—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

jueves, 31 de diciembre de 2015

368.-El Palacio Ducal de Urbino.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán; Carla Vargas Berrios; Alamiro Fernandez Acevedo


El Palacio Ducal de Urbino.



Ciudad.




Urbino es un municipio italiano de la provincia de Pesaro y Urbino, en la región de Marcas. Su población asciende a unos 14 468 habitantes.

La ciudad, cuya parte más antigua data de la época de Julio César, se convirtió en un importante centro renacentista en la época de Federico da Montefeltro. Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998. Destaca su gran Palacio Ducal del siglo XV, actual sede de la Galería Nacional de las Marcas, que alberga pinturas provenientes de diversas escuelas italianas de pintura. La universidad de la ciudad data de 1506.

Toponimia

El topónimo en italiano es Urbino. En el dialecto local se la conocería como Urbìn y en latín con el nombre de Urvinum mataurense.

Ubicación

Se extiende sobre 35 ha en una colina en la región de Marcas, en una zona entre dos regiones (Las Marcas y Emilia-Romagna) y que se denomina Montefeltro. Está situada aproximadamente 180 km al este de Florencia, 170 km al sur de Bolonia y 280 km al norte de Roma.
La modesta ciudad romana de Urvinum Mataurense («pequeña ciudad sobre el río Matauro») se transformó al comienzo de la Edad Media en un centro importante durante las Guerras Góticas en el siglo VI. Fue tomada en el año 538 por los bizantinos y es frecuentemente nombrada por el historiador Procopio de Cesarea.
Incluso Pipino ofreció a Urbino al Papado; las tradiciones se expresaban independientemente hasta el año 1200 que cayó bajo el dominio de los nobles que combatieron entre ellos y la vecina Montefeltro. Estos nobles no tenían una autoridad directa sobre la ciudad, pero ejercían presiones para su elección. Los urbinati se rebelaron en 1213 y formaron una alianza con la ciudad independiente de Rímini, en el año 1234 consiguieron volver a tener el control de la ciudad.
El miembro más famoso de los Montefeltro fue Federico, señor de Urbino desde 1444 a 1482, muy hábil diplomático, y seguidor entusiasta de las artes y literatura; fue un magnífico gobernante, que contó con una brillante corte.
En 1502, César Borgia, con la connivencia de su padre, el papa Alejandro VI, depuso a Guidobaldo de Montefeltro, duque de Urbino, e Isabel Gonzaga. Regresaron en 1503, después de la muerte de Alejandro. Después de que el papa Médicis León X intentara durante breve tiempo establecer a un joven Médici como duque, lo cual fue frustrado por la temprana muerte de Lorenzo II de Médicis en 1519, Urbino fue gobernado por la dinastía de los duques Della Rovere.
En 1626, el papa Urbano VIII, incorporó el ducado independiente de Urbino a los territorios papales; obsequio del último duque Della Rovere, que se retiró después del asesinato de su heredero para que fuera gobernado por el obispado. La gran biblioteca fue trasladada a Roma y se adjuntó a la Biblioteca Vaticana en el año 1657.
La posterior historia de Urbino es parte del Estado Pontificio, y después de 1870 parte de la historia italiana.


Urbino El Centro Histórico
Urbino, cuna del Renacimiento intacta en el tiempo.


Entre el valle del Metauro y el valle del Foglia, en las colinas de la región de las Marcas frente al mar Adriático, se encuentra la ciudad de Urbino, uno de los centros más importantes del Renacimiento italiano, cuyo encanto artístico y patrimonio arquitectónico conserva aún hoy.
Adornada con edificios de arenisca y rodeada por una larga muralla de ladrillos, Urbino es una ciudad de inmensa riqueza histórica y artística. De ser un simple pueblo, pasó a ser la "cuna del Renacimiento" y, aún hoy, paseando por su centro histórico se respira el aire del siglo XV.
En 1998, Urbino se ganó el honor de ser considerada Patrimonio Mundial de la UNESCO por haber sido un punto de atracción para los más ilustres eruditos y artistas del Renacimiento de toda Italia y del mundo, y por haber influido en el progreso cultural del resto de Europa, logrando al mismo tiempo mantener casi intacto su excepcional conjunto urbano.

Historia y curiosidades de Urbino.



La historia de Urbino hunde sus raíces en la época romana, cuando, debido a su importante posición estratégica, se dotó de sólidas murallas y se convirtió en una ciudad fortificada. Sin embargo, el apogeo de Urbino se produjo en el siglo XV gracias a Federico da Montefeltro.
En esos años dorados, Urbino adquirió la excelencia monumental y artística que le permitió extender su influencia al resto de Europa. La ciudad se convirtió en una magnífica corte principesca, que albergaba lo mejor que la cultura humanista del Renacimiento italiano podía ofrecer en aquella época: Piero della Francesca, Luciano Laurana, Leon Battista Alberti y Giovanni Santi, padre de Rafael.
La última gran época de esplendor artístico y cultural de Urbino se debe a Clemente XI, quien financió la renovación de varios palacios, iglesias y monasterios de la ciudad inmediatamente después de su elección al trono papal en 1701.

Qué ver en Urbino: 9 lugares que no te puedes perder.


Los lugares de Urbino que no te puedes perder están ligados a las épocas de máximo esplendor de la ciudad. El centro histórico tiene algo más de un kilómetro cuadrado y se puede recorrer a pie en busca de cosas que ver y admirar, como monumentos y obras de arte.
El majestuoso palacio ducal de Urbino es una obra maestra del arte renacentista que alberga la Galería Nacional de las Marchas y el Museo Arqueológico Lapidario. Al lado, en la misma plaza Duca Federico desde la que se accede al palacio, se encuentra la catedral de Urbino, dedicada a santa María Asunta y reconstruida por completo tras el terremoto de 1789.
Bajo la catedral de Urbino se encuentra el oratorio del Santissimo Crocifisso della Grotta, también conocido como oratorio della grotta, compuesto por cuatro capillas erigidas entre los siglos XVI y XVII. En el interior de la capilla de la Resurrección se encuentra una piedad de mármol esculpida por Giovanni Bandini en 1597.
En la casa de Rafaello Urbino se encuentra el museo que alberga pinturas y paneles del artista y de su padre, Giovanni Santi. No muy lejos de Casa Santi se encuentra la fortaleza de Albornoz, construida en la segunda mitad del siglo XIV con función defensiva en el punto más alto de la ciudad.
La iglesia de San Bernardino, a las afueras del centro histórico de Urbino, fue encargada por Federico da Montefeltro como lugar de enterramiento suyo y de su hijo Guidobaldo da Montefeltro. Cerca de la entrada se conservan sarcófagos barrocos de mármol.

3 ideas sobre qué hacer en Urbino


El pequeño centro histórico de Urbino está repleto de cosas que hacer, e ir de un lugar a otro suele llevar solo unos minutos, aunque las maravillosas vistas te obligarán a detenerte y hacer unas cuantas fotos. Desde la catedral de Urbino se puede llegar al oratorio de San Juan Bautista, una pequeña maravilla que esconde un colorido ciclo de frescos pintados por los hermanos Lorenzo y Jacopo Salimbeni hacia 1416.
Un poco más adelante se encuentra el oratorio de San Giuseppe, que alberga algo único: la natividad de Jesucristo en toba y piedra pómez esculpida por Federico Brandani. La obra está ambientada en una capilla revestida de toba para recrear el ambiente de una cueva.
Entre los lugares que no hay que perderse en Urbino está el palacio del Collegio Raffaello, uno de los edificios encargados por el papa Clemente XI para albergar a la congregación religiosa de los padres escolapios.

¿Qué comer en Urbino? 4 especialidades con las que deleitarte.


La tradición culinaria de Urbino se basa sobre todo en los productos de la tierra, y no se puede empezar una comida en Urbino sin pedir una tabla de quesos y embutidos, como la casciotta D. O. P. de Urbino y el prosciutto D. O. P. de Carpegna. Estos son también los dos protagonistas absolutos de la crescia sfogliata, pariente lejano de la piadina romagnola, con una historia que se remonta a la época de la corte de los duques.
Como en otras zonas de las Marcas, la pasta nunca falta en las mesas de los habitantes de Urbino. Los passatelli, pasta fresca mezclada también con parmesano y pan rallado, suelen servirse con caldo, pero te sugerimos que pruebes la versión seca cubierta con virutas de trufa.
Los más golosos deben probar el bostrengo, un pastel navideño de aspecto similar al panforte toscano. El arroz, el pan mojado en leche, la harina blanca y la harina de maíz se mezclan con manzanas, peras, nueces, uvas pasas y cacao en una explosión de sabores que te sorprenderá.



Castillo.


salon de Hércules




El Palacio Ducal (en italiano: Palazzo Ducale) es un edificio renacentista en la ciudad italiana de Urbino en las Marcas. Es uno de los monumentos más importantes de Italia, catalogado dentro del centro histórico de Urbino en la lista de la Unesco de Patrimonio de la Humanidad.

Historia.

La construcción del Palacio Ducal se comenzó por el duque Federico da Montefeltro alrededor de mediados del siglo XV por el florentino Maso di Bartolomeo. La nueva construcción incluyó el preexistente palacio de la Iole. Luciano Laurana (Lucijan Vranjanin), un arquitecto originario de La Vrana, cerca de Zara (hoy, Zadar) Dalmacia (hoy, Croacia) influido por los edificios de Brunelleschi en Florencia, diseñó la fachada, el famoso patio y las grandes escaleras de la entrada. Después de la marcha de Laurana de Urbino en 1472, las obras fueron continuadas por Francesco di Giorgio Martini, que fue el principal responsable de la decoración de la fachada. Las esculturas fueron ejecutadas por el milanés Ambrogio Barocci, que fue también el decorador de las habitaciones interiores.


Después de la muerte del Duque Federico (1482), la construcción se dejó parcialmente inacabada. La segunda planta se añadió en la primera mitad del siglo siguiente por Girolamo Genga. En 1604 el pintor Federico Barocci reprodujo una vista del edificio en su famoso Cristo crucificado del Museo del Prado. El palacio continuó como edificio gubernamental en el siglo XX, alojando archivos y oficinas municipales, y colecciones públicas de inscripciones y esculturas antiguas.

Se restauró en 1985, abriéndose la extensa red subterránea a los visitantes.

Retrato de una joven (más conocida como La Muta), Rafael,
1507-1508, Galería Nacional de las Marcas.



Descripción.

Las arquerías del patio diseñado por Laurana rivalizan con las del Palazzo della Cancelleria en Roma como las más delicadas del Renacimiento. Superando las exigencias del lugar, que hizo precisa una masa arquitectónica irregular, desde los años 1460 en adelante Laurana creó lo que los contemporáneos consideraron una auténtica estancia principesca. Está considerado el primer palacio (no castillo) construido, puesto que pese a su imponente aspecto en la fachada que se ve a la entrada de la ciudad, no tenía un carácter defensivo.

Época rafaelina.

La reputación de la corte la estableció Federico da Montefeltro, un condotiero que había sido nombrado duque de Urbino por el papa Sixto IV - Urbino formaba parte de los Estados Pontificios - y que murió el año anterior al nacimiento de Rafael. Los intereses de la corte de Federigo eran más bien literarios y no artísticos, pero Giovanni Santi, el padre de Rafael, era poeta, además de pintor; había escrito una crónica con rimas acerca de la vida de Federigo y escribía y hacía los decorados de las mascaradas para el entretenimiento de la corte. Su poema a Federigo lo muestra como gran conocedor de los principales pintores del norte de Italia, así como de los primitivos flamencos.


A Federigo lo sucedió su hijo Guidobaldo da Montefeltro, quien se casó con Elisabetta Gonzaga, hija del caudillo de Mantua, la más brillante entre las pequeñas cortes italianas en cuanto a su vida musical y artística. Bajo su gobierno la corte continuó siendo un importante centro de cultura literaria.





Galería Nacional de las Marcas.

La Galleria Nazionale delle Marche (Galería Nacional de las Marcas), alojada en este palacio, es una de las más importantes colecciones de arte gótico y renacentista del mundo. Incluye obras destacadas de autores de los siglos XIV, XV y XVI como Giovanni Baronzio, Melozzo da Forlì, Rafael Sanzio, Piero della Francesca (con su famosa Flagelación), Paolo Uccello, Giovanni Santi (padre de Rafael), Justo de Gante (una Última Cena con retratos de la familia Montefeltro y la corte), Pedro Berruguete (quien trabajó en Urbino en la década de 1470) y Timoteo della Vite, y otros artistas, así como una tardía Resurrección obra de Tiziano.



Ducado de Urbino.

El Ducado de Urbino (1443-1631) fue un antiguo estado italiano situado en la parte septentrional de la región de las Marcas.

Creación

El nacimiento del Ducado de Urbino tuvo lugar en 1443, cuando el papa Eugenio IV nombró a Oddantonio II de Montefeltro duque de Urbino, ciudad que se convirtió en capital del nuevo estado y que llegó a ser uno de los centros focales del Renacimiento italiano.
Su declive se inició con el traslado de la capital a Pésaro en 1523.

Fronteras

En la época de su constitución, el Ducado de Urbino hacía frontera al este con el Mar Adriático, al oeste con la República de Florencia y en el resto con provincias de los Estados Pontificios.

Breve historia

El nombramiento papal convirtió al Condado de Urbino, constituido en 1213, en ducado, gobernado por la familia Montefeltro.
El estado pasó posteriormente a los Della Rovere y finalmente en el año 1631 anexionado a los Estados Pontificios por el papa Urbano VIII (1623-1644), que instauró la Legación de Urbino.

Línea dinástica de los condes y duques de Urbino.

Montefeltro, Condes de Urbino

1234-1242: Bonconte I de Montefeltro
1242-1255: Montefeltrano II de Montefeltro
1255-1285: Guido de Montefeltro († 1298) protagonista en el canto XXII de la Divina Comedia;
1285-1304: control Papal
1296-1322: Federico I da Montefeltro
1322-1360: Guido II, Galasso y Nolfo de Montefeltro
1322-1324: control Papal
1360-1363: Federico II de Montefeltro († 1370 ca.)
1363-1404: Antonio II de Montefeltro
1369-1375: control Papal
1404-1443: Guidantonio de Montefeltro

Montefeltro, Duques de Urbino

1443-1444: Oddantonio II de Montefeltro, primer duque de Urbino
1444-1482: Federico III de Montefeltro conocido como Federico de Montefeltro;
1482-1508: Guidobaldo de Montefeltro
1502-1504: Dominio de César Borgia

Della Rovere, Duques de Urbino

1508-1516: Francisco María I della Rovere
1516-1519: Lorenzo II de Médici (durante parte de 1517 con Francisco María I della Rovere)
1508-1538: Francisco María I della Rovere
1539-1574: Guidobaldo II della Rovere
1574-1621: Francisco María II della Rovere († 1631)
1621-1623: Federico Ubaldo della Rovere
1623-1631: Francisco María II della Rovere (después de la muerte de su hijo volvió al poder)

desde 1625: devolución a los Estados Pontificios, oficialmente en 1631, después de la muerte del último Della Rovere. Las colecciones artísticas de los Della Rovere pasaron a la última descendiente, Victoria della Rovere, esposa de Fernando II de Médici, traspasados por ésta a Florencia.



Retrato de Victoria della Rovere por Carlo Dolci.


Victoria della Rovere (Pésaro, 7 de febrero de 1622-Pisa, 5 de marzo de 1694) fue gran duquesa de Toscana por su matrimonio con Fernando II de Médici. Fue la última representante de la familia de los Della Rovere, duques de Urbino, y sería la heredera de Francisco María II, su abuelo, que le dejó su fortuna y los ducados de Rovere y Montefeltro. Urbino se reincorporó a los Estados Pontificios.

Biografía


Victoria fue la hija de Federico Ubaldo della Rovere, duque de Urbino por abdicación de Francisco María II. La temprana muerte de Federico puso de nuevo al viejo duque en el trono, ya sin ningún heredero varón. En 1625 devolvió el feudo de Urbino al papa y se retiró a sus posesiones familiares. Mientras su madre, Claudia de Médici, contraería nuevo matrimonio con el archiduque y conde del Tirol, Leopoldo V de Habsburgo.
Con solo un año, Victoria fue prometida a su primo, Fernando II de Médici, y enviada a la corte florentina para ser educada. El matrimonio se hizo efectivo en 1633 y la novia incluyó en su dote los tesoros y obras de arte de los Della Rovere, que pasaron a engrosar las colecciones de los Uffizi.

Victoria della Rovere (Pésaro, 7 de febrero de 1622-Pisa, 5 de marzo de 1694)​ fue gran duquesa de Toscana por su matrimonio con Fernando II de Médici.


La joven princesa pasó buena parte de su infancia en el convento de Crocetta, donde recibió una educación muy conservadora, que se haría notar en su más avanzada edad, dominada por sacerdotes que la enfrentaron con su marido, de talante más liberal. El matrimonio se consumó en 1639, y en diciembre de ese año nació Cosme, que vivió solo dos días; al año siguiente (1640), Victoria daba a luz un niño muerto. Finalmente, en 1642 nació el esperado heredero, el futuro Cosme III de Médici.
 Sin embargo, la relación entre los dos cónyuges era cada día peor, y se rompió definitivamente cuando la duquesa descubrió a su esposo en la cama con un paje de la corte. A partir de entonces ambos vivirían separados, exceptuando una breve reconciliación en 1659, de la que sería fruto un nuevo hijo, el cardenal Francisco María de Medici, nacido en 1660.
En 1670 falleció Fernando II. Su hijo y sucesor, Cosme III, se había casado con Margarita Luisa de Orleans, prima del rey de Francia, Luis XIV. Pronto se desarrolló una abierta hostilidad entre la nueva gran duquesa y la madre del soberano, que se alineó con Victoria, a quien dio parte en los asuntos del estado, incluyéndola en su Consejo Privado. Margarita, después de diversos incidentes y sintiéndose postergada, llegó a un acuerdo con su marido, del que se separó en 1675 para volver a Francia, de donde no regresaría jamás, aunque vivió hasta 1721. La educación de los jóvenes príncipes Fernando María, Ana María Luisa y Juan Gastón, quedó a cargo de su severa abuela.
Victoria della Rovere pasó sus últimos años a caballo entre el convento de Montalve, conocido como Villa La Quiete, y la Villa Médici de Poggio Imperiale, adonde fueron a parar parte de las colecciones sus antepasados. Murió en el Palacio Ducal de Pisa y está enterrada en la florentina Basílica de San Lorenzo. Los ducados de Rovere y Montefeltro pasaron a su segundo hijo, el cardenal Francisco María.



Las Marcas, una encantadora región de playas, cuevas y montañas.



Maravillosas, armoniosas y sinuosas: así se pueden resumir Las Marchas en pocas palabras. Una región que conquista con sus colinas embellecidas con tradición y arte, montañas equipadas para esquiar y costas rocosas quebradas por hermosas playas de arena.
Destino de vacaciones durante todo el año, ofrece multitud de destinos para todos los gustos: deporte, relax, espiritualidad y bienestar.

Orígenes y antecedentes históricos de Las Marcas

Habitada desde el Paleolítico, la región conoció la presencia generalizada en su territorio de los picenos, mientras que los senones galos se limitaban al norte, los griegos a Ancona y los umbros al suroeste. En la Edad Media fue dividida entre los bizantinos y los longobardos, hasta que los francos la cedieron a los Papas.
Bajo el dominio de la Iglesia, surgieron comunas libres y se formaron importantes señoríos durante el Renacimiento: la corte de Urbino y el ducado de Spoleto se convirtieron en centros de referencia.
La Iglesia, que no toleraba el estado de desorden en la región, encargó al cardenal Albornoz el restablecimiento de la autoridad eclesiástica. Emprendió la labor de reconquista y pacificación de Las Marcas e hizo que se aceptaran las leyes que determinaban la nueva ordenación política de la región.
Las batallas internas siguieron multiplicándose, siendo la más famosa la protagonizada por Braccio da Montone. Este periodo vio nacer la República Marítima de Ancona, posteriormente anexionada al Estado Pontificio en 1532.
Los Sforza y César Borgia intentaron en vano reunificar la región militarmente. Tras la Revolución Francesa, Las Marcas volvieron a estar bajo los Estados Pontificios hasta que, con la batalla de Castelfidardo, fueron finalmente ocupadas por el ejército piamontés y anexionadas al Reino de Italia.
Mientras tanto, este territorio ya había dado a luz, en 1798, al mayor exponente de la poesía italiana del siglo XIX, Giacomo Leopardi.

Principales ciudades de Las Marcas.

Comienza tu viaje por Las Marcas desde Ancona, la capital de la región y uno de los puertos industriales más importantes del Mediterráneo, que te sorprenderá enseguida con una curiosa característica: debido al desarrollo en forma de codo de la ciudad, aquí el sol sale y se pone sobre el mar.
Entre los numerosos monumentos históricos no te pierdas el Lazzaretto, una fortaleza pentagonal sobre el mar que ahora se utiliza como espacio de exposiciones, y entre las muchas playas de la ciudad, elige la del Passetto.
La playa favorita de los anconeses se encuentra al final del Viale della Vittoria, en el barrio del Adriático que termina en un pinar con vistas al mar. Para llegar a ella, baja las escaleras (o el ascensor, en verano) y llegarás a la verdadera joya de la playa: las grutas del Passetto, es decir, los refugios para barcos excavados en la roca. 
Otro tesoro de las Marcas es Ascoli Piceno, cerca del mar y a la sombra de los Apeninos. Ciudad de las cien torres, conserva su urbanismo medieval y es un derroche de travertino, la piedra clara que caracteriza a todos sus edificios históricos. Su centro histórico es pequeño y compacto, pero lleno de palacios, museos, iglesias y testimonios históricos.
A continuación, Urbino, una mezcla imperdible de historia, arte y cultura. Ciudad natal de Rafael Sanzio, uno de los más grandes artistas del Renacimiento, cuenta con la herencia artística y cultural de los Montefeltro, la familia que gobernaba allí.
Entre sus tesoros se encuentra el palacio ducal, una obra maestra de la arquitectura renacentista que hoy alberga la colección de arte más importante de la región, con obras de Rafael y Piero della Francesca.
También merece la pena visitar Fabriano, la ciudad vinculada a la fabricación de papel y a la invención de la filigrana, una industria que se desarrolló entre los siglos XIV y XV.
Recanati, en la zona de Macerata, es el lugar de nacimiento de Giacomo Leopardi: una hermosa ciudad enclavada entre sinuosas colinas salpicadas de románticas vistas.




Leonardo (2021)

Leonardo es una serie de televisión histórica sobre la vida de Leonardo da Vinci, emitida en 2021. La serie narra la vida de Leonardo da Vinci a través de los obras que le hicieron famoso y las historias que se escondían tras ellos, revelando poco a poco los tormentos interiores de un hombre obsesionado con lograr la perfección.











Catalina de Cremona, amor platónico de da Vinci, es el personaje femenino de la serie Leonardo. Pero, ¿existió realmente esta mujer?, ¿tuvo una relación con el genio del Renacimiento?, ¿acusaron al artista de su asesinato? La respuesta a todas estas cuestiones es 'no'. No hay documentos ni evidencias históricas que demuestren la existencia de Catalina. Es un personaje inventado por Frank Spotnitz y Steve Thompson para enriquecer la trama de la serie: "Nosotros hacemos ficción, no documentales", se justifican.


Si bien -como señalan los autores- es un personaje que brota de su fantasía, sí está basado en anotaciones y bocetos encontrados en el cuaderno de da Vinci. En las hojas de sus diarios aparece el nombre de 'Caterina' y 'La Cremona', pero no hay constancia de que sean la misma persona o la vinculación con el pintor. Por lo tanto, la acusación de asesinato también es ficción, aunque el historial delictivo de Leonardo no está limpio. Tal y como mostró la serie en el capítulo 2, el artista fue detenido -y absuelto- de sodomía en 1476.





El personaje de Caterina de Cromana simboliza la figura femenina presente en la vida de Leonardo da Vinci, a veces obsesionado con su rostro y su cuerpo; así como su inspiración para crear sus obras más bellas. La actriz y cantante italiana Matilda De Angelis encarna a la protagonista de la producción que emite Televisión Española. A sus 25 años, la artista tiene una incipiente carrera, tanto en la pequeña como la gran pantalla. ¿Sabes dónde puedes verla? Te contamos las películas y series en las que ha participado.



Teatro quinta.


















Casa de cultura de Quinta Normal.


367.-El studiolo italiano.-a


Introducción.


La primera definición de studiolo que poseemos podemos encontrarla en la tercera edición del prestigioso diccionario italiano de la Accademia della Crusca, editado en el año 1692, para referirse a un “Piccolo stipo”, es decir, un “pequeño gabinete”.





Sin embargo, el uso de la palabra studiolo, studiuolo o simplemente studio se remonta al siglo XV, como da testimonio el Tratado de Arquitectura de Antonio Averlino (Filarete) de 1464 en el que usaba la palabra studio para referirse al lugar en el que Pedro de Cosme de Médici (1416-1469) se recreaba leyendo sus libros mientras contaba a su alrededor con:

Efigies y retratos de todos los emperadores y hombres nobles que han vivido, realizados en oro, plata, joyas, mármol y otros materiales.

De esta forma, escribía Filarete, Pedro honraba a estas personas:

Como hombre que reconoce la dignidad de los autores y como un gesto de amor hacia ellos.

¿Qué es un studiolo?

 Algunos de los más conocidos

Complementando la descripción proporcionada por Filarete y, de modo general, podemos decir que los studioli (plural de studiolo) eran unos espacios privados situados en el interior de algunos palacios renacentistas italianos utilizados por los príncipes humanistas de los siglos XV y XVI para el estudio de diversas materias relacionadas con las artes y las ciencias, aunque también se ha relacionado con un carácter representativo, lúdico, mágico –en relación con la alquimia- o incluso erótico.

Normalmente eran de pequeño tamaño (de unos trece o catorce metros cuadrados) y de planta irregular. Estaban compuestos, en su parte inferior, por unas paredes revestidas de madera, para servir de abrigo a la estancia, realizadas por maestros escultores de la taracea que creaban efectos visuales de trampantojo mediante el uso de la perspectiva y que a menudo solían servir como puerta de acceso al interior del studiolo o como armarios y estanterías para albergar diversos objetos (libros, instrumentos para el estudio, etc.); y, en su parte superior, por unas pinturas que presentaban un programa iconográfico normalmente consistente en una secuencia de retratos de personajes ilustres, de las musas o de alegorías de las artes y las ciencias.


Studiolo de Francisco I.de Florencia  


El studiolo italiano era un pieza o cámara de un palacio donde el propietario podía retirarse a un ambiente privado para dedicarse a sus aficiones o intereses, en general de orientación artístico-cultural. Es un antepasado del gabinete de curiosidades del Renacimiento italiano, que se diferencia de éste por la ausencia de curiosidades (Artificialia, Naturalia, Exotica, Scientifica​) y por su uso principal como gabinete de estudio.
Varios ejemplos significativos de este tipo de gabinete privado o íntimo han existido en la historia; podían ser públicos (abiertos a todos), privados (abiertos a los invitados y a los familiares) o íntimos (solo para los destinatarios). El entorno creado por los propietarios de estos studiolos podía ser didáctico, científico, simbólico, alegórico o enciclopédico, y permite hoy captar la personalidad de estos individuos iluminados. Los más numerosos son los de gobernantes que decoraron sus gabinetes con los mejores artistas de su tiempo, y los studiolos participan así en el establecimiento de una Historia del Gusto.



Principales studiolos italianos.


  1. el studiolo de Lionel de Este (llamado Studiolo de Belfiore) en el palacio de Belfiore de Ferrara (1447-1463);
  2. el studiolo de Federico III de Montefeltro en el palacio ducal de Urbino (1473-1476);
  3. el studiolo de Gubbio (1479-1482), acondicionado por petición de Guidobaldo I de Montefeltro en el palacio ducal de Gubbio y transferido en 1939 al Metropolitan Museum of Art​;
  4. el studiolo de Isabel de Este en Mantua, en el Castello San Giorgio, después en Ferrara;
  5. el studiolo de alabastro (Camerini d'alabastro) de Alfonso I de Este (Ferrara) (1507);
  6. el studiolo de Francisco I de Médici (Palazzo Vecchio de Florencia) de 1570 a 1575);
  7. el studiolo de Cosme I de Médici (Palazzo Vecchio de Florencia);
  8. el studiolo de Cosme II acondicionado por petición de Cosme II de Médici en la Villa de Poggio Imperiale;
  9. el studiolo Colonna de Vespasiano Gonzaga Colonna en Sabbioneta y sus frescos de los seis primeros libros de La Eneida por Carlo Urbino;
  10. la Cámara de los esposos de Mantegna (la Camera degli Sposi o Camera Picta) posan la familia Gonzaga en un medio idealizado.

Studiolos en el resto de Europa.

El único studiolo construido en Francia se encuentra en el castillo de Lude. Un auténtico studiolo acaba de ser descubierto en el castillo de La Vigne (Cantal) con motivo de la restauración de sus pinturas murales de 1530.



El studiolo de Francisco I era un studiolo o pequeña estancia del Palazzo Vecchio de Florencia, construida por orden de Francisco I de Médici, en el que el gran duque se dedicaba a sus actividades e intereses privados. Se emprendió un ambicioso plan decorativo en el que participó lo más granado de los pintores manieristas del momento, encabezados por Giorgio Vasari, que se encargó de la dirección del proyecto (1570-1572), ayudado por los humanistas Giovanni Battista Adriani y Vincenzo Borghini.

Historia

El refugio del príncipe alquimista

Este gabinete era parte despacho, en parte laboratorio, escondite y gabinete de curiosidades. Aquí el príncipe practicaba la alquimia y disfrutaba de su colección de objetos raros, rodeado de una serie de lienzos temáticos de gran tamaño, basados en las piezas que la colección abarcaba.


Los muros contienen 34 pinturas, de tema mitológico, religioso y representativos de las actividades humanas más diversas. Mirabello Cavalori aportó la Fábrica de lanas, Giovanni Battista Naldini pintó una Mansión de los Sueños, tal vez relacionada con el dormitorio adyacente de Francisco I. Un retrato de la madre del duque, Leonor de Toledo, obra de Bronzino, presidía la estancia. La distribución original de los temas es objeto de especulación.


El studiolo, que fue el refugio secreto del gran duque Francisco, personaje de carácter complicado y taciturno, fue olvidado tras la muerte del príncipe. Desmantelado en 1590 por el nuevo gobernante, su hermano Fernando I de Médici, fue reconstruido en el siglo XX como una rareza digna de visitar.
A pesar de su mala fortuna posterior, el studiolo representa la culminación de lo que se llamó Alta Maniera, si no en calidad, sí en representatividad de lo que significó dicho estilo, que entró poco después en franca decadencia, superado por el movimiento contramanierista y el posterior barroco.

Recuperación del studiolo.


Ya incluso antes de la muerte del duque Francisco, el studiolo comenzó a desmantelarse. Muchas de las obras de arte que contenía fueron reubicadas en la Tribuna de los Uffizi. El studiolo fue olvidado durante siglos e incluso se perdió memoria de su ubicación dentro del palacio. Sin embargo, en 1910, Giovanni Poggi, superintendente de bienes culturales de la Toscana, y Alfredo Lensi, jefe de la Oficina para las Artes del Comune de Florencia, redescubrieron el paradero de la habitación perdida. Ello fue posible gracias al reconocimiento de los frescos supervivientes en el techo. Milagrosamente, fue posible recuperar los treinta y cuatro lienzos que originalmente decoraban las paredes de la estancia, conservados durante siglos en los Uffizi, así como las ocho esculturas de bronce.



Artistas que contribuyeron en la decoración del studiolo

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Pintores



Alessandro Allori,​ Banquete de Cleopatra
Niccolò Betti, Saqueo de una ciudad
Ludovico Buti La Armería, Apolo y Quirón
Giovanni Maria Butteri, Descubrimiento del vidrio, Factoría del vidrio
Vittore Casini, Forja de Vulcano


Mirabello Cavalori.
Jacopo Coppi, llamado "il Meglio", Invención de la pólvora,3​ La familia de Darío ante Alejandro Magno
Francesco del Coscia, Juno toma el ceñidor de Venus
Giovanni Fedini, El anillo de Policrates


Alessandro Fei, llamado Alessandro del Barbiere, El taller del Orfebre
Sebastiano Marsili, Hipómenes y Atalanta
Girolamo Macchietti,  y Los baños de Pozzuoli
Andrea del Minga, Deucalión y Pirra
Francesco Morandini (llamado "il Poppi"), Fundición del bronce


Giovanni Battista Naldini, Alegoría de los Sueños y Recogida del ámbar gris.
Carlo Portelli, Neptuno y Anfitrite, Océano regala la caracola a Pan
Maso da San Friano,​ Mina de diamantes
Giovanni Stradano, Circe y los compañeros de Ulises
Santi di Tito,​ Paso del Mar Rojo


Bartolomeo Traballesi, Danae
Lorenzo Vaiani "dello Sciorina", Hércules mata al dragón de las Hespérides
Giorgio Vasari, Perseo y Andrómeda
Jacopo Zucchi, Las canteras

Además, Francesco Morandini y Jacopo Zucchi se encargaron de la decoración de los techos de las estancia.

Escultores



Giovanni da Bologna, Apolo
Vincenzo de'Rossi, Vulcano
Stoldo Lorenzi, Anfítrite
Vincenzo Danti, Venus
Elia Candido, Bóreas
Giovanni Bandini, Juno
Bartolomeo Ammanati, Ops (Abundancia)
Domenico Poggini, Pluto (Riqueza)




Pedro de Cosme de Médici (italiano: Piero di Cosimo de' Medici; 19 de septiembre de 1416-2 de diciembre de 1469), llamado el gotoso (il Gottoso), debido a la enfermedad que padecía. Gobernante de facto de Florencia de 1464 a 1469 durante el renacimiento florentino. Hijo de Cosme de Médici y Contessina Bardi1​ y padre de Juliano y Lorenzo. Murió a los 53 años.

Biografía.


Escudo de armas.


Durante la vida de su padre, Cosme de Médici, Pedro no jugó un papel importante debido a su permanente mala salud, causa de su sobrenombre. Fue el último Médici elegido para el cargo de Gonfaloniere, en 1461.
Al recibir de su padre el banco familiar, Pedro ya tenía un panorama financiero del negocio; el resultado le llevó a requerir la devolución de varios créditos otorgados a largo plazo, muchos de ellos a seguidores de los Médici, que su padre había dejado estar. Esto produjo la inmediata bancarrota de varios mercaderes, que se sumaron a los opositores de la familia.
Su período de gobierno en Florencia estuvo marcado por un intento de golpe encabezado por Luca Pitti y Niccoló Soderini, usando tropas provistas por Borso de Este, duque de Ferrara, mandadas por su hermano Ercole de Este. Pedro fue avisado por Giovanni II Bentivoglio, con lo que pudo huir del golpe, en parte porque su hijo Lorenzo descubrió un bloqueo de caminos efectuado por los conspiradores para apresarlo. El golpe falló, al igual que un segundo intento apoyado por Venecia, con tropas mandadas por Bartolomeo Colleoni. Luego de esto, el gobierno de Pedro no tuvo contratiempos, aunque tampoco logros notables.
Pedro continuó la tradición familiar de mecenazgo artístico. Entre las obras que encargó se incluyen la "Adoración de los Reyes Magos" de Botticelli y los frescos de Gozzoli para la "Procesión de los Magos". Su gusto fue más ecléctico que el de su padre, extendiendo su apoyo a obras holandesas y flamencas.
También continuó la colección de libros raros, agregando varios al acervo familiar. Aunque no fue un banquero tan brillante como su padre, fue capaz de mantener las cosas funcionando durante su permanencia al mando.



Acontecimientos más importantes que caracterizan al renacimiento y su relación con el papel que juegan el libro, la biblioteca y la imprenta.


Los grandes núcleos comerciales de Venecia y de Florencia fueron los centros del mundo del libro en el Renacimiento. Los Medicis fueron trascendentales en la época ya que fueron grandes coleccionistas y con el auxilio de su fortuna se reunió una enorme cantidad de manuscritos, incluso manuscritos de países más allá de los Alpes en donde los monjes hacían tratos con los potentados coleccionistas italianos. Fueron los Medicis los que hicieron realidad la idea de Petrarca de una biblioteca pública.
En 1441 Cosme Medici, fundó la biblioteca marciana, llamada así por que se alojó en el convento de los dominicos de San Marcos. Otra de las bibliotecas de los Medicis es la biblioteca Laurenziana uno de los edificios más bellos del Renacimiento italiano construída por Miguel Ángel y que hasta la fecha existe.

En 1808 la biblioteca Laurenziana se unificó con la Marciana y juntas hoy constituyen uno de los más grandes atractivos de Florencia, la Biblioteca Mediceo-Laurenziana. Por su parte el Cardenal Basilios Bessarion, se dedicó a coleccionar manuscritos principalmente después de la caída de Constantinopla y debió de invertir un aproximado de 30,000 florines en su biblioteca la cual legó a Venecia donde hoy forma la base de la gran biblioteca de San Marcos.
En el renacimiento los hombres solían gastar grandes sumas en las encuadernaciones que a veces era hechas con terciopelo carmesí con guarnición de plata, también se realizaban en piel de ternero, ciervo, cerdo o cuando se quería una calidad mejor en cabritilla de Córdoba (llamado cordobán), por lo general se repetían ciertos motivos como por ejemplo la rosa y el lirio góticos, el león, el águila y el ciervo.
Se empleaba gran primor en las guarniciones, a los cortes se les solía dar color verde o amarillo, así como raramente rojo. En Francia e Inglaterra, en los países nórdicos y Alemania, esta fue la encuadernación usada en todo el siglo XV. Por su parte la patria de los Medicis Italia, fue el lugar en donde su ejemplo fue seguido con mayor entusiasmo.
Por otra parte la artesanía modesta del libro pertenece en mayor parte a la Reforma. Los innumerables opúsculos (literatura corta), alemanes de la Reforma por lo general no se detenían a atender la decoración mas qué en lo indispensable debido que se trataba de literatura de circunstancias y se tenía que vender a precios muy bajos para poder cumplir su misión de propaganda, excepto las Biblias y otras pocas obras literarias.
Los vendedores ambulantes experimentaron un incremento desconocido en sus negocios, en especial cuando además de la Biblia comenzaron a publicarse libros de himnos religiosos en alemán, así como también el catecismo de Lutero que vendió 4000 ejemplares en cinco días. Junto a los vendedores ambulantes también los libreros aumentaron sus ingresos quienes asistían dos veces por año a la feria de Frankfort para negociar.
Por lo anterior la Reforma produjo un vigoroso florecimiento literario pero al mismo tiempo fue una señal para la destrucción de libros ya existentes. No obstante el hecho de que sea poco el tesoro bibliográfico no solo es culpa de los hombres de la Reforma. No se puede desconocer que bastante había sido destruido ya en la Edad Media, en parte por los incendios y en parte por la negligencia de los monjes.
La Reforma también dejó huella en los países en los que triunfó, en la historia de la Biblioteca, debido especialmente a su influjo indirecto. Cuando los gobiernos comenzaron a confiscar los bienes eclesiásticos y monásticos fueron con ello a parar a las manos del Estado sus bibliotecas y no fue siempre un destino feliz el que les tocó en suerte a los viejos libros.

En los países que siguieron unidos a la iglesia por el contrario subsistieron las antiguas bibliotecas después de los desórdenes de los primeros tiempos y también se constituyeron otras nuevas, sobre todo en donde predominaban los jesuitas. Y en estos países, en Alemania meridional y en Austria, en Francia y en Italia, el estado no secularizó los tesoros bibliográficos medievales hasta los siglos XIII y XIX.
Posteriormente en el siglo XV, se extiende por Europa un movimiento cultural de gran importancia, el Renacimiento nacido en Italia en la centuria anterior y es llamado así porque parecía que después de los siglos oscuros y medievales, la cultura greco-latina había resucitado. Coincidió con una intensa vida urbana que permitió un gran desarrollo de las letras y el libro. Si por un lado el interés de los renacentistas se centró en mejorar su conocimiento de la antigüedad clásica y consiguientemente de la lengua latina, y posteriormente de la griega, por otro adquirieron una gran lozanía las literaturas que se expresaban en las lenguas vernáculas, cuyos mensajes llegaban a mucha más gente, a los que eran capaces de leer y escribir en su lengua o en alguna otra vecina pero desconocían las clásicas.
Es además el momento dorado de las bibliotecas privadas para uso de su dueño y de algunos amigos, que se trataban de bibliotecas de bibliófilos que se sienten inclinados por ejemplares con características especiales. La bibliofilia tiene doble dirección, por un lado se orienta a los manuscritos bellamente presentados en una vitela fina, grata al tacto y flexible. Otros bibliófilos se afanan en el descubrimiento, captura y copia de textos desconocidos y difíciles de encontrar, de escritores clásicos latinos y griegos.
El adelantado de estos bibliófilos fue el poeta Petrarca que en las catedrales y viejos monasterios de Italia, Francia y Bélgica encontró y copió manuscritos de obras antiguas y encargó además a personas competentes que hicieran esa tarea para él. Reunió la biblioteca privada mas importante de su tiempo en la que junto a los escritores sagrados como San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo o representativos de la latinidad tardía como Casiodoro y San Isidoro, figuraban obras de escritores clásicos como Cicerón, Seneca, Livio, Salustio, Suetonio , Virgilio, Horacio, Lucano, Ovidio y Juvenal. Una gran biblioteca con cerca de un millar de ejemplares, formó Coluccio Salutati, canciller de Florencia durante muchos años.
Florencia fue el foco más importante del Renacimiento porque en esta ciudad se dieron circunstancias favorables. Entre las familias que hicieron poderosa esta riqueza y que mejor la utilizaron en fines artísticos destaca la de los Medici. Cosimo el Viejo, creó dos bibliotecas: La de San Jorge el Mayor en Venecia y la de la Abadía de Fiésole, para esta última Vespasiano Bisticci, un famoso librero consiguió copiar 200 manuscritos en 22 meses utilizando 45 copistas.

Sus hijos Juan y Pedro, fueron grandes bibliófilos como su nieto Lorenzo denominado el magnífico. En cien años los Medici habían reunido, como el uncial de Orosio del siglo VI y numerosos Carolingios, gran cantidad de griegos y algunos hebreos y árabes. Todo esto lo puso generosamente Lorenzo, que recibió la biblioteca con 158 volúmenes y con él llegó al millar, al servicio de los estudiosos a los que prestó libros con liberalidad.
Lorenzo muró en 1492 y dos años después los Medici fueron expulsados, en el asalto a su palacio se salvaron 1019 volúmenes que fueron llevados a San Marcos. Un tercio fue vendido después a la familia Salviati y dos tercios al hijo de Lorenzo, Juan que después fue el Papa León X. Su sobrino el cardenal Julio de Medici, posteriormente el papa Clemente VII devolvió los libros a Florencia y encargó a Miguel Ángel el trazado de una biblioteca como la de San Marcos pero en el claustro de la iglesia de San Lorenzo.
Por otra parte Doménico Malatesta Novello, fue el señor de Cesena y fundó en la ciudad una biblioteca, que se mantiene en su estructura original entre 1447 y 1452, en el Convento de San Francisco y esta biblioteca es considerada como la primera biblioteca pública de los tiempos modernos. Un hermano de Doménico, Segismundo Panfoldo, creó una biblioteca similar en el convento de San Francisco en Rímini.
Entre los grandes coleccionistas de obras griegas esta el cardenal Bessarion, quien casi llegó a ser papa y que fue el traductor de la Metafísica de Aristóteles y fue también propagandista de las ideas platónicas, pero su empeño mayor lo puso en reunir una gran cantidad de libros griegos para ponerlos a disposición de los que emigraran a Italia, mediante su entrega a la ciudad de Venecia, puerto de entrada de los refugiados y donde muchos se quedaban, con la condición de que se estableciera una biblioteca pública, que recibió el nombre de San Marcos o Marciana.
Por su parte los papas debieron tener, desde los años iníciales del pontificado, una colección de libros a su disposición. Sin embargo la primera noticia de una biblioteca vaticana se refiere a la que estaba instalada en el palacio de Letrán, en la cual en 1600 ingresó la rica herencia de Fulvio Orsini, que había ofrecido su herencia cuando muriera a cambio de una pensión vitalicia.
Por otra parte la familia Este, duques de ferrara, creó, a lo largo de los siglos XV y XVI una importante biblioteca que sobrepasó los 500 volúmenes, formada por manuscritos muy bellos en los que figuraban escritos griegos que los duques habían hecho traducir al italiano. También la familia Visconti, primero y Sforza después, señores de Milán después, formaron una de las bibliotecas más importantes de su tiempo en el castillo de Pavia.
Posteriormente en el siglo XV cambió la imagen del bibliotecario, que ya no fue solo un responsable de la conservación y reposición de los libros. Ahora los príncipes italianos nombran a un bibliotecario a una persona de gran formación intelectual.

Acerca de las imprentas, Italia fue el primer país en contar con talleres tipográficos después de Alemania. Allí residía el papa y había surgido el Renacimiento. Las organizaciones comerciales estaban muy desarrolladas, contaban con buena financiación y sus canales de distribución y venta alcanzaban las ciudades más importantes de Italia y Europa. Estas circunstancias favorecieron a la producción incunable italiana, que fue la de mayor volumen y la de más amplia extensión geográfica, pues nada menos que setenta ciudades contaron con talleres.
En Italia, había más autores que en Alemania y por tanto la imprenta además de facilitar el acceso a la gran memoria escrita fue poco a poco convirtiéndose en un gran medio de difusión de las nuevas ideas. En Roma fue grande la actividad impresora donde eran numerosos los documentos a imprimir para la curia, sin embargo, su crecimiento fue limitado, pues si los impresores de la ciudad recibieron patronato del Pontífice y de los príncipes de la Iglesia, su clientela al no contar la ciudad con buenas organizaciones mercantiles que distribuyeran los libros por el ancho mundo, se tuvo que limitar a la jerarquía religiosa y secular romana y a los peregrinos u visitantes de la urbe.
La imprenta llegó tarde a Florencia porque los Medicis se desinteresaron por los libros impresos de pobre aspecto al lado de los venerables y fastuosos manuscritos que ennoblecían sus bibliotecas y las de sus amigos. El impresor de la bella y culta ciudad de Florencia fue el italiano Bernardo Cennini del Fora, orfebre, que solo imprimió una obra aunque voluminosa, Commentarius in Virgilium, de Servio Mauro Honorato, entre 1471 y 1472.
En Bolonia, asiento de una muy famosa universidad por sus estudios jurídicos, también se retrasó el establecimiento de la imprenta, probablemente por la resistencia ofrecida por los copistas que constituían un numeroso y poderoso gremio.
Por su parte en Francia la primera ciudad en contar con un taller de imprenta fue París. Su instalación por la iniciativa de la ciudad de Sorbona, la más importante entonces, fue tardía, cuando llevaban más de diez años vendiéndose libros impresos en la ciudad. El retraso se explica por la resistencia que al nuevo invento se oponían las miles de personas que en París vivían de la producción de manuscritos.
En los países bajos se han conservado algunos fragmentos de impresos, sin fecha y sin nombre de impresor, que muy bien podían corresponder a los años sesenta. El primer impresor inglés fue William Caxton, anteriormente comerciante de paños, que primeramente tuvo su taller en Brujas, la siguiente ciudad en Inglaterra que contó con imprenta fue Oxford , donde se estableció Teodoro Rood, procedente de la colonia, cuyo primer libro Expositio Sancti Ieronimi Apostolorum, de Ruffino.
Refiriéndonos a España sobre la introducción de la imprenta, falta de claridad que se debe en parte a la falta de documentos encontrados en los archivos sobre los primeros impresores y fundamentalmente a la falta de colofones explícitos en los primeros libros. El colofón más antiguo fechado aparece en Comprehensorium, de Johannes, Impreso en Valencia probablemente por Lambert Palmart.
En conclusión en Europa existió un poco de resistencia a los libros impresos debido a su falta de lujo, sin embargo, poco a poco fue más utilizada debido a su aspecto útil para producir un mayo.

Fuentes: Escolar Sobrino, Hipólito. La imprenta en Italia. Pp. 318-325. En: Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1993.
_ _ _ _ La imprenta en el resto de Europa, excepto España. Pp. 325-329. En: Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1993.
_ _ _ _ Los incunables (III). Pp. 344-369. En: Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1993.
_ _ _ _ El siglo XVI (I). Pp. 370-385. En: Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1993.
Dahl, Svend. Los Médicis y su círculo. La biblioteca papal. Matías Corvino. Pp. 84-89. En: Historia del libro. Madrid: Alianza. 1972.
_ _ _ _ La imprenta de la reforma. Pp. 139-141. En: Historia del libro. Madrid: Alianza. 1972.
_ _ _ _ Destrucción de las bibliotecas monásticas. La secularización. Pp.141-145. En: Historia del libro. Madrid: Alianza. 1972.
Escolar Sobrino, Hipólito. Renacimiento. Pp. 221-252. En: Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1993.