—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

martes, 10 de julio de 2012

130.-Antepasados del rey de España: Reina María de Médici.-a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Maria Francisca Palacio Hermosilla; 

Aldo  Ahumada Chu Han 

(Florencia, Italia; 26 de abril de 1575 - Colonia, 3 de julio de 1642) fue reina consorte de Francia, como la segunda esposa del rey Enrique IV de Francia —de 1600 a 1610— y Reina Regente de Francia hasta la mayoría de edad de su hijo, el futuro rey Luis XIII de Francia —de 1610 a 1617—. Tuvo una actuación destacada como coleccionista y mecenas de las artes.

Nacimiento

María de Médici nació el 26 de abril de 1575, en Florencia, en Gran Ducado de Toscana. Fue miembro de la de la rica y poderosa Casa de Medici y la sexta hija de Francisco I de Médici (1541-1587), gran duque de Toscana, y de Juana de Habsburgo-Jagellón (1547-1578), archiduquesa de Austria.
Cercana a los artistas de su Florencia natal, fue educada por Jacobo Ligozzi. También fue bailarina de ballet.

Reina de Francia

El matrimonio de María de Médici con el rey Enrique IV de Francia fue debido, principalmente, a las preocupaciones dinásticas y financieras del primer monarca francés de la Casa de Borbón. Para el rey de Francia fue su segundo matrimonio debido a que anteriormente había estado casado, desde el 18 de agosto de 1572, con Margarita de Valois con quien no fue nunca feliz y de quien se separó antes de su ascensión al trono francés, en 1589, sin haber tenido hijos. El matrimonio fue anulado en 1599.

María de Médici se casó el 17 de diciembre de 1600. Los Médici, banqueros acreedores del rey de Francia, prometieron una dote de 600.000 escudos de oro, lo que hizo que María fuera apodada como la “Gran banquera”.
Su llegada a Francia desde Marsella, tras su matrimonio por poderes en Florencia antes de llevarse a cabo su confirmación en Lyon, tuvo gran repercusión. Dos mil personas formaban su cortejo. Antoinette de Pons, marquesa de Guercheville y dama de honor de la futura reina, fue la encargada de recogerla en Marsella. Después de desembarcar, María de Médici se reunió con su esposo en Lyon, donde pasaron la noche de bodas.
María de Médici quedó embarazada en seguida, y el 27 de septiembre de 1601 nació el primer hijo, el delfín Luis, causando gran alegría tanto al rey como a todo el reino, ya que desde hacía cuarenta años se esperaba el nacimiento de un Delfín. María de Médici continuó con su papel de esposa y le dio a su marido varios hijos.
María de Médici no se entendía con Enrique IV. Sumamente celosa, no soportaba las aventuras femeninas de su marido, ni sus desaires; él la obligaba a relacionarse con sus amantes y además le escatimaba el dinero que necesitaba para cubrir todas las necesidades que su condición real le exigía. Las discusiones entre ambos eran frecuentes, seguidas por una relativa tranquilidad.
María tuvo que soportar los amoríos del rey con Catalina Enriqueta de Balzac d'Entragues, marquesa de Verneuil, con quien tuvo dos hijos: Gastón Enrique, duque de Verneuil, nacido en 1601 y legitimado en 1603 y Gabriela Angélica, conocida como mademoiselle de Verneuil, quien nació en 1603.
Más tarde, María toleró a una nueva amante de Enrique IV. Con Jacqueline de Bueil, condesa de Moret, con quien el rey tuvo un hijo: Antonio, conde de Moret, nacido en 1607 y legitimado en 1608.
A las infidelidades de su esposo se le sumó otro amorío con Carlota des Essarts, condesa de Romorantin, con quien tuvo dos hijas: Juana Bautista, nacida y legitimada en 1608 y María Enriqueta, que nació en 1609.
María de Médici quería hacerse coronar oficialmente como Reina de Francia, pero Enrique IV, por diversas razonas políticas, iba posponiendo la ceremonia. Fue necesario esperar al 13 de mayo de 1610, fecha en la que se esperaba una larga ausencia del rey —Enrique partió para conducir una “visita armada” a fin de solucionar un problema político entre los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico, y el caso de Cléveris y Juliers—, para que la reina fuera coronada en Saint-Denis e hiciera su entrada oficial en París. Al día siguiente el rey fue asesinado.

Regente de Francia.

Tras el regicidio de Enrique IV de Francia el 14 de mayo de 1610, la reina consorte María de Médici asumió la regencia en nombre de su hijo Luis XIII que aún no tenía 9 años, demasiado joven para poder reinar.
La posición insegura de su regencia ante la nobleza del reino y sus vecinos de Europa la obligó a romper con la política de Enrique IV. Destituyó a los consejeros del rey, pero no consiguió hacerse obedecer por los Grandes.
Para recuperar el poderío de Francia, no encontró mejor solución que pactar la paz con España. En 1615 este acercamiento se concretó por medio de un matrimonio que unió a las dinastías de Francia y de España. Su hija Isabel de Borbón se casó con el infante Felipe -hijo del rey Felipe III de España y futuro Felipe IV de España-. Un segundo matrimonio enlazó nuevamente a ambas dinastías reales cuando su hijo, el rey Luis XIII de Francia se casó con la infanta Ana de Habsburgo —también hija del rey Felipe III de España—.
La política de la reina provocó, no obstante, un gran descontento. Por una parte, los protestantes vieron con inquietud ese acercamiento de María con Su Majestad Católica, el rey de España Felipe III; por otra, María de Médici intentaba reforzar el poder de la monarquía con el apoyo de personas como Concino Concini, esposo de su hermana de leche y dama de compañía Leonora Dori, que no era apreciada por algunos nobles franceses. Éstos, llevados por la xenofobia, acusaban a los inmigrantes italianos que rodeaban a María de Médici de enriquecerse en perjuicio de la nobleza francesa. Aprovechándose de la debilitación causada por la regencia, los nobles de las grandes familias, con el príncipe Luis II de Borbón-Condé a la cabeza, se alzaron contra María de Médici para conseguir así unas compensaciones financieras.

Primer exilio.

Por otro lado, la reina medre, María de Médici no tenía buenas relaciones con su hijo, el rey Luis XIII de Francia. Sintiéndose humillado por la conducta de su progenitora, Luis XIII organizó en 1617 un golpe de estado en el que fue asesinado Concino Concini. Al tomar el poder, exilió a su madre en el Castillo de Blois.
Cuando María de Médici fue exiliada por su hijo, empezó a fraguarse su leyenda negra: se la acusó de haber procurado la riqueza y el poder de sus favoritos italianos, del despilfarro financiero causado por los derroches de la reina y su entorno y de la torpeza y la corrupción de su política que se había incrementado durante su gobierno.

Las dos guerras de la madre y del hijo y su retorno a la corte

En 1619, la reina madre, María de Médici, se escapó de su prisión y provocó una sublevación contra su hijo, el rey Luis XIII de Francia. A este levantamiento se lo conoció como la “guerra de la madre y del hijo”. El tratado de Angulema, negociado por el Cardenal Richelieu, solucionó el conflicto. Pero la reina madre no se sintió satisfecha y volvió a levantarse en armas contra su hijo con la ayuda de los Grandes del reino. A este segundo levantamiento se lo denominó como la “segunda guerra de la madre y del hijo”. La coalición nobiliaria fue rápidamente derrotada en la batalla des Points-de-Cé por el rey, que perdonó a su madre y a los príncipes. Consciente de que no podía evitar la formación de complots en tanto que María de Médici estuviera en el exilio, el rey aceptó su retorno a la corte.
María de Médici volvió a París] donde se dedicó a la construcción de su Palacio de Luxemburgo. Tras la muerte de Carlos de Albert, duque de Luynes, en 1622, se fue introduciendo de manera subrepticia en la política. Richelieu jugó, en esos momentos, un papel importante en la reconciliación entre madre e hijo, sugiriendo que ella pudiera incorporarse al Consejo del rey.

Mecenas.

María de Médici, mecenas reconocida en la vida parisina, dio trabajo a Nicolas Poussin y Philippe de Champaigne en la decoración del Palacio de Luxemburgo, y encargó numerosas pinturas a Guido Reni y especialmente a Rubens, al que hizo ir a Amberes para la ejecución de una galería de pinturas dedicadas a su vida. Actualmente quedan 22 cuadros conservados en el Museo del Louvre.

Caída y exilio definitivo.

María de Médici continuó asistiendo a los Consejos del rey Luis XIII de Francia, según los asesoramientos del cardenal Richelieu a quien introdujo como ministro del rey. Durante unos años, no se percató del poder e importancia que su cliente y protegido iba adquiriendo.
 Cuando se dio cuenta de ello, intentó derrocarle por todos los medios. Sin comprender aún el carácter del rey, creyó que le sería fácil obtener la destitución de Richelieu pero, después del famoso Día de los Engañados, el 12 de noviembre de 1630, Richelieu pasó a ser el primer ministro y María de Médici se vio obligada a reconciliarse con él.
Finalmente, María decidió retirarse de la corte. El rey, sabiendo lo intrigante que podía llegar a ser, la envió al castillo de Compiègne, desde donde trató de huir a Bruselas en 1631, donde pensaba encontrar ayuda para su causa. Refugiada con los enemigos de Francia, María fue privada de su condición de reina de Francia y, por consiguiente, de sus pensiones.
El fin de María de Médici fue patético. Durante años vivió al amparo de las cortes europeas en Alemania, después en Inglaterra, intentando crear enemigos contra el cardenal y sin poder regresar nunca a Francia. Refugiada en la casa natal de Rubens, murió el 3 de julio de 1642, a los 67 años de edad, en Colonia, en el Sacro Imperio Romano Germánico, unos meses antes que Richelieu. Su cuerpo se encuentra enterrado en la Catedral de Colonia.

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