Sforza, señor de Pesaro, y de Costanza da Varano (1428-1447), hija mayor de Piergentile Varano (f. 1433), señor de Camerino y Elisabetta Malatesta. En 1447, Costanza murió después de dar a luz a su segundo hijo, cuyo nombre fue Costanzo (f. 1483), cuando Battista tenía 18 meses de edad. Tras la muerte de su madre, Battista y Costanzo, junto con sus medio hermanas ilegítimas Ginevra (1440-1507) y Antonia (1445-1500), se mudaron a la corte de su tío paterno Francesco Sforza y su esposa Bianca Maria Visconti, donde fueron criados junto a sus primos.
Battista y su prima Ippolita Maria recibieron una educación humanista y la primera hablaba griego y latín con fluidez, dando su primer discurso en latín a la edad de cuatro años. Se decía que era muy hábil en la retórica latina e incluso pronunció una oración ante el Papa Pío II. El poeta Giovanni Santi describió a Battista como "una doncella dotada con cada gracia y virtud raras".
Su tío Francesco Sforza hizo los arreglos para su matrimonio con Federico da Montefeltro, duque de Urbino, veinticuatro años mayor que ella. La boda tuvo lugar el 8 de febrero de 1460, cuando Battista contaba solo catorce años, y después actuó como regente durante las ausencias de su esposo de Urbino.34 Su matrimonio fue feliz y fueron calificados por un contemporáneo, Baldi, como "dos almas en un cuerpo". Federico llamó a Battista "el deleite de mis horas públicas y privadas".5 Además, hablaba con ella sobre asuntos políticos y le acompañó a casi todos los eventos oficiales fuera de Urbino.
Continuando con la tradición de la educación humanista para mujeres de la familia Sforza, educó a sus hijas de manera similar a la educación que había recibido de su tía Bianca Maria. Del mismo modo, la nieta de Battista, Victoria Colonna, hija de Agnese, fue una poeta famosa.
Después de dar a luz seis hijas, Battista alumbró a su primer hijo y heredero, Guidobaldo de Montefeltro, el 24 de enero de 1472. Sin embargo, seis meses después del nacimiento de su hijo, Battista, que nunca se había recuperado completamente del embarazo y parto, cayó enferma, falleciendo a comienzos de julio de 1472. Siendo muy religiosa y terciaria franciscana, quiso ser enterrada en la fosa común de las monjas del convento de Santa Clara de Urbino, vestida solo con un sencillo hábito.
Su imagen quedó para la posteridad al formar parte del famoso retrato en díptico que realizó el pintor Piero della Francesca en torno a 1472. Se cree que el retrato de Federico estaba acabado para el año 1465, mientras que el de Battista Sforza tuvo que ser póstumo, habiéndose usado probablemente su máscara mortuoria para definir los rasgos de Battista y poder hacer el retrato.
un maravilloso lugar para estar meditando y estudiar tranquilo
ResponderEliminar