Friedrich Engels. |
Friedrich Engels (Barmen-Elberfeld, Prusia; 28 de noviembre de 1820-Londres; 5 de agosto de 1895), fue un filósofo, sociólogo, periodista, revolucionario y teórico comunista y socialista alemán. Engels era hijo del propietario de una importante fábrica textil en Mánchester, Inglaterra. Amigo y colaborador de Karl Marx, fue coautor junto a este de obras como La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845) y el Manifiesto del Partido Comunista (1848), fundamentales para el nacimiento del marxismo y de los movimientos comunista y socialista y sindical. Fue dirigente político de la Primera Internacional (1864) y de la Segunda Internacional (1889). También ayudó financieramente a Marx para que publicara El capital en 1867, y tras la muerte de este, editó el segundo y tercer volumen. Además, Engels organizó las notas de Marx para componer Teorías sobre la plusvalía, que luego publicó como «cuarto volumen» de El capital. Biografía Nació en una familia acomodada, conservadora y religiosa, propietaria de fábricas textiles. Sin embargo, desde su paso por la Universidad de Berlín (1841-42) se interesó por los movimientos revolucionarios de la época: se relacionó con los hegelianos de izquierda y con el movimiento de la Joven Alemania. Enviado a Inglaterra al frente de los negocios familiares, conoció las míseras condiciones de vida de los trabajadores en la cuna de la Revolución Industrial; más tarde plasmaría sus observaciones en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845). En 1844 se adhirió definitivamente al socialismo y entabló una duradera amistad con Karl Marx. En lo sucesivo, ambos pensadores colaborarían estrechamente, publicando juntos obras como La Sagrada Familia (1844), La ideología alemana (1844-46) y el Manifiesto Comunista (1848). Aunque corresponde a Marx la primacía en el liderazgo socialista, Engels ejerció una gran influencia sobre él: le acercó al conocimiento del movimiento obrero inglés y atrajo su atención hacia la crítica de la teoría económica clásica. Fue también Engels quien, gracias a la desahogada situación económica de la que disfrutaba como empresario, aportó a Marx la ayuda económica necesaria para mantenerse y escribir El Capital; e incluso publicó los dos últimos tomos de la obra después de la muerte de su amigo. Pero Engels tuvo también un protagonismo propio como teórico y activista del socialismo, a pesar de lo contradictoria que resultaba su doble condición de empresario y revolucionario: participó personalmente en la revolución alemana de 1848-50; fue secretario de la primera Internacional obrera (la AIT) desde 1870; y publicó escritos tan relevantes como Socialismo utópico y socialismo científico (1882), El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884) o Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (1888). Tras la muerte de Marx en 1883, Engels se convirtió en el líder indiscutido de la socialdemocracia alemana, de la segunda Internacional y del socialismo mundial, salvaguardando lo esencial del marxismo, al que él mismo había aportado matices relativos a la desaparición futura del Estado, a la dialéctica y a las complejas relaciones entre la infraestructura económica y las superestructuras políticas, jurídicas y culturales. No obstante, en los últimos años de su vida se alejó de sus primitivas concepciones revolucionarias y abrió la puerta a un socialismo más reformista, vía que seguiría después de la muerte de Engels su colaborador Eduard Bernstein y que acabaría por imponerse entre los socialdemócratas. Engels no solo aplicó el materialismo histórico en sus escritos, sino que desarrolló y aplicó también el materialismo dialéctico, que llegaría a ser la filosofía oficial del movimiento comunista después de la Revolución rusa de 1917. Elementos importantes de sus últimas concepciones filosóficas se encuentran en Dialéctica de la Naturaleza, aunque muchos de sus análisis o ejemplos habían perdido ya valor cuando se publicaron en 1925, en un marco de crecimiento explosivo de la ciencia natural y de debate epistemológico. Origen Familia y formación. Friedrich Engels era, hijo de Friedrich Engels y su esposa Elise Marice, prósperos industriales textiles renanos. La familia, asentada en Renania desde finales del siglo XVI, había comenzado a prosperar en tiempos del bisabuelo de Engels, quien se había instalado en Barmen y creado una industria de blanqueo de hilados. El padre de Engels había perdido el negocio familiar por disputas familiares y había fundado uno nuevo de hilatura de algodón con nuevos socios holandeses en Mánchester, Barmen y Engelskirchen. La familia —formada por el matrimonio y sus ocho hijos, la mitad mujeres y la otra mitad varones— mostraba una religiosidad cercana al calvinismo muy extendida en la época en la región, caracterizada por un cierto puritanismo, ascetismo, reserva e industria, que la familia inculcó al joven Engels. Tras estudiar en la escuela local, a los catorce años se le envió al gimnasio de Elberfeld —uno de los mejores de Prusia—, donde se alojó con un pastor luterano de la localidad. Allí y gracias a sus lecturas de antiguos mitos y romances germanos, se vio influenciado por el nacionalismo romántico alemán. El patriotismo cultural que adquirió en esta época le acompañó toda su vida. A pesar de sus buenas notas y su deseo de continuar sus estudios y quizá dedicarse a la poesía, su padre lo sacó del instituto para que comenzase a aprender sobre el negocio familiar. Después de acompañar a su padre en un viaje de negocios a Gran Bretaña en el verano de 1838, se instaló en Bremen para aprender sobre la industria textil. Aunque útil para su carrera futura, este aprendizaje sobre el funcionamiento del capitalismo mercantil resultó tedioso para el joven Engels, más interesado en aprovechar el ambiente —más liberal que el de su localidad natal— del gran puerto. Duelista, bailarín, viajero y aprendiz de canto además de importador de literatura política prohibida, compensaba con estas actividades el aburrido trabajo en las oficinas mercantiles. Pronto mostró sus simpatías por los «jóvenes alemanes», movimiento que exigía reformas políticas radicales basadas en el patriotismo progresista, opuesto al feudalismo y a las monarquías que dominaban en aquel momento Alemania Engels simpatizaba entonces con el republicanismo antirreligioso y liberal que había expresado Percy Shelley años antes. Llegado a Bremen, se había mostrado cada vez más insatisfecho con la religión de predestinación y condena de su región natal y había adoptado una posición cada vez más crítica y racionalista. A finales de 1839 e influido por las críticas a la religión establecida y al cristianismo de David Friedrich Strauss entre otros, abandonó la fe religiosa y se interesó cada vez más por las teorías de Hegel. Comenzó además a publicar con pseudónimo —para evitar disgustos familiares— en algunos periódicos. Especialmente destacable, entre artículos críticos escritos para burlar la censura, fueron sus Cartas desde Wuppertal en las que realizó una aguda crítica de las misérrimas condiciones de vida del proletariado de la región, que había visitado para obtener información de primera mano con que redactarlas. A comienzos de 1841, se había cansado de su trabajo en Bremen y regresó al hogar paterno. Pocos meses más tarde, en septiembre, harto también del ambiente en su localidad natal, decidió realizar el servicio militar en una compañía de artillería en Berlín. A pesar de que se trasladó a la capital prusiana para servir en el Ejército, dedicó todo el tiempo que pudo a asistir a la universidad donde, a pesar del ambiente reaccionario, se mostró partidario de Hegel, por entonces atacado por Schelling por encargo de la corte prusiana. Orgulloso de su uniforme pero aburrido pronto de la vida militar y gracias a su holgada situación financiera, pasaba sus días en conferencias, salas de lectura y tabernas. En estas se unió a otros jóvenes intelectuales radicales que renegaban de la religión y de la moral y convenciones burguesas. Legado Engels no tuvo sólo un protagonismo propio como teórico del socialismo, a pesar de lo contradictoria que nos aparece su doble condición de empresario y revolucionario, sino que siguió participando activamente en el movimiento socialista y comunista. Friedrich Engels, en calidad de teórico y fundador del socialismo científico, contribuyó a definir formulaciones acerca de la lucha de clases, así estuviesen "embozadas". Su categorización de las acciones de los anabaptistas y su líder Thomas Müntzer, entre otras, así como de las confrontaciones religiosas (taboritas de Bohemia) sirvieron de puntal al "desvelamiento" de las contradicciones violentas de clase. Aparte, habría que señalar que Engels fue un cabal heredero del Renacimiento, al quedar comprobado que hablaba y escribía en ruso, italiano, portugués, irlandés, español, polaco, francés, inglés y milanés. De él diría, a su muerte, el líder revolucionario Lenin que "un gran hombre ha dejado de existir". Según Isaiah Berlin, las obras de Engels, en lugar de las de Marx, fueron la fuente principal del materialismo histórico y dialéctico de Plejánov, Kautsky, Lenin, Stalin, Mao e incluso Trotsky. Lenin escribió de él: "Después de que su amigo Karl Marx (quien murió en 1883), Engels fue el mejor erudito y maestro del proletariado moderno en todo el mundo civilizado [...] En sus trabajos científicos, Marx y Engels fueron los primeros en explicar que el socialismo no es la invención de los soñadores, sino el objetivo final y el resultado necesario del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad moderna. Toda la historia registrada hasta ahora ha sido una historia de lucha de clases, de la sucesión del gobierno y la victoria de ciertos grupos sociales. clases sobre otros ". Personalidad Los intereses de Engels incluían la poesía, la caza de zorros y organizar regularmente fiestas dominicales para la intelectualidad de izquierda de Londres donde, como dijo un habitual, "nadie se iba antes de las dos o tres de la mañana". Paul Lafargue, esposo de Laura Marx, dijo que "era un jinete muy audaz, saltando muros, zanjas, etc". Lafargue lo describió como un "viajero apresurado", "camarada agradable" y "anfitrión modelo". En el Álbum de confesiones de Jenny Longuet, hija de Marx, Engels escribió que lema personal era "tómalo con calma", mientras que la "alegría" figuraba como su virtud favorita. Sus poetas favoritos eran Ariosto y Shakespeare; y sus escritores preferidos fueron Goethe y Lessing. No tuvo a ningún hombre como héroe pero "demasiadas" heroínas como "para nombrar una". De la personalidad y apariencia Robert Heilbroner lo describió en como "alto y bastante elegante, tenía la figura de un hombre al que le gustaba la esgrima y cazar y que una vez había nadado el río Weser cuatro veces sin descanso" además de estar "dotado de ingenio y mente ágil" y de temperamento alegre, siendo capaz de "tartamudear en veinte idiomas". Disfrutaba mucho del vino y otros "placeres burgueses". De forma jocosa Engels escribió que su idea de felicidad era un Château Margaux. Engels vestía, según Lafargue, de forma "muy pulcra y su ropa siempre estaba bien cepillada". Según Edward Aveling, pareja de Eleanor Marx, "era un hombre de hábitos". Engels "medía apenas seis pies de altura y, hasta su última enfermedad, era un hombre erguido y militar", lo que le ganó el apodo de "General" de sus amigos íntimos. Engels era "un anfitrión admirable", "uno de los hombres más serviciales del mundo" de buena hospitalidad y crianza con un "indomable coraje y esperanza". Una de sus notables cualidades era "la rara y salvadora gracia del humor". También decía que fue un "un buen odiador", con ciertos "arrebatos de ira", al igual que "un buen amante". Engels favoreció la formación de relaciones románticas con mujeres del proletariado y encontró una pareja duradera en una mujer de clase trabajadora llamada Mary Burns, aunque nunca se casaron. Después de su muerte, Engels tuvo una relación sentimental con su hermana menor Lizzie Burns. El historiador y ex diputado laborista Tristram Hunt, autor de The Frock-Coated Communist: The Revolutionary Life of Friedrich Engels, sostiene que Engels "era casi con certeza, en otras palabras, el tipo de hombre al que Stalin habría matado". Hunt resume la desconexión entre la personalidad de Engels y la Unión Soviética, que más tarde utilizó sus obras, afirmando: Este gran amante de la buena vida, apasionado defensor de la individualidad y entusiasta creyente de la literatura, la cultura, el arte y la música como foro abierto nunca podría haber accedido al comunismo soviético del siglo XX, a pesar de todas las afirmaciones estalinistas sobre su paternidad. En cuanto a la persuasión religiosa atribuible a Engels, Hunt escribe: En ese sentido, la racionalidad latente del cristianismo llega a impregnar la experiencia cotidiana del mundo moderno: sus valores ahora se encarnan de diversas formas en la familia, la sociedad civil y el Estado. Lo que Engels abrazó particularmente en todo esto fue una idea de panteísmo moderno, o, más bien, pandeísmo, una fusión de la divinidad con la humanidad en progreso, una feliz síntesis dialéctica que lo liberó de las oposiciones fijas del ethos pietista del anhelo devoto y el extrañamiento. "A través de Strauss he entrado ahora en el camino recto hacia el hegelianismo... La idea hegeliana de Dios ya se ha convertido en mía, y así me uno a las filas de los "panteístas modernos", escribió Engels en una de sus últimas cartas a los Graebers, que pronto serán descartados [Wilhelm y Friedrich, aprendices de sacerdotes y antiguos compañeros de clase de Engels]. Engels era políglota y podía escribir y hablar en numerosos idiomas, entre ellos ruso, italiano, portugués, irlandés, español, polaco, francés, inglés, alemán, polaco, rumano, danés, dialecto milanés, latín y griego antiguo.
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Lydia "Lizzie" Burns (6 de agosto de 1827 – 12 de septiembre de 1878, Londres) fue una mujer irlandesa de clase trabajadora, esposa del filósofo alemán Friedrich Engels. Lizzie Burns era hija de Michael Burns o Byrne, tintorero en una fábrica de algodón, y de Mary Conroy. Es posible que la familia haya vivido en Deansgate. Su madre murió en 1835 y su padre se volvió a casar un año después. Lizzie tenía una hermana mayor, Mary Burns (1821-1863), compañera de toda la vida de Engels hasta su muerte repentina a causa de una enfermedad cardíaca. Mary Burns y Engels consideraban el matrimonio una institución burguesa y nunca se casaron. En la década de 1850, cuando Mary Burns y Engels vivían en Ardwick, Lizzie se quedó con ellos como ama de llaves y, tras la muerte de su hermana, finalmente se convirtió en socia de Engels. En la década de 1870 vivían abiertamente como pareja en Londres, con la sobrina de Lizzie, Mary Ellen (conocida como Pumps), como ama de llaves. Tanto Lizzie como su hermana eran conocidas como mujeres formalmente analfabetas pero inteligentes, con fuertes vínculos con la clase trabajadora. Le mostraron a Engels las condiciones reales de los empleados de las fábricas en Gran Bretaña. Eleanor Marx escribió que: [Lizzie] era analfabeta y no sabía leer ni escribir, pero era sincera, honesta y, en cierto modo, la mujer más bondadosa que puedas conocer. Rachel Holmes señala que "Al igual que su hermana, Lizzie Burns fue una participante dedicada en el movimiento republicano irlandés, y la casa que compartía con Engels en el 86 de Mornington Street era un lugar de reunión y una casa segura para los activistas fenianos. Amaba la libertad. sin corsé, ferozmente político y chispeante de diversión". Lizzie tuvo una influencia considerable en la joven Eleanor Marx, convirtiéndola en una entusiasta defensora del nacionalismo irlandés y los fenianos (Rachel Holmes "Eleanor Marx - a life", Londres, 2014, p. 88.) Si bien su padre Karl Marx tenía algunas reservas sobre los métodos violentos de los fenianos, Eleanor se identificaba completamente con ellos y regularmente firmaba sus cartas a Lizzie como "Eleanor, FS" (Hermana Feniana). A principios de septiembre de 1878 Burns enfermó gravemente de algún tipo de tumor, y para complacer sus creencias religiosas, Engels se casó con ella. Ella murió horas después. Su muerte causó una fuerte impresión en Engels. Más tarde escribió sobre ella: Mi esposa era una verdadera hija del proletariado irlandés y su apasionada devoción a la clase en la que nació valía mucho más para mí (y me ayudó más en momentos de estrés) que toda la elegancia de una clase media educada y artística. literata. Engels hizo enterrar a Lydia en el cementerio católico de St Mary, Kensal Green y escribió en la lápida: ″LYDIA, esposa de Frederick Engels" |
A veces el cine sirve para acercarse a la historia conocida desde una perspectiva desconocida, para recuperar aspectos olvidados y reconocer que son también fundamentales. Es lo que ocurre con la película “El joven Karl Marx”, que humaniza a dos personajes clave del pensamiento de la humanidad, Marx y Engels, pero además abre el plano para mostrar a otras dos personas con un papel fundamental: Jenny von Westphalen y Mary Burns. La película recorre el vínculo fraternal que se va creando entre Karl y Friedrich y ayuda a recordar que no estaban solos, que no se convirtieron en revolucionarios gracias a su origen social sino, precisamente, a pesar de sus raíces. Muy difícilmente lo hubiesen logrado sin Jenny y Mary. Como hijo y representante de un acaudalado propietario de fábricas textiles en Manchester, Engels pudo observar la explotación de trabajadores y trabajadoras. Pero no habría podido entenderla del todo ni evolucionar en su pensamiento sin Mary Burns, obrera irlandesa que le llevó de la mano por esa realidad de injusticia estructural, miseria y también de dignidad. Mary fue mucho más que una compañera sentimental para el gentleman Engels. Jenny von Westphalen abandonó la existencia acomodada de la aristocracia prusiana para compartir con Marx una vida llena de renuncias materiales, dificultades y exilio. No fue solo una mujer a la sombra de un gran hombre, tenía ideas propias y le sobraba coraje. Era la primera interlocutora de Marx, fue la principal encargada de sus publicaciones, se cruzaba cartas de contenido altamente político con otros revolucionarios y fue autora de críticas teatrales. Jenny von Westphalen y Mary Burns no se caracterizaron solo por colaborar en un segundo plano en el trabajo de sus parejas, demostraron tanta o más valentía en las decisiones relacionadas con sus propias vidas que ellos. Los procesos históricos también son atribuibles a quienes ayudan a sostenerlos. Y sin embargo el rol femenino de cuidadora es un segundo plano invisible en el que se sitúan no solo los trabajos del hogar y del mantenimiento de la prole, sino también el sostén de los éxitos, metas y logros profesionales atribuidos a los hombres. Es parte del pegamento social que ha asegurado la construcción de sujetos generizados, mujeres y hombres, necesarios para cubrir todos los roles que necesita el modelo capitalista organizado por el Estado. Se oculta una más que dudosa autenticidad de un acuerdo de cuidados entre hombres y mujeres, en tanto que está atravesado por la desigualdad y la coerción social. Es decir, se naturalizan las injusticias de género condenadas a la invisibilidad, lo que hace que se eliminen estratégicamente del debate político. Se naturalizan las injusticias de género condenadas a la invisibilidad, lo que hace que se eliminen estratégicamente del debate político Es un debate que debe mantenerse vivo y presente también entre quienes defendemos el fin del modelo capitalista y la heteronormatividad que le es inherente. Porque también caemos en la trampa del ninguneo histórico de las mujeres, porque debemos someternos a una revisión constante para no caer en ella. Porque la lucha de clases carece de sentido si no va acompañada de las reivindicaciones feministas. Y porque ni siquiera podemos obviar que Marx y Engels, hijos de su tiempo, tuvieron su papel en la invisibilización de sus compañeras y al reparto desigual de roles en la vida y no solo en la película. Pese a las incoherencias humanas de los personajes, nunca ha sido más necesario que ahora reivindicarlos. Porque la crisis que actualmente precariza a capas crecientes de la población se supone que no tendría que haber sucedido. Si hiciéramos caso a los economistas de cabecera del sistema capitalista, el mercado, él solito, era capaz de resolver todos los problemas y las predicciones que firmaron Marx y Engels y en las que colaboraron Burns y Westphalen habrían sido relegadas a un rincón poco visible de la historia. Pero el tiempo ha dado la razón a quienes hace 150 años denunciaban la proletarización y precarización creciente caracterizada por una miseria brutal al lado de una concentración de riqueza cada vez en menos manos.
Esa lucha invisible de miles de mujeres a lo largo de la historia, nos plantea una redefinición del concepto de igualdad, convertido en un significante vacío sujeto a múltiples interpretaciones entre una versión neoliberal que cuenta con las mujeres como trabajadoras indispensables para la rentabilidad de los mercados, y entre una versión que necesita de una síntesis de un feminismo socialista, ecologista y decolonial. Es en esta nueva redefinición donde no podemos partir exclusivamente desde una crítica al modelo capitalista para poder explicar las relaciones de poder y el concepto de igualdad en disputa; existen una serie de marcos binarios y antitéticos que generan toda una multiplicidad de jerarquías globales culturales, lingüísticas y epistémicas que se articulan en torno al mercado capitalista, a la idea de raza y al sexo-género con el único fin de poder ser controladas. No creer firmemente que la humanidad tiene capacidad de desarrollar una alternativa viable a la degeneración de un sistema que solo se asienta en la explotación de la mayoría social, es simplemente un grave error. Hay alternativa y esta pasa por poner la producción al servicio de las necesidades de la mayoría y no para el beneficio de una minoría. Se llama socialismo y sin mujeres como Jenny, Mary, entre infinitas otras, no podremos construirlo. |
Las dos irlandesas de Friedrich Engels: Su cónyuge y su amante. The Two Irish Wives of Friedrich Engels. |
Una de las primeras escenas reveladoras de la reciente película histórica de Raoul Peck, El joven Karl Marx , muestra al también joven Friedrich Engels visitando la fábrica de su padre en Manchester. Friedrich Engels padre está intentando identificar al culpable de un reciente acto de sabotaje industrial cuando una fiera cailín pelirroja da un paso adelante y ataca ostentosamente al rico industrial por su insensibilidad. Engels padre, en un lenguaje que confirma su condición de capitalista estafador, le recuerda: "¡Tienes suerte de que no los despida a todos!". Reparar máquinas es caro, no como la mano de obra en Manchester. La trabajadora irlandesa militante se identifica entonces debidamente: 'Mi nombre es Mary Burns. Nací en Tipperary y ahora soy esclava en la hilandería Ermen and Engels de Manchester, Inglaterra. [1] Poco después, Engels Jr., que ya alberga agravios contra su padre pietista conservador, busca a Burns en los barrios marginales irlandeses de Manchester y luego comienza una aventura con ella. [2]
La imagen que se transmite de Burns es innegablemente atractiva; una feroz proletaria irlandesa, impasible ante su empleador capitalista. Y su encuentro con Engels Jr. se convierte en una especie de historia del origen de sus estudios sobre los trabajadores inmigrantes irlandeses en Las condiciones de la clase trabajadora en Inglaterra . Como era de esperar, esta imagen también presenta algunos problemas importantes. Mary Burns no nació en Tipperary ni en ningún otro lugar de Irlanda; ella nació en Inglaterra. No hay pruebas de que alguna vez haya trabajado en Ermen and Engels, la fábrica de algodón en la que Friedrich Engels padre tenía una participación accionaria (y en la que Engels hijo trabajaría, con intervalos, durante casi treinta años). Se desconoce cómo y cuándo Engels la conoció. Y no está claro cuáles fueron, si las hubo, sus influencias políticas o intelectuales sobre el padre del socialismo científico. Este artículo busca recuperar, en la medida de lo historiográficamente posible, la historia de vida tanto de Mary Burns (1821-1863) como de su hermana menor, Lydia “Lizzie” Burns (1827-1878), quien también mantuvo una relación sentimental con Friedrich Engels y se casó formalmente con Engels justo antes de su muerte. La historia de las mujeres, como la de las clases trabajadoras y las minorías raciales, siempre está plagada de lo que EP Thompson llamó "la enorme condescendencia de la posteridad" [3] , en la que los pueblos analfabetos son borrados del registro histórico. Sin embargo, es raro encontrar mujeres analfabetas tan cercanas (y aparentemente teniendo un impacto determinante) en las vidas de dos de los hombres más alfabetizados del siglo XIX. Basándose en la extensa correspondencia de Marx y Engels, así como en los censos contemporáneos, este artículo busca descubrir cuánto podemos saber realmente sobre estas dos mujeres. ¿Qué papel desempeñaron realmente en la obra política y literaria de Engels? ¿Y hasta qué punto sus vidas reales han sido encubiertas con una idealización marxista de dos trabajadores fabriles proletarios y analfabetos? Antes de Engels. La familia Burns parecía haber vivido en el área de Deansgate en Manchester desde la década de 1820. La única prueba documental directa relacionada con la ascendencia de las hermanas Burns está contenida en el certificado de matrimonio de Lydia de 1878, que nombra a su padre como Michael Burns, tintorero. Probablemente se trate de Michael Burns, tintorero, que figura en el Directorio de Manchester de 1829 en 32 Cotton Street y en el Directorio de 1832 en 76 Henry Street, Ancoats. [4] Burns nació en Irlanda alrededor de 1790 y se casó con Mary Conroy en Manchester en 1821; tuvieron cuatro hijos, de los cuales sólo dos (Mary y Lizzie) sobrevivieron hasta la edad adulta. La familia vivía en varias direcciones en Deansgate y Mary Conroy murió en algún momento después de 1827. Michael se volvió a casar con Mary Tuomey en 1835 y tuvieron tres hijos, de los cuales sólo uno, Thomas, sobrevivió hasta la edad adulta. En 1853, Michael y Mary vivían en el asilo para enfermos y pobres en New Bridge Street, donde Michael murió en 1858 y luego fue enterrado en la iglesia católica romana de San Patricio en Miles Platting. Según el censo de 1861, Mary todavía estaba en el asilo. [5] Está claro que Mary y Lizzie ya no estaban con la nueva familia en el momento del censo de 1841. Es posible que las niñas también abandonaran el trabajo en las fábricas y las miserables condiciones de vida en las chozas del área de Deansgate y se convirtieran en sirvientas domésticas en hogares de familias más acomodadas. Según los resultados del censo de 1841, Mary Burn, de veinte años, trabajaba como sirvienta en la casa Deansgate de George Chadfield, un maestro pintor; y una tal Elizabeth Burns, de quince años, actuaba como empleada doméstica de una familia llamada Fothergill en Faulkner Street, cerca de Piccadilly. "Esto no es en sí mismo una prueba concluyente, pero si se trata de las hermanas Burns, entonces la experiencia que adquirieron en el servicio las habría preparado para sus puestos en años posteriores como guardianas de la casa de los Engels". [6] Es interesante pensar que imaginar a las hermanas Burns como trabajadoras de una fábrica puede incorporarse a las narrativas marxistas, pero se ha ignorado que eran potencialmente sirvientas (una forma de trabajo sobre la cual Marx y Engels tenían poco que decir). Roy Whitfield afirma que Mary Burns y Engels se conocieron poco después de su primera llegada a Manchester en 1842 y que ella lo ayudó con las investigaciones sobre las condiciones de las viviendas y las fábricas en la ciudad que eventualmente se convirtieron en las condiciones de la clase trabajadora en Inglaterra . Hay poca evidencia directa de esto y no ha sobrevivido ninguna correspondencia de Engels de 1842-44. [7] Sin embargo, la fábrica de Ermen & Engels estaba en Deansgate, por lo que su encuentro allí es definitivamente plausible. Y es posible que hayan asistido juntos a reuniones en el Salón de la Ciencia de Manchester, fundado por Robert Owens. [8] Yvonne Kapp dice que Engels conoció a Mary Burns, "una molinera que entonces tenía 19 años", en Eccles en 1842. [9] En 1898, Eleanor Marx, que la conocía personalmente, la describió a Karl Kautsky: como una " Chica de fábrica de Manchester (irlandesa) bastante inculta, aunque sabía leer y escribir un poco. [10] Del mismo modo, la descripción de Edmund Wilson en su obra de 1941 A la estación de Finlandia suena psicológicamente cierta, incluso si parte de ella permanece sin fundamento: “Él [Engels] estaba teniendo una historia de amor con una chica irlandesa llamada Mary Burns que trabajaba en la fábrica de Ermen & Engels y había sido ascendida para dirigir una nueva máquina llamada “autoactor”. Parece haber sido una mujer de cierta independencia de carácter, ya que se dice que rechazó su oferta de aliviarla de la necesidad de trabajar. Sin embargo, le había permitido instalarla a ella y a su hermana en una pequeña casa en el suburbio de Salford, donde las barcazas de carbón y las chimeneas de Manchester daban paso a los bosques y los campos. Mary Burns fue una feroz patriota irlandesa y alimentó el entusiasmo revolucionario de Engels al mismo tiempo que le sirvió de guía hacia los abismos infernales de la ciudad”. [11] Además, vale la pena considerar lo que Burns habría pensado del primer libro de Engels. En un momento dado de Condiciones de la clase trabajadora , declamó sin rodeos que “En la sala de máquinas de la fábrica de algodón en Manchester en la que trabajaba, no recuerdo haber visto a una sola chica alta y bien formada; todos eran bajos, regordetes y mal formados, decididamente feos en todo el desarrollo de la figura. Asimismo, el libro emplea una serie de tropos antiirlandeses habituales sobre los irlandeses antihigiénicos, borrachos, perezosos y racialmente inferiores, que presumiblemente no habrían atraído a Mary Burns. [12] Todo esto se explora con imaginación en la obra de Frank McGuinness de 1989, Mary and Lizzie , que reconstruye a ambas mujeres. Al final de la obra, “Lizzie” pronostica con precisión que 'serás recordada, porque amaste la tierra... Seré recordada por una línea en tu vida. Federico Engels vivía con dos mujeres irlandesas, Mary y Lizzie Burns. Poco dice eso. Poco lo saben. Sin embargo, “Lizzie” también relata el importante papel que ella y su hermana desempeñaron en la vida y carrera de Engels: 'Hace años en este país dicen que dos mujeres conocieron a un hombre y fueron a caminar por Manchester. Las mujeres le dieron al hombre un paso seguro a través de los pobres peligrosos... Le mostraron a los pobres y le mostraron a su padre y le mostraron su raza y a ellos mismos. En otra escena, “Jenny von Westphalen”, la esposa de Marx, cuestiona el decoro sexual de las hermanas Burns antes de leer a las hermanas algunos de los pasajes más abiertamente anti irlandeses de Condición de la clase trabajadora ; '¿Te digo lo que ha dicho... Ha nombrado a tu raza... ¿Crees que te ama?' [13] Si bien no tenemos evidencia directa de cómo se conocieron Mary Burns y Friedrich Engels, ciertamente ya estaban en una relación en 1845, cuando viajaron juntos a Bruselas. [14] Y en una carta de abril de 1846 a su compañero comunista, Emil Blank, Engels se refirió a ella eufemísticamente como "mi esposa" [15] . Nunca se casaron formalmente. Una carta de enero de 1848 parece ser el primer ejemplo registrado de Engels mencionándola a Marx, aunque el contexto deja claro que Marx ya sabía de ella (el contexto específico es una acusación de Sibylle Hess, esposa del comunista y protosionista Moses Hess, que Engels la había agredido sexualmente). [16] Y ciertamente Marx conocía a Burns ya en marzo de 1846. [17] Freddie y María. En mayo de 1854, Engels y Mary Burns vivían juntos. Al parecer, esto provocó algunos escándalos con "filisteos" anónimos en Manchester, de quienes se quejó ante Marx y como resultado de lo cual buscó alojamiento adicional. Pero esto parece haber sido una farsa y Engels continuó viviendo con Burns. [18] En un artículo para el Manchester Guardian del 10 de octubre de 1934, Moses Baritz, "una figura muy conocida en el círculo político y musical del Manchester de ese período", estableció una serie de direcciones definidas en las que vivió Engels durante su estancia en Manchester: 70 Great Ducie Street, Strangeways, 6 Thorncliffe Grove, Oxford Road (donde Mary Burns) y 252 Hyde Road, Gorton, donde también vivieron Mary y Lizzie Burns y donde Mary Burns murió en enero de 1863. [19]
Las casas que Los inquilinos que alquilaba eran a menudo en áreas recién construidas de Manchester, donde había menos sentido de comunidad y, por lo tanto, menos posibilidades de que se descubriera su relación con Mary Burns. [20] Cuando Marx murió, Engels eliminó de su correspondencia recopilada una gran cantidad de cartas que lo mencionaban (Engels). Las cartas que se conservan de 1853 a 1863 contienen ahora 403 cartas de Marx pero sólo 185 de Engels, lo que sugiere que Engels destruyó más de 200 de las cartas que le había escrito a Marx.
En 1856, Engels visitó Irlanda con Mary Burns, tomando una ruta circular: de Dublín a Galway, al sur hasta Kerry y volviendo a Dublín. [22] Engels también hizo uso de María como un destinatario supuestamente seguro para su correo; ya en 1851 animaba a Marx a poner "bajo sello con María" cualquier carta políticamente incriminatoria, en caso de que las autoridades registraran su casa. [23] Marx terminaba una carta de mayo de 1862 saludando a "la señora Bortman y su hermana", en referencia al hecho de que Engels estaba alquilando una vivienda en Hyde Road en Manchester bajo el nombre supuesto de Frederick Boardman, con Mary Burns como Mary Boardman y presumiblemente Lizzie Burns también adoptaron un nombre falso. [24] Una crisis económica causada por la Guerra Civil estadounidense había obligado a Engels a economizar sus gastos de manutención y "ahora vivo con Mary casi todo el tiempo para gastar el menor dinero posible" [25] . 'Mary Boardman' y su hermana 'Elizabeth Byrne' figuran en el censo de 1861 para 7 Rial Street; Probablemente sean las hermanas Burns. Engels figuraba en el mismo censo y vivía a media milla de distancia, en el número 6 de Thorncliffe Grove. [26] Mary Burns murió en 1863, aparentemente por un problema de salud a largo plazo. Ella sigue siendo una cifra; no se conocen imágenes de ella y ni siquiera sabemos dónde fue enterrada. Una calamidad es una distracción de la otra La muerte de Mary Burns fue casi la ocasión de una ruptura en la larga colaboración de Engels con Marx. Escribiendo al "Moro" el 7 de enero de 1863, Engels le informó que “María está muerta. Anoche se acostó temprano y, cuando Lizzy quiso acostarse poco antes de la medianoche, descubrió que ya había muerto. De repente. Insuficiencia cardíaca o un ataque de apoplejía. No me lo dijeron hasta esta mañana; El lunes por la tarde todavía estaba bastante bien. Simplemente no puedo transmitir lo que siento. La pobre niña me amaba con todo su corazón”. [27] Es de suponer que Engels mantenía una residencia separada en ese momento. La respuesta de Marx fue, por decir lo menos, poco comprensiva. La noticia de la muerte de Burns "no me sorprendió menos que me consternó" y Marx procedió a comparar la muerte de Burns y el dolor de Engels con sus propios problemas financieros: "Sólo el diablo sabe por qué nada más que la mala suerte debe perseguir a todos en nuestro círculo". En este momento.' Marx pasó a detallar sus cuentas con el carnicero y el panadero y con las escuelas de sus hijos. Es tremendamente egoísta por mi parte contarles estos horrores en este momento. Pero es un remedio homeopático. Una calamidad es una distracción de la otra. [28] La inferencia obvia fue que Marx estaba buscando dinero en efectivo de su patrón. En una carta recortada cinco días después (una pausa inusual en su correspondencia casi diaria), Engels se enfureció ante la "visión gélida" que había adoptado Marx. Incluso los "conocidos filisteos" habían mostrado más simpatías que su viejo amigo. Sugirió sin rodeos que Marx pidiera un préstamo para cubrir sus cuentas. [29] Marx puede haber estado reflejando la frialdad de su esposa, Jenny Marx, quien una vez se refirió a Mary Burns como 'Lady Macbeth' y vio claramente en ella una adición no deseada a sus vidas. [30] El 24 de enero, después de un enorme intervalo de once días en su correspondencia, Marx escribió una larga carta para disculparse por su "falta de corazón", aunque la mayor parte de la carta todavía estaba ocupada con sus propios problemas financieros y un plan para declarar él mismo insolvente. Ahora afirmaba que la muerte de Mary Burns le había afectado "como si mis seres más cercanos y queridos hubieran muerto". [31] Dos días después, Engels le escribió para agradecerle su "cándida" disculpa. Usted mismo ya se ha dado cuenta de la impresión que me causó su penúltima carta. No se puede vivir con una mujer durante años sin que su muerte le afecte terriblemente. Sentí como si con ella estuviera enterrando el último vestigio de mi juventud. Cuando llegó tu carta aún no había sido enterrada. Esa carta, te lo digo, me obsesionó durante toda una semana; No podía sacármelo de la cabeza. NO IMPORTA. Tu última carta lo compensó y me alegro de que, al perder a Mary, no perdí también a mi mejor y más antiguo amigo. [32] La cuestión quedó zanjada y, lo que es más importante, Engels incluyó detalles específicos sobre cómo pronto conseguiría fondos para Marx. Poco más de un año después, en abril de 1864, Marx incluía sus "Saludos más cordiales" a Lizzie Burns en sus cartas, sugiriendo que su relación con Engels ya estaba establecida. [33] Mi esposa es una irlandesa revolucionaria.
Tenemos muchos más detalles sobre Lizzie, incluidos, lo que es más importante, una fotografía y un boceto de Engels (ver Figura 2). Marx terminaba una carta de septiembre de 1864 con sus "Saludos a Madame Liz" y también la llamaba "la amiga "irlandesa" de Engels". sugiriendo más familiaridad e incluso afecto y alegría. [34] Quizás deseaba evitar que se repitiera el casi cisma de enero de 1863. Por el contrario, sería demasiado interpretar un significado velado en el mensaje final de Marx de una carta de agosto de 1865: "Saludos cordiales para usted desde el Toda la familia, y desde mí hasta la señora Lizzy. [35] ¿Estaba todavía claro que la familia Marx, si no el propio Marx, todavía miraba con recelo a las esposas irlandesas de Engels? Durante casi la totalidad de sus relaciones, Engels y Lizzie Burns nunca estuvieron casados, aunque él sí se refirió a ella como su esposa, describiéndola al activista socialista Ludwig Kugelmann como "mi querida esposa" [36] . Hablando de ella en 1870 con Natalie Liebknecht, esposa del fundador del SDP Wilhelm Liebknecht y madre del espartaquista Karl Liebnecht, Engels dijo simplemente: "Mi esposa es una irlandesa revolucionaria" [37] . Parece haber sido una ardiente nacionalista, lo que influyó en Eleanor, la hija de Marx, quien brevemente pasó a ser conocida dentro de su familia como "la nación pobre y olvidada", tales eran sus simpatías fenianas. [38] Eleanor también firmó cartas a Burns con el sobrenombre de 'Eleanor, FS' (Hermana Feniana). [39] Lizzie conocía varias canciones irlandesas de su juventud, que volvió a aprender después de que Jenny Marx, otra de las hijas de Marx, le diera una copia de las Melodías irlandesas de Thomas Moore en agosto de 1869. [40] Engels, Lizzie y Eleanor Marx visitaron Irlanda juntos en septiembre de 1869, visitando Dublín, Wicklow, Cork y Killarney. Engels describió el viaje como un éxito y señaló sarcásticamente que Eleanor Marx y Lizzie Burns "regresaron incluso hiberniores [más irlandeses] que cuando partieron". [41] Cuando varios miembros del círculo de Marx y Engels publicaron artículos profenianos, Lizzie aparentemente se mostró "agradecida" y "absolutamente entusiasta" [42] . En diciembre de 1870 hubo "alegría" en Engels-Burns cuando los fenianos condenados recibieron amnistías. [43] El hecho de que Marx alentara la membresía de Lizzie en la Asociación Internacional de Trabajadores obviamente indica dónde estaban sus simpatías políticas. [44] Por el contrario, en las cartas de Engels y Marx se pueden escuchar ciertos indicios de condescendencia hacia ella; Engels se burló de su declaración de Henri Rochefort, un periodista francés de izquierda, como "Rushforth" [45] y desdeñosamente llamó a su amiga, la señora Chorlton, "la gorda" [46] . Cuando el comunero francés Eugène Dupont llegó a Manchester en julio de 1870, Marx intentó contratar a Lizzie como su criada, tal vez telegrafiando cómo Marx seguía viendo a Lizzie Burns, tanto en términos de su género como de su origen social. [47] La respuesta de Engels fue que "es muy difícil conseguir una criada de confianza con prisa", pero "Lizzie no puede salir de casa debido a su rodilla que, como resultado de su inquietud e impaciencia, no mejora tan rápidamente". como debería.' [48] En noviembre de 1868, Lizzie Burns utilizó un viaje con amigos en Lincolnshire como una misión de investigación político-antropológica, informando a Engels sobre el sistema de pandillas utilizado por los trabajadores agrícolas "patriarcales" allí. [49] Viajó mucho con Engels, visitando Hamburgo, Schleswig y Copenhague en el verano de 1867, pero aparentemente sufría terribles mareos. [50] Este mareo también puede haber sido algo más serio. En noviembre de 1868, Engels le escribía a Marx sobre su salud, lo que pronto se convertiría en un tema habitual. Inicialmente describió esto como "congestiones en la cabeza", pero a principios del año siguiente fue más específico: "Lizzie sufre un catarro gástrico violento, que traté durante mucho tiempo, y apenas termina, y como resultado tiene de una lesión en el dedo del pie, una inflamación de los conductos linfáticos del pie y de la pierna, que podría haber llegado a ser muy desagradable, pero que ya casi ha desaparecido' [51] . Se recuperó a finales de enero de 1860, pero en marzo estaba nuevamente postrada en cama con lo que Engels describió de diversas maneras como "bronquitis", "un fuerte resfriado", "pleuresía", "exudación en el pulmón derecho" y "catarro en los pulmones" [52]. . Se estaba recuperando lentamente y "seguía una dieta fortalecedora". [53] En 1870, Engels y Burns abandonaron Manchester y se trasladaron a Londres; la razón inmediata fue el fin del tan odiado mandato de Engels en la fábrica de su familia. Algunas tensiones, debidas a causas no identificadas, entre Burns y su familia también influyeron: 'Mi mudanza a Londres a finales del verano ya está decidida. Lizzie me ha dicho que le gustaría dejar Manchester, cuanto antes mejor; Ha tenido algunas peleas con algunos parientes y está harta de todo este asunto aquí. [54] Es bastante plausible que su convivencia soltera con un comunista alemán hubiera irritado a su familia. A su llegada a Londres residían en el número 122 de Regent's Park (entonces, como ahora, un local de lujo) y Engels continuó con su práctica de utilizar a Burns como destinatario seguro de su correspondencia políticamente sensible. [55] 'Si escribe a la señorita Burns no necesita ningún sobre interior ni ninguna mención de mi nombre. Lo abro todo yo mismo.' [56] Continuó refiriéndose a ella como su esposa y en una carta de 1872 incluso comenzó a llamarla 'Señora Engels' [57] Es posible que el traslado a Londres haya ayudado a su salud a corto plazo, pero en marzo de 1877 su salud empeoró, lo que requirió viajes de recuperación a Brighton. [58] Un viaje a Ramsgate en julio de 1877 no logró tener el efecto positivo deseado; su apetito seguía siendo débil. Engels estaba "comenzando a alarmarse seriamente". [59] Tuvo una "grave crisis" de salud el 22 de julio, tras la cual se recuperó lentamente. [60] Sus persistentes problemas de salud impidieron que Engels completara una traducción francesa del Manifiesto Comunista. [61] El 12 de septiembre de 1878, a la 01.30 horas, "murió en paz después de una larga enfermedad". [62] Ella y Engels se habían casado legalmente la noche anterior; fueron casados según los ritos de la Iglesia de Inglaterra por el Reverendo WB Galloway de la Iglesia de San Marcos, cerca de su casa en 122 Regent's Park Road. [63] Burns fue enterrado en el cementerio de St. Mary, un cementerio católico, en Kensal Green en Londres. Su tumba (ver Figura 3) estaba marcada con una cruz celta y el epitafio:
La lápida tal como existe actualmente está en mal estado, pero parece que su grabado ha sido retocado recientemente.
Pumps Burns. Después de la muerte de Lizzie, Engels continuó teniendo contacto con su sobrina, Mary Ellen Burns (1860-1928), a la que generalmente se hace referencia, por razones poco claras, como “Pumps”. Pumps era hija del medio hermano de las hermanas Burns, Thomas, propietario de una pescadería en Manchester. [64] El apoyo de Engels parece haber sido tanto por deber como por afecto, aunque antes de la muerte de Lizzie Burns, Engels se refirió a ella en términos que sugerían que la había adoptado informalmente. [65] Hay referencias en las cartas de Marx de 1881 y 1882 que hablan de su irritabilidad en torno a Pumps. Coqueteó con varios visitantes de la casa de Engels, lo que llevó a un socialista emigrado, Leo Hartmann, a pedirle permiso a Engels para casarse con ella en junio de 1881, sin darse cuenta de que sus coqueteos con él aparentemente tenían como objetivo poner celoso a otro visitante, Karl Kautsky. . [66] En 1882 se había casado con un desafortunado contador, Percy Rosher, convirtiéndose en Mary Ellen Rosher y dando a luz a un bebé llamado Lilian. [67] Marx le diría más tarde a su hija, Laura Lafargue, que descubrió que el bebé tenía un intelecto más vivo que la madre. [68] Su segundo hijo superviviente, Charles, nació a principios de 1885 y fue bautizado en la Iglesia de Inglaterra. [69] Engels subvencionó regularmente las desafortunadas aventuras comerciales de Percy Rosher y legó a la pareja la generosa suma de 2.300 libras esterlinas en su testamento. [70] Con la muerte de Engels en 1895 y, por lo tanto, tal vez también perdido su sustento financiero, navegaron de Liverpool a Boston, vía Queenstown (Cobh) en mayo de 1898, instalándose en Norfolk, Massachesetts. Las bombas murieron allí en 1928. [71] ¿Por qué es importante esto? Las hermanas Burns pueden claramente ubicarse en historias más amplias de la diáspora irlandesa, donde las mujeres a menudo obtuvieron nuevas libertades que se les negaban “en casa” mientras continuaban enfrentándose a los estereotipos de género habituales como mujeres irlandesas. Claramente, tanto Mary como Lizzie eran librepensadoras y estaban dispuestas a forjar sus propios estilos de vida, que ciertamente no se alineaban con los códigos de propiedad social estándar irlandés o británico de mediados de la época victoriana. Lo que sabemos de la política de ambas hermanas también es revelador; en las cartas de Engels o Marx siempre se supone que son simpatizantes fenianos, pero estas descripciones parecen carecer de contenido o tres dimensiones: “feniano” era quizás una identidad que se les asignaba, más que una descripción positiva de puntos de vista complicados. Podemos suponer que ambas hermanas eran comunistas, o al menos que se sentían lo suficientemente cómodas con el comunismo como para tener relaciones a largo plazo con un comunista comprometido nacido en el extranjero. Y, sin embargo, existe la tentadora prueba del matrimonio y el entierro de Lizzie Burns; ciertas sutilezas y normas sociales “tradicionales” claramente le importaban. Claramente prefería morir como esposa que como “mujer viviendo en pecado”. Y un catolicismo con influencias irlandesas siguió siendo parte de todo eso. Las vidas de ambas hermanas ilustran todas las contradicciones y complejidades que existían justo debajo de la superficie de la simple etiqueta de "irlandés" en el siglo XIX. |
Notas [1] Georg Weerth, a friend of Engels, wrote a poem called Mary which references Tipperary (‘I should like the clover of Tipperary/To grow over and choke the rose of England’), which is perhaps the source of the idea that she was from Tipperary. Roy Whitfield. Frederick Engels in Manchester: The Search for a Shadow (Salford: Working Class Movement Library, 1988), 21 [2] The Young Karl Marx, Raoul Peck, dir. (2017) [3] E.P. Thompson. The Making of the English Working Class (New York: Vintage, 1966), 12 [4] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 69 [5] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 69-70 [6] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 22 [7] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 3, 17 [8] Mick Jenkins. Frederick Engels in Manchester (Manchester: Lancashire & Cheshire Communist Party, 1951), 10, 17 [9] Yvonne Kapp. Eleanor Marx, Vol. 1: Family Life (1855-1883) (New York: International Publishers, 1972), 109. [10] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 19 [11] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 19 [12] Aidan Beatty, ‘Marx and Engels, Ireland, and the Racial History of Capitalism’. Journal of Modern History, Vol. 91 (2019), 817-818 [13] Frank McGuinness. Plays Two (London: Faber & Faber, 2002) 53, 64, 74 [14] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 23-24 [15] Letter 17, Letter from Engels to Emil Blank, 3 April 1846, MECW 38 [16] Letter 52, Letter from Engels to Marx, 14 January 1848, MECW 38 [17] Letter 3 [Appendix], Letter from Jenny Marx to Karl Marx, 24 March 1846, MECW 38. [18] Letter 222, Engels to Marx, 1 May 1854, MECW 39 [19] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 6 [20] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 33, 35-36 [21] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 7 [22] Beatty, ‘Marx and Engels’ (2019), 815-816 [23] Letter 182, Marx to Engels, 16 June 1851, MECW 38 [24] Letter 216, Letter from Marx to Engels, 27 May 1862, MECW 41 [25] Letter 202, Letter from Engels to Marx, 28 February 1862, MECW 41 [26] Whitfield, ‘Frederick Engels in Manchester’ (1988), 35 [27] Letter 266, Engels to Marx, 7 January 1863, MECW 41 [28] Letter 267, Marx to Engels, 8 January 1863, MECW 41 [29] Letter 268, Engels to Marx, 13 January 1863, MECW 41 [30] Letter 3 [Appendix], Letter from Jenny Marx to Karl Marx, 24 March 1846, MECW 38 [31] Letter 269, Marx to Engels, 24 January 1863, MECW 41 [32] Letter 270, Engels to Marx, 26 January 1863, MECW 41 [33] Letter 310, Marx to Engels, 19 April 1864, MECW 41. A letter from later that year ends with ‘Regards to Madame Liz’, suggesting even more familiarity and playfulness; Letter 339, Marx to Engels, 7 September 1864, MECW 41 [34] Letter 339, Marx to Engels, 7 September 1864, MECW 41; Letter 129, Marx to Engels, 13 February 1866, MECW 42 [35] Letter 92, Marx to Engels, 5 August 1865, MECW 42 [36] Letter 50, Engels to Ludwig Kugelmann, 31 July 1868, MECW 43 [37] Letter 56, Engels to Natalie Liebknecht, 19 December 1870, MECW 44 [38] Letter 51, Marx to Engels, 4 August 1868 and Letter 132, Marx to Engels, 14 December 1868, , MECW 43 [39] Kapp, ‘Eleanor Marx’,1(1972), 89 [40] Letter 239, Engels to Jenny Marx (daughter), 8 August 1869, MECW 43 [41] Letter 250, Engels to Marx, 27 September 1869, MECW 43 [42] Letter 302, Engels to Marx, 13 March 1870 and Letter 327, Engels to Marx, 1 May 1870, MECW 43 [43] Letter 56, Engels to Natalie Liebknecht, 19 December 1870, MECW 44 [44] Letter 53, Marx to Engels, 25 January 1865, MECW 42 [45] Letter 287, Engels to Marx, 11 February 1870, MECW 43 [46] Letter 98, Engels to Marx, 28 October 1868, MECW 43 [47] Letter 342, Marx to Engels, 5 July 1870, MECW 43 [48] Letter 343, Engels to Marx, 6 July 1870, MECW 43 [49] Letter 107, Engels to Marx, 10 November 1868, MECW 43 [50] Letter 230, Engels to Marx, 26 June 1867 & Letter 237, Engels to Marx, 11 August 1867, MECW 42 [51] Letter 143, Engels to Marx, 19 January 1869, MECW 43 [52] Letter 145, Engels to Marx, 25 January 1869, Letter 170, Engels to Marx, 15 March 1869, Letter 171, Engels to Marx, 18 March 1869, and Letter 173, Engels to Marx, 21 March 1869, MECW 43 [53] Letter 176, Engels to Marx, 2 April 1869, MECW 43 [54] Letter 294, Engels to Marx, 22 February 1870, MECW 43 [55] Letter 109, Engels to Carlo Carieor, 28 July 1871, MECW 44 [56] Letter 186, Engels to Theodor Cuno, 24 January 1872, MECW 44 [57] Letter 259, Engels to Hermann Jung, 1 October 1872, MECW 44 [58] Letter 145, Engels to Friedrich Lessner, 4 March 1877, Letter 147, Engels to Marx, 6 March 1877, Letter 172, Engels to Wilhelm Liebknecht, 2 July 1877, MECW 45 [59] Letter 173, Engels to Marx, 15 July 1877, Letter 175, Engels to Marx, 19 July 1877, MECW 45 [60] Letter 177, Engels to Marx, 24 July 1877, MECW 45 [61] Letter 198, Marx to Friedrich Adolph Sorge, 19 October 1877, MECW 45 [62] Letter 227, Engels to Rudolf Engels, 12 September 1878, MECW 45 [63] Kapp, ‘Eleanor Marx’ 1 (1972), 191 [64] Kapp, ‘Eleanor Marx’ 1 (1972), 186 [65] In a November 1875 letter to his brother Rudolf, Engels refers to Lizzie as ‘my wife’ and Mary Ellen as ‘our little one’ Letter 69, Engels to Rudolf Engels, 9 November 1875, MECW 45. The following year he called her ‘our Pumps’; Letter 78, Engels to Philipp Pauli, 25 April 1876, MECW 45 [66] Letter 59, Marx to Jenny Longuet [Jenny Marx], 6 June 1881, MECW 46 [67] Letter 128, Marx to Engels, 4 April 1882, MECW 46 [68] Letter 188, Marx to Laura Lafargue [Laura Marx], 9 October 1882, MECW 46 [69] London Metropolitan Archives, Board of Guardian Records, 1834-1906, Church of England Parish Registers, 1754-1906, P81/MRY/003 [70] Letter 195, Engels to Laura Lafargue, 28 July 1894; Letter 242, Engels to Ludwig Schorlemmer, 3 January 1895; Will and Codicil of Frederick Engels, 29 July 1893; Engels’ Letter to the Executors of his Will, 14 November 1894, MECW 50 [71] National Archives, Washington, D.C.; Series Title: Passenger Lists of Vessels Arriving at Boston, Massachusetts, 1891-1943; NAI Number: 4319742; Record Group Title: Records of the Immigration and Naturalization Service, 1787-2004; Her obituary is listed in the Boston Globe, 12 October 1928 |
puerta al infierno |
La primera médico mujer española. Dolors Aleu. Perseveró en su deseo de ejercer la medicina a pesar de los obstáculos de la sociedad de los siglos XIX y XX Carina Farreras Barcelona 01/04/2018 La primera mujer en España en ejercer la medicina en la historia moderna fue la barcelonesa Dolors Aleu, nacida en 1857 y fallecida en 1913. Poco se sabe de su vida a través de los escritos que han quedado. Casi todo desapareció con su muerte. Las historias de sus pacientes, diarios, cartas, posibles textos de conferencias, libros o una simple receta..., todo quedó carbonizado por el fuego. Apenas han sobrevivido de las llamas algunas fotos y una carta a sus hijos. También la documentación que conserva el archivo de la Universitat de Barcelona, algún artículo en revista especializada, recortes de La Vanguardia y las cartas cruzadas del catedrático que la animó a doctorarse. También sobreviven retazos de su vida en la memoria de sus descendientes, la familia Cuyàs. Su tataranieta, Núria Cuyàs, ha recuperado toda la información y ha creado una obra teatral, Barbes de balena, en la que relata la difícil condición de ser mujer a finales del XIX con la valiente historia de su antecesora. Dolors Aleu i Riera nació en una familia pudiente de Barcelona. Su padre fue un alto funcionario policial de la ciudad que apoyó a su hija en su “extraño” deseo de emprender una carrera universitaria como la de medicina. Era 1874 y el padre aceptó con la condición de que fuera acompañada por escoltas. Por lo visto, recibió alguna que otra pedrada a las puertas de la facultad, que entonces estaba situada en la calle del Carme, pero también los aplausos de sus compañeros estudiantes. No metafóricos. Aleu superó los cuatro cursos de medicina (1874-1879) con cinco premios de excepción. Sus notas son un elogio a su talento y esfuerzo. Quince sobresalientes y cinco notables de una veintena de asignaturas cursadas. Aun así, toda esta excelencia no fue razón suficiente para el Ministerio de Educación, que le denegó la solicitud de presentarse a los exámenes para obtener el título de médico cirujano al año siguiente. Los funcionarios de Madrid escribieron a la universidad para comprobar la veracidad de lo que esta mujer refería, que se había matriculado y cursado la carrera de medicina. Querían saber cómo era posible si no era hombre. El centro respondió que no podían coartar los estudios a cualquiera que presentara el aprobado de bachillerato.
Junto a Dolors Aleu, otras dos mujeres pugnaban por licenciarse y lo consiguieron. Martina Castells, que murió de una complicación del embarazo poco después de obtener la licenciatura, y Elena Maseras, que, mientras esperaba a que autorizaran su solicitud, cursó magisterio y ejerció de maestra hasta su muerte. El 4 de abril de 1882 llega la autorización para Aleu y se examina dos semanas después, el 19 y 20 de abril. Naturalmente, supera las pruebas. De inmediato se matricula para presentar la tesis doctoral, en octubre del mismo año. Escribe al catedrático Joan Giné y Partagás, que después sería rector de la UB, agradeciéndole sus consejos y apoyo “en las infinitas dificultades presentadas en mi carrera, siendo, en una palabra, el único que ha levantado su elocuente frase apoyando al sexo débil contra los ataques del fuerte”. En la misiva, comparte también sus dudas sobre la elección del tema de la tesis que quiere defender: “De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer”. La presentación de un alegato en defensa de la educación de la mujer ante un tribunal de médicos que le había denegado los dos años anteriores su derecho a presentarse constituía un verdadero desafío al tribunal. Se jugaba el doctorado. Martina Castells y Elena Maseras también consiguieron licenciarse El catedrático Giné la anima: “Mi opinión es que debiera usted publicarlo, siquiera no fuese más que para dar patente muestra de que es merecedora del nuevo título académico que de hoy en adelante podrá usted ostentar, y para dar por sentado que hay mujeres españolas dignas del birrete doctoral de la Medicina”. Continúa diciendo que la ley les obliga a juzgar por la aptitud científica y no por su cualidad femenina. “Compadezca su miseria”, le aconseja. Y añade, de forma premonitoria, que el asunto de la tesis “tendrá, aún por mucho tiempo, el mérito de la oportunidad”. La tesis es un escrito valiente, apasionado y revolucionario sobre la condición de ser mujer. Minucioso sobre aspectos como la diferencia de los cerebros o las aptitudes de cada sexo. Brillante en la narración. Y con un auténtico mensaje a favor de la equidad. No importa la categoría social. Repasa la situación de todas. Obreras que trabajan hasta la extenuación en talleres insanos, acosadas por los hombres que, “desde el dueño al último mayordomo, se creen con derecho a empañar la honra de las infelices trabajadoras”. Campesinas que trabajan como sus maridos y luego deben ocuparse de los hijos que han parido y de las tareas del hogar. Las ricas “que se crían endebles”, con conocimientos de “adorno”, sometidas al “afán de lujo” por aburrimiento intelectual, cautivas de los corsés que deforman sus cuerpos y ponen en peligro sus vidas (“como si lo delgado fuera equivalente de lo hermoso”). “Nunca consentiría la mujer ser degradada si fuera más instruida”, escribe vehemente.
Respecto a la posibilidad de estudiar, señala que en las capitales del mundo las mujeres se instruyen y da el ejemplo de 200 señoritas que se licenciaron en Medicina en San Petersburgo en 1877. La crítica al trato social que recibe la mujer es feroz. “Hemos sumido sus músculos en la inacción; hemos apagado el fuego de su inteligencia; hemos extremado su sensibilidad física; hemos fanatizado sus sentimientos; la hemos segregado del comercio social; hémosla despojado de todo derecho político; la hemos encerrado en el hogar; la hemos desposeído de aptitudes para el trabajo y la hemos incapacitado para ganarse el sustento, inutilizándola para vivir sin tutela...”. En sus argumentaciones a favor de un cambio social destaca que la educación de la mujer revertirá en una mejora de la higiene, la sanidad y la cultura de los hijos, y se contará con su talento para el desarrollo del país. El mismo año 1882 contrae matrimonio con el agente de bolsa Camil Cuyàs, con quien tendría dos hijos, Camil y Joan. Abre consulta en la Rambla de les Flors, 14 y una academia de artes y oficios para chicas con Esmeralda Cervantes, supuesta hija de Ildefonso Cerdà, con un programa de educación general, junto a conocimientos de higiene, medicina doméstica, comercio mercantil, taquigrafía... Lamentablemente, la falta de financiación obliga a su cierre dos años después. En la consulta, cura a señoras burguesas que llevan años con dolencias ginecológicas sin atender, según explica, por vergüenza de acudir al médico. En su jornada laboral también asiste a las prostitutas, madres solteras, mujeres pobres del barrio chino. Y atiende a los niños huérfanos. Con el tiempo, cambia su consulta a rambla Catalunya, 21 (entre la calle Diputació y Gran Via). Su hijo primogénito, Camil, sigue sus pasos y estudia medicina. En la carta que escribe a sus hijos sobre la sexualidad, se refiere con orgullo a la opción del joven. Desgraciadamente, en las prácticas que hace en el recién inaugurado hospital Clínic de Barcelona, un centro moderno que atiende a clases desfavorecidas, Camil se contagia de tuberculosis. Muere a los pocos días sin que su madre pueda hacer nada para salvarle. Tenía 23 años. Era una enfermedad devastadora que pocos años antes había acabado con la vida del rey Alfonso XII. Probablemente hoy llamaríamos depresión a lo que padeció Dolors Aleu después del entierro de su hijo. No volvió a pasar consulta y se encerró en la torre del barrio de la Salut donde residía. Dos años después murió. La familia cree que no superó la pena. Fue enterrada el 19 de febrero de 1913, ocho días después de morir, según consta en la esquela de La Vanguardia. El cortejo fúnebre fue largo y variopinto, relata la familia. Señores y señoras de la burguesía, como correspondía a su clase social y a la categoría de sus cientos de pacientes tratadas en veinte años de ejercicio, se mezclaban con mujeres de la calle del Raval, madres solteras y familias humildes que fueron a rendirle el último tributo. Unos 300 niños de la Casa de la Caritat acompañaron el coche de caballos con el féretro de la casa mortuoria de la calle Molist hasta la iglesia Sant Joan de Gràcia. Después se la llevaron hasta el camposanto de Montjuïc. Tras su muerte, Camil quemó todas las pertenencias de su esposa. La razón se desconoce. A pesar de que en los primeros años del siglo XX se produce un impulso en las reformas sociales que benefician el movimiento feminista, con reivindicaciones como la huelga de mujeres en el 1908 o el derecho al voto femenino en 1931, no fue hasta mediados del siglo XX que empiezan a licenciarse nuevamente médicas. El impulso feminista de Aleu se desvanece también en su propia familia. No tanto por su ejemplo sino por la propia historia de España. Ni la que hubiera sido su nuera, casada con su hijo Joan, ni su nieta M.ª Teresa, ni sus tres biznietas emprendieron estudios superiores. Las tataranietas, como Núria Cuyàs, que es actriz, sí cuentan con título superior. Núria explica que las representaciones, ya finalizadas, de Barbes de balena, que relata la vida de la doctora Aleu, han sido inesperadamente emocionantes por las confidencias que los espectadores han compartido al finalizar la obra sobre sus vidas o las vidas de mujeres cercanas. Como si los corsés de entonces no estuvieran del todo desatados. |
Dolors Aleu i Riera. I Biografía Aleu i Riera, Dolors. Barcelona, 3.IV.1857 – 18.II.1913. Médica, ginecóloga. Primera española en obtener el doctorado en Medicina. Nació en Barcelona en el seno de una familia de comerciantes. En la misma ciudad, realizó los estudios de bachillerato e ingresó en la Facultad de Medicina en septiembre de 1874. Un año después de cursar todas las asignaturas (1879), solicitó el permiso correspondiente para realizar el examen de grado de licenciado que le fue concedido dos años después a causa de las reticencias de los altos estamentos universitarios y gubernamentales a admitir la presencia femenina en el ámbito universitario. Obtenida la autorización junto con otra pionera de la medicina española, Martina Castells, superó el examen los días 19 y 20 de abril de 1882 con el grado de sobresaliente. Durante la carrera intervino en varias sesiones clínicas y fueron sus mentores los doctores Juan Giné y Partagás y Nicolás Homs. Siguió después estudios de doctorado en Madrid, donde leyó su tesis De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer el 6 de octubre de 1882, por lo que fue la primera española en obtener el doctorado en Medicina. Tras doctorarse, fue profesora en la Acadèmia per a la il.lustració de la dona, donde enseñaba Higiene Doméstica y desde donde desempeñó un importante papel en favor de los derechos de la mujer al tiempo que ejerció como médico hasta su fallecimiento en 1913. Contrajo matrimonio con Camilo Cuyás, y fue madre de un único hijo que murió mientras cursaba también estudios de Medicina. Obras de ~: “Escrofúlide ulcerada grave generalizada”, en La Independencia Médica (LIM), 9 (1877), págs. 93-96; “Caso clínico de artritis reumática”, en LIM, 9 (1878), págs. 226- 270; De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer, Barcelona, Tipografía La Academia, 1883; Consejos a una madre, Barcelona, Imprenta Ignacio Oliveres, 1882. Bibl.: J. Corbella y E. Domènech, “Una qüestió de prioritat: Helena Masseras, Dolors Aleu, Martina Castells”, en Llibre d’actes I Congrés internacional d’història de la medicina catalana, vol. 1, Barcelona, Montpellier, 1970; M. Puelles Benítez, Educación e ideología en la España Contemporánea, Barcelona, Labor, 1991; C. Flecha García, “La educación de la mujer según las primeras doctoras en medicina de la universidad española, año 1882”, en Dynamis, 19 (1999), págs. 241-178; J. Corbella y E. Domènech, “Metgesses a l’antiga facultat de Medicina de Barcelona del carrer del Carme”, en Gimbernat: Revista catalana d’Historia de la medicina y de la Ciència, XXXIII (2000), págs. 203-220; J. Corbella, Les primeres metgesses dels temps moderns, Barcelona, Col.legi Oficial de Metges de Barcelona, 2003. María del Pilar Queralt del Hierro |
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