El escándalo de Larry Flynt The People vs. Larry Flynt (El escándalo de Larry Flynt en España y Larry Flint: el nombre del escándalo en México) Tenemos muy reciente el fallecimiento de Milos Forman, un cineasta que conoció demasiado bien el totalitarismo nazi y comunista, lo que le llevó a reflejar en su obra y en sus personajes un constante anhelo de libertad, ya fuera artística, de conciencia o de expresión. De eso trataba esta cinta, más allá de las andanzas de un magnate del porno un tanto desquiciado, y este alegado sobre el significado de vivir en un país libre da buena medida de ello.
_________________________________________________________________ Tiempo de matar. Grandes escenas - Tiempo de matar (1996) Discurso del personaje Jake Brigance en la película 'Tiempo de matar', de 1996, dirigida por Joel Schumacher y protagonizada por Matthew McConaughey, Sandra Bullock, Samuel L. Jackson, Kiefer Sutherland y Kevin Spacey. Sinopsis
__________________________________________________________________ Acusados. Los juicios que vemos en la pantalla a menudo tratan sobre prejuicios, los del jurado, el juez o la sociedad en conjunto. Como en el caso anterior o como en este otro, en el que los protagonistas no las tienen todas consigo. Este papel le valió a Jodie Foster el primero de los dos Óscar que ha obtenido hasta el momento. Argumento La película trata de una joven y solitaria mujer llamada Sarah Tobias, quien trabaja como camarera en una cafetería típica de los Estados Unidos. Es una mujer que cada vez que fracasa en su intento por estabilizar su vida con un hombre, vuelve a sus cervezas y a su vida vagabunda. Lamentablemente ella vive con un hombre drogadicto que la golpea cuando quiere, ejerce varios tipos de violencia con ella y no la ayuda en los gastos del hogar.
________________________________________________________________ Kramer contra Kramer. A veces son las partes litigantes las que, en el momento de testificar, lo hacen con el corazón en un puño, intentando conmover al jurado, al juez y, naturalmente, a los espectadores, en este caso sobre la custodia de su hijo tras el divorcio. Ted Kramer es un joven padre y esposo muy centrado en su proyección profesional en la ciudad de Nueva York, ya que es en su trabajo, que le reporta satisfacciones y prestigio, donde pasa la mayor parte del tiempo. Una tarde, al volver de la oficina, su mujer Joanna, quien tuvo que renunciar a su carrera profesional universitaria en California para dedicarse al cuidado de su marido y su hijo Billy, y se siente emocionalmente desatendida y sumida en la desesperanza, se enfrenta con él y decide romper con su rol de cuidadora, con gran sufrimiento de los 3 miembros de la familia y regresa para vivir en California. Ted deberá aprender a ser padre procurando al mismo tiempo no descuidar su carrera profesional. Joanna por su parte intentará reencontrar su identidad e independencia económica, luego ella regresa a Nueva York, tras conseguir trabajo y mejorar su situación emocional, Johanna vuelve dispuesta a recuperar la custodia de Billy, atentando contra la nueva estabilidad que Ted ha conseguido proporcionarle y se inicia un juicio por la custodia de su hijo.
___________________________________________________________________ Los elegidos. Norman Reedus protagonizó esta película en 1999 sobre unos irlandeses que, llamados por Dios, deciden convertirse en jueces y verdugos aplicando su propia ley, aún en la misma sala de justicia. The Boondock Saints es una película estadounidense de 1999 dirigida y escrita por Troy Duffy. El filme fue protagonizado por Sean Patrick Flanery y Norman Reedus como dos hermanos irlandeses católicos que se convierten en justicieros después de asesinar a dos miembros de la mafia rusa en defensa propia. Ambos experimentan una epifanía y junto a su amigo David Della Roco tratan de librar de los criminales la ciudad de Boston mientras son perseguidos por un agente del FBI. Duffy declaró que el guion fue inspirado por una experiencia personal mientras vivía en Los Ángeles. El filme fue lanzado sólo en cinco salas de cine durante una semana y fue recibido negativamente por la crítica. Sin embargo, el filme recaudó US$50 millones gracias a las ventas de VHS y DVD y se volvió una película de culto. Argumento |
Common law |
COLUMNA – Minima juridicæ: stare decisis. por Ed. Microjuris.com Puerto Rico 4 junio 2022 Columna del profesor Andrés L. Córdova Phelps. Por el profesor Andrés L. Córdova Phelps |
Como concepto el precedente judicial está anclado en el pasado. La nota característica del common law inglés – en oposición a los tribunales sitting in equity – es la articulación normativa mediante las opiniones judiciales. Dentro de este universo discursivo, la norma judicial es fuente de derecho en tanto que se aplica prospectivamente a situaciones análogas. Este entendimiento del common law, a su vez, es acaso el mayor legado del Institutes of the Laws of England de Edward Coke (1628-1644). En un sistema judicial jerárquico, los tribunales inferiores vienen obligados a aplicar la casuística aplicable como cuestión de derecho. El tribunal de mayor jerarquía tiene facultad de no aplicarla, o de enmendarla o modificarla según las exigencias de caso ante si. Las prácticas interpretativas judiciales de distinguir y diferenciar la casuística van dirigidas precisamente a atemperar el rigor del precedente. El chain-gang interpretativo de Ronald Dworkin es, a modo de ejemplo, una descripción metafórica de la continuidad de los tribunales en el common law a lo largo del tiempo, dándole estabilidad y certeza a sus determinaciones. Al final del día, la intuición del common law es generar la norma judicial partir de las exigencias del caso ante su consideración. El peligro con esta intuición, por supuesto, es que le concede un poder discrecional desmedido a la rama judicial. En la tradición angloamericana esta concepción clásica del common law tiene hoy día poca vitalidad práctica. El ordenamiento jurídico, y la jurisprudencia derivada del common law, se ha ido incorporado estatutariamente. Al día de hoy son contadas las ocasiones en que un tribunal está llamado a articular una norma jurídica desde el estrado. En la tradición civil-continental, en cambio, la función judicial esta demarcada por la ley, y sus facultades están limitadas – dejamos para otro día los tribunales de casación – a la interpretación y aplicación estatutaria. A modo ilustrativo, dispone el artículo 2 del Código, en lo relevante, “[l]a jurisprudencia complementa el ordenamiento jurídico con la doctrina que establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la Constitución, la ley, la costumbre y los principios generales del Derecho.” Cómo se complementa, por supuesto, es el nervio del problema. Traduttore, traditore, nos recuerda el dicho italiano. En el campo del Derecho Constitucional estamos ante una realidad donde lo político y lo jurídico se entrecruzan. En estricto derecho, el poder del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de revisar la constitucionalidad de las leyes, facultad que se arrogó por fiat judicial, proviene del conocido caso Marbury v Madison (1801). La doctrina del precedente – o stare decisis – responde a la percibida necesidad política de darle certidumbre y continuidad a los pronunciamientos judiciales. Desde esta perspectiva, la doctrina de stare decisis es una de prudencia judicial, no de sumisión irreflexiva a pronunciamientos anteriores. Todo ejercicio de prudencia claro está, queda expuesto a la crítica y la diferencia de opinión. Precisamente, la razón por la cual los tribunales deben distanciarse de sus opiniones anteriores con mesura es porque al hacerlo invitan la acusación de la politización institucional. El ejemplo de Brown v. Board of Eduaction (1953) es acaso el ejemplo paradigmático de este fenómeno. En algunos supuestos el no distanciarse de los precedentes también invita la misma acusación. En el reciente U.S. v Vaello Madero (2022) el Tribunal Supremo se alineó con los precedentes de los casos insulares en un ejercicio de modestia jurídica que pone en evidencia sus juicios políticos. La falta de coherencia filosófico-jurídica (dejemos a un lado las contradicciones de sus teorías interpretativas originalistas) sobre como ejercer esa prudencia, que no sea entendido como mero oportunismo ideológico, es el mayor peligro a la legitimidad política del Tribunal Supremo. En el borrador de la opinión del juez asociado Samuel Alito en el caso Dobbs v. Jackson Women’s Heatlth Organization (2022), éste declara: “Stare decisis, the doctrine on which Casey’s controlling opinion was based, does not compel unending adherence to Roe’s abuse of judicial authority. Roe was egregiously wrong from the start. Its reasoning exceptionally weak, and the decision has had damaging consequences. And far from bringing about a national settlement of the abortion issue, Roe and Casey have enflamed debate and deepened division.” Este borrador de opinión, filtrado en contravención de una larga práctica de confidencialidad, coloca al Tribunal Supremo en estos tiempos de extrema polarización política en una posición insostenible. |
Opiniones. Why common law is sceptical of philosophy. Por qué el derecho consuetudinario es escéptico respecto de la filosofía. Aunque los jueces y profesionales suelen afirmar que valoran la experiencia del mundo real por sobre los marcos teóricos, esta postura expone un compromiso intelectual importante —y generalmente pasado por alto— que exige una consideración cuidadosa. lthough judges and practitioners typically claim they value real-world experience over theoretical frameworks, this stance exposes an important—and usually overlooked—intellectual commitment that demands careful consideration. 23 de enero de 2025 En la Conferencia FA Mann de noviembre pasado, el juez Philip Sales, del Tribunal Supremo del Reino Unido, ofreció un convincente marco filosófico para comprender cómo el propósito influye en la creación e interpretación del derecho. Basándose en las obras del jurista estadounidense Lon Fuller y del filósofo Ludwig Wittgenstein, Sales explicó por qué el análisis intencional sigue siendo indispensable en el panorama jurídico. La tesis de Sales se basa en dos pilares filosóficos que merecen atención. El primero es la concepción de Fuller del derecho como «la empresa de someter la conducta humana al gobierno de las normas». Esto enmarca el propósito no solo como una herramienta interpretativa, sino como constitutivo del derecho mismo. El segundo es el análisis de Wittgenstein del lenguaje como inherentemente impulsado por un propósito, donde el significado emerge del uso y no de referentes fijos. A pesar de extenderse extensamente sobre la naturaleza del lenguaje según la proponen los filósofos, Sales reconoció que el derecho consuetudinario se opone a la filosofía, priorizando la experiencia práctica en casos reales sobre las ideas abstractas. Esto, en mi opinión, presenta una paradoja intrigante que merece un análisis más profundo. Si bien jueces y profesionales suelen afirmar que valoran la experiencia práctica por encima de los marcos teóricos, esta postura revela un compromiso intelectual importante —y a menudo pasado por alto— que exige una cuidadosa reflexión. El derecho consuetudinario, escribió el juez Edward Coke, representaba «una perfección artificial de la razón, obtenida mediante un largo estudio, observación y experiencia». Para él, la perfección es la pericia alcanzada por los abogados a lo largo de los siglos:
La afirmación del rey Jacobo I de su derecho a decidir sobre asuntos donde la ley no era clara se conocería posteriormente como el Caso de las Prohibiciones (1607). Coke observó: «El rey afirmó que creía que la ley se basaba en la razón, y que él y otros la tenían, al igual que los jueces... Pero no era experto en las leyes de su reino de Inglaterra, y las causas que afectan a la vida, la herencia, los bienes o la fortuna de sus súbditos no deben decidirse por la razón natural, sino por la artificial y el juicio de la ley, lo cual requiere un largo estudio y experiencia». Como veremos, este sigue siendo el principio fundamental del derecho práctico.
Esto se debe a que se entiende por razonamiento jurídico aquel que se alinea estrechamente con el consenso prevaleciente en la comunidad jurídica. El derecho consuetudinario y el razonamiento jurídico se basan fundamentalmente en el razonamiento inductivo y analógico derivado de las particularidades de casos individuales. Los jueces en regímenes de derecho consuetudinario, como el Reino Unido y la India, consideran su función como el avance gradual del derecho mediante la resolución de casos específicos, guiándose más por la jurisprudencia que por una sólida base teórica. Incluso se podría argumentar que no hay nada natural en el derecho consuetudinario, ya que se supone que es compartido por una fraternidad de abogados. Tampoco surge del descubrimiento de principios prácticos mediante el razonamiento abstracto, sino de la participación sostenida en el ejercicio del derecho. Por ello, filósofos, economistas y teólogos, propensos al razonamiento deductivo a partir de principios abstractos, consideran deficiente el derecho consuetudinario. Sin embargo, esto explica la reticencia general de los jueces a recurrir a cualquier tipo de razonamiento deductivo, desde principios abstractos. Es cierto que el concepto de razón como «artificial» implica comprender que el razonamiento jurídico es siempre un esfuerzo construido: un intento de alcanzar cierto grado de coherencia en los elementos caóticos de la existencia social. Por lo tanto, la verdadera pregunta no es si la razón jurídica es artificial, sino qué tipo de artificio encarna y con qué fines. Los conceptos jurídicos evolucionan mediante la acumulación de sentencias judiciales. Cada caso se ve afectado por una doctrina establecida y, al mismo tiempo, puede modificarla. Este enfoque en el análisis específico de cada caso y basado en hechos fomenta un enfoque pragmático, casi antiintelectual, en el razonamiento del derecho consuetudinario. Las generalizaciones amplias se ven con recelo como intromisiones injustificadas en la libertad de decisión. El juez del derecho consuetudinario concede mayor importancia a alcanzar una conclusión justa y viable de un conflicto que a esbozar ideas filosóficas generales, especialmente si ello implica distinguir o limitar precedentes relevantes. Por supuesto, la hostilidad del derecho consuetudinario hacia el pensamiento abstracto no lo ha aislado por completo de las influencias filosóficas. Desde las ideas iusnaturalistas de Tomás de Aquino y William Blackstone hasta el utilitarismo de Jeremy Bentham y John Stuart Mill, pasando por el positivismo jurídico de H. L. A. Hart y Joseph Raz, numerosos sistemas filosóficos han moldeado la teoría del derecho consuetudinario. Como Sales ilustró brillantemente en su discurso, las ideas de los filósofos pueden ayudar a destacar mejor los aspectos básicos del lenguaje y la práctica jurídica. La fortaleza del common law reside en su disposición a priorizar lo que funciona por encima de lo que parece bien en teoría. La justicia, como dicen, no siempre puede resumirse en una sola fórmula. Saai Sudharsan Sathiyamoorthy Abogado del Tribunal Superior de Madrás |
FRANQUISMO |
Noticias. Nazis en la playa: Cómo la Costa Blanca española se convirtió en un refugio para los oficiales de las SS después de la guerra. Una nueva película revela la historia oculta de los nazis que disfrutaban de la buena vida mientras se refugiaban en la España de Franco, informa Graham Keeley Martes, 09 de noviembre de 2021 La Costa Blanca es hoy casi una segunda colonia para los expatriados y turistas británicos, pero una nueva película ha revelado cómo esta parte de España fue en su día el refugio favorito de los nazis que se escondían del alcance de la ley. El sustituto cuenta la historia de cómo, tras la Segunda Guerra Mundial, los antiguos oficiales de las SS utilizaron España como su feudo personal, ayudados en gran medida por el régimen simpatizante del general Franco. Incluso después de la muerte del dictador español en 1975, los servicios secretos y la policía española se aseguraron de que el país siguiera siendo un refugio seguro para los fieles seguidores de Adolf Hitler, que fueron perseguidos por la fiscalía internacional y el Mossad, el servicio secreto israelí. Aunque la actitud simpática del general Franco hacia el Tercer Reich y sus fieles servidores ha sido documentada en varios libros, pocas películas españolas se han atrevido a abordar este tema, hasta ahora. Óscar Aibar, director de El sustituto, quiso contar esta historia tras un encuentro casual en un bar de Calpe, un centro turístico del sureste de España donde los expatriados británicos constituyen casi el 14 por ciento de la población.
Aibar, cuya película ha recibido elogios de la crítica en España, expresó que cuando empezó a investigar sobre la película hace cuatro años habló con dos antiguos agentes del Mossad, el servicio de inteligencia israelí. Le contaron dos complots para secuestrar a exnazis buscados que se escondían en España. “En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, el Mossad creía que un experto en tecnología de misiles vivía en (el sureste de) España. Intentaron secuestrarlo, pero fracasaron”, dijo Aibar. La otra operación consistió en intentar capturar al Dr. Aribert Heim, el llamado “Dr. Muerte” del campo de concentración de Mauthausen, que inyectaba a los prisioneros sustancias desconocidas. En 1982, cuando la democracia había regresado a España, el Mossad intentó secuestrar a Heim, que se creía que también se escondía en España, manifestó Aibar.
Se dice que Heim escapó más tarde a Uruguay, donde se cree que instaló una clínica. En 2005, la policía española montó una operación para detener a Heim después de que se reportara que estaba viviendo en la Costa Brava. Los reportes sugieren que murió en Egipto en 1992, pero no se ha encontrado ningún rastro de su cuerpo.
Estas historias de nazis escondidos bajo el sol de España tenían todos los elementos para el thriller que luego se convirtió en El sustituto. La película cuenta la historia de un policía que se instala en la Costa Blanca con la esperanza de llevar una vida tranquila, sin embargo, se encuentra con una red de antiguos nazis. Recrea cómo, incluso a principios de los años 80, España seguía luchando contra las fuerzas del franquismo, incluso después de la muerte del dictador, mientras el agente intenta -y fracasa- llevar a los hombres buscados ante la justicia. Entre los refugiados más conocidos del Tercer Reich en España estaba Otto Skorzeny, un teniente coronel de las SS que participó en una operación de 1943 para rescatar al depuesto italiano Benito Mussolini de los partisanos. Escapó de los aliados tras la Segunda Guerra Mundial y se instaló en Madrid, donde supuestamente fue reclutado más tarde por el Mossad para trabajar para ellos. Más tarde murió en 1975 de cáncer de pulmón. Leon Degrelle, conocido como el “Führer belga”, que dirigió un partido pronazi en su propio país y sirvió en las SS, escapó a España en 1945. Bajo la protección del régimen franquista, vivió bajo el nombre de José León Ramírez Reina, hasta su muerte en Málaga en 1994. Menos conocida es Clarita Stauffer, nacida en Madrid en el seno de una familia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial. Ayudó a los nazis a esconderse en la España de Franco. Peter Besas detalla en su libro de 2015 Nazis en Madrid cómo Stauffer ayudaba a proporcionar a los fugitivos ropa nueva, trabajos y documentos de identidad falsos. Se dice que ayudó a Walter Kutschmann, un antiguo oficial de la Gestapo que estaba en busca y captura por la masacre de 2.000 judíos en Polonia en 1941, a escapar del arresto. Posteriormente fue detenido en 1985 en Buenos Aires y murió en un hospital de Argentina al año siguiente. Tras casi 40 años de dictadura fascista, España eludió la influencia de la extrema derecha durante décadas, hasta las elecciones generales de 2019, cuando el partido de derechas Vox irrumpió en la escena nacional. El partido ultranacionalista es el tercer partido político en el parlamento español, con 52 escaños en la cámara. Un reciente sondeo para el diario El Confidencial pronosticó que, en las próximas elecciones de 2023, el conservador PP (Partido Popular) podría obtener 120 escaños y formar un gobierno de coalición con Vox, poniendo a la ultraderecha en el poder por primera vez desde la muerte de Franco en 1975. Sin embargo, el PP evitará depender de Vox para no enajenar el apoyo de los moderados. Parece más probable que solo pidan a Vox que apruebe la legislación, pero no que entre como socio de coalición. El mismo sondeo reveló que el apoyo a los socialistas, que actualmente forman un gobierno de coalición con la extrema izquierda de Unidos Podemos, podría caer de 120 a 101 escaños, lo que les dejaría sin votos suficientes para formar gobierno. Nota. La Costa Blanca es el nombre turístico dado a la costa del Mediterráneo que baña la provincia de Alicante, en el sureste de España. Comprende desde el municipio de Denia en el norte, hasta el de Pilar de la Horadada, al sur. Está constituida por 244 km de playas, calas y acantilados. Limita al norte con la Costa de Valencia y al sur con la Costa Cálida (Región de Murcia). Ejemplos: Anton Galler: Se escondió en Dénia y murió allí en 1995, enterrado en el cementerio del pueblo. Gerhard Bremer: También miembro de las SS, murió en Marbella en 1997. Otto Skorzeny: Este conocido nazi, que liberó a Mussolini, también pasó tiempo en España. |
The New York Times en Español. España debe enterrar el fantasma de Franco. 28 de noviembre de 2025 Por Paco Cerdà Cerdà es periodista y escritor. Su libro El peón se publicó en inglés en junio. Mi abuelo cumplió 100 años este mes. Un retrato al óleo que muestra a su padre cuando era niño cuelga en el comedor de su casa, en un pequeño pueblo valenciano. Mi bisabuelo se llamaba Paco, como yo. Ese primer Paco, un humilde electricista, fue concejal en los últimos años de la Segunda República española. En la primavera de 1939, al final de la guerra civil española, las victoriosas autoridades fascistas lo detuvieron y encarcelaron. Cuatro años más tarde fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento contra la tapia de un cementerio. Su delito fue haberse comprometido con la república. Cada vez que miro ese cuadro en casa de mi abuelo veo más allá de mi bisabuelo. Veo el terrible legado de la dictadura. No solo la represión y los asesinatos políticos, como el suyo, sino también el silencio que mi abuelo se vio obligado a guardar en los años siguientes. Este mes de noviembre se cumplen 50 años de la muerte del generalísimo Francisco Franco, el caudillo que gobernó España de 1939 a 1975. El gobierno político de izquierda del presidente Pedro Sánchez se ha pasado el año conmemorando el aniversario con conferencias, exposiciones y actividades culturales bajo el lema “España en libertad”, una celebración de cómo floreció la España democrática tras el régimen opresor de Franco. Esta conmemoración dista mucho de ser universalmente aceptada. Los partidos conservadores y de extrema derecha españoles —el Partido Popular y Vox— se han negado en gran medida a participar. Ha regresado el miedo a que nuestro pasado nos divida. Franco, muerto, aún perdura. Es un fantasma que persigue a los vivos de España. Al olvidar su reinado de terror y blanquear su memoria, corremos el riesgo de trivializar el autoritarismo y debilitar la democracia. En 1975, tras la muerte de Franco, la transición de España a la democracia se inició con el Pacto del Olvido, una decisión tomada por las élites españolas y acordada por gran parte de la sociedad para pasar por alto la guerra civil y los 36 años de dictadura franquista. Decidimos enterrar nuestro pasado. En Italia, la cultura antifascista de posguerra se centró en la condena de Benito Mussolini y la exaltación de la Resistencia. Juntas sirvieron como narrativa fundacional de la democracia italiana tras la Segunda Guerra Mundial. En Alemania, el arrepentimiento histórico por los crímenes del Tercer Reich dio lugar a la Vergangenheitsbewältigung, término que significa “enfrentarse al pasado” o “reconciliarse con el pasado”. El rechazo del nazismo, de Hitler y de la maquinaria del terror industrial fue fundamental para la creación de la Alemania moderna. Sin duda, casi 80 años después, la claridad del antifascismo de posguerra se ha visto enturbiada por el auge del populismo y el ascenso de Giorgia Meloni en Italia y el ascenso de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Pero tras la guerra, en general, hubo pocas excusas públicas para Hitler o el fascismo. España salió del fascismo 30 años después de la derrota de las potencias del Eje. En aquel momento, los españoles no rechazamos el fascismo. Simplemente lo borramos. No hubo juicios de Nuremberg ni tribunales de la verdad y la reconciliación. Ese borrado se produjo no solo porque Franco, a diferencia de sus contemporáneos, murió en su propia cama y ovacionado por cientos de miles de españoles en su entierro; también porque España nunca tuvo una cultura antifascista que honrase la memoria del exilio de los republicanos españoles que huyeron durante y después de la guerra. Nunca hubo una reivindicación de la cultura cívica republicana, ni un acogimiento generalizado —y mucho menos una disculpa— a las víctimas de la represión franquista. En los años transcurridos desde el nacimiento de nuestra actual democracia, jamás ha existido el deseo real de enfrentarse abiertamente al pasado. Peor aún, las escuelas no han logrado establecer una memoria colectiva entre los jóvenes. El resultado ha sido un gran vacío. Esa memoria colectiva es más difícil de crear porque cada vez quedan menos personas vivas capaces de vincularnos a un recuerdo directo y compartido de la guerra. En un país de casi 49 millones de personas, el número de personas que aún viven y tenían más de 10 años durante la guerra civil es cada vez menor, y la mayoría de nosotros —unos 28 millones— nacimos después de 1975. Si ni siquiera vivimos bajo la dictadura, cómo la vamos a recordar. Nuestra realidad demográfica, con tanta gente nacida después de la muerte de Franco, es determinante para comprender dos tendencias alarmantes: según encuestas recientes realizadas para el diario El País, el 30,6 por ciento de los españoles menores de 24 años apoya a Vox, el partido de extrema derecha. Aún más inquietante, uno de cada cuatro jóvenes españoles preferiría el autoritarismo a la democracia “en algunas circunstancias”. Por eso, sin memoria directa y sin enseñanza educativa, Franco y su dictadura se definen para los jóvenes a través de YouTube, X y TikTok. Muchos creadores de contenido en redes sociales cuentan a sus jóvenes audiencias la supuesta generosidad y eficiencia de Franco, su amor por España y los españoles. Insisten en que trajo al país gran fortuna y prosperidad. Hoy, para demasiados jóvenes, Franco es la antítesis a la llamada cultura woke. Un símbolo de rebelión contra lo políticamente correcto. Franco, por kafkiano que parezca, es el nuevo punk. Y cuando el fascismo es disidencia, el mundo está patas arriba. En 2019 el cuerpo de Franco fue retirado del Valle de los Caídos, el grandioso y espeluznante mausoleo que el dictador construyó para su propia glorificación utilizando presos políticos como mano de obra. Allí yació durante décadas, junto a los restos de 33.000 combatientes muertos en la guerra, lo que la convirtió en la mayor fosa común de España, un país lleno de antepasados enterrados en fosas comunes que nunca recibieron justicia. El cuerpo de Franco fue reinhumado en una cripta familiar ubicada dentro de un cementerio público de Madrid. Su espíritu, que ha envenenado la vida pública española durante casi un siglo, también debe ser enterrado en la memoria democrática. Debemos empezar a explicar —sin odio ni nostalgia ni afán de venganza— cómo fueron posibles todos aquellos horrores silenciados por el olvido. Desde hace muchos años, los activistas por los derechos humanos han presionado para que se cree una Comisión de la Verdad en España. Este año se han producido avances con la creación de un Consejo de la Memoria Democrática para documentar las violaciones de derechos humanos durante la guerra civil y la dictadura mediante la recopilación de testimonios y documentos que conduzcan a la reparación de las víctimas. Es un paso importante. Con todo, aún queda mucho por hacer. Más de 11.000 víctimas de la represión siguen enterradas en fosas comunes y deben ser recuperadas. Debemos catalogar y resignificar los lugares donde acontecieron estos horrores, los muros de ejecución o las antiguas cárceles para presos políticos. Debemos mejorar el acceso a los archivos de aquella larga época de censura y abusos. Y, sobre todo, debemos consensuar un currículo educativo que enseñe a los jóvenes el terror que supuso el franquismo. Es la única manera de desafiar el enorme poder engañoso de las redes sociales y su influencia, sin filtros, sobre nuestra juventud. Incluso hoy, tantos años después, mi abuelo evita hablar del terrible asesinato de su padre. Recordar ese pasado, como a tantos miles de españoles, le despierta el trauma. Pero yo conozco los detalles: cómo lo encerraron en la celda 518; dónde y cuándo se efectuó el disparo final. Conozco la cruz de mármol del cementerio de Paterna, un lugar adonde las fuerzas franquistas asesinaron, a sangre fría, a 2238 personas después de la guerra. Franco no es pasado. Franco es presente. Y lo seguirá siendo mientras los españoles no nos unamos para enterrarlo. |
Llega a los 100 años de edad y muere alrededor del 2001, por lo que podría haber vivido en 3 siglos. Imagínense los cambios que vieron las personas que realmente vivieron eso. Es una locura imaginarlo. Los automóviles se vuelven asequibles para el público general. Se inventaron los aviones. Viajamos al espacio. Se inventa la radio, las computadoras, la televisión, y Internet. El siglo XX fue una locura por los cambios. |











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La mayoría de los nazis, antiguos miembros del partido nacional socialista de los trabajadores alemanes, que cometieron crímenes de guerra o contra la humanidad durante la segunda guerra mundial, que vivieron en la Costa Blanca española en el siglo pasado y comienzo del siglo , fueron Jubilados o Pensionistas alemanes, que se retiraron a ese lugar, porque era lugar barato para vivir, a diferencia de Alemania, que era muy caro el nivel de vida.
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