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miércoles, 2 de enero de 2013

178.-Patricio de Azcárate Argumento de Apología de Sócrates.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; 


Patricio de Azcárate  Argumento de Apología de Sócrates.



Aldo Ahumada Chu Han 



La apología puede dividirse en tres partes, cada una de las que tiene su objeto.

En la primera parte, la que precede a la deliberación de los jueces sobre la inocencia o la culpabilidad del acusado, Sócrates responde en general a todos los adversarios que le han ocasionado su manera de vivir lejos de los negocios públicos y sus conversaciones de todos los días en las plazas, en las encrucijadas y en los paseos de Atenas. Sócrates, se decía, es un hombre peligroso, que intenta penetrar los misterios del cielo y de la tierra, que tiene la magia de hacer buena la peor causa, y que enseña públicamente el secreto. Sócrates responde que jamás se ha mezclado en las cosas divinas; que su enseñanza no era como la de los sofistas que exigían un salario, si bien sobre este último punto no había acusación. En fin, en apoyo de esta enseñanza popular, esforzándose en hacer ver a los unos su falsa ciencia, y a los otros su ignorancia, invoca una misión sagrada recibida del dios de Delfos. ¿Era este el camino de congraciarse, teniendo en frente los resentimientos profundos que hacía mucho tiempo había excitado su punzante ironía? No; toda esta justificación, que elude los cargos más bien que los rechaza, sólo podía servir para aumentar la desconfianza de los jueces, prevenidos ya en su contra.

Así es que su verdadero valor y su interés aparecen por entero en la consecuencia moral, que Sócrates procura deducir con tanta profundidad como ironía. Dice que [44] ha conversado sucesivamente con los poetas, con los políticos, con los artistas y con los oradores; es decir, con los hombres que pasan por los más hábiles y los más sabios de todos; y como ha visto en los unos y en los otros, en medio de su exagerada pretensión a una sabiduría y a una habilidad universales, igual incapacidad para justificarlos hasta en el dominio limitado de su respectivo arte, declara que a sus ojos la sabiduría humana es bien poca cosa, o más bien, que no es nada si no se inspira en la única verdadera sabiduría, que reside en Dios, y que sólo se revela al hombre por las luces de la razón.

Pero los enemigos de Sócrates no se contentaron con acusaciones generales, y formularon, por boca de Melito, estas dos acusaciones concretas: primero, que corrompía a los jóvenes; segundo, que no creía en los dioses del Estado y que los sustituía con extravagancias demoníacas. Estos dos cargos se llamaban y apoyaban el uno al otro, porque tenían por fundamento común el crimen de ultraje a la religión.

Sobre el primer punto, Sócrates responde solamente que por su interés personal no era fácil que corrompiera a los jóvenes, porque los hombres deben esperar más mal que bien de aquellos a quienes dañan. Su defensa sobre el segundo punto no es más categórica. Porque, en lugar de probar a Melito que cree en los dioses del Estado, Sócrates cambia los términos de la acusación, y prueba que cree en los dioses, puesto que hace profesión de creer en los demonios, ¡hijos de los dioses! ¿Pero estos dioses son los de la república? Sobre esto nada dice.

Su arenga toma de repente un carácter de elevación y fuerza, cuando invocando su amor profundo a la verdad y la energía de su fe en la misión de que se cree encargado, revela, delante de los jueces, el secreto de toda su vida. Si no ha vivido como los demás atenienses; si no ha ejercido las funciones públicas, no ha sido por capricho [45] ni por misantropía. Obedecía resueltamente la voluntad de un Dios, que desde su juventud le estrechaba a consagrarse a la educación moral de sus conciudadanos. Así es que contra sus intereses más caros, se ha visto, aunque voluntariamente, convertido en instrumento dócil de la Divinidad. ¿Y no preveía las luchas y los odios que debía causarle semejante misión? Sí; pero estaba resuelto a sacrificar en su obsequio hasta la vida. Esta confianza admirable, que enlaza y domina el debate, hace ver claramente que Sócrates cuidaba menos del resultado de su causa que del triunfo de sus doctrinas morales. En este último discurso, que le es permitido, sólo ve la ocasión de dar una suprema enseñanza, la más brillante y eficaz de todas.

Se nota, sin embargo, una gran oscuridad sobre la naturaleza de ese demonio familiar, que Sócrates invoca tantas veces. ¿Era en él la luz de la conciencia, singularmente fortalecida y aclarada por la meditación y por una especie de exaltación mística? No hay dificultad en creerlo. Pero también hay materia para suponer, fundándose en algunos pasajes del Timeo y del Banquete, que Sócrates admitía, como todos los antiguos, la existencia seres intermedios entre Dios y el hombre, cuya inmensa distancia llenan mediante la diferencia de naturaleza, y ejercen en un ministerio análogo al de los ángeles en la teología cristiana. Los griegos los llamaban demonios, es decir, seres divinos. ¿Y era alguno de estos genios el que se hacia escuchar por Sócrates? Piénsese de esto lo que se quiera, la duda no desvirtúa en nada el efecto moral de las páginas más originales de la Apología.

En la segunda parte, comprendida entre la primera decisión de los jueces y su deliberación sobre la aplicación de la pena, Sócrates, reconocido culpable, declara sin turbarse que se somete a su condenación. Pero su firmeza parece convertirse en una especie de orgullo, que [46] debió herir a los jueces, cuando rehusando ejercitar el derecho que le daba la ley para fijar por sí mismo la pena, se cree digno de ser alimentado en el Pritaneo a expensas del Estado, que era la mayor recompensa que en Atenas se dispensaba a un ciudadano. Moralmente tuvo razón; pero bajo el punto de vista de la defensa, no puede negarse que esta actitud altanera debió aumentar el número de los votos que le condenaron a muerte.

Este era indudablemente el voto secreto del acusado, puesto que en la última parte de la Apología, una vez pronunciada la pena, dejó ver una alegría que no era figurada. Su demonio familiar le había advertido el resultado que daría el procedimiento, inspirándole la idea de no defenderse, y su muerte era a sus ojos la suprema sanción de sus doctrinas y el último acto necesario de su destino. Así es que la idea que desde aquel acto le preocupó más, fue probar que miraba la muerte como un bien. De dos cosas, una: o la muerte es un anonadamiento absoluto, y entonces es una ventaja escapar por la insensibilidad a todos los males de la vida, o es el tránsito de un lugar a otro, y en este caso, ¿no es la mayor felicidad verse trasportado a la mansión de los justos? Esta despedida de la vida, llena de serenidad y de esperanza, deja tranquilo el pensamiento sobre la creencia consoladora y sublime de la inmortalidad; creencia que una boca pagana jamás había reconocido hasta entonces con palabras tan terminantes. Ella implica ciertamente la distinción absoluta del alma y del cuerpo y la espiritualidad del alma.

Aquí se ve que la Apología de Sócrates, si bien está escrita en la forma ordinaria de las defensas forenses, en el fondo es menos política que filosófica, y Platón no la ha sometido tanto al examen de los ciudadanos de Atenas, como a la de los filósofos y moralistas de todos los países. Si su objeto principal hubiera sido justificar civilmente la [47] conducta de su maestro, su defensa sería pobre, porque no consiguió probar, ni la falsedad de las acusaciones intentadas contra Sócrates, ni su inocencia ante las leyes atenienses. ¿Sócrates había atacado realmente la religión y las instituciones religiosas de Atenas? Esta es la cuestión.

Siendo la religión, como las leyes mismas, una parte esencial de la constitución, el atacarla, sea valiéndose de la ironía, o por medio de una polémica franca, era un crimen de Estado. Además, no sólo era un derecho, sino que era un deber en todo ciudadano acusar y perseguir públicamente ante los tribunales al autor de tales ataques. Y es preciso confesar, que el hombre que en el Eutifron se burla de los dioses del Olimpo; que califica de cuentos insensatos las tradiciones mitológicas y de tráfico ridículo las ceremonias del culto; el hombre que se pone en guerra abierta con el politeísmo, no podía sustraerse a la acusación de impiedad. He aquí por qué Platón le defiende mal. Pero, a decir verdad, importa poco a sus ojos, y quizá entraba en su plan, sacrificar la defensa legal a fin de probar la superioridad moral de su maestro sobre los hombres de su tiempo, por la profunda incompatibilidad de sus creencias con las de éstos. Sócrates no hubiera aparecido como un gran filósofo, si hubiera sido absuelto. Entre otros caracteres, ¿su originalidad no consiste en haber creído en un solo Dios en pleno politeísmo? ¿Y no consiste su grandeza en haberlo dicho, y en haber muerto por haberse atrevido a decirlo?


{Obras completas de Platón, por Patricio de Azcárate,
tomo primero, Madrid 1871, páginas 43-47.}




Azcárate del Corral, Patricio de. León, 17.III.1800 – 20.II.1886. Político e intelectual.

Era hijo de Tomás Azcárate, de ascendencia navarra, y de Clara del Corral, oriunda de Santander. Cursó la segunda enseñanza en el Seminario de San Froilán, de León, y en 1819 se trasladó a Oviedo para iniciar los estudios de Derecho. Allí se afilió, en calidad de “estudiante literario”, a la Milicia Nacional, razón por la cual fue sometido más tarde a juicio de purificación. Cerrada la Universidad de Oviedo por su orientación liberal, sus estudios los concluyó en Santiago de Compostela, obteniendo el grado de bachiller en Leyes en 1826. Una vez matriculado como abogado, abrió bufete en Gijón, donde residía su familia y donde conoció a quien sería su esposa, Justa Menéndez. Allí nació, por otra parte, su interés por la filosofía, alimentada por las lecturas realizadas en la biblioteca del Instituto Jovellanos.

Establecido en León desde comienzos de la década de 1830, desempeñó el cargo de secretario de la Diputación Provincial. Se vinculó, asimismo, a la Sociedad Económica de Amigos del País local y fue miembro de la Comisión artística y literaria de León, a cuyos esfuerzos se debió la formación de una importante biblioteca con fondos de los conventos suprimidos. Intervino también muy decisivamente en la adquisición del antiguo convento de San Marcos por la diputación leonesa. En 1841 resultó elegido diputado progresista por León, aunque su paso por el Parlamento le decepcionó y no volvió a repetir la experiencia. Le disgustaba la confrontación partidista, aunque ello no le impidió llevar una carrera de servidor público como jefe político o gobernador de diferentes provincias. De hecho, en 1843 fue nombrado jefe político de León por el Gobierno de Joaquín María López.

Renunció al cargo en diciembre de aquel año, con lo que Azcárate vivió la etapa moderada apartado de la política, dedicado al ejercicio de la abogacía y a la educación de su numerosa prole, ya que tuvo nueve hijos, entre los que descolló el mayor, Gumersindo, nacido en 1840. Adquirió también por entonces una casa de campo y algunas fincas en el pueblo de Villimer, donde la familia pasaba los veranos en un retiro completo. Allí pudo preparar la publicación de obras filosóficas, comenzando por las Veladas sobre la filosofía moderna, escrita para suplir las carencias que observaba en la enseñanza oficial que recibía Gumersindo y para favorecer la aparición de una escuela española de pensamiento filosófico. En dicha obra adoptó una posición intermedia entre el materialismo y el idealismo. Su amigo Sanz del Río elogió cálidamente el texto con el que dio comienzo a una fecunda carrera como pensador original y como traductor.

Con el Bienio Progresista, Azcárate retornó a la política activa, como vicepresidente de la Junta revolucionaria leonesa y, luego, hasta 1863, como gobernador de diversas provincias (León, Vizcaya, Santander, Murcia y Toledo), especialmente durante la larga etapa de gobierno de la Unión Liberal. Ello no le impidió seguir cultivando sus aficiones intelectuales, y así, en 1861, publicó su Exposición de los sistemas filosóficos, valorada en su momento como la primera historia crítica de la filosofía que se publicaba en España, en forma amplia e imparcial. Se jubiló en 1866 y se dedicó desde entonces a tutelar la carrera política e intelectual de su hijo Gumersindo y a acometer la edición de la Biblioteca Filosófica, mediante la que pretendió ofrecer traducciones de las obras completas de grandes pensadores. Fue también miembro correspondiente de las academias de Ciencias Morales y Políticas y de la Historia.

Obras de ~: Veladas sobre la filosofía moderna, Madrid, M. Rivadeneyra, 1853; Discurso inaugural a la apertura de las cátedras del Ateneo creadas por la Sociedad Económica de Amigos del País de León, León, Viuda e Hijos de Miñón, 1856; Exposición a S. M. sobre arreglo de los fueros de las provincias vascongadas, León, Viuda e Hijos de Miñón, 1856; Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, Madrid, Establecimiento tipográfico de F. de P. Mellado, 1861, 4 vols.; Del materialismo y positivismo contemporáneos, León, Establecimiento tipográfico de Miñón, 1870; Obras completas de Platón puestas en lengua castellana por don ~, Madrid, Medina y Navarro, 1871-1872, 11 vols.; La filosofía y la civilización moderna en España, Madrid, M. P. Montoya y Cía., 1880; Obras completas de Aristóteles puestas en lengua castellana por don ~, Madrid, Medina y Navarro, s. f., 10 vols.; Obras de Leibniz puestas en lengua castellana por don ~, Madrid, Casa Editorial de Medina, s. f.

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie Documentación Electoral, 20.

F. de Castro, “Recensión de la Exposición histórico-crítica de Azcárate”, en Revista Ibérica, 5 (1862), págs. 425-438; F. Giner de los Ríos, “Don Patricio de Azcárate”, en Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 10 (1886), págs. 149-150; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, t. 6, Barcelona, José Espasa e Hijos, 1909, pág. 1366; A. Jiménez Landi, La Institución Libre de Enseñanza, I. Los orígenes, Madrid, Taurus, 1973; N. M. Sosa, Patricio de Azcárate (1800-1886), filósofo e historiador de la filosofía, Salamanca, Universidad, 1979; R. M. González Martínez, La Real Sociedad Económica de Amigos del País de León, León, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, 1981; D. Patricio de Azcárate, un leonés universal, León, Instituto Fray Bernardino de Sahagún - Universidad de Salamanca, 1982; G. Capellán de Miguel, Gumersindo de Azcárate. Biografía intelectual, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2005.



Patricio de Azcárate y del Corral (León, 17 de marzo de 1800-León, 20 de febrero de 1886) fue un filósofo y político español, historiador y difusor de la filosofía moderna. Fue el primer traductor al castellano de las obras de Platón, Aristóteles y Leibniz.
En 1852 decidió emprender un proyecto de traducción de Filosofía antigua y moderna para compensar así las lagunas que encontraba en los planes oficiales de estudio de esta materia, los 26 volúmenes de su Biblioteca Filosófica, que comprenden 11 volúmenes con las obras completas de Platón (1871-1872), 10 volúmenes de obras de Aristóteles (1873-1875) y 5 volúmenes de obras de Leibniz (1878). Estas traducciones, junto con su Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos modernos (1861), constituyen su gran aportación al renacer filosófico en la España de la segunda mitad del siglo xix. Pero las traducciones no las realizó a partir del griego, sino que utilizó versiones en francés, lo que las hace poco confiables.

Patricio Azcárate del Corral publicó en 1853 las Veladas sobre la filosofía moderna (Rivadeneyra, Madrid 1853, 474 págs.), dedicadas «a la juventud estudiosa», a la que ofrece como modelo patriótico una curiosa relación de personajes.
En 1861 Azcárate publicó su segunda obra filosófica, ampliación de las Veladas, la Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, en la que ofrece un panorama de la filosofía del momento.



La lectura cambia el cerebro hasta lo más profundo.




Ciencia.

JUDITH DE JORGE GAMA.
24/05/2017


Un estudio con mujeres indias analfabetas demuestra que aprender a leer y escribir, incluso en la edad adulta, tiene impresionantes efectos en la estructura cerebral
El cerebro humano es sorprendentemente flexible y la lectura puede modificarlo.

La lectura supone un reto enorme para el cerebro y sus efectos en el mismo son asombrosos, hasta el punto de que puede moldearlo y transformarlo profundamente, incluso cuando somos adultos. Esta es la principal conclusión de un nuevo estudio realizado con mujeres indias en la treintena, completamente analfabetas, cuyo cerebro se transformó de forma extraordinaria cuando aprendieron a leer y escribir por primera vez. La investigación, publicada en la revista Science Advances, viene a reforzar la idea de la increíble plasticidad del órgano que rige nuestras vidas y puede arrojar luz sobre algunos trastornos de la lectura, como la dislexia.
Leer es una capacidad tan nueva en nuestra historia evolutiva que no puede estar «grabada» en los genes. Cuando aprendemos a hacerlo, el cerebro debe pasar por una especie de «reciclaje»: Las áreas destinadas al reconocimiento de objetos complejos, como las caras, tienen que participar en la traducción de las letras. Y algunas regiones de nuestro sistema visual se convierten en «interfaces» entre lo que el ojo ve y el lenguaje.

La cuestión es que, hasta ahora, los científicos suponían que esos cambios se limitaban a la capa externa del cerebro, la corteza, que se adapta rápidamente a los nuevos desafíos. Pero resulta que la transformación que provoca abrir un libro y comprenderlo va mucho más allá. Investigadores alemanes del Instituto Max Planck de Psicolingüística y del Max Planck de Cognición humana y Ciencias del Cerebro, junto con científicos indios del Centro de Investigación Biomédica Lucknow y la Universidad de Hyderabad, descubrieron que cuando una persona adulta aprende a leer, su cerebro pasa por una reorganización que se extiende a estructuras profundas en el tálamo y el tallo cerebral . El relativamente joven fenómeno de la escritura humana, por tanto, cambia regiones cerebrales que son muy antiguas en términos evolutivos, e incluso partes centrales del cerebro de los ratones y otros cerebros de los mamíferos.

«Observamos que los llamados colículos superiores, una parte del tronco cerebral, y el pulvinar, situado en el tálamo, adaptan su actividad a la de la corteza visual», explica Michael Skeide, investigador en el Instituto Max Planck de Cognición Humana y Ciencias del Cerebro en Leipzig y primer autor del estudio. 
«Estas estructuras profundas ayudan a nuestra corteza visual a filtrar información importante, incluso antes de que la percibamos conscientemente».

 Curiosamente, cuanto más tiempo pasen sincronizadas las señales entre las dos regiones del cerebro, mejores serán las capacidades de lectura . 

«Creemos que estos sistemas cerebrales afinan su comunicación cada vez más al tiempo que los estudiantes se vuelven más y más competentes en la lectura», señala el neurólogo. 
«Esto podría explicar por qué los lectores experimentados se mueven de manera más eficiente a través de un texto».

Mujeres analfabetas.

El equipo obtuvo estos resultados en la India, un país con una tasa de analfabetismo de alrededor del 39%. La pobreza sigue limitando el acceso a la educación en algunas partes del país, especialmente a las mujeres. Por lo tanto, casi todos los participantes del estudio , treinta en total, fueron mujeres en su treintena. Al comienzo de la formación, la mayoría no era capaz de descifrar una sola palabra escrita de su lengua materna Hindi . Se trata de uno de los idiomas oficiales de la India, basado en devanagari, una escritura con caracteres complejos que describen sílabas o palabras enteras en lugar de letras individuales.

Las participantes llegaron a un nivel comparable al de un niño de primer grado después de apenas seis meses de formación. «Este crecimiento del conocimiento es notable», dice Falk Huettig, del Max Planck de Psicolingüística y líder del proyecto. 

«Si bien es bastante difícil para nosotros aprender un nuevo idioma, parece ser mucho más fácil aprender a leer. El cerebro adulto resulta ser increíblemente flexible », afirma a ABC.


Los investigadores dicen que, en principio, el estudio también podría haber tenido lugar en Europa. Sin embargo, el analfabetismo es considerado como un tabú en Occidente, por lo que habría sido «inmensamente difícil» encontrar voluntarios. Incluso en la India, donde la capacidad de leer y escribir está fuertemente conectada a la clase social, el proyecto fue «un tremendo desafío, porque los retos logísticos eran inmensos»
Los científicos reclutaron a voluntarias de la misma clase social en dos aldeas en el norte del país para asegurarse de que los factores sociales no podían influir en los resultados. Los escáneres cerebrales (resonancia magnética) se realizaron en la ciudad de Lucknow, a tres horas en taxi de los hogares de las participantes.

Luz sobre la dislexia.

Según los investigadores, los impresionantes logros de aprendizaje de los voluntarios no sólo proporcionan esperanza para los adultos analfabetos, sino que también arrojan luz sobre la posible causa de trastornos de la lectura como la dislexia, que se cree puede deberse a disfunciones en el tálamo, una parte del cerebro que se modificó en el experimento con solo unos pocos meses de entrenamiento en la lectura.
Para Huettig, la «increíble» flexibilidad del cerebro humano «es una buena noticia. Nunca es demasiado tarde para aprender una nueva habilidad. Puede que aprender cosas nuevas complejas no sea tan rápido ni tan fácil para los adultos como lo es para los niños, pero es posible», asegura.



puerta al infierno

  

Grecorromano - Historia y Total War.

Alejandro Pagano (Greco), soy youtuber de Total War, divulgador de historia antigua; en especial del mundo grecorromano y mediterráneo, antiguas civilizaciones desde sus propias fuentes, divulgador del legado clásico y de los temas de historia que me gustan.

Grecorromano Historia y Total War, es un canal dedicado a campañas en "Total War" históricos y video documentales de historia antigua e incluso entrevistas a otros creadores de contenido y expertos en historia antigua. 






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