—¿Por qué lees tanto? —(…) Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada; el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente… Pero una mente necesita de los libros, igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. —(…)—. Por eso leo tanto, Jon Snow.

TYRION LANNISTER.

viernes, 29 de marzo de 2013

216.-La escuela de Atenas de Rafael; Doctrina Woke.-a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; 


La escuela de Atenas (Pintura de Rafael )



El fresco de La escuela de Atenas es un auténtico símbolo del Renacimiento. Obra de Rafael (1483-1520), que hasta aquel momento era un joven pintor conocido sobre todo por sus pequeños retratos y pinturas religiosas sobre madera, La escuela de Atenas une el arte, la filosofía y la ciencia y está considerada una obra maestra. En este post comentaremos la obra y analizaremos cada uno de los personajes que aparecen.


Anllela hormazabal moya

La escuela de Atenas (en italiano: Scuola di Atene) es una de las pinturas más destacadas del artista renacentista italiano Rafael Sanzio.​ Fue hecha en boceto entre 1509 y 1510 y pintada entre 1510 y 1512 como parte de una comisión para decorar con frescos las habitaciones que hoy en día son conocidas como las estancias de Rafael, ubicadas en el Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano. La Stanza della Segnatura fue la primera en ser decorada, y La escuela de Atenas la segunda pintura en ser finalizada, tras La disputa del Sacramento.
La Stanza della Segnatura fue la primera de las habitaciones que fue decorada, y La escuela de Atenas, representando la filosofía, fue probablemente la tercera pintura en ser acabada allí, después de La Disputa (Teología) en el muro opuesto, y el Parnaso (Literatura).​ La pintura destaca por su proyección de perspectiva precisa,​ que Rafael aprendió de Leonardo da Vinci (quien es la figura central de esta pintura, representando a Platón).

La pintura


Soledad garcia nannig

La pintura

Su base es de 7,75 m y su altura de 5,00 m. La escuela de Atenas es uno de un grupo de cuatro frescos grandes en los muros de la Stanza (los que están a ambos lados centralmente están interrumpidos por ventanas) que representan diferentes ramas del conocimiento. Cada tema se identifica arriba por un tondo separado que contiene una majestuosa figura femenina sentada en las nubes, con putti que llevan las frases:
 «Busca el conocimiento de las causas», «Inspiración divina», «Conocimiento divino de las cosas» (Disputa), «A cada uno lo que le corresponde». 
En consecuencias, las figuras de los muros abajo ejemplifican la filosofía, la poesía (incluyendo la música), la teología y el Derecho.
Está situada frente a la Disputa del Sacramento. El título tradicional no es de Rafael. Representa la filosofía, o al menos la filosofía de la Antigua Grecia, y la etiqueta del tondo que queda encima, «Causarum Cognitio», nos dice de qué clase, pues parece que se hace eco del énfasis de Aristóteles sobre la sabiduría como conocimiento porque, al conocer las causas, en Metafísica Libro I y Física Libro II. A través de una escena en la que se narra una sesión entre los filósofos clásicos. En esta obra, Rafael adapta el espacio a las leyes de la superficie. Ordena las figuras de izquierda a derecha. La perspectiva queda rota por los muros laterales sobresalientes.


Detalle de la arquitectura


Debido a que estaría ubicada sobre la sección de filosofía del papa Julio II, La escuela de Atenas muestra a los filósofos, científicos y matemáticos más importantes de la época clásica. La arquitectura contiene elementos romanos, pues está abovedada, como unas termas; pero el escenario general, semicircular, con Platón y Aristóteles en el centro, podría aludir a la mónada de Pitágoras. El edificio tiene la forma de una cruz griega, que algunos han sugerido que intentaba mostrar la armonía entre la filosofía pagana y la teología cristiana.6​ La arquitectura del edificio se inspiró en la obra de Bramante, quien, según Vasari, ayudó a Rafael con la arquitectura del cuadro.​ Esta arquitectura recuerda el proyecto de la basílica de San Pedro elaborado por Bramante.
En unos nichos al fondo se ven figuras gigantescas de los dioses Apolo y Atenea. La escultura de la izquierda es la de Apolo, dios de la luz, el arco y la música, sosteniendo una lira.​ La escultura a la derecha es Atenea, diosa de la sabiduría, en su aspecto romano de Minerva.
El arco principal, sobre los caracteres, muestra un meandro (también conocido como un traste griego o diseño de llave griega), un diseño usando líneas continuas que repiten en una «serie de curvas rectangulares» que se originan en la cerámica del período geométrico griego y luego fue ampliamente usado en antiguos frisos arquitectónicos griegos.

Platón y Aristóteles parecen ser las figuras centrales en la escena. Durante toda la Edad Media estuvieron considerados como los principales representantes de la filosofía antigua, se encuentran en el centro de la composición, alrededor del punto de fuga. Platón está sosteniendo el Timeo. Aristóteles sostiene un ejemplar de su Ética a Nicómaco. Ambos debaten sobre la búsqueda de la Verdad y hacen gestos que se corresponden a sus intereses en la filosofía: Platón está señalando el cielo, simbolizando el idealismo dualista racionalista que es su pensamiento; mientras que Aristóteles, la tierra, haciendo referencia a su realismo sustancial racional teleológico.

Muchos de los filósofos representados buscaban el conocimiento de las primeras causas. Muchos vivieron antes que Platón y Aristóteles, y escasamente un tercio sería ateniense. En otros personajes se ha identificado a distintos filósofos de la Antigüedad, puestos sobre dos niveles, separados de una escalinata. Hay quien considera que casi cada uno de los grandes filósofos griegos está representado en la pintura, pero determinar cuál está representado en concreto es pura especulación, puesto que Rafael no hizo ninguna designación, más allá de posibles parecidos, y ningún documento contemporáneo explica la pintura. Para complicar el problema, Rafael tuvo que inventar un sistema iconográfico para aludir a varias figuras de las que no había tipos visuales tradicionales. Por ejemplo, mientras la figura de Sócrates, que se sitúa a la izquierda,5​ es inmediatamente reconocible a partir de bustos clásicos, una de las figuras, la que se supone que es Epicuro está alejada de su representación estándar.

A la izquierda, se encuentra un gran bloque de piedra cuyo significado puede estar conectado con la Primera epístola de Pedro; simboliza a Cristo, la "piedra angular". El hombre ubicado sobre el bloque es Heráclito, con los rasgos de Miguel Ángel. Este personaje no estaba en el esbozo o cartón de este fresco, que se conserva en la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Se retrata en esta figura a Miguel Ángel, como se ve en el rostro, que es el del pintor florentino ligeramente mejorado, además de en las características stivali que calza: eran unas botas de montar que el pintor florentino no solía quitarse; está escribiendo uno de sus sonetos. En 1510, Rafael vio el trabajo de Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina, tras esto lo agregó en su pintura como señal de respeto hacia el artista. Al tiempo, esta figura evita un gran vacío en esa parte del fresco.

El autorretrato de Rafael está ubicado a la derecha del cuadro, el joven de cabello marrón que observa al espectador, tocando con un sombrero redondo de color azul; a su lado, Perugino con idéntico sombrero pero en blanco. A la izquierda de la pintura se encuentra Hipatia de Alejandría (pintada como Margherita Luti o Francesco Maria I della Rovere), vestida en blanco, y observando al espectador.

Además de identificar las identidades de las figuras, hay otros aspectos del fresco que han sido debatidos, e interpretados de diferente forma, pero pocas de esas interpretaciones son aceptadas unánimemente entre los eruditos. Que los gestos retóricos de Platón y Aristóteles parece que están señalando (al cielo y hacia abajo, la tierra) es algo que está bastante aceptado como probable. Sin embargo, el Timeo de Platón – que es el libro que Rafael coloca en su mano – era un sofisticado tratado del espacio, el tiempo y el cambio, incluyendo la Tierra, que guio las ciencias matemáticas durante más de un milenio. Aristóteles, con su teoría de los cuatro elementos, sostuvo que todos los cambios en la Tierra se debían a movimientos en el cielo. En la pintura Aristóteles lleva su Ética, que él negaba que pudiera reducirse a una ciencia matemática. No queda claro cuánto sabía el joven Rafael de filosofía antigua, qué guía pudo haber tenido de personajes como Bramante y si se le dictó un programa detallado por su mecenas, el papa Julio II.

A pesar de todo, incluso recientemente el fresco se ha interpretado como una exhortación a la filosofía y, en un sentido más profundo, como una representación visual del papel del Amor a la hora de elevar a la gente hacia el conocimiento superior, en gran medida en consonancia con las teorías contemporáneas de Marsilio Ficino y otros pensadores neoplatónicos relacionados con Rafael.
Finalmente, de acuerdo con Giorgio Vasari, la escena incluye al propio Rafael, al duque de Mantua, Zoroastro y algunos Evangelistas.
Sin embargo, para Heinrich Wölfflin, «es bastante erróneo intentar interpretaciones de La escuela de Atenas como un tratado esotérico... Lo que más importaba era el motivo artístico que expresaba un estado físico o espiritual, y el nombre de la persona es asunto que dejaba indiferente» en la época de Rafael. El arte de Rafael entonces orquesta un espacio hermoso, continuo con el de los espectadores en la Stanza, en la que una gran variedad de figuras humanas, cada una de ellas expresando «estados mentales de acciones físicas», interactúan, en una «polifonía» sin precedente en el arte anterior, en el diálogo permanente de la Filosofía.

Guerino Mazzola y sus colaboradores han dado una interpretación del fresco que relaciona las simetrías ocultas de las figuras y la estrella construida por Bramante. La base principal son dos triángulos en espejo en el dibujo de Bramante (Euclides), que se corresponde a la posición de los pies de ciertas figuras.

La Stanza della Segnatura

Los filósofos.

La identidad de algunos de los filósofos dentro de la pintura, como Platón o Aristóteles, es evidente, pero otros siempre han sido meras hipótesis. Para complicarlo aún más, a partir de los esfuerzos de Vasari, algunos han recibido múltiples identificaciones, no sólo como antiguos sino también como figuras contemporáneas con Rafael. Vasari menciona retratos del joven Federico II Gonzaga, duque de Mantua, inclinándose sobre Bramante con sus manos alzadas cerca de la parte inferior derecha, y el propio Rafael. Son identificados generalmente como:


Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

1: Zenón de Citio o Zenón de Elea – 2: Epicuro – 3: Federico II Gonzaga – 4: Boecio o Anaximandro o Empédocles – 5: Averroes – 6: Pitágoras – 7: Alcibíades o Alejandro Magno – 8: Antístenes o Jenofonte – 9: Hipatia (pintada como Margherita o el joven Francesco Maria della Rovere) – 10: Esquines o Jenofonte – 11: Parménides – 12: Sócrates – 13: Heráclito (pintado como Miguel Ángel) – 14: Platón sosteniendo el Timeo (pintado como Leonardo da Vinci) – 15: Aristóteles sosteniendo la Ética – 16: Diógenes de Sinope – 17: Plotino – 18: Euclides o Arquímedes junto a un grupo de estudiantes (pintado como Bramante) – 19: Estrabón o Zoroastro – 20: Claudio Ptolomeo – R: Apeles como Rafael – 21: Protógenes como El Sodoma.



Figuras centrales (14 y 15)

Un maduro Platón camina junto a un joven Aristóteles


Figuras centrales (14 y 15)
Aristóteles

Leonardo da Vinci como Platón

En el centro del fresco, en su punto de vista arquitectónico central, están los dos principales sujetos, no discutidos: Platón a la izquierda y Aristóteles, su alumno, a la derecha. Ambas figuras sostienen lo que en aquella época eran modernas copias, cosidas, de sus libros en las manos izquierdas, mientras que hacen un gesto con la derecha. Platón sostiene el Timeo y Aristóteles lleva su Ética a Nicómaco. Platón está representado viejo, gris y descalzo. Con él contrasta Aristóteles, ligeramente por delante, en su plena adultez, luciendo sandalias y ropas rematadas en oto, y el joven sobre ellos parece mirar hacia él. 
Además, estas dos figuras centrales hacen gestos en diferentes dimensiones: Platón verticalmente, hacia arriba a lo largo del plano del cuadro, hacia la bóveda que queda encima; Aristóteles en un plano horizontal, y en ángulos rectos con el plano del cuadro (de ahí que esté en un fuerte escorzo), iniciando el fluir del espacio hacia los espectadores.
Se cree, popularmente, que sus gestos indican aspectos centrales de sus filosofías, para Platón, su Teoría de las formas, y para Aristóteles, un énfasis en particulares concretos. Muchos entienden que la pintura muestra una divergencia de las dos escuelas filosóficas. Platón defiende un sentido de la eternidad, mientras que Aristóteles mira hacia lo físico de la vida y el reino presente.

Los peripatéticos.

Tanto Platón como Aristóteles están flanqueados por discípulos que escuchan sus enseñanzas. En el caso del filósofo de Estagira llamados peripatéticos, los "que pasean", puesto que Aristóteles enseñaba su filosofía mientras caminaba por los peripatoi, "pasarelas" de su Liceo





Anaximandro Anaximandro


Estrabón o Zoroastro, Ptolomeo, Rafael (detrás) como Apeles y El Sodoma como Protógenes

Ptolomeo y Zoroastro

Encima de Euclides y sus alumnos aparece, de espaldas y sosteniendo una esfera terrestre, Ptolomeo, autor de la teoría geocéntrica, que explicaba que la Tierra era el centro del universo alrededor de la cual giraban los demás astros, considerada como válida en la época. La identidad del personaje que sostiene un orbe celeste es discutida: podría ser otro geógrafo griego, Estrabón, Zoroastro, fundador de una religión en Persia, o bien Eratóstenes, la primera persona en calcular el diámetro y la circunferencia de la Tierra.

Rafael

Junto a los geógrafos, en el extremo de la pintura, aparecen dos figuras que parecen romper la estética clásica de los demás personajes. Se trata del propio Rafael, que quiso autorretratrse en su obra mirando directamente al espectador, y una figura que se ha identificado con Giovanni Antonio Bazzi, El Sodoma, a quien arrebató el encargo del papa. 


Bramante como Euclides o Arquímedes

Euclides

A la derecha del espectador se encuentra la zona terrenal, aristotélica, del fresco. En ella vemos a Euclides, considerado el padre de la Geometría. Enseña a sus jóvenes alumnos con un compás, elemento asociado al matemático. Para representarlo, Rafael tomó las facciones de su amigo Bramante, arquitecto que en esos momentos estaba trabajando en la ampliación de la basílica de San Pedro. 

Diógenes

Diógenes

Otro personaje solitario, vestido con harapos, parece ajeno al resto de ls escena tumbado en las escaleras. Es Diógenes de Sínope, llamado el Cínico, contemporáneo de Platón y Aristóteles, que hizo de la pobreza extrema virtud. Se dice que vivía en Atenas como un vagabundo, dentro de un tonel, mal vestido y descalzo. Ha dado nombre a un trastorno psiquiátrico.



Miguel Ángel como Heráclito

Heráclito

Pensativo y solitario se encuentra el filósofo presocrático Herácllito de Éfeso. Vestido con ropa y botas de trabajo propias del siglo XVI y no de la Antigüedad, tomaría la apariencia de Miguel Ángel, que en aquellos momentos estaba trabajando en la bóveda de la Capilla Sixtina. El pedestal haría referencia a su profesión de escultor y la nota que escribe bien podría ser un soneto, ya que Buonarroti era aficionado a componer poesía.


Esquines y Sócrates

Sócrates

A la derecha de Platón (izquierda del espectador) se encuentra Sócrates, personaje fundamental en la filosofía occidental, no en vano se ha agrupado a todos los pensadores anteriores a él bajo la etiqueta de presocráticos. Aparece estableciendo un diálogo con varios discípulos, una parte fundamental de su método, por el que buscaba profundizar en el conocimiento de conceptos filosóficos. Sócrates no dejó ningún texto escrito, sus enseñanzas fueron recogidas por sus discípulos (como Platón) que conversaban con él.

Parménides

Zenón de Citio o Zenón de Elea

Epicuro

Epicuro

A la izquierda de la escena para el espectador encontramos otra figura fácilmente identificable: Epicuro, con un vestido azulado y una corona de hojas de vid. Sus ideas se basaban en el hedonismo, doctrina en la que el placer ocupaba un papel central. A su derecha un anciano que se cree es Zenón de Citio, fundador de la escuela estoica. El niño que asoma detrás de Epicuro sería, según Giorgio Vasari, Federico II, duque de Mantua, un niño de 10 cuando Rafael pintaba su obra. 

Pitágoras

Pitágoras

Junto a estos, un grupo se reúne en torno a Pitágoras, que, arrodillado, parece escribir sus teoremas. La pizarra que sostiene su joven discípulo delante suyo hace referencia a sus teorías matemáticas pero también musicales. Detrás, la nota exótica la pone Averroes, tocado por un turbante, científico andalusí del siglo XII que dedicó gran parte de su vida a estudiar la obra de Platón y Aristóteles. Delante de esta escena, otro discípulo pitagórico, Parménides, sostiene un libro. El personaje vestido con túnica blanca ha sido identificado con Hipatia de Alejandría, filósofa neoplatónica.

Alcibíades o Alejandro Magno y Antístenes o Jenofonte

Alcibiades

Frente a Sócratres, la figura del guerrero representa al general ateniense Alcibiades. También hay quien afirma que este personaje sería Alejandro Magno, aunque sería mucho más lógico haberlo incluido en la esfera de influencia de Aristóteles, puesto que fue tutor del conquistador macedonio. Alcibiades fue un militar y político contemporáneo de Sócrates que Platón incluyó en uno de sus diálogos con su mentor, así que resulta más plausible esta identificación. La influencia del Alcibiades de Rafael en sus representaciones posteriores es evidente, como en esta ilustración del siglo XIX, que recrea la muerte del estadista.

Hipatia de Alejandría y Parménides

Sala decisiva.

Rafael todavía tenía veintitantos años cuando, en 1509, el Papa Julio II lo llamó para que redecorara una serie de salas de recepción en el Palacio Apostólico del Vaticano.
Miguel Ángel había sido contratado apenas un año antes para diseñar y pintar el techo de la Capilla Sixtina.
La primera sala que Rafael abordó fue la Stanza Della Segnatura, o "Sala de la Firma", el lugar donde se firmaban y sellaban los documentos más importantes de la Iglesia y se establecían como la doctrina exigible.
La sala también servía como biblioteca del Papa y lugar de reunión del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el órgano judicial más poderoso de la Iglesia Católica.
Cómo la Capilla Sixtina se convirtió de nuevo en el escenario de la rivalidad entre los maestros Rafael y Miguel Ángel
Los colores y formas, narrativas y ritmos que adornarían las paredes de esta cámara supervisarían, si no potencialmente influirían, las decisiones que afectarían las vidas de todos los feligreses.
Lo que estaba en juego no podía ser más alto y Rafael lo sabía.

Rafael decidió dedicar frescos individuales a cada uno de los cuatro temas principales que se encontraban en la biblioteca del Papa: derecho, religión, literatura y filosofía.
Para la disciplina de filosofía, Rafael convocaría a casi dos docenas de pensadores influyentes a lo largo de un milenio, desde Anaximandro (siglo VII a.C.) hasta Boecio (siglo VI d.C.), autor de "La consolación de la filosofía".

Pero ¿cómo haría cualquier observador de su pintura para distinguir a un filósofo de otro?

Al principio, parecía bastante simple distinguir a Platón de su alumno Aristóteles, mientras ambos bajan los escalones en el centro de la pintura.

Platón lleva una copia del "Timeo", uno de sus diálogos más famosos, mientras que Aristóteles sostiene un tomo de su "Ética a Nicómaco", de 10 volúmenes.

Pero en algún momento, Raphael parece darse cuenta de que establecer identidades fácilmente distinguibles para sus filósofos era el enfoque equivocado.


En cambio, debía abrazar la confusión, causar una sensación de flujo y, por lo tanto, hacer de la indeterminación de la identidad la filosofía misma de su retrato de la filosofía.

El tintero

Para que el fresco de Rafael funcione, las diversas líneas de identidad deben estar atadas a un eje común que nos ayude a dar sentido al sistema.
Entonces nuestros ojos lo ven: el tintero, rico y profundo en simbolismo. El objeto pertenece claramente al escritor pensativo que está casi al centro del cuadro, una figura ausente en los bocetos preparatorios que Rafael tenía para la obra.
Fue una ocurrencia tardía. La figura ha sido reconocida durante mucho tiempo como un híbrido de más de una figura histórica.
Por un lado, se cree que es un tributo al venerado rival de Rafael, Miguel Ángel, con quien comparte rasgos faciales.
Al mismo tiempo, su aire malhumorado recuerda a la actitud abatida del filósofo griego presocrático Heráclito.
Que Rafael haga una alusión de última hora a Heráclito, congelado para siempre en el acto de escribir sus obras, es crucial para la coherencia de su fresco.
Fugacidad
Heráclito, conocido como "el Oscuro", es famoso por su afirmación "nadie se baña en el mismo río dos veces".
Su certeza sobre la fugacidad de todas las cosas sería corroborada por el tiempo: ni una sola obra suya ha sobrevivido.
Al rebobinar la historia a un momento en el que la tinta de Heráclito todavía estaba fresca, Rafael captura con imaginación el flujo y reflujo del ser.
El genio babilonio que se adelantó a Pitágoras 1.000 años y creó las tablas de trigonometría más precisas del mundo
Como un objeto que supervisa la promulgación de los decretos papales en la Stanza Della Segnatura, el tintero de Heráclito es un símbolo subversivo, pues de este tintero brotarían las nociones de la fugacidad de toda autoridad.
El tintero niega el poder al declarar la inutilidad de cualquier intento de inscribirse indeleblemente en el mundo.
Más bien, ratifica la fluidez de la identidad que Rafael construye (y deconstruye) en su pintura.
Quitas el tintero y la obra se disuelve en un fiasco de formas confusas.
El tintero de Heráclito -profundo, aunque pasado por alto-, es el manantial del que emana la energía elástica de la obra maestra de Rafael.


puerta al infierno


AUGE ENTRE 2020 Y 2022

El declive de la 'doctrina woke' en su meca: Estados Unidos.

Esta ideología se viste con piel de cordero: las imágenes de manifestaciones multirraciales elevando pancartas y reivindicando la más elemental justicia.

Foto: Dos mujeres en la plaza de George Floyd en Mineápolis, un año después de su muerte. (EFE/Craig Lassig)


Por Argemino Barro. Nueva York
11/02/2024 


Algún día se contará bien la historia del verano de 2020 en Estados Unidos, cuando el asesinato de George Floyd desató la mayor ola de protestas y violencia callejera en 50 años, y todo tipo de instituciones cayeron presa de viscerales cazas de brujas. Lo natural en aquel verano de la rabia era fijarse en el fin declarado de aquellas protestas: reformar y sensibilizar los departamentos de policía, acabar con su impunidad, y, sobre todo, abordar las raíces de la patente desigualdad racial. Una misión respaldada por la gran mayoría de los norteamericanos. 
A lo que no se prestó tanta atención fue a los métodos con los que, muchas veces, se perseguía este fin: el escrache, la cancelación, la adherencia obligatoria a una serie de preceptos rígidos y la adoración colectivista de las cuotas. Una especie de fervor identitario que tuvo su momento de auge entre 2020 y 2022, que dio munición a la derecha populista, y que ahora mismo parece estar perdiendo la guerra cultural. 
La mayor ventaja de esta ideología, que podemos llamar doctrina woke o wokismo, es la piel de cordero con la que se viste: las imágenes de manifestaciones multirraciales elevando pancartas y reivindicando la más elemental justicia. El instinto de muchas personas es ponerse automáticamente del lado de este movimiento, porque se supone que la historia funciona así: lo que hoy nos parece demasiado moderno o exagerado, quizás sea la norma dentro de 20 años. 
Así que lo más seguro, por si acaso, es arrimarse a lo que es joven, nuevo y ruidoso. Y eso fue lo que hicieron las grandes instituciones de Estados Unidos, desde megacorporaciones como Starbucks, Netflix o American Airlines, a fundaciones, editoriales, periódicos y escuelas primarias. Muchas personas tibias y normales de los años 60 arrugaban el ceño cuando veían, en sus pantallas en blanco y negro, las marchas por los derechos civiles en Alabama.
Muchas personas tibias y normales de 2020 no iban a cometer el mismo error.

Se subirían desde el principio al tren de los ganadores, al "lado correcto de la historia", abriéndoles las puertas a quienes decían tener la solución para acabar finalmente con el racismo en Estados Unidos. Estadísticamente, eran muy pocos: entre un 8% y un 10% del electorado De hecho, muchos de estos poseedores de la fórmula definitiva contra la discriminación ya estaban dentro de las instituciones. Se habían licenciado, por lo general, en campus de élite, y llevaban unos años incorporándose a la vida profesional, sobre todo en los sectores creativos. 

Estadísticamente, eran muy pocos: entre un 8% y un 10% del electorado: el segmento político, paradójicamente, más pudiente de EEUU, y el más blanco, solo por detrás de la extrema derecha. Eran pocos, pero tenían un megáfono enorme. 
La frustración acumulada durante el primer encierro de la pandemia y la crispación inherente a ese año electoral dieron probablemente aún más impulso a la rabia generada por el brutal asesinato de Floyd, y esa fue la ventana por la que el wokismo dio el salto desde los salones académicos a la vida real. De un día para otro, todo el mundo quería contratar "instructores de sensibilidad", fijar cuotas, revisar las políticas de contratación y hacer listas de palabras políticamente incorrectas, todo ello bajo el control de un comité DEI (siglas de Diversidad, Equidad e Inclusión), o, si la empresa era grande, de un flamante y bien pagado Chief Diversity Officer. 
El movimiento 'woke' ejercía presión desde un reducido nicho estadístico que suele encontrarse El fin declarado era excelso: dedicar más recursos a combatir la desigualdad racial en las corporaciones, las universidades, los periódicos, etcétera. 
Pero las personas tibias y normales, que se habían colocado con entusiasmo en el "lado correcto de la historia", empezaron a ver algunas cosas rarunas o francamente incomprensibles. Si se paraban a observar, percibían una clara diferencia sociológica entre el movimiento woke y el movimiento de los derechos civiles de los años 60. Aquel movimiento había surgido desde la base, de entre los propios afroamericanos, llegando a seducir a una mayoría social reflejada en las leyes aprobadas en aquella década. 
El movimiento woke, en cambio, ejercía presión desde un reducido nicho estadístico que suele encontrarse, además, en otras coordenadas étnicas, geográficas y socioeconómicas de las personas a las que dice representar. Esto se puede ver con los latinos. La comunidad latina suma en torno a 60 millones de personas en Estados Unidos. Pero, si uno le pregunta a un latino qué opina del término woke Latinx, que borra el género masculino de la palabra en nombre de la inclusividad y que se encuentra a menudo en artículos y trabajos universitarios, descubrirá que, o no lo conoce (76%, según Gallup en 2020), o lo rechaza. 
Solo un 4% de los latinos dice preferir este término para describir a la comunidad. En el corazón de la lucha por los derechos civiles y de los principios progresistas de siempre está la idea de color 'blindness': no ver color Pero la mayor diferencia entre el antirracismo de antes y el antirracismo de ahora, más allá del perfil de quienes lo promueven, reside en el propio núcleo filosófico. Por ejemplo, en el corazón de la lucha por los derechos civiles y de los principios progresistas de siempre está la idea de color blindness: no ver color. Vivir la vida, trabajar y socializar sin dar la menor importancia al fenotipo de nuestros interlocutores. El mensaje nuclear de los discursos de Martin Luther King. Esta misión básica, colocada en el centro del pensamiento progresista de las últimas décadas, ha sido destruida por el antirracismo woke. 

El término color blindness es considerado racista, porque el racismo es algo tan intrínseco, tan profundo, tan inamovible, que aquel que diga que "no ve color" está engañando a los demás y a sí mismo. Así que la misión no es "no ver color" porque eso es imposible. La misión es asegurarse de que todas las razas ocupan su cuota proporcional de representación y de poder en todas las facetas de la existencia. Si hay un desequilibrio en esas cuotas, eso indica racismo. Y habría que corregirlo rápidamente con escuadra y cartabón. Aquí está otra de las grandes diferencias: el antirracismo tradicional reivindica la igualdad de oportunidades.

 Si bien las políticas de discriminación positiva también figuran en la caja de herramientas socialdemócrata, las cuotas no son el único baremo, y el hecho de que diferentes sectores muestren diferentes configuraciones raciales o de género no refleja necesariamente una situación de opresión. La prioridad es conseguir que todo el mundo parta, más o menos, de la misma línea de salida, dejando que el libre albedrío, el esfuerzo, las tradiciones particulares de cada comunidad y la suerte se encarguen del resto. En el mundo woke, estos matices no existen. Todas las diferencias se explican con el racismo.

La tercera gran diferencia entre el antirracismo clásico de los años 60 y el antirracismo woke reside en sus respectivas actitudes hacia la libertad de expresión. Como la idea de "no ver color", la libertad de expresión era otro de los pilares del progresismo, pues, además de ser un derecho inalienable, resultaba ser un buen instrumento para desafiar al sistema, reivindicar ideas nuevas y hacerse ver. Los woke, en cambio, consideran que la libertad de expresión es el arma que utilizan los racistas y los misóginos para oprimir a las minorías sin tener que sufrir las consecuencias, por eso ha de ser limitada, domesticada. Hay que tener en cuenta que la ideología woke es un híbrido de marxismo (en base a la raza y al género, no a la clase social) y posmodernismo. 
Y el posmodernismo otorga mucha importancia a esas creadoras de la realidad que son las palabras. Por eso, una palabra inadecuada puede hacer igual o más daño que una pistola o un cuchillo de carnicero. De ahí la necesidad de poner al lenguaje bajo vigilancia y de lanzar campañas de cancelación contra quienes hayan dicho algo potencialmente ofensivo contra alguna minoría. 

Con el paso de 2020, 2021 y 2022, las instituciones que se habían envuelto públicamente en las crecientes sopas de siglas y que habían fijado sus ambiciosas cuotas de contratación se dieron cuenta de que la realidad era un tanto más complicada. Muchos Chief Diversity Officers entendieron que los habían contratado como decoración. Luego, simplemente, fueron despedidos.

Una manera de verlo es que las corporaciones solo querían señalizar su virtud, pintarse en las mejillas una bandera del arcoíris, aplacar a una pequeña pero ruidosa parte de la plantilla, y, en suma, evitarse problemas de imagen. Otra manera de verlo es que, en la práctica, las políticas DEI rozaban la ilegalidad. Veamos el caso de Coca Cola. 
El consejero general de la corporación declaró en 2021 que Coca-Cola solo iba a trabajar con bufetes de abogados cuyos nuevos equipos incluyeran un 30% de personas "diversas" (una proporción similar a la de la población estadounidense). 
Ahora imaginémonos que somos uno de los muchos bufetes que se ganan el pan trabajando con esta empresa, y que, por la razón que sea, por ejemplo porque vivimos en un estado mayoritariamente blanco, no tenemos a tanta gente diversa en nuestros equipos. 
¿Qué hacer? 

Dos opciones: o bien ampliar enormemente la plantilla contratando solo a gente de color, o bien despedir a blancos por el hecho de serlo, para reemplazarlos por gente de color. En otras palabras: habría que pisotear la Ley de los Derechos Civiles de 1964, concretamente su Título VII, que prohíbe "la discriminación en el empleo en base a la raza, el color, la religión, el sexo y el origen nacional". Coca-Cola fue denunciada. El consejero legal fue despedido. La compañía anunció que no habría tal medida.

Este fue el proceso por el que, poco a poco, las empresas y las personas tibias y normales fueron dándose cuenta de que no estaban ante Martin Luther King 2.0, sino ante el fenómeno opuesto: una especie de religión primitiva con su propio sacerdocio, lenguaje escolástico, tabús y confesiones públicas de pecados. Pero la decadencia del fenómeno woke no se debe únicamente al hecho de que el raciocinio se fue abriendo camino. Quienes también percibieron una ventana de acción y se apresuraron a aprovecharla fueron los conservadores. El Partido Republicano comprendió que muchas personas tibias y normales iban a salir espantadas del tema woke, y decidió conquistar ese capital político. El campo de batalla fue, sobre todo, la educación. 

En 2021 y 2022 los estados republicanos, liderados por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, aprobaron leyes que reducían la capacidad de maniobra de los profesores, ponían los temarios y las bibliotecas bajo vigilancia, prohibían libros y trataban de equiparar a todo el Partido Demócrata, que sigue siendo de mayoría moderada (New Democrats), con esa minoría del 8% al 10% que armaba tanto jaleo. 
Las protestas propalestinas en los campus de élite, han hecho que los políticos de ambas bancadas se hayan puesto en pie de guerra Los dos fenómenos, la toma de conciencia de la gente tibia y normal, sumada al oportunismo republicano, han hecho que la goma del wokismo, después de estirarse tanto, haya pegado un latigazo en la mano de la izquierda demócrata. 
La culminación de este fenómeno se ha visto este invierno. Las protestas propalestinas en los campus de élite, el santa santorum del wokismo, han hecho que los políticos de ambas bancadas se hayan puesto en pie de guerra. Porque una cosa es destruir las carreras de profesores que dijeron casualmente alguna palabra con un posible significado oculto, linchar en internet a quien sugiera que el sexo biológico existe, cancelar libros y series de televisión o forzar confesiones públicas... Y, otra, meterse con Israel. 
Este fenómeno ha roto la protección tácita de la que gozaba el wokismo en el mundo progresista, que se había puesto de perfil ante las estridencias identitarias. Ahora incluso los presentadores estrella de la CNN, como Fareed Zakaria, hacen monólogos anti-woke que uno o dos años atrás hubieran sido difíciles de imaginar, lo cual ha alegrado, y también disgustado, a quienes siempre se opusieron al wokismo.

"A las personas nuevas que habláis en contra de la DEI cuando oponerse a ello no conlleva ningún coste", tuiteó Peter Boghossian, ex-profesor de la Universidad de Portland que fue objeto, él mismo, de la hostilidad del campus, "¿dónde estabais cuando estos lunáticos racistas estaban destruyendo nuestras instituciones y participando activamente en cazas de brujas de sus enemigos ideológicos?". 

Boghossian, profesor de Filosofía de la Educación y la Ciencia, llevaba desde 2017 aguantando escraches, amenazas, pintadas de esvásticas, bolsas de heces en su despacho y campañas anónimas de difamación, rodeado por el silencio de la mayoría de sus colegas de departamento. Lo entrevistamos en 2021. Le queda el consuelo de decir que se adelantó tanto a los republicanos como a las personas tibias y normales que todavía no habían mirado por debajo de la piel de cordero.




Woke.



Woke («despierto» en inglés) es un término que, originado en los Estados Unidos, inicialmente se usaba para referirse a quienes se enfrentan o se mantienen alerta frente al racismo.​ Posteriormente, llegó a abarcar una conciencia de otras cuestiones de desigualdad social, por ejemplo, en relación con el género y la orientación sexual.​ Desde finales de la década de 2010, también se ha utilizado como un término general para los movimientos políticos progresistas o de izquierda y perspectivas que alegan enfatizar la política identitaria de las personas LGBT, de la comunidad negra y de las mujeres.
Para el 2020, partes del centro político y derecha política en varios países occidentales usaban el término woke, a menudo de manera irónica, como forma de denominar a varios movimientos e ideologías progresistas radicales o de izquierda identitaria posmoderna percibidos como "demasiado rabiosos, entusiastas, agresivos, agitadores, susceptibles o poco sinceros, y por su tendencia a la censura de opiniones discrepantes mediante la llamada cultura de la cancelación".
A su vez, algunos comentaristas llegaron a considerarlo un término ofensivo con asociaciones negativas para quienes promueven ideas políticas que involucran identidad y origen étnico
Para el 2021, woke se había usado casi exclusivamente como un concepto peyorativo, y los usos más destacados de la palabra tienen lugar en un contexto despectivo. Aunque en español no tiene una traducción asentada y generalmente se usa el término inglés crudo, destacada en cursiva o entrecomillada al ser un extranjerismo, en la jerga coloquial de España se llama despiertismo a este movimiento y despiertos o despiertitos​ a los que lo siguen, el primero como término neutro y el segundo despectivo. Una traducción propuesta por la RAE es concienciado.


Origen y usos del término.

La frase «stay woke» («mantente despierto») surgió en los Estados Unidos en la década de 1930. Al desarrollarse dentro del inglés afroestadounidense vernáculo, woke se refirió a una conciencia de los problemas sociales y políticos que afectan a los afroamericanos, especialmente los prejuicios raciales y la discriminación. De esta forma, ha aparecido en varios contextos, por ejemplo, en canciones de Leadbelly y Erykah Badu.
 Tras el asesinato de Michael Brown en Ferguson, Misuri, en 2014, la frase fue popularizada por activistas de Black Lives Matter (BLM) que alegaban buscar crear conciencia sobre los tiroteos policiales contra afroamericanos. La expresión se popularizó en Black Twitter y ganó tracción como un meme de Internet, utilizándose con frecuencia por personas que no eran afroamericanas, a menudo para señalar su apoyo a Black Lives Matter. Asociado con la generación Y, el término se extendió internacionalmente y se agregó al Oxford English Dictionary en 2017.
A medida que el uso del término se ha extendido más allá de sus orígenes afroamericanos, woke se ha utilizado cada vez más como un término general para describir los movimientos de «justicia social» de izquierda. 
Para 2020 críticos de estas posiciones en varios países occidentales han usado el término woke para describir a movimientos de izquierda «fanáticos o insinceros, y tendentes a censurar de forma dogmática cualquier desviación de su perspectiva ideológica».
 Algunos movimientos de izquierda llegaron a considerarlo un término ofensivo utilizado para denigrar a quienes hacen campaña contra lo que ellos perciben como discriminación.
 A menudo se utiliza también como sinónimo de «progre». Empresas de entretenimiento como Disney reconocieron formar parte de este fenómeno social al ser acusadas de promover estos movimientos.

Capitalismo woke y woke-washing.

A mediados de la década de 2010, el lenguaje asociado con el "despertar" había entrado en los principales medios de comunicación y se estaba utilizando para marketing.14​ El término capitalismo woke fue acuñado por el escritor Ross Douthat para las marcas que usaban mensajes políticamente progresistas como sustituto de una reforma genuina.
 Según The Economist, los ejemplos de capitalismo woke incluyen campañas publicitarias diseñadas para atraer a los millennials, quienes a menudo tienen puntos de vista socialmente más liberales que las generaciones anteriores.
Las científicas culturales Akane Kanai y Rosalind Gill describen el capitalismo woke como la tendencia "que se intensifica drásticamente" para incluir grupos históricamente marginados (principalmente en términos de raza, género y religión) como mascotas en la publicidad, con un mensaje de empoderamiento para señalar valores progresistas. Por un lado, Kanai y Gill argumentan que esto crea una idea individualizada y despolitizada de la justicia social, reduciéndola a un aumento de la confianza en uno mismo. 
Por otro lado, la visibilidad omnipresente en la publicidad también puede amplificar una reacción violenta contra la igualdad de precisamente estas minorías. Estos se convertirían en mascotas no solo de las empresas que los utilizan, sino también del indiscutible sistema económico neoliberal.​

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