Giordano Bruno, Mago, Poeta y Héroe. |
FILOSOFÍA. 27/02/2019
Casi cuatrocientos años después de su brutal asesinato se desempolvan, para su estudio, las obras de este filósofo y mago del Renacimiento. En los albores de un milenio, nos planteamos tristemente el valor de aquello que han forjado nuestras ambiciones en los tres últimos siglos, semillas de esperanza que fructifican como pesadillas de plomo… Giordano Bruno es el filósofo para aquellos que hallan una raíz mística en la ciencia, no para los que se envanecen de sus frágiles y quebradizos conocimientos, sino que visten y dan esplendor a sus conocimientos con sus actos. Y es que Giordano, antes que Galileo presentase tímidamente las pruebas del sistema heliocéntrico, ya hablaba de infinidad de mundos, de soles y tierras, partículas vivas y conscientes en este inmenso Ser que es el Universo y que Bruno llamaba el TODO EN TODO. Un filósofo que, adelantándose a las actuales hipótesis Gaia, presenta a la tierra como un gigantesco organismo que respira, piensa y coordina con voluntad propia sus mecanismos automáticos. Tierra que se renueva continuamente, en el eterno devenir de sus giros. Un gran conocedor de los misterios del alma, que trescientos años antes que Jung, nos habla de símbolos vivos que rigen el mundo de la psique, símbolos comunes para la Humanidad, y que en armonía con la naturaleza hacen resplandecer el alma y devuelven la salud perdida en el desequilibrio. Un mago para el que todo se halla interrelacionado en la Naturaleza por invisibles hilos, como una inmensa caja musical en la que resuena incesantemente el PAN TO PAN (“todo está en todo”) de los clásicos. Un mago que como si fuese una cuerda vibrante de conciencia al ser pulsada por la Divinidad inmanente en todas las cosas, se convierte en una Fuerza Viva al servicio de la Naturaleza. Un héroe que defendió con su vida sus principios y a quien la incomprensión y críticas de su tiempo no abatieron. A quien los fríos y lacerantes dedos de la tortura durante más de siete años no arrebataron su inquebrantable convicción de cuanto enseñó. Sean estas breves líneas el canto de un recuerdo, no para solazarnos en la estéril añoranza, sino para que los que nos consideramos filósofos “a la manera clásica” escribamos la melodía de un futuro… “Tantos son los significados de magia cuantos son los magos(…). Los filósofos llaman mago al sabio con capacidad de obrar” Giordano Bruno – De Magia “Las raíces amputadas que germinan son cosas antiguas que reaparecen, son verdades ocultas que se descubren, es una nueva luz, que después de una larga noche, despunta en el horizonte” Giordano Bruno – Sobre el infinito Universo La materia es el cuerpo del Universo: es la verdadera sustancia de las cosas, eterna, ingenerable, incorruptible. Carece de partes (no tiene sentido hablar de partes del infinito, sino en el infinito). Los átomos no son, pues, sino modos o perspectivas de lo infinito, como las olas del mar no son parte, sino modos del movimiento del mar. EL UNIVERSO: MATERIA Y ESPÍRITU El Universo es el símbolo más acabado y perfecto de Dios-Uno. Es la huella dinámica de la Unidad, pero nadie puede comprender esta Unidad que está “detrás” de todas las cosas si no es a través del número, de la aparente pluralidad de los seres. El Universo es un inmenso ser vivo donde las formas nadan y se visten de materia. La finalidad del Universo consiste en que todo lo que puede existir (es decir, lo que existe en potencia), llega a tener existencia (en acto). El espíritu es el principio que genera la forma desde el interior de la materia, pero sin entrar en la composición con ella. Mantiene la armonía de los elementos contrarios. Entreteje los hilos del Destino (hilos que son la misma esencia de la materia). Fabrica, contempla y conserva el edificio del Universo. Es también su destructor, por no poder anudar eternamente temperamentos contrarios. El espíritu y la materia son ambos infinitos y eternos. Como no pueden coexistir a la vez dos infinitos juntos, espíritu y materia son esencialmente lo mismo (ahí está el gran enigma que nadie puede responder, el koan zen de “¿cuál es el batir de la palma de una sola mano?”). EL COSMOS La ciencia de su tiempo situaba a la tierra en el centro del Universo. Rodeada de esferas concéntricas y cristalinas, donde giran los siete planetas (incluidos el sol y la luna). Más allá estaba la octava esfera, en movimiento opuesto al de los planetas, donde están insertadas las estrellas fijas. Y tras esta esfera el Empíreo, donde todo es estable. Giordano, recogiendo las enseñanzas de Copérnico, sitúa al sol en el centro de un sistema en torno al cual gira la Tierra, la Luna y los planetas. Pero va aún infinitamente más lejos: Copérnico puso al Sol en el centro de su Universo. Giordano explica que, como el Universo es infinito, carece de sentido hablar de partes o de centro, pues en lo infinito cualquier punto es el centro. Las estrellas no son las lamparillas puestas por Dios en la octava esfera, sino soles como el nuestro o incluso superiores, soles que están dispersos en la inmensidad sin límites del espacio infinito. Toda la obra de Giordano está impregnada del milenario hermetismo. En ella resuenan sus principios: EL TODO ESTÁ EN TODO, todo, incluso la aparente materia muerta, está viva. El movimiento y la vibración es la esencia de la vida. Todos los cuerpos celestes participan de esta Vida-Una, y tienen una inteligencia o alma que los rige. La tierra es un ser vivo (la moderna hipótesis GAIA es tan antigua como el hombre): -es preciso que se mueva “en torno a su propio centro para participar de la luz de las tinieblas, del día y de la noche, del calor y del frío, que se mueva alrededor del sol para participar de la primavera, verano, otoño e invierno; hacia los llamados polos o puntos hemisféricos para la renovación de los siglos y la mutación de su rostro”. Los seres vivos, incluidos los humanos, no son para él más que accidentes en la capa exterior de los verdaderos vivientes que son los cuerpos siderales. Sin embargo, la mónada (el hombre interno) tiene la virtud de reflejar el cosmos entero. Nos preguntamos ¿cómo pudo Giordano lanzar hipótesis cosmológicas que se adelantaban tres siglos a sus contemporáneos? Él explica que la inteligencia puede penetrar en los senderos escalonados de las causas verticales. El filósofo puede, mirando en lo profundo de su alma, obtener todo saber mediante la luz del discernimiento (Budhi, en sánscrito). Como la mónada (hombre interno) es una chispa emanada de la divinidad, contiene en sí, como un espejo de diamante, la imagen de todo el Universo. Es preciso apartarse de los objetos de sensación y no confiar en ellos más verdad de la que poseen. Esto sería como tratar de desvelar los misterios del sol mirando sus reflejos en las aguas turbulentas: “… saber calcular, medir, geometrizar y perspectivizar no es sino un pasatiempo para locos ingeniosos”
GIORDANO, POETA La poesía emana de los furores del héroe (Eros-amor) como lo hace el perfume de una flor. La poesía no nace de las reglas, sino que son las reglas las que derivan de la poesía. Así, hay tantos modos o géneros de poesía como poetas. A los poetas se les conoce, no por la estructura formal de sus rimas, sino por los hilos invisibles del alma que la naturaleza pulsa con sus versos. El poeta es el eterno enamorado que halla en los reflejos de lo fugaz las huellas de lo divino.
Pero el amor que da alas al amante es infinito, y por lo tanto inalcanzable, y la felicidad sin límites viene de la búsqueda de lo inalcanzable: “no es necesario que nuestro intelecto pueda comprenderlo, basta que en el estado en que se halla (el amante) le sea presente la divina belleza extendiéndose por todo el horizonte de su visión”. La hermosura corporal no puede ser causa de un amor duradero y constante; ni siquiera la del alma, pues el alma no es hermosa por sí misma, ya que algunos sabios son hermosos y amables, en tanto que otros son estúpidos odiosos y feos. “Es necesario pues, elevarse a aquel intelecto que por sí mismo es bello, y que por sí mismo es bueno. Este es aquel capitán único y supremo, que, sólo, puesto ante los ojos de los pensamientos militantes, los ilustra, enardece, fortalece y les asegura la victoria por el desprecio de toda la hermosura y el rechazo de no importar qué otro bien. Esta es, pues, la presencia que hace superar toda dificultad y vencer toda violencia”. La muerte que anhela el amante es la que procede del gozo supremo, la muerte del beso, la vida eterna fluyendo en las cárceles del tiempo. Esta muerte (que es vida para el héroe) es la retención de la Rueda de la Fortuna, cuando nada odia, nada teme, nada espera, “el cumplimiento de la perfección y acto que aguarda el rocío divino”. GIORDANO, EL MAGO Como ocurría con la poesía, para Giordano hay tantas definiciones de magia como magos. Extraemos los siguientes conceptos generales:
Existen asimismo encantamientos provocados a través de indumentarias u objetos que hayan estado en comunicación por contacto con una persona. Dichos encantamientos suelen utilizarlos los magos maléficos o los emponzoñadores que aspiran a la muerte de sus víctimas; pero también son armas útiles para los médicos. Y por último, los adivinos de cosas ausentes o futuras a través de variados medios: por los cuatro elementos (piromancia, geomancia, hidromancia…); o por la observación de las cosas físicas, matemáticas o divinas (augures, arúspices, geomantes que usan números, letras, figuras, astros, profetas). También cabe la indigna denominación de mago para el necio o maléfico que, por comercio o pacto con daimones malignos, está facultado para favorecer o dañar. De las exposiciones anteriores se desprende aquel que Giordano Bruno denomina el “Axioma de los magos”, y es saber que Dios influye en los dioses, los dioses en los astros, que son números corporales, los astros en los daimones que son habitantes y cultivadores de los astros, entre los que se cuenta la Tierra, los daimones en los elementos, los elementos en los mixtos, los mixtos en los sentidos, los sentidos en el alma, el alma en el animal entero; y este es el descenso de la escalera. El ascenso que es obra del mago verdadero, es el camino inverso. En la magia tienen suma importancia los daimones, guardando para esta palabra el viejo significado que le daban los griegos, como espíritu de la naturaleza. Es inmensa la variedad de estos daimones, y variados también los vínculos que el hombre puede establecer con ellos. Por lo mismo que los daimones están constituidos por materia, aunque en diversos grados de sutileza, pueden ejercer influencia sobre este mundo, y lo hacen en relación inversa a la potencialidad del hombre-mago: a mayor desenvolvimiento del espíritu y de la voluntad humana, el influjo de los daimones es menor. Lo más interesante del planteamiento de Bruno es el caso de los daimones que presiden ciertas etapas históricas, que velan por determinadas formas de Estado, de cultura, salvaguardando imperios. Ellos viven periodos distintos a los de la vida humana. Actúan como “ideas” que conforman una determinada época, o que dan consistencia espiritual a un pueblo. Este hecho destaca aún más la importancia de conformación del mago, del hombre evolucionado, ya sea para aprovechar el impulso de los daimones benéficos, como para soslayar las malas influencias, evitando no sólo el mal de una persona sino de pueblos enteros. LA MEMORIA MÁGICA Es quizás la aportación más original y profunda de Giordano. Para él, la memoria humana no es otra cosa que el modo temporal que refleja el entendimiento universal —acto puro e instantáneo—. La memoria pretende poder en acto aquello que se halla en potencia en las difuminadas cavernas del recuerdo. La memoria mágica es la memoria de la imaginación que resuena en armonía con la naturaleza. Desde la Grecia Clásica nos llegan noticias del uso de la imaginación como instrumento de la memoria. El gran orador Cicerón recomendaba, para recordar las partes de un discurso, proyectar con la voluntad imágenes en un recorrido real o ficticio. Al rememorar dicho recorrido, las imágenes aparecerían de forma natural y espontánea. Si quiero recordar, por ejemplo, una lista de palabras: reloj, carpeta, escribir una carta, llaves, etc; en un orden determinado, basta con crear con intensidad imágenes asociadas y proyectarlas en un recorrido imaginario de nuestra casa. Cuanto más sorprenda nuestra sensibilidad y psique, cuanto más pasión (fuerza astral dirían los ocultistas) “inyectemos” en la imagen, con más profundidad se grabará en la tablilla de cera fundida que es nuestra memoria. Por ejemplo, puedo imaginar que al llegar a la puerta de casa, en vez de mirilla hay un reloj con forma de ojo. Cuando abro la puerta, ya en el hall, una lluvia de carpetas se precipita sobre mí. Al llegar a la cocina, sobre la sartén hay una carta en la que está escrito “no me olvides” y que al ir a apagar el fuego para que no se queme la carta en la sartén, resulta que en vez de botón tiene una cerradura y sólo con unas llaves puedo apagar dicho fuego. Este método se conoce con el nombre de “memoria de los lugares”. La aportación de Giordano consiste en que las imágenes base de la memoria son un verdadero mundo aparte, en perfecta armonía con los tres planos de la naturaleza:
Imaginemos que somos capaces de retener como base de la memoria y con perfecta claridad todo un museo de pintura de las dimensiones del Museo del Prado. En este supuesto “Museo de la Imaginación” hay tres plantas, cada una de ellas con decenas de salas. En cada sala cientos de cuadros. Pero no son cuadros normales, son cuadros en tres dimensiones donde se desarrollan escenas vivas. Las imágenes de estos cuadros son de colores más puros que los que existen en nuestro mundo “real”. Imágenes en movimiento, animadas por pasiones o sentimientos profundos, construidos según las reglas de oro de la Óptica de la imaginación. Estas son miles de imágenes de memoria de la Memoria Mágica de Giordano. Podemos utilizarlas como receptáculo de memoria, proyectando sobre ella las imágenes que queramos recordar; pero también podemos deleitarnos en la contemplación en sí de las mismas, pues cada una de ellas es un símbolo que vela un arcano de la Naturaleza (del mismo modo que lo hacen los 22 Arcanos Mayores del Tarot). El contemplar estas imágenes talismánicas armoniza el alma, aumenta en grado inimaginable la inteligencia profunda que busca las esencias, desarrolla la concentración y la memoria hasta límites insospechados. En la primera planta de este “Museo de Pintura” se hallan todas las imágenes en relación con la naturaleza: por ejemplo, en una de las numerosas salas encontramos cuadros con las imágenes de un río, un arado, una cadera, un árbol, un ánfora…. En la segunda planta todas las salas son triangulares, y aparecen imágenes abstractas en relación con la moral y con la ciencia: por ejemplo, la claridad, que es una matrona que lleva en su mano diestra agua, en la zurda un espejo; la salud, una niña que porta agua y un niño fuego, o el gozo, que nos sale del encuentro como una niña ataviada con verdes vestiduras, que esparce de un canastillo especies variadas de flores. En la tercera planta aparecen las Doce Curias en relación con las doce divinidades, estelares: Júpiter, Saturno, Marte, Mercurio, Apolo, Esculapio, Sol, Luna, Venus, Cupido […] y Tierra. Cada una de ellas rodeada de un séquito celeste, símbolos metafísicos, atribuidos del dios al que siguen. Así la Magia de la Memoria de Giordano es mucho más que un sistema mnemotécnico. Quiere abrir ante nosotros una dimensión mágica, un reino de símbolos que aportan en su seno el misterio y armonizan la psique humana con la luz astral de la naturaleza. Es mediante estas imágenes como la inteligencia humana, rompiendo sus límites se hace espejo de la inteligencia divina. El sistema de Giordano es el de la música visual del alma. José Carlos Fernández Madrid, 1991 |
(Felipe Bruno, más conocido por su nombre religioso, Giordano; Nola, 1548 - Roma, 1600) Filósofo italiano. Es uno de los personajes más trágicos de la historia de Italia, donde por espacio de dos siglos, o sea hasta el "Risorgimento", quedó relegado, aun cuando sólo en apariencia, al olvido. A los catorce años fue enviado a Nápoles a estudiar, y en 1565 ingresó como novicio en el convento de Santo Domingo; ordenado sacerdote en 1572, se doctoró en teología en 1575. En los cenobios, donde permaneció hasta los veintiocho años, se interesó con pasión en problemas de exégesis bíblica, y sobre todo en la posibilidad de concordar la teología cristiana con el emanatismo neoplatónico. En este aspecto consideró a las tres "personas" de la Trinidad como otros tantos atributos (poder, sabiduría y amor) del único Dios. Dios, en calidad de Mente, se halla sobre la naturaleza; en cuanto intelecto, Dios es sembrador en la naturaleza; y, en cuanto Espíritu, Dios es la misma alma universal. Huido de Nápoles a causa de un proceso de herejía incoado contra él, y de Roma por temor a verse acusado de un asesinato en el que ninguna culpabilidad tenía, llegó primeramente a Liguria; luego estuvo en Turín, después en Venecia (donde publicó su primer libro, actualmente perdido) y, sucesivamente, en Bérgamo, Saboya y Ginebra. Acogido en esta ciudad por un adepto napolitano del calvinismo e inscrito en la universidad y la iglesia de esta secta, se rebeló muy pronto contra sus maestros, y fue privado de la Santa Cena. Al cabo de poco tiempo se dirigió a Francia; aquí desempeñó una cátedra en Toulouse durante dos años, y luego se trasladó a París, donde ofreció al rey Enrique III de Francia De las sombras de las ideas, uno de los textos de mnemotécnica que Giordano Bruno hizo imprimir en la capital francesa durante su primera estancia en la ciudad. Profesor extraordinario en París, la indocilidad de los estudiantes le indujo a trasladarse a la corte de Isabel I de Inglaterra, siguiendo al embajador de Francia. Los dos años y medio pasados entre Oxford y Londres se cuentan entre los más importantes de su vida, por cuanto entonces compuso y publicó las dos trilogías de los Diálogos italianos. Lo mismo que había sido también El Candelero, obra aparecida anteriormente en París, La Cena del Miércoles de Ceniza resulta aún casi una comedia, y describe una cena celebrada en la casa de un gentilhombre londinense la noche del Miércoles de Ceniza. De la causa, principio y uno, hoy la obra más leída de Giordano Bruno, trata de fundar la nueva "filosofía nolana" proponiendo el concepto de una materia viviente que se da ella misma infinitas formas abandonadas luego paulatinamente. Del infinito universo y mundos crítica la física y la cosmología aristotélicas, que sustituye por una idea del universo infinito en su extensión y el número de mundos (los astros) que lo integran. La segunda trilogía, la Expulsión de la bestia triunfante, es una comedia mitológica en la que los dioses resuelven hacer penitencia, ahuyentan del cielo a osas y escorpiones y los reemplazan por los signos de las virtudes. En La cábala del caballo Pegaseo y del asno Cilémico se da una sátira de la "santa asnalidad", o sea de la humildad y la sencillez recomendadas por el cristianismo. Los Heroicos furores exaltan, en verso y prosa, el amor de la inteligencia para el objeto divino, que es la verdad. Al regresar a Francia, Giordano Bruno empezó a exponer y a criticar las obras de Aristóteles. Nuevos "tumultos" de estudiantes le llevaron a Alemania, donde publicó los tres poemas latinos compuestos mientras tanto y que integran el segundo grupo de sus textos más ilustres. Del mínimo propone el concepto del mínimo físico, el átomo, y de mínimo matemático, el punto, entendido cual la esfera más pequeña posible. De la mónada, que resulta hasta cierto punto similar a los escritos mágicos del autor, muestra la conversión de la unidad en dualidad y sus posteriores complicaciones que dan lugar a la tríada, la tétrada, etc., hasta llegar a la década. De lo inmenso y de los innumerables reanuda el tema que se halla en Del infinito con una nueva conciencia de los progresos contemporáneos de la astronomía, campo en el cual destacaba Tycho Brahe. Invitado por Juan Mocenigo, quien quería aprender de él la mnemotécnica y quizá también la magia, Giordano Bruno marchó a Venecia; pero Mocenigo, no satisfecho de la enseñanza y molestado por los discursos heréticos de su huésped, le denunció al Santo Oficio. Conseguida por la Inquisición romana la extradición, Giordano Bruno fue encarcelado, interrogado por los inquisidores y, finalmente, condenado a una muerte cruel. Se ha considerado a Giordano Bruno símbolo del pensamiento libre rebelado frente al dogma religioso: vuelve alegremente al naturalismo antiguo "renacido" en los nuevos tiempos, sostiene sus opiniones en todos los países de Europa y ante los poderosos y doctos y, finalmente, después de ocho años de cárcel, prefiere la muerte a la retractación. Bajo este aspecto, aparece como héroe sublime de una humanidad resuelta a reivindicar y defender a costa de la vida el derecho a pensar de acuerdo con una razón autónoma y meramente filosófica. En honor a la verdad, sin embargo, debe tenerse en cuenta que Giordano Bruno se ordenó, según él mismo dijo a la Inquisición véneta, cuando ya su mente estaba invadida por muchas dudas acerca de los máximos dogmas (Trinidad y Encarnación) y se veía inclinado a una interpretación racionalista y naturalista de ellos; que nunca fue perseguido en los países católicos transalpinos por haber huido de un convento ni por sus ideas; y que al regresar a Italia proclamaba abiertamente no haber de temer nada de la Inquisición y estar resuelto a volver al "gremio de la Iglesia católica". Los debates acerca de esta figura se hallan muy lejos de tocar a su fin; de todas formas, nadie puede discutir el valor del entusiasmo mental con que Giordano Bruno cantó como divina la infinita fecundidad de formas de la naturaleza.
En el pensamiento de Bruno coinciden todas las grandes líneas del Renacimiento, aun las opuestas: el platonismo de Marsilio Ficino y Pico della Mirandola, el neoplatonismo plotiniano, el naturalismo, la tradición mágico-hermética, las ideas de infinito y de la concordantia oppositorum de Nicolás de Cusa, las tendencias aristotélicas y antiaristotélicas y los rasgos de reforma y antirreforma. Él es, ante todo, un reformador religioso heterodoxo que recurre a toda esta herencia para cambiar la visión del mundo, igual como Copérnico ha cambiado la posición central de la tierra, y conseguir así una reforma global religiosa, moral y política. Sus primeras obras las dedica Bruno al estudio de la mnemotecnia, o arte de la memoria, que, relacionada en el Renacimiento con la magia y cultivada sobre todo por los neoplatónicos y los herméticos, permitía un dominio excepcional de la naturaleza. Según expone Bruno en Las sombras de las ideas, al memorizar en la mente imágenes mágicas (las sombras de las ideas) se la convierte en un poderoso reflejo de la naturaleza. Los diálogos italianos que publica en su estancia inglesa representan su visión del universo, así como su visión reformadora. Contienen su profesión de fe copernicana y su elogio a Copérnico, un intento de justificación del copernicanismo mediante argumentos de carácter racional y físico, su idea de un universo infinito y de los infinitos mundos que coexisten en el universo. El mundo es infinito, porque su causa -la «mente sobre las cosas»- es infinita y también es infinita la vida, porque nada perece. El mundo vive porque Dios está en todo el universo y en cada una de sus partes -«la mente en cada cosa». El universo es un animal dotado de alma y por eso mismo también se mueve y, en él, todos los cuerpos celestes y, con ellos, la tierra, que se mueve para «renovarse». A las ideas meramente cosmológicas, añade las de renovación total. Crítico con la fe cristiana -rechaza la Biblia, niega que todos los hombres desciendan de Adán, niega el pecado original, por lo que carecen de sentido la encarnación y la redención-, cree que la renovación no puede proceder de las «tinieblas» del cristianismo, aferrado como está a una imagen aristotélica de un mundo finito y cerrado, que necesita de un cambio radical, sino de la «luz» de la antigua religión egipcia de Hermes Trismegistos, religión de la mente, en la que se da culto al Sol, símbolo del alma del mundo y, a la vez, centro del universo, así como de una nueva imagen del universo, infinito, uno y vivo, donde Dios está en todas las cosas. Religión, filosofía y cosmología constituyen las tres facetas de una misma visión mágico-hermética del universo de Giordano Bruno. Del autor. Bruno, Giordano, Cábala del caballo Pegaso. Alianza, Madrid, 1990. Bruno, Giordano, De la causa, principio y uno. Losada, Buenos Aires, 1941. Bruno, Giordano, Del infinito: el universo y los mundos. Alianza, Madrid, 1993. Bruno, Giordano, Expulsión de la bestia triunfante / Los heroicos furores. Siruela, Madrid, 2011, 1 ed. Bruno, Giordano, Expulsión de la bestia triunfante. Alianza, Madrid, 1989. Bruno, Giordano, La cena de las cenizas. Alianza, Madrid, 1987. Bruno, Giordano, Las sombras de las ideas (De umbris Idearum). Siruela, Madrid, 2009, 1 ed. Bruno, Giordano, Los heroicos furores. Tecnos, Madrid, 1977. Bruno, Giordano, Mundo, magia, memoria. (antología a cargo de I. Gómez de Liaño), Taurus, Madrid, 1973. Bruno, Giordano, Nolani. Opera latine conscripta. Frommann, Stuttgart, 1962. |
Giordano Bruno y las ideas que lo llevaron a la hoguera PERSECUCIONES RELIGIOSAS En plena Contrarreforma se opuso a la Iglesia católica: defendió que el universo es infinito y que la Tierra no es su centro Horizontal El proceso de Giordano Bruno a cargo de la Inquisición romana. Relieve de bronce de Ettore Ferrari (1845-1929). Dominio público Javier Gutiérrez 17/02/2020 00:50 Actualizado a 17/02/2020 00:53 A los 15 años, Filippo Bruno, el hijo de un soldado del reino de Nápoles, se convirtió en Giordano. Aquel adolescente, de notable inteligencia y fuerte temperamento, cambió su nombre por el que había elegido para entrar en la congregación de dominicos. Fue un novicio que se ganó cierta fama por sus razonamientos contrarios a las doctrinas oficiales católicas, pero tras ordenarse sacerdote, en 1572, su espíritu crítico ya era tomado más en serio y solo podía llevarle hacia un camino: la hoguera. Europa vivía el auge de la Contrarreforma y la Iglesia no toleraba la más mínima disidencia. En 1576, Giordano era acusado de hereje y abandonaba la orden para evitar el juicio. El destino le daba el primer aviso de lo peligrosa que podía llegar a ser su rebeldía en aquel momento. Tras visitar diversas ciudades, en 1579 llegó a Ginebra y se unió al calvinismo. Pero otra vez su carácter rebelde le llevó a criticar las ideas centrales de este movimiento protestante, lo que provocó un nuevo proceso en su contra y fue obligado a retractarse. Bruno, ingenuamente, creía que sus ideas eran el complemento ideal para la religión cristiana Bruno se veía abocado a reemprender su viaje. La vida errante ya no le abandonaría jamás. En 1581 llegó a París precedido por su reputación de persona culta y de fácil palabra. Había escrito un tratado acerca de la memoria que le otorgó fama de mago y que interesó al mismísimo rey Enrique III. Fue invitado a la corte, y para decepción de los supersticiosos demostró que su sorprendente capacidad memorística no se debía a la magia, sino al conocimiento organizado. Incomprendido por todos. Abandonó París en 1583 para trasladarse a Inglaterra. En tan solo un año escribió dos de sus obras más importantes: La cena de las cenizas y Del universo infinito y los mundos. El escándalo se cernió sobre él nuevamente. En la primera pieza, aparte de atacar a los doctos de Oxford (los acusó de saber más de cerveza que de griego), defendía que la Tierra no era el centro del sistema solar, como Copérnico años atrás. En la segunda, argumentaba que el universo es infinito, que está poblado por un sinfín de mundos donde viven seres vivos e inteligentes. Y no solo eso: añadía que la misión del hombre es adorar este infinito cuya alma es Dios, presente en todas las cosas. Bruno, ingenuamente, creía que sus ideas eran el complemento ideal para la religión cristiana y que iban a ser asimiladas tanto por católicos como por protestantes. Pensaba haber encontrado la panacea que conciliaría las religiones que estaban dividiendo Europa. Sin embargo, para su desgracia, las creencias del momento apuntaban hacia otro lado. Los protestantes no admitían sus ideas. Los católicos lo consideraban directamente herético. Era inconcebible que la Tierra no fuera el centro del universo. Y era aún menos aceptable, tal como sostenía Bruno, que Dios formara parte del universo. Según la Iglesia de Roma, Dios estaba por encima de todas las cosas. Traición En el camino de Giordano se cruzó, en 1592, un noble veneciano, Giovanni Mocenigo, que sentía gran curiosidad por sus enseñanzas y le invitó a su residencia. Aquella amable propuesta se convirtió en una trampa mortal para el filósofo. Mocenigo se asustó por sus atrevidas doctrinas y le denunció por herejía ante la Inquisición de Venecia. Bruno fue trasladado a una cárcel romana e interrogado constantemente. Pudo haber negado todo aquello en lo que creía y salvar su vida, pero no lo hizo: prefirió ser fiel a sus principios y esperar una sentencia favorable. Después de pasar ocho años encarcelado, el papa Clemente VIII le condenó a perecer en la hoguera el 17 de febrero de 1600. Antes de morir, sin embargo, tuvo tiempo de desafiar al tribunal inquisidor: “Tal vez dictáis contra mí una sentencia con mayor temor del que tengo yo al recibirla”. |
Giovanni Francesco Mocenigo (Venecia, 5 de julio de 1558 - Venecia, 6 de abril de 1607) fue un político y mercader veneciano. Seguidor de Giordano Bruno, invitó al filósofo, entonces en Fráncfort (Alemania) a vivir en Venecia (Italia) con él. Bruno aceptó y fue recibido por Mocenigo en 1591. Queriendo Bruno volver a Alemania para imprimir sus propias obras y Mocenigo no logrando retenerlo, el noble se opuso enérgicamente y en mayo de 1592 lo señaló como hereje ante el tribunal de la Inquisición. Citas de Giovanni Mocenigo. He oído decir algunas veces a Giordano en mi casa que las almas creadas por la naturaleza pasan de un animal a otro [...]. Mientras estaba en la cama, fui a buscarlo y encontrando una arañita cerca de él, la maté, y me dijo que algo había hecho mal, y empezó a hablar, que en esos animales podía estar el alma de algunos de sus amigos, porque las almas, una vez muerto el cuerpo, pasaban de un cuerpo a otro, y él afirmaba que había estado en este mundo antes, y que habría regresado muchas veces después de haber muerto, ya sea en el cuerpo de un humano o de un animal; y yo me reí, y él me regañó por burlarme de estas cosas. [...] culpó a Lutero y a Calvino y a los demás autores de herejías, y yo le dije: "¿De qué religión eres?", porque lo consideraba calvinista: "Sete persi nullius religionis?"; y él, sonriendo, respondió: «Quiero decirte una cosa bonita, y hacerte reír: jugando a la suerte con algunos amigos míos, que tocaron verso a uno, toqué un verso de Ariosto que dice: "Enemigo de todo ley y de toda fe"», y se echó a reír a carcajadas [...]. Me dijo que le gustaban mucho las mujeres y que aún no había alcanzado el número de Salomon ; y que la Iglesia estaba cometiendo un gran pecado al hacer pecado lo que tan bien sirve a la naturaleza [...]. Era muy adicto a la carne, y al hablar de esto decía estar asombrado de que la Iglesia prohibiera el uso natural, y cuando iba a las mujeres adquiría gran mérito, pero decía estas cosas en broma y riendo. Al tener que preguntarles varias veces si había asistido a misa, respondió en tono de broma: «¿Qué misa? Traigo el oficio de arte amandi" [...]. Citas sobre Giovanni Mocenigo Se pueden decir –y pensar– muchas cosas sobre Giovanni Mocenigo; pero en su denuncia dice esencialmente la verdad: relata cosas que Bruno ciertamente había dicho, aprovechando también el placer de sorprender con sus declaraciones a aquel noble veneciano algo impasible y lento, tratando de hacerle comprender bien con quién trataba, qué El hombre estaba hospedando en su casa. [...] Así era él: no podía resistir la idea de golpear a sus interlocutores, incluso a aquellos como Mocenigo, por quien sentía un profundo desprecio, si no un absoluto desprecio. ( Michele Ciliberto ) No considero enemigo en estos lugares a nadie más que a don Gioanni Mocenigo y sus demás seguidores y servidores, por quienes me he sentido más gravemente ofendido que por un hombre vivo; porque me asesinó en vida, en honor y en bienes. ( Giordano Bruno ) [Giordano Bruno] sabía que la Inquisición lo perseguía, pero confió en la protección de Mocenigo, a pesar de que era un ferviente católico [...]. Hasta que su temeroso anfitrión, instigado por su confesor, lo denunció ante la Inquisición. Sin embargo, primero, después de haber pagado por ellas, quería que el profesor terminara las lecciones. ( Indro Montanelli y Roberto Gervaso ) |
Nicomedes Guzmán. |
Nicomedes Guzmán, seudónimo de Óscar Vásquez Guzmán, nacido en Santiago el 25 de junio de 1914, fue uno de los miembros más destacados de la Generación de 1938. Quizás el único integrante de extracción proletaria, participó de manera activa tanto en la acción cívica como en diversos ámbitos de la literatura, como la creación, la edición y la imprenta. Narrador y poeta, Guzmán fue autor del libro de poesía La ceniza y el sueño (1938) y de novelas y cuentos que marcaron hitos en la tradición literaria chilena como Los hombres obscuros (1939), La sangre y la esperanza (1943), La luz viene del mar (1951) y Una moneda al río y otros cuentos (1954). Como escritor, creó una visión de la marginalidad que escapaba de la concepción estereotípica de los sujetos populares. Su obra, vinculada con el marxismo, revistió el mundo narrado de un halo de esperanza y redención histórica que exploró las causas y consecuencias de las desigualdades en la sociedad capitalista. Los temas de su obra literaria, centrados en aspectos sociales predominantes de la vida chilena de la época, hicieron énfasis en la injusticia social, la explotación de trabajadores y trabajadoras, la vida miserable de los suburbios, la degradación moral en la pobreza y la corrupción en el poder. Además de su trabajo como escritor, Nicomedes Guzmán estuvo ligado desde muy joven al mundo editorial a partir de su experiencia en diferentes oficios de imprenta y de colaboraciones con distintas revistas, que lo ayudaron a concebir la literatura desde una perspectiva amplia, como un conjunto de prácticas en las que se integraban la ilustración, el diseño tipográfico, la encuadernación y la edición. Las colaboraciones, en este sentido, que realizó en la revista El Peneca (1908-1960), entre 1931 y 1937, donde, con el seudónimo de "Ovaguz", publicó ilustraciones, crónicas deportivas y textos literarios, marcaron un hito importante en su formación pues pudo conocer a artistas, como Fidelicio Atria (1904-1965), que influyeron en el desarrollo de sus habilidades técnicas y sus nociones estéticas. Fruto de estos conocimientos, en el año 1934 escribió, diseñó, ilustró y encuadernó el libro, inédito hasta el año 2015, titulado Croquis del corazón, con motivo del cumpleaños de Lucía Salazar, quien posteriormente se convirtió en su esposa. Colaboró, también, durante la década de 1940, en la revista En Viaje (1933-1973), medio de difusión de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, donde publicó textos con el seudónimo -que ya había utilizado para firmar Croquis del corazón- de "Darío Octay", el que ideó como un homenaje al poeta nicaragüense Rubén Darío y a la localidad de Puerto Octay. Como editor, concibió colecciones como La honda y Novelistas contemporáneos de América, ambas de Ediciones Cultura, de la cual fue director. Compiló, además, antologías de la obra de Baldomero Lillo (1867-1923), los cuentos de Marta Brunet (1897-1967) y de la poesía y prosa de Carlos Pezoa Véliz (1879-1908), publicadas todas por Editorial Zig-Zag. En el año 1957, llevó a cabo un ambicioso proyecto con el libro Autorretrato de Chile, un recorrido por la geografía y el imaginario chileno a través de crónicas, artículos, narraciones y poemas de escritores y escritoras nacionales. En su vasta trayectoria como escritor y editor, Nicomedes Guzmán se preocupó de afianzar un imaginario del trabajo y la justicia social y de abrir nuevos surcos profesionales que ayudaron a diversificar la concepción de la literatura como un conjunto de contenidos estéticos. También, se preocupó de impulsar la obra de escritores inéditos y de divulgar la de escritores consagrados con el objetivo de enriquecer la producción literaria nacional y latinoamericana. Obra Narrativa Los hombres oscuros (1939) La sangre y la esperanza (1943) Donde nace el alba (1944) La carne iluminada (1945) La luz viene del mar (1951) Una moneda al río y otros cuentos (1954) El pan bajo la bota (1960) Estampas populares de Chile: Crónicas (2007) ISBN 978-956-284-540-3. Un hombre unos ojos negros y una perra lanuda, póstuma (2023), escrita en 1937. Poesía Croquis del corazón, póstuma(2015), único ejemplar dedicado a su esposa Lucía Salazar, escrito y editado en 1934. La Ceniza y el sueño (1938) Antologías Nuevos cuentistas chilenos (1941) Antología de Baldomero Lillo (1955) Antología de Carlos Pezoa Véliz (1957) Autorretrato de Chile (1957) Antología de cuentos [de] Marta Brunet (1962) Antología de cuentos chileno (póstuma, 1969) Ferrero, Mario (1982). Nicomedes Guzmán y la Generación del 38. Santiago de Chile: Ediciones Mar Afuera. Pearson, Lon (1976). Nicomedes Guzmán. Proletarian author in Chile's literary generation of 1938. Columbia: University of Missouri Press. ISBN 0-8262-0178-4. Promis [Ojeda], José (1993). La novela chilena del último siglo. Santiago: La Noria. Reconocimientos (1944) Obtiene el Premio Municipal de Santiago, categoría Novela con la obra "La sangre y la esperanza". (1963) recibió el Premio Nacional del Pueblo Pablo de Rokha otorgado por la Municipalidad de San Miguel en su género novela. Biblioteca Municipal Nicomedes Guzmán, ubicada en la calle Guardiamarina Ernesto Riquelme #226, del barrio Brasil en Santiago de Chile. Plaza Nicomedes Guzmán, localizada en el barrio El Llano de la comuna de San Miguel. Importancia Histórica. Óscar Nicomedes Vásquez Guzmán nació en el Barrio Club Hípico de Santiago de Chile, el 25 de junio de 1914. Vivió la mayor parte de su infancia y adolescencia en el Barrio Mapocho, el mismo en que se desarrolla la acción de sus más importantes novelas, Los hombres obscuros (1939) y La sangre y la esperanza (1943). Fue una de las figuras centrales de la generación de 1938, junto con escritores como Carlos Droguett, Juan Godoy y Francisco Coloane, y principal exponente de la novela proletaria en Chile. |
Nicomedes Guzmán, hijo de la clase proletaria. 15 mayo 2023 Por Roberto González El escritor Nicomedes Guzmán fue uno de los grandes referentes literarios de la generación del 38, generación literaria y editorial nacida al alero de los movimientos socio-políticos que el año 1938 fueron capaces de llevar de manera colectiva una organización política al poder -como fue el Frente Popular- bajo la figura del presidente Pedro Aguirre Cerda. No es casual que justamente este mandatorio proponiendo un inédito método político de gobernar es educar fuera quien liderara una coalición de izquierda, transformacional y con el gran apoyo de artistas y escritores, Nicomedes Guzmán, Violeta Parra o Volodia Tetelboim –entre otros- trabajaron incansablemente por el Frente Popular y por la llegada de Pedro Aguirre Cerda a la presidencia. Justamente cuando esto ocurría, Nicomedes Guzmán recientemente había contraído matrimonio con Lucía Salazar Vidal y vivía en la calle Germán Riesco hoy Alejandro Fierro, comuna de Quinta Normal. Los principales libros de Nicomedes Guzmán son “Los hombres obscuros” de 1939 y “La Sangre y la Esperanza” de 1943, ambas novelas entraron fuerte al escenario literario de aquellos años en Chile por resultar ser las principales obras de realismo social proletario que se han escrito en nuestra historia literaria. Nicomedes Guzmán al ser un hijo de la clase obrera y habitante de conventillos y cités capitalinos, supo describir la dura realidad de una clase social obrera santiaguina poco retratada en novelas y cuentos desde una pluma narrativa muy robusta, que se mueve entre lo fino de sus detalles estéticos hasta el peso de una realidad marginal que roza lo brutal. Como dijo alguna vez Pablo Neruda en el prólogo de uno de sus libros: “Cuando Nicomedes Guzmán descargó sus libros tremendos, la balanza se vino abajo porque nunca recibió un saco tan verdadero. No era un costal de joyas. La verdad pesaba como una piedra. Los dolores llenaban aquellos libros andrajosos y deslumbradores que se nos echaban a la conciencia” (Prólogo de Pablo Neruda a “La Ceniza y el Sueño”). Y fue justamente la capacidad literaria que Nicomedes Guzmán tuvo para retratar la cruda realidad de las clases populares de comienzo del siglo XX, que lo llevaron el año 1944 a ganar el premio municipal de Literatura de la Municipalidad de Santiago con “La Sangre y la Esperanza”, novela que en tres momentos logra retratar la vida y luchas de la familia Quilodrán, familia obrera trabajadora del mundo de los tranvías y que ha de ser la gran referencia para dar cuenta como Nicomedes Guzmán logra construir una visión autobiográfica de su propia vida en esta novela. La familia Quilodrán vive en un cité ubicado en Mapocho 2480 esquina con García Reyes, lugar donde también la familia de Nicomedes Guzmán vivió aproximadamente entre 1918 y 1928. “Bajo, de una estatura que traicionaban apenas unos cuantos edificios de dos pisos, arrugado, polvoriento, el barrio era como un perro viejo abandonado por el amo… Allá, la calle San Pablo. Acá, el depósito de tranvías y los grandes talleres de la Compañía Eléctrica” (Guzmán, 1943). Nicomedes Guzmán en verdad llevaba por nombre Oscar Nicomedes Vásquez Guzmán, utilizaba su segundo nombre y su segundo apellido como seudónimo artístico como forma de homenajear a su padre Nicomedes Vásquez y a su madre Rosa Guzmán, es más su primera novela se la dedica a ellos: “A mi padre, heladero ambulante y a mi madre, obrera doméstica”. Nació en 1914 en el barrio Club Hípico en la comuna de Santiago, pero luego en 1918 la familia debió cambiar su domicilio hasta el barrio Mapocho:
Además de estas dos novelas, Nicomedes Guzmán publicó una gran cantidad de libros de cuentos, otras novelas, poesía, compilaciones de otras y otros escritores de su admiración como Carlos Pezoa Véliz, Marta Brunet o Baldomero Lillo y participó como editor de libros de Oscar Castro, Francisco Coloane o María Carolina Geel, todos estos libros fueron escritos y publicados bajo el fino trabajo de Nicomedes Guzmán desde la comuna de Quinta Normal, pues la familia del escritor a comienzos de la década del 30 cambia nuevamente su domicilio desde Mapocho con García Reyes y se va a vivir a José Besa 225, donde vivían los abuelos de Nicomedes Guzmán. El cambio de casa desde los profundos cités de Mapocho en la comuna de Santiago a las nuevas calles de la naciente comuna de Quinta Normal, provocaron una añoranza juvenil en Nicomedes Guzmán por sus antiguas calles mapochinas que hicieron prender la mecha en este muchacho por escribir sus antiguas vivencias en esos barrios, sobre todo sumado al ímpetu que en Quinta Normal existía en la década de 1930 de poder participar en el mundo de las letras de alguna forma, instalando un inédito ambiente literario que movilizaba a niños y niñas de esos años por la creación artística en la comuna, otro escritor quintanormalino y contemporáneo con Nicomedes –Marcial Tamayo- al recordar esta infancia escribió alguna vez: “Ambos ya habíamos empezado a escribir en “El Peneca”. Nicomedes firmaba Ovaguz y yo Juan Nesmy. Por esos días formamos un “Centro cultural y deportivo” para montar comedias, recitar y cantar acompañados de un par de guitarras. En el patio de la casa de Manuel Carrera, en el callejón Loyola, frente al correo, hoy matadero de animales, instalamos un ring y nos dimos a competir con los cabros de la “Sociedad Figueroa Alcorta” (Tamayo, 1964). Diversos factores despertaron la inquietud de la juventud quintanormalina por la literatura y las artes: un proceso de desarrollo industrial que fomentó el aprendizaje formal de diversas artes y oficios, la gran masividad que la industria de la tipografía y la impresión alcanzaba en barrios populares, la inclusión de la literatura como eje central del desarrollo cultural del país y el auge de las publicaciones y los periódicos locales para fomentar la discusión política local, entre otros factores, ayudan a explicar porque en las calles quintanormalinas este muchacho despertó su inquietud por escribir. Entre las calles José Besa, Arteaga y Loyola, Nicomedes Guzmán realizando poemas, crónicas, ilustraciones y cuentos, se transformó en un activo colaborador de la revista infantil El Peneca (1908-1960) bajo el seudónimo de Ovaguz, de hecho, el año 1934, fue parte de la creación del Centro Artístico y Literario de “El Peneca”, organización creada en reconocimiento a la revista y a su directora. Era tanto el ímpetu narrativo que se vivía en las calles de Quinta Normal entre la juventud obrera de la década del 30, que los amigos del barrio de Nicomedes Guzmán y que también intentaban convertirse en aclamados escritores, vieron con un tanto de envidia el hecho de que este muchacho alcanzara estos logros creativos juveniles en la revista El Peneca.
A todos no nos gustó mucho el avance de Nicomedes, pero, ¡qué diablos!, al fin y al cabo era del barrio. Allí estaban Edmundo Concha, Luis Millas, Enrique Echeverría, Jorge López Le Roy, Humberto Garrido y, como presidente, Héctor Osses Landeros”. (Tamayo, 1964). Nicomedes Guzmán, joven habitante de la comuna de Quinta Normal, se formaba en el entusiasmo y la participación de una sociedad desarrollista, su vida transcurría entre el trabajo juvenil, la literatura y también el deporte, pues bastante motivado por el atletismo participó durante estos años en el Círculo Atlético Royal fundado en 1913 y cuyo lugar de entrenamiento era la pista atlética de la cancha de la Quinta Normal. “Trabajé desde pequeño. Y me alegro de ello. La vida en el trabajo precoz comúnmente para hombres mayores, me fue una escuela dura, pero maravillosa. Los urgentes menesteres hogareños obligáronme a enfrentarme a la visión en mucho espantable, desconcertante y, sin embargo, ejemplarizador. Fui acarreador de cajas en una fábrica de artículos de cartón, ayudante de chofer, mandadero, ayudante de tipógrafo y encuadernador y otros menesteres, hasta que pasé a ocupar el más humilde puesto en una modesta oficina de corretaje de propiedades. Aquí comienza tal vez mi formación intelectual… El negocio había prosperado. Y era el flamante secretario de la brillante empresa comercial. Asuntos bursátiles, loteo de sitios, compra-venta de propiedades, parcelaciones rurales, cobranzas de arriendos, correspondencias varias, depósitos en el banco, no eran obstáculos para que mis aficiones literarias y deportivas se sintieran en plena libertad.” (Guzmán, 1954). El amor entre Nicomedes y Lucía y su llegada a El Polígono Lucía Salazar Vidal vivía junto a su familia en Quinta Normal en la década de 1930, específicamente en la calle Osorno casi al llegar a Las Rejas, lo que constituye desde el año 1981 como la comuna de Lo Prado. Esta joven muchacha, como sucedía con la mayor parte de la juventud quintanormalina de esos tiempos, trabajó desde joven aportando así en el sustento del hogar, debiendo dejar la educación regular para terminar sus estudios en el Liceo nocturno Federico Hanssen que funcionaba en las instalaciones del Liceo de Aplicación en avenida Ricardo Cumming y que había sido fundado en 1916. Entre aulas y libros conoció Lucía a un joven Nicomedes Guzmán, se miraron, entendieron y se enamoraron profundamente el año 1934, Nicomedes con un recorrido incipiente en el mundo de las letras confecciona un poemario de nombre Croquis del Corazón bajo el seudónimo de Darío Octay como oda al amor que sentía por Lucía. En gran parte por la consolidación amorosa bajo esta hermosa creación literaria, Lucía Salazar y Oscar Vásquez contraen matrimonio un 6 de junio de 1936 en la Iglesia de Lourdes, que en esos momentos se encontraba en plena edificación de un segundo edificio bajo la firma de Eduardo Costabal y Andrés Garafulic arquitectos y Lily Garafulic escultora. El matrimonio vive en la casa de José Besa, allí además compartieron hogar con Manuel Guerrero Rodríguez, escritor contemporáneo con Nicomedes Guzmán, padre del profesor Manuel Guerrero Ceballos quien fuera asesinado durante la dictadura civil-militar por agentes del Estado junto a José Manuel Parada y Santiago Nattino, suceso conocido como el Caso Degollados ocurrido en 1985. Con el matrimonio vino el primer hijo de Lucía y Nicomedes: Oscar Vásquez Salazar –quien luego sería un reconocido periodista y escritor- y con ello el cambio de casa, al menos de manera momentánea hasta lograr la casa propia, el matrimonio se va a vivir a la calle Germán Riesco 5133 hoy calle Alejandro Fierro. En esa casa Nicomedes Guzmán comienza a escribir la que sería su primera novela “Un hombre, unos ojos negros y una perra lanuda” finalizada el año 1937 y que al día de hoy 2022 aún guarda su carácter de inédito, pues Nicomedes Guzmán al escuchar las críticas del escritor Jacobo Danke sobre su novela, decide esconder el manuscrito y declararlo quemado. Esta novela verá luz por vez primera el año 2023 bajo el sello de ediciones Biblioteca Nacional, pues la familia decidió donar este manuscrito a la biblioteca para su lectura y estudio público luego de permanecer en las diversas casas de Quinta Normal resguardado durante 85 años. En la casa de la calle Germán Riesco el matrimonio tuvo a dos nuevas hijas Ximena y Florencia, al crecer la familia logran por fin, comenzado la década de 1940 y cuando Nicomedes Guzmán ya había publicado sus dos primeros libros de manera oficial “La Ceniza y el sueño” (1938) y “Los hombres obscuros” (1939), obtener su casa propia en la naciente población El Polígono inaugurada en 1939 hacia el sur de la avenida San Pablo, en la calle La Acacias (luego Carlos Pezoa Véliz) 730. En esta casa Nicomedes Guzmán logrará producir sus mejores trabajos literarios y editoriales y consolidar una visión valórica respecto de la vida cotidiana de una población que desde la diversidad social, componen ampliamente a la clase trabajadora chilena. Esta visión lo posicionará como un referente y representante de la identidad valórica del pueblo de Chile. “Nicomedes compró un día –pese a las protestas de mi madre, porque estaba gestando el dinero de la comida- una jaula con una “pájara cantora”, según el pregón comercial del vendedor callejero. Una vez que la transacción se concretó. Nicomedes liberó el avecilla ante la mirada atónita del comerciante y de algunos transeúntes de la vieja Alameda. Y luego, dirigiéndose al negociante, le dijo con un dejo de dureza: “Parece que usted, mi amigo, no tiene idea de lo que es la libertad. Tome su jaula. Si puede, métase adentro y me entenderá”. (Vásquez, 2014). En la casa de la población El Polígono Nicomedes Guzmán escribirá durante las noches después de su trabajo y en su máquina de escribir, gran parte de su obra narrativa, en esa vivienda han permanecido los recuerdos de los días en que Nicomedes construía su legado literario y gestaba este mundo lleno de personajes populares: curas, vagabundos, trabajadoras, dueñas de casas, estudiantes, ladrones y muchas otras semblanzas de la vida en el poniente de Santiago fueron construidos en dicha casa. En esta vivienda de la calle Carlos Pezoa Véliz, en el corazón de la población El Polígono, el libro de poemas Croquis del Corazón fue guardado en un cofre por Lucía Salazar incluso luego de terminar su relación con Nicomedes Guzmán durante 81 años, este objeto de amor creado para este hermoso momento familiar, vio luz pública el año 2015 cuando la familia decide dejar de considerar este libro como un objeto familiar privado para reconocerlo como un patrimonio de la cultura popular chilena. Se dona el original a la Biblioteca Nacional, quienes lo restauran y conservan y la Cooperativa editorial Victorino Lainez en conjunto con el Centro Cultural Al tiro de la Población el Polígono de Quinta Normal publican conjuntamente 1000 copias facsimilares de este importante ejemplar de la literatura nacional y comunal. La población El Polígono fue construida el año 1939 a partir de las políticas públicas en el área de la vivienda fomentada por el gobierno del Frente Popular bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda. A través de la Caja de la Habitación Popular fueron comprados por parte del Estado los terrenos ubicados alrededor de las calles San Pablo y Barros Arana y que anteriormente hubieron de constituirse como parte de la “Chacra el Polígono”, cuyo nombre deriva del polígono de tiro que funcionaba sobre estos terrenos y que era utilizado con fines militares y deportivos, junto a este polígono se encontraban también algunos tomatales y una escuela (Medina y Solar, 2010). Anteriormente a esta inversión estatal para la construcción de una población obrera, diversos terrenos propios de estas chacras fueron comprados para el loteo y la construcción de la población Quidora aproximadamente el año 1915. Con la inversión del Estado la población El Polígono viene a ser parte de las grandes obras del gobierno de Pedro Aguirre Cerda en Quinta Normal. Nicomedes Guzmán llegó a vivir a las primeras casas que se construyeron durante la primera fase de creación de la población, pues la población El Polígono posee diversos “tipos” de viviendas que confluyen en una sola unidad territorial, entre 1939 y 1942 se construyen 290 casas (Medina y Solar, 2010), algunas de ellas autónomas y con ante jardín propio y otras, la mayoría, compuestas tanto por una entrada como por un patio anterior común que luego se diversifica en 4 viviendas autónomas: dos ubicadas en el primer piso y dos en el segundo, a estas últimas se ingresa a través de una escalera única que comienza en dicho patio común. Luego entre 1946 y 1949 comienza la edificación de 120 departamentos con un total de 56 metros cuadrados construidos; los terrenos ubicados al llegar a la calle San Pablo quedan sin edificación hasta la década del 60 cuando el Estado decide construir establecimientos educacionales, en todo ese período esos terrenos fueron utilizados como canchas de tierra para jugar al fútbol. La convergencia de un movimiento de desarrollo estatal fuerte y centralizado, los principios políticos transversales entre las clases populares respecto de priorizar la formación escolar para el fomento del crecimiento del país, la aplicación efectiva de políticas públicas que permitieran a las clases trabajadoras poder solucionar ciertas necesidades básicas entre ellas las de vivienda y la centralidad del arte dentro de las posibilidades creativas de Chile, motivaron a que en la Población El Polígono se formaran artistas, artesanos e intelectuales en las diversas áreas del conocimiento, tales como La Sonora Palacios, Guillermo Prado, Richard Rojas, Homero Bascuñán, Hirohito y su conjunto, entre otros. Nicomedes Guzmán comenzará desde El Polígono un desarrollo literario que lo llevaría prontamente a trabajar en el Departamento de Cultura del Ministerio de Educación y como editor en Editorial Cultura, desde su casa en Carlos Pezoa Véliz daría la oportunidad de publicar en distintas colecciones a Bernardo Kordon, Nicasio Tangol, Luis Enrique Délano, Magdalena Petit, Antonio Acevedo Hernández, Daniel Belmar, Luis Merino Reyes, Jacobo Danke, Vicente Parrini Ortiz, Edmundo Concha, Maite Allamand, Teresa León, Oscar Castro, Francisco Coloane, Andrés Sabella, Mario Bahamonde, Gonzalo Drago, entre otros. La capacidad intelectual de Nicomedes Guzmán dentro del contexto barrial en que vivía, despertó la atención del mundo intelectual de aquellos años, Fernando Santiván –premio Nacional de Literatura año 1952- señaló al leer a este escritor quintanormalino:
Una vida literaria en Quinta Normal. El hijo mayor del matrimonio de Lucía Salazar y Nicomedes Guzmán, Oscar Vásquez, vivió su desarrollo intelectual y académico desde la misma población El Polígono de Quinta Normal, desde esta casa logró formarse en el periodismo e incluso escribir también algunos libros bajo la herencia literaria de su padre, alguna vez escribió en el diario El Siglo pocos años después de la muerte de Nicomedes Guzmán sobre los caminos de bohemia, noches y trago que también la vida literaria ofrece como puerta de entrada a un mundo lleno de realidades. En la Población El Polígono Nicomedes Guzmán tenía por boliche preferido el restaurant “Mi compadre” ubicado en la calle Catedral esquina El Polígono, allí el escritor tenía un lugar reservado para cada tarde de conversaciones y tragos, su hijo Oscar cuenta en su columna: “Él ya no es más. Pero de repente, cuando me voy Quinta Normal abajo, por los andurriales del Polígono y sus bares, creo que lo tengo a mi lado. El restaurante «Mi Compadre»‘ me hace vivir algunos momentos con él. En su rincón no hay nadie. Allí, solitario la mayoría de las veces, se bebía su caña de tinto. Afirmaba sus manos sobre el borde de una vitrina de bambú en cuyo interior siempre había charqui y aceitunas. En su rincón no hay nadie. Y todo el mundo, los vecinos del barrio no lo han olvidado. Era muy común encontrar a Nicomedes Guzmán compartiendo en la bohemia de diversos espacios sociales y festivos del barrio el Polígono y de la comuna de Quinta Normal, su visión del mundo, su descripción del realismo social que trabajaba en su literatura, se alimentaba de estos verdaderos cuadros que permitían describir la realidad urbana de las clases populares, de forma muy refinada y desde una estética que aún en pleno siglo XXI sigue delimitando las formas más significativas del estilo realista, Nicomedes Guzmán pasa tiempo compartiendo en clubes, bares, restaurantes y sindicatos quintanormalinos, construyendo un universo narrativo extenso. “La última de estas curiosas celebraciones ocurrió dos años antes de su muerte. Sin acuerdo previo, nos encontramos muy de mañana Claudio Solar y yo, buscando a Nicomedes por las “picadas” de su Población “El Polígono” a lo largo de la calle Pezoa Véliz. Fuimos a las casas de Ester y de Lucía, a los bares de San Pablo y a un centro cultural obrero, donde solía reunirse con la juventud. No estaba en parte alguna. A “don Oscar” se lo había tragado la tierra, precisamente el día del tácito encuentro. Cuando ya nos veníamos, perdidas las esperanzas de encontrarlo, pasamos a beber una copa al Club Social de la Población, siguiendo a un yerbatero que pregonaba su mercancía en pícaras versainas. Y allí estaba Nicomedes sentado en un rincón, ante una mesa que lucía tres enormes “chupilcas”. (Ferrero, 1971). Entre las diversas fotografías, pinturas, cuadros y obras de arte que hasta el día de hoy adornan las paredes de la casa de Nicomedes Guzmán –que desde hace varios años es habitada por su hijo Darío Vásquez-, la imagen de Nicomedes junto a Darío y Pablo Neruda en un asado celebrado en la casa del nobel poeta en razón de la visita de la selección de fútbol de Checoslovaquia a Chile en 1958, es una de las imágenes que más atención llama dentro del espacio y que recuerda el sentido social y festivo del quintanormalino escritor. La relación de Nicomedes con Quinta Normal fue muy fuerte en términos estéticos y territoriales, la llegada del escritor a la comuna cuando niño coincide de hecho con la consolidación de esta como unidad territorial al fusionarse las antiguas comunas de Yungay y Quinta Normal en 1930, es por ende Nicomedes Guzmán un vivo ejemplo del recorrido de un muchacho lleno de sueños y talentos desarrollados dentro de las posibilidades que esta comuna le entregaba en términos de infancia, barrio y vida en comunidad. Esta descripción corresponde a quien fuera su primer amigo en la escritura, Marcial Tamayo, con quien en Quinta Normal incluso antes de casarse e irse a vivir a la población el Polígono, Nicomedes revoloteaba en los peluseos infantiles sin saber que también Tamayo lograría consolidarse en las letras chilenas, ser parte de la generación del 38 con libros como “Agua, viento y sonido” (1939) y “Pedro miedo: cuentos” (1954) y ganar un premio literario en Nueva York. Este escritor quintanormalino falleció en 1985, su literatura soportada sobre el realismo social se acerca bastante a la línea que nacida desde las visiones de Nicomedes Guzmán profundiza en lo brutal que resulta ser la marginalidad urbana, corriente conocida también como angurrientismo. Luego de comenzar su vida literaria en la comuna de Quinta Normal, Nicomedes Guzmán ganando recientemente un lugar dentro del campo literario, conoce por intermediación del reconocido librero de aquellos años Rafael Hurtado a Violeta Parra, quien habiendo llegado a vivir recientemente a la calle Edison y luego al casarse con el trabajador ferroviario Luis Cereceda al Cité de las Viudas en la calle Andes con Lourdes, comenzaba también en la década del 30 la gran labor de dedicar su vida al arte, la investigación, la escritura y la creación desde Quinta Normal. Una de las historias más reproducidas por la familia de Nicomedes Guzmán respecto del vínculo entre el escritor y Violeta Parra sucede años después, cuando ambos reconocidos artistas chilenos son invitados al Taller de escritores organizado por la Universidad de Concepción en 1958, hasta allá Nicomedes Guzmán fue con sus hijos Darío y Pablo, entonces Violeta Parra al ver a estos dos chiquillos revolotear entre casas de escritores y salones de las universidades les regala un par de cacharritos de greda que confecciona con sus manos a los dos hijos de Nicomedes Guzmán. Ambos hijos nacidos y formados en las calles de la misma población El Polígono de Quinta Normal, han sido un aporte circunstancial para la mantención de la memoria viva de su padre, de hecho al cumplirse los 100 años del natalicio del escritor el año 2014 fueron quienes realizaron diversas actividades que permitieran reconstruir su legado, entre ellas, la edición de un texto, el nombramiento de la biblioteca de la población con su nombre, la colocación de una placa conmemorativa en su casa y luego la creación de la Fundación Nicomedes Guzmán. Darío Vásquez sigue hoy viviendo en la casa del escritor en la población El Polígono, manteniendo el legado respecto de su vida y obra, este hijo de Nicomedes Guzmán y profesor normalista de profesión, ha sido también uno de los grandes referentes de la comuna de Quinta Normal en su historia, pues fue dirigente nacional del Colegio de Profesores desde la década de 1990 hasta que en las últimas elecciones del gremio cedió su posición como Secretario General a las nuevas generaciones. Desde la casa familiar es hoy quien resguarda el patrimonio del escritor y también de su madre Lucía, hoy la casa por su propia decisión ha tenido algunos cambios de su estructura original, tiene dos pisos y los espacios interiores se han diversificado bastante. Una de las principales obras que en la casa de Nicomedes Guzmán se encuentran hasta el día de hoy, es un retrato de Nicomedes pintado por el destacado artista nacional Pedro Lobos y cuya historia familiar versa que el escritor enfadado por la tardanza en la demora de Lobos para acabar el cuadro, simplemente –y en medio de una discusión- lo sacó desde su taller y se lo llevó a su casa, impidiendo que el pintor terminara la obra y que lo firmara correspondientemente. Hoy este cuadro es la obra más valiosa realizada en honor a Nicomedes Guzmán que aún se encuentra en la casa familiar, pieza de gran valor que se ha separado de otras que por voluntad familiar hoy forman parte del archivo Nicomedes Guzmán de la Biblioteca Nacional de Chile. Sin duda, el más gran vínculo de amistad y literatura que Nicomedes Guzmán forjó en las calles de Quinta Normal fue con el también escritor Homero Bascuñán, escritor que nacido en Iquique en 1901 llegó a vivir a la comuna de Quinta Normal justamente en el momento en que la ebullición literaria y artística de la generación del 38 transitaba de manera profunda por las calles de estos barrios, en ese entonces Homero Bascuñán vivía en los alrededores de la Quinta Normal pero luego se cambió de casa hacia la misma población El Polígono a la calle Victorino Lainez, desde allí junto a Nicomedes Guzmán recorrían boliches y locales de recreación popular que les permitieron largas conversaciones literarias. Homero Bascuñán fue uno de los últimos amigos que compartió en vida con el escritor. Nicomedes Guzmán se separó de Lucía Salazar durante la década de 1950, comenzando luego una relación con Esther Panay quien también vivía en Quinta Normal, con ella tuvo dos hijos, siendo su hija Olaya quien ha dedicado gran parte de su trabajo dentro del mundo de las letras al rescate y la edición de su padre, liderando entre otros la edición de “Estampas populares de Chile”. Al comenzar la década de 1960 Nicomedes Guzmán tuvo un acelerado deterioro de su salud por factores corporales y psicológicos complejos, falleciendo en la población El Polígono a los 50 años en 1964. La casa de Carlos Pezoa Véliz en la población El Polígono sigue resguardando los antiguos muebles, obras e historias de Nicomedes Guzmán, a pesar de la persecución política que Nicomedes y su familia vivieron en su casa en la población El Polígono con la promulgación de la Ley Maldita, que se implementó en los gobiernos de Gabriel González Videla y Carlos Ibáñez del Campo entre 1948 y 1958 y que provocó que Nicomedes Guzmán fuera vigilado policialmente en su casa de Carlos Pezoa Véliz por su militancia en el Partido Comunista, como durante el golpe de Estado y la posterior Dictadura civil-militar (1973-1990) que forzaron a que parte de su familia fuera perseguida y exiliada. “Los días caían perezosos, con lágrimas de neblinas y de lluvias. El otoño se alzaba aun a la vera de la vida con el fatalismo doloroso de todos los abandonados. Y era como si en la voz de las campanas, precisas para decir su palabra matutina, desperdigara, a veces, el otoño, sus desamparados cantos de ciego sin lazarillo. Ahora atardecía. El barrio pobre era como una flor caída en pétalos de bruma. Cuchillos de cobre atravesaban el aire, hiriendo los tejados. Las paredes desconchadas, y los vidrios de las ventanas sangraban al contacto de sus certeros filos”. (Guzmán, 1943) |