La derecha señala a las mujeres agentes por el atentado contra Trump.
La prisa de los conservadores por asignar culpables refleja una oposición más amplia entre los republicanos a los esfuerzos de diversificar la contratación de seguridad.
17 de julio de 2024
En las horas posteriores al intento de asesinato del expresidente Donald Trump, surgió en los círculos de la derecha una teoría sexista que explica cómo el Servicio Secreto pudo permitir un fallo de seguridad tan grave: la culpa fue de las mujeres incompetentes de su equipo de seguridad.
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“Miren, no estoy seguro de quiénes son los individuos del destacamento individual, el Servicio Secreto, pero puedo decirles que bajo este gobierno de Biden, lo único que he visto son contrataciones masivas de DEI”, dijo en Fox News el representante Cory Mills, de Florida, refiriéndose a las prácticas de diversidad, equidad e inclusión, conocidas ampliamente como DEI.
“Y puedo decirles que cuando principalmente, cuando principalmente vas tras D-E-I”, continuó Mills, “acabas con D-I-E”, dijo haciendo un intercambio de letras que significan muere.
Benny Johnson, un comentarista de derecha, fue más contundente en una publicación en las redes sociales vista casi 9 millones de veces:
“Humillación absoluta para este grupo de mujeres agentes del Servicio Secreto”, escribió en un post que mostraba las caóticas secuelas del tiroteo, añadiendo: “El Servicio Secreto DEI hace que los presidentes estén MENOS seguros”.
De una falange abrumadoramente masculina de agentes que custodiaban a Trump ese día, estos críticos señalaron a un trío —visiblemente más bajo que sus compañeros y con el pelo recogido en un moño, una coleta y con horquillas, respectivamente, mientras se ponían en peligro para proteger al expresidente— para criticarlas. El video de sus movimientos, incluido un momento en el que una de ellas se esforzaba visiblemente por enfundar un arma, ha provocado la indignación de los conservadores, que han achacado los fallos de la agencia a sus mujeres, sugiriendo que solo fueron contratadas para diversificar la organización, predominantemente masculina.
La agencia está dirigida por Kimberly Cheatle, la segunda mujer que ocupa el cargo de directora.
El Servicio Secreto es objeto de escrutinio por la forma en que los agentes aseguraron el lugar del mitin de campaña y, en última instancia, respondieron al tiroteo, que dejó a Trump herido, a un asistente al mitin muerto y a otras dos personas gravemente heridas. Es el último y más significativo episodio de una larga saga de errores de la agencia, que ha estado plagada en los últimos años de desenfreno, comportamiento imprudente y fallos de seguridad.
No hay pruebas de que la respuesta de ninguna agente del destacamento de Trump —cuyos miembros protegieron su cuerpo con el suyo después de los disparos— causara o colaborara al fallo de seguridad.
Pero la fijación en las pocas que rodearon a Trump en el mitin del sábado refleja un agravio mayor entre algunos conservadores, que han argumentado que las políticas que promueven la diversidad en la contratación son inherentemente injustas y destructivas —y, sobre todo cuando se trata de organizaciones como el ejército y las fuerzas del orden— incluso peligrosas.
Entre las sugerencias de quienes culparon a las agentes del Servicio Secreto por el ataque del sábado: que eran demasiado bajitas; que la agencia había rebajado el nivel de sus pruebas para ellas; y que las mujeres no deberían poder servir en la agencia en absoluto.
“No puedo imaginarme que una empleada DEI de @pepsi sea una mala elección como jefa del Servicio Secreto”, escribió el congresista Tim Burchett, republicano por Tennessee, en un mensaje al parecer sarcástico en las redes sociales. Cheatle trabajó en el Servicio Secreto durante 27 años antes de convertirse en directora de seguridad global de PepsiCo.
Los conservadores sostienen desde hace tiempo que los esfuerzos por codificar la diversidad promueven ideas izquierdistas sobre el género y la raza y distraen la atención de las misiones fundamentales de las organizaciones. La Cámara de Representantes, liderada por el Partido Republicano, ha aprobado repetidamente leyes que eliminarían este tipo de iniciativas en el Pentágono y otras agencias gubernamentales.
“Un ejército progre es un ejército débil”, es un estribillo común entre los legisladores de derecha.
Cheatle ha hablado abiertamente sobre sus esfuerzos para reclutar a más mujeres en el servicio, en parte para ayudar a combatir los problemas de reclutamiento y retención.
“Soy muy consciente, ahora que me siento en esta silla, de que tenemos que atraer a candidatos diversos y asegurarnos de que estamos desarrollando y dando oportunidades a todos en nuestra fuerza de trabajo, y en particular a las mujeres”, dijo Cheatle en su primera entrevista después de ser elegida para dirigir la agencia, con CBS News.
Según el reportaje, el objetivo de la agencia es que las mujeres representen el 30 por ciento de los reclutas en 2030. En la actualidad, representan algo menos de una cuarta parte de la plantilla del Servicio Secreto, según su página web.
El video de esa entrevista, publicado en YouTube, fue invadido en los días posteriores al tiroteo con comentarios que sugerían que ni Cheatle ni las mujeres que la agencia ha contratado desde entonces están cualificadas para sus puestos.
Kym Craven, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Mujeres Ejecutivas de las Fuerzas de Seguridad, dijo que los debates sobre si las mujeres deberían formar parte de un destacamento de protección eran una distracción de las importantes cuestiones de seguridad planteadas por el intento de asesinato.
“Durante siglos hemos tenido incidentes críticos con hombres al mando, y nunca se ha cuestionado que por su género no deban dirigir”, dijo Craven en una entrevista.
“El incidente en sí será objeto de revisión y se juzgará por sí mismo”, añadió. “No me corresponde a mí juzgar si hubo que hacer cambios o si se cometieron errores. Pero el debate sobre el género y el hecho de que, por ser mujer, una persona no deba dirigir una agencia, es algo que no debería producirse en absoluto”.
Craven dijo que a las mujeres que prestan servicio en las fuerzas del orden se les exigen los mismos requisitos de agilidad física y forma física que a los hombres.
“Que yo sepa, no hay ninguna mujer dirigente en esta profesión que pida que se rebajen los estándares o que se hagan excepciones para las mujeres”, señaló.
Melanie Burkholder trabajó durante seis años como agente especial del Servicio Secreto, y en 2012 protegió a candidatos políticos —incluido el candidato presidencial republicano Mitt Romney— durante la campaña electoral.
Burkholder dijo en una entrevista que el debate sobre si las mujeres podían servir en la agencia le parecía “ridículo”, señalando que las primeras mujeres agentes de seguridad juraron su cargo en el Servicio Secreto en 1971.
“En mi opinión, es ridículo que en este momento estemos debatiendo si las mujeres aportan valor añadido, si rinden o cualquiera que sea el asunto”, dijo.
Un portavoz del Servicio Secreto no respondió a la petición de comentarios.
Pero cuando Trump entró en la Convención Nacional Republicana el lunes por la noche en Milwaukee —su primera aparición pública desde el tiroteo en su mitin— estaba flanqueado por lo que parecía ser una falange masculina de agentes del Servicio Secreto.
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