El jefe de Estado y las relaciones internacionales. |
La Reina Isabel II recibó de manos del Embajador Diego Gómez Pickering las Cartas Credenciales originales a través de las cuales el Presidente de México, solicitó su acreditación como representante diplomático Extraordinario y Plenipotenciario ante el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. |
Según el diccionario de la Real Academia Española, un jefe, de Estado, es la "Autoridad superior de un país. La palabra Jefe proviene del latín Caput que significa cabeza, ésta hace referencia a algo superior o cabeza de algo, cuerpo u oficio, a su vez la palabra estado en latín es Status, que en su derivación italiana de su lenguaje jurídico es stato llevándonos a una referencia de un estado de convivencia, es decir que su esencia es ser un organismo que regula la convivencia de un pueblo. El jefe de Estado es quien, en principio, es el representante supremo, personifica la soberanía nacional y responsable del país ante la nación y la comunidad internacional. Las funciones y atribuciones de los jefes de Estado varían de acuerdo al sistema político y constitucional de cada Estado, lo mismo que su titulo oficial y su tratamiento. Los jefe del Estado es el responsable de conducir las relaciones internacionales ante los estados y organismos internacionales y de ejercer la representación del Estado dentro de ellas. Es el órgano superior de la política externa. Nombra embajadores y funcionarios del servicio exterior. Personifica al Estado y sus actos son considerados como del Estado en el ámbito internacional, sin que requiera para ello plenipotencia ni autorización alguna. La capacidad representativa del jefe del Estado, en las relaciones exteriores, constituye una presunción juris et de jure. Está asistido de plenas inmunidades cuando está en territorio extranjero, de modo que no está sometido en lo absoluto a la jurisdicción local en razón de sus actos. Goza de inviolabilidad personal y de inviolabilidad de su domicilio, sus bienes, su correspondencia y sus comunicaciones. El Estado en cuyo suelo se encuentra tiene la obligación de brindarle una protección muy especial para precautelar su integridad, la de su familia y la de su séquito. |
Acreditación diplomática. |
Embajador Concurrente. Jefe de Misión cuya Cancillería se encuentra ubicada en un país distinto al que éste reside. El Embajador concurrente representa al Estado acreditante ante más de un Estado. La doble acreditación es la práctica en el ámbito diplomático de un país que otorga dos responsabilidades separadas a un solo diplomático. Una forma destacada de doble acreditación es que un diplomático actúe como embajador en dos países simultáneamente. Por ejemplo, el embajador de Luxemburgo en los Estados Unidos es también su embajador no residente en Canadá y México. A este tipo de embajador a veces se lo puede llamar embajador en misión especial . La Santa Sede se niega a aceptar una doble acreditación con Italia, una afirmación de soberanía que data desde la reunificación Italiana. Por ejemplo, cuando Irlanda cerró su misión de la Santa Sede en Roma, la acreditación como embajador irlandés ante la Santa Sede fue otorgada a un diplomático con base en el Departamento de Asuntos Exteriores en Dublín, en lugar de al embajador irlandés en Italia. |
Un nuncio apostólico.
Un nuncio apostólico o nuncio papal (en latín: Nuntius Apostolicus) es un representante diplomático de la Santa Sede —no del Estado de la Ciudad del Vaticano— con rango de embajador. Representa a la Santa Sede ante los Estados (y ante algunas organizaciones internacionales1 y ante la Iglesia local). Suele tener el rango eclesiástico de arzobispo. Normalmente reside en la nunciatura apostólica, que goza de los mismos privilegios e inmunidades que una embajada. En los casos en que no existan relaciones diplomáticas con las autoridades de un Estado, el representante de la Santa Sede ante la Iglesia local recibe el nombre de delegado apostólico. En muchos países el nuncio papal tiene precedencia protocolaria sobre el resto de los embajadores: es el decano del cuerpo diplomático. Precisiones conceptuales e históricas Su rango diplomático de embajador quedó fijado en el Congreso de Viena (1815). Al igual que los demás diplomáticos, el nuncio tiene que ser acreditado por el Estado de acogida. En cuanto al hecho de que el nuncio sea decano del cuerpo diplomático, se resolvió de esta forma una larga disputa entre los Estados sobre la precedencia diplomática. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas del 18 de abril de 1961 mantuvo la práctica de este privilegio del representante papal. Al nuncio apostólico, en calidad de decano, le corresponde tomar la palabra en nombre del cuerpo diplomático en ocasiones solemnes y también resuelve conflictos que puedan surgir entre alguna representación diplomática y el Estado de acogida. La nunciatura tiene una estructura similar a la de una embajada, con consejero de nunciatura, secretario de nunciatura, etc. Estos cargos suelen ser ocupados por diplomáticos de carrera de la Santa Sede, todos ellos clérigos, formados en la Pontificia Academia Eclesiástica, establecida en 1701. La mayoría de los nuncios proceden del servicio diplomático; algunos de ellos pasan a ser luego obispos de alguna diócesis o retornan a la Ciudad del Vaticano para trabajar en algunos dicasterios; algunos llegan a ser cardenales. Algún papa, como Juan XXIII, fue anteriormente nuncio, concretamente en Bulgaria, Turquía y Francia. En ocasiones la Santa Sede -igual que otros sujetos del derecho internacional- designa como nuncio a un eclesiástico que no procede de la carrera diplomática. Actividad de los nuncios. En muchos casos los nuncios han intentado mediar en conflictos y proteger a minorías perseguidas. En tiempos recientes, el arzobispo irlandés Michael Aidan Courtney, Nuncio apostólico en Burundi, ha sido el primero en morir en un conflicto: fue asesinado en una emboscada el 29 de diciembre de 2003. Delegado apostólico. Los delegados apostólicos no ejercen funciones diplomáticas oficiales. Esto significa que no representan oficialmente al sumo pontífice ante los Estados en los cuales ejercen sus funciones y, por lo tanto, no pertenecen al cuerpo diplomático. Generalmente se envía un delegado apostólico a aquellas naciones con las que la Santa Sede no tiene establecidas relaciones diplomáticas. La sede de la delegación apostólica no goza de inmunidad diplomática ni ninguna de las demás prerrogativas que posee la diplomacia internacional. Sin embargo, para que el Santo Padre envíe un delegado apostólico, el país destinatario debe poder garantizar condiciones mínimas de libertad religiosa y seguridad personal. En la práctica, los delegados apostólicos tienen el carácter de representantes oficiosos del Vaticano ante los distintos Estados a los que fueron destinados. |
La Nunciatura Apostólica en el Reino de España es la embajada de la Santa Sede en España. Es una oficina diplomática de la Santa Sede, cuyo representante se llama Nuncio Apostólico y tiene rango de embajador. Durante gran parte de los siglos XIX y XX, los titulares del cargo se convirtieron en cardenales con cargos en la Curia romana. El primer Nuncio permanente en España fue Francisco des Prats (1492-1503). Palacio de la Nunciatura Apostólica.
El actual edificio ocupa el solar donde estuvo el palacio de Vargas, que perteneció a don Francisco de Vargas, Consejero privado de los Reyes Católicos y Carlos V. La planta está distribuida en torno a un patio rectangular, con los lados menores paralelos a la fachada de la calle del Nuncio. El patio, de amplias proporciones, tiene una galería abierta en planta baja cubierta con bóvedas de arista y la galería superior cerrada con dinteles en arcos de medio punto cegados. Se diferencia el lado que corresponde al eje de entrada, creando una zona intermedia que dilata el espacio entre la galería del patio y el zaguán. En la fachada principal se forma una pequeña plazoleta aprovechando el retranqueo obligado por la alineación del solar. Tiene una doble entrada en ángulo con portada almohadillada y tratamiento sencillo. Destacan la ornamentación de los balcones con emblemas eclesiásticos y el alero. En el siglo XIX fue restaurado y decorados sus salones con pinturas murales. La Basílica de San Miguel (oficialmente Basílica Pontificia de San Miguel) está ubicada en la Calle de San Justo número 4, en Madrid (España). Se encuentra junto al Palacio Arzobispal, en el corazón de la zona conocida como Madrid de los Austrias. Está adscrita a la Nunciatura Apostólica en España desde 1892, que ha confiado su atención pastoral a lo largo de su historia a la Orden de los Redentoristas (1892-1959) y posteriormente a la Prelatura personal del Opus Dei, hasta la actualidad. Es sede canónica de la Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, María Santísima Inmaculada, Madre de la Iglesia y Arcángel San Miguel, conocida como "Los Estudiantes", hermandad de penitencia que procesiona todos los años en la tarde noche del Domingo de Ramos. Recibió el título de Basílica Menor el 19 de octubre de 1930 por el Papa Pío XI y fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional el 28 de noviembre de 1984. Historia La Basílica actual es una de las construcciones arquitectónicas más relevantes del Barroco español, por la singular forma convexa de su fachada y su original planta, poco habitual en el país y única en la ciudad de Madrid. El edificio ocupa el solar de la primitiva Parroquia de los Santos Niños Justo y Pastor, martirizados según la tradición en Complutum (actual Alcalá de Henares) durante la persecución de Diocleciano. Este templo era uno de los diez más antiguos de la ciudad pues es citado en el Fuero de Madrid del año 1202, otorgado por Alfonso VIII de Castilla. Se trataba de una sencilla iglesia de una sola nave con ábside semicircular realizada en estilo mudéjar toledano, con el ladrillo cocido como material más destacado de su fábrica. El conjunto quedaba rematado por una torre campanario de varios pisos de altura y un cementerio parroquial que rodeaba el templo. Desde el siglo XII y hasta finales del siglo XVII, el edificio primitivo sufrió modificaciones sustanciales con la construcción de diferentes anexos parroquiales (tal y como se puede apreciar en el Plano de Texeira), así como sucesivas reformas para frenar su progresivo deterioro, que desembocó en un estado de ruina irreversible del conjunto a principios del siglo XVIII. Es en este momento cuando los párrocos deciden trasladar el culto temporalmente a la cercana Iglesia de San Pedro El Viejo, mientras realizan las gestiones necesarias para levantar un nuevo templo en el solar arrasado, que resultan infructuosas debido al estallido de la Guerra de Sucesión y la inestabilidad política que sigue al cambio dinástico de los Austrias a los Borbones. La llegada al trono de Felipe V y la política interior y exterior desplegada tanto por el monarca como por su consorte, Isabel de Farnesio, iniciaron una nueva etapa histórica fundamental para entender el contexto en el que se construye el nuevo edificio. En 1735 el sexto hijo de los monarcas, el Infante Luis de Borbón y Farnesio, fue nombrado Cardenal Arzobispo de Toledo a la edad de ocho años. La Reina, siendo consciente de la importancia del cargo pero también de la necesidad de que el Infante permaneciera cerca de la Corte, encargó al ayo de sus hijos y persona de su gran confianza, el Marqués de Scotti, que buscara un emplazamiento digno y señero en la ciudad donde construir un templo con una doble funcionalidad: albergar las grandes ceremonias del Arzobispado de Toledo y dejar la impronta de la nueva dinastía en el patrimonio arquitectónico y la traza urbana de la ciudad de Madrid. Las obras, realizadas bajo el mecenazgo directo de la reina Isabel de Farnesio, se llevaron a cabo bajo la dirección de los arquitectos italianos Santiago Bonavia y su discípulo Virgilio Rabaglio, quien culminó la obra. La primera piedra se colocó y bendijo con gran solemnidad el 20 de septiembre de 1739 y las obras se extendieron hasta su consagración en 1746. El proyecto se concibió como un conjunto donde lo arquitectónico y lo decorativo, incluyendo el programa iconográfico dedicado a los santos titulares, Justo y Pastor, se realizó en el mismo periodo temporal por diferentes artistas del entorno de la Corte, en el marco de la transición artística entre el Barroco tardío italiano y el Neoclásico de reciente aparición. Esta circunstancia, posible gracias al mecenazgo de la reina, que aportó grandes sumas de dinero durante los años que duró la construcción, explica la unicidad del conjunto monumental, única en el panorama artístico de la ciudad. A ello se une la excelente acústica del interior, que se mantiene intacta hasta nuestros días, donde todos los elementos del conjunto se prestan a la creación de una "caja de música" excepcional, específicamente concebidos para ello. En 1790, tras el incendio de la Plaza Mayor y la ruina de la cercana Iglesia de San Miguel de los Octoes, el edificio se convirtió en sede de ambas parroquias, que permanecieron en el edificio hasta 1892. A finales del siglo XIX se producen tres hechos fundamentales para la historia del templo. El primero de ellos fue la desaparición del Hospital de los Italianos, establecimiento de hermandad de dicha nacionalidad que contaba con el mecenazgo directo de los Nuncios destinados ante el Reino de España desde su fundación en 1583 y hasta su derribo en 1883. Se situaba en la Carrera de San Jerónimo, justo enfrente del actual Congreso de los Diputados. El segundo de ellos es la creación de una nueva diócesis para Madrid en 1885, independiente de la de Toledo dotando de autoridad al nuevo obispo para reorganizar templos y parroquias de la capital, en pleno proceso de crecimiento debido a la Revolución Industrial y el éxodo rural. El tercero, el establecimiento de relaciones diplomáticas tal y como ahora las conocemos entre el Reino de España y el Estado Vaticano. Si bien estas siempre habían existido desde el siglo XIV y históricamente eran muy fluidas gracias a los monarcas tanto Austrias como Borbones, se afianzaron tras el Concordato de 1851 y el bipartidismo posterior, en el contexto de la Unificación Italiana y el reconocimiento del Papa como Señor espiritual pero también terrenal del Estado Vaticano por parte del Estado español. Es en estas coordenadas históricas cuando el Estado Español decide mediante acuerdo oficial ceder la propiedad del templo a la Santa Sede. Tras esta cesión, que convierte al templo en iglesia pontificia, se trasladan las parroquias que tenían sede en la iglesia a dos nuevos emplazamientos: la primitiva Parroquia de los Santos Justo y Pastor pasa a la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, en la Plaza del Dos de Mayo, mientras que la Parroquia de San Miguel (antigua de los Octoes), pasa a ocupar una construcción de nueva planta en la populosa Calle del General Ricardos. Todos estos acontecimientos propician que la nueva iglesia pontificia se consagre bajo una nueva advocación (aunque se repita la dedicación): la de San Miguel Arcángel, patrón de las milicias celestiales y también de la diplomacia vaticana, siendo Papa León XIII y Nuncio Ángelo di Pietro. El Nuncio confió la atención pastoral del templo a la Congregación del Santísimo Redentor de Madrid,y de la cual Vicente Nicasio Renuncio Toribio por muchos años fue responsable. En 1959, tras la marcha de los últimos redentoristas, el Nuncio encomendó dicha tarea a la Prelatura personal del Opus Dei, hasta nuestros días. Desde el 19 de octubre de 1930 ostenta el título de Basílica Menor otorgado por el Papa Pío XI y fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional el 28 de noviembre de 1984. Como curiosidad, el compositor de origen italiano Luigi Boccherini, fallecido en Madrid y feligrés de la parroquia, fue enterrado en la cripta del templo barroco, hasta que en 1927 Benito Mussolini ordenó llevar sus restos a Lucca, de donde el músico era natural. Se le dio sepultura en la iglesia de San Francisco, en el panteón de hijos ilustres de la citada ciudad toscana. Descripción
El edificio, de planta de cruz latina, se debe al arquitecto italiano Santiago Bonavía, si bien fue encargado inicialmente a Teodoro Ardemans, que llegó a realizar un diseño, y fue terminado por Virgilio Rabaglio. Especialmente llamativa es su fachada, de forma convexa, rematada por dos torres con chapiteles, de influencia oriental, y un frontón, igualmente curvo. La fachada integra varios conjuntos escultóricos. Las alegorías de la Caridad, de la Fe, de la Esperanza y de la Fortaleza, realizadas por Roberto Michel y Nicolás Caresana, adornan los dos cuerpos superiores. En la parte superior de la puerta de entrada, aparece un bajorrelieve, realizado por Caresana, donde se muestra el Martirio de los Santos Justo y Pastor, a los que estaba advocado el templo en sus orígenes. La basílica mantiene en toda la estructura de su única nave distintos juegos de equilibrios, dada la tensión cóncava-convexa de las superficies y la alternancia de tramos circulares y elípticos con otros de arcos cruzados. A ello se añade la disposición oblicua de las pilastras y columnas, con respecto al eje central, y el cruce en forma de aspa de los arcos torales, en la bóveda. La nave se cubre con cúpula rebajada, que se sostiene sobre pechinas de aristas reforzadas entre dos tramos rectos con arcos cruzados. Sobre el crucero se levanta una cúpula oval sobre anillo con balaustres. El presbiterio se cubre con bóveda de arista y cuarto de esfera. Las bóvedas de la nave están decoradas con frescos de Bartolomeo Rusca, realizados en 1745, en los que se representa la apoteosis celestial de los Santos Justo y Pastor con cuatro virtudes en las pechinas y los profetas Elías, Jeremías, David e Isaías pintados por Hatoy en las zonas triangulares de los tramos anterior y posterior. En las pechinas y cúpula del crucero y sobre el presbiterio las pinturas al fresco pertenecen a los hermanos Luis, Antonio y Alejandro González Velázquez, representando a los evangelistas (pechinas), Presentación de los santos Justo y Pastor ante el tirano y Martirio de los santos Justo y Pastor. En los laterales del presbiterio, pinturas de Hatoy de los arcángeles Barachiel, Gabriel y Jehudiel, a la izquierda, y Uriel, Rafael y Sealtiel a la derecha. Algunas otras pinturas en grisalla se disponen sobre el crucero y retablos laterales, completando una rica decoración de mármoles fingidos y estucos. Al pie, coro en alto con cubierta plana. En las poco profundas capillas laterales se disponían retablos de aire clásico de finales del siglo XVIII reconstruidos en el siglo XX, en parte sustituidos por confesonarios al ser entregada la iglesia al Opus Dei, con esculturas, y en algún caso vidrieras, también modernas. El presbiterio lo ocupa un lienzo de gran tamaño dedicado a San Miguel, obra de Alejandro Ferrant fechada en 1897. Entre las tallas más notables de la iglesia, se encuentra la imagen del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, del siglo XVIII, obra del escultor Luis Salvador Carmona, que sale en procesión cada Domingo de Ramos sacado por la Hermandad de los Estudiantes, la primera de todas las que desfilan en la Semana Santa madrileña. Elías Tormo cita en el templo otra talla de Luis Salvador Carmona de Santa Librada crucificada, «muy bella», y un San Pascual Bailón también a él atribuido, que podrían haber pasado a otras dependencias. |
Acreditación diplomática en España. |
Este acto se desarrolla en la Cámara Real, donde se encuentra Su Majestad el Rey. A Su izquierda, ligeramente retrasado, está situado el Ministro de Asuntos Exteriores. Detrás de Su Majestad, en una línea, se encuentran el Jefe y Alto personal de Su Casa. 4.1. En el momento preciso, el Jefe de Prototocolo de la Casa de S.M. el Rey ingresa primero en la Cámara y anuncia al Introductor de Embajadores, quien hace su entrada en la Cámara Oficial y tras un respetuoso saludo, mirando hacia Su Majestad el Rey, anuncia al nuevo Embajador con la denominación oficial de su país. Inmediatamente, hace su entrada el nuevo Embajador haciendo una inclinación de cabeza y se dirige hacia Su Majestad. Al llegar frente al Soberano, se detiene y hace una segunda inclinación de cabeza. 4.2. A continuación, los miembros de la Misión diplomática ingresan en la Cámara, detrás del Embajador y, sin hacer la inclinación de cabeza, se colocarán a la derecha de la puerta de ingreso, mirando hacia Su Majestad y de espaldas a la pared. 4.3. El Embajador entregará a Su Majestad el Rey con la mano derecha, sin guante puesto, el sobre con sus Cartas Credenciales y las Recredenciales de su predecesor. 4.4. No hay discursos. No obstante, el Embajador, antes de entregar sus Cartas Credenciales, puede presentarse a Su Majestad el Rey, en el idioma que prefiera y con unas muy breves palabras, diciendo, por ejemplo: "Majestad, tengo el honor de presentar las Cartas que me acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de ......". Su Majestad toma las Cartas y las entrega al Ministro de Asuntos Exteriores. Acto seguido, el Soberano estrecha la mano del Embajador. El Embajador no estrecha la mano del Ministro de Asuntos Exteriores. 4.5. A continuación, el Embajador solicita el Real Permiso para presentar a Su Majestad el personal de su Embajada. Los miembros de la Misión, al ser presentados, por su cargo (no por sus nombres), de uno en uno por el Embajador, avanzarán hacia Su Majestad; al llegar ante el Rey harán una breve inclinación de cabeza y, en silencio, estrecharán la mano del Monarca y retornarán a su puesto anterior. 4.6. Su Majestad el Rey invita al Embajador, en unión del Ministro de Asuntos Exteriores, a trasladarse a la Saleta del Nuncio, adjunta a la Cámara Oficial, donde mantienen una breve conversación, en español o en algunas de las principales lenguas internacionales, sobre distintos temas de interés.
No obstante, si el Embajador desea que algún miembro de su Representación haga las funciones de intérprete, informará previamente a los Servicios de Protocolo, indicando la persona de su séquito que, en el momento oportuno, ingresará también en la Saleta del Nuncio.
Durante la citada conversación, el Jefe de Protocolo de la Casa de S.M. el Rey presentará al Jefe y Altos cargos de la Casa Real a los miembros de la Embajada que permanecen en la Cámara Oficial. 4.7. Al término de la conversación con Su Majestad, el Embajador regresa a la Cámara Oficial solo, pues el Soberano y el Ministro de Asuntos Exteriores permanecen en la Saleta del Nuncio donde tuvo lugar la misma. En esta ocasión, al despedirse, el Embajador estrecha la mano del Ministro de Asuntos Exteriores. De nuevo en la Cámara Oficial, el Jefe de Protocolo de la Casa de S.M. el Rey presenta al Embajador al Jefe y Altos cargos de la Casa Real, presentes en la Ceremonia. Cámara Regia donde tiene lugar la presentación de las Cartas Credenciales a Su Majestad el Rey.
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Cámara real.
1. Hist. Conjunto de aposentos del rey. Generalmente se componía de varios conjuntos de aposentos: cámara interna (departamentos interiores de uso privado del rey, donde reside el monarca); cámara abierta (conjunto de piezas anteriores en que el monarca se presenta al público y recibe visitas y tienen lugar los actos públicos); y sucesivamente antecámara o segunda cámara, saleta o sala tercera, etc. Estaban al cuidado de un camarero mayor de la corte regia, o camarlengo, y varios camareros que estaban al servicio de la persona del rey. También se denomina cámara de Casa Real. camarero 2. Hist. Conjunto de los individuos empleados en la servidumbre de la real cámara, como el sumiller de corps, los gentileshombres, los ayudas de cámara, el secretario oficial, porteros, jefes del oficio de guardarropa, con sus ayudantes, mozos, sastres, oficiales, médicos, cirujanos, sangradores, boticario mayor y sus dependientes, peluqueros, zapateros, lavanderas y almidonadoras. |
El Palacio Real es el edificio más representativo de la Corona, donde simbólicamente reside. Por este motivo es escenario de actos de Estado solemnes. En la actualidad carece de uso residencial. A partir de 1561, cuando Felipe II convierte a Madrid en capital, el Alcázar conoce varias y sucesivas ampliaciones para adaptarlo a las exigencias de residencia permanente del monarca, las necesidades de gobierno de la Monarquía y la incipiente burocracia. En el Navidad de 1734 se incendia el Alcázar, y el Rey Felipe V determina construir un nuevo Palacio Real situado en el mismo lugar, como símbolo dinástico y de continuidad de la Monarquía Española con la Casa de Borbón. El nuevo edificio se concibe con un triple contenido: representativo, residencial y de gobierno. El Rey dispuso que Filippo Juvarra realizase el proyecto, con un estilo barroco inspirado en modelos berninianos. Aunque Juvarra muere antes de finalizarlo (1736), su discípulo Juan Bautista Sachetti se encarga de la dirección de las obras. Vivo aún el recuerdo del fuego, se construyó a base de bóvedas, de forma que no hubiera más madera que la de puertas y ventanas.
La planta del Palacio Real de Madrid es cuadrada, y se articula en torno a un patio que asume tanto la tradición clásica como la española. Sendas estatuas recuerdan a cuatro emperadores hispano-romanos (Trajano, Arcadio, Teodosio y Honorio) recordando las raíces de España y reforzando así el sentido de antigüedad histórica.
El Palacio tiene seis alturas desde el nivel de la calle Bailen y, al modo italiano, alterna pisos y entrepisos. El orden de convivencia se ordena verticalmente. Los Cuartos del Rey y de la Reina, separados según el protocolo español, se sitúan en la planta principal; y según se asciende en altura por el edificio, la escala de precedencia decrece hasta las habitaciones de la servidumbre situadas en las plantas superiores.
Las piezas principales se asoman a las fachadas, y las antecámaras y habitaciones secundarias, al patio. Y entre ambas, pasillos de s ervicio. Los ejes perpendiculares a las crujías del Palacio coinciden con los cuatro puntos cardinales. La fachada principal, sobre la Plaza de Armas, se abre al sur. La cara oeste mira al Campo del Moro, jardines cuya plantación y forma definitiva concluyen en época de Doña María Cristina. La del norte, a unos jardines municipales que ocupan hoy el lugar de las antiguas Caballerizas. La fachada este se extiende a la plaza de Oriente. Los elementos arquitectónicos del Palacio Real de Madrid manifiestan solidez y elegancia en los resaltos ("torres") de las esquinas; en el escarpe de la parte inferior de sus muros; en la combinación de tonos que proporcionan los materiales (granito gris de Guadarrama, y piedra caliza de Colmenar de Oreja). Sus esculturas, columnas, molduras y cornisas, rematadas por un balaustre, ofrecen un resultado sobrio y magnífico. El orden interior. En un lenguaje de símbolos, un frontis corona la fachada principal del Palacio. En el centro de ésta, un reloj flanqueado por dos relieves que representan el tránsito del sol por el espacio entre signos zodiacales. Por encima de la cornisa principal, las estatuas de Felipe V y su primera mujer, María Luisa de Saboya, como reyes que iniciaron la construcción del Palacio; y de Fernando VI y Bárbara de Braganza como los que concluyeron la obra de arquitectura. Exteriormente destaca en la planta principal, marcado por cuatro grandes columnas, el balcón más representativo del Palacio al que se asoma el salón del Trono. (Otros dos balcones corresponden al Comedor de Gala, en el lado oeste; y al Comedor de Diario, en el lado este. La cara norte corresponde a la Capilla por lo que carece de balcón). En las dos esquinas de la fachada principal, una bella y profunda referencia a América: sendas estatuas aluden simbólicamente a la integración en la Monarquía de los dos Mundos de los imperios precolombinos, representados a la izquierda por Moctezuma (emperador azteca); y a la derecha por Atahualpa (emperador inca). El acceso al Palacio desde la Plaza de Armas se hace por el Zaguán, practicable para carruajes. De él arranca la Escalera Principal.
Las piezas distribuidas por la planta baja del Palacio Real estuvieron ocupadas inicialmente por las Secretarías de Despacho, encargadas de la alta administración de los asuntos de Estado. Una parte de ellas se utiliza actualmente como Salas de Exposiciones Temporales; otra está ocupada por la Real Biblioteca y el Cuarto Militar. A la derecha del Zaguán se encuentra el Salón de Mayordomía, lugar que ocupaba el mayordomo mayor, nombre tradicional del jefe superior de Palacio.
La Escalera principal es imponente, con 72 peldaños de una sola pieza, diseñados para permitir movimientos solemnes con paso de marcha. La bóveda, de lunetos, está ricamente decorada con molduras y adornos de estuco; un fresco representa una alegoría del "Triunfo de la Religión y de la Iglesia" (Cerrado Giaquinto). La planta principal. La situación de las salas principales de Palacio guarda una relación muy estrecha con la arquitectura y la etiqueta regia. La primera estancia de la planta principal, a la que se accede desde la Escalera, es el antiguo cuerpo de guardia de los alabarderos (tropa militar encargada tradicionalmente de la protección de proximidad de los Reyes). Conserva por esta razón chimenea y su bóveda está decorada con un fresco de tema castrense ("Eneas forjando las armas"). Como los de la Cámara oficial y del Salón del Trono, fueron pintados por Juan Bautista Tiépolo. Desde Alabarderos se pasa al Salón de Columnas, decorado con tapices del siglo XVII, bustos romanos y esculturas del antiguo Alcázar. Preside una escultura de Carlos V alegórica de su implacable coraje en la lucha contra sus enemigos. Este Salón ha servido de escenario a múltiples acontecimientos sociales de la Corte española hasta la construcción, a finales del siglo XIX, del Comedor de Gala.
El Salón del Trono es el lugar más simbólico del Palacio, donde los Reyes reciben con el mayor ceremonial. Ocupa el centro de la fachada principal de Palacio. Lámparas venecianas, espejos de La Granja, consolas y relojes componen su decoración. A la derecha, siguiendo el orden del protocolo español, se suceden la Saleta, la Antecámara y la Cámara oficial donde Su Majestad el Rey recibe las audiencias. En sentido contrario, pero siguiendo el mismo orden protocolario, figuran la Saleta, la Antecámara y la Cámara, ésta con gran decoración barroca del último tercio del siglo XVIII, debida a la familia Gasparini, por cuyo nombre es conocida de manera habitual.
En la fachada de poniente está situado el Dormitorio del Rey Carlos III, que ocupó también su nieto Fernando VII. A continuación vienen, el Gabinete de Porcelana, con decoración de la fábrica del Buen Retiro, la Saleta Amarilla, y el Comedor de Gala. Esta estancia se formó por la unión, a finales del siglo XIX, de tres antiguas piezas del Cuarto de la Reina. En ella se celebran las cenas de gala que ofrece Su Majestad el Rey a los representantes extranjeros en visita oficial a España. El Comedor está alhajado con tapices de Bruselas (s. XVI), jarrones de porcelana china (s. XVIII) y de Sevrés (s. XIX).
La Capilla Real ocupa el centro de la fachada norte del Palacio. En su interior una gran cúpula al fresco, de Cerrado Giaquinto, representa la "Coronación de la Virgen". En las pechinas, pinturas de santos españoles, del mismo autor. Un cuadro de San Miguel Arcángel (Bayeu) preside el altar. Gran órgano de Bosch (s. XVIII). Dosel real, con tronos y reclinatorios, tapizados de seda bordada al realce con hilo de oro y plata por José Castillo (s. XVIII). En la zona oriental (fachada de la calle Bailen), las Habitaciones de la Reina María Cristina, el Comedor de Diario, el Salón de Espejos y el Salón de Tapices. En la parte interior, la Sala de Billar, el Gabinete de Fumar y las Habitaciones de los Reyes Carlos IV y María Luisa de Parma. Decoración y Colecciones Reales La decoración y distribución interior del Palacio ha variado a lo largo de la historia según necesidades y gustos de los distintos Reyes. Con Fernando VI concluyó la obra arquitectónica y se inició la decoración interior a cargo de Sachetti, Giaquinto y Tiépolo. Carlos III fue el primer monarca que habitó el Palacio Real en 1764. Durante su reinado prosiguió la decoración, responsabilidad de Sabatini que recurrió a artistas franceses, e italianos como Gasparini; más adelante intervinieron otros como Antón Rafael Mengs, y dos pintores españoles seguidores de su estilo, Bayeu y Maella. En época de Carlos III y Carlos IV los cuadros cubrían las paredes desde el zócalo hasta la cornisa. Este último sentía predilección también por los relojes, muebles y objetos decorativos franceses, con los que enriqueció las Colecciones Reales españolas. Fernando VII incorporó otros objetos decorativos, singularmente relojes, candelabros y arañas. A principios del siglo XIX se modificaron los patrones artísticos, incorporándose elementos modernos como las colgaduras de seda o el papel pintado, dando lugar a cambios decorativos y a la necesidad de reducir el número de cuadros en las paredes. Parte importantísima de obras maestras que allí colgaban pasaron al Museo de Pinturas establecido en el Paseo del Prado. Los Reyes Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia fueron los últimos monarcas españoles que, sin perder el uso oficial, habitaron el Palacio Real de Madrid, hasta el año 1931. Pocas residencias reales europeas conservan una decoración como la del Palacio Real de Madrid, reflejo de los gustos y del mecenazgo de los diferentes reyes españoles a lo largo de la Historia. La predilección de cada monarca por determinados artistas de su tiempo, siempre entre los mejores, ha tenido una influencia decisiva en la formación de la identidad cultural española. Fruto de todo ello son las Colecciones Reales (tapices, relojes, pintura, mobiliario, artes decorativas... etc.) administradas en la actualidad por Patrimonio Nacional. Distribuidas por el interior de los palacios reales españoles, formando parte de su decoración permanente, resumen unos refinados gustos artísticos de los reyes. Proporcionan a estos palacios un ambiente histórico y vivo a la vez bien distinto al de un museo. ANEXO Se llamaba ujier a un tipo de asistente de palacio que correspondía a portero, del que había varias clases según su ocupación. Actualmente, la denominación ha quedado delimitada a determinados porteros que trabajan en palacios o tribunales. Antiguamente, se distinguían los siguientes tipos de ujier: Ujier de cámara. El criado del rey que asistía en la antecámara para cuidar la puerta y de que sólo entraran las personas que debían entrar por sus oficios o motivos. Ujier de saleta. Criado del rey que asistía en la pieza más afuera de la antecámara, que llamaban saleta, para cuidar de impedir la entrada a los que no debían entrar. También lo había en el cuarto de la reina con el mismo encargo.
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importancia de los jefes de estado, ha aumentado con aumento de los diplomáticos acreditados ante Estados.
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