Rey Ramiro I de Aragón |
Ramiro I de Aragón. ?, c. 1006-1007 – Graus (Huesca), 8.V.1063. Primer rey de Aragón. Ramiro I fue el primer rey de Aragón, reino formado tras la división de los territorios gobernados por Sancho Garcés III de Navarra. Nacido hacia 1006-1007, su primera actuación pública confirmando un documento de su padre tuvo lugar en 1011, momento a partir del cual se observa su presencia de manera regular en la Corte real. Era hijo del citado Sancho Garcés III y de una mujer llamada Sancha, procedente de una familia aristocrática de la comarca de Aibar, que vivía todavía en 1070. No pertenecía, por tanto, a la prole del Rey habida con Munia, la esposa oficial del Monarca. Esta circunstancia le apartaba de la sucesión directa, atribuida al primogénito de este matrimonio, García Sánchez, pero no lo marginó del conjunto de decisiones tomadas por Sancho el Mayor para ordenar su sucesión. Tradicionalmente, se ha interpretado esta posición de Ramiro como la de un hijo ilegítimo, pero esta categoría parece poco adecuada para la mentalidad de las familias aristocráticas del siglo XI y, en concreto, no sirve para explicar el hecho de que recibió el poder sobre una parte importante del Reino. Cabe pensar, más bien, en que este concubinado del que nació Ramiro era el fruto de una alianza con una facción nobiliaria, un acuerdo secundario frente a la prestigiosa vinculación con el linaje condal castellano, pero no desdeñable, que fue contraído en la fase más temprana del reinado de Sancho III. El signo ramirense colocado reiteradamente en los documentos reales, junto con la fórmula regulus, “régulo”, como testimonio formal de su aprobación del acto contenido en el pergamino, corrobora que recibía un trato paritario con sus hermanos. En 1035, Sancho el Mayor completó el programa de reparto de sus posesiones entre sus hijos: Ramiro obtuvo las tierras comprendidas entre Vadoluengo (en Sangüesa, sobre el río Aragón) y Matidero (en Sobrarbe), es decir, un territorio que comprendía la actual Jacetania, los valles de Ansó, Echo, Canfranc y Tena, la cuenca media del río Gállego, las depresiones interiores de las sierras del Prepirineo y el norte de las Cinco Villas. Le fueron asignadas, igualmente, diversas localidades en Aibar, los alrededores de Pamplona, Estella y La Rioja, mientras que sus hermanos García y Gonzalo consiguieron algunas fortificaciones situadas dentro del Reino aragonés, en particular Petilla, Ruesta y Loarre. Ramiro I, como pone de manifiesto el propio documento original de la concesión de Sancho III, juró fidelidad y ayuda militar a García Sánchez, el futuro rey navarro, lo que sugiere que el diseño general de la división contemplaba la sumisión feudal de los tres dirigentes implicados (Ramiro, Fernando y Gonzalo) a la rama central de la dinastía. Y, efectivamente, Ramiro se mantuvo acorde con esta previsión, si se exceptúa una crisis hacia 1037, cuando se enfrentó brevemente con García en un oscuro episodio militar apenas conocido. Al margen de este incidente, las relaciones con él, con Fernando I de León y con su sobrino Sancho Garcés IV parecen haber sido buenas. Existe una discusión historiográfica relativamente menor a propósito de si Ramiro se consideraba rey, puesto que, aparentemente, no utilizaba este título para referirse a sí mismo en los documentos de su cancillería. Es posible, ciertamente, que rehuyese emplear este signo de soberanía como muestra de respeto por sus parientes mayores navarros, pero es preciso tener en cuenta que se tienen muy pocas piezas originales para asegurarlo y, en todo caso, tanto en los documentos de sus hermanos como en los textos privados aragoneses es tratado como “rey” de manera habitual. Pocos meses después de su acceso al poder, acaecido en septiembre de 1035, Ramiro contrajo matrimonio con Gisberga-Ermesinda, hija del conde de Foix (agosto de 1036), con el cual sellaba una alianza con un principado pirenaico cercano. Con ella tuvo, a partir de 1043, a Sancho Ramírez, su heredero, a García, obispo de Jaca (1076-1086), y a Sancha, Teresa y Urraca. Desaparecida a principios de los años cincuenta Ermesinda, el Monarca se casó hacia 1054 con una mujer llamada Inés, que probablemente procedía de la familia ducal de Aquitania. Cabe señalar que durante el lapso de tiempo en el que careció de sucesor (1036-1043), Ramiro I procreó un hijo, llamado igualmente Sancho Ramírez, que sufrió un exilio temporal hacia 1059, según indica el Rey en su primer testamento. Reconciliado con su padre y hermano, el conde Sancho Ramírez se convirtió en uno de los magnates más importantes del Reino hasta su muerte en 1105. Los años iniciales del reinado permanecen en un discreto anonimato, tal vez porque en su transcurso se produjo el afianzamiento del nuevo espacio político y se consolidó la autoridad de Ramiro, procesos que han dejado poco rastro en las fuentes. Hacia 1043 se sentía lo bastante seguro de su posición como para anexionar Sobrarbe y Ribagorza, atribuidos por su padre a su hermano Gonzalo, un joven colocado al parecer bajo la tutela de García Sánchez y que murió no mucho tiempo después. A principios de 1044, los textos provenientes de esta región oriental indican que los nobles, los monasterios y el obispado rotense reconocían a Ramiro como rey, algo que, en principio, excluye una conquista violenta y apunta más bien a que los dirigentes sociales de estos territorios prefirieron un liderazgo firme y próximo a la posibilidad lejana de un soberano propio. Esta incorporación no solamente incrementó de manera apreciable las dimensiones del Reino aragonés, sino que implicó al Monarca en las disputas territoriales en la Baja Ribagorza. La guerra contra el Islam en las fronteras ribagorzanas tuvo su origen remoto en la conquista del ilerdense valle de Ager por el vizconde Arnau Mir de Tost, hacia 1034. En los años siguientes, este éxito y otros semejantes dispararon el interés de los condes de Urgell y Barcelona, que intervinieron en la zona reclamando parias y estableciendo algunas fortificaciones en Caserras, Purroy, Pilzán y Estopiñán, entre otros lugares, en los años que median entre 1046 y 1058. Estos castillos se hallaban cercanos al río Cinca y, por tanto, a una vía natural de comunicación entre la montaña y el llano, que permitía a los nobles catalanes interesarse tanto por la ocupación de Lérida y Fraga como por la de Monzón y Barbastro. Todo ello afectaba obviamente a la esfera de influencia aragonesa, en las áreas que prolongaban hacia el sur los territorios de Sobrarbe y Ribagorza. Hacia 1055, Ramiro I se implicó decididamente en la lucha por el control de esta región, con la construcción de una fortaleza en Abizanda. A partir de entonces se inició una fase de negociaciones, en la que el rey aragonés cortejó al vizconde Arnau Mir y al conde de Urgell, Ermengol III, a los que se atrajo hacia 1062. En esta fecha tuvo lugar la toma de Benabarre, que por su situación central constituía una especie de capital comarcal en la Baja Ribagorza, y otros castillos de su entorno, alguno de los cuales fue atribuido como feudo a Arnau Mir. Esta atracción revistió la forma de juramentos de fidelidad feudal, ya que así lo asegura el mismo Arnau Mir en su testamento, pero también adoptó el ropaje de una alianza matrimonial doble, llevada a cabo con el conde de Urgell. De este modo, Ermengol III tomó por esposa a Sancha, hija de Ramiro (fallecida en 1097), mientras Sancho Ramírez, el futuro heredero del trono, se casaba con Isabel, hija de Ermengol. Un doble vínculo que tenía como fundamento la mutua colaboración contra los musulmanes. Este acuerdo debe ponerse en relación con el vasallaje establecido a comienzos de 1063 con Sancho Garcés IV, por el que éste cedía al rey aragonés las poblaciones de Sangüesa, Lerda y Undués, a cambio de su consejo y ayuda. Con él se neutralizaba también la posibilidad de que los nobles navarros combatiesen en favor del Reino taifa de Zaragoza. Reforzado con estas alianzas, Ramiro estaba en condiciones de plantear una decidida ofensiva en el valle del Cinca. Iniciado este ataque en la primavera de 1063, con el objetivo de tomar Graus, los aragoneses se enfrentaron con el ejército de la taifa de Zaragoza con un resultado desastroso, hasta el punto de que el propio Rey murió en la batalla, que tuvo lugar el 8 de mayo de 1063. Es difícil describir las consecuencias de esta derrota, pero la pasividad que evidencia Sancho Ramírez en los años siguientes es todo un síntoma de la magnitud del desastre. Una pasividad que es tanto más significativa cuanto que en el transcurso de 1064 una gran expedición de nobles de diversas regiones francesas e italianas se reunieron y, con el aliento explícito del Papa, atacaron Barbastro y ocuparon la ciudad musulmana durante ocho meses, antes de la reconquista de al-Muqtadir. A medio plazo, el fracaso de Graus paralizó durante casi un cuarto de siglo los avances territoriales en este sector de la frontera con el Islam, pero este acontecimiento no puede ocultar el balance positivo del reinado de Ramiro I, que dejó a su muerte plenamente consolidado el Reino de Aragón, bien articulada la relación entre su heredero y la nobleza y, finalmente, un tejido de alianzas con otros principados feudales hispánicos y pirenaicos que culminaron en los decenios siguientes. Bibl.: E. Ibarra, Documentos correspondientes al reinado de Ramiro I, desde 1034 hasta 1063, Zaragoza, A. Uriarte, 1904; A. Ubieto Arteta, Cartulario de San Juan de la Peña, Valencia, Gráficas Bautista, 1962-1963; A. Canellas López, Colección Diplomática de San Andrés de Fanlo (958-1270), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1964; A. Durán Gudiol (ed.), Colección Diplomática de la Catedral de Huesca, vol. I, Zaragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos, 1965; Ch. J. Bishko, “Fernando I y los orígenes de la alianza castellano-leonesa con Cluny”, en Cuadernos de Historia de España (CHE), XLVII- XLVIII (1968), págs. 31-135 y XLIX-L (1969), págs. 50-116; J. M. Lacarra de Miguel, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, Pamplona, Aranzadi, 1972-1973; A. Ubieto Arteta, Historia de Aragón. I. La formación territorial, Zaragoza, Anubar, 1981; J. A. Sesma Muñoz, “Instituciones feudales en Navarra y Aragón”, en En torno al feudalismo hispánico, Ávila, Fundación Sánchez Albornoz, 1989, págs. 343-371; A. Ubieto Arteta, Los orígenes de los reinos de Castilla y Aragón, Zaragoza, Universidad, 1991 (2.ª ed.) [revisa sus estudios anteriores: “Ramiro I de Aragón y su concepto de la realeza”, en CHE, 20 (1953), págs. 45-62 y “Estudios en torno a la división del reino por Sancho el Mayor de Navarra”, en Príncipe de Viana, 21 (1960), págs. 5-56 y 163-236, además de otros artículos secundarios]; C. Laliena y Ph. Sénac, Musulmans et Chrétiens: aux origines de la reconquête aragonaise, Paris, Minerve, 1991; A. Durán Gudiol, Ramiro I, Zaragoza, IberCaja, 1993; C. Laliena Corbera, La formación del Estado feudal. Aragón y Navarra en la época de Pedro I, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1996; “Expansión territorial, ruptura social y desarrollo de la sociedad feudal en el Valle del Ebro, 1080-1120”, en C. Laliena Corbera y J. F. Utrilla Utrilla (eds.), De Toledo a Huesca. Sociedades medievales en transición a finales del siglo XI (1080-1100), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1998, págs. 199-227; A. J. Martín Duque, “Navarra y Aragón”, en M. Á. Ladero Quesada (coord.), La reconquista y el proceso de diferenciación política (1035-1217), en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menénedez Pidal, vol. IX, Madrid, Espasa Calpe, 1998, págs. 239-326; Ph. Sénac, La frontière et les hommes. Le peuplement musulman au nord de l’Ebre et les débuts de la reconquête aragonaise, Paris, Maisonneuve et Larose, 2000. |
Ermesinda (Gisberga) Roger. Foix (Francia), p. s. xi – Aragón, 1049-1054. Reina de Aragón, esposa de Ramiro I. Biografia Ermesinda era hija de Bernardo Roger, conde de Foix, que dominaba también el condado de Bigorre en el primer tercio del siglo XI. Su nombre de bautismo fue Gisberga, pero le fue cambiado para adoptar el citado en homenaje a la condesa de Barcelona, Ermesinda, junto con la cual parece haberse educado. Era, además, hermana de Estefanía, que se casó con García Sánchez IV de Navarra. Contrajo matrimonio con Ramiro I en agosto de 1036, cuando fue entregada al Monarca por el obispo de Bigorre y los vizcondes de Lavedan, García y Guillem Fort. Esta boda suponía la creación de una alianza muy estrecha entre el linaje condal de Bigorre y la monarquía aragonesa, manifestado en la muerte de Bernard II, hermano de Ermesinda, combatiendo contra los musulmanes hacia 1077. Sus sucesores, llamados Céntulo (I, muerto c. 1090 y II, muerto en 1134) se distinguieron también como vasallos y aliados de los reyes aragoneses. Ramiro I y Ermesinda tuvieron varios hijos: Sancho Ramírez, también rey de Aragón, García, obispo de Jaca (fallecido en 1086, obispo de Jaca entre 1076 y 1086), Sancha, casada con Ermengol III de Urgell hacia 1063 (fallecida en 1097), Urraca, monja en Santa Cruz de la Serós (fallecida c. 1077-1078) y Teresa, de la que no se sabe nada. Ermesinda deja de ser citada en las fuentes en 1049 y se sabe que en 1054 figura una nueva mujer junto a Ramiro I, Inés, probablemente de Aquitania. Bibliografía C. Laliena Corbera, “La formación del Estado feudal. Aragón y Navarra en la época de Pedro I”, en Edad Media. Revista de Historia (Huesca), n.º 2 (1996) A. I. Lapeña Paúl, Sancho Ramírez. Rey de Aragón (¿1064?-1094) y rey de Navarra (1076-1094), Gijón, Ed. Trea, 2004. |
Inés de Poitiers (I) Inés de Poitiers. Poitou (Francia), p. m. s. XI – ?, s. m. s. XI. Reina de Aragón, segunda esposa de Ramiro I. Biografía Ramiro I contrajo un primer matrimonio con Gisberga-Ermesinda en 1036, del que tuvo cinco hijos, entre los que destaca su heredero Sancho Ramírez. La última mención segura de Ermesinda actuando con el Monarca se fecha en septiembre de 1045, aunque es probable que siguiera viva hasta principios de los años cincuenta. Fallecida en este momento, Ramiro se casó una segunda vez con una mujer llamada Inés, registrada únicamente en un documento, del 10 de octubre de 1054. Como ocurre con frecuencia en este período, su identidad está lejos de hallarse confirmada. El conocimiento que se tiene de ella es más una hipótesis razonable, que una certeza. A juzgar por el nombre, Inés provendría del linaje ducal de Aquitania, donde se convirtió en tradicional entre las mujeres a partir del matrimonio entre Guillermo V el Grande e Inés, hija de Otón-Guillermo, conde de Borgoña. Este enlace encajaría bien con lo que se sabe de las alianzas establecidas por Sancho el Mayor en los años 1016-1030, que se debilitaron tras la muerte del Rey y como consecuencia de las dificultades internas de los sucesores de Guillermo el Grande, para recomponerse probablemente en tiempos de Guillermo Aigret y su hermano y sucesor, Guy-Geoffroi, interesados en contactar con Ramiro I. En todo caso, Inés había desaparecido no demasiado tiempo después, ya que no es mencionada en los testamentos de Ramiro I de julio de 1059 y marzo de 1061, sin descendientes. Bibliografía C. Laliena Corbera, La formación del Estado feudal. Aragón y Navarra en la época de Pedro I, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1996. |
El condado de Sobrarbe era uno de los antiguos condados pirenaicos que formaron juntos la Marca Hispánica, dependiente del Imperio carolingio. Surgido en la Edad Media con la Reconquista, el condado de Sobrarbe se formó en torno a la parte alta del valle del Cinca y se extendió hasta el siglo xi, cuando se unió definitivamente al reino de Aragón. Sus límites se corresponden con la actual comarca del Sobrarbe. El estudio de este condado es difícil dado el escaso número de noticias que se han transmitido sobre su historia. Condes
Sobrarbe es una comarca ubicada en el norte de Aragón (España). La capital administrativa es Boltaña y la capital de desarrollo económico es Aínsa. Etimología Atestiguado como Superarui en 1099, según el lingüista E. Bascuas, indicaría su situación "sobre el Arba". A su vez, el "Arba" derivaría del tema paleoeuropeo *arv-, formado a partir de la raíz indoeuropea *er- 'fluir, moverse'. La leyenda del reino de Sobrarbe sugiere que Sobrarbe quiere decir sobre arbre, ya que durante el contraataque musulmán a Aínsa una cruz roja aparecida en el cielo sobre un árbol ayudó a los cristianos a vencer a los musulmanes y defender Aínsa. La comarca engloba a los municipios: Abizanda, Aínsa-Sobrarbe, Bárcabo, Bielsa, Boltaña, Broto, Fanlo, Fiscal, La Fueva, Gistaín, Labuerda, Laspuña, Palo, Plan, Puértolas, El Pueyo de Araguás, San Juan de Plan, Tella-Sin y Torla-Ordesa. Geografía Al norte de la comarca se encuentran los valles de los ríos Ara, Cinca y Cinqueta y el valle de Vió, al sur las sierras de Guara y Olsón y en la parte central diversas depresiones como Broto, Fiscal, Arcusa, La Fueva y el Biello Sobrarbe. Dentro de la comarca también se encuentra el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. La comarca queda dividida en dos grandes tipos de espacios en los que tradicionalmente se han entendido las relaciones humanas y que tienen mucha relación con el espacio físico: "Las Fuevas" (las depresiones), mitad sur de la Comarca que agrupan al Biello Sobrarbe, el valle del Cinca desde Aínsa hacia el sur y al valle de La Fueva; y "Las Valles" (los altos valles), correspondiente a los valles tributarios de los ríos Ara y Cinca desde Aínsa hacia el norte, valles de Ordesa, Ara, Bielsa, Vió y Gistaín. Limita al norte con Francia (departamento de Altos Pirineos), al oeste con el Alto Gállego (Serrablo o Sarrablo), al este con la Ribagorza y al sur con el Somontano de Barbastro. El parque nacional de Ordesa y Monte Perdido se encuentra íntegramente en su interior, y el parque natural Posets-Maladeta, el parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara y el monumento natural de los Glaciares Pirenaicos lo están parcialmente. La comarca como institución. Se constituyó el 26 de abril de 2003.. Se declaraba a Sobrarbe una comarca a partir de una tradición basada en la preexistencia de la mancomunidad de Sobrarbe.
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Condes • 872 Ramón I • 1035 Gonzalo I
Ribagorza (en catalán y benasqués Ribagorça) es una comarca de la provincia de Huesca, Aragón, España. La capital administrativa es Graus y la cultural es Benabarre. Hasta 2023 se denominó La Ribagorza. Municipios La comarca engloba a los municipios de Arén, Benabarre, Benasque, Beranuy, Bisaurri, Bonansa, Campo, Capella, Castejón de Sos, Castigaleu, Chía, Estopiñán del Castillo, Foradada del Toscar, Graus, Isábena, Lascuarre, Laspaúles, Monesma y Cajigar, Montanuy, Perarrúa, La Puebla de Castro, Puente de Montañana, Roda de Isábena, Sahún, Santaliestra y San Quílez, Secastilla, Seira, Sesué, Sopeira, Tolva, Torre la Ribera, Valle de Bardají, Valle de Lierp, Viacamp y Litera, Villanova. Geografía Limita al norte con Francia (departamento de Alto Garona), al noreste con el Valle de Arán, al este con las comarcas de Alta Ribagorza y Pallars Jussá, al sureste con la comarca de la Noguera (todas ellas en la provincia de Lérida), al sur con la comarca de La Litera, al suroeste con la comarca del Somontano de Barbastro y al oeste con la comarca de Sobrarbe (estas últimas en la provincia de Huesca). Hay tres ríos principales en la comarca, que a su vez conforman tres valles distintos:
Parte de su territorio está ocupado por el parque natural Posets-Maladeta y el Monumento natural de los Glaciares Pirenaicos. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
El condado de Aragón fue un estado que se originó a principios del siglo ix d. C. en una franja montañosa en el Pirineo central que comprendía los valles de Ansó, Hecho y Aragón. Se crea el Condado de Aragón y los otros condados de la Marca Hispánica por el interés manifiesto de la dinastía carolingia de proteger su frontera meridional de los posibles ataques musulmanes. Aunque en un principio estuvo bajo la tutela de los reyes francos, conforme iba extendiéndose por la cuenca alta del río Gállego se desprendía del amparo carolingio y se acercaba al núcleo de gobernantes de Pamplona. Al interrumpirse la línea sucesoria masculina de los condes de Aragón y haber casado a la heredera del condado, Andregoto Galíndez, con el rey de Pamplona García Sánchez I, hace que el hijo de ambos, Sancho Garcés II lleve los títulos de rey de Pamplona y conde de Aragón desde el 925. Estos títulos irán unidos hasta el año 1035 en que el testamento de Sancho el Mayor, divide estas tierras entre sus hijos. Ramiro I de Aragón heredó Aragón, con título de conde y supeditado a su hermanastro el rey García Sánchez III de Pamplona. Ramiro añadió a sus dominios los condados de Ribagorza y Sobrarbe a la muerte de su hermanastro Gonzalo y, posteriormente, actuó con independencia del vasallaje de iure que debía al rey pamplonés, actuando desde ese momento como rey en Aragón. Su hijo Sancho Ramírez firmó como «hijo de rey» y la historiografía posterior consideró a Ramiro como primer rey de Aragón con el nombre de Ramiro I de Aragón e iniciador de su dinastía, llamada Ramírez o Aragón. Condes • 802-809 Aureolo • 809-829 Aznar I Galíndez • 829-833 García Galíndez • 833-844 Galindo Garcés • 844-867 Galindo I Aznárez • 867-893 Aznar II Galíndez • 893-922 Galindo II Aznárez • 922-943 Andregoto Galíndez • 943-994 Sancho Garcés II • 994-1000 García Sánchez II • 1004-1035 Sancho Garcés III Nacimiento de Aragón A raíz de la expedición de Carlomagno del 778, el rey franco habría creado un condado en torno a Jaca, poniendo al frente a Oriol, que estaría vinculado a la casa de los condes de Periguéaux. A la muerte de Oriol, las autoridades carolingias nombraron a Aznar Galíndez como sucesor del anterior, personaje que, contestado, acabaría siendo expulsado del condado, siendo resarcido con los condados de Urgel y Cerdaña. No mucho tiempo después, su hijo, Galindo Aznárez, recuperó un condado, el de Jaca, que será origen del condado de Aragón. La oposición a Aznar Galíndez que, en realidad, era oposición al poder carolingio, estuvo liderada por Galindo Belascótenes, que dominaba en los valles de Salazar y el Roncal. Sin embargo, será con Aznar II (864 - 893), cuando Aragón y Navarra comienzan a establecer estrechas relaciones - a través del matrimonio entre éste y Oneca, hija de García Iñiguez de Navarra - que acabarán vinculando ambas formaciones políticas. Pero será por el matrimonio entre su nieta, Andregoto Galíndez, con García I Sánchez de Navarra, cuando el condado aragonés acabe quedando vinculado al reino de Pamplona. Durante este período, destacará Sancho III el Mayor de Navarra, que incorpora Sobrarbe y Ribagorza y desarrolla una activa política en León y en Castilla. Paradójicamente, a su muerte en 1035, dividirá sus distintas posesiones entre sus hijos García III Sánchez (Navarra), Fernando I (conde de Castilla), Gonzalo (conde de Sobrarbe y Ribagorza) y Ramiro I al que se adjudica Aragón. Ramiro I, que aparecerá en ciertos documentos nombrado como rey, incorporará pronto los condados de Sobrarbe y Ribagorza, tras la muerte de su titular, Gonzalo, consolidando, en consecuencia, dicho principado. Así mismo, Ramiro I Sánchez apoyará las reformas eclesiásticas promovidas por Roma, favoreciendo así el apoyo ideológico y político del Papado, cosa lógica si tenemos en cuenta que era de origen bastardo y que su posición podía ser contestada. Por su parte, estimuló la repoblación y, muy especialmente, la ocupación de grandes burgos en detrimento del hábitat disperso, lo que supuso un estímulo a su vez para el comercio, contribuyendo a consolidar el tramo aragonés del Camino de Santiago. Aunque, tras el asesinato de Sancho IV Garcés, el hijo de Ramiro I, Sancho Ramírez, se hizo con Pamplona y aunque, muy interesados en el lado septentrional de los Pirineos, el rey aragonés logró someter a vasallaje a Bigorre, Béarn, además de Urgel y Pallars, el desmoronamiento del régimen de Almanzor y la fragmentación de al-Andalus en diversas taifas, llevó a los reyes aragoneses a poner su atención en el Ebro. Sin embargo, fue el castellano Fernando I - rey también de León- el que logró someter Zaragoza a vasallaje: La antigua capital de la Marca Superior debía pagar tributos, pero a cambio, Castilla se comprometía a salvaguardar su integridad territorial y al titular de dicha taifa. Aragón quedaba, pues, bloqueado en su avance hacia el Sur. De hecho, Ramiro I morirá a manos del castellano, tras intentar tomar Graus (1063). Es entonces, cuando la favorable actitud del monarca aragonés para con el Papado, dio sus frutos, dado que el sucesor de Ramiro I, Sancho Ramírez, acudió al Papa Alejandro II a fin de que convocara una cruzada contra Barbastro. Así, un ejército formado por aragoneses, pero también por caballeros venidos de Francia e Italia, entre los que destacaban personajes como Guillermo de Poitiers, duque de Aquitania, o el urgelitano Armengol III, vencían la resistencia de Barbastro (agosto de 1064), si bien para perder el enclave no mucho después, en abril de 1065 a manos de un ejército formado por contingentes de las taifa de Sevilla y la de Zaragoza. Por su parte, aunque las tropas castellanas se abstuvieron de intervenir, resulta significativo que el Cid, después de ser rechazados sus servicios en Barcelona, no se dirigiera a otro lugar que Zaragoza, manteniendo así la política castellana de defensa de la taifa frente a las presiones aragonesas. De hecho, en 1067 estalla la conocida como Guerra de los Tres Sanchos, que enfrenta a Sancho IV de Navarra y Sancho Ramírez de Aragón, con Sancho II de Castilla a propósito del protectorado ejercido por éste sobre Zaragoza, protectorado que implicaba bloquear el impulso reconquistador de navarros y aragoneses. Por su parte, ante la toma de Graus y Eyerbe por parte de Aragón (1084), Alfonso VI, consideró que era preciso asegurar el control castellano de manera efectiva, procediendo a conquistarla. Sin embargo, este proyecto, alertó a otros príncipes de taifas - poco antes había tomado la taifa de Toledo -, que no veían en esta acción una competencia entre reinos cristianos, sino a un poderoso príncipe cristiano que parecía decidido a restaurar el reino visigodo, a completar la reconquista, una vez había tomado la que fuera capital de dicho reino, con toda la carga simbólica que esto tenía para los cristianos peninsulares. La llegada de los almorávides, a instancias de algunos reyezuelos taifas, y la amenaza que estos suponían, contribuyeron a que castellanos, zaragozanos y aragoneses aparcaran sus diferencias, a fin de evitar ser absorbidos por los africanos. A la par que sucedía esto, Rodrigo Díaz de Vivar tomaba posesión de Valencia, desvinculándose de la taifa de Zaragoza y, en consecuencia, de su defensa. Como Valencia no suponía ni un obstáculo ni una amenaza para Aragón, pero sí que lo suponía el condado de Barcelona, los intereses de Aragón y castellano acabaron convergiendo, mientras que Barcelona y Alfonso VI se acercaban frente a la amenaza cidiano-aragonesa: es significativo que, cuando Pedro I de Aragón, puso Huesca bajo asedio (1094), el rey castellano enviara en la defensa de la protegida taifa al conde de Nájera, García Ordóñez, el más encarnizado adversario de Rodrigo Díaz de Vivar. Sin embargo, Pedro I y su hijo Alfonso, que sería conocido como el Batallador, lograrían derrotar a las fuerzas castellano-zaragozanas, haciéndose con el enclave pirenaico que abría al reino aragonés a la fértil llanura y al Ebro. Expansión de Aragón con Alfonso I el Batallador Precisamente, sería Alfonso I el Batallador, hijo del conquistador de Huesca, el que daría un impulso fundamental al proceso reconquistador aragonés. Tras el frustrante y tormentoso intento de controlar el reino castellano-leonés, y de hacerse con las comarcas más orientales del reino - remitimos al lector al artículo relativo a Alfonso VII -, el Batallador fijará su atención en la conquista de Zaragoza, proyecto facilitado por la creciente debilidad del poder almorávide. Tras un largo y duro asedio, Zaragoza finalmente en manos aragonesas en diciembre de 1118. A fin de asegurar la comarca, el aragonés, procedió a conquistar las ricas riberas del Ebro y el Jalón, tomando a continuación de Zaragoza, enclaves como Tudela (1119), Calatayud (1120) o Tarazona (1124). Además de esta operación, se imponía urgentemente repoblar el territorio conquistado con cristianos, dado que se temía que una población musulmana refractaria, se convirtiera en foco de constante rebeldía y agitación. En este sentido, la opresiva actitud de los almorávides para con los cristianos andalusíes - además de para los judíos -, facilitaría los proyectos del monarca aragonés: Los mozárabes granadinos habían pedido ayuda al Batallador, para que viniera a restaurar la taifa de Granada, de los cuales se esperaba a cambio, mayor tolerancia respecto a la comunidad cristiana. Si bien, a Alfonso I le resultó imposible hacerse con la ciudad, aprovechó para llevar a Zaragoza y su alfoz a centenares de familias cristianas mozárabes que, hasta ese momento, vivían en el campo granadino sometidas previsiblemente a una dramática presión: Se calcula que en el éxodo participaron unas catorce mil personas. Por su parte, los que se quedaron, lejos de ser tratados con magnanimidad por las autoridades almorávides, serían deportados forzosamente al Norte de África, lo que ha llevado a un conocido especialista a afirmar que es en este momento cuando "el mozarabismo, como fenómeno social, desapareció". además de mozárabes, los monarcas aragoneses estimularon la instalación de 'francos', es decir, de gentes provenientes del otro lado del Pirineo, grupo de población que jugará un importante papel en la dinamización artesanal, comercial y cultural de Zaragoza. Alfonso I el Batallador resulta, pues, fundamental para la expansión, consolidación y fortalecimiento del reino aragonés, pero será con su sucesor, Ramiro II el Monje, cuando Aragón entre en una nueva fase, al vincularse con el condado de Barcelona. El polémico testamento del Batallador - por el que deja el reino a las Órdenes Militares - será vehementemente contestado por la nobleza aragonesa, la cual resolverá llamar al hermano del rey, Ramiro, que había profesado como monje en el monasterio de Saint Pons de Thomières - de lo cual recibe su sobrenombre - y era obispo de Barbastro en el momento de su proclamación a fin de que ocupara el trono, evitando así, tanto la ejecución del testamento, como una grave crisis dinástica. Resuelta la misma, con el nacimiento de Petronila, hija de Ramiro II e Inés de Poitiers, se vislumbraba una nueva tensión entre príncipes cristianos: Y es que, la conquista de Zaragoza y el avance sobre distintas comarcas en torno al Ebro, generaron gran inquietud entre los barceloneses, que también aspiraban a asegurar su posición al sur del Ebro y la costa mediterránea: Aunque Ramón Berenguer III ayudó al Batallador en su campaña contra Zaragoza, se aseguró de incluir a Lérida en la órbita catalana para dejar bien definidas las líneas de expansión que correspondían a unos y otros. Sin embargo, el aragonés entendía que esta plaza, al formar parte de la taifa de Zaragoza, le correspondía a él, por lo que puso Lérida bajo asedio. Ambos príncipes cristianos quedarían frustrados en sus expectativas cuando los almorávides ocuparon la plaza, pero este hecho anunciaba serios conflictos. Quizás, conscientes de que la competencia sólo beneficiaba a terceros, en especial a los musulmanes, aragoneses y barceloneses se dispusieron a cooperar, empezando por fijar las respectivas líneas de expansión, lo cual se materializó en el encuentro celebrado en Calasanz en 1126. Por su parte, el acuerdo de Támara, entre Alfonso I de Aragón y Alfonso VII de Castilla, por el que el primero restituía al segundo una serie de comarcas castellanas al hijo de Urraca y Enrique de Borgoña, empujaba a Aragón hacia el Este, mucho más cuando, a la muerte del Batallador, Navarra logra desvincularse del reino aragonés. Teniendo todas estas circunstancias en cuenta, no es extraño, pues, que el sucesor de Alfonso I el Batallador, Ramiro el Monje, se inclinara por casar a su hija Petronila con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV; El hijo que naciera de ambos, se convertiría en titular del reino de Aragón y el condado de Barcelona, lo que ocurrió, efectivamente, en la persona de Pedro II: nace así una nueva formación política, la Corona de Aragón. |
FRANCO |
Cultura Un fantasma presente: Francisco Franco según seis escritores latinoamericanos que viven en España ¿Qué queda del dictador que murió hace 50 años? Responden autores que miran el país que eligieron con la distancia de quien no nació allí Patricia Kolesnicov 19 Nov, 2025 |
Ya se sabe: hay muertos bien muertos, de los que no se acuerda nadie y muertos que viven en la memoria, en la cultura, que siguen influyendo y pesando en las ideas de una comunidad. O muertos que se fueron y luego vuelven, porque su nombre, sus pensamientos o lo que connota le sirven a alguien en el presente. Es la historia del mundo y, hace un tiempo, la de Francisco Franco. Tras una dictadura de 36 años, hay de todo sobre Franco y el franquismo: libros, ensayos, películas. Y una sociedad dividida en ganadores y perdedores. “Dos Españas”, decía Antonio Machado en Españolito. No le daba igual: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”, escribió. Pero las heridas parecieron ir cerrando con los años. Franco murió en 1975 -hoy se cumplen 50 años-, cedió la censura, España entró en la Unión Europea, una y otra vez ganó las elecciones el Partido Socialista Obrero Español... Y como en gran parte del mundo, el siglo XXI llevó una revalorización de la derecha, en parte desde el grupo más inesperado: los jóvenes. ¿Volvió Franco?
Santiago Roncagliolo: “Es el líder de la oposición” Franco es un fantasma. Está muerto pero todos lo ven. Y todos significa TODOS. Lo ves en las películas (la última: La Cena). Lo ves en la tele. Unos políticos amenazan todo el día con que está a punto de volver. Otros no lo desmienten. Tenemos un gobierno que lleva tres años sin presupuestos pero no convoca a elecciones porque dice que las ganarán los franquistas. Franco es el líder de la oposición. Los franquistas odiaban a los judíos y a los norteamericanos. Ahora son amigos de Netanyahu y de Trump. Amaban al Papa. Ahora lo aborrecen. Franco cambia de amigos, de cara, de nombre, pero sigue ahí. Podría ser tu vecino el del cuarto. O el que te sirve el café. Podrías ser tú. Pero ahora no es rancio, es guay. Los chicos lo adoran. Si solo votasen los menores de treinta, ganaría las elecciones. *Santiago Roncagliolo nació en Lima en 1975. Es autor, entre otros, de las novelas Abril rojo (Premio Alfaguara), Y líbranos del mal y El año en que nació el demonio. Vive en Madrid desde el año 2000. Cristina Peri Rossi: “Fue un tirano” yo, que había llegado a fines de 1972 huyendo de la represión en mi país, Uruguay, me topé con la represión franquista. Por supuesto, había oído hablar mucho de ella y de su terror, de su ignorancia y miseria. Pero la de Franco era longeva: tenía 40 años y le agradecí al destino que me hizo nacer en Uruguay, país democrático, librepensador, con una enseñanza laica, gratuita y universal que siempre me ha parecido un inmenso tesoro. Viví un tiempo en Barcelona, dos o tres años, hasta que la dictadura franquista aliada con la Embajada me localizó y entonces tuve que huir otra vez, ahora a Francia. Pero quería volver a Barcelona y a través de una peripecia digna del mejor cine europeo (que no se exhibía en España) y la ayuda de resistentes anónimos, cuyos nombres nunca revelé, conseguí un pasaporte y regresar a Barcelona. Franco fue un tirano, un fascista cuyo único mérito fue no aliarse con Hitler. Todavía hoy se encuentran los restos de sus víctimas, de su terror, sin contar la gente que tuvo que huir o colaborar. Y la destrucción de una cultura a la que persiguió y en gran parte eliminó. *Cristina Peri Rossi nació en Montevideo en 1941. Es autora, entre otros, de La nave de los locos, Estado de exilio y La insumisa, obras que la consolidaron como una voz central de la literatura en lengua española. Ganó el Premio Cervantes en 2022. Llegó a Barcelona en 1972 tras su salida de Uruguay y reside en esa ciudad desde entonces. Fernanda García Lao: “Su sombra sigue en las calles” Parafraseando a Perlongher, en España hay cadáveres. Más de cien mil. Están bajo tierra, en fosas comunes que nadie ha tocado. Debajo de las rutas, en zanjas, en campos que se cultivan como si nada. El Estado lo sabe. Hace unos días publicó un mapa con más de seis mil fosas. Pero el mapa no abre la tierra. Solo la señala. Hay cadáveres. La Ley de Amnistía de 1977 sigue vigente. Se vendió como reconciliación, pero funcionó como blindaje. Los crímenes del franquismo no se juzgaron. Franco ya no está en el Valle de los Caídos, pero su sombra sigue en las calles, en los archivos cerrados. Todavía hay quien dice que remover el pasado es peligroso. Como si el pasado no estuviera ya removido. Hay cadáveres en los márgenes. Y mientras tanto, los jóvenes. Casi un 20% de los que tienen entre 18 y 24 años cree que la dictadura fue buena. No lo dicen por experiencia: lo dicen por ignorancia. Ven a Franco como un tipo eficaz, orden frente al caos. No saben lo que fue. Confían más en un reel que en un libro de historia. Así se fabrica el olvido: con likes, con memes, con desidia. Hay cadáveres en los algoritmos, en los hashtags, en los filtros. *Fernanda García Lao nació en Mendoza en 1966. Vivió en España desde 1976, cuando su familia se exilió, hasta la década de 1990, cuando regresó a la Argentina. Es autora, entre otros, de Muerta de hambre, La perfecta otra cosa y Nación vacuna, títulos que la ubicaron como una presencia destacada en la narrativa contemporánea en español. Desde 2022 vive en Barcelona. Gabriela Wiener: “Su fantasma sigue votando” ¿Una nota con escritores cincuentones? Los 50 años de la muerte de Franco son mis 50 años. Nací en noviembre de 1975. Mi padre siempre me decía que para mi suerte llegué a un mundo ya sin Franco. En mi casa éramos todos muy de cantar que la tortilla se vuelva y qué culpa tiene el tomate, que está tranquilo en la mata y viene un hijo de puta y lo mete en una lata. Y de los poemas de Vallejo como los de España aparta de mi este cáliz. Ya viviendo aquí, encima en Madrid, descubrí que mi papá se había equivocado, que Franco no estaba muerto. Que el franquismo era una costra imposible de arrancar. Mientras sigan sin abrirse todas las fosas de los fusilados y permanezca intacto el pacto de silencio, mientras este siga siendo un país sin comisión de la verdad, sin memoria histórica, mientras su imaginario político racista e imperial subsista y opere en la ultraderecha actual y sus votantes, seguiremos diciendo cómo solía decir Vázquez Montalbán: Franco murió pero su fantasma siguió votando. Gabriela Wiener nació en Lima en 1975. Publicó sus primeros textos en Etiqueta Negra y es autora de Sexografías, Llamada perdida, Dicen de mí y de los poemarios Ejercicios para el endurecimiento del espíritu y Una pequeña fiesta llamada Eternidad. La traducción al inglés de su novela Huaco retrato fue finalista del International Booker Prize 2024, del PEN America y del Premio Rómulo Gallegos 2025. Su novela Atusparia obtuvo el Premi Ciutat de Barcelona al mejor libro en español de 2024. Vive en España desde los años 2000. Luis Luna Maldonado: “Que no merezca un sello postal” Cuando era feliz y desinformado, es decir a los doce años, (cuando murió Franco) llegaba a casa una revista y en el sobre siempre estaba la estampilla postal con un señor calvo y cachetón en distintos colores (violeta, azul, verde) y con variados precios (1, 2, 3 pesetas). En realidad, no me enteré de la muerte de ese tipo tan multicolor y tan caro. Ya más grandecito, cuando me gobernaban las juergas y el fútbol, supe que en España, la gente ya podía leer libros prohibidos (y escribirlos), escuchar música pecaminosa (y componerla) y que la anatomía humana había dejado las clases de biología y estaba en las revistas y en las películas. No me tocó de primera mano su mandato, ni sus alcances, pero cuando –por fin– fui consciente del tamaño de “su huella”, no quedó otra que desear que esa clase de personajes (que al parecer vuelven a brotar bajo las piedras) no lleguen a merecer un sello postal. *Luis Luna Maldonado nació en Pamplona (Colombia) en 1963. Es creativo publicitario y artista plástico, con exposiciones en Brasil, Venezuela, España, Inglaterra y Japón. Publicó la revista cultural pHi entre 2006 y 2014, además del libro Cortoletrajes. Historias comunes sobre gentes corrientes en 2013. Su novela Por aquí solo regalan perejil obtuvo el Premio Ñ BaPro – XX Premio Clarín de Novela 2017. Vive en España desde 1998. Raquel Garzón: “Sigue siendo opaco” Recuerdo que hace dos décadas, durante mi primera vida española (entre 2003 y 2005), todavía se vivía un poco bajo el efecto de Soldados de Salamina”, la novela que Javier Cercas había publicado en 2001 y que David Trueba había llevado al cine, volviendo a poner el tema de la guerra civil y su después en la conversación pública. Eran los años en los que el británico Paul Preston, biógrafo de Franco, hablaba “del holocausto español”, decía que el Caudillo no sólo era un personaje mediocre y cruel sino un ser complejo y que los historiadores tendrían trabajo para 50 o 100 años más con la Guerra Civil Española. No se equivocaba. En todas las familias había (hay) heridas de la guerra, muertos, represaliados, emigrados y mucho que llorar. Aparecían novelas como El vano ayer, de Isaac Rosa y cuentos como los de Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez y en Barcelona se exhibía una muestra como Las prisiones de Franco, gestos todos que marcaban diferencias sustanciales con los primeros años de la democracia en el país, en los que se había entendido que si el objetivo era pacificar y avanzar, la memoria tal vez no era un precio demasiado alto (eso explica en parte la amnistía de 1977). Me parece que ahora se habla menos de estos temas en la calle. Se disfruta de los efectos de una transición exitosa; en 2026 se cumplirán 40 años de la entrada de España a la UE, con el andamiaje de bienestar que eso supone; se conmemora medio siglo de democracia y la gentese preocupa más en el día a día por su metro cuadrado (cómo tener y conservar un empleo de calidad; cómo pagar el alquiler…). Pero Franco y su dictadura de cuatro décadas siguen siendo opacos. Y la guerra civil y su después, tragedias incandescentes, con un número total de víctimas desconocido y difícilmente calculable. Aún hoy hay secretos por develar y sed por saber. Fijate que Paco Cerdá ganó este año el Premio Nacional de Narrativa con Presentes, basada en un episodio poco conocido de la posguerra (el cortejo fúnebre de José Antonio Primo de Rivera por parte de camaradas falangistas que lo exhumaron y lo llevaron del cementerio de Alicante a El Escorial, a lo largo de más de 400 km). En ese sentido, es capital el trabajo que la ficción hizo y sigue haciendo por indagar, entender, valorar y restañar heridas. Pienso en la monumental El corazón helado (2007), de Almudena Grandes y su proyecto de Episodios de una guerra interminable, seis novelas sobre la resistencia antifranquista entre 1939 y 1964. Pero también en el interés que despiertan las propuestas recientes de escritores jóvenes como David Uclés, autor de “La península de las casas vacías (una historia de la guerra civil española contada con las armas del realismo mágico que lleva más de 200 mil ejemplares vendidos desde 2024) y Ana Campoy, autora de El paracaidista, uno de los textos que habla de cómo las mujeres vivieron esa posguerra en los pueblos. El cine también indaga. El director Daniel Monzón trabaja en Ruega por nosotras, una película sobre una institución infame de la que se sabe casi nada: el Patronato de Protección a la Mujer, que funcionó hasta 1985, y al que el régimen franquista ingresaba a las chicas que tenían “conductas inmorales”. Será uno de los esperados estrenos de 2026. *Raquel Garzón nació en Córdoba, Argentina, en 1970. Es autora de los poemarios Crucigramas, Cataclismos, Poemas grises, Riesgos de la noche y Monstruos privados y de la novela Fue la gripe, amor, editada por IndieLibros. Vivió en España entre 2003 y 2005 y volvió a radicarse allí en 2021. Es una de las dueñas de la librería Olavide, en Madrid. |
La oratoria monótona del dictador: así construyó Franco un autoritarismo sin carisma. Noviembre 19, 2025 Susana Ridao Rodrigo Profesora catedrática en el Área de Lengua Española (UAL), Universidad de Almería |
Francisco Franco Bahamonde (1892–1975) fue el jefe del Estado español desde el final de la Guerra Civil (1936–1939) hasta su muerte. El régimen franquista instauró una dictadura autoritaria, que suprimió las libertades políticas y estableció un control férreo sobre la sociedad. Durante casi cuarenta años, su liderazgo moldeó profundamente la vida política, económica y cultural de España, cuya duradera huella a menudo ha sido y sigue siendo objeto de polémica. Pero desde el punto de vista comunicativo, ¿se puede decir que Franco era un gran orador o no tanto? Depende de cómo definamos “gran orador”. Si se entiende la oratoria como la capacidad de emocionar, persuadir o movilizar a través de la palabra –en la línea de Churchill o De Gaulle–, Franco no lo fue. Sin embargo, si se analiza su comunicación desde la eficacia política y simbólica, su estilo cumplió la función específica de proyectar autoridad, distancia y control. Su oratoria no pretendía seducir al público, sino legitimar el poder y reforzar una imagen de estabilidad jerárquica. En ese sentido, Franco desarrolló un tipo de comunicación que podríamos denominar “discurso del mando”, caracterizado por la baja expresividad y la rigidez formal, pero que encajaba con la cultura política autoritaria del franquismo. En la dimensión verbal, Franco se apoyaba en un registro arcaico y protocolario. Su léxico era limitado, con abundancia de fórmulas rituales (“españoles todos”, “glorioso Ejército”, “Dios mediante”) que funcionaban como marcadores ideológicos más que como elementos informativos. Desde la perspectiva del análisis del discurso, su sintaxis tendía a la subordinación excesiva, lo que generaba frases largas, monótonas y poco dinámicas. Se observa también una preferencia por el modo pasivo y las construcciones impersonales, que diluyen la responsabilidad del emisor: “se ha dispuesto”, “se considera oportuno”, “ha sido preciso”. Esta elección verbal no es neutra; constituye un mecanismo de despersonalización del poder, en el que la figura del líder se presenta como encarnación del Estado, no como individuo que toma decisiones. Por tanto, en lo verbal, Franco se comunica más como institución que como persona. Comunicación paraverbal: voz, ritmo y entonación Es el aspecto más característico de su comunicación. Franco poseía una entonación monótona, con escasa variación melódica. Desde la prosodia, se podría decir que su discurso presentaba un patrón descendente constante: empezaba una frase con cierta energía y la iba apagando hacia el final, lo que transmitía una sensación de lentitud y autoridad inamovible. El ritmo era pausado, casi litúrgico, con abundantes silencios. Esta lentitud no era casual: en el contexto político de la dictadura contribuía a la ritualización del discurso. La palabra del caudillo no debía ser espontánea, sino solemne, casi sagrada. Su timbre nasal y su articulación cerrada dificultaban la expresividad emocional, pero reforzaban la distancia. Paradójicamente, esa falta de calidez vocal servía a la función propagandística. El líder no era un orador carismático, sino un ente de autoridad, una voz que emanaba del poder mismo. En esencia, su voz construía un “ethos de mando”: rígido, frío y controlado. Autocontrol emocional Su comunicación no verbal era extremadamente controlada. Franco evitaba los gestos amplios, los desplazamientos o las expresiones faciales marcadas. Predominaba una kinésica mínima; es decir, un lenguaje corporal reducido al mínimo necesario. Cuando hablaba en público, mantenía una postura rígida, con los brazos pegados al cuerpo o apoyados en el atril, sin movimientos superfluos. Este control corporal reforzaba la idea de disciplina militar y autocontrol emocional, dos valores esenciales en su representación del liderazgo. Su mirada tendía a ser fija, sin buscar el contacto visual directo con el auditorio. Esto podría interpretarse como una carencia comunicativa desde la perspectiva actual, si bien en el contexto de un régimen autoritario se traducía en distancia simbólica: el líder no se rebajaba al nivel de los oyentes. Incluso su indumentaria –el uniforme, la boina o la insignia– formaba parte de su comunicación no verbal, pues se trata de elementos que transmitían permanencia, continuidad y legitimidad histórica. Carisma sobrio de posguerra El carisma no es un atributo absoluto, sino un constructo social. Franco no lo tenía desde el punto de vista emocional, como Hitler o Mussolini, pero sí poseía un carisma de tipo burocrático y paternalista. Su poder brotaba de la resignificación del silencio y la austeridad, pues en un país devastado por la guerra, su estilo sobrio se interpretaba como sinónimo de orden y previsibilidad. Por tanto, su “anticarisma” acabó siendo, en cierto modo, una forma de carisma adaptada al contexto español de posguerra. Desde la teoría de la comunicación, ¿qué impacto tenía ese estilo en la recepción del mensaje? El discurso de Franco se enmarcaba en lo que podríamos llamar un modelo unidireccional de comunicación política. No existía retroalimentación: el receptor no podía responder ni cuestionar. Por ello, el objetivo no era persuadir, sino imponer significado. Aplicando la teoría de la comunicación del lingüista Roman Jakobson, su función dominante era la conativa (ordenar, instruir; en definitiva, influir) y la fáctica (mantener el canal simbólico del poder), más que la referencial. Es decir, importaba más el acto de hablar que el contenido del mensaje. Este estilo generaba un fenómeno de disonancia cognitiva en algunos receptores: la frialdad del tono contrastaba con la solemnidad del contenido, lo que obligaba al público a reinterpretar el discurso desde la obediencia simbólica más que desde la emoción o la identificación. Anacrónico ante la cámara Su oratoria fue evolucionando en el tiempo solo en apariencia. En las décadas de 1950 y 1960, con el aperturismo del régimen, se percibe un ligero intento de modernización retórica, sobre todo en los discursos institucionales transmitidos por televisión. No obstante, los cambios fueron superficiales: se mantenía la misma prosodia monótona y el mismo lenguaje ritual. De hecho, el medio televisivo acentuó su rigidez. Frente a los nuevos líderes europeos que aprovechaban la cámara para humanizarse, Franco se mostraba anacrónico. Franco demuestra que la eficacia comunicativa no siempre depende del carisma ni de la elocuencia, sino de la coherencia entre el estilo personal y el contexto político. Su oratoria funcionó porque era congruente con un sistema cerrado, jerárquico y ritualizado. Desde la instrucción comunicativa, su ejemplo sirve para ilustrar cómo los planos verbal, paraverbal y no verbal construyen un mismo relato ideológico. En su caso, todas convergen en un mensaje: el poder no dialoga, sino que dicta. Hoy, en democracias mediáticas, ese modelo sería impensable; pese a ello, estudiarlo ayuda a comprender cómo el lenguaje moldea las estructuras del poder y cómo el silencio –cuando se institucionaliza– puede convertirse en la forma más contundente de comunicación política. |
Marzo 31, 2022 Matilde Eiroa San Francisco Profesora Titular, Doctora en Historia Contemporánea, Universidad Carlos III |
La representación de la figura de Franco desde su época de gobierno a la actualidad ha experimentado cambios, pero también continuidades que dicen mucho de su biografía y también de la sociedad contemporánea. El estudio que presentamos revela el modo en que, desde los inicios de la Guerra Civil, el incipiente servicio de Prensa y Propaganda creado por los rebeldes en 1937 se empeñó en la tarea de potenciar el liderazgo de Franco como el de un héroe militar, aguerrido, valiente, invicto y enviado por Dios para salvar a la patria de la anti-España, como se denominaba a los defensores de la democracia republicana. Época de piropos En la inmediata posguerra se añadieron alabanzas, como la del resistente ante Hitler, el caballero cristiano del imperio, el padre ejemplar o el faro de Occidente contra el comunismo. En la década de los cincuenta y sesenta, la propaganda exhibió la faceta del pacificador, el trabajador incansable, el personaje austero y sacrificado por su patria. El mito fue transformado según marcaban los ritmos de la Guerra Fría. El icono de estos perfiles de Franco fue visible en las estatuas y bustos situados en los sitios públicos, en sellos y monedas, en el NO-DO emitido en los cines antes de cada película, en los manuales escolares o en los nombres de las calles principales de las ciudades. Su voz era frecuente en las alocuciones de la radio –cuyo tono contradecía notablemente ese perfil de superhombre diseñado por la corte de aduladores– y más tarde en la televisión. Los intelectuales de la época le alabaron hasta la exageración. Tenemos declaraciones de catedráticos, escritores, artistas e intelectuales de nombres conocidos, como José María Pemán o Azorín, quienes le compararon con el Mío Cid, Hércules o Carlos V. Durante la dictadura (1939-1975) muy pocos se atrevieron a cuestionar y, mucho menos, a bromear sobre sus méritos profesionales y personales. El control de los medios de comunicación y la censura impuestos en las expresiones culturales y artísticas impidieron confrontar la ficción de las alabanzas con la realidad de su trayectoria como militar y gobernante. Tras su muerte en noviembre de 1975, esta representación aduladora permaneció. Franco recibió agasajos de parte de personajes muy populares, entre otros, el fundador del Grupo Planeta José Manuel Lara, Camilo José Cela, la actriz Rafaela Aparicio, las cantantes Carmen Sevilla y Estrellita Castro, el presidente del Real Madrid Santiago Bernabéu o el empresario José María Ruiz Mateos. Los elogios y comparaciones llegaron hasta el ridículo, aunque según pasaron los años se fueron silenciando y quedaron limitados a grupos incondicionales de apoyo a Franco. El cuestionamiento durante la Transición La investigación muestra el surgimiento paulatino en la Transición a la democracia de una interpretación más rigurosa de su biografía que cuestionó sus virtudes y puso de manifiesto las carencias y errores de sus políticas. El mito del mandatario providencial fue desmoronándose con las investigaciones de los historiadores y los reportajes del periodismo de investigación que revisaron el relato difundido en el franquismo. No fue ni tan providencial ni tan buen gobernante. En los años ochenta y noventa muchos cineastas acogieron en sus producciones esta nueva mirada de quien fue nombrado “Caudillo de España por la Gracia de Dios”, como en las películas Madregilda o Espérame en el cielo. Eran guiones bien diferentes al de Raza, de José Luis Sáenz de Heredia, estrenada en 1941 y luego retocada para ser exhibida en 1950, cuando era conveniente ocultar los rasgos nazi-fascistas que caracterizaron la primera versión. Con la llegada del siglo XXI, las dos visiones permanecieron. Por un lado, el mito se ha exaltado gracias a la literatura neofranquista –también denominada revisionista– que recuperó los perfiles halagadores de los años cuarenta y cincuenta. Ensayistas, comunicadores y algunos historiadores han actualizado el relato de la leyenda del gran hombre construida con gran intensidad desde 1939. Por otro, una parte importante de los historiadores ha demostrado con fuentes primarias irrefutables y contrastadas la identidad de un dictador poco merecedor de halagos. La visión ofrecida por la producción artística y audiovisual ha sido dispar, si bien ha prevalecido la mirada crítica y satírica hacia el personaje, continuando con la tendencia de la cinematografía de finales del siglo XX. Franco virtual Finalmente, al analizar Internet se ha comprobado la existencia de un número relevante de entornos virtuales que contribuyen tanto a la difusión del mito de Franco como al de un Franco desmitificado. Paralelamente se descubre un fenómeno singular que es la aparición del humor, expresado en la programación televisiva y teatral, y, especialmente, en las redes sociales y la mensajería instantánea. La exhumación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos ha favorecido la creación de memes, esas unidades cómicas que se multiplican por las redes y que han promovido la distribución de una mirada sarcástica sobre el dictador. Los memes han ridiculizado al personaje, han ofrecido un enfoque menos tenso a la opinión pública y han contribuido a despojar de su aura a esta figura que fue reverenciada y temida al mismo tiempo. Se han convertido en un comodín para comentar en las redes sobre asuntos candentes de la actualidad, como las elecciones o la independencia de Cataluña. Incluso se han creado stickers que circulan por WhatsApp, como la del general dibujando un corazón con las manos. La imagen del dictador Los dictadores necesitan de la propaganda y de la presencia continua ante el pueblo con iconos y símbolos que muestren su superioridad frente a la de cualquier ciudadano. En 1940 fue posible la grabación de El gran dictador, de Charles Chaplin, en la que aparecía un Adolf Hitler representado en una obra mordaz y satírica magistral. Este tratamiento burlesco ha sido frecuente en Alemania, donde es bien conocida su biografía y actuación al frente del país. La situación en España es distinta. Es nuestro propósito, por tanto, que este trabajo contribuya a conocer la larga trayectoria de la representación de Franco en la que ha convivido la versión más épica de su biografía con otra más rigurosa y próxima a la realidad. El humor e Internet han añadido una versión caricaturesca, sarcástica y socarrona, fruto de la creatividad y de la opinión de la sociedad digital en la que vivimos. |
Tópicos: Mundo | España España: la polarización marcó el 50º aniversario de la muerte de Franco Publicado: Viernes, 21 de Noviembre de 2025 |
El aniversario de los 50 años de la muerte del dictador militar Francisco Franco no escapó a la polarización habitual del debate político de España, país que experimentó un cambio profundo de todo tipo desde 1975 y pudo celebrar unas elecciones democráticas en 1977. Sobre el medio siglo de la muerte de Franco, Sánchez valoró en redes sociales el comienzo de esa transformación (política, social, económica y cultural), que convirtió a España en la actual "democracia plena y próspera". "Celebramos -precisó- poder opinar, pensar, votar y ser lo que uno quiere". Y apostilló: "La democracia es nuestro poder. Defendámosla". Contra los "nostálgicos" de la dictadura En un articulo publicado en el digital eldiario.es, Sánchez incidió: "Cuando algunos idealizan regímenes autoritarios y se aferran a la nostalgia de un pasado que nunca fue, es cuando debemos dar un paso al frente en defensa de una libertad que durante tantos años nos fue arrebatada". Desde hace tiempo, el líder socialista acusa de "franquista" al partido de ultraderecha Vox (tercera fuerza parlamentaria); y a la oposición conservadora mayoritaria (Partido Popular), de acercarse a los extremistas. Sánchez también hizo hoy una cerrada defensa de la libertad de prensa durante la presentación en el Congreso de la serie 'Anatomía de un instante', sobre el golpe de Estado frustrado del 23 de febrero de 1981. La democracia debe defenderse cada día frente a "nostalgias infundadas, intereses económicos y ataques que van cambiando de forma", como las campañas de desinformación y los abusos de poder, apuntó el jefe del Ejecutivo. También la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz (del movimiento izquierdista Sumar), hizo hincapié en que la democracia hay que pelearla "día a día", y aseguró que se conquistó en las calles. Con el lema 'La democracia es tu poder', el Gobierno ha emprendido una campaña para "adoctrinar en valores democráticos" contra el totalitarismo. "Parecido" de Sánchez con el franquismo, según la derecha. Sin embargo, la portavoz del Partido Popular en el Senado, la conservadora Alicia García, opinó que "lo más parecido al franquismo en estos cincuenta años es el sanchismo, que gobierna contra el Parlamento y ataca a jueces y periodistas". Aludía así a la manera de hacer política del gobernante socialista, en el poder desde 2018. La senadora también aseguró que lo más positivo del franquismo es que acabó hace cincuenta años. Polémico fue el análisis de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, también del Partido Popular. Opinó primero que la dictadura tuvo aspectos "positivos y negativos", pero luego dijo que fue "una etapa negra". Partidos de izquierda, contra la monarquía. En una declaración conjunta, partidos independentistas de izquierda de las regiones de Cataluña, País Vasco y Galicia reclamaron la ruptura con la monarquía por considerarla anacrónica y heredada del franquismo. También el izquierdista Podemos, muy crítico con el rey emérito Juan Carlos I, pidió "seguir empujando hacia una república". La Constitución vigente, aprobada en 1978, establece que "la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria". Juan Carlos de Borbón, designado "sucesor" por Franco en 1969, fue proclamado rey al morir el general. A partir de entonces se inició, con altibajos, una transición política a la democracia, con una reforma legal que permitió los partidos, la convocatoria de elecciones por vez primera desde 1936 (año del comienzo de la guerra civil) y la aprobación de la Constitución. El Congreso conmemoró el inicio de esa transición democrática con una lectura teatralizada de discursos pronunciados entre 1977 y 1979 por políticos que la hicieron posible. |
Historia Así fueron las 15 visitas de Franco a Cataluña: tensión con los nacionalistas y banquetes en Barcelona. A lo largo de la dictadura, el dirigente se desplazó a la comunidad en una decena y media de ocasiones. César Alcalá 20 nov. 2025 |
Este jueves se cumplen 50 años del fallecimiento de Francisco Franco. Mal que le pese a muchos nacionalistas catalanes, durante los 36 años de su dictadura Franco visitó Cataluña en 15 ocasiones. La primera vez fue en 1939, terminada la guerra: eran herramientas de legitimación, propaganda y control político. Otras visitas destacadas son la de la gira que hizo en 1947 por varios municipios; la de 1952 para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional, o la de 1960 en la conocida como ‘Operación Cataluña’, que se centró en inauguraciones de obras públicas y actos de desarrollo social y económico. En 1962 se desplazó por las inundaciones del Vallés y en 1963, para inaugurar polígonos industriales y viviendas. Su última visita a Cataluña fue en 1970. Fueron visitas llenas de anécdotas y curiosidades, que detallaremos a continuación. Cuando Franco venía a Cataluña se pedía a funcionarios, empleados de SEAT o ENASA/Pegaso y estudiantes, que salieran a la calle y lo vitorearan. Eran, por así decirlo, ‘voluntarios’ forzosos, a los que les sugerían las pancartas y las consignas. Franco normalmente dormía en el Palacio de Pedralbes, en Barcelona. En una de sus últimas visitas, se implementó un sistema de seguridad tan extremo que se adecuó un helipuerto en los jardines del Palacio.
De los 37 títulos nobiliarios que concedió Franco, dos de ellos fueron a catalanes: al oftalmólogo Hermenegildo Arruga en 1950 y al empresario y político Joaquín Bau en 1973. En una de sus paradas, mientras visitaba las tierras del Ebro, el cónsul de Portugal se acercó a Franco, con la intención de hablarle sobre un tema de interés para su país. El cónsul, queriendo ser hospitalario, preguntó a un ayudante si a Franco le apetecía un café. La respuesta fue que «el Generalísimo no toma café en la calle y mucho menos preparado por desconocidos». El cónsul consideró aquello un desprecio a su hospitalidad. En 1960, durante la celebración del centenario del poeta Joan Maragall en el Palau de la Música de Barcelona, asistió Franco. Se prohibió cantar Els Segadors, e incluso El Cant de la Senyera, un poema musicalizado de Maragall. Cuentan que, tras el discurso del obispo, Gregorio Modrego, Jordi Pujol y otros asistentes irrumpieron cantando El Cant de la Senyera a viva voz. La realidad es que aquel 19 de mayo de 1960 Pujol fue uno de los coordinadores de los «Hechos del Palau», pero no estaba allí. Lo detuvieron el 22 de mayo, siendo condenado a tres años de cárcel y al destierro en Madrid. La Copa del Generalísimo En 1970, en el último de sus viajes, Franco entregó la Copa del Generalísimo en Barcelona. El campeón era el Real Madrid, que había ganado en Valencia. El nerviosismo era palpable, por parte de las autoridades y de la junta del club, temiendo algún gesto de hostilidad en el Camp Nou. La policía secreta limpió el estadio de pancartas ofensivas y se instruyó a los presentes sobre la obligación de mostrar respeto. En el palco se colocaron altavoces, para asegurarse que los aplausos y vítores fueran audibles y se superpusieran a cualquier posible silbido o abucheo del público. El séquito de Franco no se fiaba de la gasolina que pudieran poner cuando iban de viaje o en ruta. Por eso se cuenta que camiones llenos de gasolina de máxima calidad, traída desde Madrid o de bases militares, acompañaban a la comitiva para asegurarse que los vehículos oficiales nunca tuvieran que repostar en las gasolineras locales. Las joyas de Carmen Polo. La esposa de Franco, Carmen Polo, era una aficionada a ir a las joyerías y tiendas de moda del Paseo de Gracia y la Avenida Diagonal de Barcelona. Cuando se anunciaba la visita de Carmen Polo a la ciudad, los joyeros y comerciantes cerraban sus puertas o escondían sus mejores piezas para evitar que se las llevara sin pagar. Se dice que, al entrar en una tienda y escoger un artículo, el comerciante, o bien se veía presionado a regalarlo, o bien le enviaba la factura a El Pardo que, en muchos casos, nunca era abonada, o cuyo pago se dilataba indefinidamente. Durante una visita en 1963, Franco inauguró el nuevo Museo Militar en el Castillo de Montjuic. En el centro del patio de armas se erigió su estatua ecuestre de bronce, como homenaje de la ciudad. Esta estatua se convirtió en uno de los símbolos más visibles del franquismo en Barcelona y su retirada, mucho después de su muerte, se convirtió en un acto mediático. Banquetes de la aristocracia. Relacionado con los homenajes, se cuenta que la alta burguesía y la aristocracia barcelonesa, que en gran medida había financiado y apoyado el levantamiento militar, organizaban fastuosos banquetes y recepciones en honor a Franco durante sus visitas. Estos eventos buscaban ostentar la lealtad y el privilegio de esta clase social, consolidando su posición económica y social tras la guerra civil. Los policías de la época multaban a ciudadanos por hablar catalán en la calle, usando el argumento de que estaban faltando al respeto al idioma nacional. El ingenio popular difundió un método para rebatir la multa, que consistía en fingir no entender el castellano y responder:
Durante la Diada de Sant Jordi se siguió organizando la venta clandestina de libros en catalán. Se utilizaban tiendas de comestibles o pastelerías como tapaderas. La contraseña para pedir un libro era a menudo un simple «Un pastel de Sant Jordi, por favor», sabiendo que el pastel era el libro prohibido. |
Cataluña conmemora con seis actos los '50 años de libertad' con motivo de la muerte de Franco. Andrea Madina 20 noviembre 2025 |
Cataluña conmemora los 50 años de España en libertad. Así se llama la iniciativa --impulsada por el Govern de Cataluña-- que recuerda la muerte del dictador Francisco Franco y con la que se quiere renovar el compromiso con los valores democráticos. Junto a las subdelegaciones del Govern en Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona, han presentado una agenda de actos descentralizados en el marco de esta propuesta del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. El objetivo de la conmemoración es generar espacios de reflexión colectiva sobre el recorrido histórico de Cataluña, desde la "oscuridad de la dictadura hasta la luz de una sociedad libre, plural y cohesionada". El delegado del Gobierno en Cataluña, Carlos Prieto, ha asegurado que "celebrar 50 años de libertad no es solo recordar, es renovar nuestro compromiso con la democracia, los derechos y la convivencia". El papel de Cataluña. Prieto ha subrayado la especial incidencia que tiene el papel de Cataluña en el relato de la democracia española. Cataluña "vivió con especial intensidad la represión cultural lingüística y política del franquismo", ha afirmado. Sin embargo, ha apuntado que "también fue tierra de resistencia, pensamiento democrático y reconstrucción". Para el político socialista, "Catalunya ha liderado muchos de los avances democráticos" durante estos 50 años. Asimismo, Prieto ha querido hacer hincapié en un matiz. Esta fecha "no va de celebrar, sino de comprender". Ha detallado que en estos años, se han construido "derechos, libertades, autogobierno y convivencia", contrastando con "la oscuridad, el silencio, la represión y la censura de la que veníamos". |

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