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Camilla Martelli (c. 1545 - 30 de mayo de 1590) fue primero la amante y luego la segunda esposa del Gran Duque de Toscana, Cosme I de Médici. Ella era la madre de Virginia de Médici, futura duquesa de Módena. Biografía. Nacida en una de las familias más importantes de la aristocracia florentina, Camilla era la hija de Antonio Martelli y Fiammetta Soderini. Elogiada por su belleza, después de la muerte de Leonor de Toledo, la primera esposa de Cosme y después del final de la relación de este con Leonor de Albizi, Camilla se convirtió en la amante de Cosme a pesar de ser 26 años menor que él. Camilla estaba junto a él durante su vejez, cuando a causa de su mala salud se retiró a la vida privada en la villa di Castello, abdicando en favor de su hijo Francisco I de Médici. Camilla tuvo una hija con Cosme en 1568, Virginia, pero ella siempre estaba resentida por los hijos del primer matrimonio de Cosme. A pesar de su oposición, Cosme se casó con Camilla en 1570, por orden explícita del Papa Pío V. Sin embargo, el matrimonio era morganático, y a Camilla no se le dio el título de Gran Duquesa. En respuesta a las quejas de su hijo Francisco, Cosme escribió: «Soy un privado y me casé con una dama florentina, y de buena familia», lo que significaba que porque ya no era gran duque, que era libre de elegir a su esposa de cualquier rango de la sociedad. Su hija, Virginia, fue legitimada e integrada en la línea de sucesión de la Toscana. Camilla fue el foco principal de amargas discusiones entre Cosme y sus hijos en su vejez. No estaban de acuerdo con su apetito por el lujo ostentoso, que pareció vulgar en comparación con la elegancia de buen gusto de su difunta esposa Leonor de Toledo. El Gran Duque, por no despertar el escándalo, se recluyó y prohibió las fiestas y celebraciones oficiales. En 1574 Cosme I, que había sufrido al menos un accidente cerebrovascular, tenía movilidad limitada y era incapaz de hablar debido a problemas circulatorios; murió el 30 de abril. Después de su muerte, Camilla se vio obligada a retirarse al convento florentino de la Murate a los veintinueve años, donde no ocultó sus esperanzas de casarse de nuevo. Debido a sus quejas, y los caprichos de la verdadera histeria, fueron las propias hermanas a pedir al Gran Duque transferirla a otra parte, en el convento de Santa Mónica, donde había sido criada cuando niña. Se le permitió abandonar el convento sólo para asistir a la boda de su hija Virginia, el 6 de febrero de 1586, con César de Este, nieto de Alfonso I de Este, duque de Ferrara. Deseosa de disfrutar de una mayor libertad después de la muerte de Francisco I, le preguntó al Gran Duque Fernando I si podía de dejarla salir del convento. Se le concedió su deseo y pudo vivir en la villa de Lappeggi. Pero después de una serie de crisis políticas, la obligó a regresar a Santa Mónica, donde murió en 1590. Descendientes Virginia de Médici (Florencia, 29 de mayo de 1568-Módena, 15 de enero de 1615) fue una noble italiana, hija natural de Cosme I de Médici y de su amante, Camilla Martelli. Fue duquesa de Módena y Reggio por su matrimonio con César de Este.
Alfonso III de Este (Ferrara, 22 de octubre de 1591-Castelnuovo di Garfagnana, 24 de mayo de 1644) fue duque de Módena y Reggio desde 1628 a 1629. Francisco I de Este (Módena, 6 de septiembre de 1610-Santhià, 14 de octubre de 1658) fue el hijo mayor de Alfonso III de Este, duque de Módena y Reggio, e Isabel de Saboya. Sucedió a su padre en los derechos al ducado el 25 de julio de 1629 y fue duque de Módena y Reggio desde 1629 hasta su muerte. Isabel de Este (Módena, 3 de octubre de 1635-Colorno, 21 de agosto de 1666)[1] fue duquesa de Parma y Plasencia como la segunda esposa del duque Ranuccio II Farnesio. Fue la abuela paterna de Isabel Farnesio, reina consorte de España. Eduardo II Farnesio (en italiano: Odoardo Farnese) (Colorno, 12 de agosto de 1666 – 6 de septiembre de 1693), heredero del ducado de Parma y Plasencia. Era hijo del duque Ranuccio II Farnesio y de Isabel de Este, su segunda esposa, quien murió a los 9 días de dar a luz al príncipe Eduardo. Isabel Farnesio (Parma, 25 de octubre de 1692-Aranjuez, 10 de julio de 1766) fue una aristócrata italiana, reina consorte de España como segunda esposa del rey Felipe V y madre de Carlos III. |
ESCUDO DE ARMAS |
Cuando uno visita la Toscana, usted no puede evitar fijarme en el escudo de armas de la familia Medici, famoso por su escudo de armas amarillo, con 6 bolas rojas, que se llaman bezantes en un escudo de oro en la heráldica. Sin embargo algunas de estos escudos de armas a menudo tienen un número de bezantes diferentes. Al principio de la dinastía las "bolas" eran 11, hasta que Giovanni di Bicci bajo a 9. Cosimo il Vecchio, su hijo, la reducida a 8, y el hijo de este último, Piero el gotoso, bajo a 7. Escudo de Piero, eran de siete bolas que el medio, era azul con color diseñado por los tres lirios dorados de real de Francia, como resultado del privilegio concedido por el rey Luis XI en 1465.La última disminución de "bezantes" vino con Lorenzo il Magnifico. En la opción de "bolas" hay varias leyendas y supuestos: Hay quien dice que la nave originalmente llevada a cabo por la familia, Doctor, Luego usaron las píldoras, en la edad media que eran en realidad rojo y redondo. Otra leyenda dice que el fundador ha curado de una enfermedad grave no menos que el emperador Carlo Magno, aplicación de las tazas que inventó para salassarlo. El emperador, agradecido, daría estas tazas que tendrían las "bolas" que se observan en la capa de brazos. Otra leyenda quiere que los médicos discendino directamente de la mitología de Dios semilla Perseus, y que las "bolas" de la capa de brazos representan las perillas, reunió en el jardín de las Hespérides. Incluso la leyenda que podría rastrear el origen de la capa de brazos de Averardo de ' Medici, Caballero llevó a cabo en Italia por Carlo Magno, Eso lo mataría en un duelo de un gigante que lanzó el Mugello, Es muy sugerente. Es más probable que el número de "bolas" representa el número de enemigos muertos en combate que tomó como su nombre. Los médicos entonces podría ser iniciados por cualquier soldado que, en una gran batalla o campaña, como una cruzada, asesinado 11 enemigos, número de bolas que tenía razón al principio en el escudo de armas. También hay quienes dicen que "bolas" podrían ser monedas, en recuerdo de los banqueros familiares. |
Cosme I, el poderoso Médici que Leonardo da Vinci ha eclipsado sin querer Dos genios florentinos. El gran artista del Renacimiento ha compartido quinto centenario con el gobernante que diseñó la Florencia actual y el ducado de la Toscana. 27/12/2019 El mismo año que moría Leonardo da Vinci, en 1519, nacía en Florencia uno de los personajes más relevantes de la historia de la ciudad, Cosme I. Ambos han sido recordados este año con motivo de sus respectivos quinto centenarios, aunque no existe ningún resquicio de duda: la conmemoración en honor al genial artista florentino ha eclipsado a la del Médici, incluso entre los descendientes de los que fueron sus súbditos. “Florencia debe mucho a Cosme I; si no todo, casi todo; mientras que muy poco a Leonardo”, explica con resignación el historiador Maurizio Arfaioli, especialista en el primer gran duque de Florencia y comisario de la exposición Cento lanzi per il Principi que le ha dedicado la Galería de los Uffizi. La memoria es débil, mientras que la fama del pintor no dejó de crecer desde el famoso robo de la Gioconda del Louvre a finales del siglo XIX. La última gran contribución a su popularidad cabe buscarla en las exitosas novelas de Dan Brown. El artífice de la Florencia actual. El primer gran duque de la Toscana parece haber caído en un olvido que va mucho más allá. “La memoria del Renacimiento está desapareciendo lentamente”, constata Arfaioli. Y con él, los grandes personajes que lo forjaron, especialmente los que no dejaron para la posteridad una firma asociada a una obra de arte que haya podido vencer el paso del tiempo y de las modas, como las que Leonardo ejecutó sobre todo lejos de Florencia, donde se formó como artista en el taller de Verrochio. Cosme no es Leonardo ni Michelangelo. En cambio, parte de su legado puede apreciarse en el aspecto de la Florencia actual. Algunos ejemplos: él mandó construir la galería de los Uffizi, el famoso Corridoio Vasariano, finalizó las obras del palacio Pitti, inició las del Bóboli, transformó el palacio Vecchio dándole el aspecto actual, lo mismo con la plaza de la Signoria con su estatua a Neptuno... “La ciudad que hemos heredado ha sido creada y reconstruida por Cosme y sus descendientes”, insiste el historiador. Su faceta como impulsor urbanístico y artístico sigue. Otros ejemplos: creó la primera academia de diseño ‘estatal’ para formar a los futuros artistas, con un anciano Michelangelo como académico de honor, y lideró la recuperación del pasado etrusco. Ahora bien, la política cultural de Cosme I resulta la punta del iceberg de la inmensa herencia de un hombre que revolucionó Florencia y que ni tan siquiera estaba destinado a gobernar. Sin duda, los caminos del Señor son inescrutables y el de los Médici, todavía más. Un Médici secundario. Cosimino, como le llamaban de pequeño, llegó al poder de carambola tras la muerte de Alejandro de Médici, primer duque de Florencia, a manos de Lorenzino, un pariente que pretendía ocupar su lugar. Sin embargo, el plan le salió mal y se vio obligado a huir rápidamente de la ciudad para salvar el pellejo, dejando la rama principal de la familia sin ningún heredero claro. Ante tal situación, los patricios de Florencia, quienes realmente gobernaban la ciudad, se apresuraron a buscar un sucesor. Cosme, que tenía 17 años y procedía de la rama secundaria de los Médici, se convirtió en el escogido. “Él mismo fue el primer sorprendido por esta elección”, revela Arfaioli. Las familias poderosas vieron en él a un joven criado en la campiña fácilmente manipulable. Pero se equivocaron, y de qué manera. Con Cosme I, los Médici dejaron de ser los ‘primi inter pares’ (primeros entre iguales) para convertirse, hasta el final de la dinastía, en la encarnación del poder sin prerrogativas.
Dicho de otro modo, Cosme acabó definitivamente con la república florentina, toda una revolución política a la que no le faltaron detractores. Ahora bien, Cosme consumó este vuelco institucional sin renegar de la república, al contrario. “Se apropió de su memoria y transformó sus administraciones para vertebrar una Florencia entorno a su figura”, detalla Arfaioli. “Era un hombre de una inteligencia prodigiosa que se convirtió en duque sin haber sido educado para tal fin, lo que hace que su estilo de gobierno sea único en toda Europa”. Ejerció un control total sobre todo lo que se movía: el ejército, las leyes, las finanzas... hasta la cultura, donde jugó un papel vital a sus órdenes el artista Giorgio Vasari. “No lo hizo sólo por ambición, sino por necesidad, ya que al no ser un sucesor directo debía ostentar poder o, por el contrario, caería”, analiza Arfaioli. Un matrimonio de estado. Cosme I también quiso demostrar este dominio a través de un buen matrimonio político. Y logró esposarse con Leonor de Toledo, hija del virrey de Nápoles. Además, mantuvieron una feliz relación conyugal, algo poco habitual en este tipo de enlaces. Con el paso del tiempo, el hábil Cosme se convirtió en el primer gobernante italiano en poseer el tratamiento de alteza.” No logró, como pretendía, que el emperador le nombrase rey de la Toscana”, relata Alfaioli, pero el Papa le consoló concediéndole el título de gran duque de la región que él mismo unificó muy a pesar de los pisanos y sieneses. Y no sólo eso, también se encargó de crear un sello identitario utilizando para ello el pasado etrusco. En definitiva, el gran duque Cosme I transformó la arruinada Florencia en la capital próspera de un estado regional, asentando unas bases de gobierno eficaces que no agradaron a todo el mundo, tanto dentro como fuera de sus dominios. El paso del tiempo tampoco le ha ayudado y sigue considerándose una figura controvertida. “Todavía perdura el debate entorno a su figura, ¿fue el hombre que salvó Florencia o quien la destruyó?”, expone Arfaioli. Quinientos años después de su nacimiento, su ciudad no le ha abandonado del todo y durante este año que finaliza se han organizado exposiciones y conferencias en diferentes lugares, desde la Galería de los Uffizi con la citada muestra Cento lanzi per il Principe dedicada a su guardia personal, pasando por el palacio Pitti, que colgó toda una serie de tapices de época realizados en su honor en la espléndida Sala Bianca, o la Biblioteca Medicea Laurenziana, que enseñó sus libros de cabecera.
Aún así, su recuerdo queda muy lejos de los honores recibidos por Leonardo da Vinci por todo el mundo. “Fue un hombre de pulso duro y siempre ha habido una cierta indiferencia popular sobre su figura”, considera Valentina Zucchi, historiadora de Mus.e, la entidad que impulsa los museos cívicos florentinos, quien también pone en valor su herencia. “Creó el estado de la Toscana y su peso político, territorial, estratégico y cultural es enorme”, prosigue. “Se debe reivindicar a Cosme”, espeta enérgicamente Arfaioli. “¿Cuántos turistas que vienen a Florencia han oído hablar de él?”, se pregunta. Y es que incluso su magnífica estatua ecuestre en la plaza de la Signoria, obra de Giambologna, puede pasar desapercibida ante la majestuosidad de la fuente de Neptuno o la copia del David de Michelangelo. Seguro que en 2074, cuando se celebre el quinto centenario de su muerte, habrá otra oportunidad de rescatarlo del olvido y reinterpretar su legado. De momento, la celebración de su nacimiento casi no ha logrado traspasar las fronteras de su tan ansiado gran ducado. |
Biblioteca Laurenciana. |
La Biblioteca Laurenciana o Biblioteca Medicea Laurenciana (en italiano: Biblioteca Medicea Laurenziana) es una de las bibliotecas más importantes de Florencia y de toda Italia. Es famosa por conservar aproximadamente 11.000 manuscritos. Construida en el claustro de la medicea basílica de San Lorenzo, fue patrocinada por el papa Clemente VII (Julio de Médici). Historia Julio de Medici invirtió su fortuna en proyectar un edificio que representara la prosperidad del poder de la familia Médici en Florencia. Para eso, eligió dos proyectos que serían anexos de la Basílica de San Lorenzo, uno de ellos fue la Nueva Biblioteca, la cual se destaca tanto por su elección como por el símbolo de filantropía que representa. El Humanismo surgió como movimiento independiente, pero no hubiera podido florecer trascendiendo el estudio de antiguos manuscritos de no ser por el apoyo económico que recibió. Los Médici hicieron ostentación de su apoyo económico a las ciencias y las artes para reforzar y establecer aun más su posición política. El conocimiento y su adquisición pasaron a ser un símbolo de poder para esta familia. Miguel Ángel, tras la realización de los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina retorna a Florencia, donde trabaja como arquitecto a las órdenes del nuevo papa León X de Médici, elegido después de la muerte de Julio II. Proyecta la fachada de la Basílica de San Lorenzo, nunca realizada, y en 1519 construye la Capilla Medicea o Sacristía Nueva para acoger los sepulcros de los Médici. A la realización de las tumbas mediceas se dedica desde 1521, y tres años después, en 1524 el papa Médici Clemente VII encarga la construcción de la Biblioteca Laurenciana, para la conservación de los preciosos códices de la colección medicea. Miguel Ángel comenzará a flanquear un costado del claustro levantado por el biógrafo y seguidor de Brunelleschi, Antonio Manetti. En 1527, la invasión de las tropas de Carlos I de España y la expulsión de los Médici de Florencia, interrumpen los trabajos para los complejos laurencianos. Los trabajos en la sacristía nueva y en la biblioteca serán retomados en 1530, después del restablecimiento de los Médici en el gobierno de Florencia. Pero en 1534 Miguel Ángel se traslada definitivamente a Roma por el nuevo encargo de Clemente VII de pintar un Juicio Final para el altar de la Capilla Sixtina, interrumpiendo los trabajos en San Lorenzo para iniciar dicho proyecto. Tras esta interrupción siguen construyendo el edificio de la Biblioteca Laurenciana Bartolomeo Ammannati y Giorgio Vasari. En 1571, Cosme I de Médici, gran duque de Toscana, abrió la todavía incompleta Biblioteca al público. En 1757 fue elegido bibliotecario de esta a Angelo Maria Bandini, que pasó cincuenta años en el cargo y que siguió una política de adquisiciones para engrandecimiento de la Biblioteca y además publicó los primeros catálogos de los fondos bibliográficos. A lo largo del tiempo se han realizado numerosas aportaciones a la colección. En el siglo XIX el bibliófilo florentino Angelo Maria d'Elci donó su colección de primeras ediciones de clásicos latinos y griegos y se adquirió la biblioteca de Lord Bertram Ashburnham, con importantes códices mayoritariamente en lengua italiana. El edificio. Durante la década de 1520, Miguel Ángel diseñó de la Biblioteca Laurenciana la sala de lectura y vestíbulo con la escalinata de acceso, anexa a la citada iglesia, aunque los trabajos no finalizaron hasta varias décadas después y ya no bajo la dirección del maestro toscano. Miguel Ángel tomó como punto de referencia el tipo de articulación de muros desarrollado por sus predecesores florentinos, pero en lugar de seguir con fidelidad los cánones clásicos estipulados por griegos y romanos, Miguel Ángel utilizó estos motivos —columnas, frontones, ménsulas— de manera más personal y expresiva. El vestíbulo o ricetto (construido en 1559 por Bartolomeo Ammannati) invita al silencio con sus ventanas ciegas de estípites colgantes y peraltados que se unen a las vigas del techo. Destaca en este la triple escalinata que se resume en una sola rampa, planeada por Miguel Ángel y que es el ejemplo perfecto de la Arquitectura del Manierismo. Escaleras arriba, la sala de lectura es con reiterada contraposición de vanos ciegos rectangulares y cuadrados, una individualizada y recoleta insistencia al estudio y la meditación. Bajo el actual suelo de taracea de madera de la sala de lectura de la biblioteca existe un enlosado de 15 paneles blancos y rojos de terracota. Este suelo se descubrió por casualidad en 1774 cuando una balda del escritorio 74 cedió por sobrepeso y se rompió. En la obra de reparación se descubrió este suelo oculto. Existen en la actualidad trampillas para que los visitantes admiren este inusual pavimento. Conforman, con losas cuadradas de 2,6 metros de lado, una secuencia basada en los principios básicos de la geometría. Se cree que las baldosas fueron colocadas siguiendo el diseño del mobiliario original que posteriormente se cambió para aumentar el número de escritorios de la sala. Vestíbulo Considerado el espacio más representativo de la Biblioteca de la Arquitectura del Manierismo, es un espacio de perímetro reducido pero gran altura, conforma un ambiente alto y estrecho con paredes ornamentadas, tratadas como fachadas externas. Los elementos utilizados destacan principalmente por su valor plástico, como si fuera una gran escultura, donde en su parte más alta la decoración es aun más espesa, a la par de las únicas entradas de luz del espacio, inalcanzable para la persona que se encuentra dentro, que ayuda a incrementar la sensación de angustia. Principalmente, el espacio en planta está invadido por la escalera que precede a la sala de la biblioteca. La escalera es lo más destacable y la verdadera protagonista de este recinto. Ocupa más de la mitad del espacio en planta, con tres tramos distintos que se encuentran en un descanso para luego terminar en unificado hasta la sala de lectura. Colección Bancas diseñadas para la Biblioteca Laurenciana. La Biblioteca conserva alrededor de:
Ciertamente la colección no supera en número al de otras importantes bibliotecas del mundo, sin embargo, su valor excepcional lo compensa, debido al número de manuscritos, antigüedad de éstos, valor filológico y belleza. |




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