Madrid es una provincia española, que desde 1983 constituye la comunidad autónoma uniprovincial de Madrid. Entre los años 1833 y 1982 formó parte de la región de Castilla la Nueva. Conformados esencialmente sus límites con la reorganización territorial de 1833 de Javier de Burgos, adicionalmente incorporó en 1850 el municipio de Valdeavero, de 19 km², hasta entonces parte de la provincia de Guadalajara.
Madrid, de territorio fronterizo a región metropolitana Ángel Bahamonde Magro y Luis Enrique Otero Carvajal.
Hasta entonces lo que hoy conocemos como provincia de Madrid no era sino un conglomerado de territorios sometidos a diversas jurisdicciones, en las que las provincias de Guadalajara, Segovia y Toledo se introducían en sus actuales límites. Así de Guadalajara dependían los partidos de Colmenar Viejo y Buitrago y el señorío del Real de Manzanares; Segovia extendía su jurisdicción en el norte y oeste de la provincia, y de Toledo dependían los partidos de Alcalá y Chinchón ocupando todo el Este provincial.
Por el contrario, a la Intendencia de Madrid pertenecían los partidos de Casarrubios en Toledo y Zorita en la Alcarria manchega, hoy en la provincia de Guadalajara. Se trataba, pues, de un territorio administrativamente desarticulado, en el que las jurisdicciones señoriales de extensos territorios como el Real de Manzanares, Buitrago o el propio partido de Alcalá, determinaban su adscripción a una u otra provincia en función del lugar de residencia original de las Casas nobiliarias de las que dependían, así los duques del Infantado en Guadalajara y el obispado de Alcalá en Toledo. Esta discontinua organización administrativa hundía sus raíces en la Baja Edad Media, fruto de la forma en que se desarrolló el proceso de Reconquista y repoblación de la tierra fronteriza de Madrid. Sin embargo, ya a la altura del siglo XVIII la subordinación económica de los límites de la actual provincia de Madrid es una realidad, en consonancia con la capitalidad instaurada por Felipe II en 1561, hecho éste que va a actuar como el elemento definitorio por excelencia del devenir histórico de nuestra región.
Existen a finales del siglo XVIII dos realidades contrapuestas y contradictorias. De una parte, la desarticulación administrativa de la antigua provincia de Madrid, con un territorio discontinuo y segregado espacial y económicamente. De otra parte, con la subordinación económica de un amplio hinterland respecto de la capital, que excede incluso los actuales límites geográficos de la provincia de Madrid. Esta realidad contradictoria tratara de ser salvada por el proyecto ilustrado, mediante una reorganización administrativa del Estado, tales intentos chocaron con la estructura jurisdiccional y administrativa del Antiguo Régimen por lo que fueron condenados al fracaso.
Sólo la nueva articulación del Estado fruto de la revolución jurídico administrativa que trajo consigo la instauración del régimen liberal, resolverá esta situación a través de una nueva delimitación de la provincia de Madrid.
La actual Comunidad Autónoma de Madrid no encuentra, pues, su justificación en unas señas de identidad diferenciales que se remontan a tiempos remotos. Un hecho político, la capitalidad establecida por Felipe II en 1561, es el elemento específico que se sitúa como origen de la actual Comunidad de Madrid. Sin embargo, la capitalidad no se tradujo en la creación de una región propia. Su posición central entre las dos Mesetas hacía de la misma un polo de atracción, a pesar de lo cual no se constituyó en cabecera de una región. Castilla La Vieja mantendrá su personalidad en torno a las viejas ciudades medievales en franco período de decadencia, y Castilla La Nueva girará alrededor del potente Arzobispado de Toledo. La división provincial de Javier de Burgos significa, por tanto, para Madrid la primera articulación territorial de un espacio al que ya había subordinado económicamente con anterioridad. No obstante, esto no es suficiente para hablar todavía de una región propia. Tendrá que transcurrir todavía siglo y medio para que la provincia madrileña se transforme en una región metropolitana, claramente diferenciada de su entorno geográfico más próximo: las dos Castillas.
Señores Jurisdiccionales de Madrid.
El Real de Manzanares.
El Real de Manzanares fue la denominación que otorgó Alfonso X el Sabio en el año 1275, al entonces Sexmo de Manzanares un territorio segoviano que ocupaba parte del norte de la actual provincia de Madrid, en lo que era el Reino de Castilla de la península ibérica.
Tras la Reconquista de Madrid (Magerit), a finales del siglo xi, Alfonso VI creó un alfoz (Conjunto de diferentes pueblos que dependen de otro principal y están sujetos a una misma ordenación. Era usado también como femenino.) —dada la escasa población de la zona— con límites geográficos poco definidos en torno a Madrid, permaneciendo gran parte la posterior provincia en manos segovianas. En torno al río Manzanares surge el Sexmo de Manzanares al repoblar la ciudad de Segovia estas tierras vacías durante la reconquista. Cuando la villa de Madrid creció, el sexmo fue objeto de litigio frecuente entre ambos Concejos. Primero Alfonso VIII reconoció las tierras como pertenecientes a Segovia, después Fernando III quiso frenar las disputas creando un territorio de uso mutuo: el Real del Manzanares, el conflicto continuó y Alfonso X, se lo reservó para sí, incorporando dichos lugares a la Corona. Desde entonces se denominó «el Real de Manzanares», asociado a la cuenca alta del río Manzanares, a este amplio territorio que incluía poblaciones tan emblemáticas como Colmenar Viejo (que por entonces incluía el actual municipio de Tres Cantos), Chozas de la Sierra (actual Soto del Real), Manzanares el Real, Hoyo de Manzanares, Porquerizas (actual Miraflores de la Sierra), Navacerrada, Guadalix de la Sierra, Moralzarzal, Cerceda, El Boalo, Cercedilla, Mataelpino, Collado Mediano, Collado Villalba, Alpedrete, Becerril de la Sierra, Galapagar (con la entonces aldea y ahora municipio de Villanueva del Pardillo), Colmenarejo, Guadarrama, Los Molinos y Navalquejigo. En 1287, Sancho IV devolvió la zona a Segovia pero quedó tras su muerte usurpado por diversos magnates hasta que en 1312 Fernando IV, se lo devolvió a Segovia nuevamente. Juan II en 1446 se lo donó a Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. A Segovia nunca volvería el territorio y Madrid solo pudo verlo en sus manos llegada la división provincial de 1833. A esta amplia zona se le fueron segregando poblaciones con sus territorios asociados, como Colmenar Viejo en 1504. Puntualmente, durante la revolución comunera varios campesinos de este sexmo y los recientemente desmembrados entonces Casarrubios y Valdemoro se proclamaron en juntas vecinales segovianos pero fueron rápidamente aplastados por las tropas realistas de Carlos V. El condado de Real de Manzanares es un título nobiliario español otorgado a favor de Íñigo López de Mendoza y de la Vega, el 8 de agosto de 1445 por el rey Juan II de Castilla, de la dinastía de los Trastámara, junto con el marquesado de Santillana, por su actuación destacada en la batalla de Olmedo.
Señor de Belmonte de Tajo.
En 1336 el rey Pedro I el Cruel, o el Justiciero, concede a la población el privilegio de Villazgo, con lo que Pozuelo de Belmonte conseguía su propia jurisdicción y perdía el nombre de 'Pozuelo'. La Villa de Belmonte fue desamortizada en 1579, pasando la propiedad de la corona, la cual a su vez la otorgó a favor del licenciado Álvaro García de Toledo. Este primer señor de Belmonte fundó el Mayorazgo de Belmonte por el testamento que otorgó en Mondéjar el 26 de enero de 1586. El Señorío de Belmonte tuvo continuidad hasta 1691. El condado de Belmonte de Tajo es un título nobiliario español, de Castilla. Fue creado por el rey Carlos II, con la denominación de Belmonte y mediante Real Despacho del 23 de abril de 1691, en favor de Juan de Prado Mármol y de la Torre, poseedor de las casas y mayorazgos de sus apellidos en Madrid, regidor perpetuo de esta villa y señor de la de Belmonte de Tajo, alférez mayor de los Peones de Castilla, caballero de la Orden de Alcántara, ministro del Consejo de Hacienda. El señorío y mayorazgo de Belmonte fue fundado por su antepasado Álvar García de Toledo, del Consejo del rey Felipe II y su alcalde de Casa y Corte.
El señorío de Chinchón. | Escudo del condado de Chinchón, en la primera creación del título. Armas de Cabrera y Bobadilla. |
Este extenso estado, situado en el reino de Toledo y que no formaba coto redondo, fue concedido a perpetuidad por los Reyes Católicos mediante real cédula dada en Toledo el 20 de julio de 1489 y refrendada por Fernando Álvarez de Toledo, su secretario, en favor de Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla, primeros marqueses de Moya. La reina Isabel confirmaría esta donación por su testamento hecho en Medina del Campo el 12 de octubre de 1504. El señorío incluía veinte villas y numerosos lugares, con 1.200 vasallos, que habían sido desmembrados poco antes de la jurisdicción de la ciudad de Segovia e incorporados a la Corona. Las villas en él comprendidas eran las de Valdelaguna, Chinchón, Valdeconejos, Bayona de Tajuña, San Martín de la Vega, Ciempozuelos y Seseña, todas en el sexmo de Valdemoro; y en el de Casarrubios las de Moraleja de Enmedio, Moraleja la Mayor, Serranillos, La Cabeza, la Zarzuela, la Puebla de Mari Martín, Tiracentenos, Sacedón, Cienvallejos, Odón, Brunete, Quijorna y Vega Sagrilla, con todos sus términos, tierras y pastos, y con «jurisdicción civil y criminal alta y baja, mero y mixto imperio, y apartadamente por sí y sobre sí que haya en ellos y cada uno de ellos, alcaldes, alguacil, escribano y pregonero, horca y picota, cepo y cadena de azote, y las otras insignias de nuestra justicia».
El 5 de julio de dicho año los marqueses de Moya habían dado poder a Martín de Alarcón, comendador de la Membrilla, para que en su nombre tomase posesión de dichas villas y jurisdicción. Los Reyes Católicos libraron una real cédula el 6 de julio mandando a todas ellas que diesen posesión como nuevos señores a los dichos marqueses. La ciudad de Segovia se opuso denodadamente a esta desmembración y movió varios pleitos contra los condes de Chinchón, demandando la supresión de la merced y sosteniendo el derecho de todos los pastores de su comunidad de ciudad y tierra a usar de los pastos del señorío. Estos pleitos se prolongaron durante 112 años y en su transcurso se proveyó que las dehesas, ejidos y abrevaderos incluidos en la donación a los marqueses de Moya se redujesen a pasto común de los segovianos. El 12 de junio de 1592, por la mediación del obispo Andrés Pacheco, se firmó una concordia entre dicho consistorio y Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, III conde de Chinchón, que ponía fin a los litigios y fue confirmada por el rey Felipe II en Illescas el 29 de mayo del mismo año y en San Lorenzo de El Escorial el 17 de julio de 1793. Los primeros marqueses de Moya vincularon el señorío de Chinchón, junto con los oficios perpetuos de alcaide y guarda mayor del Alcázar Real de Segovia y tesorero de la Real Casa de Moneda de esta ciudad, agregándolos a un mayorazgo que fundaron en cabeza de Fernando de Cabrera y Bobadilla, su segundo hijo varón, que en 1520 fue creado I conde de Chinchón.
Señorío de Villaverde.
Los Guzmanes de Villaverde. Ligado al desaparecido poblado de Villaverde y al territorio conocido como Dehesa se Villaverde, actualmente perteneciente al municipio de Orgaz, existió un señorío del mismo nombre, que posteriormente Felipe III elevó a condado.
Jean-Pierre Molenat en su magna obra Campagnes et Monts de Tolède du XIIe au XVe siècle, hace esta referencia a la población y dehesa de Villaverde:
“Villaverde, aldea en 1326 y 1350, constituye en 1490 las dehesas de Las Villaverdes, territorio y jurisdicción de Toledo, incluidas por Juan Ramírez de Guzmán en el mayorazgo fundado por él. En 1576, la dehesa de Villaverde, con una antigua capilla de Santa Cruz, es un anexo de la parroquia de Orgaz.
Y en otro lugar el mismo autor alude al Señorío de Villaverde y hace una reseña de sus titulares comenzando con esta afirmación: “La descendencia de Juan Ramírez de Guzmán es abundante en Toledo, la rama principal está constituida por los propietarios de Villaverde.”
A partir de estas estas informaciones de Molenat, veamos algunas informaciones sobre los titulares del Señorío de Villaverde y posterior Condado de Villaverde, y su correspondiente árbol genealógico. Nos ayudaremos también del estudio realizado por el profesor Cuesta Nieto sobre el condado de Villaverde en los siglos XVIII y XIX.
Señorío de Boadilla del Monte.
A principios del siglo xvii el lugar de Boadilla del Monte, en el alfoz de Madrid, era de realengo. La enajenación del señorío —como las de tantas otras regalías vendidas bajo los Austrias menores— se debió a las dificultades por las que atravesaba la Hacienda Real al subir al trono Felipe IV y que abocarían a la suspensión de pagos de 1627, primera de su reinado. En 1625, los banqueros genoveses Octavio Centurión, Carlos Strata y Vicencio Squarzafigo, acreedores por un préstamo de más de un millón de ducados, obtuvieron del rey facultad para vender los lugares y jurisdicción de 20.000 de sus vasallos. Entre las poblaciones designadas se encontraba Boadilla del Monte, a la que con tal ocasión se otorgó el villazgo, y que se enajenaba «con su jurisdicción alta y baja, mero y mixto imperio, señorío, vasallaje, bienes mostrencos, penas de Cámara y Justicia».
En el proceso se interesó el marqués de Belmonte, que pretendía obtener las villas de Alcorcón, Carabanchel de Arriba y Boadilla del Monte, pero solo se le permitió comprar esta. El interesado, que había sido creado marqués recientemente, era a la sazón hermano del duque de Maqueda e hijo de la duquesa de Nájera, pero años más tarde sucedería en ambos títulos ducales. En 1626 se le adjudicó el señorío al precio de dos cuentos y 493.048 maravedís, que terminó de pagar en 1630. La concesión se despachó por tanto en favor de
• Jaime Manuel Manrique de Cárdenas, que fue VII duque de Nájera y V de Maqueda, IX conde de Treviño y X de Valencia de Don Juan, VI marqués de Elche y I de Belmonte, I señor de Boadilla del Monte, etc. Era hermano de Jorge Manuel de Cárdenas y Manrique de Lara (1584-1644), el anterior duque, a quien sucedió en la casa, e hijos ambos de Bernardino de Cárdenas y Portugal (1553-1601), III duque de Maqueda y III marqués de Elche, y de Luisa Manrique de Lara, su mujer, V duquesa de Nájera, VII condesa de Treviño y VIII de Valencia de Don Juan. Casó con Inés María de Arellano, hija de Felipe Ramírez de Arellano, VII conde de Aguilar de Inestrillas, señor de los Cameros, y de Juana Manrique, su mujer, de los condes de Paredes de Nava. Después de adquirir la jurisdicción de la villa, el nuevo señor compró a particulares algunas tierras y bienes raíces dentro de su término, que pasaron a integrar el estado de Boadilla. Murió en 1652 y le sucedió su hijo único:
• Francisco María de Montserrat Manrique de Cárdenas y Arellano, VIII duque de Nájera y VI de Maqueda, X conde de Treviño y XI de Valencia de Don Juan, VII marqués de Elche y II de Belmonte, II señor de Boadilla del Monte, etc. Murió sin descendencia en 1656. El 20 de diciembre de 1652 vendió el señorío de Boadilla del Monte, con real licencia y al precio de 73.342 reales de plata (o sea tres cuentos y 739.524 maravedís), en favor del
• Licenciado José González (de Uzqueta), III señor de Boadilla del Monte, caballero de Santiago, ministro del Consejo y Cámara de Castilla, presidente de los de Hacienda e Indias y comisario general de Cruzada. Nacido en Arnedo hacia 1583, era hijo del licenciado Juan González de Uzqueta, abogado natural de Corella, y de Juana Jiménez de Arellano, su primera mujer, de la casa de Arnedo. Fundó mayorazgo con facultad real por su testamento hecho en Madrid el 23 de julio de 1667 ante Andrés de Calatañazor, vinculando cuantiosos bienes y el estado de Boadilla. Casó con Catalina de Valdés y Herrera, hermana del obispo Antonio de Valdés y Herrera, que lo fue de Mondoñedo, Oviedo, Osma y Córdoba (donde murió en 1657). Hija de otro Antonio de Valdés, corregidor de Valladolid, natural de Medina de Rioseco y oriundo de Asturias, y de Ana de Herrera y Arias. De este matrimonio fue unigénito
• Juan González de Uzqueta y Valdés, IV señor de Boadilla del Monte, nacido en Valladolid en 1615 y colegial mayor de Santa Cruz, primer poseedor del mayorazgo fundado por su padre y, como él, del Consejo y Cámara de Castilla. Casó con María de Vera y Gasca, poseedora de un mayorazgo fundado por el obispo Pedro de la Gasca, pacificador del Perú. Hija de Francisco de Vera y Enríquez, caballero de Santiago, natural de Alcalá de Henares, y de María del Barco y Gasca, su mujer, en segundas nupcias de ambos.5 No tuvieron descendencia, por lo que Juan solicitó real licencia, y la obtuvo en enero de 1670, para desmembrar del mayorazgo 6.000 ducados de renta y destinarlos al convento de la Encarnación, de carmelitas descalzas, que había fundado en su villa de Boadilla. Murió este señor el 31 de enero de 1670, y en el mayorazgo le sucedió su viuda:
• María de Vera y Gasca, V señora de Boadilla del Monte, que poseyó el mayorazgo y señorío «por los días de su vida y seis años de supervivencia», pasados los cuales —en virtud de los llamamientos e incompatibilidades fundacionales— recayó en
• Fernando Queipo de Llano y Jiménez de Arellano, VI señor de Boadilla del Monte, que después sucedería como III conde de Toreno, alférez mayor del Principado de Asturias y de la villa de Cangas de Tineo. Nació en Madrid el 8 de enero de 1663, fue bautizado en San Martín el día 21 siguiente y murió en Cangas el 24 de enero de 1718 bajo testamento otorgado el anterior día 4 a fe de Pedro López. Casó en Salas el 20 de noviembre de 1683 con Emilia Francisca de Doriga y Malleza, hermana del señor del palacio de Doriga, de la que tuvo once hijos.
Fernando Queipo era hijo de otro Fernando Queipo de Llano y Lugo, II conde de Toreno, caballero de Santiago, corregidor de Burgos y de Murcia, natural de Sevilla, que fue bautizado el 4 de febrero de 1637 y testó en 1699, y de Josefa Jiménez de Arellano Padilla y Vega, su mujer, señora de la casa de Arnedo, que era sobrina nieta del licenciado José González, V señor de Boadilla y fundador del mayorazgo. El nuevo señor de Boadilla del Monte solo pudo poseer este estado durante los días de su padre, porque el mayorazgo de González era incompatible con el de los Queipos de Cangas de Tineo, al que estaba vinculado el condado de Toreno. En 1669, para suceder en la casa de Toreno, cedió el señorío y vínculo de Boadilla a su hija
• Isabel María Queipo de Llano y Doriga Malleza, VII señora de Boadilla del Monte, que nació el 27 de septiembre de 1686 y murió en 1755. En 1709 casó con Luis Félix de Mirabal y Espínola, I marqués de Mirabal, nacido en 1657 en Jerez de la Frontera y fallecido el 24 de enero de 1729, colegial del Mayor de Cuenca en Salamanca, presidente del Consejo de Castilla y consejero de Estado, embajador de S.M.C. ante los Estados Generales de los Países Bajos. Estaba viudo desde 1705 de María Magdalena Dávila Guzmán y Moncada, de la que tenía hijas, y era hermano menor e inmediato sucesor del I conde de Villafuente Bermeja e hijo de Juan Francisco de Mirabal y Pabón de Lobatón, caballero de Alcántara, veinticuatro de Jerez, y de Isabel Luisa de Espínola y Morales. Los marqueses de Mirabal edificaron un nuevo palacio en Boadilla, llamado «de las Dos Torres», reemplazando al primitivo, edificado por los duques de Nájera y que se hallaba en ruinas tras la Guerra de Sucesión. Y por las deudas que para ello contrajeron, el mayorazgo de González quedó gravado con un censo de 4.000 ducados. Tuvieron descendencia femenina en que siguió el estado de Boadilla y en la que también recaería la casa de Mirabal y Villafuente tras morir sin prole las hijas del primer matrimonio del marqués. En 1755 sucedió en el mayorazgo de González su hija
• Josefa Micaela de Mirabal y Queipo de Llano, III marquesa de Mirabal, IV condesa de Villafuente Bermeja, VIII señora de de Boadilla del Monte. Casó con Tello Dávila y Guzmán pero no tuvo hijos, por lo que le sucedería en los títulos y mayorazgos su hermana entera Magdalena de Mirabal. A fin de redimir las cargas que gravaban el mayorazgo de González, Josefa solicitó y obtuvo del Consejo de Castilla la preceptiva real licencia para enajenar el estado y palacio de Boadilla, junto con un regimiento de la ciudad de Toro. Y el 20 de febrero de 1761 los vendió al precio de un millón y 225.027 reales (o cuatro cuentos y 165.093 maravedís). El comprador fue
• El infante Don Luis de Borbón y Farnesio, XIII conde de Chinchón y IX señor de de Boadilla del Monte, caballero del Toisón de Oro, que había sido cardenal y arzobispo de Toledo pero abandonó el estado clerical para contraer matrimonio.
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