Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Paula Flores Vargas ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo; Soledad García Nannig;Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán
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El progresismo.
El progresismo es una tendencia política orientada, en general, hacia el desarrollo de un estado del bienestar, la defensa de derechos civiles, la participación ciudadana y cierta redistribución de la riqueza. En este sentido, el progresismo defiende, en líneas generales, más igualdad económica y social, así como también lo que consideran más avances o progresos en materia sociocultural. En el progresismo, como subespectro político, tienden a confluir diversas doctrinas filosóficas, éticas y económicas del socialismo democrático, de la socialdemocracia y del socioliberalismo. Como contraste, comúnmente se considera que estas corrientes aglutinan fuerzas opuestas al conservadurismo en lo cultural y al neoliberalismo en lo económico. Por otra parte, los progresistas persiguen principalmente la libertad personal, muchas veces privilegiándola sobre la libertad económica de mercado; por ello, fomentan reformas en lo social, lo económico, lo político y lo institucional, con lo cual pretenden profundizar en la libertad del individuo ampliando sus capacidades dentro de la sociedad. De esta manera, en lo socioeconómico, el progresismo propone que el Estado o la misma sociedad generen condiciones que permitan a las personas superar la desigualdad social a través de procesos de inclusión social. En general, el progresismo como tendencia política suele entenderse como pragmático, por lo que frecuentemente no se le define en un punto específico del espectro tradicional izquierda-derecha. No obstante, al progresismo a veces se le suele enmarcar dentro del espectro de las izquierdas, pero sobre todo alrededor de la centroizquierda. Aunque algunos sectores de la propia izquierda —sobre todo aquellos que se definen a sí mismos como revolucionarios— buscan desmarcarse del progresismo por considerarlo como meramente reformista. Aunque el término tiene precedentes en la Revolución francesa, cuando políticamente era sinónimo de reformismo, el progresismo tomó forma como tendencia política de las luchas contemporáneas por los derechos civiles y políticos que dieron vida a movimientos sociales como el feminismo, el ecologismo, el laicismo y la sexodiversidad, entre otros. Características Reformista: busca cambios constantes que impulsen el progreso indefinido en lo social, económico e institucional. Pragmático: plantea que el progreso se logra implementando políticas que mediante hechos ha demostrado funcionar. Por lo tanto sus medidas en lo económico y social no están sujetas a ideologías que propugnen la igualdad y la libertad de manera separada. Laicista: separación Iglesia-Estado. Plural: el progreso se logra trabajando con todos los sectores interesados para el desarrollo económico, social, político e institucional, e impulsa el reconocimiento de los derechos individuales. Democrático: estimula la participación ciudadana, ya que, en su ánimo de progresar, emprende luchas para lograr reformas que reconozcan los derechos individuales, y que se materializan como progreso social. Vanguardista: romper el statu quo en lo social y en lo político se ha vuelto una tendencia en los partidos que propugnan el progresismo. Origen del término. Los términos progresista y progresismo nacieron, en el contexto de la Revolución Liberal del siglo XIX, para designar a los reformistas o revolucionarios, partidarios de la idea de progreso en el plano político-institucional, el cambio social y las transformaciones económicas e intelectuales, frente a los conservadores, partidarios del mantenimiento del orden existente (tanto los reaccionarios partidarios de la vuelta al Antiguo Régimen, como los conservadores o moderados, partidarios de distintas formas de compromiso lampedusiano entre lo viejo y lo nuevo). Mientras que el término opuesto a reaccionario es revolucionario, el término contrapuesto a progresista es conservador. En cuanto a la relación entre los conceptos de revolucionario y progresista, si bien eran plenamente vinculables en la primera mitad del siglo XIX, fueron alejándose a medida que se imponían la Revolución industrial, el capitalismo y la sociedad de clases presidida por la burguesía (revolución burguesa). De hecho, fue a partir de la revolución de 1848 cuando se definió con claridad la nueva oposición social entre burguesía y proletariado (organizado en el movimiento obrero). Los antiguos progresistas fueron dejando de ser revolucionarios y comenzaron a identificarse mucho más con el término reformista. Posturas El progresismo actual varía en sus posturas ampliamente: En Europa, representa un sinónimo de una izquierda democrática, muchas veces más cercana a la socialdemocracia que busca defender ciertas posturas como financiamiento público del sistema de salud, financiamiento público del sistema educativo, legislación de la interrupción del embarazo, libertad sexual, eutanasia, laicismo y ecologismo, entre otros. En América Latina, el progresismo está asociado a muchas corrientes políticas distintas, a veces contrarias entre sí —aunque también a veces compartiendo ciertos principios rectores—: Por un lado, ciertas corrientes que se desarrollan con posiciones que van del centro a la izquierda política, pero gravitando generalmente hacia la economía social de mercado de cuño centroizquierdista, aunque también posturas de socialismo democrático. Por otro lado, ciertas corrientes asociadas muchas veces con el nacionalismo popular y el latinoamericanismo, con ciertas propuestas de socialismo sui generis o, en su defecto, con posturas marcadamente antineoliberales. En Estados Unidos, existen distintos grupos que se disputan el uso del término «progresista»: Por un lado, está el ala moderada del Partido Demócrata, en sí más vinculada con un capitalismo más regulado en comparación con las posturas del Partido Republicano. Por otro lado, se encuentra la militancia en el ala más izquierda del Partido Demócrata, que promueve cambios sustantivos en lo económico y en lo político. A veces vinculada con nociones de socialismo democrático o socialdemocracia. Asimismo, existe el movimiento progresista tradicional, muchas veces más vinculado con movimientos sociales de base, que busca romper el bipartidismo y generar «cambios radicales» como, por ejemplo, cambios en la política migratoria, mayor regulación en una economía más participativa, además de elaborar una política ecologista con unos objetivos más marcados. El adjetivo «progresista» se aplica con fines peyorativos por parte —de forma inicial— de las corrientes conservadoras o neoconservadoras en Europa y América, y enaltecedora por sus valores justicieros por parte de sectores liberales o democráticos; y muy frecuentemente este debate tiene expresión en la literatura y otros medios de comunicación, más allá de su adecuación o no adecuación a una estricta correspondencia con la ideología o los regímenes políticos progresistas. Se asocia con las posturas políticas de nueva izquierda y las ideas y actitudes de bondad social y multiculturalistas, algunas de corte autoritario y otras muy libertarias, siendo los aspectos más polémicos los relacionados con la xenofobia, homofobia, machismo, entre otros. 1819 Por su parte, Theodore Kaczynski en su obra La sociedad industrial y su futuro describe a los progresistas como «izquierdistas modernos» que poseen, en general —pero no necesariamente siempre—, dos tendencias psicológicas generales: sentimientos de inferioridad y sobresocialización. Para Kaczynski, los sentimientos de inferioridad se refieren a rasgos de «hipersensibilidad» que tienen los activistas con respecto a ciertos grupos sociales manifestándose en una sobreprotección hacia estos grupos por considerar que no pueden valerse por sí mismos, sino que la sociedad se tiene que hacer cargo de este pasivamente. Por otro lado, Kaczynski describe a la sobresocialización como la necesidad del izquierdista moderno de exigirse a sí mismo y a los demás cierto código moral manifestado en la llamada «corrección política». |
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